miércoles, 30 de diciembre de 2009

LA IGLESIA EN EL AMAZONAS VENEZOLANO

ANGEL MARTIN - RAMÓN IRIBERTEGUI

LA IGLESIA EN AMAZONAS



Primera Parte

LOS INICIOS

INTRODUCCION

La primera expedición misionera salesiana al Amazonas

Una Crónica de ayer

«El 24 de agosto tuvo lugar en el Santuario de María Auxiliadora en Caracas, la despedida de los primeros salesianos.
Asistieron a la función el Excmo. Mons. Dr. Basilio De Sanctis, encargado de Negocios y Consejero de la Nunciatura; Mons. Dr. J. M. Pellín; R. P. Esteban Reverón; R.P. J. Fuentes Figueroa; representantes de los PP. Dominicos, Jesuítas y Redentoristas; los RR.PP. Bortolasso, Ojeda y Loga, directores de las casas salesianas de La Vega y Guaparo (1), las RR. HH. de San José de Tarbes, las Hijas de María Auxiliadora, las Franciscanas y muchos otros amigos y bienhechores de la Obra Salesiana.
Pronunció el discurso de despedida el R. P. Rottmayr S. S., antiguo misionero de la China, que con elocuentes palabras pintó la vida, los trabajos y peligros de estos misioneros que dentro de poco surcarán las olas del mar Caribe y del Orinoco para llegar al lugar de su destino.
Enseguida bendijo el Sr. Arzobispo los crucifijos, entregando uno a cada uno de los Misioneros. Después se impartió la bendición con S.D.M., y entonando el canto del «Itinerarium clericorum» el Excmo. Sr. Arzobispo, Mons. De Sanctis y los demás sacerdotes y seglares dieron el abrazo de despedida a los misioneros todavía en el presbiterio del Santuario».

— Pasajeros a bordo

«Monseñor bajó el sábado 26 de agosto a La Guaira con el fin de preparar todo lo necesario para el embarque de las cajas, cajones, barriles, bultos etc.
El lunes 28 de agosto, a mediodía, bajaron los otros hermanos. Encontraron a Monseñor en pleno campo de trabajo, ya en la aduana, ya en el muelle y en todas las partes para arreglar lo mejor posible el traslado de los corotos al vapor «San Juan».
A media noche, por último, se embarcó la camioneta y la lancha. Y por fin pudo descansar un poco Monseñor, después de haber estado todo el día caminando de arriba para abajo, exponiéndose al sol y la lluvia, como abnegado representante del Divino Maestro.
De Caracas bajaron los RR.PP. Caroglio y Máximo, ecónomo y secretario inspectorial respectivamente,(2), el P. Juan Pablo González F. prefecto de Valencia, como representante de las casas salesianas de Valencia y Guaparo, para darnos el último abrazo fraternal; asegurándonos sus oraciones para el feliz éxito del viaje» (3).
— La salida

“Pusieron a disposición de Monseñor un camarote que repartió generosamente con otros dos hermanos. El resto del personal pasó la noche en el puente sobre catres. Durante el día arreglamos nuestras cosas, y Monseñor se instaló en su lancha, encontrando en ella un lugar reservado».

— Desde La Guaira a Carúpano

«Hacia las 10 am. llegamos a Higuerote. Seguimos a Píritu y llegamos el día 30, muy temprano y sin novedad, a Guanta donde nos esperó el R.P. Ramírez para ofrecernos los saludos de despedida de nuestros hermanos de Barcelona.
El 31 de agosto llegamos con mar tranquilo a Cumaná. El Excmo. Mons. Sixto Sosa, obispo de esta diócesis, vino a bordo para saludar a Monseñor y nos llevó en sendos autos para ver los edificios más importantes y algunas reliquias de la ciudad. (4)
Contemplamos con honda pena el lugar donde había estado la catedral, una plaza con piedras y una pequeña lápida que la recordaba. Comimos con Mons. Sosa y luego él mismo nos llevó en auto al muelle dándonos allí el último abrazo.
Finalmente, a la una de la madrugada del 29 de agosto, el buque «San Juan» da el último aviso con la sirena, leva anclas y se pone en camino. Como es un vapor de carga y en este viaje lleva exceso de pasajeros, tuvo que arreglarse cada uno lo mejor que pudo.
Encontramos en compañía de Mons. Sosa al Dr. José Iturriza, exalumno de Valencia (hermano del salesiano P. Francisco J. Iturriza.) También encontramos allí a los dos hermanos Candiales, alumnos de nuestro Colegio de Sarría.
En la misma noche salió el vapor. Amaneció en Punta Araya para cargar sal, y siguió para Pampatar, en donde encontramos al vapor «Cottica» adornado con las banderas de todas las naciones, para celebrar la fiesta de la Reina de Holanda.
Por la noche zarpó el «San Juan» y por la madrugada nos encontramos en Porlamar. Allí desembarcó pasajeros y equipajes y siguió para Carúpano. En este puerto estaba anclado el «Manzanares», de regreso de Ciudad Bolívar.»

— Orinoco arriba

«Después de haber hecho sus operaciones, el vapor siguió para Río Caribe y Cristóbal Colón.
De este puerto zarpamos antes de medio día y entramos por el caño Pedernales hacia las 3 pm. en el Delta Amacuro. Las riberas están desoladas por la furia del último ciclón, los árboles sin hojas, las ramas y troncos destrozados y casi como quemados.
Un poco más tarde pudimos admirar una pequeña flotilla, tripulada por indios del Delta, que remaban muy cerca de nuestro vapor. ...( 5)
El 3 de Septiembre, muy temprano llegamos a Tucupita.
En esta primera etapa no hemos podido celebrar la Santa Misa, por la incomodidad del vapor, pero hoy domingo, celebró Monseñor el Santo Sacrificio, y nosotros recibimos todos la Santa Comunión.
Nos visitaron los PP. Capuchinos hablándonos de las dificultades que encuentran en su Misión y especialmente del mal estado de salud de sus compañeros. (6).
El día 4 del mismo mes, llegamos a San Felipe y el 5 a Ciudad Bolívar. Aquí tuvimos que dejar el vapor «San Juan» y trasbordarnos con todos nuestros equipajes al «Apure».
Celebramos en los días de permanencia en esta ciudad la Santa Misa en la Catedral. El Muy Rvdo. Pbro. Dr. Dámaso Cardozo y otros sacerdotes vinieron a saludarnos y el primero volvió más tarde para llevarnos en auto a pasear por la ciudad.
El «Apure» es un vapor fluvial muy cómodo, así que cada uno de nosotros pudo disfrutar de un camarote. Cada día tuvimos la dicha de celebrar la Santa Misa y hacer las prácticas de piedad en comunidad.
El 7 pasamos por Moitaco y Mapire y el 8 llegamos a Caicara. El 9 llegamos a La Urbana, primera parroquia de nuestra Prefectura Apostólica. Todos bajamos a tierra a dar un pequeño paseo. Monseñor se entendió con las autoridades locales, compró víveres y prometió hacer pronto su visita oficial» (7).

— En Puerto Ayacucho

«El 11 de septiembre a mediodía, llegamos finalmente a Puerto Ayacucho.
Toda la población estaba reunida en el puerto, con vestidos de todos los colores. Así que el conjunto nos pareció una caja de pinturas.
Vino el Sr. Gobernador del Territorio Amazonas, Coronel Jesús Canelón G. con los otros empleados a saludar a Monseñor, y lo llevó a tomar posesión de su palacio: una choza con tres piezas y un locutorio, con techo sin paredes. Monseñor acomodó por el momento las cosas lo mejor que pudo levantando toldos. Y mandó construir otras cuatro casas enfrente de su «palacio» para poder instalarnos mejor (8)
Habían transcurrido 145 años desde que los últimos misioneros habían abandonado las tierras del Amazonas.
A los pocos días de poner pie en Puerto Ayacucho, se celebró con un acto solemne la colocación de la primera piedra de la futura Iglesia Catedral. Dicha ceremonia quedó refrendada por la siguiente Acta:
«A veintinueve de octubre de mil novecientos treinta y tres, Fiesta de Cristo Rey, en la presencia del Sr. Coronel Jesús Canelón G., Gobernador del Territorio Amazonas, del Secretario don Hernán Monasterio C., del Sr. Jefe Civil de este Municipio don Samuel Oscar Lugo y del Juez don Antonio José Pérez y de muchos habitantes de la población de Puerto Ayacucho, procedió el Ilustrísimo y Reverendísimo Sr. don Enrique De Ferrari, Prefecto Apostólico del Alto Orinoco, al acto de la Bendición de la primera piedra de la Iglesia residencial de esta Prefectura Apostólica.»
De esto dan fe y firman:
- Jesús Canelón G., Gobernador.
- Hernán Monasterio, Secretario.
- Antonio José Pérez, Juez.
- Ignacio Burk, misionero
- Mons. Enrique de Ferrari, Prefecto Apostólico.
- Samuel Oscar Lugo, Jefe Civil.
- Pbro. José M.Bierold
- P. Alfredo Bonvecchio (9)

El 1º de octubre fue administrado el primer bautizo.
El 2 de octubre inauguró Monseñor la Escuela Mixta «Hermenegilda de Gómez», de la cual nos encargó el Gobernador del Territorio Amazonas, Coronel Jesús Canelón G. que nos ayudó mucho.
El 29 de octubre, fiesta de Cristo Rey, tuvo lugar la Primera Comunión de 30 niños y niñas. El mismo día, a las 8 pontificó Monseñor y enseguida bendijo la primera piedra de la nueva iglesia residencial de la Prefectura Apostólica. Monseñor cumplió con el rito, leyó el Acta en presencia del Gobernador, el Secretario de Gobierno, el Jefe Civil y los PP. Salesianos que, puesta en una botella a propósito, con monedas y medallas, fue depositada en el lugar preparado al efecto.
Por la tarde, Monseñor administró la confirmación a 13 personas, bendijo dos matrimonios y dio la bendición con S. D. M.» (10).

NOTAS:
(2). El P. Martín Caroglio (1864-1953). Trabajó durante 50 afos en Venezuela. Falleció en lacasa de Sarría el 5 de Agosto de 1.953. El P. Máximo Piwowarczyk, nació en Tarnowitz (Alta Silesia). Trabajó en Sarría, en El Moján y en Maracaibo. Fue Director del D. Bosco de Valencia y de la Casa Inspectorial, murió el 19 de octubre de 1.949 (Cfr. DELGADO Miguel, In memoriam, I
(3). AVAPA, Crónica de la Prefectura Apostólica, 4,5.
(4. Mons. Sixto Sosa, era Administrador Apostólico de la diócesis de Guayana cuando Mons. Massa y el P. Bálzola le propusieron el plan de visitar el Alto Orinoco desde la Prefectura Apostólica del Río Negro (Brasil).)
(5. El original manuscrito continúa diciendo: «que remaban cerca de nuestro vapor para presentarnos los saludos de sus hermanos del Alto Orinoco». (AVAPA, Crónica de la Prefectura, 8). Sin duda es la imaginación del P. Bierold que era quien pensaba en el Alto Orinoco y en sus habitantes, más que en los waraos del Delta.)
(6. La Misión o Vicariato Apostólico del Caroní fue fundado en 1922 y se le confió a los PP. Capuchinos de Castilla. En 1954 se erigirá el Vicariato Apostólico del Delta Amacuro).
(7. Desde Caicara hasta Atures, cerca del actual Puerto Ayacucho, estuvieron situadas las Misiones jesuitas de los siglos XVII y XVIII. Uno de esos centros misionales fue La Urbana).
(8. Sigue diciendo la Crónica de la Prefectura: «En uno de estos días, trabajando Monseñor debajo de un toldo, cayó encima de su cabeza una tabla que sostenía el toldo, causándole una grave herida en la coronilla.. .En todos estos días Monseñor dirigió y vigiló los trabajos, desempaquetó los baúles, cajas etc. Arregló la cocina, la despensa, el comedor, los dormitorios. El 25 de Septiembre se ocupó con el arreglo de la lancha, hizo un pequeño viaje de prueba y por la tarde la bendijo solemnemente en la misma playa, bautizándola con el nombre de Auxiliadora. María Auxiliadora es la Patrona de esta Misión.
(9. AVAPA, Documentos 1933, Carpeta de materiales del P. Stocco Pablo. Copia de 1933, de puño y letra del P. José Bierold. Existe también una fotocopia).
(10. AVAPA. Crónica de la Prefectura Apostólica del Alto Orinoco (193342), pp.5-12. Hasta aquí llega lo manuscrito por el P. Bierold. A partir de la página 13 comienza, a escribir esta Crónica el P. Ignacio Burk.)



Amazonas: un horizonte lejano


1. Características físico-naturales del Amazonas venezolano.

En el «Decreto de la división de la diócesis de Guayana y erección de la Prefectura Apostólica del Alto Orinoco» (5 de febrero de 1932), ratificado por el «Convenio de la Misión del Alto Orinoco» entre el ministro de Relaciones Interiores, Alfonso Mejía y Mons. De Ferrari, (20 de abril de 1937), se establecieron los límites de la misión salesiana:
«Artículo 2: Los linderos de la Prefectura Apostólica del Alto Orinoco confiado a la acción misionera de la referida Sociedad Salesiana, son los siguientes: Norte, Estado Apure, Río Orinoco de por medio; Este, ribera izquierda del río Chiviripa hasta sus afluentes y de allí en línea recta hasta la sierra Guamapi, el estado Bolívar y el Brasil; Sur, Brasil; Oeste, Colombia, río Orinoco, Atabapo, Guainía y Río Negro de por medio» (11)
La Prefectura Apostólica abarcaba entonces todo el Estado Amazonas actual más la región occidental del Estado Bolívar hasta el río Chiviripa. Esta zona guayanesa, cuyo centro poblacional más importante era La Urbana se reintegrará a la diócesis de Ciudad Bolívar el año 1954, aunque los salesianos continuaron trabajando en ella hasta la muerte del P. José Bierold en el año 1960.

2. El medio: ubicación, extensión y límites

El Estado Amazonas estuvo tradicionalmente ligado, en el aspecto administrativo-territorial, a la Provincia de Guayana, y a nivel continental forma parte de esa gigantesca región cubierta de selva pluviosa tropical que prevalece en un área de 5.750.000 Km2 llamada «Amazonía» y que incluye a la mayor parte de la cuenca del río Amazonas, extendiéndose hacia el norte sobre las Guayanas hasta la desembocadura del Orinoco.
La Guayana española que formó parte de la Provincia Nueva Andalucía con una superficie aproximada de 413.500 Km2 limita al Norte con el Orinoco, al este con el Océano Atlántico, Guayana y Brasil, al oeste con Colombia y al sur con Brasil.
Los límites del Estado Amazonas actualmente reconocidos, son los siguientes: al norte y este con el Distrito Cedeño del estado Bolívar, frente a Puerto Páez (68º15’), por los cerros de Payaraima, Serranía del Vadipuy Guampi hasta el Cerro Campanero, continúa por las sierras Maigualida,Uasadi-Jidi hasta el Cerro Cajidijidi, en las cabeceras del río Ventuari.
Por el este y por el sur limita con Brasil por las crestas de Judima y del Caransaca, de la sierra Parima, y por ésta hasta el hito P 5 (63º21’24"W; 2º23’19"N) en las cabeceras del Orinoco; sigue después por las sierras de Urucuzeiro, Curupira, Tapirapecó (sierra de Unturán) e Imerí hasta el punto extremo sur de Venezuela (65°32’26"W; 0°38’53"N). Continúa por la sierra de la Neblina hasta el cerro Cupí y salto Huá en el Maturacá y desde allí se concluye con una línea imaginaria con dirección 312° WNW hasta la piedra de Cocuy.
Al oeste, desde la piedra del Cocuy por la orilla del Río Negro hasta Victorino. De allí una línea imaginaria con rumbo 50° NEE hasta la isla Corona en el Atabapo. De aquí hasta la desembocadura del Meta, el Orinoco conforma la línea limítrofe del Estado.

3. Características Fisico-Naturales

El sustrato geológico del Edo. Amazonas, como parte del conjunto de Guayana, pertenece a las formaciones más antiguas de nuestro planeta, y que por lo tanto han sufrido fuertes procesos de erosión, lo que produjo sus formas típicas de relieve.
La acción erosiva, favorecida por las condiciones climáticas caracterizadas por altos índices de temperatura, precipitación y humedad han conducido por una parte, a la conformación de una extensa e intrincada red hidrográfica, y por otra, a la formación de sustratos dáficos muy pobres en nutrientes, ácidos y de fertilidad natural muy baja.
En esas condiciones se han establecido formaciones vegetacionales de bosques y sabanas, ricas en especies varias que han desarrollado peculiares mecanismos de adaptación. (12)
Los bosques húmedos tropicales que cubren más del 80% de la superficie del Estado, se desarrollan en el presente en condiciones estables con escasas fluctuaciones anuales en temperatura y humedad. De estos bosques es necesario contrastar una exhuberancia con relación a la pobreza de los suelos; su aparente uniformidad con relación a su gran diversidad de especies y por último, su gran diversidad con relación a su extrema fragilidad.

4. Fisiografía

Perteneciendo al conjunto fisiográfico de la Guayana, el Estado Amazonas en su fisiografía depende de los procesos de fractura, levantamiento, desnivelación y rebajamiento por las corrientes superficiales y subterráneas de agua que la han afectado.
En él se dan varios niveles y por lo general, en zonas elevadas de su topografía, no se corresponden con sistemas montañosos propiamente dichos sino que están conformados por relieves tabulares (Tepuy), por cerros más o menos aislados o dispersos, y superficies de aplanamiento profundamente alteradas, en las que los ríos han moldeado sus cursos.
Las superficies elevadas, con alturas superiores a los 500 m. de pendientes pronunciadas, constituídas por los macizos graníticos, altiplanicies y tepuyes, ocupan extensos sectores desde el extremo nor-occidental del Estado que van extendiéndose hacia el sur, conformando los lechos de los ríos Cataniapo, Cuao-Autana, Sipapo y Guayapo.
Hacia el este, configurando los límites del Estado con el Estado Bolívar, dan origen a las cabeceras de los ríos Marieta, Manapiare, Parucito y Ventuari. Las mesetas del Danto, del Viejo y los Cerros Parú, Uachamacare, Duida y Marahuaca son la continuación hacia el centro del Estado de este tipo de relieve que prosigue hacia el sureste por las elevaciones de Parima, sirviendo de nacimiento a los ríos Cuntinamo, Matacuni y Orinoco. Se extiende posteriormente hacia el este desde las cabeceras del Orinoco por las Sierras de Curupira, Tapirapeco, Neblina y Unturán, hasta su contacto con la penillanura Casiquiare-Río Negro.
Las zonas bajas están representadas por llanuras y peniplanicies y ocupa una extensa superficie entre el macizo del Cuao-Sipapo y la margen derecha del Orinoco al Norte; parte de la cuenca media y baja del Ventuari, al este la Planicie del río Orinoco, desde el raudal Peñascal hasta los raudales de Santa Bárbara, las planicies de San Fernando de Atabapo, Santa Barbara y la del Casiquiare-Río Negro.
Las áreas bajas ocupan el 69% de la superficie general del Estado Amazonas mientras que las elevadas ocupan el 31% (13)

5. Climatología

El Edo. Amazonas se caracteriza, como zona intertropical por altos valores de precipitación, temperatura y humedad. Los máximos valores de precipitación los encontramos en el suroeste del Estado, en la zona que abarca parte de las cuencas de los ríos Atabapo, Orinoco, Río Negro y Casiquiare. En Guarinuma, pequeño caserío del río Atabapo, la media anual puede alcanzar 3.400 mm. En Yavita 3.000 mm. En Maroa, Democracia, Capiwara y San Carlos 3.500 mm. San Carlos 3.500 mm.
Partiendo de estas puntas de altas precipitaciones, van disminuyendo en todas las direcciones hasta alcanzar 2.000 mm. en Puerto Ayacucho.
El clima, es de tipo A, o sea, clima tropical, caracterizado por tener temperaturas anuales que varían entre 24° y 29° a excepción de los cambios producidos por la altitud.
Los vientos predominantes son de noroeste y sureste. (14)

6. Hidrografía

Las abundantes precipitaciones contribuyen a crear una extendida y densa red hidrográfica que se vierte en dos grandes cuencas, la del Orinoco y la del Guainía-Río Negro.
El Orinoco es el río más importante del área, que lo cruza de sureste a noroeste y su recorrido por el Estado alcanza una longitud de unos 960 Km. mientras que su cuenca tiene una superficie aproximada de 125.000 Km2. Esta cuenca se conecta con la cuenca de Río Negro, por medio del Canal de Casiquiare que actúa como aliviadero del Orinoco, desviando parte de su caudal hacia el Río Negro, y por ende al Amazonas.
El Orinoco recibe importantes aportes por su margen derecha con los afluentes Ocamo, Padamo, Cunucunuma, Ventuari, Sipapo y Cataniapo, y por su margen izquierda los ríos Mavaca y Atabapo y los procedentes de Colombia: Inírida-Guaviare, Vichada y Tuparro.
El Guainía que nace en la zona Oriental de Colombia, se enrumba hacia el sur a partir de la Isla de Venado, sirviendo de límite entre Colombia y Venezuela a partir de Victorino.
Antes de recibir los aportes del Caño Casiquiare, el Guainía recibe de Venezuela los Caños Pimichín, San Miguel y Tiriquín. Después de recibir al Casiquiare, el Guainía toma el nombre de Río Negro y sigue hacia el sur, haciendo límite con Colombia hasta la Piedra de Cocuy, por donde se adentra en Brasil para drenar en el Amazonas.
La red hidrográfica del Estado fue ancestralmente, y sigue siendo su más importante red de comunicación y a lo largo de ella se concentra la mayoría de la población.(15)

7. Suelos y Vegetación

La plataforma granítica es un factor determinante en el drenaje de los suelos. La alta impermeabilidad ocasiona una baja retención y a su vez, es un factor importante de meteorización de los suelos.
Los suelos se caracterizan por ser muy lixiviados y alterados, con escasas reservas de base en su fracción mineral. El material parental y el clima son los factores más importantes en la conformación del suelo. Los granitos, predominantemente ácidos, constituyen la base mineralógica y las temperaturas altas, sumadas a una cuantiosa pluviosidad, actúan como agentes de desagregación química, transporte y deposición de sedimentos. (16)
La zona más estudiada del Estado, en lo que se refiere a suelos, es la de Río Negro-Casiquiare, conocida por su alto nivel de lixiviación, por su alta acidez y muy baja fertilidad. Después de una profundidad de 40 cm. cesa prácticamente la actividad biológica. (17)
La fertilidad natural de este ecosistema, depende en un 90% de los nutrientes que son aportados por el propio bosque y sólo el 10% restante es aportado por el suelo, llegándose a determinar que menos del 1% de los nutrientes añadidos logra atravesar la capa de raíces sin ser retenido o absorbido por éstas.
Muchos de estos factores ecológicos limitan fuertemente un tipo de desarrollo agrícola en la zona: la pobreza geoquímica de los suelos, las altas precipitaciones y su irregularidad durante el año, las variaciones de nivel de los ríos que dificultan el uso de los terrenos ribereños, relativamente enriquecidos.
El Estado Amazonas junto con el Estado Bolívar ofrecen el mayor potencial forestal de Venezuela y presentan la mayor diversidad de formaciones vegetales del país. De los 178.095 Km2 que conforman el Estado Amazonas un 90% está cubierto de bosques, un 5% de sabanas y un 5% de otras formaciones vegetales. Los bosques del Estado Amazonas representan el 30% de los bosques del país. (18)
Varios autores resaltan algunas características del bosque húmedo tropical:
1. Su exhuberancia en contraste con la pobreza del suelo.
2. Su aparente uniformidad con relación a la inmensa variedad de especies pueden identificarse por Ha. en comparación con las 20 aproximadamente que se pueden encontrar en clima templado.
3. Esta gran diversidad de la flora, con relación a su extrema fragilidad significa que sólo pocos individuos de cada especie habitan en una determinada superficie y la explotación de alguno de ellos puede conducir a su extinción local, ya que estos árboles han desarrollado semillas de gran peso que les limita la capacidad de colonizar por dispersión, nuevas áreas. (19)

NOTAS:
(11. Gaceta oficial de los EE.UU. de Venezuela. LXV, 19.241 (Caracas, martes 20 de abril de 1.937) 112.490-1937).
(12. MARNR 1983, III pág. 26).
(13. MARNR 1983, I pág. 29).
(14. MARNR, 1980: 149)
(15. MARNR, 1983.)
(16. Ibídem)
(17. HERRERA 1977, IVIC, Caracas.)
(18. MARNR, 1983.)
(19. HAMILTON y otros, 1976:9).



CAPITULO II

El hombre amazonense

1. Orígenes y migraciones.

En la discusión sobre la antigüedad, dispersión y variedad etnolingüística en la Amazonía, hay diversidad de opiniones.
Meggers (1) propone explicar la gran heterogeneidad lingüística y cultural existente en esta zona basándose en el modelo de Haffer (2) quien relaciona las últimas alteraciones climáticas con el proceso de especiación de la avifauna amazónica.
Hasta hace poco, dice Meggers, se había supuesto que la selva amazónica había alcanzado su extensión actual a principios del Pleistoceno y que había sido poco afectada por los drásticos cambios climatológicos que cubrieron de hielo las zonas templadas y las sierras andinas. Sin embargo, esta estabilidad del ambiente no se podía conciliar con la enorme diversidad biológica existente.
Por los últimos estudios, se estima que la selva tropical ha fluctuado profundamente en extensión y que las dos últimas variaciones climatológicas más fuertes fueron posteriores a la llegada del hombre. Dos grandes épocas de sequía, una hace 11.000 años y otra hace uno 3.000 años, redujeron la selva a parches situados en las riberas más húmedas de las cuencas y a lo largo de los ríos más largos, siendo muy probable que gran parte de la Amazonía se viera transformada en praderas y sabanas.
Las especies que vivían en los hábitat selváticos permanecieron aisladas y empezaron a diferenciarse unas de otras. Las especies que no lograron alcanzar esos refugios o adaptarse al nuevo hábitat, emigraron o se extinguieron. (3)
Las pruebas aportadas por Meggers son de naturaleza geológica basándose en los análisis de sedimentos marinos que demuestran que entre los 18.000 y 13.000 años A. C. las regiones continentales no glaciales experimentaron una baja de temperatura y una sequía mayor. Otras pruebas aportadas por Meggers, se refieren a la diferenciación lingüística. En las tierras bajas predominaron tres familias lingüísticas: el Arawak, el Tupí-guaraní y el Caribe. Dos de ellas, el Arawak y el Caribe serán fundamentales en la población de todo el territorio venezolano, y por ende, del actual Estado Amazonas.

2. Familia lingüística Arawak

Las reconstrucciones lingüísticas de las familias Arawak y Tupí-guaraní, según Meggers, evidencian un lugar de origen común: el sudoeste de la Amazonia. De ambas familias, una rama se difundió en las tierras bajas orientales. Y se estima que esas dos migraciones ocurrieron alrededor de 1.500 años A. C. Esta fecha correspondería con el período de sequía o aridez más reciente. Además, para Meggers, las dos familias lingüísticas más afectadas, habitaban la zona más seca del lugar de origen, por lo que se vieron afectados más rápidamente.
Lathrap (4) considera en cambio que, a pesar de posibles influencias de tipo diverso, hubo poblaciones autónomas, y que la difusión de grupos y lenguas proviene más bien de causas demográficas con sus correspondientes migraciones, y que la llamada «cultura de selva tropical» no es un momento evolutivo, sino más bien una regresión condicionada por factores múltiples.
Lathrap opina que gran parte de los grupos que iniciaron el poblamiento del medio tropical, lo hicieron basados en una economía orientada hacia la caza de los grandes animales de sabanas, pastizales y orillas de selva. La competencia que se habría producido con los grupos que ya habitaban esas regiones impulsó a una expansión territorial, sobre todo de grupos pequeños y móviles, en dirección hacia las cabeceras de los grandes ríos y regiones interfluviales.
Lathrap supone como epicentro de los proto-Arawak la llanura de inundación de la Amazonia central; según esta teoría los grupos de lenguas hijas comenzaron a salirse por los ríos buscando tierras de tipo aluvional.
Uno de estos grupos (Maipure), se movió Río Negro arriba encontrando pocas tierras aluvionales, por lo que, siguiendo el Casiquiare, bajaron el Orinoco hallando las tierras aluvionales del Medio y Bajo Orinoco, y otros grupos, presionados por oleadas posteriores fueron desplazados hacia las islas caribeñas (Taínos). Este desgajamiento Proto-Maipure lo coloca Lathrap de 2.500 a 3.000 años A. C. Las migraciones arawak antecedieron unos 1.000 años a las migraciones caribes y se supone que, por la presión de estas oleadas, los Arawak se vieron obligados a migrar de las Guayanas.
Los primeros datos y nomenclatura de las diversas etnias pertenecientes a esta familia lingüística los proporcionan los registros y crónicas misionales.
Los misioneros jesuitas registraron los siguientes pueblos Arawak en el actual Estado Amazonas. (5)

Los misioneros Capuchinos también enumeran varios pueblos o naciones de procedencia lingüística Arawak: «Marivisana, Manitivitana, Marivigena, Daritivitana, Maripizana, Urbanabis, Maldavaca». (6)
Vemos pues, que los Arawak en su mayoría se mantenían ocupando los hábitat de los ríos Atabapo-Negro-Casiquiare y Atabapo-Orinoco, con excepción de pocos grupos que, voluntariamente o no, se trasladaron más al norte.
Los pueblos Arawakos actuales son prácticamente los mismos que encontraron los primeros misioneros salesianos a su llegada al Amazonas: Baré, Baniba, Curripaco, Piapoco y Warekena. Seguramente las etnias Maldávaca y Yavitero, aunque en poco número, sobrevivían ciertamente.
A esta población Arawaka hay que añadir la población de lengua Yeral o Nhengatú, de familia Tupí-guaraní abundante en el Río Negro y muy ligada a estos pueblos.

3. Familia lingüística Caribe

Con respecto al stock lingüístico Caribe, Durbin cita a Layrisse, el cual precisa el primer desgajamiento Caribe hace unos 4.500 años. Un segundo desgajamiento más numeroso entre 2.500 y 3.400 años y un tercero entre 1.000 y 2.300 años.
Los cronistas misioneros dan una larga onomástica de naciones caribes sobre todo el jesuita Gillij (7).

Hoy, como a la primera llegada de los salesianos al Amazonas, esta familia lingüística está representada fundamentalmente por los Yekuanas o Maquiritares, pueblo que vive en las fuentes del Ventuari, Caura, Cunucunuma, Padamo y Cuntinamo.
Los Yabarana, también Caribes, se sitúan en Manapiare y los Joti al NO. del Amazonas en los caños Iguana y Asita.

4. Grupos lingüísticos independientes

a) Familia Sáliva-Piaroa-Maku

Los cronistas y misioneros colocan al Piaroa como una lengua muy parecida o como un dialecto del Sáliva.(8) Su hábitat para el tiempo del contacto, se situaba a partir del Cataniapo y en el río Auvana, aunque grupos Sálivas se encontraban también en Barraguán, Atures y Carichana.(9). Para ese tiempo sumaban un total de 4.000 personas. El Censo Indígena de 2001 da un total de 9.651 en todo el Estado Amazonas. Actualmente, algunos grupos piaroa dejaron su hábitat del Autana-Sipapo-Cuao para trasladarse a zonas del Orinoco y cercanías de Puerto Ayacucho.

b) Jivi o Guajibo

Otra familia independiente importante en el Edo. Amazonas es el Guajibo, que ancestralmente tenía su hábitat en las llanuras y sabanas del Casanare, Vichada y Guaviare. De ese gran tronco Guajibo se desprenden varios subgrupos como son los Chiricoas, Cuivas, Sikuani etc. como nos lo recuerda Gumilla. (10)
La característica esencial d esta nación indígena es el amor a la libertad e independencia «que con dificultad se les sujeta al suelo y se les habitúa a trabajos regulares».(11) Esta independencia innata resultó históricamente beneficiosa al pueblo Guajibo, ya que no sólo no decrecieron, sino que aumentaron en número a través del tiempo, signándoseles con justicia el nombre de «maestros de la supervivencia».
A comienzos de siglo se trasladan a la margen derecha del Orinoco, trabajaron en la explotación del caucho y hoy residen en el eje vial Puerto Ayacucho-Samariapo, en Manapiare y varios barrios de Puerto Ayacucho. El Censo indígena de 2001 nos da un total de 8.861 en todo el Estado Amazonas.

c) Yanomami

Uno de los pueblos indígenas más numerosos en el Estado Amazonas es el Yanomami, llamados también en épocas pretéritas: Guajaribos, Shirianas, Guaicas, etc. que habitaban tradicionalmente las cabeceras de los ríos Orinoco, Orinoquito, Putaco, Ocamo, Inajá, Parima, etc. A comienzos de siglo empezaron a expandirse en todas las direcciones hasta alcanzar las riberas del Orinoco. Su carácter expansivo, generoso y alegre dista mucho de la imagen peyorativa que nos dejaron los primeros exploradores y caucheros. Es la etnia con más bajo nivel de aculturación y una gran esperanza para el mundo indígena. El Censo Indígena de 2009 da un total de 7.856 Yanomami en el Estado Amazonas, incluyendo a los Sanema, que según varios autores son un subgrupo Yanomami.
En el Brasil, son un poco menos.

d) Puinabe

Otro grupo independiente es el Puinabe, algunas veces confundidos con el Guaipuinabi de la época colonial. Según Gillij, vivían a la izquierda del Ventuari, pero él mismo se percató que no tenía nada que ver con los Guaipuinabi, al describir su lengua como un dialecto difícil, tal vez «semitanianaco» (12). Habitaron también la zona del Inírida y Guaviare. El Censo Indígena de 2009 da un total de 529.
Es interesante saber que para la época de la fundación de la Prefectura del Alto Orinoco, el Estado Amazonas contaba con un total de 40.165 habitantes, de los cuales 39.450 eran indígenas. (13)
Cuando se piensa en la población del Amazonas venezolano, se percibe inmediatamente la idea de una población preponderantemente indígena. Sin embargo, a partir de mediados del siglo XIX, con los trabajos de explotación cauchera, aparecieron personas de todo el territorio nacional y extranjeros que echaron bases a un mestizaje creciente y a la futura movilización de población criolla hacia esta región. Puerto Ayacucho en la actualidad, es un centro poblado con las características y problemas propios de los demás centros urbanos del país, donde conviven la gran variedad de culturas con rasgos fisonómicos propios.
La caída de la dictadura de Pérez Jiménez en el año 1958, y el establecimiento del sistema democrático de gobierno, sirvieron para dar comienzo a una nueva realidad en el Amazonas venezolano. El gobierno nacional, la función pública, fue factor estimulante para el desarrollo de otras actividades, especialmente las referidas a comercio y servicios, lo que a su vez atrajo numerosas personas hacia esta región. (14)
A lo largo de los diversos años de gestación democrática de Venezuela, se hicieron varias reformas a la Ley Orgánica de Territorios Federales hasta que el 31 de diciembre de 1992, bajo la presidencia de Carlos Andrés Pérez, el Congreso de la República promulgó la Ley en la que el T.F.Amazonas se convirtió en Estado de la República.
En 1994 finalmente, se creó la Ley de División político territorial, con la que el Estado Amazonas quedó conformado en 7 Municipios: Atures, Autana, Atabapo, Guainía, Manapiare, Río Negro y Alto Orinoco.
La utilización del río como vía de transporte, condujo a una desigual distribución de la población, la cual se halla ubicada preferentemente en el eje Oeste, de norte a sur, en donde en-contramos los principales poblados: Puerto Ayacucho, S. Fernando de Atabapo, Maroa y San Carlos de Río Negro, capitales de sus Municipios.

NOTAS:
(1. MEGGERS Betty 1981)
(2. HAFFER J. 1969)
(3. MEGGERS Betty, 1981)
(4. LATHRAP D. W. 1970)
(5. Del Rey, 1970,I:108)
(6. RIONEGRO Froilán de, 1929)
(7. GILLIJ S. 1965)
(8. GILLIJ, Salvatore, 1965.1)
(9. MOREY, Robert y Nancy, 1983)
(10. GUMILLA, José. 1963.)
(11. GILLIJ, Salvatore, 1965)
(12. GILUJ, Salvatore 1965)
(13.ANUARIO ESTADÍSTICO, 1936. Ministerio de Fomento. Caracas.)
(14. BOADAS R. Antonio. 1983)



CAPITULO III

Las primeras misiones en el Amazonas.
Antecedentes

1. El proceso evangelizador

El sistema de trabajo que emprendió la Iglesia, bajo un denominador común de sumisión al Estado colonial, fue el de Reducciones o Pueblos de Misión, que tuvo pocas variantes, según las zonas y órdenes religiosas que de ello se ocuparon.
Aunque su inicio debemos colocarlo en los primeros años de la Conquista, la Reducción como concentración de indígenas en poblados, partió de la intención de Bartolomé de Las Casas (1516) de «formar comunidades de indios», intención que no pudo concretizarse en el intento malogrado de Cumaná (1520).
El Obispo Vasco de Quiroga, fundó en Michoacán (México) los «pueblos hospitales» con el mismo objetivo (1531).
Las Reducciones más famosas las lograron los Jesuitas en Maynas (Provincia de Quito, 1619) y anteriormente las más nombradas de Paraguay (1609).
La reducción era un modelo evangelizatorio específico. Fue un modelo de adaptación a la vida colonial, en los estrechos límites permitidos por el Patronato real. Adaptación en el sentido de cierto respeto o instrumentación de las lenguas indígenas, algunas costumbres y ciertas creencias. Fue un método integral; asumía la vida en su totalidad: trabajo manual, educación familiar, vida política, recreación etc.
Se desarrolló sobre todo en zonas de frontera: Orinoco, Llanos, Norte de México, Alto Perú, Paraguay... El fin último era la homogeneización en la fe y la misión proselitista al servicio de la Corona.
La reducción fue un control hegemónico: España y Portugal entendieron la Misión como una estructura de control político y cultural. Era para ellos una empresa política de refuerzo y defensa de fronteras y fue apoyada y subsidiada, mientras sirvió para tal fin. Fue uno de los factores básicos en el proceso de homogeneización de las etnias indígenas para conformar la «Cristiandad», modelo religioso de la época.
Hubo diferencias metodológicas que hay que hacer notar, sobre todo en lo que se refiere a la relación con el poder colonial. Unas misiones permitían un mayor control por parte del Estado; estaban más ligadas a su servicio. Para otras (Jesuitas), en referencia al «indio encomendado», el indio «reducido», era sinónimo de «indio libre». Tenían algunas estructuras anticolonialistas, alcanzando el máximo poder posible dentro del marco férreo de la Colonia; fueron soportadas como mal menor por los Habsburgo (1519-1700) y erradicadas posteriormente por los Borbones (1767).
La Reducción fue un modelo civilizatorio que se impuso, basado en la superioridad tecnológica y en la mentalidad etnocéntrica del europeo. La introducción del hierro produjo una revolución cultural; más que un proceso de pasaje, fue un salto.
El gobierno civil y religioso fue siempre detentado por el misionero con una organización más o menos rígida que imponía un régimen totalmente diferente al de las naciones indígenas: el trabajo común en las tierras, la especialización excesiva, y sobre todo la anulación de la fuerza religiosa del shamán y la ridiculización de su religiosidad. Por parte de los indígenas hubo siempre manifestaciones claras y conscientes de que la Reducción era un disimulado cautiverio.
El excesivo paternalismo fomentó la tutela del indígena e impidió su liberación. Expulsado el jesuíta, las reducciones desaparecen, produciéndose un descalabro en el indígena, al que se le había castrado su voluntad de lucha.
Resumiendo, podemos concluir que la acción misionera en América fue no sólo una institución proselitista, sino que fue una de las empresas-guía más conspicuas del Estado; un instrumento político e ideológico que resultó muy apto para reforzar y defender las fronteras, pacificar a los nativos y abrir camino a la ocupación europea. (1). Se inscribió así como un arma poderosa y eficaz para la implantación colonial en América.
Pero eso no impide valorar y reconocer la labor individual y colectiva de misioneros y Ordenes religiosas que trabajaron con la mayor entrega, buena voluntad y fe y muchas veces en situaciones verdaderamente heroicas y en conflicto con los poderes coloniales, que aún hoy, a distancia de siglos, no podemos sino admirar. Basta recordar que en sólo 4 años murieron 29 misioneros en las regiones del Orinoco. Hoy en día, los juristas de fronteras agradecen los documentos misionales dejados por estos hombres, así como los lingüistas aprovechan el enorme material dejado por estos hombres que iniciaron con gran esfuerzo y nulas comodidades, el estudio de las más variadas lenguas americanas. Así como, en lo personal, demostraron claramente un auténtico amor y entrega a estos pueblos indígenas.
Desde los lejanos tiempos de la Colonia, la Iglesia estuvo presente en el Amazonas venezolano por medio de varias denominaciones misioneras. Un repaso a esta actividad misional primigenia es necesario para comprender el proceso histórico del Estado Amazonas.

2. La Compañía de Jesús (Jesuitas)

La primera misión en territorio amazonense fue creada por los PP. Jesuitas de la Provincia de Santa Fe, que ya en el siglo XVII habían creado numerosas reducciones en los llanos del Casanare, hasta que llegaron a orillas del Orinoco, donde fundaron varios pueblos: Parararuma en 1733, Carichana en 1736, Cabruta y Anabeni en 1739 y Atures en 1747.
Fue el raudal de Atures el lugar escogido para levantar una misión que controlara lugar tan estratégico. Se fundó primero en la orilla derecha del Cataniapo y se conoció con el nombre de «San Juan Nepomuceno de los Atures». Después la trasladaron a la izquierda del mismo río.(2). Posiblemente, este traslado se debió al ataque de los Guaipuinabes, dirigidos por Ymo y Cayamu.
El 4 de Febrero de 1744 el jesuita P. Román, movido por las noticias traídas por los indígenas del Alto Orinoco, salió Orinoco arriba y llegando a Atabapo se encontró con una embarcación de portugueses, que le explicaron la comunicación con las tierras del Brasil. El descubrimiento del Casiquiare como canal que une las dos hoyas hidrográficas, la del Orinoco y la del Amazonas, tuvo una gran importancia desde el punto de vista geográfico y también desde el punto de vista político, pues así se aseguró a la corona española el dominio de esas tierras en las que ya incursionaban los portugueses. (3)
A los Jesuitas se debe el conocimiento, descripción y estudio primeros de las tierras orinoquenses. Además del P. José Gumilla autor del «Orinoco Ilustrado» y del P. Salvatore Gillij, autor del «Ensayo de Historia Americana», grandes conocedores y difusores de esta zona de Venezuela, debemos recordar a grandes misioneros y fundadores de pueblos como el P. Bernardo Rotella, el P. Roque Lubián, el P. Francisco Olmo (primer párroco de S. Femando de Atabapo), el P. Román, etc.
En 1750, reinando en España Fernando VI, se determinó designar una Comisión mixta entre España y Portugal que debería fijar los límites entre las posesiones de ambas naciones en Sudamérica, para evitar ambigüedades y contiendas. Tal Expedición de Límites, creada por Real Cédula el 19 de Junio de 1753 se inició ese mismo año. Estuvo integrada por el Jefe de Escuadra de la Real Armada D. José Iturriaga; D. Eugenio de Alvarado, coronel de Infantería; D. Antonio de Urrutia, Capitán de Navío y el Capitán de Fragata D. José Solano. Esta Expedición tenía la misión de subir todo el Orinoco y llegar al Río Negro hasta el lugar establecido para determinar los límites.
Esta Expedición fue el primer contacto oficial de la Colonia con estas tierras, posterior al contacto con los misioneros jesuitas.
La Comisión de Límites solicitó a los Jesuitas que les acompañaran algunos misioneros. Por falta de personal no pudieron complacerlos, lo que produjo las primeras fricciones y llamaron entonces de la Misiones Capuchinas de los Llanos al P. José Antonio Jerez y a otros dos compañeros.(4)

3. Los PP.Capuchinos

Con la Expedición de Iturriaga-Solano llegaron los primeros misioneros Capuchinos al Amazonas venezolano. Se inician acompañando a los expedicionarios hasta el Río Negro, destacándose la actuación del P. José Antonio de Jerez, que envió dos informes muy descriptivos de las actividades de los expedicionarios, de las nuevas tierras y las naciones indígenas que encuentran.
La presencia de la Expedición de Límites en el Amazonas venezolano (1754-1756), planteó de nuevo el problema de las demarcaciones jurisdiccionales y territoriales entre las familias u Ordenes misioneras.
El 20 de Marzo de 1734 se había firmado la Concordia de Guayana, confirmada por Real Cédula del Rey Felipe V el 16 de septiembre de 1736, por la cual quedaba establecido así el territorio de las diversas misiones:
- A los Capuchinos se les asignó el área que va desde Angostura hasta la boca del Orinoco.
- A los Franciscanos de Píritu, les correspondió desde Angostura hasta el Cuchivero.
- A los Jesuitas, desde el Cuchivero hasta las fuentes del Orinoco.
Además, los Capuchinos de Caracas misionaban en todos los poblados de los Llanos centrales, por lo que con la fundación de Cabruta por los Jesuitas, se renovaron los pleitos jurisdiccionales. Una Real Orden del 2 de Noviembre de 1762 confió a los Capuchinos andaluces los terrenos ubicados al Sur de los Raudales de Maipures, con lo cual se desgajaba de la jurisdicción jesuítica, todo el Alto Orinoco.
En 1765 se creó la Prefectura Misionera del Alto Orinoco y Río Negro, nombrando prelado de la misma a Fray José Antonio de Jerez. Era por entonces Capitán General y Gobernador de Caracas D. José Solano, uno de los jefes de la Expedición de Límites y gran protector de los misioneros Capuchinos.
Cuando en 1767 Carlos III expulsó a la Compañía de Jesús de todos los dominios españoles, los PP. Capuchinos se encargaron de las misiones jesuíticas.
La gran labor que hicieron los PP. Capuchinos se puede ver ya en los informes de Fray José Antonio de Jerez y otros misioneros que dejaron escritas sus andanzas por estas tierras.
No fue fácil su labor, teniendo en cuenta la relación turbulenta que sostuvieron con el Gobernador de Guayana, Manuel Centurión, que trajo como consecuencia una serie de desajustes en las misiones del Medio y Alto Orinoco. El gobernador Centurión nunca estuvo de acuerdo que las antiguas misiones jesuíticas pasaran a la administración de los Capuchinos, pues quería que pasaran ya a depender de la autoridad civil. El P. Andrés de Cádiz expone así sus impresiones:
«Nos ha tocado más sufrir las tiranías del Teniente Gobernador que todas las inclemencias del clima, enfermedades, privaciones etc... nos ha estrechado tanto y prensado de tal modo, que no nos deja ir a curarnos a Cabruta. Me ha usurpado la jurisdicción sobre los religiosos y él es el que dispone todo». (5)
En Amazonas los Capuchinos fundaron los pueblos de Santa Bárbara, San Antonio, S. Francisco Solano, S. Miguel de Davipe y S. Bartolomé. La Expedición de Límites había fundado ya San José de Maipures, San Fernando de Atabapo, San Carlos de Río Negro, Maroa y La Esmeralda, aunque varios de esos pueblos, entre ellos San Fernando, habían desaparecido y otros, languidecían con muy pocos habitantes.
A pesar de que en 1769 llegaron nuevos refuerzos de misioneros al Orinoco, fue tanto el hostigamiento del Gobernador Centurión que los PP. Capuchinos optaron por abandonar la región en 1771.

4. Los PP. Franciscanos de Píritu

A petición del propio Centurión, en 1772 se encargaron de las misiones del Medio y Alto Orinoco los Franciscanos de Píritu, quedándoles confiado el inmenso espacio que iba desde Angostura hasta el Brasil, comprendiendo todo el Amazonas.
En el año 1780, eran 19 los pueblos atendidos por los Franciscanos en el Orinoco y Río Negro. Pocos años después, Humboldt y Bompland efectuaron su viaje por el territorio, de lo que dejaron testimonios escritos, el mismo Humboldt, y el franciscano P. Ramón Bueno.
Cuando Cuevas y Echeverría, dirigiendo un cuerpo de infantería del ejército de Páez, liberaron al Amazonas del dominio español, fueron expulsados los misioneros franciscanos. Era el año 1817.

5. Vuelven los PP.Capuchinos

El 20 de agosto de 1841 el general Páez dictó un Decreto para organizar el Cantón de Río Negro (Amazonas) en Circuitos de Reducción.(6)
El Amazonas se dividió en seis Circuitos y el primer Director de esta Reducción fue el brasileño Pedro Joaquín Ayres (1842-1845). Esta experiencia fracasó nuevamente y los Capuchinos tuvieron que abandonar el territorio.

6.- Después de la Independencia

Expulsados los franciscanos del Alto Orinoco y Río Negro con la llegada de las fuerzas independentistas de Hipólito Cuevas (1817), la actividad de la Iglesia en este Territorio desapareció prácticamente por el lapso de casi un siglo (1845-1933). La presencia esporádica de algunos sacerdotes, no siempre muy edificante, chocó fuertemente con un sistema establecido en las bases de la extorsión y explotación del indígena, lo que los llevó a desanimarse y dejar el campo de trabajo.
Tavera Acosta (7) hace un minucioso recorrido sobre esta esporádica actividad eclesial. Fue el mismo iniciador del Proceso republicano, Hipólito Cuevas, quien ante la huida y la expulsión de los frailes franciscanos, solicitó del Gobierno que le enviara un sacerdote: «...es de primera necesidad que Ud. mande un sacerdote, para que bautice y case a tantos infieles que carecen de esta caridad». (8)
La petición de Cuevas fue concedida y en 1819 llegó a estas tierras el P. Clemente Pérez, pero murió ese mismo año.
Lo sustituyó el P. Mateo Manzaneda a quien en Atabapo le tocó cantar el Te Deum de Acción de Gracias el 18 de julio de 1822 con motivo de la promulgación de la Constitución Nacional en esa localidad.
En 1824 llegó de Brasil, recogiendo limosnas para construir una iglesia, el P. José Piazzi, que murió asesinado en San Fernando de Atabapo el 18 de diciembre del mismo año, para robarle. Ese asesinato tuvo resonancia enorme y un proceso judicial que duró doce años.
En 1831 vino de visita el párroco de Caicara, Fray Simplicio Mateus y en 1836 otro sacerdote de Caicara, el P. Claudio García visitó también San Fernando de Atabapo. Era hombre que «portaba trabuco y puñal, porque en Río Negro asesinan hasta a los sacerdotes».
De 1842 a 1843, restablecidas las Misiones en todo el Territorio Nacional, fueron enviados 6 sacerdotes Franciscanos al Amazonas, cinco de los cuales se fueron en 1844, abandonando sus misiones.
En 1844 vino Fray Manuel Alcaine y en 1846 Fray Fidel de Bidrá, que renunciará al año siguiente.
Para 1855 llegó al Territorio el Pbro. Luis Beltrand, francés, que dejó fama de usurero.
En 1864 aparece en San Fernando de Atabapo el Pbro. Lino Silva y al año siguiente el Pbro. Leopoldo Valentín Viña, «de conducta poco moderada». Ambos permanecieron poco tiempo.
En 1867, Fray Samuel Lucciani, italiano, fue expulsado por el Gobernador Fuentes en 1875. Este religioso fue el constructor de la Iglesia de San Fernando, destruida por Tavera Acosta para construir la nueva.
En 1880 llegó Fray Antonio de la Cruz, que duró muy poco y fue sustituido por el Pbro. Mauricio, de conducta escandalosa. Fray Antonio de la Cruz regresó a Atabapo ese mismo año y fue expulsado después por el Gobernador Carías.
En 1855 estaba en Atabapo el Pbro. Benito Cardoso que se metió en el negocio del caucho. En las memorias del Gobernador Manuel J. Molina, en 1885, recordando esta presencia eclesiástica, anunció «que se perderá hasta la conciencia de que existe un Dios» (9)

En 1888, aparecen por estas tierras el abate Collins, inglés, y el P. Francisco Tournis, francés.
Stradelli, el viajero italiano (1888), narra que «en San Fernando de Atabapo vive un cura que, seguramente para dar ejemplo a los fieles, convive públicamente amancebado con una india» (10). En 1889, narra Tavera Acosta, llegó de Colombia por el Guaviare, el P. José Calasanz, en misión muy distinta a la de su sacerdocio.
En 1895, llega el Pbro. Dr. Ricardo Arteaga, quien aspiró a la Gobernación del Territorio y fue apresado por el Gobernador Castillo. Luego se fugó a Brasil.
En 1899 llegó a Río Negro el Pbro. Miguel Ramos Morillas.
La situación de la organización eclesiástica en el Territorio, después de la caída de las Misiones, se englobaba en el contexto general de la Iglesia venezolana de la etapa post-colonial, sobre todo en las zonas rurales, por la escasez del clero, las fricciones Iglesia-Estado, causas que en el Territorio Federal Amazonas, se agravaban por la lejanía, el clima y el ambiente de aventurerismo colonizador que reinó en esta zona por más de un siglo.
Terminadas estas experiencias misioneras, más de un siglo se mantuvo el Amazonas sin ninguna presencia misionera organizada.
Fue en 1923 cuando, desde Brasil, el P. Juan Bálzola, salesiano, hizo un viaje de exploración por el Casiquiare hasta San Fernando de Atabapo, con permiso del Obispo de Guayana Mons. Sosa. En 1927, el también salesiano P. Marchesi, repitió la misma ruta adentrándose en Venezuela.
Los bautizos y matrimonios realizados en esos viajes se encuentran asentados en el Archivo de la Parroquia de S. Carlos de Río Negro.

NOTAS:
(1. HARING. C. 1958)
(2.TAVERA ACOSTA, B. 1907)
(3.LODARES, Baltasar. 1931)
(4. LODARES, Baltasar. 1931)
(5 LODARES,Baltasar. 1931)
(6. BLANCO PEÑAL VER, P. L. 1954).
(7. TAVERA ACOSTA. 1954.)
(8. Ibídem)
(9. Ibídem)
(10. STRADELLI E., en Anuario del Instituto de Antropología e Historia, UCV, pp. 323-432, Caracas).



CAPITULO IV

La Ley de Misiones y su contexto


1. Visión general de la época

Para estas primeras décadas de siglo, hay que evocar la Venezuela rural empobrecida y sometida a la dictadura gomecista. Más del 70% de la población vivía diseminada en pequeñas poblaciones y caseríos. Caracas y Maracaibo eran las únicas ciudades que sobrepasaban los 50.000 habitantes.
En ese tiempo, Venezuela carecía no sólo de infraestructura industrial, sino de plataforma para un desarrollo agrícola-ganadero competitivo. La Venezuela de 1930 era todavía el país sórdido de Gómez, la Venezuela de conspiraciones reprimidas con torturas, la de «Puros hombres» de Arráiz, la de «Fiebre» de Otero Silva o la de «Memorias de un venezolano de la decadencia» de Pocaterra.
Agricultura escasa, ganadería exangüe, peones mal pagados, más conuqueros que campesinos, ranchos de tierra apisonada con techumbre de paja y pared de bahareque.
Pero el petróleo había reventado en el Estado Zulia con profecías de abundancia y en el año 1925 desaloja por primera vez al café, como principal producto de exportación. Los beneficios se notaron pronto en Caracas. En 1936 los automóviles ocupan el segundo lugar en el volumen de las ventas comerciales.(1)
Venezuela reflejaba en su geografía el centralismo férreo al que estaba sometida. Caracas y las ciudades centrales concentraban la riqueza en pocas manos, sobre todo en la camarilla de Gómez, mientras que el campo yacía abandonado a su suerte, adormecido en un latifundismo patriarcal con visos de esclavitud.
La situación de Amazonas se encuadraba perfectamente en el marco hasta aquí enunciado, pero agravado por la situación geográfica que favorecía enormemente la inmunidad del explotador y el concepto racista que se tenía del indígena.
El «boom» del caucho, sarrapia, balatá, chicle etc. que había hecho de la región amazónica el nuevo Dorado desde la mitad del siglo XIX, también abarcó al Amazonas venezolano, incitando a la aventura y al negocio a miles de aventureros y negociantes sin escrúpulos, a la par que Compañías extranjeras impusieron por décadas la ley del terror y de la explotación en esas zonas.
En Venezuela la explotación del caucho no entró nunca a competir ni aún lejanamente, con los otros grandes rubros como el café, el cacao y posteriormente el petróleo. El caucho fue una explotación marginal, y en el Amazonas venezolano los «grandes» explotadores de caucho, que comerciaban con Manaos o Ciudad Bolívar, no pasaban de ser pequeños reyezuelos que reflejaban ese «jefeciviismo» de la época gomecista, reafirmado por esa categoría de «racionales» con el derecho de uso de la mano de obra «irracional» indígena, según los métodos propios de la época.
En uno de los informes que envían los primeros misioneros salesianos se leen estos párrafos que pueden darnos una idea del ambiente social que encontraron a su llegada al Amazonas en 1933:
«...encontraron a muchos indios al servicio de ciertos civilizados en condiciones que equivalían a una verdadera esclavitud. Para muchos empresarios se dividían los obreros en: racionales e indios. Con el primer término, que aún se conserva en gran parte del Territorio, se designa al obrero que habla castellano y era tratado como sus iguales en cualquier parte del país. Los indios, en cambio, formaban el personal fijo de los empresarios, los cuales pagaban por ellos un impuesto fijo (generalmente Bs. 3 por cabeza), y adquirían así un derecho sobre el indio que les permitía perseguirlo en caso de que se escapara. A estos indios no se les pagaba en dinero, sino en epecies, a precios que sólo los empresarios sabían, pero que eran tales que el pobre indio quedaba siempre debiendo, por mucho que trabajara; deudas que a veces crecían de año en año y aún pasaban de padres a hijos» .(2)
De 1908 a 1910, cuando el General Gómez asumió el poder, representarán al Poder central como Gobernadores del Territorio F. Amazonas los Sres. Manamá y Néstor Pérez Briceño. En 1911 vino de Gobernador D. Samuel Darío Maldonado, hombre de letras, justo y empeñado en hacer una gran obra en este rincón abandonado de la patria. A éste le sucedió Bernardo Guevara y después Roberto Pulido, con el que comienza la «era Funes», que posteriormente se convertirá en leyenda.
El sátrapa cauchero que se impuso en toda la cuenca amazónica era una mezcla de tirano y «gentleman», por eso en los testimonios sobre su figura se mezclaban la bondad y la fiereza, la justicia y la crueldad, y por un testimonio «pro Funes» encontramos otro «anti Funes», pero en ambos juega más la leyenda que la historia.
El General Gómez, taimado, mantuvo despectivo a Funes en el Amazonas; nunca le dio el nombramiento de Gobernador que él claramente aspiraba, y aunque desconfiaba de él lo utilizó como polizonte del Sur.
Muerto Funes, después de un pequeño paréntesis de escaramuzas contra Arévalo Cedeño, logró Gómez establecer el orden en la zona por medio de las tropas del coronel Méndez. Se inició el trabajo de la carretera Atures-Samariapo, que el Ing. Santiago Aguerrevere diseñó para salvar los raudales de Atures y abrir así un camino de penetración hacia el Sur, facilitando así el desarrollo del comercio. En 1928 se trasladó la capital del Territorio desde S. Fernando de Atabapo a Puerto Ayacucho, pueblo que a la llegada de los salesianos no pasaba de 200 habitantes.
La Iglesia venezolana para esa época podemos calificarla como debilitada para responder a una población profundamente religiosa. Micheo A. resume así los rasgos más característicos de esta Iglesia de fin de siglo e inicios del siglo XX:
«Socialmente poco significativa: La Iglesia había perdido todos aquellos instrumentos que en la Colonia la hacían importante en la sociedad: el patronato inclinado a su favor, la mediación ante el pueblo, la influencia política etc. Es cierto que ya había terminado la agresividad de los gobiernos, típica del siglo XIX, pero esto se debía a que la Iglesia había tenido que ceder a fuerza mayor su presencia social, política y profética dentro de la sociedad civil.
Pobre y dependiente: la eliminación de los diezmos, el paso a la dependencia del erario nacional siempre deficiente e incierto, y la incautación de los bienes raíces de la Iglesia, le cercenaron muchas posibilidades en el cumplimiento de su misión. La dependencia del Estado para la subsistencia le privó de libertad de acción y de pensamiento, sobre todo de aquellos aspectos que podían rozar con la sensibilidad del gobierno.
Poco comprometida en lo social: el obligado desplazamiento de su posición social y política, junto con la dependencia económica del Estado, obligó a la Iglesia a reducirse a aquel aspecto que no iba a despertar celos en la sociedad civil y en los gobiernos, sobre todo el aspecto cultural y espiritualista. El clero, sobre todo desde principios de siglo, se forma dentro de este contexto.
Adherida a Roma: no nos referimos a la normal pertenencia a la Iglesia Católica romana. Las circunstancias que dijimos anteriormente, la obligaron a extremar esta nota teniendo que presentarse ante los gobiernos, no como localmente responsable de sus decisiones, sino como miembro integrante de una entidad universal con fortaleza suficiente para mantener sus posiciones. Este hecho interiorizó un concepto de Iglesia que necesitaba de las directivas romanas para avalar sus decisiones, dificultando con ello la normal autonomía de la Iglesia local».(3)
En este ambiente se encuadra el momento de la restauración de las Misiones en Venezuela y el Convenio entre el Gobierno y la Congregación Salesiana.

2. Restauración de las Misiones en Venezuela

Restaurar las Misiones «destruidas a consecuencia de la dilatada guerra de la Independencia» fue una obligación sentida por los Gobiernos durante el siglo XIX.
Aunque la restauración fue intentada muchas veces durante ese siglo, no llegó a ser una realidad firme y duradera hasta el 21 de febrero de 1.922, cuando se firmó un Convenio (a tenor de la Ley de Misiones de 1915 y el Reglamento de la misma), entre el Ejecutivo Nacional y los PP. Capuchinos de Castilla.
He aquí los principales intentos de restauración:
- El 30 de julio de 1824, el Congreso de la Gran Colombia, dictó una ley obligándose a restaurar las Misiones, destruídas a causa de la larga guerra de Independencia.
- El 10 de julio de 1828, Simón Bolívar derogó las leyes que dificultaban la restauración de las Misiones y decretó su instauración con los mismos religiosos que las habían atendido anteriormente.
- El 18 de agosto de 1841, el Congreso de Venezuela, bajo la Presidencia del General Páez, dictó una ley sobre «reducción y civilización» de indígenas.
- El 9 de febrero de 1893 se dictaron unas resoluciones del Ejecutivo Nacional bajo la Presidencia de Joaquín Crespo, declarando los territorios Delta, Alto Orinoco, Amazonas y Goajira, regiones de Misión católica.
- El 16 de junio de 1915, el Congreso de Venezuela, presidido por Márquez Bustillos, dictó una ley por la que se mandaba restablecer «tantas misiones cuantas sean necesarias», en los Territorios Federales y en los siguientes Estados: Bolívar, Apure, Zulia, Zamora y Monagas.
- El 26 de Febrero de 1921, el Ejecutivo Nacional dictó un Reglamento de la Ley de Misiones, revocando el publicado en el año 1915.
Con estas actuaciones a lo largo de casi un siglo, el 21 de febrero de 1922, el Ejecutivo Nacional firmó un Convenio con los PP. Capuchinos de Castilla para el reestablecimiento de la Misión del Caroní. A éste, le sucederán otros.

3. La Ley de Misiones

El Estado venezolano cuando hizo esta Ley se consideraba todavía legítimo heredero del derecho de Patronato Eclesiástico que habían tenido los reyes españoles. Por lo tanto, la ingerencia del Gobierno en los asuntos eclesiales venezolanos era inevitable.
El establecer nuevas misiones entre los indígenas del territorio nacional era, en consecuencia, prerrogativa única y exclusiva del Gobierno, aunque con el asentimiento de la Santa Sede para el nombramiento del Prelado y demás aprovisionamientos canónicos.
En su deseo de restaurar las Misiones, fue confeccionada la ley que determinaba en concreto el estado jurídico de la Misión misma. Fue el punto de partida para la estipulación de Convenios con las actuales Familias religiosas que aún hoy trabajan en las Misiones. Determinaba la finalidad, condiciones, funciones y elementos constitutivos de las mismas.
Los objetivos y criterios que en dicha Ley se exponen chocan hoy con nuestra mentalidad y en los tiempos recientes, los pueblos indígenas y la misma Iglesia lucharon por la derogación de dicha Ley y el establecimiento de un basamento jurídico acorde con el tiempo y el derecho de los pueblos indígenas a ser gestores de su propia historia.
Los criterios de fondo que inspiraron tal ley se podrían resumir así:
- Compete al poder legislativo de la nación establecer Misiones donde lo juzgue más oportuno.
- Compete al poder ejecutivo regular tales Misiones y contratar para el trabajo de las mismas a quienes crea más adecuados.
- El Presidente de la República, o aquel a quien él delegue, tiene el cometido de permitir o prohibir la entrada de los Misioneros extranjeros en el Territorio nacional.
Los objetivos generales de la Ley, a tenor del Artículo 1º de la misma, son: El sometimiento de los indígenas no civilizados y la repoblación de las regiones deshabitadas.(4)
El texto íntegro de la Ley de Misiones de 1915 es el siguiente:
«El Congreso de los Estados Unidos de Venezuela decreta la siguiente Ley de Misiones:
Art. 1. Con el fin de reducir y atraer a la vida ciudadana las tribus y parcialidades indígenas, que aún existen en diferentes regiones de la República, y con el propósito, al mismo tiempo, de poblar regularmente esas regiones de la Unión, se crea en los Territorios Federales y en los Estados Bolívar, Apure, Zulia, Zamora y Monagas tantas Misiones cuantas sean necesarias, a juicio del Ejecutivo Federal.
Art. 2. A los efectos del más pronto establecimiento de estas misiones, el Ejecutivo Federal contratará con quien corresponda, lo concerniente al personal y a la estabilidad de las Misiones, al asiento de ellas, a la construcción de habitación en los sitios adecuados, a la fundación de poblaciones y a todo lo relativo al cumplimiento de las obligaciones mutuas entre el Gobierno Federal y los Misioneros. Bien entendido que el Misionero debe conocer el idioma castellano y un oficio, por lo menos, para enseñarlo.
Parágrafo único. Ninguna Misión se establecerá en población o ciudad comprendida dentro del territorio de un Estado.
Art. 3. El superior de cada Misión tendrá autoridad suficiente para mantener el orden inmediato entre los indígenas, para el cabal cumplimiento de los respectivos reglamentos, y solicitará la intervención del Ejecutivo Federal, cuando se trate de medidas de mayor transcendencia.
Art. 4. Los Misioneros contratados por el Ejecutivo Federal podrán entrar libremente en el Territorio de la República con destino a sus repectivas Misiones y las autoridades civiles y militares le prestarán todo género de apoyo moral y material en el desempeño de sus deberes.
Parágrafo Unico. El Ministro de Relaciones Interiores tomará las medidas necesarias a fin de que ningún misionero desempeñe cargo ni función alguna fuera de su respectiva Misión.
Art. 5. Para el mejor régimen y dominio de la República sobre los territorios que comprendan las Misiones, se erigirán éstas en Vicariatos o Direcciones y al efecto, solicitará el Ejecutivo Federal del respectivo representante su asentimiento a estas erecciones, quedando las Misiones separadas de toda otra jurisdicción.
Art. 6. Los Vicarios o Directores de Misiones, en su relación con el Gobierno, se comunicarán directamente con el Ejecutivo Federal, por medio del Ministro de Relaciones Interiores: darán cuenta anual del estado y progreso de su Misión respectiva, y administrarán éstas conforme al presupuesto aprobado por el Ejecutivo Federal.
Art. 7. Los gastos que ocasionan las Misiones serán fijados en la Ley de Presupuesto.
Art. 8. El Ejecutivo determinará los linderos de cada Misión y reglamentará la presente Ley.
Dada en el Palacio Legislativo, en Caracas, a dos de junio de 1915» (5)
Como requería el Art. 8 de la ley de Misiones, con el Decreto del 26 de octubre de 1921 se reglamentó cuanto se refiere a los Contratos del Gobierno con los Religiosos misioneros y se dieron normas prácticas más adaptadas a las exigencias de los tiempos. Quedaba pues, fijada la normativa legal de los futuros contratos misionales.
Los artículos del Decreto especificaban los deberes y derechos de ambas partes contratantes, establecían los poderes y facultades de las autoridades de la Misión, sus compromisos con el Estado y con las personas a evangelizar.
A estas normas se atendrá el Convenio del 20 de abril de 1937 entre la Congregación Salesiana y el Gobierno venezolano, respecto a la Misión del Alto Orinoco, actual Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho.

NOTAS:
(1. VILDA C. 1983. Proceso de la cultura en Venezuela III (1935-1985). Centro Gumilla)
(2. COMITE ORGANIZADOR DE LA TERCERA CONFERENCIA INTERAMERICANA- DE AGRICULTURA, 1945. Tribus indígenas de la Prefectura Apostólica del Alto Orinoco. Escuelas Artes Gráficas Salesianas. Caracas.)
3. MICHEO. A., 1983. Proceso histórico de la Iglesia venezolana. Centro Gumilla. Caracas.
(4. En cambio los fines primordiales de la Santa Sede, de la Nunciatura de Caracas y de las Familias Religiosas misioneras, eran altamente espirituales, como lo era la promoción integral de los indígenas venezolanos. Cfr. STOCCO P. en «La Missione Salesiana Alto Orinoco» (Venezuela))
(5. Cfr. LEY DE MISIONES de 1915, en Gaceta Oficial. XLIII, n 12.562 del 16 de junio de 1915.)



CAPITULO V

La Misión Salesiana en el Amazonas
¿De quién fue la idea?


1. Teología misionera de la época

Durante el derrumbamiento de los imperios coloniales, dos Papas destacaron por su empeño e interés en vivificar la actividad misionera en sentido moderno.
Benedicto XV, el 30 de noviembre de 1919, escribió la Encíclica «Maximum illud» que se puede considerar la Carta Magna de las misiones católicas modernas. Estas indicaciones papales, llegaron muy lentamente a incorporarse a la praxis misionera, por muchas causas.
Podemos resumir los puntos esenciales:
- Necesidad y urgencia de un clero indígena, bien formado espiritual y culturalmente. En él está la esperanza y el futuro de esas jóvenes iglesias.
- El clero indígena no tiene que considerarse de clase inferior, sino a la altura de elevada tarea evangelizadora. No se le debe relegar a responsabilidades de menor importancia.
- Se constata que en muchas regiones el clero indígena es muy escaso, aún después de muchos años de labor misionera. Y eso se debe al descuido del aspecto vocacional y preparación del indígena.
- Hace un llamado urgente a todos los superiores de las congregaciones religiosas misioneras para que tomen a pecho este asunto.
- Recuerda también, que evangelizar no es colonizar. Lo hace con un llamado a los mismos misioneros: «Recuerden su alta misión. Dejen de lado todo nacionalismo».
- En la Misión no deben sentirse extranjeros: esto exige el conocimiento del idioma, las costumbres, la cultura, la historia, la civilización de los pueblos que van a evangelizar.
- Se hace necesaria una preparación previa para todos los misioneros. Se acabó ya la época de los aventureros del evangelio.

Como sabemos, estas directrices papales no siempre fueron escuchadas y puestas en práctica, sobre todo las relacionadas con la preparación, sea del clero indígena, sea del misionero.
El programa enunciado por Benedicto XV fue enérgicamente continuado, profundizado y cumplido por Pío XI, no sólo con la Encíclica «Rerum Ecclesiae» del 28 de febrero de 1926, sino con un amplio programa de realizaciones a lo largo de su pontificado.
La Encíclica «Rerum Ecclesiae» revela una gran amplitud de visión y una profunda claridad en los problemas y necesidades misioneros del momento. De hecho, debe considerarse como uno de los documentos básicos de la literatura misionera.
Manifiesta un particular interés por las nuevas Iglesias, en referencia a su organización y a la formación del clero autóctono. Por eso pide una acción resuelta y radical.
La formación de un clero autóctono significaba para Pío XI, quitar a esas jóvenes iglesias de la influencia de las potencias coloniales y de su política, para poder darles autonomía y, desde luego, hacer crecer la posibilidad de desarrollo.
- Resalta la obligación de todo católico de ayudar a las misiones.
- Insiste sobre la formación del clero indígena, sus ventajas y la necesidad de preferirlo al extranjero.
- Al fasto de los grandes edificios (sedes episcopales, grandes catedrales...) hay que dar preferencia a aquellos que sirvan para obras de misericordia (Orfelinatos, hospitales, escuelas...).
- Antes de evangelizar hay que crear condiciones para una vida auténticamente humana.
- Recalca la importancia de la unión de todas las fuerzas misioneras y constata la falta de colaboración entre los religiosos.
Estas dos Encíclicas resumen la teoría y la praxis oficial de la Iglesia en esta época de comienzos de siglo. Veremos después, a lo largo de nuestra historia de las misiones en Amazonas, si se tuvieron o no en cuenta y de qué modo, en la conformación de esta nueva iglesia en Amazonas.

2. Nace la idea de la Misión en el Amazonas

Debemos remontarnos al año 1891 para tener la primera noticia sobre la idea de crear y confiar una Misión en Venezuela a la Congregación Salesiana. Nos lo transmite el P. Eugenio Ceria, historiador salesiano, en el vol. II de los Anales:
«La Sagrada Congregación de Propaganda Fide enviaba a D. Miguel Rua al sacerdote Nicanor Rivero, que por encargo del arzobispo de Caracas (Mons.Uzcátegui), andaba en busca de misioneros que quisieran dedicarse a la evangelización de los infieles existentes todavía en el territorio de la República venezolana. El Secretario de Propaganda Fide escribía así al Rector Mayor de los salesianos:
«Su Santidad, tomando vivo interés por esta obra de evangelización promovida por el mencionado Prelado, por medio del abajo firmante, le da a conocer su agradecimiento por corresponder, en los límites de sus posibilidades, a las peticiones que le serán hechas al respecto».
Don Rua respondió que se esperaba corresponder dentro de pocos años. Pero esos «pocos años» se convirtieron en muchos. Sólo en 1932, por disposición de la Santa Sede, los salesianos aceptaron la difícil Misión del Alto Orinoco.(1)
Los contactos previos entre la Santa Sede y la Congregación Salesiana, a través del Nuncio Apostólico en Venezuela, comenzaron en 1923.
Los primeros protagonistas fueron los misioneros salesianos de la misión del Río Negro brasileño, cuyo Prefecto Apostólico era Mons. Pedro Massa. A Mons. Massa le halagaba la idea de que los hijos de D. Bosco heredaran las antiguas misiones que en los siglos XVII y XVIII habían regido los Jesuítas y Capuchinos en el Amazonas venezolano.
Los Salesianos Mons. Massa y los PP. Juan Bálzola y Juan Marchesi, comenzaron a proponer la idea y a dar los primeros pasos para que la Congregación aceptara la Misión venezolana del Alto Orinoco. Por medio de estos personajes se hicieron las primeras proposiciones e informes sobre la región Sur de Venezuela.
Mons. Massa estableció ya en 1923 los primeros contactos con el Administrador Apostólico de la Diócesis de Guayana, Mons. Sixto Sosa. Y envió al P. Juan Bálzola en 1924 y al P. Marchesi en 1927, para que exploraran el territorio de la futura misión e informaran a los Superiores de Turín acerca del mismo.
Desde hacía años los salesianos trabajaban ya en las misiones brasileñas del Río Negro.(2) El pionero de ellas, el P. Juan Bálzola, en sus incursiones por el Río Negro había llegado varias veces a los límites entre Venezuela y Brasil, quedando siempre impresionado por la triste situación religiosa, moral y social del Territorio Amazonas, entonces totalmente abandonado.
Escribía en 1923:
«Se nos presentaba siempre el inconveniente de no poder extender más allá nuestra acción misionera, conforme lo requerían tantas pobres almas abandonadas, porque nuestra jurisdicción no llegaba a Venezuela» .(3)
En 1923, de acuerdo con Mons. Massa, Superior de la Misión del Río Negro brasileño, se determinó pedir los adecuados permisos al Obispo Administrador Apostólico de aquella zona venezolana del Alto Orinoco, que era Mons. Sixto Sosa (4) El 13 de mayo Mons. Sosa respondía desde Ciudad Bolívar a Mons. Massa concediendo con satisfacción las debidas licencias no sólo para entrar en el territorio de su jurisdicción sino dando todas las facultades de que él disponía personalmente para arreglar matrimonios, confirmar y atender especialmente a los indígenas. Recomendaba además, que el misionero que se encargara de hacer la visita al Alto Orinoco y al Río Negro venezolanos, fuera explorando las tierras y la situación pastoral de las mismas, «...para poder preparar el terreno a fin de crear un Vicariato y confiarlo a los Salesianos» .(5)
Tampoco faltó ponerse en previo contacto con las autoridades civiles locales, tanto para solicitarles la debida autorización de entrada como para rogarles que protegieran al misionero expedicionario y lo ayudaran.
Obtenidos, pues, todos los permisos necesarios y oportunos, en noviembre de 1923, Mons. Massa encomendó al P. Juan Bálzola la empresa de realizar aquella exploración apostólica.(6)
D. Bálzola efectuó aquel difícil viaje por tierras venezolanas desde el 18 de febrero hasta el 24 de abril del año 1924. Fue una visita no sólo de exploración sino también de intenso apostolado entre las gentes del Sur de Venezuela, totalmente abandonadas desde hacía ya más de medio siglo.
Escribió una larga e interesantísima Relación de su viaje, que mandó a los Superiores Mayores de Turín, poniéndolos al corriente de la situación de aquel extenso campo de trabajo apostólico que se le brindaba a los salesianos.(7)
De las condiciones tristes y desoladoras de aquellas regiones, se le dio conocimiento también al Gobierno de Venezuela. En efecto, puestos de acuerdo Mons. Sosa, Mons. Massa y el P. Bálzola, enviaron un Informe al Nuncio Apostólico de Venezuela, adjuntándole el proyecto de una posible Misión en aquellas tierras, proyecto que el Nuncio presentó al Gobierno Nacional. Esta relación entregada al Nuncio en Caracas trataba de las condiciones generales del territorio y el posible trabajo misional en él, indicando incluso los posibles límites geográficos de la futura demarcación eclesiástica.(8)
Los Superiores Mayores de Turín habían tenido noticia de la posibilidad de abrir esa misión por los informes de D. Bálzola y Mons. Massa. A través del Sr. Nuncio en Caracas también fueron informados los Salesianos de Venezuela.
En julio de 1924, el Director de la Casa Don Bosco de Valencia, P. Enrique De Ferrari, comunicaba a los Superiores de Turín la oferta de «una gran misión que limita con nuestra Prefectura del Río Negro brasileño».(9) También había hablado de ella al P. José Vespignani, visitador extraordinario de las casas de Venezuela y miembro del Consejo General. (10)

3. Un largo proceso de maduración.

Transcurrieron los últimos meses de 1924 y todo el año 1925 y no se volvió a hablar de la Misión. Ciertas noticias esporádicas afloran en 1926 desde la Nunciatura y de ciertos representantes del Gobierno.
El P. E. De Ferrari le comunicaba el 26 de febrero de 1926 al Rector Mayor D. Felipe Rinaldi: «Dentro de poco recibirá de la Santa Sede una propuesta para las Misiones del Territorio Amazonas o del Alto Orinoco. El Sr. Nuncio me habló de ellas en estos días... La Santa Sede, por medio del Sr. Nuncio ha obtenido del Gobierno de aquí el permiso para abrir una Prefectura Apostólica en aquella región y le ha sido concedido además, que escoja él la Congregación religiosa que le plazca. Y el Sr. Nuncio se ha fijado en los Salesianos» (11)
Vino el relevo de Nuncio en Caracas. A Mons. Cortesi le sucedió en el cargo Mons. Fernando Cento, quien debió recibir la consigna de su antecesor, de no engavetar el asunto de la Misión del Alto Orinoco. Debía, pues, gestionarlo ante el Rector Mayor D. Felipe Rinaldi.(12)
A las propuestas del nuevo Nuncio de Venezuela, el Rector Mayor responde: «...haber examinado atentamente la propuesta de la Misión y nutrir la esperanza de poder enviar cuanto antes a la Santa Sede una respuesta favorable al respecto» (13)
Al Visitador de los Salesianos de Venezuela, D. Enrique De Ferrari, que insistía acerca de la oportunidad de la Misión (14), el Secretario del Consejo Superior, D. Calógero Gusmano le respondía que la Misión sería aceptada con tal que se aclararan algunos condicionamientos acerca del clima, la salubridad, las vías de comunicación y otras cuestiones sobre aquellos lugares.(15)
A partir de octubre de 1925 hay abundantes noticias, provenientes en su mayor parte de la Misión salesiana del Río Negro brasileño, acerca de la oportunidad de aceptar o no, la Misión del Alto Orinoco (16). Tales noticias, la mayor parte de las veces, transmitían sólo puntos de vista personales, a veces poco objetivos y a veces contradictorios.
Era lógico, por lo tanto, el desconcierto de los Superiores Mayores y su reserva. Tanto, que el P. E. De Ferrari, deseando tener alguna noticia para transmitirla al Nuncio Apostólico (17), escribe un poco impaciente: «...Mons. Cortesi me dice que recibió la aceptación del P. Rinaldi y que también le fue comunicada al Cardenal Gasparri. Pero ahora no sé qué sucede...» (18)
En esta misma carta aparecían ciertas incongruencias. El P. E. De Ferrari se mostraba dispuesto a diferir lo de la Misión ya que sería imposible atenderla por falta de medios. Pero los medios prometidos por el Gobierno, no estarían a disposición hasta que no se aceptara definitivamente la Misión. (19)

4. ¿Un círculo vicioso?

En la respuesta al P. De Ferrari, los Superiores le advierten que aprueban la idea de diferir provisionalmente lo de la Misión y le aconsejan primero visitar la zona. Creen necesaria una inspección y exploración del Territorio para salir de ese círculo vicioso.
De Ferrari dice: «No tengo dinero para hacer el viaje de inspección, y el Gobierno no me lo da si primero no se acepta la Misión. Pero si se acepta en firme - piensan los Superiores - ¿para qué vale hacer entonces un viaje de inspección? La inspección ha de efectuarse antes de aceptar, para poder decidir con conocimiento directo de causa si es el caso de aceptar o no». (20)
Para acabar de una vez con la cuestión, los Superiores dieron la orden de que el P. Juan Marchesi, misionero en Brasil, hiciera una visita de inspección y mandara los adecuados informes a Turín. (21) Este viaje lo hizo el P. Marchesi a fines del año 1927, y mandó a Turín la Relación de su viaje. (22) (Cfr. Anexo Nº 2). Los informes del P. Marchesi fueron positivos, y en Turín se mostraron dispuestos a aceptar, finalmente, la Misión del Alto Orinoco, presionados por las continuas instancias de la Santa Sede.(23)

5. Insistencias de la Santa Sede

Ante las instancias de la Santa Sede, el 4 de mayo de 1927, los Superiores de Turín hicieron saber al Cardenal Gasparri que todavía estaban dudosos si aceptar la Misión o no, pues esperaban informes objetivos y seguros. (24)
El Cardenal les contestó exigiendo una decisión final clara.(25). Y el Procurador, D.Tomasetti, al enviar a Turín la carta del Secretario de Estado, pide también una respuesta concreta: «Ahora - dice - es necesario responder con un sí o con un no».(26)
Una semana después le llegó al Card. Gasparri la contestación del P.Rinaldi:
«En las insistencias de V. E. Revdma. queremos ver la voluntad de Dios, por tanto nos sometemos a emprender esta nueva empresa. Pero debemos hacerle saber a V. E. que, aunque recibiéramos óptimas informaciones acerca del Territorio del Orinoco, no será posible abrir la nueva Misión hasta 1930, porque tenemos ahora que preparar el personal para las misiones de Porto Velho (Brasil) y para el Siam, aceptadas hace algunos años para complacer los anhelos de la Santa Sede». (27)
El Card. Gasparri tomó a los Superiores por la palabra, aprobando que abrieran la Misión del Alto Orinoco no más tarde de 1930. Aconsejaba que el P. E. De Ferrari hiciera con tranquilidad su proyectado viaje de exploración al Territorio recibiendo los 50.000 bolívares del Gobierno para la Misión.
Los Superiores hicieron lo que les indicaba el Secretario de Estado y autorizaron al Inspector de Venezuela, D. Enrique De Ferrari, para recibir el dinero y hacer el viaje de inspección al Territorio, recordándole que: «Aquel dinero le era dado para la Misión y que a ella debía estar destinado, menos lo que se gastase por necesidad de viaje». (28)
Esta última advertencia fue oportunísima, porque ya veremos más adelante que el Gobierno le exigió estricta cuenta del empleo de esos bolívares, intentando malévolamente el Ministro del Interior, Rubén González, acusarlo de malversación de fondos públicos.
Le pedían además los Superiores que en los Informes que les enviara, fuera lo más objetivo y claro posible. Que no enviara noticias de segunda mano ni amañara las propias, «con el deseo, tal vez, de hacer bien a las almas» (29)
Se le advertía también desde Turín, no apresurar demasiado las cosas y obrar reposada y tranquilamente, porque en Turín se sospechaba que era precisamente él, quien sugería todas aquellas insistencias de la Santa Sede. Ante tan sorprendente insinuación, el P. E. De Ferrari, para poner las cosas en claro, respondió irónicamente:
«Gracias por el honor que me otorga. No sabía tener yo tanta influencia en el Vaticano. Si no supiera cómo están las cosas, me vendría la tentación de creerme un gran personaje. Pero en cambio, yo sé que no he tomado parte en nada. Quien escribe al Vaticano del asunto de la Misión es nuestro Sr. Nuncio, presionado por el Gobierno de Venezuela.» (30)

6. El viaje de exploración del P.Enrique De Ferrari

El 24 de Noviembre de 1927 El P. De Ferrari le avisaba al Rector Mayor D. Felipe Rinaldi, que estaba preparando el viaje al Alto Orinoco. Había recibido del Gobierno el dinero prometido, y del Nuncio todas las facultades necesarias «para poder hacer todo el bien posible en aquellas tierras» (31)
En diciembre de aquel mismo año, las fuentes no precisan el día, (32), acompañado por su secretario el P. Carlos Engel (33), y del Coadjutor Simón Planas (34), el P. De Ferrari inició su viaje de Inspección.
El 9 de abril de 1928 estaba ya de regreso en Caracas. (35) Y en mayo, envió a los Superiores de Turín el Informe detallado de su visita de inspección. (Cfr. Anexo Nº 3)
Aparte de la abundante correspondencia de estos años (1923-1932), son piezas documentales de primera categoría para rehacer la historia de los comienzos de la Misión, las tres Relaciones o Informes a los que nos hemos referido ya varias veces: la Relación del P. Bálzola en 1924, la del P. Marchesi de 1927 y este Informe de D. Enrique De Ferrari de 1928. (36)
La Comisión volvió del Alto Orinoco bien impresionada. Reafirmó la necesidad de atender cuanto antes el Territorio, creando la Prefectura Apostólica. Trajo consigo algunos jóvenes banibas, makiritares y guajibos para educarlos en Caracas. También transportó a Caracas algunos objetos típicos del Territorio para hacer una pequeña Exposición.

7. Nuevas insistencias y nuevas evasivas

Conocida en la Nunciatura de Caracas la exploración hecha por el P. De Ferrari, fueron comunicados los resultados a la Secretaría de Estado del Vaticano. El Card. Gasparri propuso a los Superiores la aceptación definitiva, efectuando enseguida la erección canónica de la Misión.(37)
La respuesta de los Superiores Mayores deja otra vez todo en suspenso. Las razones que dan son que las noticias recibidas del Sr. Inspector de Venezuela son poco confortantes y además, hay que concretar primero «qué acuerdos tomará el Superior de los Salesianos con el Gobierno de Venezuela». (38)
Quedaba pues, diferida la solución. Es más, se pedía una prórroga de algún año debido a las difíciles condiciones de la nueva misión y a la imposibilidad momentánea de enviar el personal necesario, por la obligación adquirida de atender a otras cuatro misiones. (39)
Al Inspector de Venezuela, el P. De Ferrari, se le encomendó obtener del Gobierno una nueva prórroga. Y si no la pudiere conseguir, al menos iniciar la Misión «con una sola Residencia, y con dos o tres misioneros y uno o dos coadjutores, porque no es posible mandar más de momento».(40)
En octubre de 1928 llegó a la Dirección General de Turín un despacho firmado por Mons. Borgongini-Duca, llamándole la atención a los Superiores por no haber respondido a las cartas del Card. Gasparri.(41) Los Superiores no contestaron a Mons. Borgongini-Duca, pero sí lo hicieron al Procurador General D.Tomasetti haciéndole ver con la copia de archivo que toda comunicación de la Secretaría de Estado había sido respondida por parte de la Congregación.(42)
Los sucesos acaecidos en Venezuela en el trienio siguiente, hicieron, por de pronto, dejar a un lado el asunto de la Misión, ante las graves y urgentes cuestiones que surgieron.

8. La crisis político-religiosa de los años 1929-1931

8.1. El Ministro del Interior, Rubén González

El general Juan Vicente Gómez, verdadero dueño y señor de la política venezolana desde 1908, aún teniendo un férreo y total control de todas las libertades republicanas, jamás había perseguido a la Iglesia de una manera abierta y descarada. Pero tampoco había permitido que la Iglesia influyera mucho en la sociedad civil.
Se han hecho estudios serios sobre la dictadura gomecista y sería innecesario e inoportuno insistir aquí sobre ello. En cuestiones religiosas, el gobierno de Gómez se atuvo al derecho del Patronato eclesiástico con gran rigidez y controló todos los aspectos de la vida eclesiástica venezolana. A la Iglesia venezolana no le quedó otra alternativa que aceptar aquella situación de hecho, reconociendo su debilidad estructural y renunciando a otros ideales y reivindicaciones que no fueran estrictamente los de tipo netamente espiritual. (43)
El Presidente nominal de la República para 1929 era Juan Bautista Pérez, pero la eminencia gris del Gobierno fue el Ministro del Interior, Rubén González.
Tildado por algunos como «ateo y anticlerical» (44), y por otros considerado como de «ideas masónicas, aunque religioso en el fondo», era en resumen, «una personalidad desconcertante», según escribió el Cardenal Quintero, Arzobispo de Caracas.(45)
El hecho fue que en 1929 empezó a perseguir abiertamente a la Iglesia, especialmente al clero «extranjero» que ejercía en Venezuela. Prohibió la enseñanza de la Religión en las Escuelas, se cerraron las fronteras a la entrada de sacerdotes y religiosos extranjeros, y los que por cualquier necesidad salían de Venezuela, no se les permitía volver a entrar. Y para colmo, el 11 de octubre de 1929, acusado de rebelión contra la Constitución, fue expulsado del país en forma irrespetuosa el Obispo de Valencia, Mons. Salvador Montes de Oca.
El Cardenal José H. Quintero ha estudiado detenidamente las relaciones entre la Iglesia y el Estado en este trienio, recogiendo los documentos de la época. Además de haber sido testigo y protagonista de algunos acontecimientos, actuó como secretario del Arzobispo de Mérida, Mons. Acacio Chacón. Estudió y dilucidó algunos aspectos del problema religioso en un volumen al que remitimos para mayor profundización.(46)
En todos estos acontecimientos, Gómez dejó hacer a Rubén González y sólo se movió para remediar algún que otro caso particular, como por ejemplo, el del P .E. De Ferrari, antiguo profesor de sus hijos en el Colegio Don Bosco de Valencia, y el de algún otro salesiano más.
Era obvio que, ante tales problemas de tipo nacional, el asunto de la Misión del Alto Orinoco se olvidara por el momento. Porque, tanto el Nuncio como la Santa Sede, tenían otras cosas más urgentes que resolver y mucho más graves.
Lo mismo le sucedió a la Obra Salesiana en Venezuela, que pasó graves peligros, por lo que se dejó provisionalmente de hablar y de pensar en la Misión del Orinoco.
El 17 de diciembre de 1929, el Ministro Rubén González envió una carta a todos los obispos venezolanos exhortándolos a «que dirigiesen todos sus esfuerzos a fin de que en diciembre del año siguiente, primer centenario de la muerte del Libertador Simón Bolívar, todas las parroquias y beneficios eclesiásticos se encontrasen en manos de sacerdotes venezolanos por nacimiento o nacionalización». (47) Tal vez fue este el motivo por el que se nacionalizó el Inspector Salesiano, P. Enrique De Ferrari, en 1930.
Con estas medidas, el Gobierno privaba al país, carente de clero autóctono, de la ayuda de cuantos clérigos venían a Venezuela, especialmente de las Órdenes y Congregaciones religiosas.
La reacción del Episcopado no tardó en sentirse. En 1930 mandó una protesta pública al Congreso (48), que se acogió a la Ley del Patronato eclesiástico. (49)
En una carta el Obispo de Maracaibo, Mons. Sergio Godoy hizo saber al Ministro Rubén González cómo era contrario a la libertad y a la justicia que, bajo el pretexto de un falso y nocivo patriotismo, se discriminase al clero en nacional o no, y se cerrase la frontera a los extranjeros, únicamente por su condición de sacerdotes o religiosos profesos, como si tales títulos fuesen infamantes o perjudiciales a la nación.(50)
El Card. Quintero hace notar en su libro la existencia de cierta hostilidad entre el clero nativo y el proveniente del extranjero.(51)



8.2. ¿Afectó a los Salesianos tal situación?

El primer perjudicado fue el P. Enrique De Ferrari, Inspector de los Salesianos en Venezuela.
Para tratar asuntos de su Inspectoría había tenido que ir a Turín a finales de 1929 (52). Cuando regresó a Venezuela en Agosto, el Gobierno le negó la entrada y permanencia en el país. Y además tenía una cita judicial con la acusación de que había usado indebidamente, con manifiesta malversación, los 50.000 bolívares que el Gobierno le había suministrado en 1928 para el viaje al Alto Orinoco. De tal acusación tuvo que defenderse ante el mismo Gómez y presentar un minucioso informe al Gobierno, aún antes de salir para Italia.
Se demostró que la acusación era fruto de malévolas maquinaciones. Parecía que todo se había arreglado, pero al salir el Inspector al extranjero, volvió a airearse el asunto con el manifiesto propósito de alejarlo de Venezuela.
Fue una situación delicada en aquellos momentos, en los que toda la cuestión religiosa atravesaba una crisis.
Se presentó pues, difícil el regreso del P. De Ferrari por las exigencias ilógicas del Ministro Rubén González. En un primer momento se pensó hacerlo entrar clandestinamente, pero lo desaconsejaron los miembros del mismo Episcopado.
Entonces se recurrió personalmente a Gómez, amigo personal del Inspector y de los Salesianos. Gómez autorizó su entrada y el Ministro Rubén González tuvo que ceder. Al firmar Gómez el permiso de entrada, cayó también y se abandonó la denuncia contra De Ferrari sobre malversación de fondos públicos.(53)
Con el regreso del P. Inspector, por el momento parecía normalizada la situación de los salesianos. Pero la correspondencia del P. De Ferrari con los Superiores Mayores durante los años 1930 y 31 está sembrada de frases desesperanzadoras y saturadas de continuo temor, ante el peligro de una posible expulsión. Dice por ejemplo:
«La posición de los religiosos no es todavía segura; se teme una próxima expulsión de todos... Hay quien dice que nos dejarán por fin en paz. Pero yo tengo temor..»(54)
Hasta fines de 1929 la tensión se mantuvo, amenazando siempre «y en peligro de precipitarse de un momento a otro». (55)
El personal ya escaso, ante las nuevas dificultades políticas, se abate y desazona. Algunos piden volver a su patria. He aquí lo que escribe a D. Pedro Ricaldone, Prefecto General de la Congregación Salesiana, el director del Colegio D. Bosco de Valencia, el P. Rodolfo Fierro:
«Comprendo muy bien que en estos momentos, cuando tantas dificultades existen para la entrada de los religiosos extranjeros, es un deber mantenerse en el puesto de trabajo y no privar a la Congregación aquí de un individuo. Pero cuando se constata la impotencia para poder trabajar y se preveen amarguras propias y ajenas. ¿Qué hacer? El espíritu reinante en la Inspectoría para mí resulta irrespirable. La contraposición entre los ideales y la realidad del ambiente ha causado en los Salesianos una especie de desánimo invencible, que en algunos se manifiesta en una irritación nerviosa y en otros, en un fatalismo liberal de dejar hacer y que corran las cosas». (56)
La situación política está tirante. Y pone también en tensión el ambiente externo de las Casas Salesianas. La correspondencia del P. Inspector y y de otros salesianos lo refleja: «Estamos sufriendo la influencia del medio ambiente», escribe el P. Inspector. (57)
Se vive la psicosis de la expulsión y se comienza a pensar en clausurar ciertas obras. Desaparece de la dirección de las casas la titulación clerical de sus destinatarios. (58)
A mediados de 1930 empieza a respirarse «una aparente calma, pero no se tiene seguridad». (59)
«La situación religiosa - escribe el P. De Ferrari - también con el clero secular, continúa siempre tirante.No sabemos a dónde llegarán las cosas. Ahora parece que no quieren agudizarlas más, porque están ocupados en el centenario de la muerte de Bolívar» (60)

8.3. Repercusiones en el asunto de la Misión

En el decurso de estos dos años (1929-30) en la correspondencia con los Superiores, sólo se hacen dos referencias al asunto de la Misión del Alto Orinoco.
El 21 de Julio de 1930 el P. E. De Ferrari le escribe a D. Ricaldone:
«El asunto de la Misión se arregló. Me refiero al asunto del dinero que usted sabe y que parecía al principio que yo me había apropiado fondos de la Misión. El Sr. Nuncio, vista la solución del pleito, desearía que reanudase yo el «affaire» de la Misión. Yo no opino lo mismo... No creo oportuno que puedan pensar que nosotros tenemos interés en hacernos cargo de la Misión». (61)
La otra referencia es de febrero de 1931, y da a entender cómo se opinaba en la Inspectoría acerca de la empresa misionera del Alto Orinoco: «Creo que lo de las Misiones es un imposible, y que ha sido la Divina Providencia que nos quiere bien, quien nos las ha cerrado, sirviéndose de los errores y la maldad de los hombres». (62)

8.4. Retorna la calma

En junio de 1931 cesan las incertidumbres y temores, después que el Parlamento de la República exigió la renuncia del Presidente Pérez y de su Gabinete.
El 13 de julio, Gómez volvió a tomar personalmente las riendas del mando como Presidente de la República. Arregló el pleito del Obispo exilado y volvió poco a poco la tranquilidad religiosa al país.
El 16 de julio escribía D. Rodolfo Fierro, Director de la Casa salesiana de Sarría, a D. Calógero Gusmano:
«Han mejorado las cosas respecto a la Iglesia. No existen ya desasosiegos. Con ciertas condiciones se permite la entrada de sacerdotes y religiosos... y según me dijo el Ministro del Interior, podrán venir los sustitutos de los que se fueron por motivo de salud o de familia».(63)
Ya en octubre, escribe el P. Inspector:
«Gracias a Dios, las cosas van volviendo a su cauce normal. Con el cambio de Gobierno, parece que toda oposición a la Iglesia ha desaparecido». (64)
Con la calma, vuelve el optimismo.
La idea de la Misión del Alto Orinoco aparece otra vez en el horizonte de la Inspectoría. Y el P. De Ferrari, vuelve a comunicar a los Superiores de Turín: «El Sr. Nuncio ha tratado de nuevo con el Sr. Ministro acerca de nuestra Misión del Orinoco. El Ministro respondió que en este mismo año se resolvería todo. Y el Nuncio ha escrito a la Santa Sede para que se reanuden los acuerdos tomados con ustedes». (65)
Y, efectivamente, se reanudaron las relaciones. En otro Capítulo veremos cómo se creó la Prefectura del Alto Orinoco, pero antes, demos las motivaciones y objetivos que se buscaban con esta creación.

9. Motivaciones y objetivos de la Misión del Alto Orinoco

El fin fundamental de la Misión es la propagación de la fe y el establecimiento de la Iglesia en el país donde los habitantes todavía no han recibido el Evangelio.(66). Los misioneros tienen ese mandato de Jesús: «Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a todos los hombres» (Mc. 16,15).
El documento de erección de la Prefectura Apostólica del Alto Orinoco recalca precisamente esa idea. Fue erigida «con el fin de atender mejor y con mayor fruto las necesidades espirituales de aquellas gentes». (67) Esta es la motivación radical desde el punto de vista cristiano.
Pero puede haber también motivos secundarios. Y los hubo en la creación de la Misión del Alto Orinoco.

a) Por parte de la Santa Sede

De la correspondencia del Card. Gasparri, de los Superiores Mayores y de los escritos de los Salesianos aparecía claro que el objetivo era la salvación de las almas y la evangelización y promoción integral de los habitantes del Territorio Amazonas.
También se lee en una carta:
«... aceptar la misión... demostrando así corresponder a la benevolencia extraordinaria que en estos últimos años ha tenido la República de Venezuela hacia ellos (los salesianos)». (68) Aparte de esta referencia esporádica, todo el resto de la documentación habla siempre de evangelización y apostolado.

b) Por parte del Obispo Administrador Apostólico de Guayana

La Misión se erigía en la jurisdicción de la antigua diócesis de Guayana, cuyo prelado era Mons. Sixto Sosa. El Obispo sólo esperaba, al crear la Prefectura, el bien espiritual de aquellos pueblos sureños. En la imposibilidad de atenderlos él personalmente o por medio de sus escasos sacerdotes, entregaba la pastoral de aquel extenso Territorio a quienes podían desempeñarla dignamente. Y cuando Mons. Massa, desde el Brasil, pidió autorización para visitar el Alto Orinoco, Mons. Sosa no sólo la otorga, sino que concede todas sus facultades pastorales a los visitadores salesianos.(69)

c) Por parte del Nuncio Apostólico de Caracas

Dos nuncios intervinieron en la creación de la Misión: Mons. Felipe Cortesi y Mons. Fernando Cento. Ambos buscaron ante todo, el bien espiritual de las almas. Pero también se vieron empujados por ciertas «atenciones debidas al Gobierno» (70), puesto que ambos, especialmente Mons. Cento se vio a veces presionado por el Gobierno.(71)
Mons. Felipe Cortesi siempre apreció y distinguió a los Salesianos de Venezuela. (72) (Les aconsejó abrir nuevas fundaciones (73) y escribió a los Superiores de Turín para su aprobación.(74) Fue Mons. Cortesi quien presentó al Gobierno venezolano el proyecto ideado por los Salesianos del Brasil, de acuerdo con Mons. Sosa, para erigir una Prefectura Apostólica en el Territorio Amazonas.(75)
Cuando dejó Venezuela para desempeñar otros cargos en países latinoamericanos, continuó interesándose, por medio de los Salesianos, del proyecto de la Misión amazónica. Palió y corrigió las noticias pesimistas que mandaron a los Superiores desde el Río Negro brasileño, sobre el Territorio. (76)
Intuyó que, aceptando la Misión, la Obra de D. Bosco se desarrollaría mucho mejor en Venezuela. Tanto que el P. De Ferrari escribirá diciendo que el Nuncio consideraba esta oportunidad «como un momento de particular importancia que no se debe dejar pasar, porque, si se deja, quedaría muy perjudicada la obra salesiana en Venezuela» .(77)
En 1926 Mons. Cortesi fue relevado por el nuevo Nuncio Mons. Fernando Cento, que inmediatamente reanudó los trámites con los Superiores Mayores para la apertura de la Misión.(78) Y cuando vio la Prefectura Apostólica convertida en realidad, pudo escribir a Turín con satisfacción: «Nuestros largos esfuerzos y anhelos han sido bendecidos finalmente por Dios nuestro Señor. Después de tantas peripecias, la Misión del Alto Orinoco, confiada a los hijos de D. Bosco, es una realidad» .(79)
Tales esfuerzos y peripecias fueron afrontadas por el Nuncio con espíritu evangélico y preocupación de apostolado. Pero también pudo haber cierta satisfacción personal por obra tan positiva y de tal trascendencia. El P. E. De Ferrari escribió a D. Ricaldone:
«El pobre Nuncio, ya que no ha logrado obtener nada respecto a otros negocios, quisiera aprovechar nuestra influencia para demostrar a Roma que, por fin, ha logrado hacer algo importante» (80)

d) Los Salesianos

Desde el primer momento trataron de ayudar espiritualmente a aquella población amazonense abandonada y necesitada.
Al proyectar la futura misión, también se tuvieron en cuenta las ventajas que podría reportar a la Prefectura Apostólica del Río Negro brasileño. Pero más tarde, Mons. Massa y el P. Bálzola, se mostraron titubeantes e incluso contradictorios.
En su Relación de 1924, el P. Bálzola cree necesaria e indispensable la Misión salesiana, «incluso podría ser útil a las misiones limítrofes del Brasil, por intercambio de personal, noticias y ayudas mutuas, dada la facilidad de intercomunicación fluvial entre S. Carlos de Río Negro en Venezuela y S. Gabriel y Manaus en el Brasil». (81)
Pero cuando se percató que tal proyecto tenía en la práctica muchas más dificultades de las previstas, se puso en contra de la aceptación de la Misión venezolana.(82) Mons. Massa y el P. Marchesi explicaron tal cambio de opinión por la crisis depresiva que tuvo el P. Bálzola en sus últimos años.(83)
Tampoco fue uniforme ni constante el comportamiento de Mons. Massa. Fue él quien solicitó los permisos de exploración al Sr. Obispo de Guayana, y preparó el proyecto de Misión presentado a Mons. Cortesi.(84)
Pero en 1926 estaba también en trámite de aprobación y aceptación la Misión brasileña de Porto Velho, y escribe a los Superiores, diciéndoles que no querría «poner en peligro la aceptación de Porto Velho en el Brasil» que es mejor que la misión venezolana y ya había sido aceptada en 1925 (85)
Pero en el año 1926, cuando ya estuvo segura la aceptación de Porto Velho y constituida «Prelatura nullius» la misión de Río Negro, Mons. Massa vuelve a defender la causa de la Misión del Alto Orinoco. Y escribe: «Nos ayudaremos mutuamente. Nos será confortable hallarnos en vecindad en el campo del deber y del sacrificio... Tendremos un vastísimo campo de acción, y tendremos los Salesianos a nuestro cargo la evangelización de toda esta vasta región amazónica, que desde el Orinoco se extenderá hasta el río Madeira, abarcando una extensión de unos 800.000 Km2 aproximadamente, confiados por la Santa Sede al celo apostólico de los hijos de D. Bosco».(86)
Los Superiores de Turín estaban dispuestos a aceptar la Misión venezolana, si eran pasables las condiciones climáticas y geográficas: y estaban incluso dispuestos al intercambio de personal con el Río Negro brasileño,(87) como lo demuestra esta comunicación de D. Rinaldi al Card. Gasparri:
«Tendremos necesidad de una región saludable, que sirviera también de descanso para nuestros pobres misioneros del Río Negro, que se enferman y mueren por la inclemencia del clima». (88)
Cuando desde Brasil empezaron a enviar a Turín malas noticias acerca del Alto Orinoco, en Venezuela empezaron a mandarlas buenas. Los Superiores quisieron acabar con tanto confusionismo, mandando al P. Juan Marchesi que efectuara en 1927 su expedición al Territorio para que enviara informes objetivos. Y en el mismo año aprobaron la inspección del P. E. De Ferrari, efectuada en 1928.
Cuando llegaron a la Dirección General los Informes de estos dos salesianos, vieron en Turín que las condiciones objetivas del Alto Orinoco no eran fiables, y el país además estaba en problemas. Entonces trataron de volverse atrás. Pero ya no era posible, porque se le había dado la palabra a la Santa Sede de aceptar la Misión venezolana, a más tardar para 1930. (89) Se trató, pues, de retardar la aceptación lo más posible presentando las dificultades ambientales de la selva, la falta de vías de comunicación y la real escasez de personal para una empresa de tal género. Si desde el comienzo de la propuesta se hubiera usado más claridad, se hubieran evitado esas zozobras.
En un Memorial presentado al Consejo General en 1929, Mons. Massa volvió a sus ideas poéticas y ponderativas:
«Así, a la Prelatura del Río Negro brasileño, se unirá por una parte la Prelatura del Río Negro venezolano y el Orinoco, y por la otra, a la del Papury colombiano, formando un bloque compacto de Misiones salesianas... No menos ventajoso será el hecho de ser confiada a una única Congregación la asistencia moral, civil y religiosa de tres territorios geográficos unidos, aunque políticamente distintos. En ellos surgen con frecuencia cuestiones políticas de límites, de intereses nacionalísticos o diplomáticos con las consiguientes luchas y contiendas. Si los salesianos evangelizan los límites de las tres Repúblicas y los civilizan, podrán ganarse la simpatía de los tres Gobiernos y obtener su apoyo financiero, indispensable para sostener nuestras obras misioneras...» (90)
Pueden ser sugestivas estas razones de Mons. Massa. Pero la Misión del Alto Orinoco fue aceptada por los Superiores no por fines y objetivos políticos y diplomáticos, sino por motivaciones meramente evangélicas y humanitarias.
Fue definitivo el empeño del P. Enrique De Ferrari para que se aceptara la Misión. Tanto, que fue acusado de inspirador y animador de los trámites hasta en la propia Secretaría del Estado Vaticano.
Cierto que parecía una ocasión adecuada para que la Obra de D. Bosco se desarrollara más y mejor en Venezuela. Por eso escribe: “Es un momento de desarrollo que no debemos desperdiciar , a mi juicio, ya que conozco muy bien esta región en la que trabajo desde hace 30 años. Si los Superiores nos hacen la caridad de ayudarnos, tendrán el mérito del mucho bien que los Salesianos harán aquí. Pero si desperdiciamos esta oportunidad, nuestra Obra perderá todas estas ventajas». (91)
Además, cuando en 1929, las Casas de Venezuela fueron constituídas en Visitaduría, independiente de la Inspectoría de Colombia, una de las dificultades aducidas para hacer con ellas una nueva Inspectoría era que tenía muy pocas Casas y Obras. Creando las Casas de la nueva Misión, el número de Obras crecería. Y podría ser hecha con plena independencia y plena juridicidad la Inspectoría Salesiana de Venezuela. (92)
El P. De Ferrari veía también en la Misión del Orinoco una posibilidad de ayuda para la Misión Salesiana del Río Negro brasileño: «Las comunicaciones (de los Salesianos brasileños) con Manaus para ir a buscar alimentos etc. son dificilísimas, y emplean mucho tiempo: al menos 40 días. Mientras que si vienen a Venezuela, llegarán en cuatro o seis días a S. Fernando de Atabapo, sede de la nueva Misión, y en otros cuatro a Caracas». (93)
Los de Brasil, en cambio, decían todo lo contrario respecto a la facilidad de comunicaciones. (94)
También aducía el P. De Ferrari la realización del Sueño de D. Bosco, que ya en 1883 vio toda la extensión de tierra que va desde los Andes hasta el Atlántico cubierta de Obras Salesianas, trabajando por la evangelización de toda clase de gentes y razas.(95)

e) ¿Y los demás Salesianos de Venezuela? ¿Qué pensaban sobre la Misión del Alto Orinoco?

En los comienzos, ni siquiera sabían la existencia de tal proyecto. En un Memorial presentado a los Superiores Mayores por el Consejo de la Visitaduría, en Agosto de 1926, aún admitiendo la necesidad de que la Obra de D. Bosco se extendiera más por Venezuela, ni se menciona el proyecto.(96) Tal vez todo permanecía como mero sondeo e intercambio de opiniones entre el Nuncio, la Santa Sede, los Superiores Mayores y el Visitador venezolano. Pero ya en este Memorial enviado al Consejo General, se ve el deseo de consolidación y expansión que tienen los Salesianos de Venezuela.(97) También lo aconsejaban los Superiores de Turin. (98)
Al P. De Ferrari, en cambio, se le acusaba de tener «puntos de vista ambiciosos». (99) Se le acusaba de promocionar nuevas fundaciones, entre ellas las de la Misión, sólo por complacer al Nuncio, de quien esperaba que lo nombrara Prefecto Apostólico.(100)
No sabemos si esta opinión la condividían muchos salesianos o pocos. Pero en el trienio de anticlericalismo que ya hemos descrito, un director lo consideraba como providencial, porque había puesto fin a «la veleidad de las Misiones Amazónicas». (101)
La aceptación o rechazo de la Misión traería ventajas e inconvenientes. Unos se fijaban en las ventajas; otros en los inconvenientes. Para estos últimos, lo primero era potenciar adecuadamente las obras ya existentes en la Visitaduría; por lo tanto, no debía aceptarse la Misión que forzosamente restaría personal a las Casas. Para los primeros en cambio, rechazar la Misión, era encerrarse en unas perspectivas de futuro limitadas y estrechas. Todo esto era también un factor de indecisión para los Superiores Mayores de Turín.
Terminado el conflicto político-religioso de 1929-31, la aceptación de la Misión, podía considerarse también como prueba de agradecimiento al Gobierno, por las deferencias que Gómez había tenido con los Salesianos y, concretamente con el P. De Ferrari y con la nueva Inspectoría venezolana.

f) El Gobierno de Venezuela

Para el Gobierno de Venezuela, los objetivos de la Misión eran, como lo decía la Ley de Misiones de 1915, fundamentalmente dos:
- La civilización y nacionalización de los indígenas.
- La repoblación de aquellas regiones marginales del Territorio nacional y la defensa de las fronteras con Brasil y Colombia.
Eran fines netamente políticos, aunque no excluían ni impedían la evangelización y la formación de la Iglesia local. (102)
Decía, en efecto, el texto de la Ley de Misiones:
«Art. 1: Con el fin de reducir y atraer a la vida ciudadana las tribus y parcialidades indígenas no civilizadas que aún existen en diferentes regiones de la República, y con el propósito, al mismo tiempo, de poblar regularmente estas regiones de la Unión, se crean en los Territorios Federales y en los Estados Bolívar, Apure, Zulia, Zamora y Monagas, tantas misiones cuantas sean necesarias, a juicio del Ejecutivo Nacional». (103)
No queremos entrar ahora en la cuestión de la terminología totalmente desfasada y anacrónica de esta Ley, que reiteradamente se ha pedido sustituir por una moderna Ley de Etnias. Solamente decimos aquí que el objetivo y finalidad del Estado al crear una Misión dentro del territorio nacional venezolano, aparece en este artículo con claridad meridiana. Es un objetivo meramente político: la aculturación de los indígenas aparece en función de su sometimiento y de la seguridad de las zonas fronterizas, mediante la repoblación.
El abandono de aquellas tierras sureñas, limítrofes con Brasil y Colombia, debían ser una espina dolorosa para el Gobierno, tanto bajo el punto de vista político, como bajo el punto de vista económico y jurídico. Según el P. De Ferrari, un cronista de aquellos años, describía así esta triste realidad:
«El éxodo a las Repúblicas vecinas y la falta de habitantes en el Territorio constituyen una seria amenaza para Venezuela; porque no tener gente en aquella parte del territorio nacional, es como abandonarlo a las especulaciones y a los exploradores extranjeros. Y esto sería motivo suficiente para que más tarde o más temprano las vecinas Repúblicas alegaran derechos adquiridos sobre aquella parte de nuestra nación».(104)
Por lo tanto, ya desde el primer Memorandum que el P. De Ferrari envió a Turín, puso de manifiesto las verdaderas intenciones y objetivos del Gobierno, que por otra parte no podía discordar con la legislación vigente.
«Lo que el Gobierno desea – escribía - es que los Misioneros hagan Residencias en los pueblos fronterizos, para impedir que los habitantes abandonen aquellos lugares y para asegurar las fronteras» (105)
Y en la relación que mandó al Consejo superior en mayo de 1928 hacía alusión clara a estos objetivos gubernamentales:
«El Gobierno de Venezuela está dispuesto a dar todas las facilidades necesarias para aumentar los medios de comunicación en estas regiones, atraer a los indígenas y reconstruir los poblados» (106)
En una palabra: el Gobierno buscaba los objetivos políticos ya contemplados en la legislación nacional. Si los Ministros y gobernantes particularmente tenían motivaciones de tipo religioso, era cuestión totalmente privada. A lo más, sin impedir ni oponerse a los objetivos evangelizadores y religiosos, se perseguían finalidades político-patrióticas, mezcladas a veces con vanidades personales o motivaciones humanitarias.

NOTAS:
(1. CERIA Eugenio. Annali II).
(2. MASSA Pedro, As margens do Amazonas: Missoes Salesianas (1916-1941). Niteroi 1941)
(3.ACS, 275. B álzolaGiovaimi, Relazione del viaggioperl ‘Orinoco daS. Femando de Atabapo).
(4. La antigua Diócesis de Guayana tenía la sede en Angostura. Fue erigida en 1790).
(5.ACS. 275. Bálzola Giovanni, Relazione.)
(6.ACS, 275. Bá1zola Giovanni Carta a D. Felipe Rinaldi del 8 de julio de 1924, en donde le habla de este viaje de exploración por el Alto Orinoco.)
(7. El original se conserva enACS.2 75 . Bálzola Giovanni, Relazione del viaggio per l’Orinoco).(Cfr. Anexo Nº 1)
(8 ACS, 64.21, Río Negro (Brasile). Carta de D. Pedro Massa a D. Ricaldone del 28 de octubre de 1926).
(9. ACS. 31.22, Visitaduríade Venezuela. Correspondencia 1924-1926. Carta de D.E. DeFerrari a D. Rinaldi del 5 de julio de 1924.)
(10. ACS. 31.22, Venezuela. Correspondencia 1924-26. Carta de D. E. De Ferrari a D. Felipe Rinaldi del 5 de julio de 1924.)
(11. ACS. 31.22 Venezuela. Correspondencia 1924-26. Carta de D. E. De Ferrari a D. Rinaldi del 26 de febrero de 1926.)
(12 ACS. 6421 MISSIONI. Puerto Ayacucho. Preliminares para la entrada de los salesianos. Cartadel nuncio Mons. Cento a D. Rinaldi del 29 de agosto de 1926).
(13. ACS 6.4.21 Missioni. Puerto Ayacucho. Carta de D. Rinaldi a Mons. Cento del 9 de octubre de 1926.)
(14. ACS . 3122 Visitaduría de Venezuela. Correspondencia 1924-26. Memoria del 24 de septiembre de 1926)
(15. ACS. 3122, Venezuela. Correspondencia 1924-26. Carta de D. C. Gusmano a D. E. De Ferrari el 9 de octubre de 1926).
(16. ACS. 64.21, Missioni Rio Negro. Correspondencia del P. Massa a D. Rinaldi el 27 de Octubre de 1926).
(17. ACS. 31.22 Venezuela. Correspondencial927-1933. CartadeD. E. De Ferrari aD. Gusmano del 3 de marzo de 1927)
(18. ACS. 31.22 Venezuela. Carta de D. E. De Ferrari a D. Vespignani del 14 de marzo de 1927).
(19. Ibidem.)
(20. ACS. 3122 Venezuela. Carta de D. Rinaldi a D. E. De Ferrari del 20 de mayo de 1928).
(21 .ACS. 31.22 Río Negro. Correspondencia Marchesi. Carta de D. Gusmano aD.Marchesi del 16 demayo de 1927).
(22. ASIV, Marchesi G. Relazione sopra un viaggio fatto all’Alto Orinoco).
(23. El Informe de D. Marchesi trata en esencia las mismas cuestiones que trató D. Bálzola en 1924. Es un poco más optimista en sus apreciaciones, aunque realista y objetivo).
(24.ACS. 344, Venezuela. Relaciones de la Santa Sede. Carta dçl Card. Gasparri a D. Tomasetti del 19 de mayo de 1927. Ibídem. Carta de D. Rinaldi al Card. Gasparri 28 de mayo de 1927)
(25.ACS344, Venezuela. Relaciones de la Santa Sede. Cartadel Card. Gasparri a D. Tomasetti del 19 mayo1927)
(26. ACS. 344, Venezuela. Relaciones de la Santa Sede. Cara de D. Tomasetti a D. Rinaldi del 21 de mayo de 1927).
(27.ACS. 344, Venezuela. Relaciones Santa Sede. Carta de D. Rinaldi al Card. Gasparri del 28 de Mayo de 1927).
(28. ACS. 64.21 Misiones Puerto Ayacucho. Carta de D. Gusmano a D. E. De Ferrari del 28 de Julio de 1927).
(29. Ibidem).
(30. ACS, 3122. Visitaduría de Venezuela. Correspondencia de D. E. De Ferrari a D. Gusmano del 18 de septiembre de 1927).
(31. ACS, 3122. Carta de D. E. De Ferrari a D. Rinaldi del 24 de diciembre de 1927).
(32. AVAPA, Cenni storici sulla missione Salesiana dell’Alto Orinoco da! 1933 al 1953 (Mimeo). Recogidos por el P. José Pinaffo.)
(33. El P. Carlos Engel nació en Alemania. Trabajó en Barcelona, La Vega y Caracas. Fue Director de la Escuela Agronómica de Naguanagua. Cfr. DELGADO MIGUEL, In Memoriam, 1,56-57).
(34. PINAFFO José, Cenni storici della Missione, pág.4)
(35. GORNES Mac PHERSON M. J. «Por las selvas de Guayana. Interesante viaje del R.P. Enrique De Ferrari, Inspector de las casas Salesianas por el Alto Orinoco». (La Esfera II, 388 Caracas, sábado 14 de abril de 1928).
(36. ACS. 275, Báizola Giovanni, Relazione del viaggio per 1’Orinoco de S. Fernando de Atabapo el 2 de Abril de 1924. - ACS. 6412 Missioni. Puerto Ayacucho. Resoconto di un viaggio al T. E. AmazonasVenezuela. P. E. De Ferrari. Caracas mayo 1928).
(37. ACS. 344, Venezuela. Relaciones conla SantaSede. Cartadel Card. Gasparri a D. Tomasetti del 13 de junio de 1928).
(38. lbidem. Carta del). Rinaldi al Card. Gasparri del 6 de agosto de 1928)
(39. Ibidem. Las cuatro misiones eran: la de Porto Velho (1925) y la de Humaitá (1926) en Brasil; La Mision del Japon (1926) y la de Ratburi en Tailandia (1927).
(40. ACS. 64.12 Missioni. Puerto Ayacucho. Carta de D. Gusmano a D. E. De Ferrari del 5 de octubre de 1928).
(41. ACS. 344.Venezuela. Relaciones con la Santa Sede. Carta de Mons. Borgongini-Duca a D.Tomasetti del 12 de octubre de 1928).
(42. ACS. 344.Venezuela. Relaciones con la Santa Sede, Carta de D. Gusmano a D. Tomasetti del 15 de octubre de 1928.)
(43. MICHEO Alberto, Proceso histórico de la Iglesia venezolana. Centro Gumilla. Caracas)
(44. FUENMAYOR J. U. 1 928-1948: Veinte años de política. Caracas, 1968).
(45. QUINTERO José Humberto, Para la Historia. Caracas, 1974.)
(46.QUINTERO José Humberto, Para la Historia. Caracas, 1974)
(47. GONZALEZ OROPEZA, Herman, Iglesia y Estado Venezolano. Caracas 1977)
(48. QUINTERO José Humberto. o.c. 131-143)
(49. Ibidem.144-148).
(50. GODOY Sergio, Carta al Ministro del Interior del l2de noviembre de 1930, en GONZALEZOROPEZA H. Iglesia y Estado venezolano).
(51. QUINTERO J. Humberto. Para la Historia.)
(52. ACS 31231 Venezuela. Crónica de la Inspectoría de Venezuela. (Dactiloescrito) Caracas).
(53. ACS3J .22, Venezuela. Carta de D. E. De Ferrari a D. Rinaldi del 16 de noviembre de 1929).
(54. Ibidem.)
(55. Jbidem. Carta de D. E. De Ferrari a D. Tirone del 5 de diciembre de 1929).
(56. ACS 31.22 Venezuela. Carta de D. Rodolfo Fierro a D. Ricaldone del 26 de junio de 1926).
(57. ACS31 .22 Venezuela. Carta de D. E. De Ferrari a D. Rinaldi del 29 de noviembre de 1929.)
(58. Ib idem. Carta de E. De Ferrari a D.R icaldone del 26 de enero de 1930.)
(59. Ibidem. Carta de D. E. De Ferrari a D. Ricaldone del 6 de junio de 1930).
(60. Ibidem. Carta de D. E. De Ferrari a D. Ricaldone del 21 de julio de 1930.)
(61. Ibidem).
(62. Ibidem. Carta de D. Rodolfo Fierro a D. Gusmano del 28 de febrero de 1931).
(63. Ibidem. Carta de D. Rodolfo Fierro a D. Gusmano del 16 de julio de 1931).
(64. ACS 31.22 Venezuela. Carta de D. E. De Ferrari a D. Rinaldi del 4 de octubre de 1931).
65. Ibidem.
(66. MASSON Joseph, L’ attivitá missionaria della Chi esa. Torino-Leuman 1968)
(67. SACRA CONGREGATIOCONSISTORIALIS, Decretum «Quomelius» del 5 de febrero de 1932, en AAS 45 (1933)154)
(68. ACS 344, Venezuela. Relaciones con la Santa Sede. Carta del Card. Gasparri a D. Rinaldi del 12 de julio de 1927).
(69. ACS 275, Bálzola Giovanni, Relazione del viaggio per 1’Orinoco. Además, Mons. Sixto Sosa se prodigó solicitando personalmente del Gobernador del T. F. Amazonas, Coronel Francisco Méndez, los permisos, ayudas y garantías para los expedicionarios salesianos del Río Negro).
(70. ACS 64.21 Misiones. Puerto Ayacucho. Carta del Nuncio Mons. Cento a D. Rinaldi del 29 de agosto de 1926)
(71. ACS 31.22. Venezuela. Carta de D. E. De Ferrari a D. Gusmano, del 18 de septiembre de 1927)
72. Ibidem. Carta de D. E. De Ferrari a D. Rinaldi del 26 de febrero de 1926).
(73. Ibidem)
(74. ACS 31.22 Venezuela. Carta de D. Rinaldi aMons.C ortesi del 12 de julio de 1926).
(75. ACS 6421 Missioni Rio Negro (Brasile). Carta de D. Pedro Rota a D. Rinaldi del 24 de enero de 1927).
(76. ACS 64.21 Missioni RioNegro (Brasile). Cartade D. Pedro Rota aD. Rinaldi del 24 deenero de 1927).
(77. ACS 31.22 Venezuela. Carta de D. E. De Ferrari a D. Rinaldi del 26 de febrero de 1926).
(78. ACS 64.21 Missioni Puerto Ayacucho. Carta de Mons.Cento a D. Rinaldi del 29 de agosto de 1926).
79. Ibídem. Carta de Mons. Cento a D. Ricaldone del 2 de enero de 1933).
(80. ACS31 .22 Venezuela. Carta de D. E. De Ferrari a D. Ricaldone del 22 de agosto de 1932).
(81. ACS 275. Balzola O. Relazione).
(82. ACS 64.21 Missioni Rio Negro (Brasile). Carta del P. Massa a D. Rinaldi del 28 de octubre de 1926).
(83. Ibídem).
(84. Ibidem).
(85. Ibidem).
(86 . ACS 6421, Missioni Rio Negro (Brasile). Carta del P. Massa a D. Rinaldi del 28 de octubre de 1926).
87. ACS 344, Venezuela. Carta de D. Gusmano a D. E. De Ferrari del 9 de octubre de 1926)
(88. ACS 344, Venezuela. Carta del P. Rinaldi al Card. Gaspan-i del 28 de mayo de 1927).
(89. Ibidem).
(90.ACS 64.21 Missioni Rio Negro (Brasile) P. Massa. Pro-memoria sullemissioni amazoniche. Del 8 de noviembre de 1929).
) (91. ACS 31.22 Venezuela. Carta de D. E. De Ferrari a D. Rmaldi deI 26 de febrero de 1926).
(92. Ibidem. Carta de D. E. De Ferrari a D. Rinaldi del 5 de julio de 1924).
(93. ACS 31.22 Visitaduría de Venezuela. Memoria del 24 de septiembre de 1926).
(94. ACS 275. Balzola G. Relazione).
(95. ACS 31.22 Venezuela. Carta de D. E. De Ferrari a D. Rinaldi del 26 de febrero de 1926).
(96. Ibidem. Memorandum al Capítulo Superior del 26 de febrero de 1926).
(97. Ibidem).
(98. ACS 31 .22.Venezuela. Carta de D. Rinaldi a D. E. De Ferrari del 5 de octubre de 1928).
(99. ‘Ibidem. Carta de D. Zanolo Gioachino a D. Rinaldi del 25 de marzo de 1928).
(100. Ibidem).
(101. ACS. 3122. Venezuela. Carta de D. Rodolfo Fierro a D. Gusmano del 28 de febrero de 1931).
(102. Cf. GONZALEZ OROPEZA, Herman, Iglesia y Estado en Venezuela. Caracas 1977).
(103. Ley de Misiones de 1915, Art.l, en Gaceta Oficial N 12.562 del 16 de junio de 1915).
(104. AVAPA, Historia general de nuestras misiones en el Alto Orinoco. Colección de folios escritos a máquina sin data ni signatura ninguna. Con muchas inexactitudes).
(105. ACS 31.22. Missioni. Puerto Ayacucho. Memorandum al Capítulo Superior de D. E. De Ferrari, mayo1928).
(106. ACS 6’t.12 Missioni. Puerto Ayacucho. Resoconto di un viaggio al T. F. Amazonas-Venezuela. Mayo 1928).



CAPITULO VI


Creación de la Prefectura Apóstólica delAlto Orinoco. Los protagonistas. Acuerdos estipulados entre el gobierno venezolano y la congregación salesiana relativos a la misión.


1. El momento político

La Prefectura Apostólica del Alto Orinoco fue creada en los últimos aílos de la dictadura de Juan Vicente Gómez, que gobemó en Venezuela desde 1908 hasta 1935. Y aunque todos saben que no ocupó él personalmente la presidencia de la República durante todo ese arco de tiempo, siempre fue considerado como el verdadero Jefe de la nación hasta por los mismos que ocuparon esporádicamente la presidencia.
«Durante el período gomecista —ha escrito Juan Liscano— se eclipsó en Venezuela toda forma de vida política. Jamás se sintió hablar de partidos políticos. Las elecciones no eran libres. Los miembros del Congreso Nacional eran nombrados por el «presidente».
Desapareció la autoridad autónoma municipal. Jefes civiles representaban a los Gobernadores en cada Estado, y estos tenían la representatividad del Jefe Supremo. En Venezuela imperaba el centralismo más absoluto, concentrado en un caudillo regional que poco a poco, eliminó a todos los demás caciques menores.
La autoridad del Estado se basaba en el despojo de todas las libertades. El poder residía en un sólo hombre: el Presidente (Gómez). Y a esta terrible síntesis unipersonal se había llegado a través de una historia nacional llena de revoluciones, anarquías, demagogia, levantamientos, ignorancia y desprecio de las leyes, menosprecio de las instituciones representativas, fomento del odio social y sumo respeto al prestigio de los caudillos» (1) Gómez gobernó la nación como un señor gobierna su finca o sus bienes personales. (2)
El Territorio Amazonas espejaba en sí la situación general de la nación.
En los años 20 pasó por un dramático período de levantamientos y luchas intestinas, cuyas consecuencias pudieron ver con sus propios ojos los primeros expedicionarios salesianos que se adentraron por el Amazonas venezolano. Por eso sus Informes a los Superiores Mayores hablan de tierras «casi siempre en revolución», «con sus pueblos abandonados y otros en decadencia», «gentes perseguidas por motivos políticos, que tenían que trasponer las fronteras». (3)
Era un Territorio alejado del Centro, considerado como ideal para fraguar conspiraciones y ataques al poder dictatorial de Gómez.
En efecto, en 1921 se rebeló en los Llanos Emilio Arévalo Cedeño, conquistó la capital del Amazonas, que era entonces San Fernando de Atabapo, aprisionó y fusiló al temible coronel Tomás Funes, que con la aquiescencia de Gómez, se había hecho jefe de todo el Territorio, disfrutando del libre comercio del caucho y eliminando a quien se opusiera a su omnímodo imperio.(4)
Dominado el territorio, Arévalo Cedeño se unió a los rebeldes de Apure y en 1924, año de la exploración del P. Bálzola, regresó al Territorio, y allí mantuvo la guerrilla hasta que el Gobierno venezolano, ayudado por las autoridades colombianas, logró vencerlo y expulsarlo a Brasil (5)
A tales acontecimientos hace referencia el P. Bálzola en una carta al P. Amadei en 1924:
«Fue providencial que yo fuera en marzo y abril. Porque después de mi retirada de S. Fernando de Atabapo, capital de aquel desgraciado Territorio, llegó allí un General con 300 hombres y se apoderó del Gobierno. Felizmente no hubo derramamiento de sangre, porque no le hicieron resistencia. Los políticos principales, unos cayeron prisioneros y otros huyeron por las fronteras del Brasil». (6) Cuando se creó la Prefectura Apostólica en 1932 y los Salesianos tomaron posesión efectiva de ella, había desaparecido ya esta situación de guerrilla. El T. F. Amazonas se hallaba bajo el control de las autoridades centrales venezolanas. Pero las consecuencias de este ambiente de guerra, había influido en el estado de abandono de aquel «infierno verde», como dieron en llamarlo.
Las fuentes históricas salesianas (Relaciones y Correspondencia), nos lo presentan como una «tierra miserable y abandonada» (7) sin actividad comercial, con lugares pobres y privados de todas las comodidades.(8)
El P. Marchesi se sintió un poco más optimista y escribió:
«Las tierras de Venezuela son más fértiles que las del Río Negro brasileño. Los mismos indígenas plantan arroz, frijoles y hasta algodón, cosa que no hacen nuestros indígenas del Brasil, porque las tierras no son adecuadas». (9)
Pero en el Informe mandado por el P. E. De Ferrari en mayo de 1928, leemos esta impresión general:
«La tierra está sin cultivar, toda llena de bosques y con montañas cubiertas por selvas seculares. No hay animales, ni siquiera en estado salvaje. Pero la tierra, una vez librada del bosque, ofrecería prados naturales y llanos para su cultivo... Los alimentos, hasta que no logremos cultivar la tierra, habrá que llevarlos de Caracas». (10)
Y cuando se inauguró la Misión, se renovaron las quejas del P. De Ferrari, “pidiendo continuamente ayudas.» (11).

2. Creación de la Prefectura Apostólica delAlto Orinoco

Calmada la tempestad político-religiosa del 1929-31, promovida por el Ministro del Interior Rubén González, al hacerse con las riendas de la Presidencia Juan Vicente Gómez, el ambiente se hizo propicio para la creación de la nueva Misión. Así lo consideró el Nuncio en Caracas Mons. Cento y presionó a la Secretaría de Estado del Vaticano para que se efectuaran los últimos trámites.
La Ley del Patronato Eclesiástico, vigente entonces en Venezuela, otorgaba al Ejecutivo Nacional el derecho de establecer y erigir nuevas Misiones en el territorio de la República. (12)
Al abrirse de nuevo la normalización de la comunicación con el Gobierno, el Nuncio Apostólico efectuó los pasos legales y en el mes de febrero de 1932 se creó jurídicamente la Prefectura Apostólica del Alto Orinoco. En efecto, el 5 de febrero de aquel afio se firmó el decreto de la Sagrada Congregación Consistorial que erigía la Misión.
El documento de erección canónica fue presentado por el Nuncio Mons. Cento al Gobierno venezolano. Y, como se deduce de una carta del P. De Ferrari, el Gobierno discutió su aprobación al comienzo de las sesiones parlamentarias, en abril de l932. (13)
Precisamente, la Santa Sede no pudo publicar en «Acta Apostolicae Sedis» el decreto, por esperar su definitiva aprobación del gobierno venezolano, según las disposiciones legales vigentes. El Ministro del Interior hizo saber además al Nuncio, que el Gobierno no estaba plenamente de acuerdo en que tal Misión se le conflara a los salesianos.(14) Pero aún sin la unanimidad absoluta, acabó por ser entregada la Misión a los hijos de Don Bosco porque ya en Roma contaban con ello.
Y así, el 11 de marzo de 1932, Mons. Salotti enviaba al Procurador General P. Tomasetti el oficio desde Propaganda Fide en el que se confiaba la Prefectura Apostólica del Alto Orinoco a la Congregación Salesiana.
Conocida la decisión de la Santa Sede, en Turín, los Superiores presentaron una primera lista de candidatos, según consta en el ACS, en la que fueron propuestos:
1. D. Luis PEDEMONTE. Superior de las Misiones de Patagonia en Argentina y después Inspector de Perú, Bolivia, México y Cuba. Celoso, prudente, de buena salud. Buen organizador y buen administrador. Conoce bien el español, el italiano, el francés y un poco el inglés. (15)
2. D. Albino del CURTO. Desde hace 30 años en las Misiones del Ecuador. Organizador, gran espíritu de sacrificio. Conoce el italiano y el español. Es Provicario del Vicario Apostólico de Méndez. (16)
3. D. Domingo BORTOLASO. Vive desde hace años en Venezuela. Maestro de Novicios. De buen espíritu. Salud débil y poca iniciativa. Fue director. (17)
Cosa extraña que no aparezca para nada en esta primera lista el P. Enrique De Ferrari. Sin embargo a esta terna se le adjuntó una ficha con los datos del P. De Ferrari como un complemento, sin explicación ni anotación ninguna. (18)

3. D. Pedro Ricaldone, nuevo Rector Mayor

D. Felipe Rinaldi fue Rector Mayor de los Salesianos desde el 24 de abril de 1922 hasta el 5 de diciembre de 1931. Falleció inesperadamente en Turín y hubo que convocar Capítulo General para nombrarle sucesor. Resultó elegido el Prefecto general D. Pedro Ricaldone (1932-1951).
El Procurador General, D. Tomasetti, cursó al nuevo Rector Mayor el oficio recibido de la Santa Sede.
D. Pedro Ricaldone acusó recibo de la carta de Mons. Salotti, aceptó definitivamente el honor de la nueva Misión del Orinoco, pero pedía a la par, una pausa antes de comunicar la terna para reflexionar mejor y estudiar la difícil situación de la nueva Misión. Decía al final de su carta al P. Tomasetti:
«Si la Santa Sede cree oportuno esperar un poco, los Superiores tendrán tiempo de informarse y ver quién es el candidato más adecuado para aquella dificilísima Misión». (19)
Se ve, pues, que los Superiores estaban todavía en duda sobre el candidato a quien propondrían. Pero por fin, presentaron la siguiente terna:
1. Enrique DE FERRARI.
2. Luis PEDEMONTE.
3. Domingo BORTOLASO. (20)

Entre tanto el nuevo Inspector de Venezuela, P. Enrique De Ferrari, informaba en su correspondencia al nuevo Rector Mayor acerca de la marcha y organización de la Inspectoría de «San Lucas». Presentó al Consejo General un Memorandum sobre las Casas de Venezuela y sus problemas, sin mencionar siquiera la Misión.(21)
Hasta que el 22 de octubre de 1932, un comunicado del secretario de Propaganda Fide a D. Ricaldone le advertía que se inclinaba a elegir como Prefecto Apostólico del Alto Orinoco al primero de la terna, es decir, al P. Enrique De Ferrari. Pero se requería un nuevo informe acerca del carácter y de las noticias discordantes que habían llegado a aquel Dicasterio, sobre la conducta del Inspector venezolano. Le rogaba que enviara pronto tales informes para hacer el nombramiento lo antes posible. (22)
Los Superiores Mayores no se sorprendieron, porque también a la Dirección General habían llegado algunas cartas acusando al P. De Ferrari de ciertas libertades que, al parecer, resultaban llamativas para quienes lo denunciaban.
D. Pedro Ricaldone, ni corto ni perezoso, informó personalmente al Inspector de tales «chismes», en una carta personal del 6 de noviembre de 1931. Al recibirla, el P. De Ferrari le respondió al Rector Mayor en estos términos:
«Gracias de todo corazón por haberme dicho las cosas tan claras que se dicen respecto a mí. Para mí es la prueba más convincente de que me ama y busca mi bien. Y le suplico que nunca deje Ud. que me falte tal prueba. Gracias de veras...
Voy a responderle punto por punto, pero no para defenderme. No quiero defenderme. Pero sí quiero hacer lo que hizo Jesús: decir la verdad. Y por eso, puesto en la presencia de Dios que me ha de juzgar, hago las siguientes declaraciones:

1. Affaire café.- No me consta que en ninguna casa de Venezuela haya sido sustituido por licores o droga, pero vigilaré mejor y avisaré. En cuanto a mí personalmente, hace más de dos años que no tomo ni una gota de vino, ni de licores, drogas, ni café... No los he tomado en mis años de director ni en mis años de Inspector...
2. Abuso del automóvil. La marca es Chevrolet. Cuesta sólo 13.000 ó 14.000 liras italianas con la carrocería menor... Lo uso ni más ni menos que cuando se hacen viajes por oficio u obligación imprescindible... En dos años de uso, después de 40.000 Kms. de recorrido, es más económico cambiarlo a la Casa Chevrolet que repararlo, porque en la Agencia lo cambian por un precio todavía alto, casi la mitad de su valor... No lo guío yo... Sólo cuando fui a recibir la Parroquia de Barcelona...
3. Formación del Personal. Desde este año están en marcha los 3 cursos de latín para los aspirantes... En mi última carta le mandé el número exacto del personal en formación...
4. Casa de Caracas (S. Francisco de Sales). En 1925... traté este asunto con los Superiores. Le hice ver al Rvdo. D. Rinaldi la necesidad de que el P. Enrique Riva llevara la administración de la Iglesia, que debía depender del Inspector y no del director de la casa. Tanto Ud. como el P. Rinaldi quedaron conformes y así se hace.
Respecto a la Misión no la urjo. Sólo le he mandado a Ud. los informes debidos.
He aquí, amado Padre, cuanto creo obligatorio comunicarle en la simplicidad de la verdad... Me encomiende Ud. al Señor y me bendiga.
Su afmo. in C.J.
Sac. Enrique De Ferrari». (23)

Apenas se supieron tan incosistentes e injustas acusaciones en la Inspectoría, fueron varios los sacerdotes que escribieron al Rector Mayor poniendo la verdad en claro y defendiendo al P. De Ferrari. Transcribo solamente esta carta de D. Enrique Riva, verdadero creador y sostenedor de esta Inspectoría venezolana y director de la primera expedición llegada a la tierra de Bolívar en 1894. Dice así:

«Rvdo.Sr. D. Ricaldone:
Mucho le he acompañado en el doloroso trance en que S. R. se ha visto con la pérdida de nuestro Rvdo. Sr. D. Felipe Rinaldi (q. e .p .d.) y he pedido a D. N. S. que le ayude con su santa gracia a llevar la cruz de su laborioso cargo en las actuales circunstancias.
Aquí también la luctuosa noticia (de la muerte de D. Rinaldi) fue recibida con dolorosa impresión y se celebró el correspondiente funeral con asistencia del Sr. Nuncio Apostólico.
Otra noticia muy penosa que recibimos, acerca de los falsos informes que nuestros Reverendísimos Superiores recibieron de algunos salesianos mal intencionados de aquí, acerca del muy Rvdo. Señor Inspector, D. Enrique De Ferrari falsamente acusado de abusos de bebidas y con respecto a sus viajes en automóvil.
Los que aquí le acompañamos más de cerca y desde su nombramiento como Inspector de Venezuela, nos vemos en el deber de justicia de asegurar a S. R. que el Rvdo. P. De Ferrari se ha distinguido por su abstinencia absoluta hasta de vino en la mesa, con un esfuerzo admirable de voluntad, impuesto también por su delicado estado de salud.
Con respecto al uso de automóviles el Rvdo. P. De Ferrari, ha tomado las medidas más económicas para sus viajes de visitas a las Casas, con un coadjutor salesiano por chofer, y evitando hacer uso del mismo hasta para sus diligencias en la ciudad.
La falsedad de los cargos hechos al Rvdo. P. De Ferrari me obligan a protestar, como lo hago por la presente, ante S. R., asegurándole que no se trata sino de verdaderas calumnias, formuladas por salesianos mal intencionados.
Con respecto a mí, digo a S.R. que en este año entro en el 70 de mi edad con las naturales consecuencias, etc. por lo que le ruego me tenga presente en sus oraciones.
Su afmo. en CJ. Pbro. Enrique Riva
Caracas 28-2 -1932» (24)

Recibidos, pues, los debidos informes de Venezuela, incluso del propio interesado, el nuevo Rector Mayor D. Pedro Ricaldone dio la orden de responder a Propaganda Fide, aceptando al P. Enrique de Ferrari como Prefecto Apostólico.

4. Decreto del nombramiento del nuevo Prefecto Apostólico

Alejada toda duda acerca de la idoneidad del candidato, el 14 de noviembre de 1932, Propaganda Fide emanaba el siguiente Decreto:
«Protocolo 4205/32
SAGRADA CONGREGACION DE PROPAGANDA FIDE
DECRETO

La Sagrada Congregación de Propaganda Fide, en vigor de las facultades que le han sido concedidas por nuestro Santísimo Señor el Papa Pío XI, deseando proveer al gobierno espiritual de la PREFECTURA APOSTOLICA DEL ALTO ORINOCO por el presente decreto nombró, a su beneplácito, PREFECTO APOSTOLICO al R. P. don Enrique De Ferrari, de la Sociedad de San Francisco de Sales, con la autoridad de ejercer cuanto atañe al gobierno de dicha Prefectura, según las prescripciones de los Sagrados Cánones y las instrucciones peculiares de esta Congregación y dentro de las Facultades que se enumeran en el folio anexo a este Decreto.
Dado en Roma, en el palacio de la Sagrada Congregación de Propaganda Fide, el día 14 de noviembre de 1932.
Carlos Salotti, Arzobispo tit. Fil.
Secretario
César Pecorari». (25)

Dos días después, Mons. Carlos Salotti comunicaba la noticia al Rector Mayor y enviaba a Turín una copia del decreto con las facultades que se le concedían en tres páginas anexas y el ruego de transmitir al interesado su nombramiento.(26)
Los periódicos de Caracas publicaron la noticia el 21 de Noviembre, felicitando a quien tanto había trabajado y sufrido para ver convertida la Misión en una realidad.(27)
Aquel mismo día el P. De Ferrari escribía al Rector Mayor:
«En este momento me comunica el Sr. Nuncio que la Santa Sede ha querido nombrarme Prefecto Apostólico de la Misión del Alto Orinoco. Hasta ahora yo no he recibido ningún aviso ni de ahí, ni de Roma. Apenas sepa algo o haya recibido algún documento se lo haré saber.
Creo que esta vez nos hemos equivocado. Yo no soy el hombre adecuado para estas dignidades, pero si tal es la voluntad de Dios, que se cumpla. Yo haré de mi parte todo por la gloria de Dios y salvación de las almas». (28)
La confirmación oficial del nombramiento llegaba a Caracas el 23 de noviembre por medio de un telegrama mandado al Nuncio Apostólico por el Card. Pacelli, futuro Papa Pío XII. Aquel mismo día se hizo la comunicación oficial al Gobierno venezolano, como exigía la praxis diplomática en tales casos. (29)
En el periódico “El Sol” de Caracas, del martes 22 de noviembre, con el título «Obra civilizadora», se publicaba un bello artículo con la biografía del P. Enrique De Ferrari y una fotografía del mismo.
«Este nombramiento ha causado grata impresión en Venezuela, por ser el Rvdmo. Sr. De Ferrari un sacerdote de ejemplares virtudes y de talla intelectual distinguida.
El nuevo Prefecto Apostólico está condecorado con la Orden del Libertador, la Medalla de Honor de la Instrucción Pública, la Cruz Pro Ecclesia et Pontífice y es Caballero de la Corona de Italia.
Dadas las condiciones evangélicas del antiguo Inspector de los Salesianos de Venezuela, auguramos un éxito lisonjero al Ilmo. Sr. Enrique De Ferrari en su delicada misión apostólica, y nos es grato presentarle nuestras felicitaciones y reproducir los conceptos expresados por nuestro colega de “La Religión”, a propósito de esta acertadísima designación» (30)
Los Salesianos de Venezuela solicitaron al Procurador Salesiano, D. Tomasetti que les enviara desde Roma una cruz pectoral bendecida personalmente por el Papa Pío XI, para regalársela en nombre de la Inspectoría de S. Lucas al nuevo Prelado. (31)
El 2 de diciembre salía de Turín para Caracas la comunicación oficial de la Congregación Salesiana, junto con una copia del Decreto de nombramiento y las facultades que se le concedían al nuevo Prelado, unidas a las instrucciones del caso que le mandaron los Superiores para dejar atendida la Inspectoría de S. Lucas en Venezuela.(32)
La larga odisea para la creación y aceptación de la Prefectura Apostólica del Alto Orinoco había terminado.
Comenzaba el trabajo misionero, y el nuevo Prelado empezaba a entrevistarse con las autoridades gubernamentales para establecer el Convenio bilateral acerca de la nueva Misión y para organizar la Misión misma y la primera Expedición misionera al Territorio Amazonas.

5. Convenio estipulado entre el Gobierno venezolano y la Congregación Salesiana respecto a la Misión del Alto Orinoco

Cuando fue creada la Prefectura Apostólica del Alto Orinoco, estaba en vigencia la ley del Patronato Eclesiástico; por esta Ley era prerrogativa única y exclusiva del Gobierno, establecer una Misión en territorio nacional. La Santa Sede daba después su consentimiento para el nombramiento del Prelado y demás cuestiones canónicas.
El Gobierno venezolano, en su deseo de restaurar las Misiones, promulgó la Ley el 2 de junio de 1915, y posteriormente, el 26 de octubre de 1921, el Reglamento de dicha Ley.
El Art.7° de la Ley dice: «Los gastos que ocasionen las Misiones serán fijados en la Ley de Presupuesto».
Y el Art.7º del Reglamento: «En cada Convenio se estipulará el presupuesto de gastos de cada Vicariato o Dirección, ya para el sostenimiento del personal, ya para la provisión de medicinas, instrumentos de enseñanza, etc. Para cubrir estos gastos se autorizarán los Créditos Adicionales que fueren necesarios de acuerdo con la Ley en la materia».
Otras Congregaciones religiosas, asumieron sin más la obligación de evangelizar y tuvieron dificultades para fijar los presupuestos debidos, con el Gobierno. Al P. E. De Ferrari, el Gobierno le había entregado en 1927, con motivo del Viaje de Exploración al Amazonas, la cantidad de 50.000 Bs. y luego le pidió estricta cuenta de su empleo y lo citó dos veces a juicio, como dijimos anteriormente. Convenía, por tanto, ser cautos y hacer bien las cosas antes de firmar el Convenio.
El 24 de noviembre de 1932, ya le anunciaba Mons. De Ferrari al Rector Mayor, que los acuerdos con el Gobierno estaban próximos a establecerse y pedía a los superiores los nombres de los futuros misioneros para gestionar los respectivos permisos. (33)
Respecto a la suma anual que el Gobierno debía pagar a la Misión la habían rebajado de los 50.000 Bs. ofrecidos en 1927 al Nuncio, a 10.000 Bs. ahora. (34)
El Nuncio se dio cuenta de la pequeñez e insuficiencia de tal asignación y se quejaba de ello con el propio Rector Mayor, asegurándole que había trabajado mucho para que al menos, duplicaran tan modesta cantidad, y ya se había logrado para el primer año. (35)
También Mons. De Ferrari insistió para que la subvención se aumentara, y en el primer Informe enviado a Propaganda Fide en 1934, anota que la subvención recibida fue de 23.000 Bs. (36)
Respecto al permiso de entrada, comunicaba a los Superiores que ya tenía el pase de entrada para 4 sacerdotes y 4 coadjutores, por eso necesitaba conocer sus nombres. (37)
Pero el Convenio entre el Gobierno y la Congregación Salesiana no se firmó hasta el 20 de abril de 1937. Entre tanto, las mutuas relaciones se atuvieron a las normas generales establecidas en las Leyes y Reglamentos.
El texto del Convenio es la aplicación de estas Leyes y Reglamentos. Fue firmado por el Ministro del Interior Alfonso Mejía y el Prefecto Apostólico, Mons. De Ferrari. Publicó el texto del Convenio la Gaceta Oficial de Venezuela, donde se anunciaba oficialmente el establecimiento de la Misión que ya estaba funcionando desde hacía tres años. (38)
El texto del Convenio fue publicado en la Gaceta Oficial Nº 19.241 del 20 de Abril de 1937 y dice así literalmente:

CONVENIO DE LA MISION DEL ALTO ORINOCO

Estados Unidos de Venezuela.
Ministerio de Relaciones Interiores.
Dirección de Justicia.
Caracas, al 20 de abril de 1937. 128 y 79.

Resuelto:
Por disposición del Ciudadano Presidente de la República en Consejo de Ministros, se establece, de acuerdo con el Artículo Primero de la Ley de Misiones del 16 de Junio de 1915 y del Decreto que lo reglamenta del 26 de octubre de 1921, una Misión que se designa con el nombre de Misión del Alto Orinoco, bajo los linderos expresados en el Art.2 del Convenio que a continuación se inserta:
Art. 1.- Mons .Enrique De Ferrari, Prefecto Apostólico del Alto Orinoco, en nombre de la Pía Sociedad Salesiana, debidamente autorizado por sus Superiores y con la anuencia de la Santa Sede, por lo que respecta a las facultades canónicas necesarias, se compromete a que la expresada Sociedad Salesiana establezca en el Territorio, que más adelante se deslindará, una Prefectura Apostólica a cuyo cargo queda la organización y régimen de las obras indispensables a la civilización de las tribus indígenas existentes en el Territorio expresado en el Artículo siguiente.
Art. 2.- Los linderos de la Prefectura Apostólica del Alto Orinoco confiado a la acción misionera de la referida Sociedad Salesiana son los siguientes: Norte, Estado Apure, Río Orinoco de por medio; Este, ribera izquierda del río Chiviripa hasta sus afluentes y de allí en línea recta hasta la sierra de Guamapi, el Estado Bolívar y el Brasil; Sur, Brasil; Oeste, Colombia, río Orinoco, Atabapo, Guainía y Río Negro de por medio.
Art. 3.- A medida que las circunstancias lo vayan permitiendo la acción de los misioneros seguirá el siguiente plan de trabajo: Fijar la Sede principal en Puerto Ayacucho, edificando la Casa de la Prefectura, con un Asilo para niños, otro para niñas y su respectiva Iglesia.
Fundar Iglesias secundarias con las residencias que deberán servir de Centros de provisiones, en La Urbana, San Fernando de Atabapo, San Carlos, Maroa y cualquier otra que fuere necesaria. Establecidas estas Residencias, irán internándose los misioneros hacia donde se hallan las respectivas tribus de indígenas, para ir fundando nuevas poblaciones de indios sometidos en el interior del Territorio.
Art. 4.-Anualmente el Prefecto Apostólico presentará al Ministerio de Relaciones Interiores el Plan de los Trabajos que piense realizar, así como el número de misioneros (Sacerdotes, Coadjutores, Hermanas) y demás elementos con sus respectivas atribuciones, y medios de atracción que juzgue oportuno.
Art. 5.- En cada Centro de provisión establecerá el Prefecto Apostólico, de acuerdo con el Art. 13 y 15 del Reglamento de la Ley de Misiones, asilos de niños y niñas, a fin de que una vez instruidos y adiestrados, los primeros en el arte agrícola y las segundas en las labores propias de la mujer, puedan formar con ellos los futuros matrimonios y familias de indígenas reducidos y, con ellas, fundar nuevos caseríos donde lo creyeren conveniente el Prefecto Apostólico, con la anuencia del Ministerio de Relaciones Interiores.
Art. 6.- Cuando el número de habitantes de un Centro exija que se erija en Parroquia eclesiástica, esta será interinamente servida por los Religiosos de la expresada Sociedad, y dependerá en lo eclesiástico del Prefecto Apostólico, quien se entenderá con el Ejecutivo General por el Organo del Ministerio de Relaciones Interiores para todos los efectos que por las leyes de la materia corresponda a los Obispos respecto de su Párroco, y de las Autoridades Civiles y Políticas de la nación.
Art. 7.- Para el sostenimiento del personal de la Misión a que se refiere este Convenio, así como para gastos de medicinas, instrumentos agrícolas e industriales, materiales de construcción, elementos de enseñanza y cualquiera otras que el Ejecutivo General juzgue adecuadas para la mejor organización y funcionamiento de la Misión, se calcula la cantidad de 30.000 Bs. anuales, que se pagarán en dos cuotas, una en el mes de junio y la otra en el mes de enero de cada año económico.
Art. 8.- Los caseríos o centros de población que se establezcan de acuerdo con los Informes del Prefecto Apostólico y la aprobación del Ejecutivo General, se harán conforme a un Plan que permita el desarrollo de ellos.
Art. 9.- El trabajo que ejecuten los indígenas en la construcción de sus propias viviendas o en el cultivo de sus terrenos que se le asignen en propiedad, serán auxiliados por los misioneros con los materiales o instrumentos necesarios; les serán remunerados equitativamente.
Art. 10.- Para mantener el orden en el territorio de la Misión donde se establezcan los nuevos Caseríos o poblaciones de Indígenas reducidos, el superior de cada Centro se valdrá de los indígenas, y en caso que hubiere temor de ser atacados por estos, lo comunicará al Prefecto Apostólico para que éste provea.
Art.11.- El Ejecutivo General podrá nombrar, para el lugar y tiempo que creyere conveniente, Inspectores especiales que visiten el territorio de las Misiones. Estos no podrán ejercer ninguna autoridad ni otras funciones sino tomar nota de lo que juzgaren necesario para informar al Ministerio de Relaciones Interiores.
Se hacen dos ejemplares de un mismo tenor a un solo efecto, en Caracas, a 20 de abril de 1937. Año 128 de la Independencia y 79 de la Federación.
El Ministro de Relaciones Interiores, Alfonso Mejía.
El Prefecto Apostólico del Alto Orinoco, Enrique De Ferrari.
Comuníquese y publíquese. Por el Ejecutivo General, Alfonso Mejía. (39)

Un ulterior retoque fue introducido respecto a la cifra de la subvención anual, en1942. El subsidio gubernativo se fijó entonces en los 50.000 Bs. como se había convenido en un principio. Por eso se modificó el Art. 7 del Convenio de la siguiente manera:

Art.7.- Para sostenimiento del personal de la Misión a que se refiere este Convenio así como para gastos de provisiones, de medicinas, instrumentos agrícolas e industriales, materiales de construcción, elementos de enseñanza y cualquiera otros que el Ejecutivo juzgue adecuados para la mejor organización y funcionamiento de la Misión, se calcula la cantidad de 50.000 Bs. anuales, que se pagarán en dos cuotas, una en el mes de julio y otra en el mes de enero de cada año económico.
Se hacen dos ejemplares de un mismo tenor y a un solo efecto, en Caracas a 31 de Julio de 1942. El Ministro de Relaciones Interiores, César González. El Prefecto Apostólico del Alto Orinoco, Mons. Enrique De Ferrari.
Estados Unidos de Venezuela. Ministerio de Relaciones Interiores. Dirección de Justicia. Caracas, 6 de Agosto de 1942. 138 de la Independencia y 81 de la Federación.
Publíquese de orden del Ciudadano Ministro. El Director, J. M. Hernández Ron.(40)

Este texto del Convenio no presenta dificultades interpretativas, pero conviene hacer algunas observaciones acerca del contenido.
En el proemio se pone claro el papel de la autoridad gubernativa en la marcha de la misión. Demuestra también una cierta preocupación del Gobierno por la población indígena para que no sea explotada. Pero también resalta la mentalidad de la época sobre todo en el lenguaje utilizado: «inserción del indígena», «civilizarlo», «reducirlo» etc, lenguaje que hoy nos resulta chocante y sin sentido. Desgraciadamente, aún hoy se conserva en muchos esta mentalidad, que si en aquellos tiempos podemos comprenderla, en nuestros días no se puede aceptar.

6. La Primera Expedición misionera: Protagonistas

La Misión fue aplaudida por muchos y aceptada con entusiasmo en Venezuela. (41) Pero desde sus comienzos, presentó serias dificultades para el nuevo Prefecto Apostólico, apenas intentó reunir los fondos económicos y buscarse el personal salesiano que debería ir con él al Orinoco.
Visitó todas las Casas para despedirse de los Salesianos de la Inspectoría y exponerles los objetivos y dificultades de su futuro trabajo, pidiéndoles ayuda. La animación misionera era fundamental, porque de aquellos salesianos tendría que sacar a sus próximos colaboradores.
Por la escasez de medios de la Inspectoría, podría llevarse consigo pocos misioneros en la primera expedición. Y como los subsidios materiales que le proporcionaba el Gobierno eran insuficientes, pidió ayuda a Propaganda Fide y también a sus amistades y bienhechores venezolanos.
El P.Ignacio Burk, primer cronista de la Misión, escribe así:
«..Mientras tanto, trabajó Monseñor con el fin de conseguir todo lo necesario para la Misión, porque sabía que allá no encontraría nada. Golpeó a la puerta de diversas casas de comercio amigas, tanto en Caracas como en Valencia, y siempre fue bien atendido y complacido. Compró todo lo necesario para el personal. Se procuró víveres, como arroz, caraotas, café, sal, harina, galletas, frijoles y una infinidad de cosas necesarias para principiar la nueva misión. No se olvidó de un motor para la luz eléctrica, de una radio, una camioneta y una lancha para las incursiones apostólicas. También consiguió máquinas para la carpintería, zapatería, y una multitud de objetos necesarios para la vida en estas lejanas tierras» (42)
«Buscó también ayuda entre las personalidades del Gobierno, entre las cuales contaba con muy buenos amigos, comenzando por el Presidente Juan Vicente Gómez, cuyos hijos se habían educado en el Colegio D. Bosco de Valencia, cuando él lo dirigía.
Tras muchas promesas y muchos desengaños, debidos especialmente al frecuente cambio de ministros, obtuvo que le pagaran el viaje y el transporte de todos los materiales que llevaba hasta Puerto Ayacucho.
Por intervención del Sr. Nuncio, el Gobierno le ofreció los materiales para la construcción de la iglesia y de la primitiva residencia del Prefecto Apostólico; le regalaron 500 sacos de cemento, 1000 viguetas de hierro, y entre otras cosas, palas, carretillas de mano, recogedores y mucha madera» (43)

Propaganda Fide le contestó positivamente a su petición y le envió la asignación de 40.000 liras.
En continuos aprietos económicos, solicitó de los Superiores Mayores una ayuda para el viaje de los nuevos misioneros que enviaban de Italia, pero esta ayuda le fue denegada.
Era el sentido de responsabilidad que pesaba sobre él y el temor de no encauzar bien la Misión, lo que le movía a buscar cuanto antes lo imprescindible y necesario.

7. La selección de los primeros misioneros

La Inspectoría Salesiana de Venezuela contaba sólo con 82 salesianos, de los cuales 30, eran todavía jóvenes clérigos en formación. Seleccionar el personal para la Misión era un verdadero problema. Escribía a los Superiores Mayores:
«Debo preparar el personal para la Misión. La inspectoría no tiene personal suficiente ni siquiera para las obras ya existentes. El próximo curso escolar tendremos que cerrar algunas clases en los colegios, porque algunos tirocinantes comenzarán la Teología, y del Teologado todavía no sale ninguno... ¡Tenga compasión de nosotros!». (44)
El Nuncio Apostólico, Mons. Cento, presionado por el Gobierno venezolano, desea que se comience cuanto antes el trabajo en la Misión del Orinoco. Pero sin el personal adecuado y sin saber en concreto con cuántos puede contar, escribe Mons. De Ferrari:
«No me parece justo ir allá sin saber con quién debemos contar». (45)
Piensa que es más oportuno dejar en la Inspectoría los nuevos que llegan de Italia hasta que se aclimaten y aprendan el idioma, y llevar consigo en cambio, gente ya curtida en el trabajo en estas tierras y que además él conoce personalmente.
En marzo de 1933 mandó a Turín la lista de los misioneros. Irían con él tres sacerdotes: Rottmayr, Bierold y Bonvecchio. Dos Coadjutores: Odúber y Conti.
Después, tiene reservas respecto a Rottmayr y añade al coadjutor Moisés Cerón, su chofer, porque era un buen mecánico y experto en motores. Le hace falta entre el personal laico un agricultor, un carpintero y un albañil. Después cambia el albañil por un zapatero.
Por consejo de los Superiores, el P. Rottmayr fue cambiado por el P. Ignacio Burk. (46)
Así, a fines de junio, tenía ya hecha la lista del personal que iba a llevar consigo:
- El P. Bierold, administrador del Colegio de Valencia.
- El P. Ignacio Burk, profesor y consejero escolar del colegio de Sarría.
- El P. Bonvecchio, profesor del Colegio Don Bosco de Valencia.
- El Sr. Moisés Cerón, coadjutor, mecánico.
- El Sr. Gregorio Odúber, coadjutor, zapatero del Noviciado de La Vega, Caracas.
- El Sr. Fridolino Busch, coadjutor, que sustituyó al Sr. Conti, pues a éste se le descubrió una insuficiencia cardíaca.
Esta sustitución privó en un primer momento del agricultor que se necesitaba, pero pronto fue cubierta esta ausencia con la incorporación al año siguiente con el Coadjutor Francisco del Mazo, el popular y querido «Hermano Chiva», que pasará 55 años ininterrumpidos en el T. F. Amazonas.
Aunque al seleccionar este personal había procurado no desequilibrar los cuadros de las siete Obras de la Inspectoría, no pudo evitarse del todo. Porque se llevaba consigo salesianos en plenitud de rendimiento, hábiles y experimentados, y muy capaces para el difícil trabajo que se les presentaba en la nueva Misión.
Junto con aquellos primeros salesianos, se llevó consigo otros tres laicos no salesianos: los Sres. Paulino Miranda, Luis Tomabes y Rafael Mosquera. (47)
Después de una emotiva despedida en el Santuario de María Auxiliadora de Caracas, el 28 de Agosto de 1933 zarpaba la primera expedición misionera salesiana rumbo al Alto Orinoco.

NOTAS:
(1. LISCANO, Juan, ‘Aspectos de la vida social y política de Vernezuela», en Ciento cincuenta años de vida republicana. Caracas, 1963,198.)
(2. MIJARES Augusto, «La revolución política (1810-1960)», en Venezuela Independiente 1910-1960,148.)
(3. ACS 275, Balzola Giovanni, Relazione, 3. ASIC, Marchesi Giovanni, Relazione, 5.)
(4. Sobre la época de Funes y la explotación del caucho en el T. F. Amazonas. Cfr. Amazonas: El hombre y el caucho. Tesis de grado en Antropología del P. Ramón Iribertegui. Hablan también de Funes las fuentes salesianas. Cfr.Marchesi O. Relazione, 2 y 5.)
(5. CORDOBA Diego, Los desterrados y Juan Vicente Gómez. Memorias de Pedro Elías Aristiguieta, Caracas 1968,42.)
(6. ACS 275 Bálzola Giovanni .Carta de D. B álzola a D. Amadei del 19 de julio de 1924.)
7. ACS 64.21 Missioni, Río Negro, (Brasile). Carta de Mons. Massa a D. Ricaldone del 28 de octubre de 1926),
(8. ACS 275 Bálzola Giovanni, Carta de D. Bálzola a D. Amadei del 19 de julio de 1924).
(9. ASIC, Marcliesi Giovanni, Relazione, 7).
(10. ACS 64.12 Missioni, Puerto Ayacucho, Resoconto di un viaggio, 5).
(11. ACS 31.22 Venezuela Correspondencia entre D. Berruti y el P. De Ferrari)
(12. RODRIGUEZ ITURBE, José, Aportación al estudio de las relaciones entre la Iglesia y el Estado Venezolano. Tesis doctoral. Pamplona, 1966.)
(13. ACS 3122 Venezuela. Carta de D. E. De Ferrari a D. Ricaldone del 30 de marzo de 1932.)
(14. Ibidem.)
(15. D. Luis Pedemonte. Nació en Buenos Aires (Argentina) en 1876. Falleció en Bernal (Argentina) en 1962. Inspector de la Patagonia, Perú-Bolivia, Antillas-México y Visitador Apostólico de Perú y Bolivia).
(16. D. Albino DEL CURTO. Nació en Italia (1875) y murió en Ecuador (1954). Trabajó durante 50 años en las misiones de Méndez en Ecuador).
(17. D. Domingo BORTOLASO. Nació en Italia. Trabajó durante 24 años en México. Vino a Venezuela como Maestro de Novicios. Murió en Caracas en 1938 a los 66 años de edad. Cf. DELGADO Miguel, In Memoriam).
(18. ACS 64.12 Missioni, Puerto Ayacucho. Prefecto Apostólico).
(19. ACS 64.12 Missioni, Puerto Ayacucho. Carta de D. Ricaldone a D. Tomasetti del 31 de marzo de 1932).
(20. ACS 273, Mons. De Ferrari. Documentos relacionados con el nombramiento. Carta de Mons. Salotti a D. Ricaldone del 22 de octubre de 1932).
(21. ACS 31.22. Venezuela. Memorandum que el Inspector de Venezuela presenta al Capítulo Superior, 1932).
(22. ACS273, Mons.De Ferrari. CartadeMons. Salotti aD. Ricaldone del 22deoctubre de 1932. Documentos relativos al nombramiento).
(23. ACS 3122 Venezuela. Carta de D. E. De Ferrari a D. Ricaldone desde Caracas el 24 de diciembre de 1931).
(24. ACS 273, Mons. De Ferrari. Documentos adjuntos al nombramiento. El P. Enrique Riva fue elprimer Director de los Salesianos en Caracas. Sus restos están enterrados en la Iglesia de María Auxiliadora de Sarría, C aracas.)
(25. ACS 273, Mons. De Ferrari. Decreto de nombramiento del Prefecto Apostólico a favor del P. E. DeFerrari, del 14 de noviembre de 1932).
(26. AVAPA, Documentos fundamenrales de 1932. Carta de Mons. Salotti a D. Ricaldone del 16 de noviembre de 1932).
(27. Cfr. La Religión (Caracas, 21 de noviembre de 1932).
(28.ACS31.22 Venezuela. Cartade D .E. De Ferrari a D. Ricaldone del 21 de noviembre de 1932).
(29. Ibidem. Carta de D. E. De Ferrari a D. Ricaldone del 24 de noviembre de 1932).
(30. «Obra civilizadora», en el periódico EI SoI, XI, 5.528 (Caracas 22 de noviembre de 1932)
(31 ACS 273, Mons. De Ferrari. Documentos relacionados al nombramiento. Carta enviada desde la Inspectoría venezolana al Procurador D. Tomasetti del 25 de noviembre de 1932. La firman: los PP. Martín Caroglio, Rodolfo Fierro, Nicolás Grondona y Máximo Piwowarczyk).
(32. AVAPA, Documentos fundamentales 1932. Carta de D. Gusmano a D. E. De Ferrari del 2 de diciembre de 1932. D. Ricaldone le sugirió lo que debía hacer para atender a la Inspectoría antes de marchar al Alto Orinoco.)
(33. ACS 31 22 Venezuela. Carta de D. E. De Ferrari a D. Ricaldone del 24 de noviembre de 1932).
(34. Ibidem. Carta de D. E. De Ferrari al Card. Fumasoni-Biondi, Prefecto de Propaganda Fide, de 130 de abril de 1933).
(35. ACS 64.21, Missioni, Puerto Ayacucho. Carta del Nuncio Mons. Cento a D. Ricaldone del 2 de enero de 1933.)
(36. ACS 64.21 Missioni, Puerto Ayacucho. Carta de Mons. De Ferrari a D.R icaldone del 15 de noviembre de 1933).
(37. AVAPA. Informes anuales a la Santa Sede. Prospectus status missionis Puerto Ayacucho, 30 d ejunio de 1934).
(38. AVAPA, Docunentos fundaciones 1932. Convenio entre el Gobierno venezolano y la Congregación Salesiana sobre la Misión del Alto Orinoco).
(39. Gaceta oficial de los Estados Unidos de Venezuela. LXV, 19.241 (Caracas, martes 20 de abril de 1937) 112.490-112.492).
(40. Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela. LXX, 20.867.(Caracas, jueves 6 de agosto de 1942)138.326).
(41. AVAPA, Crónica de la Prefectura Apostólica del Alto Orinoco (1933-1942). Recortes de los artículos perioditicos publicados en La Religión, El Universal y Nuevo Diario de Caracas en noviembre de 1932).
(42. AVAPA, Crónica de la Prefectura Apostólica... 1,2. Desde la pág. la la 12 esta Crónica está escrita por el P. Bierold. A partir de la pág. 13 está escrita por el P. Ignacio Burk.)
(43. ACS 21.22 Venezuela. Carta de Mons. De Ferrari a D. Ricaldone del 29 de junio de 1933. Ibidem. Carta del 9 de julio de 1933).
(44. ACS 64.12 Missioni, Puerto Ayacucho. Carta de Mons. De Ferrari a D. Berruti del 13 de diciembre de 1932).
(45. Ibidem. Carta de Mons. De Ferrari a D. Ricaldone del 21 de abril de 1933).
(46.ACS 31.22 Venezuela. Carta de Mons. De Ferrari a D. Ricaldone del 11 de junio de 1933).
(47. ACS 31.22. Venezuela. Carta de D.José Raymondi a D. Pedro Ricaidone dei 30 de julio de 1933).



CAPITULO VII

El T. F. Amazonas de los años 30.
Panorámica general


Mons. De Ferrari cuando visitó Atures en su viaje de exploración en 1928, escribió así a los Superiores:
«El primer poblado que visitamos fue el antiguo Atures (misión antigua de los Jesuitas). Pero no encontramos alma viviente. El único recuerdo religioso hallado en una cabaña, fue la imagen de S. Juan (Nepomuceno) y una campana». (1)
A unas dos horas de Atures, en el año 1924, cuando se celebraba en Latinoamérica el centenario de la batalla de Ayacucho, acontecida el 9 de diciembre de 1824 en el Perú, el ingeniero Santiago Aguerrevere fundó el poblado de Puerto Ayacucho que en 1928, precisamente cuando Mons. De Ferrari exploraba el T. F. Amazonas, sustituyó a S. Fernando de Atabapo como capital del Amazonas. Es extraño que Mons. De Ferrari no escribió en su Informe a los Superiores Mayores, ni una palabra sobre esta incipiente población.
El P. Bierold, en una de sus descripciones, se refiere a Puerto Ayacucho de la siguiente manera:
«Ayacucho es un nombre que sabe a gloria. Pronunciándolo nos vienen a la imaginación repiques de tambores, clarinazos de trompetas, vítores de combatientes... Se nos presenta la gallarda figura de Sucre cabalgando el corcel de la fama y coronado por la gloria. Sin embargo, Puerto Ayacucho es bien poca cosa». (2)
En efecto, Puerto Ayacucho, a la llegada de los primeros misioneros salesianos, era una aldea mal urbanizada que no llegaba a 200 habitantes.
El paisaje del poblado estaba constituido por unas peñas negras quemadas por el sol tropical, lavadas por las abundantes lluvias, azotadas y barridas por el viento. Junto al cerro Perico habían construido unos ranchitos pobres y miserables. Los techos de palma casi bajaban hasta el suelo. En tales ranchos se cobijan empleados y señores.
Social, cultural y religiosamente hablando, vegetaban en un total abandono.
«La capilla - escribe el P. Bierold - es pequeñísima. A nuestra llegada tocaron las dos campanas, que tienen fecha de 1750 (época de las misiones jesuíticas).
Encontramos un antiguo S. Juan Nepomuceno con vestidos de cardenal u obispo. La estatua es de madera, y no carece de mérito.(3) Nosotros pusimos las estatuas de María Auxiliadora y de S. José, y con un altar portátil arreglamos el altar mayor. Cada día decimos tres misas, comenzando a las cinco y media de la mañana. Monseñor celebra en su residencia oficial la misa de comunidad. A las cinco y media de la tarde se reza públicamente el Rosario. Los domingos y fiestas hay también bendición con S. D. M. Algunos árboles de hoja áspera, rugosa y escasa se abren camino... entre losas y piedras, encontrando su flaco alimento entre las hendiduras de un terreno sumamente quebrado.
Dan vida al paisaje unas cuantas vacas.., como las vacas flacas del sueño del Faraón.
Corona todo un montículo de un centenar de metros, desde cuya cumbre un vigía señala la llegada de los barcos por el Orinoco o por la carretera de Samariapo. Desde esa altura se divisa la floresta magnífica, llena de encantos misteriosos, que es como un océano de verdor...» (4)

1. La Residencia del Prefecto Apostólico y de los Misioneros

Al principio fue una sencilla choza con techo de palma, en bastante mal estado. Tenía unos 20 m. de largo por 5 de ancho.
Sólo la mitad de la choza tenía paredes de barro, hasta una altura de metro y medio. En el extremo sur, había un pequeño departamento completamente oscuro, estrechísimo y con paredes de tierra hasta el techo. El P.Burk nos sigue explicando:
«Esta choza servía anteriormente de cuartel. El cuarto oscuro era el calabozo. Aquí estalló la sublevación de la guardia en la noche del 1 de noviembre de 1931 que le costó la vida al Gobernador Carrillo y a varios de sus oficiales (5) Esta choza está situada a unos 90 metros del río, en la punta oriental del poblado, entre la carretera y la corriente fluvial.
Llegamos nosotros con unas seis toneladas de equipaje, objetos generalmente de mucho volumen. En manera alguna era suficiente el espacio disponible. Las provisiones de boca, apenas cabían en el cuarto oscuro o calabozo, que destinamos para despensa.
El resto del equipaje, ni con mucho, pudo ser colocado bajo techado. Pero eran objetos que, en gran parte, debían ser resguardados de la intemperie. Llegaron entonces a ser utilísimos los toldos que habíamos traído. Y ya en la primera noche los tendimos, de momento, en forma provisional.
Como dormitorio nos vimos obligados a habilitar la parte Norte de la choza, sin paredes y abierta a los cuatro vientos.
Pero los montones de cajas y bultos constituían algo así como una muralla alrededor del techo.
Las primeras noches tendimos nuestros chinchorros sobre cajones y baúles, sacos y latas, barriles y guacales. Eramos doce personas en total. La estrechez era insoportable en aquel dormitorio provisional. Pero lo peor eran las vacas y los cochinos de nuestros vecinos, que habían descubierto nuestros sacos de sal, y venían a visitarlos todas las noches... Y para realzar aún más la poesía bucólica de aquellas noches, las ratas realizaban carreras y danzas por encima de nuestras cabezas ya que tenían minado el techo...
Una noche, al caer el primer aguacero, las goteras se multiplicaron hasta no dejar ni un sólo rincón del suelo, seco. El viento, además, nos oreaba bien porque no había paredes que se lo impidieran. Nos prestaron entonces muy buenos servicios las planchas de hojalata galvanizada que habíamos traído... En los días de nuestra llegada hubo unos vendavales violentos. Pusimos las planchas alrededor de nuestra choza, asegurándolas con mecates. En una de esas tempestades se rompió la amarra de un toldo, con peligro de que varias cosas volaran y se hicieran pedazos. Pero logramos salvar la situación trabajando esforzadamente. Entonces fue cuando cayó del techo una tabla que hirió a Monseñor en la coronilla.
Después de la primera semana, puso el Gobernador, don Jesús Canelón Garmendia, una casita cerca de la capilla, a disposición de Monseñor. En ella durmieron más o menos durante un mes, los PP. Bonvecchio y Burk.
La primera ampliación de la casa se verificó por el lado sur de la choza ya existente. La prolongamos unos 10 metros. El nuevo espacio cubierto fue utilizado para cocina, para poner el generador de luz eléctrica y un banco de carpintería. La construcción se hizo en unos diez días.
En este tiempo nos mandaba a diario la comida Doña María de Maniglia, nuestra vecina.
Apenas tuvimos lugar donde poner la cocina comenzó a ejercer de cocinero el señor Rafael Mosquera, al principio con bastantes peripecias, porque no estaba acostumbrado a guisar en el suelo sobre tres piedras que hacían de fogón. Y repetía continuamente: «Si yo tuviera aquí mi cocina de gas como en La Vega...»
En la segunda semana comenzamos a tener luz eléctrica. Antes habíamos instalado la radio, pero no nos dio buen resultado, porque la antena no servía. En Enero de 1934 ya escuchamos con buena audición las emisoras de Caracas y de otras partes» (6)

En resumen: que en los meses de octubre y noviembre de 1933 trabajaron de sol a sol en la ampliación y acomodo de las chozas que le sirvieron de vivienda.
Para atender a las necesidades del personal y de la misión levantaron cuatro chozas más, próximas a la que le entregó el Gobernador cuando llegaron. En ellas pudieron guardar el equipaje para alejarlo de las continuas lluvias y vientos. Tenían 8 metros de largo por 6 de ancho. La choza vieja se habilitó para comedor y sala de usos múltiples.
En la choza del extremo norte, acomodaron la residencia de Monseñor. En otra pusieron los talleres de zapatería y sastrería. Una la acomodaron para estudio, dormitorio y sala de estar de los misioneros. Las medicinas y objetos de enfermería los reunieron en una pieza próxima a la que valía de despensa.
Se edificó además, otra construcción, al oeste de la choza primitiva, dándole 10 m. de largo por 5 m. de ancho, para dormitorio de los obreros de la Misión y de los niños internos que se fueron admitiendo. Fue el primer Asilo Pío XI.
Prolongando el techo de esta construcción hacia el norte, se habilitó una iglesita. Se le pusieron al presbiterio paredes hasta el techo; las demás paredes tuvieron una altura de unos 80 cms. y eran todas de planchas de hojalata galvanizada; el resto de la pared era de lona blanca hasta la altura del techo, pero podían ser corridas y levantadas, dejando así visibilidad para que el pueblo siguiera las funciones de la iglesia cuando la concurrencia no cabía dentro de la capilla.
En las proximidades de esta primera Residencia Misional, Mons. De Ferrari planificó y fue levantando la Residencia del Prefecto, la Iglesia y los talleres sobre la laja cercana a la carretera. Posteriormente el P. Bonvecchio, a un lado de la futura Plaza Mayor de Puerto Ayacucho, construiría el segundo Asilo Pio XI. Estos edificios eran ya de cemento armado y materiales modernos.

2. Aspectos económicos del T. F. Amazonas según las fuentes Salesianas

Teniendo en cuenta la precaria situación política del Territorio, alejado de una economía nacional, por los escasos y difíciles accesos y comunicación, es fácil prever la situación económica de aquellos años.
Aunque Mons. De Ferrari expone en uno de esos Informes lo que le contaron sobre el auge del caucho y la bonanza económica:
«...Hace quince o veinte años se gozaba de una situación financiera excelente. Corría el oro, se decía, como el agua. Pero por las guerras internas, el abuso de los gobernadores, y ahora por el bajo precio del balatá y la goma, todo se encuentra en la miseria» (7)
La explotación del balatá y del caucho y su comercio, se hacían todavía en ese tiempo, pero era controlado por comerciantes sin escrúpulos que, engañando a los representantes del Gobierno, comerciaban sus productos en Brasil y Colombia, sin dejar en Venezuela nada de aquel bienestar que todavía se podía lograr.
Las actuales condiciones del Territorio eran calificadas por los misioneros como de «extrema miseria, con tierras abandonadas». (8)
En el Informe de D. Báizola se mostraba claramente la ausencia de toda actividad comercial. Muchas veces estos misioneros en sus viajes hacían notar la miseria, la destrucción y abandono que existía. Ninguna señal de actividades agrícolas, ni cultivos, ni cría de ganado) (9)
Naturalmente, los misioneros desconocían totalmente las características ecológicas de las tierras amazónicas, y al recorrer los grandes ríos, no se percataron que el sistema de conuco indígena era el más viable en estas zonas.
Hablando de una familia de emigrantes, D. Bálzola anotaba:
«Encontré al Sr. Jacinto Figarella, francés, natural de Córcega, el cual lleva ya 40 años en Venezuela, y habiendo hecho una pequeña fortuna, de nuevo la perdió, como le sucede a muchos en estas regiones lejanas». (10)
Y el mismo D. Bálzola termina con un lacónico comentario al final de su viaje:
«Lugares muy pobres y carentes de toda comodidad». (11)
Pocos años más tarde, el Informe de D. Marchesi aportaba un poco más de optimismo sobre las condiciones económicas. Indicaba que en La Esmeralda le ofrecieron bastante leche (12), lo que hace suponer que en aquella región había ganado.
Afirma también, que en el pueblo de S.Antonio «un cierto Antonio Wendehake, de origen inglés, tenía un gran número de familias trabajando con él» (13), sin especificar en qué tipo de actividad. Sabemos que Wendehake era uno de los famosos jefes explotadores del caucho y del oro. D. Marchesi narra que «le ofreció dinero y alimentos en conserva». (14)
El Informe de Mons. De Ferrari, después de su viaje de 1928, no fue muy halagador bajo este aspecto:
«...La tierra es inhóspita, todo selva y montañas cubiertas de florestas seculares. No hay ganado, ni en estado salvaje, pero la tierra, cuando se talen los árboles, parece muy apta para el cultivo... El alimento, hasta que no se consiga cultivar la tierra, habrá que traerlos de Caracas...». (15)

3. Población del Territorio según las fuentes salesianas

Mons. De Ferrari abre su relación con esta afirmación:
«Son pocas las poblaciones que existen. La mayor parte son un recuerdo histórico». (16)
De las relaciones que hacen los misioneros, no se pueden sacar conclusiones exhaustivas sobre el número de habitantes. Las pocas cifras que aportan hablan de «10 a 15 mil entre blancos e indígenas «civilizados» y de muchos «salvajes», feroces, especialmente en el Alto Orinoco, en las cabeceras de los ríos». (17)
Se refiere sólo el número de los Piaroa, calculado en 20.000 (18) y al pueblo Maquiritare se le describe «como muy abundante, tal vez mayor que ningun otro». (19)

A tales cifras hay que darle una importancia muy relativa y tomarlas con gran cautela. Lo que sí podemos es dar un esquema de la situación de las poblaciones visitadas por los tres misioneros que hicieron las primeras expediciones: D. Bálzola (1924), D. Marchesi (1927) y D. E. De Ferrari (1928)

Como punto de referencia, se podrían citar los datos de algunos Censos de esas épocas:

Año 1920 ………… 48.940 habitantes
Año 1926 ………… 60.276 habitantes
Año 1936 ………… 41.165 habitantes

Pero tales cifras no son confiables tampoco, como nos advierte M. A. Vila (20)
Sobre todo, tratándose de indígenas con un concepto distinto al nuestro de ocupación del espacio, resultaba muy difícil en esos tiempos, conocer el número a través de censos que querían abarcar a toda la población. De algunas etnias apenas había contactos esporádicos y se conocía muy poco su hábitat para poderlos censar, aún con cifras estimadas. (21)
Sin embargo, pasados 5 años de la primera exploración hecha por Mons. De Ferrari, él mismo envía a Propaganda Fide su primer Informe y nos da una panorámica que añadimos aquí, pues nos ayuda un poco más a hacernos una idea algo más optimista de la situación poblacional, de su gente y del trabajo que desarrollaban.

4. Poblaciones del Río Guainía

— Victorino: Tiene 82 habitantes. Es un pueblo constituido por indígenas curripacos y banibas que hablan el castellano. Posee una capilla en mal estado, con santos ya carcomidos, dos campanas y un altar rudimentario. No hay escuela. Económicamente, viven permutando el chiquichique y el balatá a los comerciantes brasileños que suben a Victorino y a algún habitante de Maroa, a precios fabulosos. No hay plaga de mosquito en este pueblo.

— Maroa: Población con 310 habitantes. A excepción de 22 personas, son todos indígenas banibas que hablan el castellano. Tiene Iglesia, campanas y unos bancos rudimentarios. Hay una Escuela Federal (la Nº 1.129) con 29 alumnos, que funciona en la casa del maestro por no haber edificio propio, ni útiles escolares. No hay libros y el maestro no está preparado. Sólo existe el comercio del chiquichique que conmutan por otras mercancías que les dan por adelantado y fiadas, a precios fabulosos.

— Guzmán Blanco: Habitantes, 247. La mayoría son indígenas warekenas, que hablan bastante el castellano. No hay edificio escolar, ni funciona la Escuela Territorial decretada por el General Urbina. La Iglesia es pequeña y sin puertas.

— S. Antonio de las Isletas: Caserío con 6 casas y 34 habitantes. Son banibas. No tienen iglesia, pero sí una campana y dos estatuas. Viven de la permuta del chiquichique por mercancías brasileñas.

— Democracia: Caserío con 8 casas. Estaba desierto al pasar yo por allí, porque los habitantes habían ido a la montaña a cortar chiquichique.

— Comunidad: Tiene 125 habitantes baré y banibas, que hablan castellano. Iglesia en ruinas. Posee una escuela territorial que no funciona, pues no hay edificio ni mobiliario.

— Santa Rita: Ha surgido sobre las ruinas de un antiguo poblado de la Colonia. Población incipiente que posee tierras fértiles. No hay escuela ni iglesia.

5. Poblaciones sobre el Río Negro

— S. Carlos de Río Negro: Con 458 habitantes. El 60 % baré y baniba. Hay Escuela Federal (Nº 1128) que funciona en casa del maestro y tiene 56 alumnos. Los habitantes efectúan un comercio de permuta con el Brasil y Colombia. Es el poblado más destacado de la zona y funge de capital del Departamento de Río Negro.

— Santa Rosa de Amanadona: Tiene 156 habitantes baré. La Iglesia no tiene techo. Hay una Escuela Territorial en la casa del maestro. Los habitantes viven del comercio del chiquichique en las mismas condiciones que los demás poblados de la región.

6. Poblaciones del Casiquiare

— S. Francisco Solano: Es una población que vuelve a formarse con habitantes dispersos que se van estableciendo aquí. En total son 81. Hablan castellano. Son indígenas todos, menos el maestro de escuela y su familia. Tiene Iglesia y Escuela, que se imparte en la casa del maestro.

— Capiwara: Con 55 habitantes. Población aislada. No pasa el correo. Las tierras son muy fértiles. Venden los frutos en el Cocuy, en la frontera de Brasil, a donde hacen un viaje largo y penoso para permutar sus frutos por telas, jabón, kerosén. No hay iglesia ni Escuela. La piden a gritos.

7. Poblaciones del Orinoco

— Tamatama: Es un Caserío lejano y sin comunicaciones, pues no pasa por allí el correo. Tiene 57 habitantes. No hay Iglesia. Funciona una Escuela Territorial en casa de la maestra. Los habitantes dependen en general del Sr. Noguera, que los trata a baquetazo limpio como los antiguos negreros o caciques.
— S. Antonio de Aramare: Tiene 72 habitantes de varias etnias, dependientes del Sr. Carlos Wendehake, quien los utiliza para sus trabajos. Entre ellos hay algunos que son mineros de las minas de oro de Yapacana. Hay iglesia y Escuela Territorial que funciona con intermitencias.

—Minicia: Es un lugar sobre la orilla izquierda del Orinoco con dos familias. Son 17 indígenas.

— S. Fernando de Atabapo: Tiene 166 habitantes, mezcla de blancos e indígenas. La iglesia está en ruinas, pero puede restaurarse. Funciona una Escuela con edificio propio; es la Escuela Federal N 1.127. El maestro no está preparado, pero no hay otro.

— S. Vicente: Es un caserío frente a la boca del Vichada. Tiene 9 habitantes blancos y 32 indígenas guajibos. Está en un punto estratégico frente a Colombia y la entrada de los Raudales. Es un sitio a propósito para poner una guarnición de frontera, enfrente de la que tiene Colombia en su territorio.

— Isla Ratón: Tiene tres familias con un total de 14 habitantes. La tierra es buena, pero hasta hoy no se ha cultivado. La gente quiere retirarse de la isla.

Nos damos cuenta que esta relación, aunque somera, fruto de los primeros viajes de los misioneros, profundiza un poco más en la situación del indígena amazonense y señala también necesidades perentorias como eran la Educación, la iglesia y también señala las relaciones de explotación en que vivían los pobladores del interior.
Otro punto que aclara esta relación, es que el señalamiento que se le ha hecho a la Misión, inculpándola de ser el factor «primordial» de aculturación y pérdida de las lenguas indígenas, no es nada históricamente justo. Vemos por estas relaciones, cómo la mayoría de los habitantes de estos poblados hablaban ya el castellano, antes de llegar los misioneros salesianos.

NOTAS:
(1. Mons. DE FERRARI E. Preefecto Apost. Dalla missione dell’Alto Orinoco en BSi LVII 4(Abril 1933) 114-115).
(2. BIEROLD José María, Dallanuovamissione dell’Alto Orinoco. Ayacucho, Primo Centro. en BS LVII 3 (Marzo1934) 83-85)
(3. AVAPA, Crónica 1,42-46. El P. Burk nosda unos detalles interesantes: Según averiguamos, la población celebra la fiesta el 24 de junio como si fuera S. Juan Bautista... Pero esta estatua la trajeron de Atures. Y Atures estaba dedicado a S. Juan Nepomuceno... El mencionado S. Juan fue traido de Atures, población floreciente en tiempo de las misiones jesuíticas, situado a dos horas de camino de Puerto Ayacucho, junto al raudal de Atures. Hoy de Atures no queda más que el nombre y una casa arruinada y deshabitada. Trasladaron el santo a Ayacucho cuando se hizo la carretera de Samariapo. Lo había conservado con cariño en Atures una señora anciana. Tanto en Atures, como aquí en Puerto Ayacucho, gozó el santo de mucha veneración... Su estatua estaba cubierta de trenzas de cabellos, cintas de colores, exvotos de manos y pies, unos de hojalata y otros de metal. A sus pies ardían velas...»)
(4. BIEROLD José M. Dallanuovamissione dell’Alto Orinoco... en BSi LVII (Marzo 1934)83).
(5. Allí fue asesinado aquellanoche el Gobernador del T. F. Amazonas Eduardo Carrillo, sucesor de Carlos Velandia Benavides. Carrillo fue asesinado por su propia guardia personal y fue sustituido por Bernardo Rivas.)
(6. AVAPA,Crónica I, 53-58).
(7. Cfr. BIEROLD J. La nostra residenza en BSÍ LVII, 3 (Marzo 1934)8 3-84).
(8. ACS 64.12 Missioni, Puerto Ayacucho. Resoconto 1).
(9. ACS 275. Bálzola O. Relazione, 6).
(10. Ibídem.)
(11. Ibidem. Carta a D. Amadei del 19 de agosto de 1934).
(12. ASC. Marchesi O. Relazione, 4)
(13. ASC. Marchesi O. Relazione, 4)
(14. Ibidem, 5).
(15. ACS 64.12 Missioni, Puerto Ayacucho. Resoconto, 1).
(16. ACS 64.12 Missioni, Puerto Ayacucho. Resoconto, 1).
(17. ACS 275. BáIzolaG. Relazione, 11).
(18. ACS 64.12 Missioni, Puerto Ayacucho. Resoconto, 5)
(19. ACS 64.12 Missioni, Puerto Ayacucho. Resoconto, 5).
(20. VILA M. Aurelio, Aspectos Geográficos del T. F. Amazonas. Pág. 80).
(22. ANDUZE P. Shailili-ko en VILA M. A. Aspectos, 82 : la exagerada oscilación de las mismas, nos obliga a tomarlas con gran cautela y a dudar seriamente de su exactitud).



CAPITULO VIII

Crónicas de ayer

1. Comienza el trabajo

Vamos a dejar rienda suelta a las primeras Crónicas que nos dejaron los primeros misioneros para hacemos una idea del inicio lleno de dificultades.
En estas Crónicas notamos la mentalidad del misionero de entonces,con una gran espiritualidad práctica, e hijos de su tiempo, con expresiones que a nosotros ya nos extrañan, pero con una entrega estupenda al trabajo.
Las primeras semanas trabajaron todos en el acomodo de la residencia de Puerto Ayacucho.
Después fue distribuido el trabajo de la siguiente manera:
El P. Bierold y el Sr. Fridolino Busch fueron destinados a la residencia parroquial de La Urbana en el Edo. Bolívar.Y allí organizaron ellos su trabajo misional. Hasta su partida, en diciembre de 1933, el P. Bierold se dedicó entre otras cosas a escribir la Crónica y a enviar correspondencia a los diversos sitios; y Fridolino Busch ayudaba a los demás en los trabajos de cada día.
El P. Bonvecchio hizo de arquitecto y constructor de la Residencia misional, que fue el primer edificio construido en cemento y hormigón, levantado en el Territorio. Trabajaba y dirigía las obras aguantando el calor, la lluvia y los mosquitos.
Era además excelente cazador y buen pescador, e iba con frecuencia a cazar y pescar para proporcionar came y pescado fresco a la comunidad. El P. Ignacio Burk, se encargó como párroco de la cura de almas, de la Escuela y de la enfermería.
Ya el 17 de noviembre de 1933, trajeron a la enfermería de la Misión al mecánico de la estación radiotelegráfica, gravísimas quemaduras en los brazos, tronco, pecho y espalda. El P. Burk hizo de médico. Lo lavó con ácido pícrico. Lo atendió y hospitalizó en la misma choza de la misión. El P. Bonvecchio le cedió su catre.
Se llamaba este mecánico Alfredo Grossmann. Era natural de Berlín. Llegó a curarse de sus quemaduras tras los solícitos cuidados del P. Burk. Mientras vivió en Puerto Ayacucho, fue como un misionero más, disponible para cuanto podía hacer por la Misión.
Mientras Grossmann estuvo hospitalizado, el P. Burk hizo de mecánico radiotelegrafista. Cuando se fundió el aparato telecomunicador del Gobierno, la Misión prestó su instrumental hasta que aquél pudo repararse. (1)
Al resto de la población, la enfermería misionera le proporcionaba quinina y otras medicinas más usadas en aquella zona.
La Misión se hizo responsable de la Escuela «Hermenegilda Gómez», así llamada en memoria de la madre del Presidente Juan V. Gómez. El P. Burk hizo de maestro. Y a través de la escuela, aquellos muchachos contactaron por primera vez con el sistema educativo de los hijos de D. Bosco.
D. Gregorio Odúber fue el verdadero «factotum» de la Residencia: zapatero, sastre, despensero, asistente de los internos y jefe del personal obrero. Era el eje alrededor del cual giraba la organización y marcha de la Residencia.
D. Moisés Cerón era el chofer y el mecánico de Monseñor y le acompañó en sus primeros viajes en barco y cuidando la lancha «Auxiliadora» y las demás embarcaciones de la Misión. Trabajaba además de mecánico en la casa, y como agricultor en el conuco que tuvo pronto la misión, a fin de procurarse los alimentos necesarios.
El personal obrero llegado a Puerto Ayacucho con los primeros misioneros, también tenían asignadas sus funciones. El Sr. Rafael Mosquera hizo de cocinero y logró que le compraran en Ciudad Bolívar un fogón de hierro «con chimenea y todo».
Paulino Miranda, se hizo práctico del río Orinoco y sus afluentes. Pilotaba la lancha y otras embarcaciones alternándose con D. Moisés Cerón. Cuidaba también de pintar, reparar y mantener las embarcaciones de la misión.
Luis o Lino Tomabes (en las Crónicas aparece con ambos nombres), tuvo que volver a su casa el 7 de octubre de 1933 para cuidarse de una enfermedad que requería las atenciones familiares. Y se fue con su familia a S. Fernando de Atabapo.
También trabajaron en la Misión en estos primeros años, el práctico de la marinería fluvial Miguel Lapalma y el alemán Kurt Steffler, luterano y muy buena persona. Hablaba inglés, francés, alemán y castellano y se distinguía por su gran humildad según la Crónica. En la Misión fue la mano derecha del P. Bonvecchio en las agotadoras tareas de la construcción de la nueva Residencia. (2) Al mismo tiempo, iba formándose poco a poco el primer internado de niños, o Asilo. Frecuentaban la Escuela y ayudaban en lo que podían a los misioneros. Interesante lo que dice la Crónica:
«Los indígenas que viven con nosotros no nos son de utilidad en el trabajo. Nos contentamos con que nos vayan a buscar el agua y la leña para la cocina. A estos indígenas, no se les debe hacer trabajar hasta que tengan una edad suficiente. Y eso, si ellos voluntariamente quieren y con el contrato hecho, hablando con el capitán de su respectiva tribu». (3)

2. Horario de trabajo

En enero de 1935 se pudo fijar ya un horario de trabajo en la Residencia misional.
El P. Bonvecchio y Monseñor, hicieron largos viajes a los poblados del Río Negro y Guainía, para atender aquellas zonas alejadas del Centro residencial. Pero los residentes en Puerto Ayacucho, se organizaron más o menos a tenor del siguiente horario general:
Se levantaban a un cuarto para las cinco de la mañana. Después del aseo personal, los salesianos hacían su meditación y asistían a la misa comunitaria. Para la gente del pueblo se celebraba misa a las seis y cuarto.
El desayuno se fijó a las siete; se realizaban las tareas caseras o cada cual iba a su trabajo.
A las nueve empezaban las clases que, por la mañana duraba dos horas, hasta las once.
A las doce el almuerzo, seguido de un descanso hasta las dos menos cuarto, hora en que se hacía la Lectura espiritual reglamentaria entre los salesianos. La Escuela era de dos a cuatro. A las cinco, tocaba la campana de la capilla para el Rosario. A las seis de la tarde se ponía en marcha la planta eléctrica. La cena era a las seis y media de la tarde.
En los tres últimos meses de 1933 hubo Escuela Nocturna para los adultos del pueblo, que tuvo mucho éxito. Pero surgieron inconvenientes, porque la autoridad civil, aprovechaba la reunión vespertina de casi todos los hombres hábiles para trabajar, y empezó a exigirles prestaciones y labores gratuitas y comunitarias. Por eso y por otros inconvenientes, desde enero de 1934, se hacía un poco de Oratorio popular, a las siete se tocaba la campana, se rezaban en común las oraciones de la noche y se daban las «Buenas noches» tradicionales salesianas, después de las cuales, cada quien se iba a su casa.
Dice la crónica que gracias a la Escuela, las pláticas y charlas en la iglesia y las «Buenas Noches» diarias, la población se fue transformando.
Los domingos y días festivos el horario era más llevadero y flexible. Se celebraban en la mañana, dos misas para el pueblo, con explicación y catequesis para niños y niñas. Por la tarde se organizaban juego y diversiones oratorianas al estilo salesiano. Se terminaba la jornada con la bendición con S. D. M. y dirigiendo al público las Buenas Noches.
Las catequesis bien preparadas, comenzaron enseguida a dar frutos consoladores, tanto en los pequeños como en los mayores. Se empezaron a frecuentar los sacramentos de la confesión y comunión, especialmente entre los jóvenes. En las fiestas más solemnes se celebraban bautizos y fueron arreglándose algunos matrimonios, aunque al principio eran muy reacios a recibir este sacramento.
También se atendió a la pastoral castrense en el cuartel. Y no se olvidó la pastoral de los presos en la cárcel. (4)

3. El Dispensario médico de la Misión

Constituyó una auténtica providencia no sólo para los habitantes de Puerto Ayacucho, sino para todo el Territorio. Para curarse y pedir medicinas llegaban gentes de S. Fernando de Atabapo y de otras poblaciones distantes, e incluso de Puerto Carreño y algunos pueblos colombianos.
Comenzó a funcionar atendido por el P. Burk el mismo día de la llegada de la primera expedición a Puerto Ayacucho. Aquella noche pudieron salvar gracias a las medicinas de la enfermería, a un pobre hombre que había sido mordido por una serpiente venenosa.
El Dispensario socorrió y benefició a muchísimas personas, y esta ayuda corporal abrió las puertas para llevar a estas gentes la salud espiritual y los sacramentos.
Los Salesianos y residentes de la Misión no sufrieron enfermedades de importancia en los primeros años. Sí tuvieron que aguantar las molestas picaduras de mosquitos y zancudos que les causaron algunas inflamaciones y pequeñas infecciones. También las famosas niguas les ocasionaron respetables ronchas, ya que el suelo de las chozas, al principio era de tierra. Los cerdos andaban por la calle como honestos ciudadanos sin que nadie le pusiera traba a sus andanzas. El Gobernador Canelón tuvo que ordenar por bando que los cochinos se tuvieran encerrados en sus respectivas cuadras, al menos durante el día.
Paciencia y constancia fueron necesarias para ir urbanizando el poblado, elevando el nivel de profilaxis individual y social, para que Puerto Ayacucho se pareciera a cualquier ciudad del resto de la nación. (5)

4. El ambiente social

Puerto Ayacucho apenas tenía 200 habitantes en 1933.
La mayor parte de los hombres estaba en el cuartel, o eran trabajadores y peones del Sr. Maniglia y de algún propietario más.
Los hombres del cuartel no son soldados, son una especie de policía o guardia nacional.
«Cada número raso - escribe el P. Burk - gana en el cuartel un buen sueldo diario sin tener que trabajar. Si se acabase el cuartel, se acabaría también Puerto Ayacucho.., Viven en el cuartel unos 50 hombres.
Las dueñas de las casas del pueblo son las mujeres. Así se dice: «la casa de doña Justina, de doña Josefa etc.» Las mujeres viven libremente en concubinato con los hombres durante el tiempo que les place. Y cuando les parece bien, se van con otro admitiéndolo en su casa y despidiendo al anterior...
Esto es normal y no causa extrañeza ni es censurado. Tienen verdadero horror al matrimonio.
Al llegar los misioneros, había sólo un matrimonio canónico en todo el pueblo, y ambos cónyuges eran extranjeros.
La vida del cuartel es vida de holgazanería y corrupción. También se añade el pésimo ejemplo de los jefes. Están casados en su mayoría, y viven, sin embargo, públicamente amancebados con muchachitas indias de diez años o menos...
En una población pequeña todo se sabe y se cotorrea.
El sacramento del bautismo, como el de confirmación, es para ellos más bien un medio para aumentar el parentesco y compadrazgo…
La ignorancia religiosa es completa. Tienen cierta veneración supersticiosa a los Santos locales. Saben oraciones y ensalmes contra culebras, gusanos, y contra toda clase de enfermedades. Otras oraciones las recitan para poder dormir. Usan talismanes contra los que les han hecho mal... Piden reliquias de las tres divinas Personas...
Físicamente están arruinados. El paludismo, los parásitos y otras enfermedades acaban con ellos. En gran parte están anémicos o desnutridos... Mientras no se logre elevar un poco el nivel de vida y esta situación social, moral y sanitaria, es muy dfícil el trabajo misionero y sacerdotal en esta población». (6)
Este cuadro de la sociedad amazonense lo escribió el P. Ignacio Burk el 1 de enero de 1934, según anota él mismo en la página 76 de la Crónica que nos está valiendo de fuente.

5. El primer contacto con los indígenas

Puerto Ayacucho y la Residencia misional fue la base primera para establecer los primeros contactos con los indígenas circunvecinos: Guajibos y Piaroas.
Ya antes de la llegada de los misioneros, venían los indígenas a Puerto Ayacucho para vender sus productos: casabe, mañoco, cestas y otras mercancías. Los cambiaban por ropa, telas, cuchillos o machetes, alimentos, y se volvían a sus caseríos.
A los dos meses de haberse establecido los misioneros en la capital del Territorio, el P. Burk apunta en la crónica:

«25 de noviembre de 1933.
Hoy llegaron unos treinta indios. Dicen que son del Vichada. Algunos de su tribu habían sido muy bien tratados anteriormente por Monseñor. Esto los atrae. Lo malo es que ahora son muchos.
Quieren vestidos, ropa de mujer, cobijas y machetes. Y como cosa que se sobreentiende, la comida y el hospedaje o albergue mientras se queden aquí. El indígena no concibe que se le pueda negar alguna cosa que él ve en manos de otro.
En casa de nuestro vecino D. Juan Maniglia, hay unos peones de su raza (guajibos), y nos sirven de intérpretes.
Les explicamos que Monseñor (el de la barba blanca) no está aquí; que ha ido en busca de cosas para los indígenas muy lejos. Y que llegará después de esta luna, muy tarde. Pero determinaron quedar aquí hasta que Monseñor vuelva... Tenemos que mantener a los indios hasta que vuelva Monseñor.
Menos mal que Doña María, la esposa de D. Juan Maniglia, puso a su disposición un techo de palmas, medio arruinado ya. Así pudimos seguir con tranquilidad las clases y continuamos atendiendo a nuestro enfermo (Grossmann)...
Estuvieron esperando a Monseñor. No les inmuta el lento pasar de los días. Para ellos es muy largo el año y dos semanas de espera no les impacienta; para su indiferencia, es como nada.
Tres veces al día se presentan al Sr. Gregorio Odúber, uno tras otro procesionalmente cada cual con su totuma en la mano. Vienen a buscar su ración de mañoco, arroz y carne.Y ellos mismos se preparan su comida frente al techo donde se hallan acampados». (7)
Mons. De Ferrari volvió de Ciudad Bolívar el 2 de diciembre. Atendió a los indígenas y los despidió contentos.

«2 de Diciembre de 1933.
Esta tarde llevó Monseñor en camioneta a Samariapo a los indígenas, para que, salvados los raudales, siguiesen desde allá su viaje de regreso. Se fueron contentos de la liberalidad de Monseñor, aunque ésta no haya sido tan grande como con los primeros...
Volvió nuestra camioneta a las cuatro de la tarde. Dos jóvenes (de unos 18 años), resolvieron quedarse con nosotros. Los llamamos José y Enrique, No hablan castellano.
De la misma tribu de los guajibos, tenemos ya desde las primeras semanas de nuestra estancia aquí, un niño. Se llama Jacinto y habla algo el castellano. Hace poco lo bautizó Monseñor. Hizo de padrino D. Gregorio.
Después de las cinco, administró Monseñor la confirmación a dos niños de la Escuela». (8)
Eran los indígenas tipos fornidos, de recios músculos, al decir del P.Burk. Pueden llegar a ser ciudadanos muy útiles a la patria. Para catequizarlos habría que aprender su lengua. Dejarlos que conserven sus costumbres y formas de vida. Adaptarse a ellos indigenizándose en lo posible. Algunos guajibos y piaroas se quedaron a vivir en la Misión y con ellos y los niños residentes de los alrededores de Puerto Ayacucho, se fue formando el primitivo internado (9)
El P. Bierold escribió antes de marcharse a La Urbana con el Sr. Fridolino:
«Hemos visto otras familias de la tribu de los piaroas, que son más bajos de estatura (que los guajibos). Tienen rasgos faciales muy correctos. Llevan en la nariz y en los labios unos palillos que se sujetan en taladros de la piel». (10)

6. Primeras realizaciones apostólicas

El P. Ignacio Burk trataba de explicarle a D. Rodolfo Fierro en una carta el inmenso campo de labor misionera que se le presentaba en Puerto Ayacucho y demás poblados del Territorio. Y le decía:
«La gente es muy buena, pero totalmente ignorante. No tiene ni idea de lo que es la misa ni el sacerdote. Es necesario prepararla para todo, desde el bautismo hasta el matrimonio.
Es un trabajo serio y pone a prueba todas nuestras teorías y nuestros estudios de misionología...
Pero trabajaremos. Y si la gracia de Dios nos ayuda, puede ser que se siegue y recoja algo, tal vez mucho». (11)
Se empezó a trabajar, pues, intensificando la catequesis a todos los niveles. Se le hizo una visita domiciliaria a las diversas chozas y familias para formarse una idea de sus necesidades materiales y espirituales más urgentes.
Se les invitó a ir frecuentemente a la Misión y a la Iglesia donde se organizaron enseguida los actos tradicionales de culto. Apenas instruida y reconciliada con Dios mediante el sacramento de la penitencia, la gente empezó a casarse canónicamente. Los jóvenes y adultos recibieron la confirmación. Se estableció la Cofradía del Santísimo Sacramento para los hombres y la Archicofradía de María Auxiliadora para las mujeres adultas.
Los niños y niñas del poblado se regeneraron mediante la Escuela. Y apenas llegados los misioneros, se hicieron cargo de la misma, a la que había renunciado una maestra que no resistió aquel ambiente y se fue de Puerto Ayacucho. Era una Escuela Mixta. Y, esperando que a su debido tiempo llegaran las Hijas de María Auxiliadora, para hacerse cargo de las niñas, el 2 de octubre el P. Burk se encargó de dar las clases a todos los que estaban en edad escolar en el pueblo.
He aquí lo que nos dice la Crónica respecto a la Escuela:
«20 de Diciembre de 1933.
Celebráronse ayer las glorias decembrinas del gran Caudillo Simón Bolívar, con Misa, Te Deum y ternera asada.
A las 8 celebró la Santa Misa el P. Bonvecchio que es como el capellán castrense... A ella asistió el Gobernador con todo su Estado Mayor.
Los niños y niñas de la Escuela solemnizaron el acto con sus variados y hermosos cantos...
El ruido de la fiesta atrajo alguna gente de los Caseríos vecinos. Se hicieron algunos bautizos. Y por la tarde, Monseñor confirmó algunos niños en nuestra Residencia...
A las dos de la tarde, tuvo lugar la inauguración oficial de nuestra Escuela. Habíamos preparado una pequeña academia con los niños.
Tomaron asiento en la tribuna Monseñor, el Gobernador, el coronel Ascanio, jefe de las fuerzas militares, y el Secretario.
Este último leyó el discurso de apertura. Una de las niñas dio las gracias a la Divina Providencia y al Gobernador.
Hallábase presente la mayor parte del pueblo. Nuestro ranchón estaba repleto de gente...
La Escuela funcionaba ya con perfecta regularidad desde el primero de octubre. Tiene actualmente unos 30 alumnos inscritos, entre niños y niñas. Depende de la Gobernación del Territorio y no del Ministerio de Educación Pública. Fue nombrado Maestro oficial el P. Burk, con una asignación de 200 bolívares al mes...
La ayuda que la Escuela nos da, no es tanto material cuanto moral, porque gracias a ella, se puede hacer algo de bien a esta paupérrima población.
De la escuela anterior no heredamos nada más que un rayado pizarrón y un cuadro del Libertador. En ella no había bancos ni utensilios de clase... Así que la clase se daba y se da con medios muy primitivos. Hoy ya tenemos algo así como bancos. Son unos postes clavados en el suelo que sostienen las tablas del asiento de los alumnos, y otros postes un poco más altos que sostienen las tablas que hacen de pupitre o mesa. Ahora ya tenemos tiza; pero empezamos utilizando un trozo de caolín duro para escribir en el pizarrón. Para hacer las cuentas utilizamos papel de envolver que por casualidad trajimos de Caracas. Entonces ni sospechábamos lo útil que resultaría aquí.
Estos bancos de la Escuela, son también los asientos de la gente que se reúne por la tarde en nuestra choza para jugar, conversar y entretenerse Para esta gente sencilla es una gran atracción la luz eléctrica y, sobre todo, el receptor de radio que escuchan con atención.
En este mismo local de la clase se está diciendo también la Santa Misa todas las mañanas para la Comunidad. Pero ya estamos pensando levantar para Jesús sacramentado, una morada más digna y permanente en nuestro ranchito». (12)
Hubo verdadero interés por inaugurar cuanto antes una Escuela Agrícola. Pero los experimentos no dieron buen resultado porque el suelo era por naturaleza arenoso y cubierto de piedras graníticas. Era, en fin, terreno no apto para la agricultura, como hemos dicho en los capítulos iniciales. (13)
El proyecto de Escuela Agrícola, tan querido por Mons. De Ferrari, tuvo que abandonarse.

7. La Urbana, segundo centro misional

El plan fue establecer sólidamente la Misión en Puerto Ayacucho, sede de la Prefectura Apostólica, e irradiar desde allí la acción evangelizadora y de promoción humana a todo el Territorio.
Desde el mes de noviembre de 1933, fueron destinados a la Parroquia de La Urbana (Edo.Bolívar) el P. José Bierold y el Sr. Fridolino Busch. El 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada, quedaron ya establecidos allí. (14)
En el Primer Libro de Gobierno de la Prefectura Apostólica, se encuentra asentado el siguiente auto jurídico, firmado por el Prefecto Apostólico:
«Por las presentes letras, el suscrito hace constar que con fecha 1º de octubre de 1933 he nombrado al Rvdo. Padre José María Bierold, cura párroco de La Urbana, confiriéndole todas las facultades que según el Derecho Canónico son inherentes a dicho cargo. Doy fe de haberlo decretado ejerciendo mi cargo de Prefecto Apostólico del Alto Orinoco.
Mons.Enrique De Ferrari». (15)

Allí se organizó otro centro misional con otra Escuelita de la que se cuidaba el Sr. Fridolino Busch y luego otros coadjutores, como el Sr. José Guillén que también permaneció largo tiempo en la Urbana.
Para aquel entonces, la Urbana tenía unos 600 habitantes, mucho más organizados que los de Puerto Ayacucho. A ellos también los visitaba y dirigía Mons. De Ferrari haciéndole frecuentes visitas.

NOTAS:
(1. AVAPA, Crónica, 1,17)
(2. AVAPA, Crónica, 1, 63-64).
(3. lbidem. 65-66).
(4. AVAPA, Crónica, 1, 66-69. Se lee en la Crónica: «10 de Diciembre de 1933. Desde hoy en adelante se dirá los domingos una misa en el cuartel para los militares y el personal de la Gobernación, en total unas 40 personas. Partió la idea del mismo Gobernador quien (ad extra) en estas cosas, no deja de ser religioso... El celebrante de esta Misa es el P. Bonvecchio.»)
(5. AVAPA, Crónica 1,64-74. Entre los salesianos se dio también algun caso de paludismo. «2 de diciembre de 1933. El pasado 28 de noviembre enfermó de paludismo el P. Burk, que es quien escribe estas líneas. Pero ya ha pasado todo». (Crónica 1,21)).
(6. AVAPA, Crónica, 1,74-79).
(7. AVAPA, Crónica, 1, .18-19.21).
(8.AVAPA. Crónica, I, 23-24.)
(9.ACS 64.12 Missioni, Puerto Ayacucho. Correspondencia con la Santa Sede. Carta de Mons. De Ferrari al Card. Fumasoni-Biondi, deI 15 de noviembre de 1933..)
(10. BIEROLD José. Della nuova Missione dell’Alto Orinoco... En BSi. LVII,3 (Marzo 1933)85).
(11. PINAFFO Giuseppe, Cenni storici. 16).
(12. AVAPA, Crónica 1, 28-33).
(13. PINAFFO G. o.c., 8).
(14. AVAPA, Crónica 1,24)
(15. AVAPA, Primer libro de gobierno de la Prefectura Apostólica del Alto Orinoco, 4).



CAPITULO IX

Viajes apostólicos.
Llegan las Hijas de María Auxiliadora

1. Viajes apostólicos.

Aunque el trabajo en Puerto Ayacucho era abundante, los primeros misioneros se daban cuenta que no podían quedar anclados en la puerta del Amazonas.
Mons. De Ferrari y el P. Bonvecchio realizaron varios viajes al interior del Territorio, unas veces por su cuenta y otras, aprovechando los viajes de los Gobernadores. Eran recorridos largos, alguno de ellos duraba tres meses, en donde se aprovechaba para conocer a la gente, asistirlos religiosamente y apoyarlos en las dificultades de subsistencia.
En julio de 1934 partió Mons. De Ferrari para Río Negro acompañado del P. Bonvecchio, del Sr. Moisés Cerón y de la tripulación de la lancha «Teresita», recientemente adquirida en Caracas. En S. Fernando de Atabapo, deberán separarse Monseñor y el P. Bonvecchio. Este irá en canoa por el Atabapo, atravesará a pie el camino de Yavita hasta llegar a Maroa y regresará por la misma vía para encontrarse con Monseñor en Atabapo. De Ferrari, en cambio, irá Orinoco arriba, bajará el Casiquiare hasta llegar a S. Carlos de Río Negro.
La Crónica que nos dejó el P. Bonvecchio nos puede interesar para conocer el tipo de trabajo realizado:
«Cuando se debe viajar a territorios semidesérticos, se debe uno preparar bien e ir provisto de recursos para cualquier eventualidad... No así el misionero. Su carácter apostólico le obliga a ir en extrema pobreza y a prescindir incluso de lo que es necesario.
Determinada la gira apostólica por Monseñor, debimos transportar hasta Samariapo la falca «Santa Teresita», para salvar los Raudales...
Cargamos allí nuestras pocas provisiones y el 12 de julio de 1934 comenzamos a navegar hacia S.Fernando...

— En S. Fernando de Atabapo.
Hicimos el tramo de navegación hasta S. Fernando, alegres y llenos de entusiasmo, no obstante la continua compañía de la plaga de mosquitos. Saludamos al pasar, algunos poblados guajibos, prometiéndoles detenernos al regreso.
S. Fernando goza de una envidiable posición en la confluencia del Orinoco, Atabapo, Guaviare e Inírida. Y es un punto de partida para Yavita que comunica con el Alto Guainía...
No obstante es una ciudad en estado de franca decadencia, con casas ruinosas y otras ya caídas... La antigua iglesia, grande y sólida y con elegantes torres, hoy se ha convertido en una especie de club zoológico, donde alternan amigablemente las vacas, los toros, los cerdos, perros y murciélagos a millares. El suelo de cemento, está cubierto por una capa de lodo y hojarasca... los restos de los altares, confesionarios y armarios están amontonados en medio de la nave, minados por los ratones... Las paredes del presbiterio, en ruínas. El patio interno, donde hay plantas productoras de mango, se ve convertido en un charco inmundo, piscina de animales y almácigo de mosquitos... El techo hundido a tramos, amenazando ruina total.
No obstante tanto abandono, la gente es buena y sincera. Lo espera todo del misionero, incluso la resurrección material y moral del pueblo.
No tienen medicinas. La sal es muy escasa. Las cerillas constituyen un artículo de lujo. No usan la moneda para el comercio, sino que se intercambian los productos. La agricultura usa medios totalmente primitivos. Los habitantes que desean mejorar de género de vida se ven forzados a emigrar...
Efectuamos 30 bautismos y otras tantas confirmaciones.
La gente asistía con edificante piedad a las pláticas y catequesis y celebración de la Santa Misa. Entre los bautizados hubo 4 indios piaroas... Es una tribu explotada por los siringueiros o buscadores de caucho y los sarrapieros o recolectores de la sarrapia... Habitan en el nacimiento de los ríos Cataniapo y Quejanuma. De cuando en cuando llegan hasta aquí a intercambiar sus productos por anzuelos, lienzos y otros artículos de primera necesidad... Creen en supersticiones y encantamientos...
Si fuéramos más misioneros se podría atender a todas estas gentes...

— Hacia otras poblaciones.
El 30 de julio dejamos S. Fernando.
Navegué en una mísera embarcación por el Atabapo y el Temi, con los ríos en crecida... La lluvia nos azotaba con mucha frecuencia sin que pudiéramos cambiarnos de ropa y secarnos. Me acompañaban tres jóvenes de la misión y un baniba...
Siguiendo el curso del Atabapo, llegamos a Chamuchina y Caname donde nos detuvimos. Bauticé algunos niños y dejé para otra vez efectuar tres matrimonios, porque los hombres habían ido a los trabajos del balatá (una especie de árbol de caucho).
Seguimos a Baltasar. En otro tiempo, este poblado fue importante por las plantaciones de café y cacao. Hoy está en decadencia... Allí presencié la fiesta del «nidatame» o iniciación de una niña que había llegado a la pubertad. Con tal motivo hacen fiesta todos los de la tribu. Y terminan todos embriagados.
De Santa Cruz fui a Yavita... De Yavita a Pimichín... En todos los sitios catequicé, prediqué, celebré misa y administré sacramentos... En Pimichín cargamos con nuestro equipaje y con los cuatro jovencitos que me acompañaban, intenté la aventura de navegar con una pobre canoa... Nos resultó bien aquel acto de audacia y logramos desembarcar en Maroa.

— En Maroa.
El poblado de Maroa apareció blanco y lindo en medio del verdor de la vegetación. Maroa es la capital del departamento Casiquiare y es, sin duda, la población mejor presentada y más urbanizada del Departamento. Tiene casas limpias y bien alineadas, organizadas y ordenadas según un plano, alrededor de una plaza amplia. La Iglesia es grande y está bastante bien conservada...
Los habitantes pertenecen casi todos a las tribus baré y baniba. Son de índole apacible. Atienden con atención la palabra de Dios. Conservan un espíritu religioso superior al de los poblados vecinos. Los domingos se reúnen todos en la iglesia y uno de ellos lee las oraciones y las lecturas bíblicas. Hacen procesiones con la imagen de su patrono S. Gabriel…
Sería un lugar adecuado para establecer un Centro de Misión.
Aunque nos esperaban con ansiedad, quedaron un poco cortados por no haber avisado a tiempo la llegada del misionero, ya que hubieran querido recibirlo adecuadamente. Pusieron a nuestra disposición una de las mejores casas y nos obsequiaron y atendieron muy bien. Todo el pueblo acudió a las pláticas misionales. Repasé con ellos las oraciones principales del cristiano, ya que disponía de poco tiempo. El Jefe de la población puso a nuestra disposición una embarcación adecuada para que pudiéramos ir a visitar otros poblados y caseríos ubicados a lo largo del río y administrar también allí el bautismo.

— En Victorino, Comunidad, Guzmán, Las Isletas y Democracia.
El último pueblo venezolano del Alto Guainía es Victorino. Lo visitamos y catequizamos. Llegamos también a los Caseríos de Comunidad, Guzmán, Las Isletas y Democracia. En todos anduvimos con prisas. Y todos mostraron el mismo deseo de tener cerca un sacerdote que pueda atenderlos en sus necesidades espirituales. Porque sus pobladores consideran al misionero como su natural defensor y amigo.
Estas buenas gentes viven en condiciones míseras. Se alimentan de algunos productos de su rudimentaria agricultura y de la caza y la pesca. No tienen industria ninguna. Están a merced de los traficantes de balatá y la sarrapia... No acaban nunca de pagar sus deudas con quienes le hacen préstamos a intereses muy subidos.

— De nuevo en S. Fernando.
Habiendo recibido orden de Mons. De Ferrari de estar de regreso en Atabapo el 20 de Agosto, salimos de Maroa el día 15 por la mañana. Después de un feliz viaje llegamos a S. Fernando en la mañanita del 18, empleando en la vuelta la mitad del tiempo que necesitamos en la ida.

— Mons. De Ferrari por el Casiquiare y el Río Negro.
Pero el Sr. Prefecto Apostólico no llegó el 20 de agosto a S. Fernando, porque, habiéndosele averiado el motor de su embarcación, tuvo que bajar por el Orinoco, a la deriva, como pudo.
Había visitado todos los pueblos y caseríos que le fue posible de las riberas del Orinoco, Casiquiare y Río Negro.
Estos lugares, florecientes en otros tiempos, ahora están reducidos a montones de ruinas. Sus poquísimos habitantes viven miserablemente y se ven obligados a emigrar para mejorar sus condiciones económicas. Por eso todo lo esperan del misionero confiando que con el pan espiritual les dará también ayuda material para no abandonar sus tierras.

— Monseñor en S. Carlos de Río Negro.
Donde más se detuvo y donde pudo catequizar mejor Mons. De Ferrari fue en S. Carlos de Río Negro, capital del Departamento homónimo. Insistieron sus habitantes para que permaneciera allí más tiempo. Pero urgentes necesidades lo esperaban en otros lugares y, con pesar, tuvo que dejar aquellas tierras rionegrinas prometiendo volver a visitarlos cuanto antes le fuera posible.
Le pidieron les diera un sacerdote fijo que residiera en S. Carlos. Pero por ahora somos tan escasos que no es posible enviárselo.
Monseñor, en su recorrido, administró 150 bautismos, 200 confirmaciones y 25 matrimonios.

— De regreso a Puerto Ayacucho.
Salimos de S. Fernando de Atabapo, antigua capital del Territorio, empujados por la corriente del río Orinoco ayudándonos además con cuatro remos improvisados.
El 27 de agosto de 1934 llegamos a nuestra sede de Puerto Ayacucho. Fuimos recibidos festivamente por las autoridades civiles y militares, por los salesianos y la población que nos estaba esperando». (1)
En junio de 1936 el P. Bonvecchio recorrió los Caseríos cercanos a Puerto Ayacucho, acompañado del Jefe Civil de la ciudad. Visitaron Bachaco, S. Borja, Sapo, Babilla... En todos estos Caseríos fue recibido alegremente por sus moradores. El P.Bonvecchio volvió de su gira contento y satisfecho. (2)
En septiembre de 1936 el Sr. Alfredo Franco, Gobernador del Territorio, visitó las poblaciones desde Puerto Ayacucho hasta Brasil. El P. Bonvecchio se unió a su comitiva y aprovechó para hacer otra visita a los pueblos del sur.
Así mismo, en 1937 aprovechó otro viaje del Gobernador Dr. Alamo Ibarra hasta el Río Negro y Guainía.
El personal salesiano, en su escasez, se va renovando.
Para el año 1935 el P. Ignacio Burk y el Sr. Moisés Cerón regresaron a Caracas y los salesianos que trabajaban en el Territorio eran:
El P. Alfredo Bonvecchio, Pro-Prefecto, quien ayuda al Prefecto en la erección de iglesias y casas y en los viajes apostólicos.
El P. José M. Bierold, alemán, párroco de la Urbana.
El P. Alejandrino Ramírez, colombiano, Párroco de Atures.
El P. Pedro Stolarz, polaco, director del Asilo Pío XI.
El P. Carlos Klus, alemán, encargado del Oratorio Festivo y maestro en el Asilo Pío XI.
El Salesiano laico, Gregorio Odúber, venezolano, zapatero y sacristán.
El Salesiano laico, Celestino Chacón, venezolano, sastre y mecánico conductor del camión de la misión.
El Salesiano laico Enrique Frezza, italiano, maestro de carpintería.
El Salesiano laico, Francisco del Mazo, español, horticultor y encargado de la Granja agrícola.
El Salesiano laico, Guillermo Gamboa, venezolano, maestro del Asilo Pío XI.
El Salesiano laico, Fridolino Busch, alemán, horticultor y catequista en La Urbana.
El Salesiano laico, José Guillén, venezolano, maestro de la Escuela de La Urbana.
Según los informes de la Crónica, el movimiento del personal salesiano hasta 1945, fue el siguiente:
Año 1934: Llegó a la Misión el Salesiano laico Luis José Pogliani, como maestro y asistente. Este salesiano estuvo perdido en la selva durante varios días y lo rescataron unos indígenas, ya moribundo. (3)
Año 1935: Se fueron de la Misión el P. Ignacio Burk y el Salesiano laico D. Moisés Cerón. (4) Llegaron en cambio, dos nuevos sacerdotes y dos Salesianos laicos: Los PP. Francisco de Paula Alvarez y Juan Affanni; y los Sres. José Guillén y Francisco del Mazo. (5)
Año 1936: Ingresaron en la Misión el P. Pedro Stolarz y el salesiano laico Juan Díaz.(6)
Año 1937: Llegaron al Territorio el P. Alejandrino Ramírez y el Salesiano laico Enrique Frezza. (7)
Año 1939: Regresó a la Misión el Salesiano laico Celestino Pacheco, que había estado ya en la Misión de prueba, y llegaron el Salesiano laico Guillermo Gamboa y el P. Carlos E. Klus.(8)
Año 1940: Se retiró el P. Carlos Klus que volvió a la Inspectoría. Ingresaron, en cambio, en el Territorio los PP. Carlos Giacomuzzi y Juan Vernet, el clérigo José Rivolta y el primer Salesiano autóctono del Amazonas, el Sr. José Antonio Pérez. (9)
Año 1941: Vinieron los misioneros P. Rottmayr y los Salesianos laicos, Aureliano Albornoz y Joaquín Núñez. (10)
Año 1943: Estaba también en Puerto Ayacucho el clérigo Carlos Granados y salió de la misión el salesiano laico Joaquín Núñez. (11)

En síntesis: La Inspectoría venezolana respaldaba la Misión, dotando de personal a los centros del Alto Orinoco, de forma que pudiera sustituirse las bajas de los que tornaban a las Casas y Colegios por diversas razones.
En los años 1945-46 aparecían en el Elenco General tres Centros de Misión: Puerto Ayacucho, La Urbana y S. Carlos de Río Negro. (12)

2. Estampas de un pueblo que cambia

Las estampas de 1933, a la llegada de los primeros Salesianos y las de los años 40, eran muy diferentes. La Crónica de la Prefectura presentaba las siguientes estampas:

- Día 25 de diciembre de 1933
«Celebramos ayer la Nochebuena. No resultó como creíamos... por haber puesto el Gobernador (Canelón Garmendia) un baile en la Casa de los Navas.
Las niñas algo mayores de la Escuela, viéronse obligadas a asistir a él.
Comenzó tal baile a las cuatro de la tarde. A media noche, la mayoría de los parranderos no eran capaces de pensar siquiera en la Misa del Gallo. Dicen que hasta las muchachas de la Escuela estaban borrachas... Naturalmente no vino ninguna a la Misa, ni al otro día.»

- Día 1 de Enero de 1934.
«Resulta ser verdad lo que decía la gente de la Navidad. El mismo Gobernador se escogió a una de las niñas de nuestra Escuela para «su uso». Esto pone obstáculos grandísimos a nuestra labor misionera.
Una de las cosas más urgentes sería precisamente la subsanación de los concubinatos. Aquí no hay más que tres matrimonios bien contraídos. Pero, estando como estamos, no podemos ni poner el dedo en la llaga. A pesar de tener extremada prudencia, corrieron ciertos rumores por el pueblo y llegaron a oídos del Gobernador. Decían que el Padre hablaba en la confesión contra el Gobernador, y otras cosas por el estilo.
Otros dicen que el mismo Gobernador preguntó a las niñas sobre lo que les había dicho el Padre en la confesión. Otros afirmaron que las madres habían inquirido y luego habían llevado las quejas al Gobernador... Y siendo esta población tan pequeña, y tan carente de materia de conversación, todo lo que he relatado es público y notorio en sumo grado, y ha sido el tema de conversación de todas las chozas». (13)
En marzo de 1936, ya había cambiado mucho el panorama. En efecto, dice la misma Crónica, escrita entonces por el P. Francisco de Paula Alvarez:
«Del 6 al 11 de este mes hubo por la tarde Ejercicios Espirituales para las mujeres; y del 12 al 55 para los hombres. Se prepararon todos para la comunión pascual.
Del 12 al 19 se celebraron los Oficios de la Semana Santa. El pueblo asistió con fervorosa piedad» (14)
Y en 1939 escriben:
- Día 24 de Mayo.
«El mes de María se celebró con muchísimo entusiasmo... La fiesta de María Auxiliadora se hizo el 23, domingo de Pentecostés. La procesión se efectuó por la calle principal de Perico, adornada de antemano por los vecinos y vecinas con arcos de palma y colgaduras polícromas... Participó todo el pueblo dando muestras inequívocas de sincera piedad y devoción».(15)
Se van notando cambios, y esto anima a los misioneros.

3. Mons. De Ferrari, primer trabajador del T. F. Amazonas

Ya en 1941 el Prefecto Apostólico Mons. E. De Ferrari fue proclamado «Primer Obrero Espiritual del Territorio» e «Hijo predilecto del Amazonas venezolano».
La determinación de otorgarle tales títulos la tomó espontáneamente la Corporación Municipal de Puerto Ayacucho, y la firmaron el Alcalde Jorge Martínez, el Vice-Alcalde José Orozco y todos los Concejales.
Realmente se merecieron tal honor no solamente Mons. De Ferrari sino también aquellos primeros misioneros salesianos que sembraron las primeras semillas de Evangelio en estas zonas.

4. Nuevo Centro Misional en S. Carlos de Río Negro

El 26 de octubre de 1940 llegó a la población de S. Carlos de Río Negro el P. Alfredo Bonvecchio, enviado por Mons. De Ferrari, con el fin de abrir esta nueva residencia y formar en ella una Parroquia.
«El P. Bonvecchio fue benignamente recibido - dice la Crónica - por los habitantes de esta población». (16)
S. Carlos de Río Negro, enclavado en el corazón de la selva amazónica, a la margen izquierda del Río Negro y cerca de la confluencia del caño Casiquiare, era la población más cercana a la frontera de Brasil.
Este nuevo centro comenzó a funcionar en 1940, aunque la erección canónica de la Casa y Parroquia no se hizo hasta el 5 de abril de 1952.
Muy fuertes tuvieron que ser los comienzos de esta residencia, pues la distancia y la falta de comunicación que existían con el centro, se multiplicaban para esta población, la más sureña y alejada del Territorio. Los misioneros con frecuencia debían adquirir los víveres para el Internado en la cercana frontera brasileña.
Pronto la Misión se encargó de la Escuela Federal Nº 1.130 que existía en el pueblo. Para el año 1948 había 120 alumnos de los cuales 45 eran internos. Montó también un pequeño taller de Carpintería y otro de mecánica bastante bien provistos. El Salesiano laico Sr. Aureliano Albornoz, el P. Giacomuzzi y luego el P. Algeri fueron los primeros misioneros que acompañaron al P. Bonvecchio en este trabajo inicial.
En esta población está enterrado un aspirante a salesiano, Jesús Manuel Espinosa Quintero, que murió ahogado en el Río Negro el 20 de Septiembre de 1951 a los 22 años.

5. Llegada de las Hijas de María Auxiliadora

Hacía tiempo que Mons. De Ferrari instaba para que las Hermanas se incorporaran al trabajo de la Misión en el Territorio, siguiendo la praxis tradicional de las misiones salesianas, en donde las dos ramas religiosas colaboraban en el trabajo eclesial.
La Crónica de aquellos tiempos se expresa así:

«Día 5 de Diciembre de 1939.
Partió para la Capital (Caracas), el Rvdmo. Mons. De Ferrari. Esta vez su visita es muy importante, pues va a traer finalmente a las Hermanas para atender a las mujeres de la Misión, de un modo especial a las niñas.»

- Día 2 de Abril de 1940.
«Llegaron las primeras Misioneras salesianas.
En el avión de hoy vinieron las RR. Hermanas Hijas de María Auxiliadora: La Rvdma. Madre Inspectora, Sor Décima Rocca, Rvda.Teresina Zingale, secretaria inspectorial, con las fundadoras del Asilo María Mazzarello: Sor Yolanda Pazzetta, Directora; y Sor Carmen Vega. A las que enseguida se añadieron Sor Alejandra Alayón y Sor Dolores Hurtado.
Fueron debidamente recibidas.
Monseñor cantó un Tedeum solemne. Vino a la iglesia el alumnado de Asilo, uniformado. Asistieron también las niñas de la Parroquia.
Ya en su Residencia, los niños y las niñas les hicieron una academia recitando discursitos y poesías.
El Párroco (P. Alejandrino Ramírez) dio públicamente las gracias a Dios por la llegada de las buenas religiosas que vienen a trabajar en bien de las niñas, especialmente necesitadas...». (17)
A partir de este año 1940, las Hijas de María Auxiliadora se encargaron de la Escuela Federal de Niñas N-876 que posteriormente se convertirá en Colegio Madre Mazzarello y así se fueron abriendo las nuevas presencias en el Territorio Amazonas: San Fernando de Atabapo, La Esmeralda, Alto Orinoco, Isla de Ratón y San Juan de Manapiare.
Se encargaron de escuelas, de dispensarlos médicos, de las visitas a los caseríos y aldeas. Crearon talleres de costura y confección para jóvenes y madres de familia, y trabajaron en la catequesis, aportando enormemente en la educación y liberación de la mujer amazonense.

NOTAS:
(1.BONVECCHIO Alfredo. Un viaggio apostólico nell’Alto Orinoco en BSi LX,12 (diciembre 1935)156-162).
(2. AVAPA, Crónica 1, 137-138).
(3.AVAPA,Crónica I,ll6,l2ly122).
(4. AVAPA, Crónica 1,. 1l8y 122).
(5. Ibidem, 131).
(6.Ibidem, 140).
(7. Ibidem, 150. El P. Francisco de Paula Alvarez regresó a la Inspectoría).
(8. Ibidem, 160-161,164).
(9. AVAPA, Crónica 1,172).
(10. Ibidem, 178).
(11. Elenco Generale 1943, vol. 11,146-147).
(12. Elenco Generale. 1945, 11, 124).
(13. AVAPA, Crónica 1, 36-40.- La misma Crónica de la Prefectura apunta el día 26 de febrero de 1941: «No poco revuelo levantó entre los habitantes de Puerto Ayacucho la noticia del asesinato de Canelón, ex-gobernador de este Territorio, que tuvo lugar en Maracaibo.» (Ibidem, 175)).
(14. AVAPA,Crónica I, 162. El P. Francisco de Paula Alvarez (1874-1970) fue el primer venezolano sacerdote que se hizo salesiano. Nació en Caracas. Estudió en el Seminario conciliar de Caracas, en donde fue Prefecto y Rector. En 1919 fue al noviciado salesiano de Mosquera (Colombia). Delegado Inspectorial al Capítulo General. Párroco de la Vega hasta que pasó a la Misión de Puerto Ayacucho. Miembro del Consejo Inspectorial desde 1948 a 1962. Falleció en Santa María a los 96 años. Cfr. DELGADO M. In memoriam II).
(15. AVAPA, Crónica 1,162).
(16. ACSCR, Crónica de la casa, 1).
(17. AVAPA, Crónica 1).



CAPITULO X

Muerte de Mons. De Ferrari.

Mons. Cosme Alterio: 2º Prefecto Apostólico del Alto Orinoco



Corría el año 1945.
Mons. De Ferrari había ido a Caracas para solucionar algunos problemas relacionados con la Misión. Ya había realizado sus gestiones y se disponía a volver al Territorio. Se sentía cansado. Pero su conversación era amena y agradable, recordando los tiempos pasados.
La mañana del 3 de agosto de 1945 se sintió mal y debió quedarse en su habitación hasta que se le pasó la indisposición que parecía momentánea. Después de la comida se retiró a reposar un poco, recostado sobre el lecho. Pasado un tiempo prudencial fue a despertarlo el enfermero de la casa de Sarría, donde se había hospedado, y lo encontró muerto sobre la cama en actitud de plácido sueño.
Su muerte causó una dolorosa impresión en toda la Familia Salesiana de Venezuela. Fue un duelo nacional. Llovieron las sentidas condolencias y pésames de las autoridades eclasiásticas, políticas y militares de Caracas y otras ciudades.
Su cadáver fue velado en el Santuario de María Auxiliadora.
Los Antiguos Alumnos de Valencia, que habían oído de los labios del propio Monseñor, su deseo de ser enterrado en la Iglesia de María Auxiliadora de su ciudad, pusieron los medios para que tal deseo fuera realizado. El Nuncio Apostólico y el Gobierno dieron los respectivos permisos. Terminados los funerales y acompañado por un apoteósico cortejo, sus restos mortales fueron transportados a Valencia.
A la mitad del trayecto le salió a recibir una multitud de ciudadanos valencianos, presididos por las autoridades y el clero.
El Apóstol del Orinoco fue sepultado a los pies de la Virgen de D. Bosco en su querido colegio valenciano.
La radio y la prensa venezolanas difundieron la noticia de la muerte inesperada del Prefecto Apostólico del Alto Orinoco. Las resonancias más íntimas de esta noticia tuvieron eco en Puerto Ayacucho y demás centros misioneros. El Gobierno regional decretó tres días de duelo público en homenaje a la venerada memoria de Mons. De Ferrari.
Hombres como Mons. De Ferrari no se podrán olvidar fácilmente. (1)
Muerto Mons. De Ferrari, la Santa Sede, por medio de su Nuncio en Caracas, proveyó enseguida a llenar provisionalmente esta vacante nombrando Administrador Apostólico de la Prefectura al P. Juan Vernet, director de los Salesianos de Puerto Ayacucho, mientras se nombraba al nuevo Prefecto Apostólico.

1. Mons. Cosme Alterio, 2º Prefecto Apostólico de Amazonas.

El 31 de enero de 1947 la Sagrada Congregación de Propaganda Fide, emanó el Decreto de nombramiento del nuevo Prefecto Apostólico en la persona del P. Cosme Alterio, salesiano venezolano, natural de Valencia (Edo. Carabobo).
La Santa Sede envió el nombramiento al Nuncio Apostólico en Caracas y a los Superiores Mayores de los Salesianos. Según la praxis diplomática acostumbrada, el Sr. Nuncio dio a conocer al Gobierno venezolano la designación del P. Alterio para Prefecto Apostólico del Alto Orinoco y lo notificó también al Inspector Salesiano D. Pedro Tantardini.
El 11 de mayo de 1947 tomó posesión de la Prefectura con una solemne celebración en la Iglesia parroquial de Puerto Ayacucho.
El Territorio lo recibió con gran deferencia e ilusionada esperanza. Las autoridades nacionales estaban muy satisfechas, porque el nuevo prelado era venezolano por nacimiento, y a sus 45 años, en la plenitud de sus fuerzas físicas, el futuro de la Iglesia amazonense quedaba en buenas manos.
Mons. Cosme Alterio inició con entusiasmo sus tareas apostólicas. En julio de 1947 hizo su visita a la parroquia de La Urbana, pueblo por pueblo, alguno de ellos ya desaparecido: Sapo, Babilla, Puerto Páez, El Burro, El Gallo, S. José Mogote, Parguaza, Villacoa, Pargüeña, Isla de Cuba, Santa María, El Vapor, los Arucos, Carpo, Culebra, Las Macanillas, Juan Castillo, Las Mangas, El Teclero, S. Pedro, Los Pijiguaos, Túriba, Trapichote, Barriaguán, Capachal, Las Prihuelas, La Urbana. (2) Acompañó al médico higienista Dr. Hans Baumgartner, en una exploración al Sipapo y Cuao, en donde contactaron con varios grupos piaroas.
Hizo también un viaje hacia el Sur del Territorio, por el Atabapo hasta las fronteras de Brasil atendiendo todos los Caseríos.

2. Fundación del pueblo de «COROMOTO»

En estos años se estaba gestionando la creación de un poblado para la población guajiba que se había acercado a este lado de la frontera. Era intención de los misioneros crear en esa población una auténtica Escuela Agrícola.
«El misionero agrónomo Luis Rottmayr, dirigió de septiembre a esta parte ocho expediciones y recorrió toda la zona comprendida entre la ribera derecha del Cataniapo y las de los ríos Paria Grande y Paria Chico, extendiéndose las excursiones hasta la región del río Inava por el Este y el Samariapo por el Sur. En todas partes se estudiaron: el curso de las aguas y la caída de las tierras, que en ocasiones fueron estudiadas aquí mismo y otras veces fueron enviadas para su análisis, al Departamento de Suelos del MAC en la ciudad de Maracay. Con honda pena se ha constatado que todos los suelos de estas regiones son excesivamente ácidos. Con todo, asesorados también por hombres competentes en la materia y la colaboración del MAC no perdemos la esperanza de seleccionar algunas tierras que, mejoradas a corto plazo, con un laboreo relativamente fácil, ofrezcan garantías de estabilidad a una buena colonia de familias indígenas con una anexa Escuela modelo de Agricultura y Cría». (3)
Poco a poco se van agrupando familias guajibas en la zona escogida por el P. Rottmayr, en donde hoy podemos contemplar un floreciente poblado.
La mentalidad existente en aquel tiempo se refleja en el nombre dado al pueblo: Colonia Indígena «Nuestra Señora de Coromoto», mentalidad inexplicable desde el punto de vista teórico, pues ya el Papa Benedicto XV en la Encíclica «Maximum illud» recordaba a los misioneros que «Evangelizar no es colonizar». Pero comprendiendo la urgencia política, una de las razones expuestas por el Gobierno, por la que se abrió esta Misión en el Amazonas, fue precisamente la de crear y reforzar los pueblos fronterizos. Vemos pues, el interés de parte de los misioneros, en hacer ver al Gobierno que se estaba trabajando también en esa línea.
El P. Rottmayr fue el alma de esta empresa. Así nos lo relata la primera Crónica:
«El P. Rottmayr trazó el plano del poblado y se comenzó a construir con materiales sólidos y cemento. Se montó el aserradero. Allí era abundantísima la madera, que se aprovechaba para la construcción de casas y sostén de tejados y techos. También se vendía en Ayacucho para lograr algunas ayudas económicas.
Se instalaron unos comedores populares a los que acudía la mayor parte de la población.
El 28 de mayo de 1950 se terminó de construir el estanque grande y los surtidores de agua canalizada. Los depósitos tenían una capacidad de más de 20.000 litros.
El P. Rottmayr se estableció por fin en la Residencia misionera de Coromoto y empezó a organizar la cuasi-parroquia y la escuela. La población fue creciendo poco a poco». (4)

3. Se abre la Residencia de S. Fernando de Atabapo

En tiempos de Mons. Cosme Alterio se inicia de manera estable la obra salesiana en S. Fernando de Atabapo, antigua capital del Territorio Amazonas.
Visitada varias veces por misioneros salesianos: Desde Brasil por D. Bálzola (1924) y D. Marchesi (1927) y desde 1933 por Mons. De Ferrari y el P. Bonvecchio, es el P. Félix Domínguez el primero que se residencia de una manera eventual desde 1946 y de una forma definitiva en 1947, año en el que se erige la Parroquia.
En el primer libro de Gobierno de la Prefectura, siendo Administrador Apostólico el P. Vernet, hay un Acta en la que se lee:
«El muy Rvdo. Administrador Apostólico de esta Prefectura dispuso que salieran para S. Fernando de Atabapo, el Rvdo. P. Félix Domínguez y el Sr. Gregorio Odúber, para evitar allí el arraigo de la Misión protestante...»
Lo que certifico:
Pbro. Luis Rottmayr, Párroco».(5)
Le dió todas las facultades que pudieran aprovechar para ello en bien de las almas.
En 1950 llegarán el P. Alfredo Bonvecchio, el famoso «P. Bomba», y el Salesiano laico Francisco del Mazo, más conocido como «Hermano Chiva», para sustituir al P. Domínguez. Se hicieron cargo de la Escuela Federal N-1127 que posteriormente se convertirá en la Escuela Junín en una pobre construcción de bahareque.

4. Maroa: una nueva Residencia

Subiendo por el río Guainía hacia el Norte se encuentra Maroa, la Capital de Departamento Casiquiare, fundada en 1760 por la Comisión de Límites. Sus habitantes son indígenas banibas, aunque también hay Warekenas y Curripacos, además de criollos que se radicaron en estas tierras desde la explotación del caucho.
Maroa ya había sido visitada en varias excursiones apostólicas por los misioneros salesianos, pero fue en 1949, el 27 de octubre, cuando llegaron el P. Félix Domínguez y el Sr. José Guillén a establecerse de forma permanente.
Se residenciaron primeramente en la Escuela y después el pueblo le construyó una casita de bahareque y palma en la calle Junín, que fue la primera residencia, posteriormente cambiada al lado de la Parroquia.

5. Otras actividades

Por iniciativa del Instituto de Inmigración y Colonización, fueron enviados a estas tierras, inmigrantes extranjeros con la esperanza de que pudieran radicarse definitivamente en ellas.
«Los misioneros, durante meses enteros no sólo le sirvieron de intermediarios e intérpretes ante las autoridades y particulares, sino también de guías y consejeros, y en no pocas oportunidades, la Prefectura Apostólica les proporcionó en la Misión alojamiento, comida, medicinas, transporte, lavado y reparaciones de ropa, calzado y auxilios de toda índole».(6)
La Misión apoyó desde sus inicios el primer Servicio de Metereología del Territorio, cooperando con las actividades científicas del MAC.
«En el observatorio metereológico que ha instalado la Misión, cada día se toma el grado de calor de la temperatura, mínimo y máximo, el grado de evaporación y la cantidad de lluvia, cuando la hay, la dirección de los vientos y la presión atmosférica, bajo la inmediata vigilancia del sacerdote agrónomo de la Misión y, diariamente, se comunican dichos datos al Departamento de Metereología Agrícola de Maracay. Estas pacientes y diarias observaciones se vienen haciendo desde hace seis años». (7)
Asimismo, se hicieron construcciones en las diversas obras: Asilo Pío XI, Parroquia, Asilo Madre Mazzarello y reparaciones varias en los locales de S. Fernando, S. Carlos y La Urbana.
En 1948, después de un recorrido por el Sur del Territorio, Mons. Alterio hizo un análisis de lo observado y se inclinó por lo que será en un futuro próximo la política de la Misión en lo referente a la Educación, la necesidad de Internados, que tuvieron su época de esplendor, especialmente con su sucesor, Mons.García.

Así se manifestaba Mons. Cosme Alterio:
«La escasez de víveres sufrida durante este viaje de setenta días fue extraordinaria. Las lanchas de correo y de transporte de mercancías demoraron en llegar al Río Negro más de cuarenta y cinco largos días, dicen que por falta de combustible en Puerto Ayacucho. Lo que tuvo como consecuencia, que la totalidad de las familias de las poblaciones del interior, desde S. Fernando en adelante, padecieran verdadera «hambre» y se encontraran privadas de leche, café, azúcar, jabón para lavar, kerosén para alumbrarse, etc. Poblaciones que poseen planta eléctrica no pudieron hacerlas funcionar por falta de gasolina por más de seis semanas. Por la misma razón, no entraban en acción los aparatos de radio receptores, por lo que se vivía completamente incomunicados de Venezuela y el mundo.
A esto se añade la escasez de peces en el río y de aves y de otros animales de caza. Lo que por excepción se encontraba, tenía precios elevadísimos y abusivos.
Considero que el problema del abastecimiento debe ser estudiado cuidadosamente por aquellos a quienes compete, a fin de que no se repitan tales males que perjudican a la salud de los habitantes, especialmente de los niños y entorpece gravemente las actividades de todos los habitantes.
Otro problema urgente que debe ser abordado con decisión, es el de la Educación. Los locales donde funcionan la mayor parte de las escuelas son inadecuados y antihigiénicos; la inasistencia de los niños es notable en alto grado. Además no pueden hacer milagros, maestros que apenas tienen como título de competencia un Certificado de cuarto grado y una enorme buena voluntad.
Por otra parte, los padres de familia han perdido la estimación por la escuela y no sólo son negligentes en enviar a ella sus hijos en los días de labor, sino de intento los alejan llevándolos consigo, para que les ayuden en la agricultura, pesca y cacería.
La población de niños entre los 7 y los 15 años de edad, en los Departamentos de Río Negro y Casiquiare, de acuerdo con nuestro control personal, es de unos cuatrocientos niños, mitad de varones, mitad de hembras. Pero es indudable que, al menos un centenar más estaba ausente en los caños en unión de las familias que no pudieron venir a los poblados.
Pienso que la solución más eficaz al problema aludido es la fundación de sendas Concentraciones para internos en los Departamentos y confiar su dirección a los Salesianos e Hijas de María Auxiliadora, tal como lo están practicando con gran éxito en la vecina República del Brasil..
Con tales Concentraciones quedarían eliminados de un golpe, los gravísimos e irremediables inconvenientes de locales, maestros, asistencia y alimentación. Lo que de momento puede parecer muy costoso, al cabo de pocos años, se verá que es lo más económico y acertado. La Misión del Alto Orinoco ofrece con el mayor gusto toda la colaboración que es capaz para resolver este gravísimo problema en el que están en juego la fe Católica y la Venezuela del porvenir..». (8)

6. La Renuncia de Mons. Cosme Alterio

El único y verdadero Superior de la Misión es el Prefecto Apostólico nombrado por la Santa Sede, a quien pertenece todo lo relativo a la evangelización y al gobierno de la Prefectura.
Pero en las misiones regentadas por religiosos existe una especie de diarquía jurídica, puesto que el Inspector o Provincial debe cuidar de sus religiosos en cuanto se refiere a sus necesidades o conveniencias, tanto físicas como espirituales.
En las Misiones salesianas, Prelado e Inspector, cada cual dentro del área de su competencia, han de actuar de mutuo acuerdo para llevar adelante la actividad misionera, no imbuidos de juridicismo, sino de caridad evangélica para colaborar fraternalmente.
Es necesario decir aquí, que el nuevo Inspector D. Pedro Tantardini y el nuevo Prelado Mons. Cosme Alterio, no siempre se entendieron procediendo de mutuo acuerdo, sin quitarle a cada cual sobrado celo y meticulosidad en su labor. Tanto que Mons. Alterio elevó consulta a la Santa Sede sobre su competencia jurisdicciorial y la del Sr. Inspector.
De Roma, aunque tarde, la Congregación de Propaganda Fide le respondió dándole la razón al Prelado. (9) Pero cuando este comunicado llegó a Puerto Ayacucho, ya Mons. Alterio había presentado la renuncia a su cargo.
Influyeron en tal decisión también otras causas, su estado de ánimo deprimido por el mucho trabajo y el poco personal misionero, el cansancio natural de cuatro años de continua acción misionera y los escasos frutos obtenidos en algunos lugares del Territorio.
Los Superiores Mayores, recibida la renuncia de Mons. Alterio, y viendo su propósito irrevocable, tuvieron que aceptar la renuncia sin más remedio.
La Santa Sede aceptó en agosto de 1950 la renuncia del Prefecto Apostólico y nombró Administrador Apostólico de la Misión, al P. Segundo García.
En Puerto Ayacucho, apenas se supo la decisión de Mons. Cosme Alterio, hubo intentos de disuadirlo por parte de los feligreses y el Concejo Municipal. Este extendió en Cámara un «Acuerdo» tratando de que desistiera de esa decisión, y al mismo tiempo lo nombraba «Hijo Predilecto del Territorio Amazonas».
¿Hubiera renunciado Mons. Cosme Alterio, de haber recibido a tiempo la contestación de la Santa Sede? Tal vez no. Así lo deja entrever él mismo, en la conclusión de su libro Memorias de un Misionero Salesiano. En esas páginas vemos también el sufrimiento que tuvo que sobrellevar en esos años que dirigió las Misiones del Amazonas:
«Estas Memorias de un Misionero Salesiano que publico, en parte con ocasión de la celebración del primer Cincuentenario de las Misiones católicas en el Teritorio Amazonas, presentan nada más que la fachada exterior de algunos acontecimientos vividos por mí.
Detrás de ella hay un cúmulo de sinsabores, resistencias, incomprensiones, rivalidades, sacrificios y humillaciones que hasta hoy sólo Dios conoce, pero que confio en que serán reseñados cuando, en su oportunidad, se escriba la Historia de la Iglesia en Venezuela, se conozca la correspondencia reservada en mi archivo privado y la que se conserva en Roma.
La Sagrada Congregación de la Propagación de la Fe, de la que dependen todas las Misiones católicas del mundo, sabedora de las dificultades existentes en mi jurisdicción, intervino, aunque algo tardíamente, para zanjar en parte, la tensa situación con un notable documento fechado en Ciudad del Vaticano, el 16 de junio de 1950, Protocolo Nº 161-50 que, a la vez que aprobó mis puntos de vista, sentó jurisprudencia para el gobierno mundial de las Misiones.
Lamentablemente, cuando ese documento llegó a mis manos, ya yo había presentado mi renuncia irrevocable». (10)
Con la Renuncia de Mons. Cosme Alterio, culmina la primera parte o etapa de esta panorámica histórica sobre las Misiones del Amazonas venezolano. Etapa de inicios difíciles, sufridos, dolorosos, pero que sembraron las bases para un largo camino.

NOTAS:
(1. PINAFFO, Giuseppe, Breve biografía... 8 8-93).
(2. ALTERIO C. Memorias de un misionero venezolano en el T. F. Amazonas. Ed.Paulinas, Caracas 1984; 24).
(3. ALTERIO C. Memorias de un misionero venezolano en el T. F. Amazonas. Ed.Paulinas, Caracas 1984; 29).
(4. AVAPA, Crónica de Coromoto, 1, 87-121).
(5. AVAPA, Primer Libro de Gobierno de la Prefectura del Alto Orinoco, 29. La Parroquia de S. Fernando de Atabapo fue erigida definitivamente el 2 de abril de 1947).
(6. ALTERIO, C. Memorias.. 33).
(7. ALTERIO, C. Memorias.. 33).
(8. ALTERIO, C. Memorias, 84).
(9. ALTERIO, C. Memorias, 117-118).
(10. ALTERIO, C. Memorias, 132).



CAPITULO XI

Visión general sobre la Misión Salesiana
(1933-1950)


No es fácil hacer un análisis de este período de la Prefectura Apostólica, pues habría que consultar mayor número de fuentes, sin embargo, intentaremos dar una visión global de la actividad misional desde 1933 a 1950.
Desde el punto de vista teológico, refiriéndonos a las ideas que estaban a la base del quehacer pastoral, debemos atenernos a asumir la realidad vivida en aquellos tiempos que, como dijimos antes, predominaba la idea de una Iglesia funcionalmente cultual-espiritualista y socialmente poco significativa. (1)
El concepto de Evangelización estaba muy ligado al de «civilización», «colonización», debido también al énfasis del Estado que colocaba en la raíz de estas concesiones misionales, una preocupación por la incorporación de territorios lejanos, geopolíticamente debilitados por la escasez de población y con la urgencia de su incorporación a la nacionalidad. El peso de este «mandato» se transparenta en los Informes de los Prefectos Apostólicos, en donde se esfuerzan por presentar el adelanto en esta labor de fundación de pueblos, agrupación de indígenas y su «civilización».
Los misioneros usan el lenguaje del momento, sin darse cuenta de sus implicaciones: «salvajes», «civilizados», «semicivilizados», «racionales» etc, muy comunes en aquel entonces. La civilización era la nuestra, nuestro mundo, nuestra manera de pensar, de vivir; lo que se alejaba de esos «modus vivendi» debía corregirse, educarse e incorporarse.
Naturalmente, la convivencia con el indígena y su conocimiento progresivo, va haciendo cambiar al misionero su concepto del indígena y se notan diferencias entre los primeros Informes y los últimos, a la vez que en algunos misioneros hay ya una clara percepción de que para «evangelizar al indígena hay que hacerse indígena».
Políticamente, hemos de aclarar que la situación del misionero tal como la presenta la Ley de Misiones y su Reglamento, en realidad nunca se dio en la práctica. El Artículo 7 del Reglamento dice que «el Vicario o Director tendrá autoridad policial para mantener el orden entre los indígenas...».(2) El Territorio Federal Amazonas era un espacio políticamente constituido, con su Gobernador, Prefectos, y Autoridades militares, por lo que el misionero se abstuvo de inmiscuirse en esos aspectos.
La relación que los misioneros tuvieron con los Gobernadores y poderes públicos fueron siempre de armonía y mutuo respeto, si exceptuamos algunos roces y problemas con el Gobernador Canelón, de quien fuentes orales hablan de un fuerte enfrentamiento verbal con el P. Bonvecchio.
Los Gobernadores Alfredo Franco, Rafael Urbina, Rafael Falcón y Alamo Ibarra admiraron el trabajo realizado por los misioneros en los años de Mons. De Ferrari y Mons. Cosme Alterio, y colaboraron en lo posible para llevar a cabo una labor en la que todos se sentían solidarios. La prueba de ello es la utilización de viajes conjuntos al interior del Territorio, que los misioneros aprovechaban para atender espiritualmente a las poblaciones.
Hay que señalar la importancia que los primeros misioneros dieron a los «Viajes apostólicos». Una estadística que abarca desde 1933 a 1950 nos señala un total de 146 excursiones o viajes fuera de la Misión central de Puerto Ayacucho. Aunque se da inicio y se ve la importancia del aspecto educativo, las Escuelas y los Internados (apenas 3), no cobran mayor importancia en estos primeros años.
Los datos que se presentan en los Informes y Estadísticas de esta época se agrupan en tres secciones: El trabajo misional, en donde se señalan los resultados del trabajo específicamente espiritual: bautismos, comuniones, asistencia a misa, viajes misionales etc. La obra civilizatoria, que comprendía las Escuelas, las colonias indígenas y las visitas de los misioneros. Y finalmente, la beneficiencia, los internados gratuitos, reparto de ropa y víveres y atención de enfermos.
Esta tricotomía en la que se quiere abarcar el trabajo misionero, en nuestros conceptos pastorales actuales ya no tiene sentido; la mentalidad paternalista que aún reina hoy en el pueblo amazonense, puede deberse en parte, a estas actuaciones iniciales, aunque el mayor peso de paternalismo lo infundió posteriormente la forma de actuar del Estado en los últimos cuarenta años. De todas formas, la mentalidad de comienzos de siglo era esa y debemos captarla en ese momento y en ese sentido, pues sería equivocado y antihistórico juzgar lo pasado con la mentalidad de hoy.
Hacemos ahora un recorrido sobre los datos y rasgos más importantes de la acción misionera de estos años iniciales:
1933.- Los misioneros llegaron a Puerto Ayacucho, capital del T. F. Amazonas el 11 de Septiembre, dirigidos por Mons. De Ferrari. Se fundó el primer Asilo para indígenas y una Escuelita.
1934.- Se fundó la residencia y Parroquia de La Urbana. Mons. De Ferrari y el P. Bonvecchio recorrieron todo el Sur en viaje misional, denunciando el régimen de esclavitud usado en el trabajo del caucho.
1935.- Comenzó la construcción de la primera Iglesia de Puerto Ayacucho. Se hicieron los primeros viajes misionales al interior hasta S. Fernando de Atabapo. Se abrió una Escuelita en La Urbana y en Puerto Ayacucho una incipiente Escuela Profesional.
1936.- Se hicieron viajes misionales por el Norte y el Sur. El P. Bonvecchio intentó ponerse en contacto con los caseríos indígenas del Cataniapo y Paria.
1937.-Se fundó una Colonia indígena en la Isla María Auxiliadora (?) con indígenas Piaroas. No duró, pues los indígenas se escaparon cuando murió uno de ellos.
1938.- Se trabajó en ese mismo lugar con los Guajibos. El P. Bonvecchio visitó a los indígenas Maquiritares.
1939.- Se inauguró oficialmente el Asilo Pío XI para los indígenas. El P. Bierold visitó desde La Urbana a los pueblos Piaroa y otros indígenas del río Parguaza, tratando de hacer un Censo poblacional.
1940.- Se abrió el Asilo Madre Mazzarello para niñas indígenas, dirigido por las Hijas de María Auxiliadora en Puerto Ayacucho. Mons. De Ferrari visitó con un misionero los ríos Orinoco, Atabapo y Ventuari. Se abrió una escuela de manualidades.
1941.- Se abrió el centro misional de S. Carlos de Río Negro, se reparó la Iglesia y se fundó una Escuela para internos y externos. Se visitaron las regiones del Guainía y Casiquiare. En Puerto Ayacucho se compró un terreno para la Escuela Agrícola.
1942.- El día 27 de marzo, un gran ciclón ocasionó a la Misión daños calculados en más de 12.000 Bs. Comenzó a funcionar la Escuela Agrícola “San Enrique” con métodos modernos, pero por la aridez del suelo no se pudo desarrollar.
1943.- El trabajo de la goma dispersó a la gente por todo el Territorio. El misionero acompañó a esta gente para asistirlos en medio de la selva.
1944.- Sigue el trabajo de la goma, y el misionero aprovechó para recorrer aquellas regiones y visitar a los indígenas. Se mandó más personal a S. Carlos y se abrieron en el Colegio cuatro grados de enseñanza. Se funda el pueblo de Coromoto cerca del Tobogán de la Selva.
1945.- Con el establecimiento del Hospital con médicos fijos en Puerto Ayacucho y las medicaturas de los gomeros, se disminuyó el trabajo de la Misión en este sentido. Se realizaron otros viajes misionales, esta vez por el Sipapo, Ventuari y Orinoco. Muere en Caracas Mons. De Ferrari, fundador de esta Misión.
1946.- El Caserío de Coromoto siguió creciendo pero una gran sequía produjo epidemias, se secó el caño Carinagua y los indígenas se fueron. En este año aparecieron los Protestantes en S. Fernando de Atabapo con el nombre de «Nuevas Tribus».
1947.- Con la llegada del nuevo Prefecto Apostólico, Mons. Cosme Alterio, se consolidó la Misión de S. Fernando. El Prefecto incrementó los viajes, también a zonas piaroas. Recorrió todo el Norte y dos misioneros todo el Sur. Se fundó una Misión en Maroa. Otro misionero visitó a los Maquiritares.
1948.- Se impulsaron las obras fundadas y aumentó el personal. Este año se hicieron varias visitas a diversos caseríos.
1949.- En enero se incrementaron los trabajos de la Colonia Indígena «Nuestra Señora de Coromoto» para reunir en ella a los indígenas guajibos y formar una población.
1950.- Sustituye a Mons. Cosme Alterio como Administrador Apostólico y después como Prefecto, Mons. Segundo García.
Como vemos en este esquemático relato entresacado de las Crónicas, los viajes apostólicos prevalecieron sobre las obras sistemáticas de escuela o internados, aunque fueron éstos los que sentaron las bases de la Misión. Resalta el hecho que, aunque la labor espiritual era preponderante, notamos sin embargo, señales de una gran preocupación social del misionero por responder a las necesidades del indígena: el acompañamiento en el monte en los trabajos de la goma, las visitas a sus rancherías, la instalación de un aserradero en Coromoto, el intento de instalación de un trapiche, los esfuerzos para crear una Escuela Agrícola en Puerto Ayacucho, y toda la labor educativa en el interior, que fue el inicio sólido de la posterior consolidación de la educación oficial en el Territorio Amazonas.
Debemos reconocer también el mérito del inicio de una actividad sanitaria en el Amazonas con el Dispensario médico de la Misión hasta 1945, año en el que se creó el Hospital en Puerto Ayacucho, así como la importante actividad de medición meteorológica que desempeñó la misión en estos primeros tiempos.
No vemos en cambio en los primeros misioneros, como en otras regiones en donde se establecieron los Salesianos, la preocupación por las culturas indígenas, en el sentido de recolección de vocabularios, estudio de las Lenguas y producción de una etnografía básica. Tal vez haya sido el excesivo trabajo material que al inicio debieron afrontar y la escasez de personal.
Pero hemos de reconocer en estos hombres una fuerza de titanes para enfrentar una situación de caos y abandono a todos los niveles y un sacrificio personal que nadie puede objetar a pesar de todas las fallas que podamos encontrar en la globalidad.
En la historia de la construcción del Estado Amazonas actual, no se puede dejar pasar por alto a estos hombres que dieron la vida por este pueblo.

NOTAS:
1. MICHEO Alberto, Proceso Histórico de la Iglesia venezolana, 26.
(2. LEY DE MISIONES en Gaceta Oficial N 12.562).



SEGUNDA PARTE

LA EXPANSION


CAPITULO I

Mons. Segundo García, tercer Prefecto Apostólico y primer Vicario Obispo
de Puerto Ayacucho

1. Nombramiento

Presentada la renuncia al gobierno de la Prefectura por Mons. Cosme Alterio, la Sagrada Congregación de Propaganda Fide emitió la siguiente respuesta:

Al Rvmo. P. Cosme Alterio
en la Prefectura Apostólica del Alto Orinoco».

«Ciudad del Vaticano 21 de agosto de 1950.
Reverendísimo Padre:
En tu carta del primero de julio, tu Rvma. Paternidad presentó a esta Sagrada Congregación la renuncia del cargo de Prefecto Apostólico del Alto Orinoco en Venezuela.
Este sagrado Dicasterio acepta por las presentes letras tu renuncia presentada espontáneamente y te libera del cargo de Prefecto Apostólico del Alto Orinoco.
El R. P. Segundo García ha sido nombrado Administrador Apostólico de la susodicha Misión.
Aprovecho esta ocasión para, a nombre de esta S. Congregación, darte las gracias por los trabajos sobrellevados generosamente durante tantos años y por la sumisión y respeto que demostraste siempre a la Sede Apostólica.
Rogando a Dios que te recompense con la plenitud de los dones celestiales y te conserve incólume todavía por mucho tiempo para decoro de la Iglesia, me suscribo, con toda consideración, de tu Paternidad adictísimo en el Señor.
Card. Fumasoni-Biondi, Prefecto. (1)

Mons. García se estrena en su nuevo cargo con una comunicación a la S. Congregación de Propaganda Fide en la que explica brevemente su Plan de trabajo:
«Por la renuncia de Mons. Cosme Alterio fui nombrado Administrador Apostólico el 21 de agosto de 1950.
Tomé posesión del cargo entrando en la Misión el 9 de noviembre. Al comienzo de este año recorrí la parte septentrional viendo cada uno de los poblados.
Después, asesorado por los Superiores de la Congregación y por los misioneros de mayor experiencia, determiné fomentar la acción evangelizadora y hacerla más eficaz, de esta manera:
1.-Estableciendo en cada Residencia misionera internados y colegios en donde los niños y niñas confiados al cuidado de los salesianos, puedan aprender, junto con los rudimentos de las ciencias y las letras, los principios fundamentales de una sólida formación cristiana, que llevarán después a los sitios de la Prefectura donde se establezcan. Por eso amplié la Residencia de S. Carlos de Río Negro para que pueda recibir un centenar de niños. Y así haré con S. Fernando de Atabapo y Maroa.
2.- Favoreciendo en todo lo posible la colonia o poblado indígena de Coromoto, donde se han establecido ya algunas familias guajibas, enseñándolas a cultivar el campo, ganadería y educándolas cristianamente.
3.- Como la Residencia del Prefecto Apostólico era insuficiente e incapaz para cubrir las necesidades actuales, el día 24 de mayo puse la primera piedra de una Residencia nueva, y estoy preparando un Seminario Menor para el Clero indígena. Y comenzaré muy pronto a levantar el nuevo templo-catedral.
De lo cual se puede colegir que también este año la Misión ha progresado y esperamos que se desarrolle espléndidamente en lo futuro...».(2)
En el Informe que enviará en 1952 se quejará por primera vez de la propaganda y proselitismo que están haciendo las «Nuevas Tribus», protestantes americanos.
A mediados de 1951 es nonbrado Prefecto Apostólico del Territorio Federal Amazonas.
En el Nº 3 de la Revista «Misión Salesiana del Alto Orinoco» se lee:
«Homenaje al Nuevo Prefecto Apostólico.
El día 9 de noviembre de 1951, en Puerto Ayacucho, fue rendido un cálido homenaje al distinguido, sacerdote salesiano Mons. Segundo García, designado recientemente por la Santa Sede para regentar la Prefectura Apostólica del Alto Orinoco...».(3)

2. Primeras actividades

En septiembre de 1951, el nuevo Prefecto Apostólico le escribe al Rector Mayor D. Pedro Ricaldone y a su Consejo. Les hace un breve informe y a continuación, en una breve carta se expresa de esta manera:
«Habiéndome llegado al abogado del Gobernador para ver con qué medios legales, podría hacer frente a la invasión protestante norteamericana en este Territorio,(4) repasamos todas las leyes relativas a las Misiones y a los deberes y derechos de los misioneros. Entre otras cosas comentamos el art. 5 de la Ley de Misiones que dice así literalmente:
«Para el mejor régimen y dominio de la República, sobre los Territorios que comprenden las Misiones se erigirán estas en Vicariatos o Direcciones; y al efecto, solicitará el Ejecutivo Federal del representante respectivo su asentamiento a estas erecciones, quedando separadas las Misiones de otra jurisdicción».
Del contexto de la Ley y de este artículo, el abogado me hizo notar que nosotros, los salesianos, no estamos conforme a la Ley con nuestra Prefectura Apostólica, porque no están las Prefecturas Apostólicas en cuanto tales contempladas en la ley venezolana.
Yo no respondí una palabra al respecto. Sólo le hice observar que tal estado de cosas no dependía ni de él ni de mí, sino únicamente de los acuerdos tomados entre la autoridad civil y la eclesiástica. Y que desde luego, tales acuerdos se podían mejorar poniéndose de acuerdo con las autoridades competentes». (5)
La consecuencia es obvia: hay que convertir la Misión Salesiana o en Dirección o en Vicariato cuanto antes, para que esté conforme a las entidades misionales que reconoce la Ley venezolana. El mismo problema jurídico se lo expuso al Nuncio Apostólico en Caracas.

3. Visita del Nuncio Mons. Lombardi a la Misión

Invitado expresamente por Mons. García, por primera vez un Nuncio del Papa pisaba tierras amazonenses, a mediados de febrero de 1952.
Fue recibido en Puerto Ayacucho con mucho entusiasmo. Lo acompañaron durante su viaje el P. Inspector D. Pedro Tantardini y el P. Panciera.
Todo el pueblo, Gobierno, Concejo Municipal y autoridades militares se sumaron a este homenaje cordial.
Entre los aspectos más importantes de esta visita se destacaron:
La inauguración de la nueva sede del Prefecto Apostólico (actual Vicaría). La bendición de la primera piedra de la Catedral de Puerto Ayacucho, de la capilla de Isla de Ratón y la inauguración de la capilla de Coromoto.
El Boletín Salesiano de Venezuela lo describió así:
«El alma de estas festividades y del insólito entusiasmo con que Puerto Ayacucho homenajeó al Nuncio, fue el dinámico Prefecto Apostólico Mons. Segundo García.
Tuvo oportunidad además de hablar detenidamente sobre los asuntos relativos a la marcha de la Misión y sobre la infiltración de las Nuevas Tribus en el Territorio.
El Sr. Nuncio quedó complacidísimo al ver con sus propios ojos el incremento de los Centros misionales. Y desde entonces empezó a pensar en efectuar los trámites legales ante la Santa Sede para convertir la Prefectura en Vicariato Apostólico». (6)

4. Mons. García, Primer Vicario Apostólico del T. F. Amazonas

En 1952 Mons. García, acompañado por el P. Cocco, realizó un viaje por todas las misiones, con la colaboración de las embarcaciones de la Guardia Nacional.
En la Isla de Ratón encontraron al P. Algeri que atendía las familias indígenas de la zona. En S. Fernando de Atabapo al P. Bonvecchio y al Sr. Francisco del Mazo («Hermano «Chiva») que estaban iniciando la Escuela Junín y edificando la Residencia y la Iglesia.
Pasaron por Santa Bárbara, en donde encontraron a los indígenas sufriendo carestía de víveres. Por el Casiquiare llegaron a Maroa en donde se hallaba el P. Wojciech. En S. Carlos de Río Negro los PP. Vernet y Avelino Sánchez les obsequiaron un cordial recibimiento y un viaje a Cocuy, el límite con Brasil. Regresando por Pimichín y el Temi, descendieron el Atabapo y Orinoco atendiendo los caseríos indígenas.
Cuando llegaron a Puerto Ayacucho, el Gobernador, los alumnos del Asilo Pío XI y numerosa población recibieron a Mons. García con gran entusiasmo. Maravillado por esta recepción inesperada, le explicaron que el Nuncio Mons. Lombardi había comunicado oficialmente que la Prefectura Apostólica de PuertoAyacucho se había convertido ya en Vicariato y que Mons. Segundo García había sido nombrado Obispo y Vicario Apostólico del Territorio Federal Amazonas.(7)
El 7 de mayo de 1953, el papa Pío XII mediante decreto «Nulla maiore animi» de la Congregación de Propaganda Fide, elevó la Prefectura Apostólica del Alto Orinoco a la categoría de Vicariato Apostólico, nombrando a Mons. Segundo García, Obispo titular de Olimpo y Vicario Apostólico de Puerto Ayacucho. Celebraba por esos días los 25 años de su ordenación sacerdotal.

Mons. García nació el 4 de noviembre de 1899 en León (España) y, pequeño aún, acompañó a sus padres emigrantes en Argentina. Fue en estra nación sureña en donde entró en contacto con la Obra salesiana. Hizo el Noviciado y los primeros años de vida salesiana en contacto con los primeros salesianos enviados por D. Bosco. Hizo sus estudios de teología en Turín (Italia). A su regreso a Argentina, se encargó de la reorganización de los talleres de Artes y Oficios.
Llegó a la capital de Venezuela en marzo de 1939, por expresa voluntad del Rector Mayor y hasta 1947 estuvo de Director en el Colegio de Sarría y ocupó también el cargo de Ecónomo Inspectorial. En 1950 fue enviado a Puerto Ayacucho como Administrador Apostólico. A los seis meses fue nombrado Prefecto Apostólico y finalmente, el 20 de Septiembre de 1953 fue consagrado Obispo y Vicario Apostólico de Puerto Ayacucho. (8)
La consagración se efectuó en el Santuario de María Auxiliadora de Caracas. Fueron obispos consagrantes, el Nuncio Mons. Lombardi, Mons. Lucas Guillermo Castillo, Arzobispo de Caracas y Mons. Francisco Iturriza, Obispo de Coro. Fueron padrinos de honor, el Presidente de la República Coronel Marcos Pérez Jiménez, el Dr. Laureano Vallenilla Lanz, el coronel Oscar Mazzei, el Dr. Silvio Gutiérrez y el Dr. Felipe Urbaneja. La ceremonia revistió gran magnificencia. (9)

NOTAS:
(1. ALTERIO Cosme, Memorias de un misionero..., 122)
(2. AVAPA. Mons. Segundo García. Informe ala SCPF de 1951, 4pp. en latín).
(3 Homenaje al Nuevo Prefecto Apostólico, en Misión Salesiana del Alto Orinoco, 1,3 (Julio agosto) 1951, 6).
(4. Se refiere a los primeros avances y penetraciones de los protestantes americanos llamados «Nuevas Tribus»).
(5. AVAPA, Documentos de Mons García. Promemoria que presenta el Prefecto A. al Rvdmo. P. Ricaldone, Rector Mayor de los Salesianos. Puerto Ayacucho 17 de septiembre de 1951).
(6. Puerto Ayacucho. Visita del Nuncio Apostólico, en BSv IV, 7(Marzo-abril 1952)
(7. VENEZUELA. COCCO Luis, Visita Apostólica alle Missioni dell’Alto Orinoco, Puerto Ayacucho en BSi LXXVII, 20(15 octubre1953) 382-384).
(8. BSi. LXXVII, 23 (1 Diciembre1953) 436. - Consagración Episcopal de Mons. García, en BSv.12 (Junio-agosto 1953) 5).
(9. La Palabra 1,42 (S. Fernando de Apures 30-10-1953)



CAPITULO II

Expansión de la Misión


En esta etapa se nota una expansión progresiva del Vicariato hacia el interior del Territorio. Cuando asume la dirección de la Misión Mons. García, la presencia misionera se reducía a las cuatro capitales de Departamento con un total de 29 misioneros salesianos y 6 Hijas de María Auxiliadora.
Como dijimos en capítulos anteriores, el Convenio establecido entre la Santa Sede y el Gobierno venezolano, incluía dentro del Vicariato el territorio del Distrito Cedeño del Estado Bolívar hasta el río Chiviripa, cuya parroquia más importante era La Urbana, en donde el P. Bierold y los Salesianos laicos Fridolino Busch y José Guillén trabajaron desde la fundación en el año 1934.
En los años cincuenta, como fruto de una reorganización de las demarcaciones eclesiásticas, se estableció entregar dicha parroquia a la diócesis de Bolívar el día 28 de octubre de 1954, (1) transferencia que se realizó en un acto en la Parroquia de la Urbana en donde asistieron Mons. Bernal, Obispo de Ciudad Bolívar y Mons. García, Obispo de Puerto Ayacucho.
Mons. Bernal, no teniendo sacerdote disponible para que se hiciera cargo de la Parroquia, dejó la Administración de la misma al Vicario Apostólico de Puerto Ayacucho. (2) Pero ya en 1957, cuando el Rector Mayor D. Ziggiotti estuvo en el T. F. Amazonas, se determinó que cuando falleciera el P. Bierold, la parroquia se dejaría definitivamente para que se hiciera cargo la diócesis de Bolívar.
El P. Bierold falleció en La Urbana el 8 de diciembre de 1960. Desde entonces la parroquia de La Urbana comenzó a ser regida por la diócesis de Ciudad Bolívar.

1. El encuentro con los Yanomami: Inicio de la Misión del Alto Orinoco

Nada mejor que conocer este primer encuentro por boca de uno de los protagonistas, el P.Cocco:
«En 1957 el Obispo de Puerto Ayacucho, decidió ocuparse también de los indios Yanomami. El P. Bonvecchio y yo fuimos los escogidos para tan interesante y difícil misión. Hicimos un primer viaje para tomar contacto. Ya los Yanomami ribereños de los grandes ríos habían conocido a algunos blancos que remontaban en busca de cedros para la industria maderera y a los descubridores de las fuentes del Orinoco.
La acogida que nos dispensaron, festiva y amistosa, disipó toda una sicosis terrorística que desde siglos sufrían los blancos respecto a los indios de esa tribu. Siendo ellos habitantes de selva adentro, enemigos de los grandes ríos, habían venido a establecerse tan a la vista de todos, precisamente porque deseaban intercambiar con los blancos sus productos - los plátanos - por hachas y machetes.
La introducción del plátano, como dije antes, había causado un aumento demográfico, pero a la vez exigía mayores cultivos, y para deforestar, eran imprescindibles el hacha y el machete.
Era la hora del atardecer. Al atracar, enseguida varios indios vinieron a bordo de nuestro bongo, pero en tal número que la embarcación amenazaba zozobrar. Nosotros no sabíamos ni jota de su lengua. Con señales, medio logramos que se aquietaran. Uno vio mi saco de cosas personales, donde estaban la hamaca y la cobija, lo tomó y se lo montó sobre los hombros. «Mira que esto es mío», le dije. Con señas me indicó que entendía. Luego me agarró una mano y me condujo a la casa grande que tenían para todos ellos, una choza larga al estilo criollo, y me guindó la hamaca para que yo pudiera descansar. No rehusé la atención. Ya había oscurecido, y a la luz de los fogones crepitantes, blanco de tantos ojos curiosos, encomendándome a nuestro Padre común que está en los cielos, me acosté para dormir. Mi colega, el P. Bonvecchio, prefirió dormir afuera, colgando el chinchorro entre dos árboles. Yo disfruté mejor del calor material de su leña resinosa, pero ambos disfrutamos del calor humano de estos indios, considerados salvajes e inhóspitos.
Amanecimos bien. Nuestra intención era seguir río arriba para ver a otros grupos ribereños. Como estos, que eran del clan Iyeweitheri, habían visto que en el bongo cargábamos hachas, anzuelos, machetes, pantalones, camisas, nos previnieron en seguida diciéndonos que río arriba los demás eran todos Waika, que es como decir «asesinos», y que por lo menos nos habrían robado todo lo que llevábamos. Intercambié ideas con el P. Bonvecchio y con nuestro acompañante el maderero Sixto Sequera y el maquiritare Paúl Padamo. Entendimos que el consejo de no seguir era una táctica para ser ellos únicamente objeto de los regalos. En una caja grande, a la vista de ellos, entonces guardamos todas las cosas que les íbamos a regalar. «Esto es para ustedes - les prometimos - cuando regresemos se lo vamos a entregar». Dejamos la caja amarrada en su casa, rogándoles que no la tocaran.
Nosotros seguimos río arriba. En el sitio de Lechosa el mismo encuentro y la misma acogida enntre estos Yanomami del grupo residencial Witokayatheri. Idem más arriba, en la confluencia del río Mavaca, con el grupo de los Pishaasitheri. Nuestra remontada terminó en el sitio llamado Daya, donde encontramos a un grupo de Mahekodotheri, habitantes propiamente del sitio llamado Platanal, que estaban allí haciendo un conuco. Con ellos acabamos de regalar lo que nos quedaba, pidiendo a la vez, como intercambio algunas de sus cosas como arcos, flechas, adornos y otras menudencias...
Llegamos al sitio de los Iyewei-theri, nuevas explosiones de contento y de sorpresa. Abrimos el cajón dejado y respetado y distribuimos todo. Ellos nos ofrecieron arcos y flechas, para no ser menos que sus congéneres de río arriba. Hablaban y entendimos que querían saber si regresábamos, nos hacían una casa para nosotros. El P. Bonvecchio trató de agradecer y les dijo que dentro de dos lunas regresaríamos.
Y nos fuimos río abajo. Remontamos el Padamo y encontramos otros grupos, algo aculturados ya por el contacto con el blanco y el maquiritare.
Luego, con la ayuda de la corriente y de nuestro motor, nos dejamos llevar hasta Puerto Ayacucho.
En el mes de octubre volvimos a remontar decididos a establecernos entre los Yanomami. El 15 de octubre de 1957 atracábamos en la boca del Ocamo. Era el día en que los Salesianos fundábamos la misión entre los Yanomami, obra que perdura en este momento y está en pleno florecimiento». (3) El P. Bonvecchio, con su ímpetu característico levantó las primeras chozas de la misión de Ocamo, mientras el P. Cocco se dedicaba a establecer los primeros contactos con los diferentes shaponos o casas yanomami y a adentrarse en su complejo mundo cultural, que después plasmará en la famosa obra: «Yyewei-theri: quince años con los Yanomami.» (4)
Los primeros trabajos fueron arduos y agotadores. El P. Cocco en 1958 tuvo que ser intervenido quirúrgicamente, quedando sólo el P. Bonvecchio.
En 1959 el P. Bonvecchio recibió la orden de Mons. García de internarse río arriba y se estableció en Platanal. El P. Cocco explicaba en un Artículo la motivación de esta expansión:
«En el mes de diciembre de 1959, Mons. García, temiendo perder aquel territorio por la mucha afluencia de protestantes, me envió río abajo para construir una cabaña, con tal de poder entrar en la región de Esmeralda, a los pies del cerro Duida, al lado de una magnífica sabana donde con el tiempo podría aterrizar un avión...»
«.. .Nuestra vida era dura, difícil, aventurera, pero también rica en satisfacciones. En la inmensa floresta nunca estamos solo nosotros. Hay alguien que desde lo alto nos asiste, nos ampara y nos acompaña en los peligros...» (5)
Así pues, en 1959 encontramos dos presencias misioneras en el Alto Orinoco: en Ocamo con el P. Cocco y el Coadjutor Pedro Uiterwaal, holandés, y en Platanal con el P. Bonvecchio.

2. Las Hijas de María Auxiliadora en el Alto Orinoco

El 28 de diciembre de 1960 la Misión recibió un apoyo insuperable con la llegada de las primeras Hijas de María Auxiliadora al Ocamo: Fueron ellas Sor Magdalena Mosso, Sor Felícitas Supertino y Sor Raquel Díaz. Los misioneros se sintieron muy complacidos pues ellas eran factor fundamental en el trabajo educativo y en el campo de la salud. (6)
En Platanal mientras tanto, el P. Bonvecchio y el Coadjutor HermenegiIdo Iglesias llevaban adelante un trabajo similar al del Ocamo: construyeron las primeras chozas de la Misión, sembraron su conuco e hicieron un pozo.
En 1959 el P. Bonvecchio fue internado urgentemente en una clínica de Caracas y el 1º de octubre de 1960 falleció a los 67 años de edad, víctima de un cáncer. Era uno de los pioneros de la Misión y estuvo presente en casi todas las fundaciones misioneras del Territorio: Puerto Ayacucho, S. Carlos, S. Fernando, Ocamo y Platanal. Recorrió como nadie la geografía amazonense y es recordado aún hoy por su valentía, coraje y generosidad.
El 9 de noviembre de 1962 llegaron las primeras Hijas de María Auxiliadora al Platanal: Sor Josefina Ballarino, Sor Elena Gioco y Sor Elvira Serna. En 1963 las dos últimas fueron sustituidas por Sor Josefina Chuliá y Sor Ana Elvia Gaviria.
Pronto se vieron los frutos de su labor humanitaria recorriendo los shaponos yanomami.(7)
En la misión de Platanal, muerto el P. Bonvecchio, trabajaron a continuación los salesianos Anselmo Ledesma, Fabián García, José Robles, Jesús González, P. Paszenda y P. Arranz.
Mientras tanto, desde Ocamo el coadjutor Pedro Uiterwaal extendía su radio de acción Orinoco arriba hasta llegar a la boca del Mavaca (8) en donde construyó una pequeña residencia dependiente de Ocamo. Mons. García envió al P. Fabián García como encargado, pero a la muerte del P. Bonvecchio tuvo que trasladarse a Platanal y quedó Pedro Uiterwaal por algún tiempo al frente de la Residencia, hasta que llegó el P. Ernesto Fisher que, por razones de salud, tuvo que regresar y fue sustituido por el P. José Berno el 12 de septiembre de 1964, a quien acompañó desde 1972 el Coadjutor Juan Finkers.
Las Hijas de María Auxiliadora llegaron a Mavaca en 1966 con lo que esta Residencia adquiría así la estupenda colaboración con la que contaba ya Ocamo y Platanal. Las primeras Hermanas fueron Sor María Wachtler, Sor Nora González y Sor Ester Valencia.

3. La Misión de La Esmeralda

En una bella sabana a los pies del Duida (2.400 m.) se halla la población de la Esmeralda, antiguo pueblo misional que tuvo sus orígenes en el tiempo de la Expedición de Límites en el lejano 1760, cuando Apolinar Díez de la Fuente, extasiado ante la belleza de su paisaje, soñó con un futuro centro poblacional rico, no sólo en pastos, sino en piedras preciosas. De ahí viene su nombre. Los capuchinos de la primera época tuvieron una misión, así como los Franciscanos de Píritu.
El P.Cocco residía en Ocamo cuando recibió de Mons. García el encargo de asentarse en unos terrenos de la sabana de la Esmeralda para contrarrestar la propaganda de los evangélicos de las Nuevas Tribus que se habían extendido por el Padamo. Así narró el P. Cocco los inicios:
« ¿Qué había en esta época en La Esmeralda? Nada. Aún no estaban establecidos los maquiritares. Tan sólo Manuel Velázquez, basándose en una petición que había hecho al Gobernador del T. F. Amazonas, Dr. Anduze, había clavado un cartelón en un árbol con estas palabras: «Esmeralda, mi residencia».
No pasó de ser sino un indicio de que había hecho la petición. Pero Mons. García se adelantó y obtuvo realmente el permiso del Gobernador.
A mediados del año 1959 llegó el P. Cocco desde Ocamo. Acotó un solar clavando unas estacas en el perímetro señalado y tomó posesión de aquel terreno en nombre del Obispo.
El Sr Velázquez le salió al paso y le dijo: «Tú no puedes hacer eso, porque ya lo pedí yo.»
A lo cual le contestó el P. Cocco: «Yo hago lo que me manda Monseñor que es el que ha recibido autorización para ello».
El día 8 de diciembre de aquel mismo año 1959, el P. Cocco bajó nuevamente a La Esmeralda, y con la ayuda de unos indígenas de Ocamo, cortó la madera para hacer una casita... Pasadas las Navidades, vuelve a Ocamo. Velázquez con los suyos hizo entonces su primera casa.
El 16 de abril de 1960, llegaron a La Esmeralda, procedentes de S. Carlos de Río Negro los salesianos P. Fabián García y el Sr. Aureliano Albornoz, quienes se hicieron cargo de la Residencia». (9)
La Esmeralda como misión salesiana surgió pues, como respuesta al avance que en esos años iban teniendo las «Nuevas Tribus» en el Alto Orinoco. Las Crónicas nos hablan de ciertas peripecias no exentas de rivalidad:
Hacia mediados de 1959 el Sr. Manuel Velázquez, maquiritare y evangélico, vino de la zona del río Cuntinamo a establecerse en La Esmeralda con siete famiias maquiritares.
Pidió para ello permiso al Gobernador, Dr. Anduze.
Los maquiritares construyeron junto al río dos galpones y se dedicaron enseguida a hacer sus conucos, dejando para más tarde la construcción de sus viviendas definitivas.
Fue entonces cuando el P. Cocco se adelantó para construir la primera residencia misionera tomando el terreno donde los maquiritares pensaban fabricar su poblado.
Surgieron enemistades entre católicos y evangélicos. En 1963 el P. Avelino Sánchez escribía que los evangélicos no permitían que sus hijos fueran a estudiar a la Misión, porque querían organizar su propia escuela.
Al año siguiente vino a la Esmeralda Víctor Clarín, Secretario de la Prefectura de S. Fernando de Atabapo, para resolver un pleito entre la Misión y los maquiritares, ya que el ganado de éstos invadía el terreno de los misioneros. Clarín dio la razón a los maquiritares y la misión tuvo que aguantarse.
En enero de 1967 el Director de las Escuelas rurales ayudó a los evangélicos en contra de los salesianos. Y en 1971 el P. Berno tuvo un choque en Quiratare con los evangélicos, que por entonces dominaban aquella zona.
En 1963 fue aprobada oficialmente la Escuela maquiritare y su primer maestro fue Carlos Maldonado. (10)
Entre tanto el poblado iba organizándose y tomando nueva vida. En agosto de 1967 la Guardia Nacional estableció un puesto en La Esmeralda, aunque no duró mucho tiempo. Dos años después se estableció la Comisaría, siendo su primer comisario el Sr. Juan Eduardo Noguera.
Las Hijas de María Auxiliadora llegaron a La Esmeralda en 1974, después de construido el Internado; fueron las primeras en llegar: Sor Josefina Bailarino, Sor Angela Moneo y Sor Victoria Iglesias.
Los misioneros extendieron su radio de acción por los caseríos de Quiratare, Lau-lau, Gallo y S. Antonio, con indígenas procedentes casi todos del Guainía y Río Negro.
En 1967, en el breve tiempo que el P. Ceccarelli estuvo de Provicario, lanzó la idea de un Internado para los jóvenes de la zona. Al año siguiente, era el director de la obra incipiente el P. José Fernández, Mons. García recogió la idea y se dio inicio a la construcción que cuajó finalmente en 1973 con la inauguración así descrita por el Boletín Salesiano de la época:
«En el centro geográfico del inmenso T. F. Amazonas, en el lugar denominado La Esmeralda, surge un internado para indígenas. A 800 m. del río Orinoco, junto a la inmensa selva, los indígenas podrán en su ambiente natural, adquirir una educación esmerada y los conocimientos básicos para mejorar su nivel de vida...»
«Mons. García culminó la titánica empresa de la construcción de dos internados... Están formados por dos cuerpos de edificios separados por un gran patio. Tienen la capacidad para 100 niños y l00 niñas y ocupan una superficie de 5 hectáreas entre construcción y canchas deportivas... Se trata de 7.000 m2 de construcción en hierro, bloques y cemento. El acarreo se hizo en parte desde Caracas y Ciudad Bolívar. Las dificultades para llevar los materiales a tierras tan lejanas han sido inmensas...». (11)
Los inicios de ambos Internados pasaron por una serie de vacilaciones, lo que indicaba poca claridad en los objetivos concretos. La primera opción escogida fue la de un internado para los Yanomami que luego se descartó. Posteriormente se optó por un servicio para los jóvenes de la zona del Orinoco y del Guainía y Río Negro. Actualmente es un Liceo que sirve a los habitantes de la zona, predominantemente yekuanas.
En 1978 se creó la Parroquia Nuestra Señora de la Esmeralda, separándola de la de San Fernando de Atabapo. Su primer párroco fue el P. Jorge Toso.
La población, casi 300 familias distribuidas en caseríos interdistantes, está compuesta por un mosaico étnico:
— Maquiritares : más de 140 familias en 23 Caseríos.
— Yanomami: más de 50 familias en 8 comunidades
— Piaroas: unas 40 familias en 6 caseríos.
— Kurripakos: unas 9 familias en 3 caseríos.
— Banibas: 9 familias en 2 caseríos.
— Guarequenas: 8 familias en 1 caserío.
— Otros: 18 familias en 3 caseríos. (12)

4. La Misión en Manapiare

El Sr. Melicio Pérez era oriundo de Barinas. En tiempos de Arévalo Cedeño se había establecido en la región de Atures para transportar a los viajeros que venían de Ciudad Bolívar a S. Fernando de Atabapo. Trabajó con el Ing. Santiago Aguerrevere, fundador de Puerto Ayacucho, en la construcción de la carretera a Samariapo. Más tarde se dedicó al comercio del balatá y la sarrapia por los ríos Orinoco y Ventuari. Juntamente con José Betancourt y Porfirio Martínez, subieron el Ventuari, penetraron por el río Manapiare y establecieron su sitio en San Juan Viejo. Era el año 1940. (13)
Sus tres hijas las llevó al Asilo «Madre Mazzarello» con las Hijas de María Auxiliadora. Y al contacto con la Misión, en su mente surgió la idea de llevar los misioneros a Manapiare, para que allí fundaran un centro que se ocupara de los indígenas.
Insistió una y otra vez, haciéndole propuestas a Mons. García. Los PP. Bonvecchio y Luis Algeri habían llegado por aquella región en sus excursiones apostólicas y dieron buenos informes acerca de la fertilidad de las tierras. Todo ello, y al saber que por allí estaban haciendo prosélitos ya los evangélicos, animó a Mons. García a hacer una gira en agosto de 1957. Se convenció de la necesidad de abrir allí una misión y encargó al P. Jesús González, director de S. Fernando, de ir pensando en trasladarse a S. Juan y establecer allí un centro misional.
El Sr. Melicio Pérez y sus familiares ayudaron mucho a los primeros salesianos llegados a Manapiare, que fueron el P. Jesús González y el Coadjutor Francisco del Mazo, el popular «Hermano Chiva».
Ya el primer año de acción misionera se creó una escuela primaria subvencionada por el Gobierno. Se la llamó «Escuela del Pilar». El mobiliario lo consiguió Mons. García y comenzó a funcionar en la casa de Julieta, la hija mayor de D. Melicio.
Los misioneros relatan que lo más difícil fue ir conformando el pueblo, ya que los evangélicos de las Nuevas Tribus habían difundido muchos prejuicios contra los misioneros, y los indígenas tenían miedo de acercarse a la Misión. Poco a poco se fueron convenciendo de que eran infundios, y se agruparon junto a la residencia misional.
En 1966 llegaron las Hijas de María Auxiliadora, que por unos años tuvieron que ubicarse provisionalmente en una casita cercana al colegio actual. Fueron las primeras: Sor Victorina Prete, Sor Josefina Chuliá y Sor Carmen Vega.
En tiempos del Presidente Leoni, siendo gobernador el Dr. Avendaño se construyó el barrio Guajibo y se abrió la carretera Manapiare - Morrocoy.
Durante la presidencia del Dr. Caldera, Manapiare se constituyó como pueblo piloto de CODESUR, y se construye el casco central del pueblo, el barrio Piaroa, las oficinas de Codesur, la Emisora «La voz de Manapiare» y la carretera Manapiare-Terecay y Manapiare-Caicara, después abandonada.
El motor inicial de este auge y gran propagandista de la región fue el P. Jesús González, que un terrible e impensado accidente en un tractor le segó la vida, dejando en el pueblo un recuerdo imperecedero por su total y generosa entrega. (14) En esta misión de San Juan de Manapiare varios salesianos como el P. Luis Arranz pasaron largos años de su trabajo misionero.

5.- La Misión de la Isla de Ratón.

En el primer viaje de Mons. García a las diversas residencias misioneras del interior encontró en la Isla de Ratón al P. Luis Algeri, veterano misionero construyendo su casa de madera y roturando la selva para trabajar y sacar el sustento de cada día. Hombre emprendedor e inquieto, inició diversas actividades de tipo manual para acompañar a la gente de la isla. Entonces había en la Isla unas 200 personas además de un grupo de la etnia jivi que vivían en la Sabanita.
En 1961 llegaron tres misioneros de nacionalidad holandesa: el P. Hernán Feddema y los salesianos laicos Pedro Uiterwaal y Juan Finkers. Ellos iniciaron el trabajo con unos 60 caseríos de las etnias jivi y piaroa esparcidos a lo largo de los ríos Cuao y Sipapo y Orinoco. El internado se vio en aquella época como el instrumento más útil para hacer el bien y contribuir a la solución educativa para que muchos jóvenes pudieran continuar sus estudios y perfeccionarse en el campo agrícola y pecuario. Surgió así la Escuela Básica “Mons. Jáuregui”, fruto de los grandes esfuerzos del P. Feddema.
En el año 1969 Las Hijas de María Auxiliadora, Sor Inés Molina, Sor Agustina Alonso, Sor Josefina Gutiérrez y Sor María Narisi, iniciaron su presencia y una labor fecunda con las niñas en el internado femenino y en el trabajo por los casríos circunvecinos.

6.- Otros logros

Mons. García solidificó a la Misión con la gran expansión alcanzada en su época y también con la construccion de estructuras estables. Renovó y construyó nuevos tramos de las misiones existentes, algunas de las cuales eran casas de bahareque y techo de palma. S. Carlos, S. Fernando, Coromoto y Puerto Ayacucho renovaron su aspecto con nuevas edificaciones.
En Puerto Ayacucho los antiguos «Asilos» se convirtieron en colegios Pío XI y Madre Mazzarello, con construcciones amplias y modernas. Mons. García pidió a Alemania una maquinaria para hacer una Escuela Técnica, sueño que no pudo ver realizado.
La nueva Vicaría o residencia del Obispo y la flamante Catedral fueron otros aportes que Mons. García hizo a la urbanización de la capital amazonense.
En 1968 fundó en Las Mercedes, Caracas, una residencia o Procura Misionera con el fin de que los misioneros que viajaban a la capital a hacer sus diligencias o a chequeo médico, tuvieran una casa a donde llegar cómodamente. El P. Cristiano fue el primer encargado, o Procurador. En 1984 se trasladó la Procura de Las Mercedes a Altamira.

NOTAS:
(1. AVAPA. Nunciatura Apostólica en Venezuela, N.Prot. 6815)
(2. AVAPA. Documentos de Mons. García en 1954)
(3. PEÑA VARGAS, Camila. El P. Luis Cocco, ejemplo de evangelización salesiana en Venezuela. L.E.S. Caracas 1980, pág.24-58).
(4. COCCO Luis, Iywei-theri. Quince años entre los Yanomami. Escuela Técnica Popular D. Bosco, Boleíta, Caracas 1972).
(5. COCCO Luis, Misiones del Alto Orinoco, en BSv. XIII 6 (Nov-Dic.l961) 27-29)
(6. El Notiziario delle Figlie di María Ausiliatrice, va poniendo al corriente del trabajo de las Salesianas en las Misiones del Alto Orinoco).
(7. Dall’Alto Orinoco, S. José de Mahekodo-theri, in Notiziario XXXIV,4(1963)3-4).
(8. ODORICO Luciano, «Un gran misionero salesiano: Pedro Uiterwaal», en VM. XLII, 488 (Abril 1980)9 8-100).
(9. ALED, (Archivo de La Esmeralda). Crónicas 1 .2-3).
(10. ALED, Crónicas 1,9-10).
(11. «En los 40 años de las Misiones Salesianas del Alto Orinoco» en BSv XXV, 2 (Abril-junio) 1973) 6-9).
(12. AVAPA, Documentos de La Esmeralda de 1980. PASZENDA A., Estudio sobre los aspectos positivos y negativos de la Esmeralda. 27 pp. escritas a máquina).
(13. ESCOBAR Ramón,» Manapiare», en IA, 5 (Julio1980) 26-27).
(14. AVAPA. GONZALEZ Jesús. La Misión deS. Juan deManapiare, Informe a Mons. García deI 21 de noviembre de 1958. 9 pp. autógrafas).



CAPITULO III

Mons. García y el caso de las «Nuevas Tribus»


Una de las pruebas de que la Ley de Misiones, el ordenamiento jurídico que dio origen a las Misiones católicas en Venezuela, no se cumplió a cabalidad, fue la polémica que suscitó el ingreso en el T. F. Amazonas de un grupo norteamericano llamado «Nuevas Tribus».
Ya el 24 de marzo de 1949, el Prefecto Apostólico Mons. Cosme Alterio se dirigió al ciudadano Director de Justicia del Ministerio de Relaciones Interiores denunciando textualmente:
«... Por tales razones presento ante el Despacho, formal denuncia de tales actividades en un Territorio confiado por formal convenio con el Ejecutivo Federal a la Misión Salesiana, a fin de que se abstenga de ellas en el porvenir. Pido también respetuosamente al Sr. Ministro, se digne expresarnos el criterio oficial, respecto a los derechos de las sectas misioneras protestantes en Territorio de las Misiones Católicas existentes en la República, que han celebrado Convenios con el Gobierno Nacional». (1)
El 27 de junio de 1951 la Junta de Gobierno emanó un Decreto prohibiendo la entrada a zonas indígenas a expediciones o grupos «de cualquier índole o finalidad».
A raíz de ese Decreto el Sr. Robert G. Shaylor, de los «New Tribes Mission-Chicago», Director de la fracción indigenista del T. F. Amazonas, se dirigía al Ministro de Justicia, con fecha 13 de octubre de 1951, manifestándole lo siguiente:
«...Desde algunos meses nuestro trabajo se ha paralizado, debido a la imposibilidad en que nos encontramos de dar cumplimiento al Decreto Nº 250 de la Junta de Gobierno, del 27 de junio último y, a la vez, cuidar de la salud y de la vida misma de nuestros misioneros y trabajadores... Ruego muy respetuosamente al Ministro solucionarnos el problema planteado, pues como carecemos del permiso, que se nos hace ahora imprescindible, nuestro personal se encuentra en S. Fernando, en espera de una solución que permita dar cumplimiento a los requerimientos del Decreto, sin perjuicio de nuestra salud y de nuestra vida misma. Espero en Caracas su amable y justiciera razón, para poderme regresar a nuestra sede de S. Fernando de Atabapo, a objeto de proseguir nuestro trabajo en beneficio del indio venezolano.
Salud y larga vida en Cristo para el ciudadano Ministro».
(Firmado: Robert G. Shaylor c/o Agencias Bíblicas Unidas. Apdo.222- Caracas. (Hay un sello). (2)
A la solicitud enviada al Ministro de Justicia, respondió el Director de Gabinete de Justicia con fecha 3 de diciembre de 1951 en los siguientes términos:
«Nº G.930
Sr. Robert G. Shaylor
Representante de la Misión «Nuevas Tribus».
Apdo. 222. Caracas.
Estudiamos debidamente la solicitud a que se contrae en su comunicación de fecha 13 de octubre último, y documentación anexa, lamento significarle que este despacho se abstiene de resolverle favorablemente lo relativo a la autorización permanente, por largos plazos de dos o tres años; pero sí se han buscado los medios al alcance de las necesidades invocadas por usted y el cumplimiento del Decreto Nº 250, fecha 27 de julio de 1951, que les solucionará en el presente, el estado de paralización de sus actividades misionales a que usted se refiere.
En tal virtud, por el presente oficio, se le concede a la Misión «Nuevas Tribus» un permiso especial por seis meses para que todas las personas que tienen destinadas a sus labores en jurisdicción del T. F. Amazonas puedan transitar libremente por la zona ocupada por indígenas en las regiones de dicho Territorio, durante el término de dicho permiso que entrará a regir del 15 del mes de diciembre en curso, y el cual no faculta a los beneficiarios, componentes de esa misión, para intervenciones que escapan a la competencia de este Despacho, tales como las relaciones con los asuntos forestales, porte de armas, mineros, caza y pesca y otros que se rigen por leyes determinadas.
Dios y Federación
Por el Ministro de Justicia
(Fdo.) Amador Gustavo
Director de Gabinete». (3)

Ante la solicitud del Vicario Apostólico de Machiques al Ministro del Interior, pidiendo que se retiraran de su jurisdicción los evangélicos, dicho oficio fue contestado por el Ministro con un «Decreto de expulsión de los protestantes evangélicos del Territorio Misional», con fecha 31 de enero de 1951.
A raíz de este movimiento, el Vicario Apostólico de Puerto Ayacucho, Mons. Segundo García, envió un oficio al Ministro de Justicia que a su vez fue contestado en forma confidencial de fecha 8 de noviembre de 1951, que copiado textualmente, dice así:
«Amador Octavio saluda muy atentamente a su distinguido amigo Mons. Segundo García, y en cumplimiento de instrucciones del Sr. Ministro de jiusticia, le ruega obtener, a título estrictamente confidencial, una información completa sobre las actividades que viene desarrollando en ese Territorio la Misión «Nuevas Tribus», institución norteamericana, de religión protestante; informe que se le estimará enviar para acopio de Documentación en materia que interesa a este Despacho; y al anticiparle las más cumplidas gracias, le reitera las protestas de amistad y consideración».(4)

Con fecha 4 de diciembre de 1951, Mons. Segundo García enviaba el lnforme solicitado por el Ministro de Justicia, que por lo extenso no transcribimos aquí.
En vista de que no hubo contestación a este Informe, y al saber por otra parte, que el Ministro de Justicia había dado a las Nuevas Tribus un permiso especial por seis meses, para transitar por las zonas indígenas del Territorio, Mons. García envió otro Oficio al Director de Gabinete con fecha 8 de agosto de 1952, en donde reclamaba la aplicación de los Convenios establecidos y la aplicación de los decretos emanados.
«...En vista de lo cual, pido respetuosamente al Sr. Ministro, por intermedio de su digno Director de Gabinete, quiera, si lo tiene a bien, expresarme su autorizada opinión respecto a los derechos que pueda tener esa secta protestante para permanecer en este Territorio, que ha sido confiado por el Gobierno Nacional a la congregación Salesiana, mediante un Convenio bilateral». (5)
Tampoco este Oficio fue contestado.
El Ministerio de Justicia, en oficio de fecha 7 de octubre de 1952 renovó a las Nuevas Tribus el permiso por seis meses.
En vista de que sus oficios no eran contestados, Mons. García pidió una audiencia al Sr. Ministro de Justicia, el cual le prometió en la misma que tomaría cartas en el asunto, como así lo hizo. Se retiraron los evangélicos de Maroa, S. Carlos e Isla de Ratón.
Con fecha 16 de abril de 1953 y 26 de mayo del mismo año, el Ministro envió los Oficios Nº 0540 y Nº 0872. El primero de ellos dice así:
«Con el fin de estudiar el caso que sobre la materia expuso Ud. verbalmente en este Despacho, le ruego suministrar una información precisa que comprenda principalmente los siguientes puntos:
1.- Cuáles son las denominaciones y ubicaciones de los centros protestantes que están interfiriendo la labor misional de la Misión apostólica a su digno cargo en ese Territorio.
2.- Indicar distancia entre cada uno de esos centros y los de su Misión.
3.- Expresar concretamente y exactamente en cuáles hechos han constituido las interferencias de que se trata. Le anticipa las más cumplidas gracias por su pronta e interesante atención al respecto.
Dios y Federación
(Fdo.) Luis Felipe Urbaneja
Ministro de Justicia». (6)
Con fecha 7 de mayo Mons. García contestó a las preguntas de este oficio con todo detalle. En junio de 1953 Mons. García fue llamado por el Ministro de Justicia quien había leído el Informe enviado, y en la conversación sostenida le prometió formalmente que haría cumplir el Convenio existente entre el Gobierno y la Congregación Salesiana, ya que a la Misión del Alto Orinoco le asistía el mismo derecho que a la Misión de Machiques, de donde fueron sacados los evangélicos, apoyándose el Gobierno en el Decreto 250.
Mons. García ignoró las causas por las cuales no se llevó a cabo lo prometido, y por esa razón, en 1959, le envió al Ministro de Justicia, Dr. Andrés Aguilar, un largo informe de todo lo anterior en donde concluye y resume la solicitud continuamente expuesta y nunca contestada:
1.- De hacer observar el Convenio estipulado entre el Gobierno y la misión salesiana.
2.- De no renovar el permiso a los evangélicos de las «Nuevas Tribus».
Como siempre, no hubo contestación.
Otro dato interesante, en cuanto que no viene de parte religiosa, sino de un funcionario público, es el siguiente:
El 8 de noviembre de 1951 el Ministro de Justicia, Luis Felipe Urbaneja, pidió un informe sobre la Misión de las Nuevas Tribus al Gobernador Enrique Rincón Calcaño en oficio confidencial Nº 1.347, al que respondió el día 30 de noviembre del mismo año el Dr. Antonio Justo Silva, encargado de la Gobernación del T. F. Amazonas, de cuya contestación extraemos algunos puntos:

«...Una vez hecho el estudio del asunto y reunidos datos e informaciones fidedignas sobre el particular, se puede dejar sentados como ciertos los siguientes puntos, de los cuales puede hacer uso como a bien tenga:
PRIMERO:
Los extranjeros que componen la impropiamente llamada «Misión», no han tenido, ni tienen, ni podrán tener, legalmente hablando, ninguna misión encomendada a ellos por el gobierno de Venezuela, ni de manera expresa, ni siquiera indirecta. Se introdujeron en el país en forma clandestina en cuanto a su objeto desde la vecina República de Colombia, desde donde los expulsó el gobierno de dicho país. Se vieron pasar por nuestras descuidadas fronteras del Amazonas en el año 1946 como turistas curiosos o exploradores... se apoderaron de las capillas católicas de los sitios Victorino y Guarinuma, y de ellas hicieron sacar las imágenes, atentado éste impune hasta el presente.
Por estas circunstancias y por el temeroso respeto a los extranjeros de nacionalidad norteamericana, que han tenido como distintivo muchas autoridades subalternas venezolanas, los tales «misioneros» se sostuvieron en el Territorio nacional. Verificando el cambio de gobierno, a nadie se le ocurrió averiguar la razón de la permanencia de estos grupos de extranjeros en el Territorio Amazonas, bien por negligencia, por ignorancia de las leyes o desconocimiento del contrato vigente entre el Gobierno nacional y la Misión Salesiana del Alto Orinoco...

SEGUNDO:
Los tales «civilizadores» norteamericanos, después de seis años de invasión, no pueden presentar ninguna realización beneficiosa para el indígena, para el Gobierno Nacional, ni para Venezuela...
Además, sus sistemas de establecerse durante un tiempo limitado en un sitio para luego abandonarlo, después de examinar la constitución de las tierras y solicitar los minerales de los indígenas, hace sospechar que tienen otra finalidad recóndita...

TERCERO:
La permanencia de actividades de la «Misión Nuevas Tribus» en el Territorio Amazonas, está en franca pugna con con lo estatuido en el Artículo Primero del Contrato vigente entre el Ejecutivo Federal y la Prefectura Apostólica del Alto Orinoco.
En el caso contrario, de que fuese la organización protestante «Misión Nuevas Tribus» la que hubiese celebrado con el Ejecutivo Federal el contrato del 20 de Abril de 1937, publicado en la Gaceta Oficial Nº 19.241, no habría podido la Iglesia católica enviar sus misioneros al Territorio Amazonas, no obstante ser católica la mayoría del pueblo venezolano.

CUARTO:
El Ministro de Relaciones Interiores, a cargo del titular actual Tte. Cnel. Luis Felipe Llovera Páez, en Oficio Nº 9.383, Dirección de Justicia, ordenó al Gobernador del Zulia hacer respetar el Contrato celebrado el 17 de marzo de 1944 entre el Ejecutivo Nacional y el Custodio Provincial de los Capuchinos de Venezuela, pues evangélicos de nacionalidad venezolana estaban invadiendo la jurisdicción del Vicariato Apostólico de Machiques. Y en efecto, a los evangelizadores de la Prefectura Apostólica de Machiques, se les hizo desocupar el Territorio.
Dios guarde a Ud.
(Fdo.)Dr. Antonio Justo Silva
Encargado de la Gobernación del T.F Amazonas».(7)

A este problema arduo no se le encontró solución a pesar de la insistencia rotunda de Mons. Segundo García. El Gobierno nacional de la época no supo, no pudo o no quiso resolverlo.
El Convenio ¿existía o no? Si existía, ¿por qué no se cumplió? Da la impresión de que la intuición del Dr. Antonio Justo Silva, fue la que dio en el «clavo»; si los misioneros de las «Nuevas Tribus» fueran de nacionalidad boliviana, colombiana o mejicana, no hubieran permanecido absolutamente, pero colocar en la frontera a un grupo numeroso de norteamericanos, en aquel tiempo, aunque jurídicamente era justo, políticamente era impensable. El problema estrictamente jurídico se convirtió en problema político.

NOTAS:
(1. AVAPA. Documentos Mons. Segundo García. 1961).
(2. Ibidem. Documentos Mons. García. 1961).
(3. Ibidem. Documentos Mons. García. 1961).
(4 . Ibidem. Documentos Mons. García. 1961).
(5. Ibidem. Documentos Mons. García. 1961).
(6. Ibidem. Documentos Mons. García. 1961).
(7. Ibidem. Documentos Mons.García. 1961).



CAPITULO IV

1.973
Los 40 años de las Misiones Salesianas
en elAmazonas

Con poco entusiasmo, debido al desmejorado ánimo de Mons. García, se celebraron los 40 años de la llegada de los primeros salesianos a Puerto Ayacucho.
En esta celebración destacó un acontecimiento interesante: la inauguración del Internado de La Esmeralda. Era la época de Codesur, en donde había un gran entusiasmo sobre las posibilidades del Territorio Amazonas, entusiasmo que pronto decayó convirtiéndose en postración.
En 1973 Mons.García envíó a Roma su último Informe sobre el estado de la Misión. Es uno de los más breves y concisos.

1. Informe de la Misión Salesiana delAlto Orinoco para el año 1973

A.- Aspectos Generales.

A.1.- Estructura de la Misión del Alto Orinoco.
La Misión del Alto Orinoco depende del Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho, cuya sede está en la Capital del T. F. Amazonas. Su jurisdicción comprende los Departamentos de: Atures, Atabapo, Casiquiare y Río Negro.
Dispone para sus labores de doce (12) Establecimientos misionales: Tres (3) Centros misionales, cuatro (4) residencias misionales y cuatro (4) residencias Misionales Indígenas. Su ubicación departamental es la siguiente:
DEPARTAMENTO ATURES: Centro Misional de Puerto Ayacucho, y las Residencias Misionales de la Colonia Indígena «N. S. de Coromoto», de la Isla de Ratón y de S. Juan de Manapiare.
DEPARTAMENTO ATABAPO: Centro Misional de S. Fernando y Residencias Indígenas de «Santa María de los Guaicas» (Boca del Ocamo), «Santo Domingo Savio» (Boca del Mavaca), La Esmeralda y S. José de Mahekodo-theri (Platanal).
DEPARTAMENTO CASIQUIARE: Centro Misional S. Miguel de Maroa.
DEPARTAMENTO DE RIO NEGRO: Residencia Misional de S. Carlos, con influencia sobre el poblado de Santa Rosa de Amanadona, Santa Lucía y Solano.

A.2. Personal Misionero
Para el año 1973, el número de laborantes en la Misión fue de 105, discriminados así: Un (1) Vicario Apostólico, 23 Sacerdotes, 7 Salesianos coadjutores, 27 Hermanas (Hijas de María Auxiliadora). Entre Catequistas, Maestros y empleados, un número de 50 personas.

A.3. Financiamiento de la Misión
a) INGRESOS:
Asignación anual del M. de Justicia: Bs. 243.204,00.
Ayudas extras Bs. 20.000,00.
Total Ingresos Bs. 263.204,00.

La misión se ha dedicado en forma particular a la catequesis en las Escuelas Públicas y en los distintos barrios de la ciudad. Se han visitado periódicamente los Caseríos dependientes de la Parroquia, desde «Gavilán» hasta «El Burro», cerca de Puerto Páez. En la Capilla «El Carmen» en el barrio Andrés Eloy Blanco, ha trabajado un sacerdote a tiempo completo, con miras a elevar lo más pronto posible al rango de Parroquia la misma Capilla. Las Hermanas, junto con los catequistas, han visitado los barrios de Puerto Ayacucho y los distintos caseríos.
El Padre de la Colonia de Coromoto, además de atender a las necesidades espirituales de los grupos guajibos y piaroas, ha visitado los caseríos pertenecientes a su Parroquia.
En la Isla de Ratón, en el río Orinoco, el personal misionero en los tiempos libres de las tareas de los dos internados, masculino y femenino, han visitado los varios caseríos a lo largo de los ríos Orinoco, Cuao, Sipapo y Autana.
En S. Fernando de Atabapo los Salesianos y las Hermanas, dedicadas especialmente a los dos internados, han asistido en los tiempos libres, a los caseríos del Orinoco, Atabapo y Ventuari, como son S. Pedro, Minicia, Trapichote, Santa Bárbara y Macuruco; Guarinuma y Sabaneta y las Carmelitas, respectivamente.
En los ríos Guainía, Río Negro y Casiquiare, los Misioneros se han dedicado, como siempre a la asistencia espiritual y material de sus habitantes esparcidos a lo largo de las riberas de dichos ríos. En Maroa y S .Carlos, de una manera especial, se han intensificado los trabajos parroquiales, sobre todo en cuanto a lo que se refiere a los niños y a la juventud.
En S. Juan de Manapiare, el trabajo parroquial ha seguido el mismo ritmo dinámico de los años anteriores, visitando los caseríos indígenas cercanos a la población.
En el Alto Orinoco, se han intensificado las visitas a los grupos indígenas, situados a lo largo de los ríos Ocamo, Padamo, Mavaca y Manaviche.

B.1. Actividades educacionales:
En la jurisdicción de la Misión del Alto Orinoco funcionan dieciseis (16) Institutos Educacionales, desde Jardines de Infancia hasta Educación Secundaria, como se detalla a continuación:
INTERNADOS: Siete (7): Uno en PuertoAyacucho (femenino), dos en S. Fernando de Atabapo (masculino y femenino), dos en la Isla Ratón (masculino y femenino), y dos en Manapiare (masculino y femenino).
SEMI-INTERNADOS: Uno, (mixto), en la Colonia Coromoto.
ESCUELAS PRIMARIAS: Siete (7), Dos en Puerto Ayacucho, Dos en S. Fernando de Atabapo, una en S. Carlos de Río Negro y Dos en Manapiare.
JARDINES DE INFANCIA: Tres (3): Ocamo, Mavaca y Platanal con niños yanomami.
A partir del mes de septiembre p.p. está funcionando aunque de manera provisional, mientras se terminan las obras, el Nuevo Internado en La Esmeralda y un Jardín de Infancia que cuenta con unos ochenta niños indígenas.
ESCUELAS TECNICAS: Una en Puerto Ayacucho, equivalente en sus estudios al Ciclo Básico Común.
CICLOS BASICOS DE SECUNDARIA: Dos, teniendo en cuenta la Escuela Técnica. Uno para varones y otro para hembras.
ESCUELAS GRANJAS: Dos, una en la Colonia Coromoto y otra en la Isla de Ratón. Los alumnos aprenden además a manejar las máquinas agrícolas.
El número de alumnos inscritos en los diferentes centros educacionales de la Misión ascendió en 1973 a 1.890, discriminados así: 400 internos y 1.490 externos; ó 620 varones y 870 hembras.
Egresaron del sexto grado 148 alumnos de uno y otro sexo.
Hasta ahora han sido enviados treinta y dos (32) jóvenes al Centro Agrícola «D. Bosco» de Carrasquero, Estado Zulia para estudiar agricultura.
De la Isla de Ratón seis (6) alumnos están estudiando en el Centro Agrícola del INCE en S. Carlos de Cojedes. Además en los últimos años, la Misión ha enviado 82 muchachas a cursar estudios de Enfermería.

B.3. Actividades sanitarias:
En la Colonia Coromoto funciona un Dispensario, con una enfermera fija, y con visita periódica de un médico de Puerto Ayacucho.
Hay una Hermana Enfermera graduada en la Misión de Mavaca y otra Hermana que ha hecho los Cursos de Medicina simplificada, en la Misión de Ocamo.
En las Residencias Misioneras de Manapiare, Ocamo, Mavaca, Platanal y La Esmeralda, existen sendos Dispensarios para la atención médica de los enfermos. Se transportaron indígenas enfermos tanto del Manapiare como del Alto Orinoco y S. Carlos de Río Negro al Hospital de Ayacucho y a Caracas.

B.4. Actividades de construcción:
Se han continuada las tareas de ampliación de la carretera de entrada a la Colonia Coromoto, y de mantenimiento del Cementerio. Asímismo, se continuaron los trabajos del campo de aviación de Platanal.

B.5. Actividades etnográficas:
El Rvdo. P. Berno, de La Esmeralda, está preparando la segunda edición aumentada del diccionario Yanomami. Asimismo una Cartilla Primaria, adaptada a la mentalidad del niño yanomami.
Igualmente, ha salido a la luz el hermoso libro IYEWEI-THERI: «Quince años entre los Yanomami», del P. Luis Cocco, de un valioso contenido científico.

Puerto Ayacucho, 29 de diciembre de 1973
Mons. Segundo García
Vicario Apostólico de Puerto Ayacucho» . (1)

Este Informe se quiso transcribir aquí, pues, a pesar de que es muy conciso, sirve para cotejar el avance logrado por la Misión desde que Mons. García en los años 50 se hiciera cargo de ella. La expansión de la Misión en esta época fue notoria.

2. El declive de una vida

En octubre de 1964 Mons. García fue condecorado con la Orden del Libertador. Al imponerle la medalla, el Gobernador del T. F. Amazonas, Dr. Pablo González Méndez, dijo:
«Es para mí motivo de profunda satisfacción el haber impuesto esta condecoración de la Orden del Libertador, en el grado de Comendador, a Mons. García, porque su Excelencia ha sabido mantener siempre muy alto el prestigio del Territorio Amazonas». (2)
Pero Mons. García comenzó a sentir los primeros achaques serios en su salud. Debió ponerse en manos de médicos y someterse a varias intervenciones. Puede decirse que las últimas fiestas que pudo celebrar optimista y satisfecho fueron las Navidades de 1965.
Seleccionamos una carta al Rector Mayor en la que Mons.García le exponía su situación:

«Puerto Ayacucho, 10 de agosto de 1966.
Rvdmo. P. Luis Rícceri.
Rector Mayor de los Salesianos. Turín.
Reverendísimo Padre: Tengo el honor de dirigirme a Ud. para exponerle cuanto sigue:
El mes pasado he debido someterme a una grave operación de la que gracias a Dios, he salido bien, pero quedé algo resentido de salud.
El Doctor me dice que debo de cambiar de sistema de vida y de clima. Esto sería para mí, como para la Misión, un cambio radical. Y antes de tomar cualquier resolución deseo exponerle a Ud. lo que he pensado.
Al pasar por aquí el Rvdmo. P. Garnero, tratamos el caso con el Padre Inspector. Y de mutuo acuerdo, nos pareció exponerle a Ud. lo siguiente: (3)
1.- Dado que la Procura de la Misión debe comenzar a funcionar en Caracas en el mes de septiembre, yo me trasladaría allí.
2.- En Puerto Ayacucho se quedaría un encargado.
3.- Como actualmente no lo tenemos, Ud. mandaría la persona idónea que pueda suplirme y más adelante yo lo nombraría Pro-Vicario.
4.- Yo vendría cada mes o cada dos meses de visita.
De esta manera iríamos preparando el auxiliar como en las Misiones del Río Negro.
Todo esto lo consulté con el Sr. Nuncio Apostólico y está de acuerdo.
Si Dios quiere, en el mes de octubre deberán hacerme la operación de próstata, pues el Doctor me dijo que no se podía pasar más tiempo, a fin de que no suceda lo que pasó con la operación anterior.
Amadísimo Padre, en sus manos dejo todo este asunto. Pido a María Auxiliadora y a D. Bosco que le ayuden a resolverlo.
Créame siempre su fiel hijo en D. Bosco Santo.
Mons. Segundo García
Vicario Apostólico». (4)

Unos años antes, Mons. García en un Informe a Propaganda Fide y al Gobierno, había avanzado una propuesta de dividir el T. F. Amazonas en una Diócesis con capital en Puerto Ayacucho, que abarcaría toda la población criolla a lo largo del Orinoco hasta S. Fernando de Atabapo y Maroa, y un Vicariato Apostólico cuya capital y sede podría colocarse, según Mons. García, en S. Carlos de Río Negro.
El 26 de agosto le respondió D. Albino Fedrigotti en nombre del Rector Mayor. Aprueba todo lo que el Prelado propone y le pide un poco de tiempo para buscarle un Vicario, que deberá ser de la Inspectoría venezolana. Con la misma fecha le escribe D. Ricceri y coincide con D. Fedrigotti en aceptar la solución. (5)
Posteriormente, el 3 de mario de 1967, el P. Garnero apunta la solución de mandarle como Vicario al P. Enzo Ceccarelli. Dice:
«Aquí se inclinan por el P. Ceccarelli. Ahora se espera su parecer para que se proceda a su nombramiento. Creo que este es un momento muy bueno para ese nombramiento y para que usted pueda retirarse a Caracas. He comprendido estando ahí en la Misión, al ver el sacrificio que significa para usted el estar en Puerto Ayacucho.
Por otra parte, mi querido Monseñor, ahora hay tantas ideas nuevas basadas en el Concilio y especialmente en el Ad Gentes, que me parece muy bueno que sean estos más jóvenes los que las realicen...» (6)
Anunciaba también que para el comienzo de mayo de aquel año vendría el Rector Mayor a Venezuela y podría hablar con él en Caracas.
Mientras tanto, las iniciativas del Vicariato continuaban su ritmo alentador: En la Isla de Ratón el P. Feddema mejoraba los ambientes de la Escuela Agrícola. En Manapiare, el dinámico P. Arranz concluyó las nuevas estructuras de la Misión. En Coromoto se desarrollaba una amplia labor. En uno de los barrios más pobres de Puerto Ayacucho las Hijas de María Auxiliadora inauguraron un Oratorio y Escuela para Madres. En los locales del Colegio Pío XI se instaló una Escuela Normal titulada «Alfredo Bonvecchio», para formar Maestros indígenas, de donde salieron ya algunas promociones. En 1970 se iniciaron los Cursillos de Cristiandad con el fin de incorporar a los laicos a la labor eclesial.

3. La renuncia de Mons. García

Encontrándose lleno de achaques, salud débil y carente de fuerzas físicas, Mons. García determinó presentar la renuncia formal a su cargo de Vicario Apostólico para dejar el puesto a otro más joven y con nuevos entusiasmo. Así pues, en 1972 se dirigió al Papa Pablo VI en estos términos:

«Puerto Ayacucho, 4 de Noviembre de 1972.
Su Santidad PAULO VI SUMO PONTÍFICE
Ciudad del Vaticano.-
Beatísimo Padre:
Con el más profundo respeto y veneración, tengo el honor de dirigirme a Vuestra Santidad para exponerle cuanto sigue: Desde hace veintidos años, tres como Prefecto Apostólico y 19 como Obispo, he hecho cuanto estaba de mi parte para promover el progreso espiritual y material de la Misión y organizar la lglesia en este Vicariato del T. F. Amazonas -Venezuela-, como consta en las relaciones que cada año envío, tanto a la Sagrada Congregación para la Evangelización de los Pueblos y al Gobierno venezolano.
Hoy me veo en la necesidad de manifestarle a Vuestra Santidad que debido a mi actual estado de salud como el de la edad de 73 años, solicito de su bondad quiera exonerarme de dicho cargo. Por tales razones, presento humildemente a Vuestra Santidad la petición de renuncia de dicho cargo de Vicario Apostólico; en caso contrario, pido me conceda un Obispo Coadjutor con derecho de sucesión que pueda tomar el gobierno del Vicariato y recorrer las Residencias misioneras (actualmente son 17 en un Territorio de 175.000 Km2) que, debido a mi edad y estado de salud, se me hace imposible visitar.
Una vez más agradezco a Vuestra Santidad la confianza que en mí se dignó depositar. Pido también a Vuestra Santidad benevolencia, excusas por las deficiencias que, hijas de mis limitaciones humanas, hayan podido menoscabar mi atención, impidiéndome trabajar más o mejor en provecho de la Santa Madre Iglesia.
Al repetirme una vez más enteramente a sus gratas órdenes, humildemente, imploro Vuestra bendición Apostólica.
Mons.Segundo García
Vicario Apostólico de Puerto Ayacucho
T. F. Amazonas». (7)

4. La muerte de Mons. Segundo García

Puestos todos estos antecedentes, sólo hubo que esperar a que nombraran el sucesor.
Se presentó una terna de candidatos, y aceptada ya la renuncia de Mons. García, fue elegido el P. Enzo Ceccarelli. Su nombramiento (8) lo hizo público L’Osservatore Romano el día 6 de noviembre de 1974.
Cuando Mons. Ceccarelli tomó posesión de su nuevo cargo, Mons. García se retiró a la Procura Misionera de Caracas. Habían pasado casi cinco lustros al frente del Vicariato de Puerto Ayacucho.
De acuerdo con el nuevo Vicario Apostólico, organizó en 1975 una Peregrinación a Roma. Y alli le sorprendió la muerte. Era el 6 de junio de ese Año Santo y Centenario de las Misiones Salesianas. Falleció a efectos de una trombosis cerebral, a los 75 afíos de edad.
Por la diligente intervención del Sr. Embajador de Venezuela ante el Gobierno italiano, el cadáver del ex-Vicario Apostólico de Puerto Ayacucho pudo transportarse rápidamente en avión a Caracas, después de las honras fúnebres celebradas en la Basílica del Sagrado Corazón en Roma.
Impresionantes fueron las exequias celebradas en el Templo D. Bosco de Altamira (Caracas) y, sobre todo, en la Catedral de Puerto Ayacucho, en donde fue inhumado.
Personalidades y pueblo se fundieron para despedir a un hombre bueno y sencillo que quiso y se hizo querer por todos. (9)

NOTAS:
(1. AVAPA. Documentos de Mons. García del año 1973. Informe de la Misión Salesiana del Alto Orinoco. 6pp.a máquina).
(2. Orden del Libertador para Mons.García, en BSv XVI ,6 (Nov-Dic.1964)15).
(3. En el Capítulo General XIX de la Congregación salesiana celebrado en 1965, el Rector Mayor D. Ziggiotti presentó su dimisión y fue nombrado su sucesor D. Luis Ricceri. D. Gamero era un Superior Regional de los Salesianos).
(4. AVAPA. Documentos de Mons. García de 1966).
(5. AVAPA. Documentos de Mons. García de 1966).
(6. Ibídem).
(7. Ibidem. Documentos de Mons. García de 1972).
(8. «Cambio di guardia in Venezuela» en BSi XCIX, 1 (Gennaio i975)26)
(9. Ibidem. Documentos de Mons. García de 1972).




CAPITULO V

La herencia cuestionada: un momento triste



La muerte de Mons. García en Roma, repentina y por eso inesperada, trajo al Vicariato, además de su lamentable pérdida, una situación dolorosa, pues se aprovechó la circunstancia para enlodar el nombre de Mons. García y de todo el Vicariato.
Mons. García tenía los bienes del Vicariato registrados a su nombre, pues por razones particulares tenía miedo que, de acuerdo al Reglamento de la Ley de Misiones de 1921, todos los bienes de los Vicariatos pudieran tal vez pasar a propiedad del Estado, al no comprobarse que los hubiere adquirido por intermedio de personas naturales o jurídicas, las cuales los habían donado a la Congregación Salesiana, por el acuerdo existente entre la Congregación y el Gobierno venezolano del año 1937.
Por esta razón Mons. García pensaba constituir una Fundación o Asociación Civil con esos bienes a favor del Vicariato Apostólico.
Este deseo no lo pudo llevar a cabo antes de la renuncia, pero pensaba hacerlo a su regreso de Roma, como se lo manifestó a Mons. Ceccarelli, su sucesor, por vía telefónica dos días antes de su muerte (4-VI-75).
Pensaba ejecutar dicha transacción al regresar a Venezuela después de una breve estadía en España, en donde tenía que hacerse un chequeo oftalmológico con el Dr. Barraquer. En efecto, había entregado todos los recursos de los bienes a su abogado, el Dr. Blanco Tirado.
Al saberse de la muerte de Mons. García, un hermano suyo, Melchor García, argentino, vino a Caracas y se presentó como UNICO Y UNIVERSAL HEREDERO de su hermano el Obispo. Hay que tener presente que Mons. García tenía en Argentina otros tres hermanos y los hijos de un hermano difunto.
Por inadvertencia y buena fe del entonces encargado de la Procura Misionera de Caracas, al Sr. Melchor García se le dio la habitación usada por Mons. García, en donde estaban todos los documentos del mismo. Así se explica cómo pudo saber el Sr. Melchor los pormenores en relación a los bienes de Mons. García, cosa que nunca conocieron los misioneros, ni el Provincial de los Salesianos, ni Mons. Ceccarelli, su sucesor.
En un primer momento, creyendo de buena fe en las promesas del Sr. Melchor García y a instancias del entonces Nuncio Apostólico, Mons. Mariani, el cual quería evitar todo escándalo, se entablaron conversaciones para llegar a un arreglo amistoso sin perjudicar al Vicariato. Pero la parte que se había declarado «Unica y universal heredera» ante el Gobierno Nacional (Ministerio de Hacienda), no obró rectamente y mientras se sostenían conversaciones, iba trabajando subrepticiamente a su favor.
Mons. Ceccarelli, Obispo de Puerto Ayacucho y el P. Visentín, Ecónomo Provincial de los Salesianos, consultaron con varios abogados, pero encontraron resistencia para la aceptación de la defensa de los bienes del Vicariato. La razón que argüían era que no se podía comprobar en forma eficiente que el dinero de Mons. Segundo García eran bienes del Vicariato, obtenidos «intuitu Vicariati» y no «personae». Los abogados no querían involucrarse, pues al llegar a instancias tribunalicias superiores, se hacía muy difícil una victoria porque predominaría el Derecho Canónico (Mons. García, como Obispo y religioso) y no el Derecho Civil (Mons. García como persona natural), y esto haría que el juicio se hiciera muy largo y costoso.
Sin embargo, el bufete del Dr. Lander se ocupó de este asunto y el Vicariato, por intermedio del P. Visentín, autorizado al efecto, inició un pleito de sucesión ante el Tribunal. Se llegó a esta decisión también, por la sugerencia y casi una orden del Cardenal Angelo Rossi, Prefecto de Propaganda Fide, quien instó para que fueran exigidos los derechos de la Iglesia, como poseedora de los bienes del Vicariato.
Así pues, en marzo de 1976 se procedió a la denuncia ante el Tribunal.
Mientras tanto, en enero de 1976, el Sr. Melchor García, que se había proclamado único y universal heredero, fallecía en Argentina repentinamente.
Su hijo, se proclamó a su vez, único y universal heredero.
Mons. Ceccarelli se entrevistó con la Directora de Herencia del Ministerio de Hacienda, Dra. Hernández, la cual le prometió solemnemente no proceder antes de unos quince días, para darle tiempo al Vicariato de presentar sus pruebas en relación a los bienes de Mons. García. Pero por «milagro» (no se sabe la cantidad), la Dra. Hernández en la misma tarde de la entrevista con Mons. Ceccarelli, dio la orden de retiro de las acciones de Mons. García y venderlas para pagar los derechos de sucesión del Sr. Melchor como heredero de Mons. García y de su hijo Alberto, heredero de su padre Melchor.
Así que, cuando Mons. Ceccarelli, confiado en la promesa de la Dra. Hernández, del Ministerio de Hacienda, fue con sus abogados y el juez para embargar los bienes muebles e inmuebles de Mons. García, éstos ya habían sido vendidos en parte.
Lo que el Vicariato pudo embargar fue:
- Un terreno en La Yaguara.
- Una casa pequeña arrendada en Catia.
- Una casa prefabricada en Cerro Verde.
- Un lote de acciones por un total de Bs.250.000

La herencia total valorada según la denuncia sucesorial era de Bs. 6.650.000. Aproximadamente Bs. 3.150.000 fueron invertidos por los presuntos herederos de la siguiente manera: Bs. 2.400.000 para el Fisco Nacional por derechos de sucesión y Bs. 600.000 para el abogado que presentó el derecho de sucesión.
Según un corredor de Bolsa, exalumno salesiano, los presuntos herederos obtuvieron una cantidad aproximada a los Bs. 3.900.500. por la diferencia entre el valor nominal y el valor real de la venta.
Resumiendo, del total de la herencia, el Vicariato sólo pudo embargar la cantidad de Bs. 3.500.000 aproximadamente.
Por consejo de varios abogados, se buscó una solución amistosa; por este motivo se contrató a un abogado argentino, exalumno salesiano, el cual propuso dialogar con todos los herederos, ya que al conocer los otros hermanos de Mons. García el problema suscitado, también ellos exigieron su parte, además de los sobrinos, excepto uno, que renunció a su parte a favor del Vicariato.
Estas diligencias duraron más o menos un año y se llegó finalmente a una conclusión pacífica. Se resolvió el pleito otorgando a cada heredero (hermanos y sobrinos) la suma de 30.000 dólares a cada uno.
Definitivamente, de la herencia total de Mons. García el Vicariato obtuvo 1.200.000 Bs. aproximadamente, perdiéndose los 5.450.000 Bs. restantes, entre los herederos y los trámites legales. (1)

Este pleito arduo y pesado salió a relucir en ciertos artículos de la prensa de una forma tendenciosa (Cfr. Elite, julio 1976) en donde se denigraba de Mons. García como el «cura millonario», tergiversando toda una vida pobre y entregada al servicio de los demás.
No podemos caer en una sospecha de mala voluntad por parte de Mons. García, pues él había manifestado abiertamente que esos bienes iban a formar parte de una Fundación para sostener los gastos del Vicariato Apostólico. El problema radicó en su demora en la entrega inmediata a su sucesor Mons. Ceccarelli a raíz del inesperado fallecimiento.
Este problema produjo en la economía del Vicariato fuertes trastornos y carencias, debido a los enormes gastos ordinarios que debía afrontar cada día para llevar las numerosas obras de la Misión en el T. F. Amazonas.
Para favorecer una visión más objetiva transcribimos a continuación parte de un pequeño ártículo de la revista «Iglesia en Amazonas» sobre la problemática económica, muchas veces mal interpretada y otras, mal intencionada. Tal vez la lógica matemática pueda aclarar algo, teniendo en cuenta que las cantidades del artículo son las propias de la década de los 70 e inicios de los 80.

“LAS CUENTAS CLARAS
«A veces se oyen frases que, por parecer obvias, no por eso deben ser verdaderas «a juro». Frases como: «La Misión es rica...», «El gobierno ayuda mucho a la Misión» etc, se oyen de vez en cuando, y al querer responder a esas frases, uno no tiene la posibilidad de memorizar cifras, entradas y salidas y casi siempre opta por callarse...
Por eso hoy quisiéramos exponer con claridad ciertos números para que en caso de dudas se tenga a mano una «chuleta» de consulta:
1.- La Misión da sus tres comidas diarias a 963 alumnos.
2.- Suponiendo que cada alumno comiera las tres veces al día por la cantidad de 10 (diez) Bs. (¡muy difícil!), esto sumaría mensualmente la cantidad de 288.900 Bs.
Ahora bien, la Misión recibe mensualmente del Gobierno:
a) Ministerio de Educación: Bs. 125.500
b) Ministerio de Educación: Bs. 4.000 (Colaboración)
c) Ministerio de Justicia: Bs. 24.000
d) Ministerio de Sanidad: Bs. 1.000
e) Gobernación de Amazonas: Bs. 22.596
TOTAL: Bs. 177.096

3.- Quiere decir, que con lo que da el Gobierno al Vicariato (Bs. 177.096) no se alcanza siquiera a sufragar los gastos de comida de los 963 alumnos (Bs. 288.900).
4.- Si a esto se añade que los misioneros/as también comen y son 81, de los cuales sólo 22 reciben sueldo de Maestro y 2 de enfermera, que ponen en un fondo común para sufragar los gastos comunitarios.
5.- Si a esto se añade que el Vicariato da trabajo y paga sueldos a 62 personas, entre maestros, motoristas, empleados, etc.
6.- Si a esto se añade que a muchos internos hay que conseguirles hamaca, cobija y ropa...
7.- Si a esto se le añaden los viajes (motores, gasolina, transportes)...
8.- Si a esto se añade el mantenimiento y remodelación de estructuras inmuebles que deben llevarse a cabo periódicamente.
9.- Si a ello se agregan las enfermedades y operaciones (también tienen derecho a enfermarse los misioneros/as...)
Si se reflexiona un poco sobre esto, esas frases se caen por su propio peso, y se da uno cuenta de que no todo lo que parece obvio, tiene que ser «a juro» verdad.
Además de aclarar suficientemente que la contribución del Estado no alcanza ni para la mitad de los gastos del Vicariato, hay que aclarar también que esta contribución del Gobierno, escasa en demasía, no es una «limosna», sino un deber, pues solamente el trabajo que se realiza en el campo educativo, ameritaría, no esa cantidad irrisoria, sino una mucho mayor.
La Misión, en el campo educativo y social, ha sido siempre la mano de obra más barata que ha tenido el Gobierno en el T.F.Amazonas». (2)

Por esto, los que a la muerte de Mons. García se hicieron los escandalizados, demostraron una auténtica ignorancia en cuanto a su vida personal, que fue auténticamente pobre, y también en cuanto a la acusación de riqueza de la obra misionera en Amazonas.

NOTAS:
(1. Comunicación de Mons.Ceccarelli al P. R. Iribertegui del día 21 de Marzo de 1990).
(2. Iglesia en Amazonas, 11 (Marzo1982) 34-35).



CAPITULO VI

Breve bosquejo de una época


La expansión de la Iglesia amazonense durante los años 1950 - 1973 se enmarca perfectamente en el ámbito de la reafirmación de la Iglesia venezolana en esta época.
La Iglesia empieza a recuperar su puesto en la sociedad global. La Iglesia, institucionalizada en la Jerarquía y el clero, había recuperado ya un reconocimiento en la estructura de la sociedad. Este puesto es respetado por los gobernantes. Este prestigio sin embargo, al no ser fruto de una pastoral generalizada en la base, sino de una acertada política educacional de las élites, no era suficiente como para atraer a los jóvenes a realizarse en la vida eclesiástica. Tampoco significaba una cuota de poder directo en la sociedad civil, sino que era más bien un prestigio reverencial. (1)
En Amazonas, vemos que esta afirmación de la Iglesia en la sociedad amazonense, se comprueba sobre todo en el aspecto de la Educación. Decir Misión en este tiempo era referirse directamente a colegio, Internado. Los Salesianos, inclinados por carisma y vocación al campo educativo, reforzaron en la Misión este aspecto. Se llegó a extremos, como en S. Femando de Atabapo, de tener dos colegios separados por una calle…
En esta época vemos que se dio un receso a los viajes apostólicos tan frecuentes en la etapa anterior, reforzando mayormente la presencia educativa en cada una de las obras.
Esto no quiere decir que en esta época no haya sido lo conveniente, sino más bien, creemos que la Iglesia cumplió una labor de subsidiariedad a la escasa presencia educativa del Estado, función que posteriormente fue asumiendo.
En esta época notamos ya un interés cultural a nivel del personal misionero, que no se había notado en la etapa anterior. Varios salesianos se dispusieron a seguir las huellas de los antiguos misioneros y cronistas que nos dejaron obras fundamentales sobre los diversos pueblos indígenas. Entre los Yanomami, el P. Berno, el Coadjutor Pedro Uiterwaal y el P. Cocco se lanzaron al estudio de su lengua y cultura. El P. Feddema hizo lo mismo con las culturas Piaroa y Jivi.
El personal misionero que trabaja en estas décadas, va en progresión y refleja una época en que la Inspectoría salesiana de Venezuela recibía aportes de personal de otras naciones. Mons. García comenzó en 1950 con 17 misioneros y en el momento de su renuncia contaba con 30. Teniendo en cuenta que cuando se encargó del Vicariato había 4 Residencias y en 1973 contaba con 10.
La personalidad de Mons. García influyó enormemente en esta etapa de expansión. Fue un hombre dotado de don de gentes, con unas relaciones públicas admirables. Se codeaba con los de arriba y los de abajo con toda naturalidad.
En su consagración como Obispo tuvo como padrinos al mismo Pérez Jiménez, ya presidente de la República, al Dr. Vallenilla Lanz, al Coronel Oscar Mazzei, al Dr. Urbaneja, Ministro de Justicia y Exalumno, que en el problema de las «Nuevas Tribus» no colaboró absolutamente con las propuestas que le hizo el Vicario de Puerto Ayacucho.
Pero resulta que también en la época democrática tuvo relaciones excepcionales con los líderes de los diversos partidos políticos. Ante su féretro estaban las coronas recordatorias de Rómulo Betancourt, Jaime Lusinchi, Mario Dubuc, Roberto León Chuecos, Enrique Ramos Cordero... En los funerales estaban presentes los ex-Presidentes Rómulo Betancourt y Rafael Caldera.
Un testigo de la conversación sostenida por Rómulo Betancourt en el Aeropuerto de Maiquetía, mientras se esperaban los restos de Mons. García, resumía los conceptos del ex-Presidente, haciendo hincapié sobre la profunda amistad que lo ligaba a Mons. García, y de la ayuda sin distingos que profesaba con los exiliados políticos en los tiempos de la dictadura, y recordaba cómo, al viajar al extranjero, iba con los bolsillos cargados de cartas, para transmitirles noticias de familiares y amigos... Para todos tenía un gesto de amistad... Desde el punto de vista político, el Sr. ex- Presidente mostró su agradecimiento a Mons. García por la confianza y fidelidad que le había mostrado, especialmente allá por los años 61-62 cuando fue enviado, a nivel de Presidentes (Betancourt y Frondizi), con cartas y asuntos confidenciales...
El Sr. Betancourt aseguró haber pedido al Presidente actual honores especiales para Mons. García, tales como declarar tres días de duelo oficial y prestar toda clase de facilidades en el traslado del cadáver y posterior entierro en Puerto Ayacucho, hasta ofrecer el mismo avión presidencial...” (2) En estos conceptos se ve expresada la personalidad de Mons. García como una persona buena, dedicada a su labor apostólica sin mirar a distingos políticos, ni diferencias ideológicas.
Esta facilidad de relacionarse bien con todos, trajo beneficios para su labor apostólica, pues los bienhechores de la Misión fueron generosos con ella, pero a su vez, influyó mucho en crear un ambiente de paternalismo en la acción misionera, impidiendo la toma de posición y denuncia frente a algunas situaciones de injusticia y una visión más autónoma de la acción eclesial.
Poco a poco se fue creando en el misionero una mentalidad «capillista», encerrado en su Residencia, para lo que el Obispo daba libertad de conseguir donaciones y dinero para desarrollar la obra particular, sin tener en cuenta la realidad global del Vicariato.
A pesar de que la meta de la Misión estaba clara, daba la impresión de que la institución era el fin, el objetivo, y no el indígena, al servicio del cual estaba la Misión.
También en esta época se dio en Barbados una reunión de antropólogos, en donde se criticó fuertemente la acción misionera de la Iglesia. Hubo respuestas agrias y fuertes corno las del P. Cocco:
«...Una cosa es cierta y me alegra el pensar en ella: algún día los yanomami, integrados a la Patria y a la Religión, inyectarán en nuestra sangre y en nuestra cultura el rico aporte de su inédita potencialidad étnica. Con eso sueño, sin poner fecha para el cumplimiento. No tengo afanes de cosecha. Sólo pienso seguir trabajando por mis queridos Iyewei-theri. Para ellos lo he dado todo, y si volviera a nacer, volvería a darlo todo por ellos. Esto... pese a lo que diga la tan cacareada «Declaracion de Barbados» donde un grupo de antropólogos de bufete, repantingados en butacas olorosas a Coppertone, pretenden «mettre fin a toute activité des missionnaires», para implantar la férula de una ideología antihistórica y seudocientífica. Hubo participantes al simposio que salvaron su voto. ¡Los admiro y felicito por su entereza!
Es cierto, los misioneros tenemos mucho que enmendar, mucho que mejorar; lo estamos haciendo; para ello pedimos precisamente la colaboración de los antropólogos concienzudos, cristianos y nacionalistas.., en una palabra, humanos. No hay antropología si no hay humanidad... Sobran por tanto, todas las capciosas conclusiones emanadas en los suntuosos salones de Berna o de los muelles balnearios de Barbados». (3)
En consecuencia, no hubo una actitud de diálogo, de serena confrontación y por consiguiente, de revisión de métodos de trabajo, de líneas de acción y de apertura hacia verdades que ese documento sin duda señalaba.
Un aspecto del que adoleció el trabajo misionero en esta etapa fue la escasa preocupación por las vocaciones autóctonas, religiosas, sacerdotales y laicales. Hubo intentos, pero no fraguaron debido tal vez a la escasa inculturación del Evangelio en las diferentes etnias indígenas, o a no creer suficientemente en las potencialidades del indígena.
A pesar de que los documentos eclesiales desde Benedicto XV y Pío XI insistían sobre la urgencia de la formación de un clero indígena, en la Misión del Amazonas no se demostró ese interés. Algunas vocaciones autóctonas eran enviadas a Caracas, en donde la mentalidad y la cultura no eran el medio más apto para su madurez y no fructificaron.
En resumen, debemos afirmar que en su conjunto esta etapa de vida de la Misión Salesiana fue positiva indudablemente; la Iglesia amazonense creció y se desarrolló de una forma evidente; se crearon las bases fundamentales para una ulterior profundización y rejuvenecimiento, a lo que contribuyó sin duda, la afluencia de personal que poco a poco la Inspectoría Salesiana va enviando a la Misión.
Hay que destacar el enorme esfuerzo que en este tiempo mostró el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora con la apertura de casi la totalidad de las residencias femeninas. Su trabajo dio un aporte imprescindible a la labor misionera del Vicariato.
En este lapso de vida del Vicariato trabajaron en total unos 82 salesianos y casi otras tantas Hijas de María Auxiliadora, que van dando el relevo a las generaciones de los primeros misioneros, varios de ellos muertos en la brecha del trabajo y otros minados por la enfermedad y el cansancio.

NOTAS:
(1. MICHEO, Alberto, Proceso histórico de la Iglesia venezolana. Centro Gumilla, Cristianismo hoy, 1..Caracas 1983).
(2. AVAPA, Documentos de Mons. García 1975 . Traslado del cadáver. 8 pp.a máquina).
(3. COCCO Luis, Iyewei-theri , 120).



Tercera Parte

LA RENOVAClON


CAPITULO I

Mons. Enzo Ceccarelli,
Segundo Vicario Apostólico de Puerto Ayacucho

Mons. Ceccarelli Enzo nació en Nueva Alberdi, Rosario (Argentina) el 31 de agosto de 1918, de padres emigrantes italianos. A los pocos años, regresaron a Italia, llevándose consigo a Enzo. Se domiciliaron en Recanati y allí cursó los estudios de Primaria y Secundaria.
Al manifestar su vocación salesiana, ingresó en el seminario de Gaeta y de allí pasó al Noviciado de Villa Moglia, Turín, en donde emitió sus votos religiosos el 5 de septiembre de 1937. A petición propia, aquel mismo año partió para Venezuela, en donde estudió Filosofía y realizó el trienio de Magisterio práctico. En 1944 inició sus estudios de Teología en Mosquera (Colombia). Fue ordenado el 31 de agosto de 1947 en Bogotá.
A su regreso a la provincia salesiana de Venezuela cursó sus estudios en el Instituto Pedagógico de Caracas, donde obtuvo los títulos de Profesor Lengua y Literatura Castellana y Filosofía.
Fue profesor y Consejero de estudios en el Filosofado Salesiano y luego, por 9 años, Director de ese mismo Instituto y fundador del Colegio D. Bosco de Altamira. Sucesivamente fue Director del Liceo S. José de los Teques y miembro del Consejo Inspectorial por 13 años.
En 1967 estuvo en Puerto Ayacucho como Provicario de Mons. García. En 1969 fue nombrado Vicario Inspectorial, cargo que desempeñó hasta que fue nombrado Obispo de Puerto Ayacucho.
El nombramiento de Mons. Ceccarelli se hizo público el día 6 de noviembre de 1974, y tomó posesión de su cargo el 15 de diciembre del mismo año, día de su Consagración en la Catedral de Puerto Ayacucho.
Así describió el Boletín Salesiano venezolano esta efeméride:
«La ceremonia de la Ordenación episcopal de Mons. Enzo Ceccarelli, por demás un rito desconocido para la mayoría de los católicos, constituyó un motivo de júbilo para el T. F. Amazonas y de manera muy especial para Puerto Ayacucho que, en el presente está cumpliendo los 50 años de su Fundación.
A las 6,30 p.m. del domingo 15, en la hermosa catedral levantada por el tesón y esfuerzo de Mons. García -y que se encontraba rebosante de fieles- se dio inicio a la ceremonia.
Tres obispos pertenecientes a la Congregación salesiana: Mons. Segundo García, Consagrante Principal; Mons. Iturriza, Obispo de Coro; Mons. Rosalio Castillo, Obispo Coadjutor de Trujillo, quisieron presidir la Ordenación, en la que participaron otros nueve Obispos de las diversas diócesis de Venezuela y el también Salesiano Mons. Jesús María Coronado, Obispo de Girardot (Colombia), compañero de Mons. Ceccarelli, más el P. Ignacio Velasco, Provincial de los Salesianos en Venezuela y unos 25 sacerdotes salesianos, misioneros del Alto Orinoco y representantes de diversas comunidades de Venezuela».(1)

Nuevos aires en la Iglesia

La nueva etapa de la Misión que se abría en estos años estuvo marcada por acontecimientos eclesiales a nivel mundial y Latinoamericano. El Concilio Vaticano II comenzaba a dar sus frutos y la Asamblea General del Episcopado Latinoamericano reunida en Medellín establecieron un nuevo modo de ser Iglesia. Posteriormente, la III Asamblea de Puebla hizo del tema de la Evangelización en el presente y futuro de América Latina el objeto de sus reflexiones y debates, en la búsqueda de nuevos rumbos y nuevas estrategias evangelizadoras.
La conciencia eclesial que emergió de Medellín y las opciones concretas realizadas por la Iglesia en Puebla, sin duda indicaron los rumbos de la «Nueva Evangelización» trazando sus grandes ejes. Entre ellos cabe destacar algunos:
- El primero, el de la nueva comprensión de evangelización, desde el mensaje y las prácticas de Jesús: evangelización que parte siempre de la realidad del pueblo, que tiene a los pobres como primeros destinatarios, que comportan un ideal de sociedad fraterna, igualitaria y libre como signo del Reino de Dios, ya presente en la historia.
- El segundo, el de una nueva visión de la realidad latinoamericana. Medellín lo dijo explícitamente: «Estamos en una nueva era histórica. Exige claridad para ver, lucidez para diagnosticar, y solidaridad para actuar» (Med. 53).
- El tercero, el de una nueva estrategia evangelizadora y pastoral. Puebla confirma lo dicho en Medellín y hace una clara opción pastoral por los pobres. La Conferencia vuelve a asumir, con renovada esperanza en la fuerza vivificadora del Espíritu, la posición de la II Conferencia General (Medellín), que hizo “una clara opción profética y solidaria por los pobres” (Puebla 1134).
«Esta opción exigida por la escandalosa realidad de desequilibrios económicos en América Latina, debe llevar a establecer una convivencia humana y digna y a construir una sociedad justa y libre» (Puebla 1154). (2)
La Iglesia se daba cuenta del enorme desafío que presentaba la relación cultura y evangelización. En la América colonial, aún los misioneros que supieron descubrir y defender la dignidad fundamental del indígena, no lograron muchas veces, percibir el valor de su cultura, y por eso mismo no los respetaron en sus diferencias culturales. El etnocentrismo y el monoculturalismo fueron «marcas registradas» de la conquista, y siguen siendo un enorme desafío hoy.
La cuestión es compleja y tiene varias vertientes. Una de las más englobantes y persistentes a lo largo del tiempo es la de la inculturación del evangelio. Eso porque, como interpretación de la realidad y atribución de sentido a la misma, el Evangelio puede ser domesticado y pasar a integrar el sistema hermenéutico de una determinada cultura. En esos casos, en lugar de inculturación, lo que se da es una manipulación del evangelio, legitimadora de intereses espurios del sistema de dominación cultural. En cambio, la inculturación, tal como hoy es vista por la mayoría de los teólogos «es un proceso de evangelización por el cual la vida y el mensaje cristianos son asimilados por una cultura de manera tal, que no solamente sean expresados a través de los elementos propios de la cultura en cuestión, sino que se constituyan también en principio inspirador, a la vez, norma y fuerza de unificación, que transforman y recrean esa cultura.»
Ese proceso permite que las personas de una determinada cultura lleguen a vivir y expresar el evangelio dentro de su identidad cultural y sin negar su idiosincrasia.
Esta tarea, que afecta a toda la Iglesia, debe cuestionar en forma especial a los misioneros, muchos de ellos nacidos en otros contextos sociales y culturales. De lo contrario, la tentación de volver a caer en las ambigüedades del etnocentrismo es real también hoy. Hay que seguir las líneas que nos dan los documentos del Vaticano II, la «Evangelio Nuntiandi» y Puebla. Hay que conocer la actual dinámica cultural de los pueblos latinoamericanos, con sus retos y sus interpelaciones.
Es un trabajo inmenso, sin el cual, el evangelio resultará extraño, extranjero y dominador. Muchos problemas pastorales, muchas incomprensiones, muchos juicios precipitados, nacieron de la falta de una auténtica inculturación del evangelio. El Evangelio trasciende las culturas, pero debe encarnarse en cada una de ellas. Sólo así será algo propio. Ninguna cultura es mejor que otras, a todas, el evangelio fermenta y renueva.
No hay evangelización sin el reconocimiento de la dignidad del otro y el respeto a sus diferencias. No serán suficientes por lo tanto, la catequesis y la predicación como instrumentos de evangelización, es necesario saber acoger a estos grupos étnicos y ser solidarios con ellos, creando espacios para la expresión de su fe desde su identidad e idiosincrasia. (3)
Estas ideas teológico-pastorales, hechas presentes en este momento eclesial, estarán a la base del actuar de la Misión en esta nueva etapa.

NOTAS:

(1. MERINO GOMEZ Amador, Ordenación Episcopal de Mons. Enzo Ceccarelli», en BSv XXVI, 1 (Enero-febrero 1975) 20-23).
(2. X ASAMBLEA GENERAL DE LA CLAR, Documento II; 3,2).
(3. X ASAMBLEA GENERAL DE LA CLAR, Documento 11; .3, 5.5).



CAPITULO II

Nuevos rumbos de la misión


1. Consejo Pastoral Misional y Consejo Económico del Vicariato

Con el nuevo Vicario Apostólico, se reorganizó la Misión según las normas emanadas por el Vaticano II y las tendencias de la nueva Misionología y Pastoral.
A algunos misioneros, acostumbrados a los antiguos métodos, les costó un poco adaptarse a las nuevas directrices, pero al fin, todos las aceptaron con excelente buena voluntad.
Hecha una consulta al personal misionero, se comenzó con la formación de un CONSEJO PASTORAL, para que ayudara en la dirección pastoral al Vicario. El resultado lo sintetizó así Mons. Ceccarelli en su Segunda Comunicación a las Residencias Misioneras:
«Puerto Ayacucho, 25 de febrero de 1975.
A los Sacerdotes, Religiosos y Religiosas del Vicariato:
De conformidad con las Normas del Dereho Canónico (Cs. 302-303) y de los Documentos del Concilio Vaticano II, (P.O. 7 y A.G. 30) y el Motu Propio (N 15 y 11) comunico que ha sido constituido el CONSEJO PASTORAL MISIONAL del Vicariato.
El día 24, bajo la Presidencia del Vicario y con la asistencia del Provicario (P. González J.), del P. Wojciech y del Hno. Marcucci, se procedió al escrutinio de los votos recogidos en la Consulta hecha a todos los misioneros y misioneras. El resultado del escrutinio fue el siguiente:
P. José Fernández. 25 votos.
P. José Berno 23 votos.
P. Antonio Maanen 15 votos.
Hna. Moreno Ana E. 21 votos.
Hna. Molina Inés 15 votos.
Por parte del Vicario Apostólico quedan nombrados los siguientes:
P. Hernán Feddema
P. José A. Vega.
Hna. Angela Moneo.
Los ocho elegidos (juntamente con el Pro-Vicario, miembro nato) serán los «colaboradores y consejeros en el ministerio y oficio de enseñar, santificar, regir y apacentar el Pueblo de Dios del Vicariato» (P.O. 7).Y sus funciones serán la de «estudiar y sopesar lo que atañe a las obras pastorales y sacar del estudio conclusiones prácticas». (ChD. 27).
Aunque los citados Decretos en relación al Consejo de Misión, hablen de Consejo formado por clérigos, religiosos y laicos, por ahora nos limitaremos al equipo formado por los misioneros y las misioneras, con la esperanza de que muy pronto se integrarán también los laicos.
Agradezco ya de antemano, toda la generosa colaboración que los misioneros del Consejo Misional darán para la buena marcha del Vicariato y puesto que la tarea es de mucha responsabilidad, los invito a ellos y a todos los misioneros y misioneras a la oración, porque la misión de comunicar el Evangelio y la vida de Cristo exige mucho: nos exige a todos fe muy fuerte y segura, pobreza, paciencia, humildad y la total entrega de nosotros mismos a Dios. La buena marcha del Consejo de Misión, y por ende, del Vicariato ha de ser meta constante de nuestra oración y de nuestra conversión personal y colectiva.
Con esta Comunicación CONVOCO YA AL CONSEJO PARA LOS DÍAS 13, 14 y 15 de Marzo en Puerto Ayacucho.
Dios nos bendiga.
Enzo Ceccarelli, Vic. Apost.» ( 1)

Con la puesta en marcha del Consejo Pastoral se pasó de una concepción personalista de regir el Vicariato a una forma más colegial y participativa con los representantes de todos los misioneros.
Fue un paso decisivo y rápido hacia los nuevos lineamientos del Vaticano II y hacia un nuevo estilo de participación, con el fin de repartir las responsabilidades y recabar nuevas ideas e iniciativas que puedan brotar de la base. Esto se efectuó a los dos meses y medio de haber tomado posesión de su cargo el nuevo Vicario Apostólico.
A mediados de marzo tuvieron lugar las primeras reuniones del Consejo. Con su asesoramiento en todos los campos del gobierno, se enviaron a todos los Centros de Misión unas líneas de acción nuevas y una programación provisional, que poco a poco se fue especificando y complementando, hasta que el Vicariato entrara poco a poco en la nueva dinámica.
Entre las primeras disposiciones que aprobó el Consejo Vicarial, además de las de rutina, estaba el llamado a evitar el paternalismo humillante que impide el crecimiento de la persona, un llamado a desarrollar el campo promocional y el progreso de las culturas, además de la obligación del misionero en buscar un asesoramiento en el campo de un desarrollo económico de promoción artesanal, agropecuaria, pequeñas empresas, cooperativas, etc.
Otra cosa importante que presenta el Vicario con su Consejo fue la siguiente:
Se vió la necesidad de un estudio a fondo para una reestructuración de las Residencias misioneras (lugar, finalidad, tipo de actividades, etc.), de acuerdo a las prioridades apostólicas del Vicariato y al personal disponible. Para eso se determina: hacer una consulta personal y comunitaria y luego una Reunión amplia de estudio para llegar a conclusiones prácticas y útiles para todo el Territorio. (2)
Se propuso también la creación de una Oficina Central Catequística para animar la Catequesis a nivel vicarial y se dispuso la creación de una nueva Parroquia en Puerto Ayacucho.
Además del Consejo Vicarial se creó el CONSEJO ECONOMICO del Vicariato, formado por cinco miembros. Algunos, como el Vicario, Provicario y Administrador, formaban parte de los dos Consejos. Los otros dos fueron nomhrados por el Vicario después de oído el parecer de los misioneros.
Los primeros miembros de este Consejo fueron:
El Vicario (Mons. Ceccarelli)
El Provicario (P. Premarini)
El Administrador (Sr. Carlos Toso)
Sor Isabel Santo
Sr. Evaristo Juncosa.

Como norma general, los Consejos se reunirán por lo menos cinco veces al año. En estas reuniones se hará la revisión de cuentas del Vicariato, se revisarán las cuotas de las residencias, se examinaránn los planes de readaptación, remodelación y de nuevas construcciones etc. Para obras de mayor importancia se requerirá también el consentimiento del Consejo Vicarial de Misión.
Aunque por derecho no se exige que sea así, las determinaciones de estos Consejos se tomarán en forma colegiada. Y el Vicario Apostólico se atendrá a la decisión de la mayoría. (3)

2. Unidad apostólica y económica de las residencias misioneras

Ya desde 1975, Mons. Ceccarelli buscó la unificación operacional en cada Comunidad Apostólica (Hijas de María Auxiliadora y Salesianos). Primero, se propuso «ad experimentum» por dos años una caja común en la forma siguiente: «Todos los ingresos que recibe cada misión en forma ordinaria por cualquier cantidad, va a la Caja común de la Residencia. Se hace un estudio económico de las necesidades ordinarias de la misma (estudio hecho por los integrantes de cada misión) y la Vicaría aporta la cantidad para cubrir el déficit de cada misión, según el presupuesto aprobado por el Consejo Vicarial. En cuanto a las donaciones extra que recibe cada Misión, se determina que constituyan un fondo común del Vicariato para ayudar en la ejecución de las obras establecidas en un plan trienal, según las prioridades. De esta forma se logra mayor unidad y confraternidad entre todas las residencias, limando y evitando las diferencias». (4)
Costó un poco adaptarse, pero se fue logrando de una forma satisfactoria la unificación del apostolado de conjunto y la economía comunitaria de cada Residencia con positivos resultados: caridad fraterna, mayor vivencia de la pobreza, menos personalismo y más alegría y generosidad en el trabajo.

3. La Comunidad Apostólica del Alto Orinoco

La iniciativa propuesta por el Vicario y su Consejo, tomó forma en cada una de las Residencias, pero en donde se plasmó más claramente, como una auténtica reestructuración, fue en el Alto Orinoco.
Sabemos que desde su fundación, había tres Residencias autónomas, Ocamo, Mavaca y Platanal. A pesar de las distancias entre esas Residencias, se logró instituir la Comunidad Apostólica.
El 2 de junio de 1976 se reunieron en Asamblea los directores y directoras de las Residencias del Vicariato para estudiar la posible reestructuración de la Misión, pedida por las orientaciones emanadas por el Vaticano II y por el Capítulo General Especial de los Salesianos.
Asistió como invitado especial el P. Juan B. Premarini que hizo una exposición muy bien documentada sobre las urgencias y prioridades, basándose en los documentos eclesiales, e invitando a todos a la reflexión sobre las nuevas directrices pastorales.
Siguió un interesante diálogo en el que se analizó la marcha seguida por cada uno de los Centros del Vicariato.
El P. Vega habló por Puerto Ayacucho; el P. Jorge Toso por S. Fernando; el P. Fabián García por S. Carlos... etc.
Se realizó un sondeo para ver si se aceptaban las nuevas directrices y resultó positivo.
En una segunda sesión el Provicario, P. González, repartió el croquis del Alto Orinoco a todos y después de la debida discusión se determinó formar la Comunidad Apostólica «ad experimentum», escogiendo Mavaca como casa central donde residiera el Director de los Salesianos y la Superiora de las Hermanas (5)
Puestos pues, de mutuo acuerdo los salesianos e Hijas de María Auxiliadora, se hizo una programación y empezó a tener vida como experiencia pionera la Comunidad Apostólica del Alto Orinoco .(6)
Después de cuatro años «ad experimentum», todos los misioneros y misioneras aceptaron como definitivo el Proyecto.
A lo largo de este tiempo los Proyectos comunitarios fueron sucediéndose en un proceso de clarificación. Se sirvieron de Cursos y Reuniones con Lingüistas y Antropólogos que asesoraron a la Comunidad en este aspecto. También participaron algunos de sus miembros en reuniones internacionales en lo referente a indigenismo y pastoral de la zona amazónica.
Fruto de esta unidad de acción fue el Proyecto Educativo Yanomami que surgió en esta Comunidad Apostólica, y cuya breve historia se reseñaba así en «La Iglesia en Amazonas»:
«El mundo yanomami, con la llegada de los misioneros, se abre a una nueva perspectiva para aprehender la realidad: la escuela.
En 1961 se comenzó en Ocamo la escuela con un número de 60 alumnos. En diciembre de 1964 se inició en Mavaca con 10 alumnos. En 1969 se editó en Mavaca la primera cartilla bilingüe «Caje Pejic» (Para ti) cuyas autoras, Sor María Wachtler y Sor Nora González, misioneras salesianas, pretendían, a través de la enseñanza de la lectura y escritura, una comunicación comprensible de la visión panorámica que se despliega cuando dos culturas se ponen una frente a otra para conocerse.
En el año 1966 se enviaron al internado del Ratón los alumnos (varones) más destacados. Entre otras razones, para un más rápido aprendizaje del Castellano.
En 1973 surgió la idea de fundar una escuela-internado para Yanomami en La Esmeralda, con la finalidad de intensificar la actividad escolar a todo nivel. Tal experiencia duró muy poco.
Se llegó a la conclusión de que una escuela así, llevaría a poner en marcha un proceso de repetición de esquemas erróneos del pasado histórico...

- Primer Proyecto Educativo (1976)
En octubre de 1976 se puso en marcha el Primer Proyecto educativo yanomami, realizado con aprobación de la OMAFI (Oficina de Asuntos Fronterizos del Ministerio de Educación).
Un grupo de misioneros se dedicó a trabajar en este primer proyecto. El estudio y profundización de la cultura yanomami que desde hacía tiempo se venía realizando, dio bases para ofrecer un tipo de escuela, cuya metodología basada en el sistema Preventivo y los aportes científicos, fuera no de distorsión sino de complemento y ayuda, participación e integración a la vida yanomami.
El proyecto se experimentó durante tres años en las zonas de Ocamo, Mavaca y Platanal. Los textos escolares eran cartillas bilingües, mimeografiadas, las cuales, analizadas en el quehacer escolar con los alumnos, fueron ampliadas, corregidas y a veces anuladas...
Las evaluaciones zonales y de conjunto dieron resultados positivos, provocando rectificaciones en la marcha del Proyecto.

- Anteproyecto Educativo Intercultural Bilingüe
En reunión celebrada el 3 de enero de 1979, se decidió dar comienzo un Plan Educativo Intercultural Bilingüe entre los Yanomami. En dicha runión se utilizaron criterios antropológicos, pedagógicos etc. de acuerdo la cultura yanomami.
Participaron en la Reunión: los jóvenes promotores yanomami; el grupo de misioneros; un grupo de antropólogos, dos de ellos con estudios amplios sobre la cultura Yanomami, un experto en economía indígena, una socióloga y una sicóloga. También se tuvieron en cuenta los aportes dados por los ancianos y shapori o shamanes.

- Elaboración final del Plan Educativo Intercultural Bilingüe
En diciembre de 1979 se elaboró definitivamente el PLAN EDUCATIVO INTERCULTURAL BILINGUE para la Escuela experimental Yanomaml del Alto Orinoco.
El Plan presenta una filosofla basada en el análisis situacional del Yanomami. Promueve un proceso de socialización-educación dirigido por la familia y utiliza los mecanismos didácticos necesarios, basados en los avances de las ciencias sociales. Prevé la socialización-educación del Yanomami. Para la educación formal, en términos integrales, el proyecto está basado en la cultura Yanomami, cuya expresión codificadora es la lengua materna.

- Los nuevos textos bilingües
El Equipo Educativo Escuela Yanomami, conformado por salesianos e Hijas de M.A. según lo previsto en el Anteproyecto, ha elaborado, bajo la asesoría lingüística de los antropólogos Jacques Lizot y Emilio Fuentes, los nuevos textos bilingües.
El 20 de septiembre de 1981 salió el primer libro: Yanomami I: Urihiri (La selva). A través de sus páginas el alumno va reconociendo su mundo, va adquiriendo los primeros contactos con la grafía de su lengua, la lectura y constataciones aritméticas. Termina el libro con pequeñas narraciones sobre el universo mítico Yanomami.
El 20 de febrero de 1982 se publicó el segundo libro: Yanomami I: Kamiyë theri. Continúa con el aprendizaje de la lengua Yanomami e introduce en forma bilingüe el Castellano. Consta de cuatro partes bien definidas:
a) Yanomami kë ya (Yo soy Yanomami), en donde se recorre detalladamente la vida diaria del Yanomami.
b) Kamiyë Thëri,(Mi comunidad), se refiere al ambiente comunitario y su entorno de relaciones.
c) La tercera parte, es una especie de mini-diccionario con las palabras más comunes y las expresiones más usadas en Yanomami y Castellano.
d) La cuarta parte, presenta la narración, para la ejercitación de la lectura (bilingüe) del origen de las tres comunidades más grandes del Orinoco Yanomami: Ocamo, Mavaca y Platanal.
El 25 de marzo de 1983, se publicó el tercer libro de texto bilingüe: Yanomami I: Ya no wapëo. (Matemáticas).
Con este texto se completaba el material básico para el Primer nivel, programado en el Anteproyecto». (7)

4. Residencias Parroquiales y Centros de Misión

En el camino de la reestructuración emprendida en estos años, todas las Residencias se empeñaron en una clarificación de objetivos y en la elaboración de un Proyecto que asumiera las líneas trazadas por el Vicariato.
En S. Fernando de Atabapo por ejemplo, la Comunidad Apostólica en reuniones con los maestros de la Escuela y los jóvenes del Centro Juvenil de la ciudad, elaboraron su Proyecto en vista de la nueva estructuración de la obra. En efecto, se suprimió el Internado masculino y femenino, dado que el Estado suplía suficientemente las necesidades de estudio de los jóvenes.
En Puerto Ayacucho, por el rápido crecimiento en los últimos años, se vio la necesidad de crear una nueva Parroquia que comprendiera los barrios: Mons. García, Marcelino Bueno, Barrio Ajuro, Las Delicias, Promo-Amazonas, M. Briceño Iragorri, Ventuari, Loma Verde, El Paraíso, La Florida, Carinagua, Chaparralito y Simón Bolívar.
La creación y nombramiento del nuevo Párroco lo hizo Mons. Ceccarelli el año 1981:

«Nombramiento del Párroco de la nueva Parroquia «S. Juan Bosco» de Puerto Ayacucho.- Nueva Erección. Noviembre de 1981.
Deseando tener una mayor atención al buen régimen y gobierno del Vicariato y confiando en las buenas dotes de doctrina, prudencia, experiencla y buena voluntad el P. ADALBERTO PASZENDA, por la presente, en virtud de las facultades ordinarias que me otorga el Código de Derecho Canónico, lo nombro CURA PÁRROCO de la IGLESIA PARROQUIAL DE S. JUAN BOSCO, de reciente fundación, a tenor de los cánones 455 y ss.
Exhorto por lo tanto, a los fieles de esta Parroquia de S. Juan Bosco, que tengan a dicho Padre Adalberto Paszenda como párroco, investido de las facultades que le concede el Derecho Canónico y que le guarden el respeto y obediencia debidos.
Pido a Dios y a S. Juan Bosco, titular de esta nueva Parroquia, que derrame abundantes bendiciones sobre el nuevo párroco y sobre todos los fieles, a fin de que amen cada vez más a Cristo y se amen mutuamente, para formar una fraterna Comunidad Cristiana.
Puerto Ayacucho, 15 de Noviembre de 1981
Mons. Enzo Ceccarelli Obispo-Vicario Apost. de Puerto Ayacucho
P. Juan B. Premarini Provicario» (8)

En 1978 se había erigido ya, de acuerdo con el Consejo Vicarial, la cuasi-Parroquia de La Esmeralda, separándola de S. Fernando de Atabapo, llegando así a nueve cuasi-Parroquias, teniendo en cuenta las dos de Puerto Ayacucho, S. Fernando, S. Carlos, Maroa, Coromoto, Isla de Ratón y S. Juan de Manapiare. Hay otros Centros llamados Centros Primarios de Misión con misionero residente sin organización parroquial, como son Mavaca, Ocamo, Platanal y Kakuri. (9)

5. El colegio Pío XI y su reestructuración

En el año 1982 el Colegio Pío XI vuelve a sus orígenes que, como sabemos, comenzó como «Asilo» al servicio del indígena. La situación económica y social de Puerto Ayacucho había cambiado profundamente y se vio la necesidad de acudir en ayuda de los jóveres del interior del Territorio que no tenían la posibilidad de continuar sus estudios de secundaria o hacer cursos de capacitación.
Fue una decisión dolorosa y sentida por muchos, pero necesaria, pues el Estado debía asumir responsabilidades de las que la Misión al comienzo, cumplió funciones de subsidiariedad.
Entre las condiciones que se pusieron para ingresar a esta Residencia Indígena destacaba la aceptación de una reflexión sistemática y una concientización indígena sobre la cultura, lengua y religiosidad indígenas etc. además de los estudios que realizaran a nivel de bachillerato.
El 1º de octubre de 1982 inició sus trabajos la nueva Residencia con 50 alumnos indígenas, estudiantes de Educación secundaria y 11 alumnos que frecuentaban cursos del INCE. Fue su primer encargado el Salesiano P. Ely Ponce.

6. Residencia Universitaria Indígena

Como continuación del mismo Proyecto de Iglesia al servicio del Indígena se abrió en la Procura Misionera de Caracas la posibilidad de que alumnos indígenas pudierar continuar sus estudios Universitarios en Caracas, mientras se continuaba la reflexión en grupo sobre las necesidades y urgencias del Territorio Amazonas y estimular el compromiso con sus pueblos. Fue su primer encargado el P. Ramón Iribertegui.

7. Jornadas de Estudio entre Antropólogos y Misioneros

Uno de los logros que se desprendieron de la nueva orientación del Vicariato fue la apertura al diálogo con las Ciencias Sociales, antropólogos y especialistas. Varios fueron los encuentros de los que reseñamos el Primero, descrito así en «La Iglesia en Amazonas» Nº 6 de 1980:

«A partir del día l0 de Septiembre tuvo lugar en Puerto Ayacucho el encuentro entre antropólogos y misioneros, promovido por Mons. Ceccarelli y que no pudo realizarse anteriormente por diferentes dificultades inherentes al trabajo de clase o investigación de los antropólogos.
La finalidad de este encuentro, además de establecer una relación más personal con las ciencias sociales, importantes en toda labor misionera auténtica, era también la de entablar un diálogo sincero y amistoso entre antropólogos y misioneros, un encuentro que favoreciera el conocimiento mutuo, el enfoque de los diversos problemas, la aclaración de una actividad misionera, hoy y aquí, en el Amazonas.
Además de los misioneros del Vicariato, participaron en estas tres jornadas de estudio, el Vicario de Tucupita, Mons. Argimiro García, el Vicario del Caroní, Mons. Mariano Gutiérrez, los Padres Capuchinos Adolfo de Villamañán, Julio Lavandero y el veteranísimo Cesáreo de Armellada, que nos ilustraron con su amplia experiencia y contribuyeron grandemente a la riqueza de estas jornadas. También asistieron el P. Alejandro Moreno factor importante en las discusiones y aclaratorias, así como el P. René Bros, Hno. de Foucauld misionero de Santa María del Erebato y el P. Gonzalo Tosantos, de la zona Panare del Dtto. Cedeño de Bolívar. Los indígenas estuvieron representados por dirigentes de varias etnias.
Entre las autoridades civiles hicieron acto de presencia el ciudadano Gobernador, Dr. González Herrera, Miembros del Concejo Municipal, el Jefe de Zona, la Directora de Educación, y Autoridades militares.
Las Ponencias fueron las siguientes:
DR. ESTEBAN E.MONSONYI
a) Educación intercultural Bilingüe y Autogestión indígena.
b) Consideraciones fundamentales sobre el idioma Guajibo y su uso como vehículo para la educación intercultural bilingüe.
DR. H. D.HEINEN:
a) Los Derechos Humanos y la dignidad del indígena.
b) Relación de la Economía tradicional indígena con la economía re gional y sus efectos sobre
la estructura social del indígena.
DR. WALTER COPPENS y EMILIO FUENTES:
Análisis sobre la aculturación y los misioneros como agentes de la misma. Alternativas de futuro» (10)

A este encuentro sucedieron otros, unas veces entre Antropólogos, Indígenas y Misioneros y otras, entre misioneros e Indígenas que tocaron varios aspectos de la realidad indígena amazonense.

8. Fallos y logros en la marcha pastoral del Vicariato

A fines de 1979 Mons. Ceccarelli debía ir a Roma a la tradicional visita «ad límina», o encuentro de trabajo con el Papa y la Congregación de la Propagación de la Fe.
Hubo evaluaciones de conjunto, tanto a nivel de cada Residencia como a nivel general de Vicariato. El progreso era manifiesto. Los misioneros enviaron por escrito sus respectivas opiniones rellenando un Cuestionario. El Consejo Vicarial y el Consejo Económico analizaron las respuestas y calibraron su valor y objetividad. De los juicios emitidos por todos, Mons. Ceccarelli hizo una síntesis que puso en las páginas finales de su relación quinquenal a la Santa Sede:

«Aspectos negativos:
- Falta de planificación escrita en algunas Residencias. Se hace oralmente.
- Incomprensiones internas entre algunas comunidades, que han impedido la plena realización de algunos programas.
- Se piensa que se quiere abarcar demasiado, impidiendo esto la formación cristiana de nuestros destinatarios en el sentido de compromiso.
- Se está potenciando poco la acción apostólica de los laicos comprometidos, con algunas excepciones.
- Hay Residencias con objetivos y metas no nuy claros.
- Pocos laicos comprometidos.
- Los que trabajan en los Caseríos no se ven ni se sienten como enviados por la Comunidad Apostólica de la Residencia, sino más bien les parece un trabajo apostólico personal.
- Estamos trabajando muy poco en la formación de catequistas.
- Hay cierta discriminación en la aceptación de alumnos(as) a través de exámenes de admisión. Se deberían suprimir.
- En algunas Residencias se hacen muchas actividades apostólicas y de promoción humana, pero parece que son a nivel personal y no siguiendo una planificación comunitaria de la Residencia y de las normas o líneas de acción del Vicariato.
- En algunas Residencias no se ha hecho un diagnóstico o estudio particular sobre los destinatarios.
- En algunas Residencias falta una cierta visión de futuro; por lo tanto parece un trabajo individual sin planificación a corto, mediano y largo plazo.
- Tarda en llegar a la Residencia el estado de cuentas y esto dficulta algo la situación económica.

Aspectos positivos:
- Hay en el Vicariato una gran capacidad de trabajo.
- Mucha preocupación por los pobres y marginados.
- Ejemplaridad y preocupación por integrarse las comunidades religiosas en Comunidades Apostólicas.
- El trabajo en los Caseríos ha sido llevado de una manera sistemática.
- La libertad de expresión y el buen ambiente en las reuniones de los mlsioneros(as).
- La administración vicarial se ha hecho con cariño y delicadeza para todas las Residencias sin distinciones.
- En algunas Residencias se logró una mayor eficacia en el trabajo al haber mayor compenetración entre misioneros y misioneras.
- Muy positivo que el Vicariato esté enterado de todos los problemas pastorales y económicos, y de los trabajos, como se ha venido haciendo en estos dos últimos años.
- Se ha comenzado a notar o se va adquiriendo conciencia de que somos una unidad vicarial y no unas comunidades disgregadas.
- Se ve mucho interés de parte del Vicario, Provicario y Provinciales por conocer los problemas de cada comunidad.
- Gran paso en lo económico el logro del Fondo Común, sea el Vicarial o el de cada residencia en particular.
- Se intenta buscar una línea común apostólica a nivel vicarial.
- Visitas del Vicario y Provicario a las residencias, con más frecuencia y sin apuros.
- Que cada Residencia haya dedicado un tiempo para la Planificación y Revisión.
- Incremento en la vida de oración personal y comunitaria.
- El Vicariato se preocupa por la puesta al día de los misioneros(as).
- Se nota el deseo de las comunidades de encarnarse cada vez más y superarse en la pastoral.
- La Remodelación de la Vicaría, muy necesaria.
- Se ha notado en varias residencias que el fondo común comunitario da mayor sentido a su pobreza.
- Con el Fondo Común comunitario hay mayor responsabilidad por parte de todos.
- Nos sentimos satisfechos por la participación que se da en la planificación pastoral y económica, no somos simples trabajadores, sino que todos participamos de la responsabilidad de llevar adelante el trabajo apostólico en el Vicariato.». (11)

Antes de salir para Roma Mons. Ceccarelli enviaba a los misioneros la siguiente comunicación. Como se puede notar en ella, así como en otras, las cuentas del Vicariato eran conocidas por todos los misioneros, dando así un clima de Corresponsabilidad a todos los miembros de la Misión:
«Puerto Ayacucho, 25 de septiembre de 1979.
Muy estimados Hermanos en Cristo:
Antes de salir para Europa a fin de efectuar la visita canónica quinquenal, les envío a todos un saludo fraternal y los mejores deseos para que el nuevo año de actividades apostólicas se desarrolle en una FE profunda, una CARIDAD fraternal y una ESPERANZA gozosa. Mantengámonos siempre en la oración para obtener de Dios la fuerza necesaria para sembrar con optimismo la semilla de bien en las almas confiadas a nuestro cuidado e imploremos al Espíritu Santo sus dones para no desfallecer en el camino.
En mi ausencia quedará encargado del Vicariato, en su calidad de Provicario, el P. Premarini.
Quisiera comunicarles algunas noticias:
En febrero de 1980 se efectuará el Curso sobre Piaroa dictado por los antropólogos Coppens, Lizarralde, Heinen y Fuentes. Se reunirán también con los miembros de la Comunidad del Alto Orinoco para dialogar sobre los programas para indígenas (Salió un Decreto del Presidente sobre Programas especiales-bilingües para indígenas).
Oportunamente se darán mayores detalles sobre dichas reuniones.
Damos la bienvenida a los salesianos y salesianas que trabajan en el Vicariato. Se alejó del Vicariato para estudios superiores, el Sr. Augusto Moreno, lo esperamos de nuevo entre nosotros. También fueron a cumplir sus obediencias en otras partes los Padres Vega y Mariano Stachura. Un sincero gracias a los que se van por su labor apostólica.
La Comunidad Apostólica del Alto Orinoco ha iniciado la construcción de una Residencia para las Hermanas y el Padre en el Ocamo, pues la anterior se inundaba y estaba lejos de la escuela y enfermería y ya ameritaba una costosa reparación. Los costos de dicha obra se cubrirán: con aportes encontrados por los mismos misioneros (P. Ramos, Sor María W., Sor María Isabel), la Gobernación (Bs. 25.000 y la mano de obra) y la Vicaría (Bs.25.000).
Ya quedaron concluidos los trabajos de remodelación de la Vicaría (de una parte). Se ha recibido ayuda de: La Santa Sede (40.000 dólares), de varios bienhechores de Monseñor (Bs. 165.000). Se ha vendido una parte de los bienes inmuebles que tenía el Vicariato, se hizo una deuda (pagaré) al Banco de Venezuela por el valor de Bs. 267.000 (al 12% anual) por siete meses. Ya se pagó al constructor la cantidad debida y falta por pagar Bs. 146.000 que dejan siempre por tres meses como garantía del trabajo. Por lo tanto el Vicariato tiene una deuda de Bs. 413.000, esto es, Bs. 267.000 al Banco de Venezuela pagaderos para el 10 de marzo y Bs. 146.000 al constructor pagaderos el 20 de diciembre.
Se desprende de esto que la economía del Vicariato no está muy bien, (todavía no se ha finiquitado por completo el asunto de los bienes de Mons. García), teniendo en cuenta que el Gobierno Nacional ha disminuido de Bs. 4.500 mensuales la cuota que daba para la Esmeralda desde el mes de abril y todavía no ha pagado las Becas del Alto Orinoco de los meses de abril, mayo, junio y julio.
Confiamos en la Divina Providencia y al mismo tiempo los invito a todos a tener en cuenta que este año 1979-80 debería de ser un año de economía y de fraternidad sinceras, (cada comunidad haga una buena evaluación y sin duda se pueden disminuir muchos gastos, fletes por avión de bultos pesados, llamadas de larga distancia en la Procura etc.) Si todos lo hacemos tendríamos un Fondo Vicarial común «extra» para sufragar en parte por lo menos, estas deudas que tenemos. Si las comunidades revisan sus estados de cuenta y hacen un buen estudio de los depósitos que tienen, sin duda que para fines de este año, podemos reunir entre todos la cantidad para pagar la última cuota al constructor. Nos sentiríamos así más unidos, como una familia que lo tiene todo en común.
Con la esperanza de que este llamamiento sea benigna y rectamente interpretado, les pido una oración y les prometo un recuerdo sincero ante el Señor.
En Cristo, Mons.Enzo Ceccarelli». (12)

Esta claridad de cuentas causó muy buena impresión entre los misioneros, así como el reajuste de las cuotas de las Residencias que el Vicario y su Consejo realizaron desde el inicio de su gestión.

NOTAS:
(1. AVAPA. Docunentos de Mons. Ceccarelli de 1975).
(2. AVAPA. Documentos de Mons.Ceccarelli de 1975. Comunicación Nº 3 de Mons. Ceccarelli a los Misioneros el 24 de marzo de 1975).
(3. AVAPA. Documentos de Mons.Ceccarelli de 1975. Comunicación Nº 3 de Mons. Ceccarelli a los Misioneros el 24 de marzo de 1975).
(4. Ibidem Nº 9).
(5. AVAPA. Actas de la Reunión de Directores de las Residencias en Junio de 1976).
6. AVAPA. Documentos de 1976.
(7. Iglesia en Amazonas (27 Octubre 1985) 21-22).
(8. AVAPA. Documentos de Mons. Ceccarelli de 1981).
(9. AVAPA. Documentos de Mons. Ceccarelli 1979-1980)
(10. AVAPA. Documentos de 1977. IA .(8-9 julio1981).
(11. AVAPA. Documentos de Mons. Ceccarelli de 1979. Relación quinquenal al SCPF. pp. 60).
(12. AVAPA. Documentos de Mons. Ceccarelli de 1979. Relación quinquenal al SCPF. pp. 60).



CAPITULO III

La búsqueda de un proyecto:
La opción por el indígena


La acusación a la Iglesia misionera de seguir patrones asistencialistas, sacramentalistas e integracionistas en su relación con el indígena fue muy común en años pasados. Los pasos dados por el Vicariato se dirigieron en la dirección de un cambio sustancial. Esta nueva actitud de encuentro con las culturas lndígenas, de una opción clara por el indígena, surgió de la preocupación constante por encontrar líneas de Pastoral indigenista cónsonas con la realidad amazonense.
Todo ello movió al Vicariato a organizar esos Cursos sobre Antropología y Misión (Cfr. I.A.Nº 8 y 9) y a participar en diversos encuentros a nivel continental, en especial aquellos relacionados con la pastoral amazónica.
Una de estas reuniones, el Encuentro Panamazónico de Pastoral Indígena del CELAM, celebrado en Manaos del 20 al 25 de junio de 1977, tuvo una importancia capital para el Vicariato, pues las lineas de allí emanadas fueron asumidas en su totalidad, lineas que indicaban el cambio de mentalidad al que los misioneros debían abocarse.
Resumimos a continuación dichas conclusiones que se convirtieron en líneas directrices de la nueva Pastoral del Vicariato.
«...Al realizar la confrontación de nuestras realidades, hemos sentido que una situación común afecta a los grupos indígenas. Marginados por las estructuras sociopolíticas y por la mentalidad racista de muchos de nuestros pueblos, sufren constantemente la agresión que los lleva poco a poco a su desaparición biológica y cultural.
Ante esta dolorosa realidad hemos revisado nuestras actitudes, constatando que coexisten tres líneas fundamentales con el trabajo pastoral:
- la tradicional adoctrinante y sacramentalista
- la desarrollista - paternalista y
- la encarnacionista - liberadora
Reconociendo el contexto histórico de cada una de ellas, y la sincera entrega misionera de quienes la siguen, nos alegra reconocer que se da un movimiento progresivo en la dirección encarnacionista - liberadora con todos los compromisos y cambios que ella exige.
Ha sido esta una ocasión para reflexionar en común con serenidad y fe sobre nosotros mismos, nuestras estructuras pastorales, a partir de las profundas interpelaciones que el Dios de la Historia, presente y actuante en el corazón de todos los pueblos, nos hace a través de las minorías indígenas de la Amazonia, que cada vez se hace más angustiosa y, al mismo tiempo más consciente y viva.
Su condición de abandonados y marginados, desposeídos de todo poder, nos hace comprender claramente que han de ser por la fuerza del Espíritu, una fuente de renovación para todo el Pueblo de Dios y para la sociedad humana en general.
Nuestras conclusiones pastorales pretenden ser una respuesta sincera a este llamado, el inicio de un nuevo impulso en la acción misionera de esta región y un humilde aporte a todos los que trabajan en la pastoral indigenista en otras áreas culturales de América y el mundo...».( 1)

1. Opciones fundamentales de la pastoral indigenista de la Amazonia
A partir de nuestro compromiso con el Evangelio creemos que nuestra Iglesia ha de hacer las siguientes opciones básicas:
a) Opción por las minorías étnicas como centro de predilección del Reino de Dios.
b) Opción por la encarnación en el mundo indígena, con su cultura y valores.
c) Opción por la Comunidad Cristiana autóctona y las formas ministeriales que le sean propias.
Estas opciones nos comprometen a adoptar los objetivos siguientes:

a) A nivel de los grupos nativos:
- Orientar nuestro trabajo hacia su supervivencia fisica y cultural y a un adecuado proceso de crecimiento en su autodeterminación y en su organización en asociaciones o federaciones que les permitan ser gestores de su propio destino. Esto conlleva:
- La concientización y valoración de su identidad cultural.
- La superación de sus complejos de inferioridad.
- Su promoción cultural.

b) A nivel de sociedad envolvente y dominante:
Concientizar y comprender a la sociedad envolvente en orden a:
- el reconocimiento de la profunda riqueza humana de cada pueblo indígena, con sus valores y aportes originales y diferentes.
- una conciencia crítica sobre las condiciones de sistemático exterminio o marginación a que los somete la estructura económica y sociopolítica dominante.

c) A nivel de Iglesia:
- que la Iglesia, reconociendo sus propias fallas históricas, se haga más presente en los pueblos indígenas, respete la identidad de los mismos, asuma su cultura y haga camino con ellos, compartiendo sus luchas y esperanzas en comunión de destinos.

2. Prioridad inmediata
Apoyar decidida y eficazmente los derechos que tienen los grupos indígenas a asegurar o recuperar la propiedad de sus territorios, de tal forma que puedan vivir y crecer física y culturalmente, conservando su equilibrio ecológico.

3. Realizaciones concretas:

a) A nivel de grupos nativos:
- Empeñarse en ayudar a los grupos nativos a que obtengan reconocimiento legal de los territorios ecológicamente suficientes que ocupan con pleno derecho y que les hayan sido usurpados.
- Defender especialmente a aquellos grupos que están en situación de emergencia y en riesgo de extinción o exterminio biológico y cultural.
- Facilitar y estimular encuentros entre nativos, promover la unión de los diversos grupos y la formación de comunidades, asociaciones y federaciones.
- Dejar progresivamente a los indígenas las decisiones, los servicios, la educación bicultural, promoción, comunicación etc, los ministerios eclesiales, el acceso a la opinión pública.
- No prescindir nunca, en lo que de nosotros depende, de la presencia y voz de los indígenas en los encuentros indigenistas.
- Informar a los indígenas de nuestra área, sobre la situación de los otros grupos, sus luchas y programas, sus encuentros y organizaciones y sobre todo los acontecimientos que tengan relación con la causa indígena.
- Acompañarles en la libre y armónica aproximación a otras culturas.

b) A nivel de Iglesia:
- Que las Iglesias locales, en sus planes de pastoral de conjunto, integren la pastoral específica de los grupos indígenas.
- Que haya una progresiva coordinación de las actividades misioneras en los diversos países, áreas culturales y en el Continente.
- Que la problemática indígena esté efectivamente presente en la Tercera Asamblea General del Episcopado Latinoamericano y sea previamente asumida en las Asambleas episcopales regionales y nacionales.
- Que los misioneros:
* Realicen una profunda conversión evangélica a las culturas y a los pueblos indígenas.
* Se comprometan a un conocimiento adecuado de la causa indígena y a la profundización de la teología pastoral de las culturas.
* Adquieran un suficiente conocimiento científico de las respectivas culturas y sus idiomas.
- Que los Prelados y Superiores promuevan la formación permanente de los misioneros en teología y ciencias antropológicas y respeten al máximo la estabilidad de los misioneros en determinados lugares o ambientes.
- Que se creen servicios comunes de intercambio, ayuda recíproca, cursos, profesores, y programas de pastoral indígena y se colabore con otras instituciones que sientan la causa indígena.
- Que se busquen los modos de realizar la comunidad cristiana a partir de los valores de cada grupo, propiciando los diversos ministerios eclesiales y las celebraciones de la fe según el genio de cada pueblo.
- Que se concientice y se comprometa a las Iglesias de cada país sobre entes problemas de los indígenas, la sistemática violación de sus derechos, las grandes esperanzas y valores que ofrecen, la responsabilidad misionera de toda la Iglesia.
- Que se superen las barreras de las circunscripciones eclesiásticas para bien del pueblo indígena, frecuentemente dividido por ellas y se revise la situación de esas jurisdicciones.
- Que los Institutos Religiosos responsables de territorios de misión se abran más a la participación de otras fuerzas misioneras.
- Que se cree una Oficina regional de intercomunicación misionera en la Amazonia, asignada a algún centro ya existente, como forma sencilla y viable de desencadenar un proceso de integración pastoral.
- Que se haga un sincero esfuerzo de ecumenismo de nuestras Iglesias con las otras confesiones cristianas presentes en las mismas áreas indígenas. Estúdiense con realismo las situaciones conflictivas.

c) A nivel de la sociedad circundante:
- Utilizar ampliamente los Medios de Comunicación Social en favor de las comunidades Indígenas:
+ Para la promoción y difusión de publicaciones indigenistas, investigaciones y experiencias culturales tanto de la Iglesia como de otras entidades.
+ Para la denuncia sistemática de las injusticias.
- Sensibilizar a los organismos nacionales e internacionales de Derechos - Humanos, Justicia y Paz etc. sobre esta problemática». (2)
Este conjunto de opciones, objetivos y propuestas emanadas de este Ecuentro Panamazónico, fue el motor de arranque para la gestación de un Plan Pastoral para el Vicariato en los años sucesivos. Fueron estudiados y discutidos en las Asambleas de misioneros y entraron a formar parte de la praxis pastoral de todo el Vicariato, como veremos posteriormente.

NOTAS:
(1. Iglesia en Amazonas. Reunión ecuménica Panamazónjca. (1983) 5-10).


CAPITULO IV

Las consecuencias de una opción por el indígena


Las líneas Pastorales asumidas por el Vicariato, a la larga debían acarrear problemas. Y en efecto pronto surgieron. La denuncia de los atropellos e injusticias contra el indígena y el ecosistema amazónico, su hábitat natural, produjeron en algunas personas y poderes, reacciones inevitables.
En 1984 el Vicariato hizo una denuncia sobre unas Concesiones mineras a la Compañía Minera MAVA, que felizmente fueron efectivas y terminó con la revocación de las mismas. Mons.Ceccarelli describió en el periódico La Religión todo el proceso de la Denuncia:

1. Las concesiones mineras a la C.A. Mava: Drama en cuatro actos, prólogo y epílogo

La Iglesia misionera no se opone a la explotación del T. F. Amazonas; lo que quiere es que a cada etnia indígena se le asigne y garantice un territorio suficiente para su supervivencia y desarrollo, de acuerdo con su cultura. Esta línea de conducta está suponiendo una lucha constante por la serie de abusos que se dan. Quede aquí como muestra la serie de denuncias del Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho por el problema de las Concesiones Mineras a la Compañía Anónima MAVA, y que ha concluido felizmente con la revocación de dichas Concesiones por el Ministerio de Energía y Minas.

- Prólogo:
La Compañía Minera MAVA C.A. solicitó la autorización para explorar y luego explotar casiterita y otros minerales en la región ALTO ORINOCO, (Gaceta Oficial Nº 2.947 Extraordinaria del 22 de abril de 1982). El Ministerio de Energía y Minas concede autorización para dichas concesiones: (Gaceta Oficial Nº 32.714 - 9 de junio de 1983). Hubo otra autorización, concedida en el mes de Abril de 1983, pero desconocemos el Nº de Gaceta Oficial.
Con estas dos Concesiones la Compañía MAVA C.A. tiene autorización para explorar y luego explotar 225.000 hectáreas en las cabeceras del Orinoco y en Parima, cabeceras de los ríos Ocamo y Metaconi.
Dichas concesiones están situadas todas en territorio habitado por los Yanomami.

- Acto Primero:
Mons. Ceccarelli, Vicario Apostólico de Puerto Ayacucho, preocupado por los daños que se derivarían de dichas Concesiones, escribió un informe en donde destacaba, entre otras cosas, los peligros, ya sea en el campo ecológico por ser esa zona cabecera de varios ríos, como también en el campo etnológico, en cuanto que los Yanomami no están en condiciones de «ser integrados en los programas de desarrollo de la Empresa» como dice el Art. 9 que el Ministerio de Minas ha dictado en las Normas al conceder la explotación.
Dicha relación fue personalmente entregada al Presidente del Congreso de la República, al Ministro de Relaciones Interiores, al Ministro de Energía y Minas, al Ministro de Justicia, al Ministro de Educación, al Diputado por el T. F. Amazonas Dr. César Alayón, al Gobernador del T. F. A. Sr. Rumeno Armas Salazar, y a la Antropóloga Nelly Arvelo (IVIC).
La relación llevaba fecha de 27 de febrero de 1984.

- Acto Segundo:
En vista de que no recibió respuesta alguna de parte oficial, Monseñor Ceccarelli pagó un REMITIDO el día 11 de marzo en los principales periódicos de Caracas. Esta denuncia decía textualmente:
«Como sabemos los que vivimos o visitamos el T. F. Amazonas, al salir del Aeropuerto Cacique Aramare de Puerto Ayacucho, se nos registra todo el equipaje, pues hay prohibición absoluta de que la Flora y Fauna de la zona traspasen los límites del territorio. Es una medida conservacionista que todos apoyamos.
Pero resulta que ahora no habrá problemas para que los minerales extraídos por una Compañía: «PRODUCCION MAVA COMPANIA ANONIMA» sean procesados y extraídos gracias a unas CONCESIONES MINERAS otorgadas por el Gobierno Nacional, según Gaceta Oficial Nº 32.744 del jueves 9 de junio de 1983, en una zona que otro Gobierno Nacional había decretado ZONA RESERVADA según Decreto Nº 2.039 de fecha 15 de febrero de 1977 (Gaceta Oficial Nº 31.175 del 15 de febrero de 1977).
El número total de Concesiones es de 36 (treinta y seis).
Cada Concesión es de 5.000 Hectáreas.
Luego, la totalidad de Hectáreas en Concesiones suma: 180.000.
La ubicación de dichas Concesiones se sitúa en el extremo sur-este del Amazonas, en el Departamento Atabapo.
La firma mercantil «Producción Mava Compañía Anónima», cuyo Presidente responde al nombre del ciudadano Florencio Gómez Muñoz, venezolano, C.I. Nº 935.382, está registrada en el Registro de Comercio bajo el Nº 19 Tomo 64-A, ante la Oficina de Registro Mercantil Segundo de la Inscripción Judicial del Dto. Federal y Edo. Miranda, de fecha 17 de agosto de 1981.
En la solicitud al Ministerio de Minas se pide la Concesión de la explotación de Casiterita de aluvión y otros minerales.
Es interesante saber que la mayor parte de estas Concesiones están ubicadas en zonas muy cercanas a las misiones de las Nuevas Tribus (Peñascal, Alto Ocamo y Alto Padamo), mientras que en las ventajas que se enumeran en algunas cláusulas de la solicitud (ayuda a la Escuela y Medicaturas) se nombra a las misiones católicas.
Ante esta situación, a nuestro modo de ver, muy grave, queremos hacer algunas consideraciones:
1.- Se abre con estas Concesiones el paso a un desarrollo ecocida, que como el modelo amazónico brasileño, traerá desastres a nuestro ecosistema amazonense. Si se permiten 36 Concesiones de un golpe, no habrá motivo que en el futuro se concedan 84 ó 100 más.
2.- La zona donde se ubican las Concesiones, está en pleno territorio Yanomami, un pueblo cultural y étnicamente fuerte, pero al mismo tiempo desvalido ante la irrupción de una técnica y un mundo salvaje que nosotros le proponemos. Sabemos que los empresarios están haciendo contactos con los indígenas Yekuana (Makiritare) para que hagan de puente con el criollo para esta explotación del Yanomami, el cual en definitiva sería la mano de obra barata, explotada, pues no conocen ni tienen sentido de la funcionalidad del dinero. Este sería el triste resultado que se obtendría con la aplicación de la cláusula Nº 9 que pide «integrar el indígena a la empresa».
3.- Estas condiciones son el inicio de un genocidio abierto, como el que conocemos en la margen brasilera. Lo que menos le interesa a la Empresa no es la cultura Yanomami o de cualquier etnia indígena, sino sólo una mano de obra que le sirva a sus intereses de ganancia.
Poco le interesará a la Empresa el desastre ecocida que puedan hacer, y más en aquellos lugares alejados en donde tendrán pocas visitas fiscalizadoras y controladoras por parte de los organismos competentes.
4.- Sin duda, algunos miembros de la Empresa o trabajadores no Yanomami abusarán de las mujeres yanomami y se corre así el riesgo de abrir el camino a un largo infanticidio pues las mujeres yanomami deben tener sus hijos de hombres yanomami y las madres y abuelas matarán a los hijos de tales uniones, ya que el mestizaje interétnico no es aceptado.
5.- Se corre el riesgo también, ya que la zona es hábitat de numerosos grupos yanomami, de que surjan diferencias entre el indígena y el criollo de la Empresa, experiencia que no es nueva, pues en Brasil se dio y se está dando dramáticamente, en donde el indígena lleva siempre la peor parte: la del genocidio o desaparición como pueblo.
6.- Abiertas las puertas a 36 Concesiones, cabe la posibilidad de una invasión de aventureros e inversionistas poderosos que llegarían a ocupar esas tierras como ya lo hicieron en el valle de Manapiare los Zing, Borrel, Mikuski, etc.
Esas tierras, ancestralmente Yanomami, en pocos años dejarían de ser Yanomami y el indígena, de dueño pasaría a ser un indígena pordiosero y explotado, o peor aún, como los Guajibo de la Rubiera o los Cuiva del Apure, eliminados.
Es verdad que el síndrome económico ha tocado muy fuertemente la sensibilidad del Gobierno.
Es verdad que hemos de buscar recursos y no depender sólamente del petróleo.
Es verdad que el Gobierno Nacional tiene el derecho de explotar las riquezas del subsuelo.
Pero NOS PREGUNTAMOS:
¿Es precisamente esa zona del T. F. Amazonas, la más desguarnecida estratégicamente, la que debe comenzar a explotarse?
¿Es precisamente la Casiterita de aluvión la materia prima esencial para un desarrollo tecnológico programado por algun Plan de la Nación o proyectos del Ministerio de Minas, o la Casiterita es sólo una pantalla de ninerales que no se nombraron en la Concesión sino con un «ETC.»?
El Gobierno Nacional al conceder esas concesiones, ¿conoce la trascendencia de las consecuencias desastrosas que pueden producir en este pueblo Yanomami, consecuencias las más suaves, etnocidas y las más seguras genocidas?
¿A qué se debe el hecho de que en las cláusulas de las Concesiones se enumeren las colaboraciones a las obras escolares y sanitarias de las escuelas y sanitarias del Vicariato, cuando nosotros no tenemos ni idea de esos Proyectos? ¿Esperarían tal vez, que como Judas, traicionáramos al Yanomami por 30 miserables monedas?
En fin, estamos convencidos que, de cualquier manera que se quiera ver el problema, los Yanomami nunca serán los beneficiarios de este tipo de explotación.

Sólo hay una forma de solucionarlo: LA REVOCACION DE LAS CONCESIONES POR EL MINISTERIO DE MINAS E HIDROCARBUROS, pues dichas Concesiones no son sino un descarado atropello a la Propiedad, porque esa zona es, por justicia, zona yanomami.
Mons. Enzo Ceccarelli
Obispo de Puerto Ayacucho.»

- Acto Tercero:
Esta Denuncia publicada en todos los periódicos sensibilizó a la opinión pública. En efecto se adhirieron a ella Profesores de la Universidad Central de Venezuela y de la Universidad de Oriente, la Comisión de Energía y Minas de las Cámaras de Senadores y Diputados, la Comisión de Ambiente y Ordenamiento Territorial de la Cámara de Diputados y la Prensa en general.
El Presidente de la Comisión de Energía y Minas del Senado, Dr. Valmore Acevedo Amaya, telefónicamente se solidarizó con la denuncia y convocó a Mons. Ceccarelli para una Reunión con la Comisión a efectuarse el día 11 de abril.
La Antropóloga Nelly Arvelo, en contestación a la Denuncia, escribió entre otras cosas: «Estoy de acuerdo con Usted en que las concesiones son extemporáneas y dañinas e, inclusive, representan un problema de geopolítica dadas las complejas consecuencias socioeconómicas y políticas de un puesto minero en una zona fronteriza».
Y el Dr. Valverde Aristimuño, abogado de Puerto Ayacucho, al solicitar una entrevista con Monseñor le dijo que «el tema que trataría sería sobre la posibilidad legal de solicitar con éxito la nulidad de las concesiones mineras...».

- Acto Cuarto:
El día 5 de abril, el Dr. Rafael Elino Martínez, presidente de la Comisión del Ambiente y Ordenamiento Territorial de la Cámara de Diputados, viajó a Puerto Ayacucho, juntamente con el Geógrafo Ovalles, asesor de la misma Comisión, y allí interpeló al Gobernador del Territorio, a Monseñor, al Comandante de la Guarnición militar y a otras entidades públicas, sobre la denuncia de las Concesiones. En esa oportunidad sobrevolaron la zona en cuestión.
El día 11 de abril el Gobernador de Amazonas y Monseñor se presentaron, previa citación, ante la Comisión de Energía y Minas del Senado y posteriormente, ante la Comisión del Ambiente y Ordenamiento Territorial, la cual interpeló al Ministro del Ambiente, Dr. Orlando Castejón. Ante ambas comisiones los dos interpelados, manifestaron nuevamente, con lujo de detalles, lo peligroso de las concesiones en todo sentido: ecológico, etnológico, fronterizo. La prensa recogió dichas interpelaciones.
El día 16 de abril los Dres. W. Bereciartu y José A. Mejías B., Director y Consultor Jurídico respectivamente, del Ministerio de Energía y Minas, viajaron a Puerto Ayacucho y allí conversaron con el Gobernador, con Monseñor y otras Autoridades Civiles y Militares.
También fueron a Puerto Ayacucho el día 24 de abril, los Diputados Cesar Alayón y Raúl Leoni, de la Comisión de Energía y Minas de la Cámara de Diputados. Allí se entrevistaron con las mismas autoridades mencionadas arriba y también ellos sobrevolaron la zona de las Concesiones.
En Puerto Ayacucho, a través de la Estación de TV «Amavisión», del Vicariato Apostólico, se efectuaron dos Foros de concientización del pueblo, dirigidos por el sociólogo Rubén Montoya, y en donde participaron Monseñor, el Gobernador, el Ing. Omar Henrfquez, Director de la C.V.G. Amazonas, el P. Ramón Iribertegui y el Abogado Valverde A.

- Epílogo
Pasados los días de Semana Santa, el Dr. Elino Martínez, Presidente de la Comisión de Ambiente invitó a Monseñor Ceccarelli para una reunión en el salón Panamá del Edificio Administrativo del Congreso de la República, para el día 9 de Mayo, en donde sería interpelado el Ministro de Energía y Minas, Dr. Hernán Anzola. Dicha reunión se efectuó a las 10 de la mañana ante los miembros de la Comisión de Diputados, el Director de Minas y el Consultor Jurídico del mismo Ministerio, y numeroso público, periodistas y camarógrafos de las televisoras comerciales, ansiosos de conocer el final de la historia de las Concesiones.
Después de la exposición inicial a cargo del Presidente de la Comisión y de algunas consideraciones hechas de parte de Monseñor, el Ministro encargado de Minas aclaró algunos puntos y luego manifestó que el Ministerio ya había emitido la Resolución Nº 244 que se publicará próximamente en la Gaceta Oficial, por la cual se revocaban las 36 Concesiones mineras otorgadas a la Empresa MAVA C.A. en Sierra Parima y que además estaba en curso el estudio para revocar también las 9 concesiones otorgadas en las cabeceras del Orinoco y que esta segunda Resolución saldría publicada en los próximos veinte días.
Puesto que esta revocación fue hecha «por haber incumplido la Empresa Mava C.A. algunas cláusulas del otorgamiento», se le preguntó al Ministro qué sucedería si esa Empresa u otra, cumpliendo con los requisitos, solicitara otras Concesiones para explorar y explotar esas zonas. A esta pregunta el Dr. Anzola contestó que tenía en el Despacho muchas solicitudes para el Edo. Bolívar y el T. F. Amazonas, pero que antes de otorgarlas, estudiaría bien el asunto y consultaría con los Organismos Oficiales y también con las Instituciones privadas pertinentes, sobre la oportunidad o no de conceder autorizaciones.
El Presidente de la Comisión de Ambiente manifestó que próximamente saldría un Decreto declarando zona de Reserva Nacional las cabeceras de los ríos del Territorio Amazonas, y se instaría al Ministerio de Defensa para que defina la Zona marginal fronteriza del Amazonas, cuyo decreto de 1979 no fue implementado aún.
El Vicario Apostólico se sintió sumamente satisfecho por la revocación de las Concesiones mineras en el Alto Orinoco, y agradeció a las Comisiones de Energía y Minas del Congreso, especialmente al Dr. Elino Martínez, Presidente de la Comisión de Ambiente, que hizo suya la Denuncia de Monseñor Ceccarelli y desplegó un interés extraordinario en el asunto; a él se debió, si no en todo, sí en su mayor parte, que el Ministerio de Minas revocara dichas Concesiones.
Por esta vez el pueblo Yanomami está a salvo de posibles conflictos y de un posible genocidio y esperamos que las promesas del Ministro se cumplan en lo venidero.» (1)

2. El caso Guanay

El caso que ha dado más que hablar a los Medios de comunicación ha sido el de la defensa de los Piaroa del Valle de Guanay en 1984, en litigio con el Sr. Hermann Zing Reverón.
— El Instituto Agrario Nacional (IAN) hizo justicia a los indígenas rectificando su decisión del 16 de noviembre de 1982 por la que entregó cincuenta mil hectáreas de tierra en el Valle de Guanay -Yaví y Caño Santo a la Comunidad Piaroa.
«Esta decisión del IAN, garantiza y reconoce a la población indígena que de hecho guarde el estado comunal o de familia extensiva... y establece también la evaluación de bienhechurías fomentadas por el Sr. Hermann Zing en el Hato de S. Pablo... y establece que el Sr. Zing debe ser reubicado en otra zona fuera del valle de Guanay...». (2)
La Iglesia en Amazonas Nº 23 en un número monográfico describió los datos más interesantes del problema:

«Resumen cronológico de los acontecimientos registrados en la Comunidad «Caño Vera-Guanay» y el Fundo «S. Pablo» de Herman Zing, a partir del 17 de junio de 1984:

Domingo 17 de junio 1984:
«. ..A las 2 p.m. un grupo de 30 indígenas Piaroa se trasladaban desde su Comunidad Guanay hasta su vivienda aislada, situada fuera de los linderos del fundo «S. Pablo», para dar sepultura a un pariente que había muerto en dicha vivienda, a causa de una picada de cascabel; el difunto respondía al nombre de Andrés Pérez, (C.I.Nº 10.922.009). En un paso, dentro de un morichal, eran esperados por el encargado del fundo y sus obreros, los cuales gritando y disparando arremetieron contra los indígenas, que salieron huyendo hacia el monte no sin antes haber sido maltratados algunos de ellos y capturados tres, uno de los cuales era una mujer en estado, a la que luego de insultarla, la dejaron en libertad.
A los otros dos indígenas se los llevaron amarrados a la cola de los caballos hasta la vivienda del fundo, donde fueron esposados a las patas de una mesa donde permanecieron el resto del día y durmieron en cuclillas». (Información extraída del Informe suscrito por el jefe de ORAl en Amazonas y Comisionado del Gobernador).

Lunes 18 junio 1984:
«...Se presentó el dueño del fundo «S. Pablo» en un DC-3 acompañado por una Comisión de la DISIP, en la comunidad de Guanay, donde procedieron a allanar viviendas, asustando a los pobladores y proponiéndole al capitán del grupo étnico la compra de la Comunidad «con Piaroas y todo», cosa que no fue aceptada.
Luego se trasladaron en su aeronave hasta el fundo «S. Pablo», en donde les entregaron a los «prisioneros», procediendo a soltarlos de la mesa para atarlos con un mecate a un árbol. Dicen estos indígenas que la DISIP los torturó pasándoles un mecate al cuello y templándolo, metiéndoles el cañón de una pistola en la oreja y en la boca, a la vez que les decían que les matarían. Eso ocurría mientras la Guardia Nacional que había llegado de Manapiare, junto con el maestro de Guanay, estaban dentro de la casa comiendo». (Información extraída del informe antes señalado).

Martes 19 junio de 1984:
«...Llegaron todos a Puerto Ayacucho, en la misma aeronave y se comenzó a tener conocimiento de todo. Por otra parte, también recibimos información en la comunidad y en el hato «S. Pablo», de que los indígenas habían quemado una vivienda el día anterior, pero que ésta no pertenece al Hato, y se encuentra fuera de sus líneas». (Información extraida del mismo Informe.)

Miércoles 20 de junio de 1984:
Se traslada al Valle Guanay una Comisión integrada por: el Fiscal III del Ministerio Público, el Comisionado del Gobernador, el Capitán (GN) Perera, el Jefe de ORAI en Amazonas y tres indígenas de la Comunidad, el maestro Pastor Rodríguez y dos de los maltratados: Jesús Morillo y Luis Manuel González.
Dicha Comisión registra los siguientes hechos:
«Llegamos a la vista del hato S. Pablo como a las 11,30 a.m. Nos presentamos ante dos señoras y un joven, quienes eran los únicos que estaban en ese momento, ya que el encargado y los obreros estaban en la sabana. Al preguntarle sobre lo sucedido dijeron no saber nada, que quien sabía era el encargado. Pudimos constatar a la llegada de los que estaban en la sabana, que traían armas largas, cruzadas a la espalda, en bandolera, pistolas al cinto y subametralladora. El Capitán Perera procedió a pedirles los respectivos permisos de porte de armas y a retenérselas para hacer informes sobre las mismas.
En vista de este armamento, el Capitán Perera, conjuntamente con el Fiscal del Ministerio Público procedieron.
Luego nos trasladamos el Comisionado del Gobernador, los tres indígenas, el Jefe de ORAI y el médico (a quien habíamos mandado a buscar mientras estábamos en el hato S. Pablo), hasta la Comunidad de Guanay.
Una vez alli, el médico procedió a revisar a los indígenas que habían sufrido violencia y elaborar el informe de los mismos. Pudimos constatar que, además de los revisados en Puerto Ayacucho, sufrieron peinillazos:
- Jaime Cancio (planazo en el pecho).
- Jesús González (planazos cruzados en el pecho).
- Miguel Pérez (planazos en los glúteos).
- Francisco Gómez (planazos en el lado derecho de la región dorsal).
- Francisco Pérez (planazos en el pecho, roto por la punta de la peinilla).
Además de éstos, como el grupo fue dispersado por disparos y resultaron heridas algunas mujeres y niños, uno de ellos presenta cortadura en la región glútea y en la espalda, producidos por espinas y bejucos al huir su madre por el monte».
(Información extraída del informe en referencia)

Miércoles 20 de junio de 1984
Los maestros piaroas: Daniel Otero, Jesús Caballero, Oscar Briceño, Antonio Flores, Melania Otero y Jerónimo Guevara, mediante oficio dirigen y entregan al Obispo de Puerto Ayacucho la denuncia de los hechos y le solicitan colaboración para el justo reclamo de los indígenas.

Domingo 24 de junio de 1984:
Mons. Enzo Ceccarelli, mediante Oficio dirigido y entregado al Dr. Lepage, Ministro de Relaciones Interiores, denuncia los hechos y pronta investigación sobre la materia.

Lunes 25 de junio de 1984:
El diputado César Alayón del T. F. Amazonas, envía un Telegrama al Dr. Héctor Zerpa Arcas, Fiscal General de la República, denunciando los hechos acaecidos y solicitando exhaustiva investigación de los mismos.

Martes 26 de junio de 1984:
Salen publicadas en el diario «2001» declaraciones del Diputado Alayón denunciando el atropello del Sr. Hermann Zing contra los Piaroas del Guanay.

Miércoles 27 de junio de 1984:
Salen publicadas en el diario El Nacional declaraciones del Diputado Alayón denunciando el atropello de Hermann Zingg contra los piaroas del Guanay.

Jueves 28 de junio de 1984:
Los abogados Héctor Valverde Aristimuño y Sergio Solórzano, entregan al Juez del Dpto. Atures del T. F. Amazonas, la «notitia criminis» correspondiente.

Viernes 29 de junio de 1984:
Sale publicado en el Diario El Universal un Artículo de Ramón Koesling, por medio del cual intenta defender a Hermann Zingg de las denuncias y de los hechos que se le imputan, utilizando para ello una inaudita descripción tergiversada de los acontecimientos. Llegando incluso a señalar la existencia de un supuesto «movimiento subversivo» en el Amazonas, del cual el ciudadano Hermann Zingg es actualmente la víctima.

Domingo 1 de julio de 1984:
Salen en el Diario El Nacional declaraciones del Obispo de Puerto Ayacucho, en las cuales confirma la denuncia remitida al Ministro de Asuntos Interiores el día 24-06-84. (3)

El asunto fue llevado a la Comisión Delegada del Congreso el día 18 de julio, en donde es nombrada una Comisión para aclarar y averiguar los datos aportados por las denuncias. Formaron parte de dicha Comisión: Paulina Gamus (Presidente), Adelso González U., Eduardo Morales Gil, Julio César Moreno y Nelson Varela.
Hubo interpelaciones en Puerto Ayacucho y luego se dirigieron al Hato «S. Pablo» en un avión de la Guardia Nacional, luego que los Diputados Alayón y Adelso González se negaron a viajar en el avión privado de Hermann Zingg.
El procedimiento de la Comisión y las explicaciones aportadas por Paulina Gamus no fueron muy convincentes ni para el Obispo de Puerto Ayacucho ni para los Congresistas Adelso Sandoval, César Alayón, Elino Martínez, Alexis Luzardo etc.
Mons. Ceccarelli se dirige en carta al Presidente del Congreso Dr. Reinaldo Mora, dándole las impresiones sobre el trabajo de la Comisión delegada.
Entretanto, la prensa nacional, ligada familiar o ideológicamente al Sr. Zingg, trató de desprestigiar con todas sus fuerzas al Obispo, los misioneros y en general a la Misión de Amazonas. Se les tachó de marxistas, etarras, sandinistas y se intentaron diversas «cortinas de humo», como la posible subversión guerrillera indígena, el narcotráflco internacional etc.
Todo concluyó con la reubicación del Sr. Zingg y la atribución de las tierras a los Piaroas. A nivel nacional se destacó la valiente actitud de la Iglesia misionera, representada por su Obispo, en defensa del indígena.
En plena tormenta, Mons. Ceccarelli fijó los principios de su actitud en una declaración hecha pública el 10 de julio de 1984:
«Ante los acontecimientos sucedidos en Guanay-Caño Santo (Valle de Manapiare), Territorio Federal Amazonas, en donde vive un grupo de Indígenas, el Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho, declara que siempre estará al lado de cualquier grupo indígena que justamente reclame sus derechos.
Esta toma de posición el Vicariato la hace en base a las líneas o criterios asumidos en la reunión de todos los misioneros, realizada en el mes Septiembre de 1980. En aquella oportunidad, unánimemente quedó aprobado:
- Dirigir nuestra acción misionera preferentemente hacia una clara opción por los indígenas y por los pobres.
- Solidarizarse con las luchas concretas y justas de los pueblos indígenas.
- Apoyarlos en el esfuerzo por afianzar o rescatar su identidad como pueblos con derecho a su autodeterminación.
- Este compromiso se traduce especialmente en una acción misionera liberadora, no compulsiva, en el proceso de Evangelización y con una acción profética, no asistencialista ni paternalista, en la lucha contra las injusticias, abandono y explotación de nuestros hermanos indígenas y de los más pobres.
El Vicariato declara además que siempre estará al lado de las personas que, prescindiendo de sus orientaciones políticas, religiosas y civiles, busquen la reivindicación de los justos derechos de los indígenas, sea del Amazonas, sea de toda Venezuela».
Puerto Ayacucho, 10 de julio de 1984
Mons. Enzo Ceccarelli
Obispo-Vicario Apostólico de Puerto Ayacucho
C.I. V-1.724.557 (4)

Estos principios siguen poniéndose en práctica ante la variedad de problemas que surgen en el Vicariato. La Misión siempre estuvo al lado del indígena en los reclamos por el costo de la gasolina, los pasajes aéreos, los litigios de tierra, y las violaciones a los Derechos humanos.
Las dificultades que vinieron y que vendrán son consecuencia de una clara opción asumida por la Iglesia misionera: la opción por el indígena.

NOTAS:
(1. Mons. Ceccarelli, «Presencia de la Iglesia en Amazonas», en La Religión XCV, 28.628 Caracas, Martes 14 de agosto de 1984).
(2. BECERRA William, «Las tierras son de los Piaroas». Artículo publicado en El Nacional. Caracas, lunes 26 de noviembre de 1984).
(3. La Iglesia en Amazonas, 23 octubre de 1984).
(4. Declaración publicada el 10 de julio. En IA, 23(Octubre de 1984).



CAPITULO V

Nueva savia para el Vicariato


Por el Convenio estipulado entre la Santa Sede y el Gobierno Venezolano encargó a la Congregación Salesiana de la Misión del Alto Orinoco, lo cual no priva que el Vicario Apostólico pueda hacer Convenios con otras Congregaciones o grupos apostólicos que quieran trabajar en el Vicariato.
En una de las Conclusiones del Congreso Panamazónico de Pastoral, enunciadas anteriormente se aconsejaba a los Prelados y Superiores abrir las puertas de sus jurisdicciones a otros grupos apostólicos.
Pues bien, ya en los últimos tiempos de Mons.García, los Jesuítas iniciaron un trabajo en el Alto Ventuari con la etnia Ye’kuana o makiritare y posteriormente, Mons.Ceccarelli abrió las puertas del Vicariato a las Hermanas de S. José de Tarbes, a las Misioneras Hijas de la Sagrada Familia de Nazaret y a las Hermanas Lauritas, propiciando así el pluralismo de carismas, nuevos entusiasmos en la acción misionera del Vicariato. Fueron brotes de savia que rejuvenecieron el trabajo apostólico.

1. Presencia Jesuita en el Alto Ventuari

Mons. García en 1973 había dado un consentimiento oral para que los jesuitas iniciaran su trabajo en Kakuri y posteriormente, Mons. Ceccarelli firmó un Convenio con la Compañía de Jesús en el que se establece sólidamente el trabajo de los jesuitas en el Alto Ventuari.
El origen y desarrollo de este Proyecto de la U.M.A.V. (Unión Makiritare Alto Ventuari) nos lo describe así la Iglesia en Amazonas:
«...Desde cierto tiempo atrás, un hombre de la comunidad jesuita del Instituto Técnico Obrero de Catia, venía pensando con preocupación en el problema indígena. Venezuela estaba iniciando un plan para la Conquista del Sur (Codesur). El Hno.José M. Korta S.J. pensaba que con un programa liberal - que algunos podrían llamar de «desarrollo económico» - el indio, en el mejor de los casos, sería convertido en peón del hombre «civilizado» si antes no había caído víctima directa de una bala perdida en la huida por la libertad. El comercio, la explotación agrícola, la ganadería, el transporte etc. manejados por manos extrañas con intereses irreversibles al indio impreparado, su patrimonio cultural sería arrasado fulminantemente
La mano del misionero demasiado solo y sin recursos no planteaba soluciones eficaces. Tampoco era aceptable la tesis de muchos antropólogos que aspiran a que el indio se encuentre en un estado «puro» y «primitivo» creando una especie de reservaciones que sirvan de laboratorio de investigaciones a manera de conejillos de Indias. Era preciso buscar una solución urgente, de manera que el hombre blanco ofreciera desinteresadamente a su hermano, el indio americano, la ayuda de la capacitación y el equipo que necesita para surgir él mismo, con autonomía, sin romper los lazos que hasta ahora lo han mantenido en unión estrecha con la naturaleza y con su medio cultural. Por otra parte la heroica gesta misionera de los antiguos Jesuítas por el Sur de Venezuela era algo que merecía ser revivido, acomodándolo a las actuales circunstancias.

- Inicios.
A finales de 1971, y como un intento de extensión de las actividades educativas y sociales del Instituto Técnico Jesús Obrero, el Hno. Korta estableció contacto con Isaías Rodríguez, indígena makiritare del Alto Ventuari...
Con la participación decisiva de la población de la zona se fueron discutiendo y fijando líneas de un proyecto de desarrollo con sus aspectos organizativos, culturales y económicos, descripción de motivos, metas, proyectos de inversiones etc.
El 19 de Marzo de 1972 salía editado el Proyecto UMAV y el 6 de Diciembre del mismo año las comunidades indígenas tomaban Personalidad jurídica con el nombre de UNION MAKIRITARE ALTO VENTUARI.
Una vez elaborado el Proyecto y con la aprobación del P. Provincial, P. Francés S. J., el H. Korta, en el mes de mayo de 1972, se puso en contacto con el Obispo de Puerto Ayacucho, Mons. Segundo García, para informarle el plan de trabajo y de todos los aspectos del proyecto y así mismo, para pedirle su aprobación. Fue en marzo de 1973 cuando de manera definitiva Mons. García dio su apoyo expreso y la autorización para el trabajo del Hno. Korta en el Alto Ventuari.
Con motivo de la incorporación al trabajo en el Alto Ventuari del P. Ignacio Castellot, S. J. el 13 de junio de 1975 Mons. Enzo Ceccarelli, renovó la anterior autorización dada al H. Korta.
Estas autorizaciones fueron presentadas el 14 de junio de 1975 en el Ministerio de Justicia, ante el Director de la Comisión Indigenista Dr. Eddy Romero, con lo cual quedaban cumplidos todos los trámites legales.

- Objetivos de UMAV
1. Lograr un verdadero desarrollo humano integral de las comunidades Indígenas del Alto Ventuari, a través de:
a) Un Centro de Cultura Educativo.
b) Un programa de desarrollo agropecuario.
c) Un plan intensivo de creación de artesanía.
2. Demostrar que los makiritares, indígenas venezolanos, si reciben ayuda desinteresada, son plenamente capaces de impulsar y dirigir su propio desarrollo económico y cultural.
3. Demostrar que son capaces de impulsar su propio desarrollo y su integración a la sociedad venezolana, sin perder la propia cultura milenaria: controlando ellos mismos los procesos de cambio cultural que crean convenientes. De esta forma serán capaces de aportar al resto de la sociedad los valores humanos que conservan y contribuir al incremento de la producción nacional». (1)
Varios fueron los Padres y Hermanos Jesuitas que trabajaron en el Proyecto UMAV como Asesores. Además del Hno. Korta, recordamos al P. Angel M. Munárriz, al P. I. Castellot, al Hno. Agustín Zulaika, los PP. Lasarte y José Ramón Aguirre, así como muchos laicos comprometidos con el indígena, entre los que destacaron Hernán González y William Fernández.
A este Proyecto le siguió después el proyecto SANEMAP (Sanemas del Alto Parú), y EPIAMIEL (Empresa Piaroa de Producción de Miel).
Posteriormente se sintió la necesidad de dar respuesta y apoyo al movimiento de Empresas y Cooperativas que en los últimos años surgieron en el Vicariato. Así pues, en 1986 se constituyó y registró la Asociación Civil CEPAI (Centro de Educación y Promoción para la Autogestión Indígena).
Las discusiones que, por diversos motivos, se suscitaron en relación a este Centro, entre los misioneros, el Vicario Apostólico y los Asesores del mismo, en lugar de aclarar el panorama apostólico de acción, más bien lo enturbiaron. Tal vez se debió a la falta de transparencia en los objetivos, o a un querer abarcar demasiados campos, divergencias en cuanto a las políticas macro o micro económicas, y carencias en el aspecto formativo o desconocimiento del mundo indígena de algunos laicos incorporados al Proyecto. Esto hizo que una excelente iniciativa no lograra en su totalidad las finalidades propuestas.

2. Las Hermanas de San José de Tarbes

Esta Congregación femenina, de origen francés tuvo su origen en Francia y llegó a Venezuela en 1889. Desde su llegada atendieron a los enfermos y moribundos, especialmente en las epidemias que siguieron a las guerras civiles de 1898 a 1900. En la terrible epidemia de viruela que invadió la ciudad de Valencia en 1898, estuvieron junto con el P. Bergeretti, Primer Director del Colegio D. Bosco de Valencia, asistiendo y curando enfermos y con él recibieron la Condecoración por su denodado trabajo en favor de los enfermos.
Hospitales leprocomios, ancianatos y otras obras de asistencia fueron sus primeros servicios. También se dedicaron a la educación de la juventud femenina en los Colegios.
Después del Concilio Vaticano II, viviendo con la iglesia su apertura y atención a los sufrimientos, esperanzas y tristezas de los hombres de nuestro tiempo, aceptaron también el trabajo en las misiones. Por ello las vemos trabajando desde 1978 en el Centro Misionero de Coromoto, con la etnia Jivi.
Después de su arribo a tierras amazonenses, se encargaron al comienzo de los Caseríos que se encuentran en el eje vial Sur, de Puerto Ayacucho-Samariapo. Posteriormente, después de discernir los pro y los contra, teniendo en cuenta que sólo eran cuatro Hermanas para tan amplia labor, resolvieron hacerse cargo de 6 ó 7 Caseríos o Comunidades.
Sus inicios los vemos aquí plasmados en la relación que ellas mismas hicieron:
«Se parte del conocimiento de la realidad y este conocimiento crítico impone a la fe los caminos de su eficacia. Las hermanas se encontraron con un conjunto de comunidades o Caseríos apáticos, acostumbrados a la acción «caritativa» del Gobierno y de la Iglesia que «debían dar al indígena» lo que necesitaba: un grupo de Caseríos desorganizados, sucios, con una cantidad de necesidades, creadas o no, por la cercanía en que se encuentran de la capital Puerto Ayacucho y la situación creada por años de dependencia.
Después de los tres primeros meses de observación y convivencia en las comunidades, propusieron las Hermanas una Reunión de Capitanes y Comisarios y dirigentes naturales de las Comunidades. No se esperaban una afluencia muy concurrida y la pasividad fue la característica de esta Primera Asamblea, sin embargo el pueblo Guajibo cumplió.
De las propuestas de la Primera Reunión se da uno cuenta de la visión que el guajibo tenía de la nueva presencia misionera: un reflejo de la que había tenido hasta entonces, esto es, la acción paternalista. Llovieron las peticiones de las comunidades: cigüeñas, motobombas, machetes, alambre, motores, escuelas, maestros, carretillas, cursos de costura etc.
Después de 6 meses de trabajo, las Hermanas de S. José de Tarbes se estaban dando cuenta que la «presencia» de ellas en todos los Caseríos era muy interesante, pero nada práctica en cuanto a eficacia pastoral. En una evaluación de 1979 optaron por reducir la acción a sólo 6 ó 7 Caseríos, con el fin de implementar una acción pastoral más efectiva.
Van naciendo así la Empresas MAGUA (Manufacturas Guajibas) que nacen como una respuesta a la necesidad de buscar nuevas fuentes de trabajo que permitieran a todas las familias de las distintas comunidades, un pequeño aumento en los escasos recursos económicos. Hoy son más de 15.
Posteriormente se crea el Consejo Económico de Caseríos, el organismo que dirige, orienta y encamina todas las actividades de las Empresas Magua. Este Organismo concede pequeños créditos en herramientas, implementos y materia prima a las comunidades que lo soliciten, siempre y cuando presenten proyectos de trabajo que beneficien a grupos no menores de 6 personas y que conduzcan a una estabilidad económica a quienes lo integren.
El Transporte era una de las dificultades mayores que confrontaban estas comunidades para poder llevar sus productos al mercado. Pronto surgen las Empresas de Transporte y ya varias Comunidades tienen hoy su transporte comunitario manejado en forma de Empresa.
En 1987 con la valiosa ayuda y asesoría del Ing. Agrónomo Antonio Graterol, se dio inicio a un Proyecto socio-económico destinado a fortalecer la producción del conuco indígena y a aumentar la vida útil del mismo, proyecto que está en pleno auge llegándose ya a un total de 129 hectáreas cultivadas que benefician a un total de 139 familias.(2) (2. Iglesia enAmazonas 20-21 (Marzo1984) 67).
Con el aumento de la producción agrícola fue necesario crear la forma de facilitar la elaboración del mañoco y casabe, producto rentable en la capital Puerto Ayacucho. Es así como, con la iniciativa de las Hermanas y asesoradas por el Salesiano Carlos Toso, se construyeron en Coromoto dos grandes Galpones casaberos que, uniendo el sistema tradicional con ajustes de tecnificación, fueron la base de la economía de esta Comunidad.
Muchas otras iniciativas fueron surgiendo en el pueblo jivi, y las hermanas de S. José de Tarbes estaban conscientes de lo que significaba una auténtica fe liberadora en el asesoramiento de todos estos proyectos.
Las Hermanas María Elena Peláez, Dora Higuera, Lilian García y la aspirante María N. Peraza fueron las iniciadoras de esta nueva etapa de la Residencia de Coromoto
Posteriormente vivieron en dos comunidades, una en Mirabal y la otra en Coromoto desde donde siguieron los proyectos en marcha en el pueblo jivi. Los avatares de cambio y la reducción de personal fue causa de que el primer entusiasmo se mantuviera.
Con la construcción de la Unidad Educativa de Mirabal, las Hermanas asumieron en la dirección del plantel e implantaron un clima educativo muy interesante, encarnado en la cultura del pueblo jivi.
El año 2008 las Hermanas de San José de Tarbes, debido a factores ajenos a su probada entrega durante 30 años, tuvieron que abandonar este campo misionero en el Vicariato de Puerto Ayacucho.

3. Las Hermanas de Nazaret

Una nueva Congregación aportó nueva savia, esta vez en el alejado y abandonado Sur rionegrino.
En abril de 1980 llegaron a S. Carlos de Río Negro las primeras Hermanas de Nazaret: Pilar Escalada, Teresa Pirela y Fanny Alvarez. A los tres meses sustituyó a Fanny la Hermana Beatriz Guerrero y luego se incorporó la Hermana Onoria Ochoa. A través de los años se sucedieron las Hermanas Clara Donelia, Marisol, Pilar etc.etc.
Las Misioneras de la Sagrada Familia de Nazaret fueron fundadas en la diócesis de Seo de Urgel (España) por el Beato José Manyanet Vives. Introdujo este Instituto en Venezuela la Madre Cecilia Cros Gurnés. Tienen casas florecientes en Caracas, Puerto Ordaz, Valle de la Pascua, Táriba, Maracaibo, El Moján y Punto Fijo, además de la presencia misionera en este Vicariato. (3)
El P. Avelino Sánchez anotó en la Crónica de S. Carlos la llegada de las Hermanas:
«24 de abril de 1980. Comenzamos el mes de María Auxiliadora.
Legó Mons. Ceccarelli con dos Hermanas de Nazaret... Vinieron para hacer un recorrido por esta zona hasta Maroa para ver el terreno y decidir si aceptan venir a trabajar aquí. Estuvieron unos tres días. La Provincial o Delegada, Madre Montserrat Guansé y la Directora Sor Pilar Escalada se fueron bien impresionadas». (4)
«...El sábado 14 de mayo llegaron las tres Hermanas de Nazaret, que se quedan en San Carlos, con la Madre Provincial. Se establecieron en una casa alquilada y arreglada. Vienen con mucho entusiasmo. Hicieron un recorrido con el P. Weslao a los Caseríos de Santa Rosa y Santa Lucía. Llegaron hasta Cocuy». (5)
Las Hermanas de Nazaret cubrieron un amplio espectro de trabajo apostólico en la zona Guainía-Río Negro. Con la sencillez del Hogar de Nazaret que forma parte esencial de su carisma, cumplieron una labor de acompañamiento en los hogares de S. Carlos, fomentando la unidad y la en las familias, además de dictar cursos de mejoramiento relacionados con la promoción de la mujer.
Dos de ellas se dedicaron al apostolado itinerante por los caseríos, acompañando a los indígenas y asesorando con entusiasmo las Empresas comunitarias que fueron surgiendo. Pensando en las niñas de estas comunidades que no podían continuar sus estudios, se abrió una Residencia femenina que amplió los horizontes de niñas y sus familias.
Dentro del carisma de la Congregación está presente el aspecto educativo. Como servicio a la Zona Educativa del Territorio presidida por el Prof. Waldemar Noguera, la Hermana Onoria aceptó la Dirección de la Escuela Básica, que poco a poco fue creciendo y se convirtió en un Ciclo Diversificado. Como iniciativa de las Hermanas se abrieron en la Misión dos anexos a la Escuela, uno de Carpintería y otro de Costura, que sirvieron a alumnos para inicia cursos para la Educación al Trabajo, reviviendo en parte aquellas ideas del P. Bonvecchio, fundador de esa obra salesiana, que al llegar a S. Carlos soñó con un taller para sus muchachos.
Pero lo más importante que significó este trabajo de las Hermanas de Nazaret, fue la presencia de esperanza que ellas representaron para esa zona abandonada de la Patria.
Pero como la dicha nunca es completa, las Hermanas de Nazaret, debido a causas, entre las que destacaban la escasez de personal, la lejanía y dificultades cada vez mayores para sostener la Residencia, dejaron el trabajo en el Sur del Estado y abrieron una presencia escolar en la capital Puerto Ayacucho.

4. Las Hermanas Lauritas

El día 25 de mayo de 1988, día natalicio de la Madre Laura Montoya (6), Fundadora de las Hermanas Misioneras Lauritas, Mons. Ceccarelli dio inicio a la nueva fundación en el Caserío de Parhueña, de la etnia jivi.
Después de una Misa, con la asistencia de las Comunidades de las Hermanas Salesianas, de las Hermanas de S. José de Tarbes, de la Vice-Provincial y de algunas Hermanas Lauritas, se bendijo la nueva Residencia.
La nueva Comunidad integrada por las hermanas: Mélida, Lucía y Cecilia trabajarán en los numerosos Caseríos que están en el eje vial Norte, de Puerto Ayacucho a Puerto Nuevo (El Burro), caseríos pertenecientes a las etnias, Jivi, Piaroa y Kurripako. Una de ellas nos explicaba así su filosofía de trabajo:
«Como Misioneras de la Madre Laura comprendemos que la misión evangelizadora hoy, trae consigo exigencias muy concretas en el acompañamiento de las comunidades indígenas que son víctimas de un proceso aculturativo cada vez más avasallante.
Frente a esta situación, somos conscientes de que no podemos tener una actitud sólo de buena voluntad, sino que dejándonos guiar por el Espíritu que nos empuja, nos orienta y alienta y con una nueva confianza en nuestro pueblo, estando con él en actitud de escucha y en análisis constante de la realidad, así como un discernimiento de ella a la luz del Evangelio y de nuestro carisma, acompañamos sus actividades y orientamos sus decisiones, respetando y promoviendo sus derechos como sujetos en proceso autodeterminativo.
Esta es nuestra línea de trabajo. Es un trabajo de base y no de masas, que parte de la orientación de la persona, de la familia y del grupo como tal. Es así como vamos descubriendo su lenguaje, insertándonos e inculturándonos, evangelizando a través de la propia cultura y de la revelación, dejándonos a la vez evangelizar y cuestionar por ellos; aprendiendo la capacidad de servicio y solidaridad que manifiestan con todas las pesonas, la lucha por la unidad y organización de sus comunidades... Llevamos también un proceso con los jóvenes de Parhueña que buscan la recuperación de sus valores autóctonos desplazados por la asimilación de antivalores de la sociedad criolla, con el afán de parecerce a ellos». (7)
En el año 1998 el Vicariato inauguró la Unidad Educativa en la comunidad jivi de Parhueña de la que las Hermanas Lauritas asumieron la Dirección y el trabajo pastoral de la misma.

NOTAS:
(1. Proyecto Unión Makiritare Alto Ventuari, en lA, 22 (Junio1984) 33-37)
(3. M. Cecilia, Plenitud sin ocaso, Misioneras Hijas de la Sagrada Familia, Caracas).
(4. ASCRN, Crónica de la Casa, 473).
(5. ASCRN, Crónica de la casa, 474).
(6. La Vida de la Madre Laura y la Presencia de las Lauritas en Venezuela, en IA 45 (Julio1989) 27-31),
(7. AVAPA, López C. Mélida.l nforme pastoral, 1989).


CAPITULO VI

Los 50 años de la Misión Salesiana.
Nuevos proyectos en marcha


La primera expedición misionera salesiana llegó a Puerto Ayacucho el 11 de septiembre de 1933. En septiembre de 1983 se cumplieron, pues, los 50 años de labor misionera en el T. F. Amazonas.
Con dos años de antelación preparó Mons. Ceccarelli con sus 66 misioneros la celebración de esta efeméride.
En abril lanzó al público el Nº 16 de la revista Iglesia en Amazonas con una presentación sintética de las 12 Residencias principales del Vicariato, su programación pastoral y síntesis histórica. (1)
El Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, Card. Agnello Rossi mandó a Puerto Ayacucho su adhesión a las celebraciones del Cincuentenario haciendo un elogio de las Misiones salesianas.(2) Larguísima fue la lista de personalidades, entidades y familias que se unieron los recurrencia. (3)
Antes que Mons. Enrique de Ferrari llegara con su primer escuadrón de misioneros en 1933, no había ni un solo sacerdote fijo en todo el Amazonas venezolano desde 1845.
En 1983 trabajaban ya en el Vicariato 66 misioneros de varias Congregaciones religiosas y se estaba convirtiendo en una iglesia viva y prometedora.
En 1933, la Misión del Alto Orinoco, empezaba entre mil necesidades e incontables sacrificios.
En 1983 podía presentar este Cuadro General:

- MISIONEROS:
25 Salesianos
30 Hijas de María Auxiliadora
04 Jesuitas
03 Hermanas de S. José de Tarbes
04 Hermanas de la S. Familia de Nazaret.

- OBRAS:
- PUERTO AYACUCHO: 2 Parroquias con 2 Iglesias filiales
Residencia Indígena Pío XI
Centro Juvenil «D.Bosco»
Escuela Básica
Centro de Formación de Catequistas
Asistencia pastoral y catequesis a 6 Caseríos.
- COROMOTO: Asesoramiento a las Empresas Indígenas
Asistencia pastoral y catequesis a 9 Caseríos
Alfabetización y Cursos.
- ISLA DE RATON: Escuela Básica Experimental Agrícola (Internado)
Parroquia
Asistencia Pastoral y catequesis a 10 Caseríos.
- S .FERNANDO: Parroquia y Centro Juvenil
Escuela Primaria
Cooperativa de Corte y Costura.
Asistencia pastoral y Catequesis a 11 Caseríos.
- MAROA: Parroquia y Centro Juvenil
Taller de corte y costura
Asistencia pastoral a 11 Caseríos
- S. CARLOS R. N.: Parroquia y Centro Juvenil.
Internado Femenino
Dirección de la Escuela Básica
Asistencia Pastoral a 8 Caseríos.
- MANAPIARE: Parroquia y Centro Juvenil
Escuela Primaria
Internado masculino y femenino
Asistencia Pastoral a 7 caseríos.
- KAKURI: Proyecto UMAV
Promoción agrícola-pecuaria
Animación de la Comunidad.
- ESMERALDA: Parroquia
Escuela Básica
Internados masculino y femenino.
Asistencia pastoral a 6 caseríos.
- ALTO ORINOCO Escuelas Interculturales Bilingües
Supervisión sanitaria de la zona
Pre-cooperativa agrícola y artesanal. Visita a los shabonos de la zona. (4)

- PROYECTOS EN MARCHA
- PUERTO AYACUCHO:
- Instalación de la televisión educativo-Cultural “Amavisión” Canal 7.
- Museo Etnológico.
- Incremento de la Residencia Indígena.
- COROMOTO:
- Construcción de la Iglesia.
- S .FERNANDO:
- Cambio del techo de la Parroquia.
- ALTO ORINOCO:
- Publicación de los textos bilingües (2ª Etapa).
- ESMERALDA, ISLA DE RATON, MANAPIARE, SAN CARLOS:
- Arreglos y apoyo a sus internados.
- CARACAS - Procura misionera:
- Apoyo a Universitarios del T .F. Amazonas.

En este año cincuentenario el Rector Mayor de los Salesianos, Don Viganó hizo la visita de todas las Residencias del Vicariato.
En noviembre de 1983 también estuvo presente el Cardenal de Caracas, Mons.Lebrún que se unió así al regocijo del año cincuentenario.
Durante esas fechas fueron desgranándose iniciativas y acontecimientos culturales, religiosos y deportivos que se habían preparado con anticipación.
Pasamos ahora a destacar algunos Proyectos que el Vicariato puso en marcha durante estos últimos años.

- AMAVISION TV. CANAL 7
En el Consejo Vicarial del 28 de diciembre de 1980, pensando ya en el Cincuentenario de la Misión, se aprobó la instalación de una Radiodifusora, reconocida por todos como una necesidad prioritaria en el Vicariato.
En el Consejo Vicarial del 23 de septiembre de 1981 el P. Ramos J. B. en lugar de la Radio presentó la opción alternativa de una planta de Televisión. Se barajaron las dificultades de financiación y la carencia del personal técnico. Aún así se aprobó dicha propuesta.
El 12 de febrero de 1984 salió al aire por primera vez la señal de AMAVISION-CANAL 7.
En palabras del P. Ramos, motor de esta iniciativa, «AMAVISION quiere ser una contribución a la salvaguarda de los valores indígenas venezolanos y a la soberanía de nuestra Patria, ya que nos encontramos en zona fronteriza».(5)

- EL MUSEO ETNOLOGICO
Puerto Ayacucho es la capital del T. F. Amazonas, un Territorio predominantemente indígena y una de las regiones de Venezuela con mayor riqueza cultural, unas 17 etnias conforman el espectro lingüístico de zona.
La realidad de este Museo se encuadraba perfectamente, en los 50 años de presencia misionera salesiana en el T.F.Amazonas.
Con el entusiasmo y la capacidad del Salesiano Carlos Toso, el Antropólogo Signi, el Arquitecto Rafael Oviedo Palacios, el P. Ramón, y el aliento del P. Premarini lograron como resultado un Museo joven, dinámico, que desde entonces, es en Puerto Ayacucho obligada visita para todo el que quiera conocer a fondo la riqueza humana de esta tierra amazonense.

- PREPARACION DEL MISIONERO
Una de las primeras inquietudes que surgieron en esta etapa del Vicariato, fue la necesidad de preparación de los misioneros en las diversas ramas de las ciencias sociales. En este sentido Mons.Ceccarelli envió a diversas Universidades a varios misioneros, actualmente ya graduados en Antropología o Ciencias Sociales. También se mantuvo la praxis de hacerse presentes en los Cursos y Encuentros Internacionales y nacionales sobre la temática indígena, específicamente amazónica.

- PUBLICACIONES DEL VICARIATO
Otra de las iniciativas motivadas por el Cincuentenario de la Presencia misionera en Amazonas, fue el esfuerzo por crear un Fondo de Publicaciones del Vicariato, que ya estaba dando sus primeros frutos.
El Vicariato lleva adelante la publicación bimestral de la revista Iglesia en Amazonas, que ya se hizo un nombre a nivel nacional e internacional, solicitada por varias Universidades e Institutos y que trata específicamente la problemática indígena y misionera.
La Comunidad Apostólica del Alto Orinoco, en el ámbito del Régimen de Educación Intercultural Bilingüe, publicó varios textos y Libros de Lectura en lengua Yanomami y Castellano, utilizados en las Escuelas Yanomami del Alto Orinoco.
Además se publicaron diversos trabajos y Monografías, que indican el interés que los misioneros pusieron en esta inciativa (7) (7. Ver Anexo Nº 7)
El Vicariato lleva adelante la publicación trimestral de la revista Iglesia en Amazonas, que ya se hizo un nombre a nivel nacional e internacional, solicitada por varias Universidades e Institutos y que trata específicamente la problemática indígena y misionera.

- REMODELACION DE LA VICARIA
Otra de las iniciativas que nació con motivo del Cincuentenario de la Misión en Puerto Ayacucho fue la remodelación de la antigua Vicaría, en parte ya muy deteriorada por el tiempo. Se construyó un nuevo piso que facilitó la construcción de habitaciones y un gran salón de reuniones con Biblioteca.
Esta remodelación, junto con la pintura de la Iglesia Catedral renovó el aspecto de los edificios vicariales para la celebración de las fiestas cincuentenarias y para el ornato de la ciudad.

NOTAS:
(1. Sucedió hace 50 años, en IA, 16 (Abril 1983)).
(2. Carta del Card. A. Rossi Prefecto de la SCPF, a Mons. Ceccarelli desde Roma el 1º de marzo de1983, en IA, 17(Junio 1983) 1-2).
(3. Adhesiones en IA, 19 (Diciembre 1983) 28-32).
(4 . Iglesia en Amazonas, 16 (Abril 1983)).
(5. Iglesia en Amazonas, 22 (Junio 1984) 41).



CAPITULO VII

Visión general de esta época


Después de la renuncia de Mons. Ceccarelli, el 27 de enero de 1990 tomó posesión del Vicariato Apostólico el recién nombrado Obispo Mons. Ignacio Velasco. Una nueva etapa de esta historia se abrió con nuevos horizontes y renovadas esperanzas. Concluyó una etapa, por lo que debemos presentar una panorámica de la misma, sin pretensiones de gran objetividad, pues es demasiado pronto para emitir un juicio en donde están presentes todas las variables que sólo el tiempo nos presentará en su justo valor.
En esta etapa de acción misionera en Amazonas asistimos a un viraje sustancial en la actividad misionera. La Iglesia en Amazonas hizo un esfuerzo sobrehumano para cumplir con uno de los pilares fundamentales de su acción en el mundo: la lucha por la conversión y la renovación.
La Iglesia en esta etapa no fue factor de estancamiento, de freno, de impasibilidad frente a las situaciones de injusticia, sino que motorizó y colaboró con el cambio de una sociedad menos justa a otra más justa. Convivió mayormente con el pueblo y conoció mejor sus problemas y sus luchas. Evitó el discurso inocuo y ambiguo y se pronunció sin cerrar los ojos frente a las injusticias y se dio cuenta que al optar por alguien, en nuestro caso por el indígena y el pobre, con frecuencia se tergiversa su acción y su intención.
La situación general de la Iglesia a nivel mundial y latinoamericano favoreció y facilitó esta nueva visión de la Iglesia amazonense. El Concilio Vaticano II y las Reuniones de Medellín y Puebla lanzaron directrices muy claras sobre la acción pastoral y esto influyó enormemente en el nuevo rumbo de nuestra Iglesia local.
El ambiente de democracia formal establecida en el país, con los nubarrones de una corrupción administrativa galopante, también en el T. F. Amazonas, favoreció el anuncio-denuncia de una Iglesia sensibilizada por la pobreza extrema del indígena y del pueblo en general, desligándose progresivamente de una relación ambigua con el Estado.
Una de las notas más resaltantes de esta época fue la mística y espíritu de cuerpo que se notó en el personal misionero. Se crearon Comunidades Apostólicas y se aunaron esfuerzos, se concretizaron objetivos y se rompió la atomización existente anteriormente. En los últimos años se percibió un leve declive debido a varios factores: el decaimiento de la salud de Mons. Ceccarelli, y sobre todo la muerte del P. Premarini que, con Monseñor, fue pilar fundamental en esta renovación misionera que vivió el Vicariato.
En referencia al aspecto del esfuerzo de promoción vocacional en esta época, se dieron algunos pasos, pero la ausencia de un proyecto definido impidió su continuidad. Naturalmente, no se asumió todavía la singularidad de una Iglesia local amazonense con sus rasgos propios. La Fundación del Instituto Apostólico Mariano por Mons. Ceccarelli, fue un intento en este aspecto, de crear espacios a las jóvenes amazonenses que tuvieran una inquietud de entrega a su pueblo. Tal vez la opción por un Instituto Religioso, no fue la más oportuna pues, vistas las características culturales y del ambiente, se podría haber optado por un voluntariado temporal, abierto y en proceso de maduración hacia una agrupación religiosa posterior ya institucionalizada.
Otro aspecto que se notó en esta época, heredada también de épocas anteriores, fue el excesivo protagonismo del misionero en la acción apostólica, que no dejaba espacios al laico comprometido, ni se preocupaba mayormente de su formación. Y si en algunas zonas se consiguieron algunos logros en este campo, sobre todo en el renglón catequístico, fracasaron o corrieron este peligro por la acción personal de algun misionero, que al llegar a ese nuevo campo de trabajo no tomaba en cuenta la labor realizada por los anteriores.
Creo que la nueva etapa que se abrió en el Vicariato fue propicia para dar un cambio de rumbo, en donde el misionero no es ya el protagonista, sino el favorecedor de procesos, el formador y facilitador de grupos de laicos comprometidos con su Iglesia y abriéndose así un poco más a las potencialidades del amazonense.
Creo también que deberían aprovecharse mejor los grandes medios con los que cuenta el Vicariato. Un Medio de Comunicación como es la Televisión del Vicariato debería ser más incisivo e importante a nivel pastoral en Amazonas.
Pero en la globalidad vemos una etapa en positivo, en donde se hicieron grandes esfuerzos, en donde se renovó una praxis misionera que deberá profundizarse y abrirse a nuevas potencialidades que el Espíritu ciertamente inspirará
La figura de Mons. Ceccarelli, fue factor fundamental en esta etapa de Ia IgIesia amazonense.
EI Editorial de la Iglesia en Amazonas Nº 48, en su momento resumía así el perfil de su obra al frente del Vicariato:

ADIOS A MONS. CECCARELLI
«Desde los años del Concilio Vaticano II estamos acostumbrados a observar la praxis de obispos que a cierta edad, o por motivos de salud, ceden el puesto a nuevos pastores, conscientes de que lo que importa es el rebaño y no el cargo de pastor; lo que importa es la savia y no el grosor y altura del árbol que la conduce.
Así pues, Mons. Ceccarelli cede su puesto de Vicario Apostólico, después de 15 años de lucha. Y aquí queremos plasmar en pocas líneas algunas ideas, hechas realidad que no pueden callarse. Con Mons. Ceccarelli se cumple un ciclo importantísimo en el caminar de la Iglesia amazonense y de nuestra patria.
Estamos conscientes que el hombre es un ser en camino y que no hay hombres perfectos... y por lo tanto, obispos tampoco.
Pero a él debemos reconocer en justicia cosas muy importantes:

1.- Su cercanía, cariño y opción clara por el indígena.
Durante estos años, algo cambió sustancialmente en el Vicariato. Ya no es el Vicariato o la institución sino el indígena, el hombre, el pueblo, el centro de interés y preocupación, al cual la Institución presta humildemente su servicio.
Mons. Ceccarelli estuvo al lado del indígena en las buenas y en las malas. No «guabineó» políticamente, como estamos acostumbrados a ver en parecidas circunstancias. Dio la cara abiertamente a favor del indígena, aún cuando el poder y los «bien pensantes» no aprobaban su proceder y era acusado de extremista y ocultador de extremistas. Estaba consciente de que todo proyecto liberador tiene su proceso obligatorio de desierto y de cruz.

2.- Su esfuerzo para que el Vicariato tuviera una linea de acción pastoral coherente.
Este actuar nuevo de la Misión quiso que fuera global, de todo el Vicariato. Promovió la creación de Comunidades Apostólicas y quiso que su praxis se plasmara en un Proyecto que ahora deja en manos de su sucesor.
Estas líneas o programas son fruto de una búsqueda entre todos a través de estos 15 años, tomando experiencias anteriores, con altibajos, con discrepancias y entendimientos, con alegrías y sufrimientos, así como es la vida, por lo que creemos que no sean ideas vagas o etéreas, sino fruto de una praxis pastoral vivida.

3.- La preocupación por la formacion de los misioneros.
Desde un inicio, se dispuso a romper la barrera existente entre la acción pastoral y las ciencias Sociales. Propuso Encuentros, Diálogos entre Antropólogos y Misioneros y todos juntos con indígenas. Propuso cursos, talleres, encuentros, envió a varios misioneros a las Universidades, con lo que fundamentó intelectualmente el trabajo pastoral del Vicariato.

4.- Iniciativas importantes:
- El Vicariato y su trabajo se dio a conocer a todos los niveles gracias a la creación de la revista “Iglesia en Amazonas”, que colocó a nivel informativo y divulgativo temas de la realidad indígena en el ámbito venezolano.
- Además de la Revista, se estableció un Fondo de publicaciones de libros, monografías y folletos sobre diversas etnias y se llevó adelante el Programa de Educación Intercultural Bilingüe de las comunidades Yanomami con la publicación de varios textos. (Cfr. Anexo Nº 7)
- Puerto Ayacucho es la Capital de un Territorio mayoritariamente indígena, pero con el peligro de la pérdida de su identidad y olvido de su cultura. Por esta razón se promovió la creación del Museo Etnológico, que hoy es orgullo de la ciudad.
- Consciente de que los medios de Comunicación son un apoyo muy valioso para el trabajo pastoral, se proyectó la formación de un Centro Audiovisual que luego se plasmó en la actual planta de TV «Amavisión» , con la idea de una Televisión alternativa.
- Abre la Residencia Indígena PÍO XI con el fin de ayudar al joven del Interior a continuar sus estudios, así como la Procura Misionera de Caracas para dar oportunidad a jóvenes mazonenses paraproseguir sus estudios universitarios.
- Siguiendo las directrices de la Iglesia que insta a formar una comunidad con sacerdotes y religiosos autóctonos, Monseñor fundó el Instituto Apostólico Mariano bajo el lema «Del Amazonas para el Amazonas».
- Consciente de que una auténtica evangelización abarca al hombre integral, unitario, promovió el fomento y asesoramiento del Vicariato en el campo de la autogestión y así surgieron en los diversos puntos del Amazonas, empresas, cooperativas y organizaciones comunitarias que fueron una semilla prometedora de un futuro etnodesarrollo.
Al concluir, no nos mueve la finalidad de un halago postrero a un Obispo que se va, sino la reflexión basada en la realidad de un trabajo que está ahí visible, palpable, que no se puede ocultar.» (1)

Con este recuerdo de Mons. Ceccarelli terminamos este esbozo histórico de la Misión Salesiana del Alto Orinoco. Esperamos que sea un aliciente para futuras generaciones que quieran dedicar su vida a un trabajo difícil pero esperanzador.
Que los próximos 50 años avancen y abran nuevos horizontes a la palabra de Cristo en una tierra que encierra valores aún insospechados.

NOTAS:
(1. Iglesia en Amazonas Nº 48)


CAPITULO VIII

1990 - 1996: Un paréntesis fructífero
Mons. Ignacio Velasco

Después de la renuncia de Mons. Ceccarelli debida a sus achaques de salud, el día 15 de Noviembre de 1989 el P. Ignacio Velasco, Inspector de los salesianos fue nombrado por la Santa Sede nuevo Vicario Apostólico de Puerto Ayacucho. El 6 de Enero de 1990, día de la Epifanía del Señor, el Papa Juan Pablo II lo consagró Obispo en Roma y el 27 de enero tomaba posesión de su sede en la ciudad de Puerto Ayacucho.
La Iglesia en Amazonas tenía ya un nuevo Pastor: Mons. Ignacio Velasco. Un llanero de Acarigua, que desde ahora se convertiría en amigo y guía del pueblo amazonense. En sus primeras palabras al pueblo enfatizó que venía en actitud de servicio.
Un Obispo que se va y otro que viene, puede ser captado como un suceso intraeclesial, discursos, placas, agradecimientos y bienvenidas oficiales El problema es saber si el pueblo amazonense captó el sentido de ese cambio y que no es en función de la iglesia en sí, sino en función del servicio que la Iglesia presta a ese mismo pueblo. Creo que en las palabras del nuevo Obispo Mons. Velasco tenemos una línea de reflexión sobre esta perspectiva: «EL VICARIATO ES LA IGLESIA QUE SE INSTITUCIONALIZA PARA SERVIR MEJOR AL HOMBRE» (homilía en la toma de posesión). Se institucionaliza, no para ser fin a sí misma, sino para SERVIR.
En su primera homilía trazó los lineamientos que se proponía seguir:
«Y ahora quisiera en pocas palabras y en forma general, delinear un posible camino hacia el futuro. Y en primer lugar quiero dejar constancia, que entiendo enrumbar el trabajo mío al frente del Vicariato según las líneas y orientaciones que se están llevando.
Habrá que tomar un tiempo prudencial para conocimiento más concreto de la situación de las personas y de las comunidades humanas, de las estructuras existentes y de las iniciativas en marcha. Es evidente que a este propósito hay que contar con la existencia de características que son diversas en las diversas personas y se manifiestan en el modo y estilo de trabajo. Agradezcamos al Señor que hay esa variedad de dones y dotes que Dios concede a los que elige para ponerlos al servicio de los hermanos.
En segundo lugar: mientras pido y propongo a todos los agentes de pastoral, un diálogo continuo, sincero y respetuoso de todos, hago un ofrecimiento, particularmente a mis hermanos en Don Bosco, los Salesianos y Salesianas, a los religiosos de la Compañía de Jesús, a las Hermanas de San José de Tarbes, las Hermanas de Nazareth y a las Hermanas Lauritas y a todos los laicos comprometidos con el trabajo misionero. Les ofrezco un corazón de Padre y Hermano que quiere aprender de ustedes. Pero les pide facilidad y una colaboración oportuna para ejercer su ministerio de Pastor, Maestro y Pontífice.
Quisiera que fuera característica la actitud de servicio. Para eso hemos sido enviados. Es la actitud de servicio que pide Cristo Señor de todos los hombres, porque se hizo servidor de todos. Y creo que se sirve, sobre todo, con la palabra de la verdad y con la acción de la caridad. Y aquí en Amazonas estamos para servir a todos. Y con el binomio inseparable verdad y caridad queremos servir a todos. A los dirigentes políticos, a los administradores de la cosa pública, a las ciudades, a los pueblos, a las diversas etnias, a los detentores de las riquezas dispuestos a oír el mensaje cristiano, a los
trabajadores. No quiero que ninguno quede excluido de la acción salvadora de la Iglesia. Dialoguemos también con los hermanos pertenecientes a otros movimientos religiosos. Pero entiéndase claramente que dentro del ordenamiento de las leyes buscaremos defender nuestra capacidad de anunciar a Jesucristo a todos los habitantes del Territorio que nos han sido encomendados.
Esta actitud de diálogo y servicio supone el activo funcionamiento de ciertas categorías y opciones que la Iglesia en general y la Iglesia Latinoamericana en particular nos exige.
El respeto al hombre, considerado en su vocación más alta y trascendente de Hijo de Dios, cualquiera sea su condición o los vaivenes de la Historia, que los ha llevado a situaciones al parecer deprimentes. Que haya todo el esfuerzo posible para que este hijo de Dios disperso por el Territorio se haga cada vez más consciente de tan alta dignidad.
Por consiguiente: Respeto, cercanía y esfuerzo por penetrar en el cúmulo de sus valores culturales. Vamos a encontrar en esos valores algo de los valores evangélicos y vamos a ayudar a desterrar lo que haya de pecado.
Preferencia por los más pobres: significa un acercamiento a aquellos que principalmente se sienten marginados, desprotegidos, cortados totalmente de los bienes de la tierra y de la cultura han sido creados también para ellos. Preferencia que significa atención cuidadosa y privilegiada, pero sin desatención a ninguno de los fieles que son hijos de la Iglesia y el Obispo es padre de todos.
En este sentido se entiende que no puede establecerse alternativa de oposición entre la defensa clara y sincera del indígena, del marginado, del oprimido por una parte, y el diálogo exigente con aquellos que pueden principalmente colaborar para que tales injusticias se vayan desterrando de nuestra comunidad humana.
Pondremos también todo nuestro empeño en colaborar, siempre desde nuestra condición de Pastor de la Iglesia, en la solución de los problemas que nos pone nuestra situación de frontera. Es necesario defender nuestra tierra. Nuestra Historia está plagada de errores, descuidos y abandonos en este campo.
Ante todo nos preocupan las consecuencias nefastas para la población indígena ante los invasores que buscan las riquezas y dañan lo más valioso que tenemos: el hombre indígena venezolano.» (1)

- Manos a la obra.

A los pocos meses de haber asumido su responsabilidad de Pastor, Mons. Velasco participó en la 53 Asamblea Ordinaria de la Conferencia episcopal que emanó una Declaración importante en donde se enfocaba concretamente la realidad indígena del país, especialmente de Amazonas.
Se lamentaba la situación de abandono centenario, marginación y agresión en que la mayoría de los indígenas venezolanos, considerados de segundo orden y diseminados en casi la mitad del territorio nacional, precisamente en las zonas de más difícil acceso como son las fronteras. Situación periférica que dificultaba una auténtica comunicación y el conocimiento de la realidad indígena.
La problemática indígena se resumía así:
1.- Urge dotar de los correspondientes títulos de propiedad de tierras a las comunidades indígenas, en cuyos territorios han vivido desde tiempo inmemorial y con su única garantía de vida y supervivencia. Esto ha generado una serie de problemas.
a) La explotación, en gran parte por manos extranjeras, de las riquezas naturales de nuestras fronteras y robadas impunemente a la nación.
b) El irreparable daño ecológico por medio de irracionales formas de explotación minera que provocan la contaminación de las aguas y la desertización acelerada de millares de hectáreas.
c) La proliferación de pistas de aterrizaje clandestinas, donde el pillaje, el contrabando de extracción, el tráfico de drogas, campean a sus anchas.
2.- La invasión criolla - tanto de Venezolanos no indígenas, como extranjeros, - los planes de desarrollo y concesiones mineras, madereras, pesqueras y agropecuarias, llevadas a cabo de forma indiscriminada en nombre del progreso, desalojan al indígena de su habitat natural y no le permiten o dificultan su tradicional forma de subsistencia.
3.- Es necesario respetar la realidad étnica y cultural de las comunidades indígenas implementando y facilitando un sistema de educación intercultural bilingüe venezolano, adecuado y efectivo. En este sentido, la presencia de grupos como las «Nuevas Tribus», «La Iglesia de Corea», los «Adventistas», realizan una actividad compulsiva que va en contra de la libertad y de las tradiciones de los indígenas no respetando su cultura y costumbres. Además, con su forma y métodos educativos, atentan contra la identidad nacional, propiciando una solapada invasión extranjera. A pesar de ello, estos grupos, dada su actuación, cuenta con un fuerte respaldo en las más altas esferas gubernamentales.
4.- En el sector salud, tanto en su aspecto preventivo como curativo, el servicio es deficiente e insuficiente para atender a la población indígena, lo cual ocasiona muchas muertes cada año. No hay medicamentos para los indígenas aunque haya medicaturas y médicos.
5.- Las mejoras alimentarias prometidas y ofrecidas a los niños y jóvenes estudiantes (bono escolar, comedores escolares, merienda, vaso de leche...) no llegan a muchas zonas indígenas, o llegan muy deficientemente.
6.- El turismo incontrolado e indiscriminado es un gran distorsionador de la cultura, tradiciones y habitat de los indígenas. Es necesario un mayor respeto por los derechos del indígena como persona humana y ciudadano venezolano.
Estos son algunos de los problemas más urgentes que sufren las comunidades indígenas venezolanas y necesitan ser debidamente atendidos. Los indígenas son personas humanas, son venezolanos como cualquier otro y son hijos de Dios, merecedores de toda dignidad y respeto.
(Firman los Arzobispos y Obispos de Venezuela).
Caracas, 12 de marzo de 1990 (2)

Este documento, como muchos otros, mostró la preocupación de los Obispos venezolanos por la situación de injusticia que vivían los pueblos indígenas.
El Vicariato seguía estando presente en todos los avatares del mundo indígena. Del 9 al 23 de febrero de 1990 se efectuó en Manaos (Brasil) el PRIMER CURSO-TALLER DE PASTORAL INDIGENISTA PARA LA REGIÓN AMAZÓNICA, en donde participaron Sor Isabel Eguillor, P. Nelson Briceño, Prof. Betty Cuiche, Antonio y César, maestros y líderes yanomami.
El objetivo principal era reflexionar sobre la realidad de los pueblos indígenas y nuestra práctica pastoral como misioneros:
«Frente a la situación de MUERTE que viven los pueblos indígenas y teniendo en cuenta que el núcleo central del Evangelio es la VIDA, nos solidarizamos con ellos hasta las últimas consecuencias en la lucha por su VIDA física, cultural y espiritual». (3)

- Primera visita pastoral de Mons. Velasco y primeras actividades.

a.- Un mensaje claro
En Marzo de 1990, Mons. Velasco realizó sus primeras visitas a San Carlos de Río Negro, en donde estaba de párroco el P. Samuel Iribertegui y las Hermanas de Nazaret; a Maroa, la parroquia del P. Weslao, San Fernando de Atabapo en donde se hallaban además de cuatro hermanas Salesianas, el P.Marcucci y el P. Sánchez y finalmente, San Juan de Manapiare en donde lo esperaban el P. Arranz, el P. Ponce y el Hermano Franco.
Esta primera visita al interior de Amazonas le sirvió a Mons. Velasco para asumir con mayor claridad la problemática amazonense, así como un contacto más cercano con los agentes pastorales que trabajaban en todas esas zonas.
En julio de ese mismo año se levantó una polémica sobre la tenencia de tierra del pueblo jivi. Mons. Velasco en la Editorial de la Revista «Iglesia en Amazonas» (Nº 50) de julio de 1990, hizo un alegato muy valiente sobre el derecho del indígena a poseer y conservar sus tierras.
«… La Iglesia en Amazonas desde hace tiempo está al lado del indígena… Nos parece que ayudarlos en la tarea es también una forma de defender al más débil, frente a los que tienen el poder del dinero… Quizá por eso mismo, en estos últimos tiempos nos hemos visto atacados fuertemente con calumnias e infundios… Por otra parte, queremos dejar bien claro que en el litigio por las tierras de los guajibo estaremos al lado de ellos por considerar la parte más débil. Esto no quiere decir que estamos contra nadie. La justicia debe cumplirse…
Los guajibo son hermanos nuestros. Es una bajeza imperdonable acusarlos de extranjeros, para favorecer a otras personas que provienen del extranjero. Y bienvenidos a nuestras tierras. Pero sin que eso comporte el desalojo de tierras que son de los indígenas…» (4)

b.- Los 50 años de las Hijas de María Auxiliadora en Amazonas.
Desde el 2 de Abril de 1940 día en que llegaron las Salesianas Sor Yolanda Pazzetta y Sor Carmen Vega las hermanas se extendieron a lo ancho y largo del Amazonas y desarrollaron su trabajo apostólico en el Amazonas. Cientos de jóvenes de las diversas etnias, han pasado por sus casas e internados que, si bien es verdad que las sacaba a un ambiente extraño al de sus caseríos, les inició en los estudios, les formó bachilleres y lanzó al campo profesional a un gran número de los que hoy lo son en Amazonas. (5)

c.- Denuncia de la presencia de garimpeiros en el Amazonas.
El Vicariato, por la voz de Mons. Velasco denunció la presencia de los buscadores de oro en nuestra geografía e hizo propuestas para contener los enormes daños que se estaban cometiendo con los indígenas y con el ambiente:
«…Considerando el desastre ecológico que se produce en nuestro Territorio, el despojo de nuestras riquezas mineras, de fauna y de flora; y el gran daño que se ocasiona a los pueblos autóctonos como los Yanomami y otros grupos, la Iglesia pide a las autoridades una acción más enérgica… Intensificar los operativos de patrullaje constante…. Aceptar que los verdaderos y más eficaces defensores de la ecología y de la soberanía del Amazonas de Venezuela son los pueblos fronterizos y los pueblos indígenas.
… Esto implica una política más agresiva y eficaz para darle una vida digna a los pueblos fronterizos. Venezuela en el sureste del Territorio Amazonas, es prácticamente un santuario de seguridad para la población yanomami. No sucede así más allá de la frontera con el Brasil… La Iglesia presente a través de los misioneros en el pleno corazón geográfico del problema, quiere aportar su granito de arena….» (6)

d.- Nueva presencia misionera en el Alto Ventuari.
En 1990 los Jesuitas finalizaron su acción de trabajo y presencia en la zona yekuana de Kakurí. A raíz de ese hecho la Iglesia quiso abrir una misión que continuara la labor realizada por los jesuitas. Mons. Velasco visitó la zona y le hizo la propuesta a la Comunidad yekuana.
La comunidad de Kakuri, el Consejo de Ancianos, la junta directiva de UMAV, representantes de los proyectos, reunidos en Asamblea General, tomó la decisión de «NO ACEPTAR la creación de una misión… lo que hoy somos es fruto de nuestro esfuerzo, con nuestros aciertos y también nuestros errores… Queremos darnos la oportunidad y dársela a nuestros hijos de caminar solos, por ese mundo de dificultades que supone en Venezuela, cualquier proyecto indígena.» (7)
Mons. Velasco no apartó la idea de crear un puesto de misión entre los yekuanas y en el año 1991 cuatro Hermanas Misioneras de la Consolata, Teresa, Paula, Alejandra e Imelda, después de estudiar la factibilidad de la obra se instalaron en Tencua y actualmente están trabajando con las comunidades yekuanas desde la boca del Manapiare hasta Guasaraña. El estilo es de acompañamiento en sus necesidades y proyectos: hacer las cosas juntos, participar en sus fiestas y ritos con sumo respeto por su cultura. Se trabaja en la línea de crear conciencia de que no son comunidades separadas, sino «Pueblo yekuana», por lo tanto se busca llevar adelante un trabajo de conjunto con todas las comunidades.
A partir del 11 de Mayo de 1992, Mons. Velasco tuvo que hacerse cargo de la Diócesis de Apure como Administrador Apostólico, reto que asumió con espíritu de obediencia y servicio a la Iglesia.

e.- Inauguración de la Oficina de Derechos Humanos
El 31 de Enero de 1992 se inauguró la nueva sede de la Oficina en Puerto Ayacucho.
Una de las obras importantes y que causó impacto en la sociedad amazonense fue la Oficina de Derechos Humanos, que muy pronto empezó a formar parte importante de la institucionalidad del Amazonas por lo acucioso y firme de su trabajo. Este se extendió rápidamente en todos los rincones del Amazonas formando una red que fue creando la conciencia de la importancia del conocimiento y de la defensa de los DD.HH. Su trabajo al inicio se limitó a la defensa jurídica y al seguimiento de casos, un programa de educación y concientización en derechos humanos y un programa de comunicación e investigación.
La Oficina tuvo actuaciones protagónicas en los casos de violación de los DD.HH. de los Yanomami en Haximú y en el caso de los campesinos pobladores de Cararabo después de la repudiable masacre a los marinos venezolanos por fuerzas de la guerrilla colombiana.

f.- Acontecimientos importantes del año 1993.
Mons. Velasco destacaba así los acontecimientos más importantes acaecidos en el año 1993:
- Año internacional de los Pueblos Indígenas declarado por la ONU.
- Conferencia Mundial de Derechos Humanos celebrada en Austria en donde participaron representantes de la Oficina de DD.HH. de Puerto Ayacucho.
- Primera Constitución del estado Amazonas. Gracias a la participación de las organizaciones indígenas se logró un cambio radical de perspectivas.
- Primer Congreso de los Pueblos Indígenas del Amazonas venezolano. Contó con más de 360 participantes de donde surgió la Organización Regional de los Pueblos Indígenas de Amazonas (ORPIA).
- Masacre yanomami. En la frontera con Brasil los garimpeiros perpetraron un alevoso ataque a la aldea yanomami de Haximu.

g.- En el año 1994.
En la Asamblea de misioneros de este año se enfocó la situación de la Familia en las diversas etnias del Amazonas en donde los misioneros realizan su labor apostólica. También se trató sobre la problemática fronteriza, presentación de parte de Mons. Velasco integrante del Consejo Nacional de Fronteras.
En este año se trataron a nivel regional las diversas opciones sobre la División político territorial del estado. ORPIA y la Oficina de DD. HH. del Vicariato demandaron ante la Corte Suprema de Justicia la nulidad de la Ley de División Político Territorial del Estado Amazonas, por estar supuestamente viciada de inconstitucionalidad e ilegalidad. La propuesta de los pueblos indígenas era la creación de MUNICIPIOS ESPECIALES INDIGENAS en las áreas habitadas mayormente por los diferentes grupos étnicos, es decir, Municipios con características propias, adaptados a la especificidad cultural, étnica y poblacional del estado Amazonas.

h.- Cronología de la Ley de División Político Territorial.
La participación y presencia del Vicariato en esta época, sea por medio de sus declaraciones, sea por la actividad directa de la Oficina de Derechos Humanos, fue muy activa. Podemos resumir la cronología de este proceso de forma sencilla:
1.- En el año 1992 el Congreso de la República elevó a categoría de Estado al entonces T. F. Amazonas y en 1993 se aprobó la Constitución del Estado Amazonas, la cual en su artículo 2 señalaba que: «El Estado Amazonas es una entidad política multiétnica y pluricultural de la República de Venezuela, donde se garantiza la convivencia armónica entre sus pobladores».
2.- A fines del año 1993 la Asamblea Legislativa comenzó a elaborar un proyecto de Ley de División Político Territorial para el recién creado Estado Amazonas. En aquella oportunidad Mons. Velasco manifestó la preocupación por los términos en que estaba planteando la División Político-Territorial y las consecuencias que esto traería a los pueblos indígenas.
3.- El 25 de mayo de 1994 las organizaciones indígenas presentaron al Presidente de la Cámara Legislativa sus observaciones y la necesidad de tomar en cuenta el régimen de excepción previsto en el Artículo 77 de la Constitución nacional, los artículos 2, 11, 12 y 15 de la Constitución de Amazonas y otras leyes que consagran los derechos de los indígenas.
4.- En julio de 1994, frente a la inminencia de la aprobación del proyecto de ley, las organizaciones indígenas y otros sectores de la sociedad solicitaron una moratoria y la no aprobación sin hacer antes una consulta amplia con los pueblos y comunidades indígenas del Estado Amazonas.
5.- El 29 de julio de 1994, la Asamblea Legislativa, sin tomar en cuenta las observaciones hechas y sin hacer la consulta previa, aprobó de manera definitiva la Ley de División político Territorial.
6.- En el mes de agosto de 1994, las organizaciones indígenas y el Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho solicitaron al Gobernador Edgar V. Sayago para que no le pusiera el Ejecútese a la Ley y que se diera un lapso de tiempo para estudiar las observaciones de los indígenas.
7.- El 9 de septiembre, el Gobernador de Amazonas, Edgar V. Sayago, le puso el Ejecútese a la Ley, después de comunicar a las organizaciones indígenas y al Vicariato que no veía reparos en relación a la Ley.
8.- El día 2 de febrero de 1995, varias organizaciones indígenas representantes de los 19 pueblos indígenas del Estado, la Oficina de DD.HH. Mons. Ignacio Velasco y varios grupos solidarios introdujeron en la Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia el recurso de Nulidad por inconstitucionalidad e ilegalidad contra la ley de División Político Territorial.
9.- El 13 de Noviembre de 1995, y frente a la realización de las elecciones regionales sin que la Corte Suprema hubiese decidido el recurso, las organizaciones indígenas solicitaron al Presidente de la Corte un pronunciamiento sobre las medidas preventivas solicitadas y permanecieron más de 20 días en su sede, hasta que el máximo tribunal decidió el 28 de noviembre no suspender las elecciones regionales, y además declaró la urgencia del caso.
10.- Después de casi dos años de introducido el recurso, el día 5 de noviembre de 1996, la Corte Suprema de Justicia declaró la Nulidad de la ley de División Político Territorial por violación a la Constitución de la República.
11.- Ante un recurso de aclaratoria interpuesto ante la Corte, ésta, en marzo de 1997 decidió la entrada en vigencia para elaborar la nueva Ley.
12.- Entre el 23 y el 27 de febrero de 1997 se realizó el Primer Congreso de los Pueblos Indígenas de Amazonas, en el que se produjo un documento que recogía las propuestas del sector indígena para la elaboración de la nueva Ley. Este documento fue entregado a la Asamblea Legislativa y al Ejecutivo regional.
Los últimos acontecimientos sucedieron cuando Monseñor Velasco ya no era obispo de Amazonas.

i.- Mons. Ignacio Velasco nuevo Arzobispo de Caracas.

El 27 de mayo de 1995 Mons. Ignacio Velasco fue nombrado por el Papa Juan Pablo II como nuevo Arzobispo de Caracas. Al dejar el Vicariato Mons. Velasco se refirió al Amazonas con cariñoso recuerdo y resumiendo en pocas palabras el trabajo que en estos cinco años desarrolló como Vicario Apostólico de Puerto Ayacucho:
«Yo siento que he estado siempre al lado de la gente, tanto indígenas como no indígenas y eso me ha permitido darle continuidad a algunas obras ya existentes y que se fortalecieron durante mi gestión, entre ellas destaco: los proyectos agrícolas y pecuarios, de pequeña industria, el Diversificado Técnico del Madre Mazzarello, el Centro de Capacitación Laboral, la Oficina de Derechos Humanos, Amavisión, Museo etnológico, “Revista Iglesia” en Amazonas y otros que se me escapan en este momento.»
«… Considero que todas las obras del Vicariato están ya encaminadas y con cierto grado de madurez… El Proyecto de la Radio ya tiene todos los estudios técnicos y se han adelantado los trámites financieros y permisología»
«…Quisiera despedirme dándole las gracias a todos aquellos que tuvieron a bien apoyar mi gestión y manifestarle que en mi corazón Amazonas y los amazonenses tendrán un lugar preferencial y si en algún momento tuvimos posiciones encontradas o discordantes, sepan que eso es parte del alimento de las relaciones humanas y el motor de las obras trascendentes del hombre.» (8)

El pueblo de Amazonas lo despidió el día 4 de junio en una solemne Celebración Eucarística. Al finalizar fue nombrado Hijo Ilustre de Amazonas y se le confirió la Orden de Puerto Ayacucho en su primera clase por parte del gobierno Municipal.
La imagen que dio Mons. Velasco a su paso por Amazonas, el contacto con la gente sencilla, el diálogo con las autoridades buscando solución a los problemas… todo esto ha marcado de forma indeleble su vida de Buen Pastor. (9)

NOTAS:
(1) Revista Iglesia en Amazonas Nº 49 Pág. 21)
((2) Revista Iglesia en Amazonas Nº 49 Pág 21)
(3 Ibídem. Nº 49 pág. 28)
(4 Revista Iglesia en Amazonas Nº 50 Pág. 1)
(5 Ibídem Nº 50 pág. 24-28)
(6 Revista Iglesia en Amazonas Nº 51 pág. 1)
(7 Revista Iglesia en Amazonas Nº 52 pág. 6)
(8 Revista Iglesia en Amazonas Nº 69 pág. 6)
(9 Revista Iglesia en Amazonas Nº 70 Pág. 22-23)




ANEXO 1.

DESDE EL BRASIL AL ORINOCO:
RELACION DEL VIAJE DEL P. BALZOLA, SALESIANO, EN EL AÑO 1924

«San Fernando de Atabapo, 2 de abril de 1924.
Esta vez tengo el gusto de escribirle desde esta lejana capital del estado de Venezuela, limítrofe con el Brasil, lugar tan lejano al movimiento mundial, ya que se encuentra a más de 500 kilómetros de los límites de nuestra Prefectura Apostólica del Río Negro, y que para llegar aquí hay que recorrer más de 1000 kms. por agua y tierras indígenas pobladas por indios del Brasil, Colombia y Venezuela...
Varias veces habíamos llegado desde nuestra misión hasta los confines entre Brasil y Venezuela, pero siempre se presentaba el inconveniente de no poder seguir nuestro trabajo apostólico como nos lo pedía esta pobre gente, porque nuestra jurisdicción no abarcaba a Venezuela.
Para eliminar este obstáculo, en marzo de 1923 Mons. Massa escribió al obispo de Guayana en Venezuela, al que pertenece este territorio, pidiéndole el debido permiso. Aquel celoso obispo, Mons. Sixto Sosa, respiró al recibir esa carta e inmediatamente, el 13 de mayo respondía desde Ciudad Bolívar en una carta a Mons. Massa, en la que se traslucía toda su satisfacción, todo su celo y ardiente caridad, no sólo dando licencia para entrar en el territorio de su vastísima diócesis, sino concediéndole además todas las facultades de las que disponía, recomendando especialmente la misión entre los indios, recomendando que el misionero que fuera por allá, tomara nota de todo lo necesario para poder preparar el terreno para un Vicariato Apostólico con la intención de encomendárselo a los salesianos.
Al mismo tiempo escribió una carta al Gobernador del Territorio Amazonas, coronel Francisco Méndez, recomendándole que ayudara al misionero.
Apenas Mons. Massa recibió esta carta, me envió copia inmediatamente, recomendándome que me dispusiera a salir cuanto antes. Recibí las cartas en noviembre y envié rápidamente la del Gobernador con otra mía pidiéndole algunas informaciones. En Febrero estaba ya en disposición para comenzar la difícil misión.
Salí de Taracuá el 18 de febrero, después de haber dejado las debidas disposiciones a Don Marchesi y al hermano Augusto, para que continuaran las obras de la misión y en especial la iglesia al Sagrado Corazón en construcción. Me embarqué como siempre, en mi humilde canoa con 5 tucanos y un macú que después se escapó durante el viaje.
Llegado a San Gabriel, gracias a Dios, encontré aquí la respuesta del Gobernador en la que manifestaba su satisfacción y la promesa de las ayudas necesarias. Esto me dio mucho ánimo y, providencialmente, encontré el vapor de mi amigo Pedro Fuentes, que salía para San Carlos en Venezuela, y el encargado del viaje no era otro que mi sincero amigo el joven Cícero Pereira da Silva, que en mi primera visita en 1915 había sido mi motorista y por lo tanto me dio el pasaje atando nuestro barco al vapor, dejando descansar así a mis remeros tucanos.
Recomendándonos a las oraciones de nuestros hermanos de San Gabriel y de las Hijas de María Auxiliadora, salimos el 27 de febrero.
Sin entrar en los acostumbrados particulares del viaje, diré que el 5 de marzo pasamos la frontera de Brasil y entramos en Venezuela. El día 6 fui a celebrar la misa en la capilla de Amanadona y encontré todo abandonado o en decadencia, por motivos políticos. Espero que pronto se restablezca todo de nuevo.
El día 7 llegamos a San Carlos donde fui recibido estupendamente por las autoridades, en compañía de mi amigo Pedro Fuentes, que quiso que fuera su huésped en los días de mi permanencia. Encontré una iglesita regular con necesidad de arreglos. Así también se presenta el aspecto de la mayoría de las casas, casi todas en decadencia. La parte religiosa está completamente abandonada, recibiendo en 50 años sólo la visita de seis misioneros y no siempre de buen ejemplo. En 1894 tuvieron la feliz visita de un verdadero ministro de Dios, el Pbro. Dr. Arteaga.
Después de una visita a la parte material del lugar y de la iglesia, me puse a la obra en la parte espiritual y religiosa con las pocas personas presentes. Rosario, letanías y ensayos a la noche, misa y plática por la mañana etc. comenzando pronto a administrar bautismos, dejando la mayor parte de servicios para el regreso, dando oportunidad así a la gente para reunirse.
Pensaba yo en un guía y compañero para el viaje, cuando de repente aparece el Jefe civil de Maroa, Sr. Mercedes Ramón Montes, que puso inmediatamente a mi disposición 69 indios y él mismo en todo lo que él pudiera hacer.
Consideré la cosa providencial y así nos dispusimos a partir el día 13. Después de dos horas de viaje se pasa la desembocadura del gran río Casiquiare que se separa del caudaloso Orinoco y trae sus aguas hasta el río Negro. El Orinoco siguiendo su curso hacia el norte de Venezuela, deja este brazo que baje hacia el sur para descender hacia Brasil. El Río Negro de este lugar hacia arriba toma el nombre de Guainía.
Los indios hasta aquí son de la tribu Baré, y de aquí a Victorino son Banibas mezclados con Guarequenas, después están los Curripacos y Curú-Curú (sic) hasta las fuentes del Guainía.
Después de pasar por diversas poblaciones indígenas, en donde no existe aún una capilla, les aconsejaba que la hicieran, lo cual me prometían pues su espíritu sigue siendo cristiano, residuo de las antiguas misiones: pasamos por La Comunidad, La Democracia, Las Isletas, Guzmán etc. y llegamos a la población principal, a Maroa, en donde felizmente se estaba preparando la fiesta de San Gabriel Arcángel el día 18.
También aquí la población es indígena y se puede decir que el único civilizado es mi guía, que es el representante del Gobierno. Vinieron todos a recibirme en el puerto con sus banderas y música, que consiste en una acordeón y un tambor, y con disparos de escopeta. Fui llevado hacia la Iglesia que hallé bastante grande, pero con techo de palma y con paredes en peligro de caerse. En el centro de la Iglesia había un altar con una bonita imagen de San Gabriel. Habiendo rezado y cantado el Magnificat, dirigí unas palabras a los presentes y les expliqué el sentido de mi misión. Me quedé durante 4 días con las habituales pláticas a la mañana y a la tarde, administrando los sacramentos, inclusive la Confirmación.
Como no había una señora cristiana confirmada para hacer de madrina como manda el Ritual, confirmé primero a una viejita poniéndole a Maria Santísima como madrina, y así ya tenía madrina para las démás. En cuanto a los hombres, tenía a mi guía que estaba confirmado y a mi sacristán.
Terminadas las fiestas, la población fue retirándose cada quien a sus casas dispersas en los pequeños afluentes en donde mejor consiguen los alimentos, y nosotros salimos hacia Victorino, a donde llegamos al día siguiente.
Recibí las mismas impresiones que en los otros sitios, esto es, decadencia, todo en ruinas, la iglesia sólo con los palos más robustos que resistieron el tiempo y se conservan como testigo del pasado de antiguas misiones.
Aquí encontré con alguna idea religiosa, sabiendo algunas oraciones, las hijas del Sr. Jacinto Figarella, francés natural de Córcega, que tiene más de 40 años en Venezuela, y que reunió un poco de fortuna y luego la perdió de nuevo, como sucede a menudo en estas tierras lejanas. Aquí hice lo mismo que en Maroa para la Confirmación.
Quise visitar la Isla de Venado, en donde el año pasado, 1923, estuvo la Comisión de límites, compuesta de suizos, colombianos y venezolanos. Vi la pirámide de piedras como señal divisoria, subí a ella y abriendo los brazos en forma de cruz, quedé con el brazo derecho en Colombia, el izquierdo en Venezuela y enfrente, a más de 300 kilómetros, el Brasil. Desde la frontera de Brasil hasta este punto es el Río Negro el que divide a las dos naciones, y desde esta pirámide parte una línea geográfica que pasa por delante de la destruida iglesia de Victorino, y va cerca de la boca del Guaviare frente a San Femando para luego descender el río Orinoco hasta la boca del Meta.
Era mi deseo continuar mi viaje hasta el Alto Guarnía o fuentes del río Negro, para visitar a los indios Arapacos (¿Arawakos?) y a los Curú-Curú (sic), calculados en unos 600, pero actualmente pertenecen a Colombia y por eso debí renunciar pues mi misión era solo para tierras venezolanas, por eso regresamos a Victorino.
Terminé de administrar los sacramentos. A algunos tuve que bautizarlos en sus propias casas pues estaban enfermos de sarampión. Les recomendé la reconstrucción de la iglesia, que me prometieron hacerla cuanto antes, y continuas preguntas de «cuándo regresaría el Señor Cura», les dije que hicieran la iglesia y así el Cura los visitaría más frecuentemente.
Partimos... y en el mismo día llegamos a Maroa. Era el día 24.
El día 25, sumándose unos 5 nuevos banibas y arapacos, salimos para San Femando.
A la tarde llegamos a Pimichin. Aquí dejamos aseguradas las curiaras y cargando a la espalda el equipaje, sin olvidar las provisiones de «boca», y dejando las aguas del Río Negro caminamos por la espesa floresta durante 18 kilómetros. Felizmente es un camino bien abierto ya que debe atravesar el hemisferio meridional al septentrional (sic), dejando la cuenca del Amazonas para entrar en la del Orinoco. Después de 4 horas y media, llegamos a Yavita, pequeña población indígena a orillas del río Atabapo (sic).
Aquí hubo también una iglesia, ahora destruida, quedando las imágenes de los santos en una casa particular, con dos campanas, una de 1769. Recomendé reconstruir la capilla y el capitán me lo prometió.
Llegó la embarcación enviada desde San Fernando para nosotros, nos embarcamos y partimos. Era una embarcación muy incómoda para 13 personas con el equipaje: 3 metros de larga por 1,10 metros de ancha, por lo que teníamos que pasar la mayor parte del tiempo sentados recibiendo la caricia de un sol tropical.
Así, gracias a Dios llegamos a San Fernando después de 5 días de viaje. El primero en darme la bienvenida fue el joven Juan de Dios Montes, Jefe Civil de la pequeña capital y representante del gobernador que se encontraba ausente por viaje a Caracas. Con él estaba el comandante del destacamento con algunos soldados y con diversos representantes del comercio. Me llevaron a la casa que debía servir de habitación para mis 12 acompañantes durante los días de permanencia: casa grande, cómoda con buen patio o jardín.
Después fuimos a la iglesia que la encontré como una de las más interesantes de esta misión, pero que denota también la carencia del sacerdote. Iglesia cubierta de zinc, con el piso de cemento, tres altares de madera con bellas imágenes de San Fernando, del Sagrado Corazón y de la Virgen del Carmen. Pero tiene la fachada en ruina por un rayo y también las torres laterales. Prometieron repararla.
La impresión de la pequeña ciudad fue bastante buena, porque encontré más de lo que yo esperaba: muchas casas, casi todas de techo de palma, pero grandes y bien hechas, calles anchas y derechas, lugar bonito con espléndido paisaje, teniendo de frente el río Guaviare, que baja de Colombia y después de recibir el afluente Inírida, se une al Atabapo y después de 4 kilómetros entra en el caudaloso Orinoco, considerado el quinto río del mundo.
En compañía del representante del Gobernador fuimos por tierra a visitar el gran río y lo encontré verdaderamente majestuoso. Así también después, en barco, entramos en el Guaviare y también en el Orinoco.
Pasadas mis primeras impresiones del lugar, inicié mi misión con misa y plática a las 6. Catecismo a las 10 y a las 3 para el bautismo y la confirmación. Rosario, letanías, plática de la noche. Y así por los 10 días que estuve allí.
Se mandó rápidamente una comunicación por el Orinoco y el Ventuari para avisar de la llegada del misionero. Pocos pudieron acudir porque casi todos los hombres estaban esparcidos por la selva en busca del balatá.
El día 4 de abril, primer Viernes, fue fiesta para aquella población. Distribuí 30 Primeras Comuniones y 40 confirmaciones, entre éstas, 8 de una sola familia: Me quedé muy contento de este acto practicado con auténtica piedad. Vinieron indios de la zona del Inírida, de la tribu puinabe y otros, del alto Guaviare de la tribu Piapoco. Las mujeres tenían vestidos de fibra de árbol, que al quitar la concha más gruesa, sacan la otra parte de una sola pieza para cubrirse la persona. (Marima). Me dieron uno, a cambio de una tela roja que les gustó mucho. Aproveché el tiempo y lugar para estudiar un plan para la futura misión, como deseaba el Obispo diocesano. Esto sin embargo, es un simple parecer mío que presento para ser examinado después con más calma.
Este Estado, llamado Territorio Amazonas, con San Fernando como capital, no tiene para formar un Vicariato Apostólico, porque carece de medios y no tiene la debida población, tal vez lleguen de 10 a 15 mil entre blancos e indios civilizados, pues se sabe que hay todavía salvajes, sobre todo en el Alto Orinoco y en las cabeceras de los ríos. Una misión en cambio, la considero muy necesaria e indispensable.
Como centro de esta misión no serviría San Fernando, sino San Carlos, porque presenta mayor comodidad, pudiendo bajar con facilidad a San Gabriel y Manaos y pudiendo subirse el Río Negro - Guainía hasta sus cabeceras sin ninguna dificultad. Con un vapor pequeño se puede subir por el Casiquiare, entrar en el Orinoco y llegar a San Fernando. De San Fernando se puede después en canoa, recorrer el gran río y sus afluentes y visitar las diversas tribus.
Esta misión podría tener por límites: al Sur, el Río Negro - Guainia, teniendo a su derecha el Vicariato Apostólico de Villavicencio en Colombia, de los Padres Montfortianos. Al Este, el Alto Orinoco con la Prefectura Apostólica del Río Negro con todos sus afluentes o el «divortium acquarum», y en la contravertiente tendría el Vicariato Apostólico del río Caroní, de los Padres Capuchinos.
En el Bajo Orinoco podría llegarse hasta la boca del Meta, limitando con la diócesis de Guayana. Todo esto está más claro en el mapa que he preparado.
Las diversas tribus de indios están dispersas en los distintos afluentes del Orinoco de la siguiente manera: En el Alto Orinoco, los más salvajes y feroces, los Guajaribos, Curuaranas, Kiriamas, Guaicas, Guinares, Abirianos, Yocuras, Makiritares.
En el río Siapa, afluente del Casiquiare, los Yabanos, Mandawacas,Cs. En el río Ventuari, el gran afluentedel Orinoco, los Macos, Curachicanas, Makiritares. Todos casi mansos y blancos.
A la izquierda del Orinoco, en tierra colombiana, por el Guaviare y el Inírida, los Puinabes y Piapocos. En el Vichada y Meta, Guajibos y Paruratos (?). A la derecha, en Venezuela, en el rio Sipapo, los Lloreda y los Piaroa.
La población, sea de blancos como de indios civilizados, son religiosos, esto es, todos quieren bautizarse sin preocuparse de los otros sacramentos y prácticas religiosas. Por lo tanto, en general, son cristianos porque recibieron el bautismo. Claro que esto se debe atribuir a la carencia de misioneros.
En esta misión sólo pude celebrar 6 matrimonios. Claro está que en gran parte se debe a que estaban sólo las mujeres en los pueblos, pues los hombres estaban casi todos en la selva. De todas formas les recordé la importancia del matrimonio y de la familia. Espero que en la próxima visita habrá un buen número. Les dije que también en mi primera visita al Río Negro en 1915, sólo celebré 19 matrimonios, y ahora en cambio ya pasan de los 400...
Creo que ya les manifesté lo más importante de mi misión y por lo tanto, sólo me queda decirles que después de 11 días de permanencia en este fin del mundo civilizado, en medio de una población que me maravilló por su gentileza, respeto y veneración que me dispensaron y que de todo corazón les agradezco, pidiéndole a Dios que les otorgue y les depare un futuro de mejor suerte.
Llegó el día y el momento de despedirse. El día 8, después de una Misa mandada a celebrar para obtener de Dios la paz en el Territorio y a la que asistieron todos, les presenté mis saludos y agradecimiento, pero todos quisieron acompañarme hasta el puerto, en donde me esperaba la pobre embarcación, en la que debía pasar otros 5 días. Después de los acostumbrados saludos y abrazos, partimos dándoles la esperanza de poder ver al misionero más frecuentemente, si se funda la misión de San Carlos.
Después de 6 días de viaje, rehaciendo los 18 km. a pie, llegamos a Maroa, en donde encontramos todas las casas cerradas, menos las de mi fiel guía, el Sr. Mercedes Ramón Montes, y después de un abrazo nos separamos, llegando el día 16 a San Carlos para pasar allí los últimos días de Semana Santa.
El día de Pascua, tuve la alegría de distribuir 19 comuniones, casi todas por la primera vez, y también administré la confirmación. Junto a mi amigo Pedro Fuentes, determinamos el lugar y terreno para la futura misión, y después, el día 21 llegamos a Cocuy, frontera de Brasil, y el 22 después de celebrar la misa en la casa del buen comandante Manuel Dos Santos Amorin, embarqué ansioso de llegar cuanto antes a San Gabriel y saludar a Mons. Massa después de 10 meses que no lo veía.
Llegué felizmente el día 24, pero Mons. Massa no había llegado, saludé a los salesianos y salí para la misión de Taracuá después de un viaje de 2 meses y medio y encontré a los demás misioneros y amigos, dando gracias a Dios por el feliz viaje.
Durante esta misión los frutos espirituales fueron pocos, esperando mejores frutos en el futuro. Administré 250 bautismos, 155 confirmaciones, 100 confesiones, 60 comuniones y 6 matrimonios.
Aún así, Gracias a Dios, y que El haga lo demás».




ANEXO Nº 2.

VIAJE DE DON MARCHESI DESDE BRASIL A SAN FERNANDO DE ATABAPO. AÑO 1927

«Recibí una comunicación de Don Rinaldi (Superior Mayor de los Salesianos) en la que se me pedía que visitara la zona del Alto Río Negro y el Orinoco. La relación que había hecho Don Bálzola era muy pesimista, debido tal vez al estado de ánimo por su enfermedad.
Salí de San Gabriel a fines de octubre de 1927. Visité los sitios y caseríos del Río Negro y les ofrecí el servicio religioso. El día 4 de Noviembre estaba ya en San Carlos, en donde los pocos habitantes que quedaron de la persecución de Funes, estaban de fiesta. Celebré a la mañana e hice una función a la tarde, leyendo lentamente en castellano una pequeña charla. Hice algunos bautismos y dos matrimonios.
El día 6 entraba ya en el canal Casiquiare. El río estaba muy bajo. Encontrábamos muchas playas de arena en donde de noche colgábamos nuestras hamacas.
Era un verdadero martirio: de día nos martirizaban los jejenes y de noche los zancudos. Encontramos barracas de caucheros, siempre con algunos enfermos de paludismo; les repartíamos quinina a todos y otras medicinas; encontramos también algunos caucheros brasileños. No nos faltó comida. El canal es muy rico en pescado y algunas veces obtuvimos también algo de cacería. Pero lo que más nos hacía sufrir fue el asalto de los zancudos que nos obligaban a recoger las hamacas y continuar el viaje al claror de la luna.
Después de una semana remando salimos del Casiquiare y seguimos por el Orinoco. Agua turbia, para poder beberla teníamos una lata en la barca, dejar que se depositara el limo, para beberla.
El primer sitio, Tama-Tama del Sr. Juan Noguera, nos recibió con mucha fiesta. Pasamos dos días haciendo bautismos a los niños pequeños. Su casa estaba llena de indios makiritares y también algunos guaicas que no hablaban nada de castellano, los otros sí lo hablaban suficientemente.
Al día siguiente arrimamos en La Esmeralda, en donde la selva está lejana, pues tiene unas grandes sabanas, pero también aquí la música de los jejenes y de los zancudos de noche....
Dejamos la Esmeralda al día siguiente. En Tama-Tama el Sr. Noguera nos aseguró que tendría un pasaje al día siguiente para Maroa. Enviamos nuestra barca por el Casiquiare para que nos espere después de unos 10 días por allá.
Bajamos el Orinoco y llegamos a San Antonio en donde encontramos un señor Antonio Wendehacke, de origen inglés. Tenía un buen número de familias, que eran empleados suyos y trabajaban en una gran Capilla construida por él. Había muchos niños. Al marcharme, me dio algun dinero y me proveyó también de alimentos en conserva.
El descenso del Orinoco fue rápido, en tres días estábamos en Santa Bárbara, en donde había corrientes fuertes que pasamos muy despacio para evitar el peligro.
AÍ día siguiente entramos en el Atabapo de aguas muy oscuras, pero sin mosquitos ni zancudos. Nos acogieron con mucha amabilidad los militares, 20 hombres y un Teniente. Montaron una fiesta inmediatamente que continuó al día siguiente.
Celebré en la Iglesia, bien construida, cerrada con tablas de cedro, pero muy abandonada, celebré dos veces la misa leyendo algunas palabras, por la mañana y por la tarde. Los habitantes eran pocos, escapados por la persecución del Gobernador Funes.
Seguimos el magnífico río Atabapo, dejando a San Femando, sede de la Comisaría del Alto Orinoco. No nos faltó pescado en esos días, los marineros, de noche, en media hora pescaban para la cena y para el día siguiente.
Finalmente, después de tres días llegamos a Yavita, pequeño caserío, en donde comienza la carretera de 18 km. abierta por los españoles en los primeros tiempos de la ocupación.
Los marineros tomaron mi equipaje y a la tarde llegamos a Pimichín. Pero nuestra barca no había llegado todavía. Quedé un poco preocupado, pero durante la noche escuchamos el ruido de remos en el agua de una barca que se acercaba. Fui a verlos y me di cuenta que de los 5 marineros sólo 2 remaban, los demás estaban con fiebre alta. Los ayudé a atar las hamacas, les di una pastilla para que sudaran y fuimos a dormir. A la mañana siguiente estaban ya sin fiebre y después de celebrar la misa, salimos para Maroa.
Les habían avisado de mi llegada, por lo tanto se reunieron trayendo a los niños. A la tarde también yo sentí los primeros síntomas de fiebre. Por la noche aumentó fuertemente y duró hasta la mañana. Me costó un poco celebrar la misa y decir algunas palabras a aquella buena gente reunida.
Después de la Misa nos embarcamos. Nos quedaba muy poca quinina, después de la distribución que hicimos durante el viaje. Al llegar a San Carlos, ni pude salir de la barca y envié a los marineros a saludar a la buena familia que me había hospedado.
De San Carlos a San Gabriel fue un altemarse continuo de fiebres, también a los marineros de manera que, mientras algunos remaban, los otros yacían en el fondo de la barca. A Cocuy llegué con fiebres altísimas, saludé al Comandante y continuando fuimos a dormir en Marabitana.
Durante la noche fue tan fuerte la fiebre que no sabía dónde estaba. A la mañana salimos rápidamente, y una buena familia amiga de los misioneros, me dijo que esperara un poco en el puerto. Tomé un poco de sopa y seguimos. No supe lo que pasó en los tres días que tardamos en llegar a San Gabriel.
Una vez llegados, viendo nuestro estado, nos cargaron en una carreta de bueyes y nos metieron en la enfermería. Después de una semana, los marineros y yo nos fuimos recuperando.
Lo que yo le dije al Rector Mayor como conclusiones y resumen de mi viaje fue lo siguiente:
1.- Las condiciones sanitarias de la zona no eran mejores que las del Río Negro.
2.- El elemento humano era más o menos como el del Río Negro, civilizados, mestizos e indios. Algunas tribus eran de la misma familia etnológica que los de aquí. La única tribu salvaje es la de los Guaicas o Guajaribos, como los llaman los venezolanos, que también nosotros los tenemos por el Caababurí y en otros afluentes.
3.-En cuanto al estado moral y religioso y en lo relacionado con la familia, no se pueden esperar maravillas, en donde no hay misioneros se repiten esas situaciones, con las dos grandes plagas, la del alcoholismo y la inmoralidad.
4.- Las tierras de Venezuela son más fértiles que las del Río Negro, los mismos indios plantan arroz, frijoles y también algodón, lo cual no hacen los nuestros, por lo malo de las tierras.
5.- En cuanto al abastecimiento de alimentos para la futura misión, terminada la carretera de Puerto Ayacucho, el Orinoco será navegable desde Bolívar al Alto Orinoco. Para la zona de Río Negro, podrían tener todo lo necesario de Manaos a través de la Prelatura de San Gabriel
6.- Inútil e imposible preparar en la zona del Orinoco un sanatorio para los misioneros del Río Negro, sea por las distancias, sea porque en el Orinoco como en la parte del Río Negro no hay una región sin paludismo y otras enfermedades del clima en el que vivimos.
En este viaje administré más de 120 bautismos y 20 matrimonios. No se pudo hacer más por la ausencia de documentos y a veces, de las personas que pudieran informar.»




ANEXO Nº 3

EL P. DE FERRARI VISITA EL T.F. AMAZONAS. AÑO 1928

Un año después, en Mayo de 1928, el P. De Ferrari, Inspector de los Salesianos de Venezuela, juntamente con el P. Engel, salesiano alemán, hicieron un viaje exploratorio por el Amazonas, también por solicitud de los Superiores Mayores, para definir finalmente ante el Gobierno venezolano y ante la Santa Sede, si la futura misión era viable o no.
El viaje exploratorio sería financiado por el Gobierno, por eso De Ferrari le escribió al Ministro Arcaya (20 de Noviembre de 1927) sobre el monto total del viaje a realizarse:
«Después de varias consultas con personas prácticas de viaje al centro de la República, puedo comunicarle que el viaje de 5 personas dos Padres, un guía, que será el Sr. Simón Planas, que cobra a razón de Bs. 500 mensuales, dos sirvientes, a razón de Bs. 6 cada uno desde Caracas a la frontera y regreso, así como las provisiones, viaje que durará alrededor de 4 meses, fluctúa sobre los 20.000 Bs.»

En los apuntes del P Carlos Giacomuzzi se lee lo siguiente sobre este viaje:
«Salió el P. De Ferrari de Caracas en diciembre de 1927. De Ciudad Bolívar a Puerto Ayacucho tardó quince días. Se embarcó luego en Salvajito y fue hasta Tuparro en falca de Don Juan Maniglia, desembarcando todo en el raudal de Guajibos. Ramón Cortés pasó las cosas de Monseñor hasta Maipures en carro tirado por bueyes. En Maipures se montaron en otra embarcación que cambiaron nuevamente en San Fernando.
Salidos de San Fernando fueron hasta Yavita y de allí, a pie, fueron al Pimichín donde alquilaron lanchas para bajar hasta la frontera.
De regreso consiguieron una lancha con la cual pudieron llegar a Tamatama y fueron luego a la Esmeralda en la embarcación de Noguera. Con la misma, bajaron hasta cerca de Mirabal, hasta donde ya había sido construída la carretera. En Semana Santa estaba ya en Ciudad Bolívar. Tuvieron que apagar un incendio en la lancha que los transportaba».

Leamos lo que escribe De Ferrari con varias imprecisiones históricas:
«Los primeros misioneros que vinieron a evangelizar este Territorio fueron los Jesuitas en 1734 los cuales permanecieron en él hasta su expulsión de España y sus Colonias. Continuaron después los Capuchinos quienes estuvieron hasta el 14 de diciembre de 1819 que se fueron con el decreto de la nueva República. De 1819 hasta 1840 las diversas parroquias fueron atendidas por algunos sacerdotes seculares que duraban muy poco. De 1840 a 1854 regresaron nuevamente los Capuchinos y de 1854 hasta 1899 hubo un sucederse de sacerdotes que no duraban más de uno o dos años y sólo en alguna de esas parroquias. De 1899 hasta ahora no hubo ni un sólo párroco. Se recuerda sólo a un Rafael Díaz Funes que estuvo por 8 meses entre los años 1917-1918.
De entonces para acá estas regiones fueron visitadas sólo por el P. Bálzola en 1923, que fue autorizado por Mons. Sosa, entonces Administrador Apostólico de la Diócesis de Guayana.
Las condiciones en que se encuentra hoy el Territorio ciertamente no son las mejores, no por lo que se refiere al clima y a la salubridad que, en general, son buenas, sino por el estado de abandono y ruina en que se encuentra.
Hace quince o veinte años gozaba de una situación financiera vertaderamente excelente. Corría el oro, dicen, como el agua; pero las guerras internas, el abuso de los gobernadores y ahora, el bajo precio del balatá y caucho, se encuentra en la miseria. Son pocas las poblaciones que hoy existen; de una gran parte sólo se guardan de ellas un recuerdo histórico.
Los pocos civilizados que allí se encuentran, difieren muy poco de los salvajes en cuanto a moralidad. Abandonados portantos años, sin instrucción religiosa, hacen consistir ser cristiano sólo en haber recibido el Bautismo. Viven con dos o tres mujeres en la misma casa, sin ligamen con ninguna, o al máximo, están ligados por matrimonio civil con alguna de ellas. La ignorancia religiosa es absoluta. Difícilmente se encuentra alguna persona que sepa rezar, que sepa asistir a un moribundo o derramar el agua del bautismo en caso de necesidad. Sólo encontré a un joven que me pidió las palabras que debía decir en tal caso, y en el Río Negro encontré un poco de religión en algunas mujeres, antiguas alumnas de nuestra misión de San Gabriel (Brasil).
En la región limítrofe con Brasil, aquellos que pueden disponer de algo, mandan sus hijas a nuestra Misión, pero cuando regresan a sus casas, por la falta de sacerdotes, parece que se olvidan de todo nuevamente.
Durante nuestra visita administramos 227 bautismos, 300 confirmaciones y 6 matrimonios. Las iglesias están en completa ruina, y cuando se habla de la iglesia nos referimos a una choza con paredes y techo, aunque no tenga ni puertas ni ventanas.
El Territorio Amazonas comienza con la extinguida población de Atures que conserva en una de las chozas la imagen de su Patrono San Juan. No hay un alma.
De aquel punto y siempre por río, pasamos a San Fernando, capital del Territorio: La iglesia se está cayendo; de allí hemos traído dos cálices que encontramos en un cajón de una choza que sirve de sacristía, para pulirlos y hacerlos dorar. Las imágenes que allí se encuentran hacen perder la devoción. Decíamos la misa en la choza y, aunque llamábamos a la gente con la campana, asistían sólo tres o cuatro personas.
De San Fernando, por el Atabapo, pasamos a Baltazar, Santa Cruz, caseríos totalmente deshabitados y de allí a Yavita que sólo conserva las campanas. Allí encontramos una sóla persona.
Hicimos un recorrido a pie de unos 18 kilómetros y llegamos a Pimichín, pueblo destruído, en donde hay sólo una choza, en donde esperamos dos días para dar tiempo a los indígenas a regresar a Yavita para transportar todas las provisiones.
De Pimichín bajamos por el río hasta Maroa, población en donde encontramos dos familias civilizadas y una treintena de indígenas. Entre las Chozas-Iglesia, la de Maroa es la mejor de todas. Nos paramos allí y administramos sacramentos.
De Maroa a San Carlos han desaparecido todos los poblados que están en los mapas. Maroa es la más habitada y se pueden contar entre treinta y cuarenta familias de indígenas Banibas y Baré ya civilizados. No encontramos más poblados, pero sea en el Río Negro como en en el Casiquiare y en el Orinoco encontramos muchos «sitios», o conjuntos de chozas o casas de los recolectores de balatá y goma, en donde administramos el bautismo y confirmación a muchos indígenas.
Aunque nuestro viaje coincidiera con el tiempo en que los indígenas, o estaban retirados a sus caseríos en el interior de la selva, o estaban recogiendo goma, sin embargo vimos bastantes.
Son muchas las tribus del Territorio y todas con su lengua especial. Los de una tribu no entienden a los de otra. Las tribus se subdividen en capitanías de 50, 100, 200 personas a las órdenes de un jefe o capitán que manda de una forma absoluta, los manda a trabajar acá y allá, recibe la paga y lo que crea conveniente, y vende los niños y las niñas.
Y ya que hablamos de esclavitud salvaje diré que en todo el Territorio reina la esclavitud también entre los negociantes del balatá. Los indígenas civilizados o menos civilizados o no civilizados que trabajan a las órdenes de uno de estos comerciantes, queda vendido para toda la vida. Por un derecho de inscripción que hace el comerciante ante el Gobernador del lugar, toma posesión del trabajador, y como hay plena ignorancia, porque sólo saben leer y escribir los comerciantes, el trabajador que debe comprar a su amo todo lo que necesita para comer y vestir, por mucho que trabaje o produzca, jamás logra saldar su deuda; y por lo tanto no puede irse a trabajar con otro, y su deuda, después de muerto, pasa de padre a hijo, o a la esposa, o a los hermanos etc...
Nos pusimos en contacto con una tribu de unos 200 guajíbos, que habitan por lo tanto en la orilla izquierda del Orinoco. Los hombres van desnudos cubriéndose de la cintura para abajo con un pedazo de tela que compran en sus correrías o que hacen con el tejido de una planta. Este pedazo de tela lo llaman guayuco; y las mujeres se hacen una túnica que va desde el cuello a las rodillas, con el liber de la planta que llaman «marima».
Los hombres insuflan un tabaco que se llama yopo y que introducen en la nariz por medio de dos tubitos. Este tabaco les produce una especie de borrachera que los deja completamente atontados. Son bígamos o trígamos y persiguen a los Piaroas para robarles los alimentos. Es una de las razas más flojas. El hombre tala y tumba las plantas y la mujer siembra el campo llamado conuco, mientras el hombre va a cazar o a pescar para conseguir el alimento que acompaña con el mañoco, harina que hacen de la yuca (manihot utilissima) sembrada por la mujer. Para la caza usan la flecha y la cerbatana con la punta envenenada con curare, veneno que preparan con substancias vegetales que sólo tiene efecto mortal cuando entra en la circulación de la sangre de un modo directo, pero inocuo cuando se ingiere.
Los Piaroa forman una tribu más inteligente y trabajadora que se extiende de Este a Oeste, desde el Manapiare hasta la orilla derecha del Orinoco, y de Norte a Sur, de Caicara hasta el Ventuari. Esta raza huye de los blancos por haber sido muy perseguida por malvados que abusaron de sus mujeres. Los hombres y las mujeres se cubren con guayuco. Son bígamos o trigamos según lo sea su capitán. Se calculan en unos 20.090.
La tribu de los maquiritares es también muy abundante, tal vez la mayor y es muy trabajadora. Siembra además de la yuca, el maíz, el plátano y el algodón con el que hacen sus telares primitivos. Van vestidos como los piaroa.
Hay además otras tribus como los Macos, Puinabes, Arakicanos, Guarequenas, de los que no vimos ninguno por estar muy internados en la selva.
En el Alto Orinoco hay dos tribus, la de los Guajaribos y los Guaicas, enemigas una de otra y que viven en continua guerra. Van desnudos, como los Guajibos viven de cacería, y como cosa particular se cortan el pelo como los padres Capuchinos. Tal vez sea un recuerdo antiguo de las misiones de estos Padres.
En los márgenes del Río Negro y Guainía, están los Baré y Baniba, los cuales son más civilizados, en el sentido que se visten completamente y son amigos del progreso y hacen tejidos maravillosos con las fibras de las palmas, de las que tienen una gran variedad de ellas.
Trajimos con nosotros dos guajibos, dos banibas, un maquiritare y un guajaribo para enseñarle el castellano y nosotros estudiar su lengua. Esperamos bautizar solemnemente tres que todavía no están bautizados con motivo de la jornada misionera, por medio del Sr. Nuncio Apostólico.
Según nuestro parecer son necesarios dos centros de misión: San Fernando de Atabapo y San Carlos, ciudades que se encuentran a una distancia de diez días de navegación por la vía más breve. San Fernando para atender la parte norte, o sea al «divortium acquarum» del Ventuari, y San Carlos por la parte sur al Alto Orinoco, Siapa, Pasimoni, Guainía y Río Negro.
Durante nuestro viaje que duró casi cuatro meses sobre los ríos Orinoco, Atabapo, Temi, Pimichín, Guainía, Rio Negro, Casiquiare y Ventuari y por sus orillas en donde dormimos por más de sesenta días, a pleno cielo abierto, cubriéndonos en la hora de lluvia con las lonas impermeables que llevábamos, no hemos tenido ni un solo enfermo de fiebres. De día nos hacía desesperar algun mosquito con sus ardientes picaduras, pero que no son transmisores de malaria. Estos mosquitos no se encuentran en ríos de aguas negras, y de noche no hemos usado prácticamente nunca el mosquitero.
Los zancudos se encuentran sólo en los tiempos de lluvia continua que empiezan en este mes y van hasta septiembre. Como sólo salen al atardecer, es fácil defenderse de ellos con los mosquiteros.
Es justicia que yo haga constar que: por el mismo hecho de haber sido reconocida la Sociedad Salesiana por parte del Gobierno para atender a la misión, no quise que ni yo, ni el sacerdote que me acompañaba (P. Engel) percibiéramos emolumento alguno por nuestros trabajos durante los 4 meses de viaje, y que dicho sacerdote murió a los tres meses del regreso, víctima de las fiebres contraidas en aquellos parajes...»

Y concluye D. De Ferrari:

«Tanto el Orinoco, como el Casiquiare pueden ser un poco palúdicos, pero las fiebres que se presentan no son de carácter grave y sería fácil, con un poco de higiene y profilaxis reducir su número y también acabar con ellas.
La parte más sana es la del Río Negro y todas las orillas de los ríos de «agua negra». (Tal vez por la cantidad de murciélagos que parece que salen hasta del agua), pero así como son las más saludables, son también las menos aptas para la agricultura y cría de ganado por las malas condiciones del terreno.
El gobierno de Venezuela está dispuesto a hacer todas las erogaciones necesarias para facilitar los medios de comunicación para la misión, para atraer a los indígenas y rehacer las poblaciones....»



ANEXO 4

PUBLICACIONES DEL VICARIATO

EGUILLOR María Isabel. 1984.
Yopo, shamanes y hekuras: Aspectos fenomenológicos del mundo yanomami.
Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho.
LES. Caracas

FINKERS Juan. 1986.
Yanomami nii pë: Los Yanomami y su sistema alimenticio.
Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho.
LES. Caracas

EQUIPO EDUCATIVO ESCUELA YANOMAMI. (Alto Orinoco). 1987.
Yanomami 1 —Yoahiwë.
Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho.
LES, Caracas.

IRIBERTEGUI A. Ramón. 1987.
Amazonas: El hombre y el caucho.
Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho.
Edit. Texto Caracas. (1ª ed.)

HIGUERA Dora. 1987.
Los guajibos de Coromoto: Algunos aspectos culturales.
Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho.
Edit. Texto Caracas

SIGNI Alejandro. 1988.
Arte y Vida. Catálogo del museo Etnológico «Mons. Enzo Ceccarelli» (T.F. Amazonas).
Vicariato Apostólico de Puerto
Ayacucho. Edit. Ex Libris.
Caracas.

SANTO Isabel. 1989
Los guajibos: Aspectos culturales de la Comunidad de La Reforma.
Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho.


BOCARANDA Juan. 1989.
La mazorca de luz Estudio sobre legislación indígena.
Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho - La Salle, Caracas

FEDDEMA Hernán. 1989.
Curso de Paraliturgia. Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho.

IRIBERTEGUI A. Ramón. 1991.
¡Hola! Yo soy arawako. Libro de Lectura para niños de Segunda Etapa, sobre las etnias Arawako del Sureste del Amazonas venezolano.
LES. Caracas.

EQUIPO EDUCATIVO ESCUELA YANOMAMI. (Alto Orinoco). 1990
Yanomami 1- Matematica 2º grado Suwë hëri - maranapi.
Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho
LES. Caracas

FEDDEMA Hernán. 1991.
Diccionario Piaroa - Español. (Mimeografiado).
Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho

TORRES Isaías. 1991.
¡Hola! Yo soy yanomarni. Libro de Lectura para niños de Segunda Etapa, sobre la etnia Yanomami del Amazonas venezolano.
LES. Caracas.

FEDDEMA Hernán. 1992.
Diccionario Jivi. (Mimeografiado).
Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho. Caño Grulla-Capuana

FEDDEMA Hernán. 1991.
Gramática Ensayo. (Mimeografiado).
Vicariato Apostólico Ayacucho.

EQUIPO EDUCATIVO ESCUELA YANOMAMI. (Alto Orinoco). 1990
Yanomami 1- Matematica 3º grado Suwë hëri - maranapi.
Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho. LES, Caracas

UN GRUPO DE MISIONEROS DEL ALTO ORINOCO 1991.
Consideraciones a un documento de Mavaca
Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho.

COPPENS Walter. 1992.
HistoriaYawarana (Siglo XVI a 1975).
Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho.

IRIBERTEGUI A. Ramón - MARTIN Angel. 1994.
La Iglesia en Amazonas. Historia de la presencia misionera en el Amazonas venezolano, en especial desde la llegada de los Salesianos (1933).
ISSFE. Los Teques.

EQUIPO EDUCATIVO ESCUELA YANOMAMI. (ALTO ORINOCO). 2002.
Cuadernos de Preescolar: (1) Reahu; (2) Masi Masi; (3) Rasha; (4) Tesho; (5) Ara.

LIZOT Jacques. 1996.
Yanomami thë pë kahiki ahä.
Libro de lectura para las Escuelas Yanomami del Alto Orinoco.
Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho/UNICEF.

LIZOT Jacques. 1996.
Introducción a la lengua yanomami. Morfología.
Vicariato Apostólico de Puerto
Ayacucho/UNICEF

LlZOT Jacques. 1997.
Yanomami thëpë wayamou / Discursos ceremoniales.
Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho/UNICEF

LIZOT Jacques. 1999.
No patapi thëhë. En tiempo de los antepasados.
Libro de lectura para las Escuelas Yanomami del Alto Orinoco.
Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho/UNICEF

EQUIPO EDUCATIVO ESCUELA YANOMAMI. (ALTO ORINOCO). 2001
Yanomami 1 - Urihiri Suwë hëri - maranapi.
Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho. LES Caracas, 2a, Edición,

SIGNI Alejandro, IRIBERTEGUI Ramón, VÉLIZ Tania, SILVA Javier. 1988.
La Iglesia en Amazonas. Revista Indice.
Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho.

HARO CUESTA Juan. 2000.
De curas y capitanes, doctrineros y preceptores en las misiones y villas del Cantón de Rio Negro. Indígenas y educación en el espacio amazónico venezolano (1830—1845). Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho.

IRIBERTEGUI Ramón. 2000.
En el jagüey. Recopilación de documentos del Archivo del Vicariato Apostólico referentes a Puerto Ayacucho desde la llegada de los Salesianos a esa ciudad. Gobernación del Estado Amazonas.

IRIBERTEGUI Ramón 2000.
A la sombra del yébaro.
E.T.P.D.B. - Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho.

IRIBERTEGUI Ramón. 2003.
Fronteras perdidas
E.T.P.D.B. - Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho.

EQUIPO PASTORAL INTERCULTURAL CAÑO GRULLA - ISLA DE RATÓN. 2003.
Hechos de los Apóstoles.
Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho.

IRIBERTEGUI Ramón. 2004.
Las fugas de Baj (Crónicas humanas).
E.T.P.D.B. - Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho.

IRIBERTEGUI Ramón. 2001.
Creciente de garza (Crónicas caninas).
E.T.P.D.B. - Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho.

LIZOT Jacques, 2004.
Diccionario enciclopédico de la lengua yanomami.
Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho.

IRIBERTEGUI Ramón. 2007.
IÑAMARO. Las rendijas del tiempo.
E.T.P.D.B. Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho.

MORETTO Félix. 1999
Caminos de fe. Texto de Catequesis para la preparación a la Primera Comunión. Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho

FINKERS Juan. 2008
Pahana u. Mi vida entre los Yanomami del río Mavaca
E.T.P.D.B. Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho.

FEDDEMA Hernán. 1975.
Evangelio según San Juan en Lenguas Piaroa y Guahibo. (Mimeografiado)
Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho. Isla de Ratón.

MORETTO Félix. 1999.
Serán mis Testigos. Texto de Catequesis para la preparación a la Confirmación. Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho

PREMARINI Juan B. 1979.
Celebraciones de la Palabra de Dios para animadores y catequistas. (Mimeografiado). Vicariato de Puerto Ayacucho.

MORETO Félix. 1999.
Caminos de fe. Texto de Catequesis para la preparación a Perseverancia Nivel 1. Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho

MORETTO Félix. 1999.
Caminos de fe. Texto de Catequesis para la preparación a la Perseverancia Nivel 2. Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho

EQUIPO ZONA PASTORAL DE SAN FERNANDO DE ATABAPO, 1979.
¡Despierta, Amazonas! Conversaciones concientizadoras.
Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho. E.T.P.D.B. - Caracas

EQUIPO ZONA PASTORAL DE SAN FERNANDO DE ATABAPO, 1984.
A las comunidades cristianas del Atabapo y Orinoco. Encuentros para la concientización. (Mimeografiado)
Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho.

MORETTO Félix. 1999.
Club infantil - catequesis de precomunión.
Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho

EGUILLOR María Isabel. 1985.
Descubriendo a Dios en la vida de mi caserío. Encuentros de catequesis en las comunidades indígenas.
Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho.

Comunidad Apostólica Alto Orinoco. 2007.
Tiosi pë ihirupi pë iha a wä wayou. Textos bíblicos en yanomami.

EQUIPO ZONA PASTORAL DE SAN FERNANDO DE ATABAPO, 2005.
La comunidad cristiana celebra la Palabra de Dios. Celebraciones para los domingos y fiestas del Año litúrgico para catequistas y animadores comunitarios.
Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho.

EQUIPO PASTORAL HNAS. SAN JOSÉ DE TARBES. 1992,
Jesús siempre presente en el pueblo guajibo. (Mimeografiado)
Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho.

RAUDAL ESTEREO 92.9 Fm., DDHH, Banco Mundial. 2003.
Amazonas. Naciones, culturas y pueblos. Todos en un sólo estado.

CASTILLO, Octavio y ORTIZ, Francisco. 2006.
Visión de la Cultura y Sociedad Jivi
Raudal Estéreo 92.9 Fm., Unicef.

OFICINA DE DERECHOS HUMANOS. 2004.
Derechos de Pueblos Indígenas Folleto formativo Nº 7
Comunidad Europea, Programa País Venezuela.

OFICINA DE DERECHOS HUMANOS. 2005.
Convenio Nº 169 de la OIT
Comunidad Europea, Programa País Venezuela.

OFICINA DE ASUNTOS SOCIALES, Enfermeras para el Mundo, Gobierno de Canarias, Raudal Estéreo 92.9 Fm. 2006.
Toma el Control de tu salud

BELLO, Luis y BÓRTOLI, José - DDHH. 1998.
Shapono.

DDHH, Observatorio DESC Amazonia, 2006.
Informe Regional.

DDHH. 1994.
Informe Anual Enero Diciembre 1994

DDHH, Comunidad Europea. 1996.
Informe Anual 1996

DDHH. 1997.
Informe Anual 1997.
Comunidad Europea,

DDHH. 2003.
InformeAnual 2002-2003.
Comunidad Europea, Programa País Venezuela.

DDHH. 2004.
Informe Anual 2003-2004.
Comunidad Europea, Programa País Venezuela.

DDHH. 2005.
Informe Anual 2004-2005.
Comunidad Europea, Programa País Venezuela.

Oficina de DD.HH, Comunidad Europea, Programa País Venezuela. 2004.
Títulos definitivos de propiedad sobre la tierra. Folleto formativo Nº 5

PUEBLO HIWI, MUSEO ETNOLÓGICO DE AMAZONAS «MONS. ENZO CECCARELLI». 2002
La Sabana y sus riquezas

PUEBLO CURRIPACO, MUSEO ETNOLÓGICO DE AMAZONAS «MONS. ENZO CECCARELLI». 2002
El río, sustento de nuestra vida

PUEBLO PIAROA, MUSEO ETNOLÓGICO DE AMAZONAS «MONS. ENZO CECCARELLI». 2002
Los Piaroa y la Selva.

IRIBERTEGUI Ramón . 2009
“Usendú pa” (Crónicas caninas 2)

ANEXO Nº 5

DIERON SU VIDA POR AMAZONAS

Varios fueron los Salesianos que testimoniaron su amor a esta tierra amazonense con su vida. Todos mostraron la faceta martirial de la vida religiosa en pro de un ideal concretizado en el amor a nuestra gente.
Damos a continuación un resumen breve de sus vidas:

Mons. Enrique DE FERRARI:
Nació en Italia el 8 de noviembre de 1875. Llegó a Venezuela en 1895. Es ordenado sacerdote en Caracas el 21 de mayo de 1899. Visitador y Provincial de Venezuela desde 1924 a 1932. Fundador de la Misión Salesiana en el Estado Amazonas y Prefecto Apostólico desde 1932 a 1945. Murió repentinamente en Caracas el 3 de agosto de 1945 a los 69 años de edad. Está enterrado en Valencia (Edo. Carabobo).

P. Luis ROTTMAYR
Nació en Alemania el 26 de enero de 1892. Ordenado sacerdote en Bogotá en 1924, llegó a Venezuela en 1932. Vino al Amazonas en 1942. Director y Párroco de Puerto Ayacucho; fue el iniciador y fundador del pueblo
de Coromoto con la etnia guajibo. Murió en Puerto Ayacucho el 26 de octubre de 1954 a los 62 años de edad.

P. José BIEROLD
Nació en Austria el 7 de noviembre de 1879. Llegó a Venezuela en 1916. Ordenado sacerdote en Maracaibo en 1917, fue uno de los miembros de la Primera Expedición. Párroco de La Urbana desde 1934 a 1960 en donde murió a la edad de 80 años.

Sr. Fridolino BUSCH:
Nació en Alemania el 20 de septiembre de 1895. Llegó a Venezuela en 1925. Formó parte de la Primera Expedición misionera al Amazonas. Perrnaneció en La Urbana desde 1934 hasta la muerte del P. Bierold en 1960. Murió en Coro a la edad de 66 años.

P. Alfredo BONVECCHIO:
Nació en Italia en 1893. Oficial de Alpinos en la Primera Guerra Mundial. Trabajó en El Salvador desde 1925 a 1928, año de su llegada a Venezuela. Fue ordenado sacerdote en Caracas en 1932. En 1933 partió con la Primera Expedición misionera al Amazonas. Viajero incansable, fundó la Misión de S. Carlos de Río Negro, la Escuela «Junín» de S. Femando de Atabapo y con el P. Cocco fundó las Misiones de Ocamo y Platanal entre los Yanomami. Murió en Caracas, doblegado por un cáncer el año l961, después de 28 años en el Edo. Amazonas.

P. Félix DOMINGUEZ:
Nació en Maiquetía (Venezuela) en 1891. Sacerdote desde 1916, se hizo Salesiano en 1942 después de ocupar varios cargos en la Curia arzobispal de Caracas. Llegó al Amazonas en 1946 y hasta 1970 en que murió, dejó huellas profundas de su trabajo en S. Femando de Atabapo, S. Carlos de Río Negro, Maroa, Manapiare y Ocamo. Murió en Caracas a los 79 años de edad.

Seminarista Aníbal HERRERA:
Nació en Colombia en 1942. Estudió en Caracas y trabajó de tirocinante en Puerto Ayacucho, en el Colegio Pío XI. Trabajador, alegre y optimista, muy apreciado por sus alumnos. Quería dedicar su vida a las Misiones después de ordenarse sacerdote, pero la muerte le sorprendió en el río Orinoco en un día de paseo con sus alumnos. Su muerte en 1969 fue muy sentida en Puerto Ayacucho.

P. Jaime AGUILAR:
Nació en España en 1925. Misionero en la India en donde se ordenó sacerdote en 1953. Regresó a su patria por Llegó a Venezuela en 1970 y trabajó en Mavaca con gran entusiasmo hasta que un mortal paludismo lo venció. Trasladado urgentemente a Caracas, murió en 1971. Tenía 45 años de edad.

P. Francisco VOLPI:
Nació en Italia en 1901. De joven salesiano estuvo de misionero en la India, en donde fue ordenado sacerdote. Capellán Militar durante la Segunda Guerra Mundial en Italia y en Africa en donde resultó herido. En 1968, a los 67 aflos de edad, llegó a Venezuela y fue destinado a San Femando de Atabapo en donde murió en 1971.

P. Luis UHL:
Nació en Alemania en 1902. Llegó a Venezuela en 1927. Fue ordenado sacerdote en Caracas en 1934. Trabajó en el Amazonas desde 1956 hasta 1967. Fue por muchos años Secretario de Mons. Segundo García. Murió en Los Teques en 1972.

Sr. Gregorio ODUBER:
Este misionero de la primera generación nació en Falcón (Venezuela) el ¿mo 1885. Alumno de nuestra Escuelá Profesional de Curaçao, trabajó en compañías de teatro y cinematografía recorriendo Colombia, Centroamérica y Venezuela. Se hizo salesiano en 1928 y Mons. De Ferrari lo eligió entre los primeros misioneros y con él llegó a Puerto Ayacucho en 1933 en donde desplegó sus dotes de enfermero, administrador, zapatero y otros oficios militiples. Trabajador incansable durante 24 años en Puerto Ayacucho fue la mano derecha de Mons. De Ferrari. Murió en Caracas el año 1974.

Mons. Segundo GARCIA:
Primer Obispo de Puerto Ayacucho y Vicario Apostólico del T. F. Amazonas. Nació en España en 1899. Con sus padres emigró muy pequeño a Argentina en donde estudió y se hizo salesiano. Ordenado sacerdote en Italia, regresó a Argentina. Fue enviado por los Superiores a Caracas para organizar y dirigir las Escuelas Profesionales. Fue Ecónomo Inspectonal y en 1950 fue nombrado Administrador Apostólico de la Misión salesiana. En 1953 fue consagrado Obispo de Puerto Ayacucho. Su época de Vicario fue de un gran crecimiento de la actividad misionera, fundando nuevas obras y potenciando las existentes. Fue un hombre de acción, gran carisma y piedad. Murió repentinamente en Roma mientras acompañaba a una peregrinación en 1975. Está enterrado en la Catedral de Puerto Ayacucho.

P. Jesús GONZALEZ:
Nació en España en 1916. Llegó a Venezuela en 1953. Desde entonces pasó 23 años en el Amazonas venezolano, hasta su muerte ocurrida en S. Juan de Manapiare el año 1977 en un trágico accidente. Fue con el Hno. Francisco del Mazo, el fundador de la Misión de Manapiare. Trabajó también en Puerto Ayacucho, Coromoto, S. Femando de Atabapo y Platanal. Fue Pro-Vicario por dos años.

P. Luis COCCO:
Nació en Italia en 1910. Llegó a Venezuela en 1952. Director del Pío XI y Párroco de Puerto Ayacucho. Desde 1958 a 1976 dedicó su vida a los Yanomami de Ocamo. Fue con el P. Bonvecchio el iniciador de esa Misión. Escribió el libro «Iyeweitheri: 15 años con los Yanomami», que es una gran contribución al conocimiento de esa etnia. Cargado de achaques y enfermedades regresó a Italia en donde murió en 1980. Con el P. Bonvecchio fue un hombre que dejó profunda huella en el Amazonas venezolano.

P. CarIos GIACOMUZZI:
Nació en Italia en 1909. Llegó a Venezuela en 1929. En 1940 llegó a Puerto Ayacucho. S. Carlos de Río Negro y Coromoto vieron por 16 años los esfuerzos de este incansable trabajador que a los 46 años de edad se convirtió en un viejo prematuro. Llevado a Caracas para reponerse, ya no regresó más. Murió en 1980 en San Antonio de los Altos.

Sr. Clarencio MENDOZA:
Nació en el Estado Lara (Venezuela) en 1912. Salesiano desde 1936, llegó al Amazonas en 1957 y trabajó durante 13 años en la la Escuela «Junín» de S. Femando de Atabapo. Apóstol de la asistencia y del catecismo, murió en S. Antonio de Los Altos en 1981.

Sr. José GUILLEN:
Nació en Táriba (Edo. Táchira) en el año 1908. Profesó como salesiano en 1928 y llegó al Amazonas en la Segunda Expedición misionera en 1935. Estuvo en La Urbana desde 1937 al 1947. En 1950 lo encontramos en S. Femando de Atabapo y en 1951 volvió a La Urbana en donde residió hasta 1960, año de la muerte del P. Bieroid. Desde 1961 hasta 1984 residió en Puerto Ayacucho-Vicaría dando un ejemplo de trabajo hasta el final. Murió en Caracas en 1986 después de casi 50 años en el Amazonas.

P. Juan Bautista PREMARINI:
Nació en Italia en 1938. Llegó a Venezuela en 1955 y al Amazonas en 1975. Pro- Vicario de Mons. Ceccarelli y animador incansable de la Pastoral Juvenil. Cursó estudios de Antropología en Colombia y se entregó totalmente al trabajo juvenil y a la organización de la Pastoral de Animadores de las Comunidades. Fue una época de florecimiento de proyectos y actividades en el Vicariato que contagiaron a todos los misioneros. Dejó profundas huellas en la juventud de Puerto Ayacucho. Su muerte prematura en un accidente en el Alto Orinoco en 1983 truncó la esperanza de muchas personas. Está enterrado en Puerto Ayacucho.

Sr. Celestino CHACON:
Nació en Táriba (Venezuela) en 1908. Salesiano coadjutor desde 1932. Llegó al Amazonas en 1938 en donde se desempeñó como carpintero, latonero, electricista, mecánico, sastre, barbero, etc. Era un auténtico «fac totum» que contribuyó grandemente a la economía de la misión. Murió en Caracas el 14 de febrero de 1975, a los 66 años.

P. Juan María VERNET:
Nació en España en 1898. Ordenado en Italia, llegó a Venezuela en 1935. Trabajó en el Amazonas desde 1940 hasta 1949. Fue Administrador Apostólico desde la muerte de Mons. De Ferrari hasta el nombramiento de Mons. Cosme Alterio. En 1951 volvió nuevamente al Amazonas y hasta 1974 trabajará en S. Carlos de Río Negro, Maroa. S. Femando de Atabapo y Puerto Ayacucho. Su bondad exquisita y sus buenos consejos quedaron grabados en muchos amazonenses. Murió en Caracas en 1990, a los 92 años.

P. Luis WOJCIECH:
Nació en Polonia en 1900. Llegó a Venezuela en 1925. Se ordenó sacerdote en Táriba (Edo. Táchira) en el año 1932. Vino al Amazonas de forma casual, para sustituir a un salesiano por tres meses, y aquí se quedó por 36 años. Realizó una paciente labor en Puerto Ayacucho, Maroa, S. Carlos de Río Negro y Coromoto. Murió en Caracas en 1989.

Sr. Francisco DEL MAZO:
Nació en Astudilo (España) en 1905, en una familia campesina muy cristiana. Llegó a Venezuela en 1935 y en ese mismo años se incorporó a la misión del Amazonas. Trabajó en Puerto Ayacucho, S. Carlos de Río Negro, S. Fernando de Atabapo y Manapiare. Compendio de bondad, de trabajo y de entrega. Murió en Caracas el 15 de diciembre de 1993, a los 88 años. Vivió ininterrumpidamente 54 años en el Amazonas.

Sr. Pedro UITERWAAL:
Nació en Utrecht (Holanda) en 1925 Salesiano coadjutor desde 1947. Llegó a Venezuela en 1956. Al siguiente año se incorporó al Amazonas trabajando en Puerto Ayacucho, Ocamo, Mavaca y Ratón. Se desvivió íntegramente por los yanomami, sobre todo en el campo de la Educación y la Salud. Gravemente aquejado por las enfermedades murió en Holanda en el año 1979.

P. Fabián GARCIA:
Nació en Astudillo (España) en 1906. Llegó a Venezuela en 1935. Pasó veinte años en el Amazonas trabajando en Maroa, La Esmeralda, Mavaca, Platanal, San Carlos de Río Negro y Puerto Ayacucho. Era un hombre cordial y sencillo y amigo del pobre. Aquejado por una larga enfermedad, murió en Caracas el 8 de julio de 1992 a los 72 años de edad.

P. FERRONATO Jordán
Nació en San Zenone, Treviso, Italia el 4 de octubre de 1910. Llegó a Venezuela en 1927. Ordenado sacerdote en 1937. Fue director del Asilo Pio XI de Puerto Ayacucho en la década de los 40, en los albores de la Misión salesiana en Amazonas. Despues de un fecundo apostolado en varias obras salesianas de Venezuela, murió en Valencia el 20 de Mayo de 1997 a los 87 años de edad.

Mons. CECCARELLI Enzo:
Nació en Alberdi, República Argentina el 31 de agosto 1918. Obispo y Vicario Apostólico de Puerto Ayacucho desde 1974 a 1990. Llegó a Venezuela en el año 1937. Hizo sus estudios de filosofía en Los Teques y de teología en Mosquera (Colombia). Al regreso a Venezuela, se graduó de Profesor en el Instituto Pedagógico Nacional y se desempeñó como Director del Postnoviciado salesiano de (1951-1960) y fundador del Colegio Don Bosco de Altamira. En 1967 fue nombrado Provicario de Mons. García en Puerto Ayacucho. Consejero y Vicario inspectorial por varios años, el 15 de diciembre de 1974 fue consagrado obispo en Puerto Ayacucho. Durante 16 años cumplió la labor de pastor de esta Iglesia local con pasión y valentía. Infundió un nuevo espíritu misionero adaptado a los tiempos de gracia que se vivían en la iglesia latinoamericana y fue un defensor valiente de los pueblos indígenas. A él en gran parte se deben las iniciativas de la creación de la TV “Amavisión”, la revista “Iglesia en Amazonas”, el Museo Etnológico que lleva su nombre, y otras más.
Minada su salud solicitó su renuncia al cargo en 1990. Pasó los últimos años en Altamira en donde falleció el 15 de noviembre de 1998 a los 80 años de edad.

P. Kaczmarczyk WESLAO.
Nació en Oswiecim, Polonia, el 31 de julio de 1933. Ya sacerdote llegó a Venezuela y fue enviado como párroco de Maroa, Estado Amazonas, en donde murió en el rio Guainía el 17 de Agosto del año 2000. Fue el Apóstol del Guainía. Entregó 27 años de su vida misionera a la querida tierra del Guainía para la que soñó el progreso que trae el trabajo, la fe y el amor. Fue sacerdote imitador de Jesús, amigo de todos, servidor humilde de los pobres, luchador por la justicia. Quiso quedarse entre los suyos. Sus restos descansan en la iglesia parroquial de Maroa.

P. CHINELLATO Aldo:
Nació en Cipriano di Roncade, Treviso (Italia) el 29 de julio de 1920. En el año 1948 llegó a Colombia a estudiar Teología. Hasta 1965 ejerció su ministerio en la República hermana. En ese año es enviado al Amazonas venezolano y trabajó en Puerto Ayacucho, Coromoto y San Fernando de Atabapo. Desde el año 1978 desempeñó el cargo de Párroco en Valera y Puerto La Cruz en donde se distinguió por la difusión de la devoción al Divino Niño. Los últimos años los pasó en San Antonio de los Altos en la casa de cuidados “Nuestra Señora de Pompei”. Falleció el 14 de mayo de 2.000 a los 79 años de edad.

P. FARAÓN Jorge:
Nació en Martellago, Venecia, Italia el 12 de abril de 1942. En 1960 llegó a Venezuela en donde hizo el Noviciado y los estudios filosóficos. Estuvo durante el curso 1967-1968 en Puerto Ayacucho como profesor en el Colegio Pío XI. Ordenado sacerdote en Italia, trabajó en diversos lugares de Venezuela, Táriba, San Felix, Valera y Liceo San Jose de Los Teques en donde falleció el 9 de noviembre de 2001 a los 59 años de edad.

P. MARCUCCI Marino.
Nació en Sinalunga, Toscana, Italia el 19 de junio de 1926. Se hizo salesiano laico a los 34 años. Graduado en Artes Plásticas y Enfermería, llegó a Puerto Ayacucho en el año 1967, en donde ejerció el cargo de Administrador del Vicariato Apostólico al mismo tiempo que ejercía como Profesor en el colegio Pio XI. Su vocacion secreta de ser sacerdote culminó con su ordenación en la Catedral de Puerto Ayacucho en 1977. Enviado a San Fernando, alli estuvo 19 años interrumpidos por estadias breves en Maroa, La Esmeralda, Ayacucho y Manapiare. Atabapo guarda sus restos y también sus consejos, su sonrisa y su donacion y entrega a los demás. Murió a los 76 años de edad el 14 de marzo de 2003.

P. MANOLINO Aldo
Nació en Chieri, Turín el 2 de septiembre de 1920. Llegó a Venezuela siendo ya sacerdote el año 1955. Trabajó en Mérida, Barcelona y Puerto La Cruz. Profesor en el Filosofado salesiano de Altamira, y gerenció por varios años la Editorial Salesiana. Fue en 1983 cuando entró en contacto con las misiones salesianas del Amazonas al ser nombrado Procurador. Trasladó la Procura de Las Mercedes a la actual de Altamira.
Después de varios cargos y trabajos en otras casas de la Inspectoría falleció en el, Colegio Don Bosco de Altamira el 24 de noviembre de 2002 a los 82 años de edad.

P. ALVAREZ Felicísimo.
Nació en Vega de Antoñán, León, España, el 12 de marzo de 1937. Profesó como Salesiano laico y trabajó en España durante varios años hasta que llegó a Venezuela en 1978. Trabajó en Carrasquero, Zulia, durante 10 años. En 1979 fue ordenado diácono permanente y en 1988 fue ordenado sacerdote. Ese mismo año llegó al Amazonas y fue nombrado director de La Esmeralda, pasando después a trabajar en Pto. Ayacucho. Después de varios años de trabajo en la Inspectoría y una breve pero dura enfermedad falleció en Altamira, Caracas el 6 de mayo de 2006 cuando tenía 69 años.

P. SANTOS Manuel:
Nació en Allariz, Orense, España, el 22 de abril de 1927. Llegó a Venezuela en 1949 y trabajó en numerosas obras salesianas del país: Barcelona, Caracas Boleita, Caracas Sarría etc. En 1976 fue nombrado Procurador de la Misión y en 1979 pasó a dirigir la Comunidad Apostólica del Alto Orinoco. En 1983 estuvo de director en Puerto Ayacucho y volvió al Alto Orinoco en 1986. Desde 1990 hasta 1996 fue director y Administrador del Vicariato. En 1996 estuvo en San Fernando de Atabapo durante tres años. Fue a Isla de Ratón cuatro años y regresó a San Fernando de Atabapo desde 2004 hasta su muerte. Hasta el final se desgastó por el bien de los muchachos, sin perder su alegría y bondad que lo caracterizó toda su vida. Murió repentinamente en Puerto Ayacucho el 3 de marzo de 2007 a los 79 años de edad.

P. FONTANA Antemone:
Nacido en Ponte San Giovanni, Perugia, Italia, el día 18 de octubre de 1920. Salesiano desde 1938 fue ordenado sacerdote en 1947. En 1948 llegó a Venezuela y trabajó en Boleita. En 1952 llegó al Amazonas como director del Colegio Pío XI hasta 1955. Después de cumplir varios cargos en la Inspectoría salesiana, entre otros Vicario inspectorial.
Desde 1969 hasta 1975 vuelve a Puerto Ayacucho como Director y Provicario. Fundador de los Cursillos de Cristiandad en Amazonas. En 1975 vuelve a Judibana (Falcón) y en 1981 fue nombrado Ecónomo Inspectorial y luego de 1984 a 1990 fue Director de la casa de Altamira.
Volvió al Amazonas en 1990 y será párroco de la Catedral y de la Parroquia Don Bosco hasta el año 2005 que, a causa de su dificultad motriz solicitó el cambio para Boleita hasta que sufrió un ACV y fue trasladado a Altamira.
Sacerdote entregado a su misión de fraternidad y paz dejó como herencia en Ayacucho el anual Rosario de la Fraternidad que se celebra con gran devoción y concurrencia.
Murió en Altamira, Caracas el 2 de febrero de 2007.

P. PASZENDA Adalberto
Hno. ALBORNOZ Aureliano
P. RAMOS Juan Bosco


MISIONEROS SDB PRIMERA ETAPA 1933 - 1951

s. Bonvecchio Alfredo
s. Burk Ignacio
s. Bierold José
l. Odúber Gregorio
l. Cerón Moisés
l. Busch Fridolino
l. Bonfanti F.
l. Bonvissuto A.
l. Del Mazo Francisco
s. Vernet J.
s. Alvarez Camacho F.
l. Guillén J.
l. Gamboa G.
s. Algeri Luis
s. Klus E.
s. Affanni José
s. Giacomuzzi Carlos
l. Pérez J.
cl. Granados C.
cl. Rivolta José
l. Albornoz Aureliano
s. Rottmayr Luis
s. Domínguez F.
cl. Reverón E.
l. Pogliani Luis
s. Stolarz Pedro
l. Frezza Enrique
l. Pacheco T.
s. Ramírez A.
l. Chacón C.
s. Sánchez Avelino
cl. Sánchez P.
s. García Fabián
s. Ferronato José
s. Sánchez Rufino
s. Wojciech Luis
l. Ochoa P.

MISIONERAS F.M.A 1940 - 1951

Pazzeta, Yolanda
Mayón, Alejandra
Hurtado, Dolores
Vega, Carmen
Prete, Victorina
Chuliá, Josefina
Plam, Bernardina
Martínez, Isabel
Penasso, Camila
Macazaga, Emerenciana
Reina, Sofia

MISIONEROS SDB 2ª ETAPA 1952 -1975

s. Rottmayr L.
s. Sánchez R.
l. Odúber G.
s. Cocco L.
s. Azuara J.
l. Chacón C.
s. Giacomuzzi C.
cl. Ledesma A.
s. Bierold J.
l. Busch F.
l. Guillén J.
s. Vernet J.
s. Sánchez A.
s. Algeri L.
s. Bonvecchio A.
l. Del Mazo F.
s. Wojciech L.
s. Fontana A.
s. González J.
s. Dávila J.
l. Delgado R.
l. Iglesias H.
cl, Verdecchia J.
s. Uhl L.
l. Altini B.
cl, Alarcón J.
l. Mendoza C.
l. Valentini M.
s. Ferronato J.
s. Hergueta G.
l. Uiterwaal P.
s. García F.
l. Albornoz A.
s. Berno J.
s. Feddema H.
s. Arranz L.
s. Fernández J.
l. Illera T.
cl. Guerrero M.A.
s. Bezze E.
s. Fisher E.
cl. Vega J. A.
l. Sánchez O.
cl. Varela M.
s. Guccione J.
cl. Lanza C.
cl. Vaquero J.
s. Guerrero J.
cl. Menini M.
l. Waclawek P.
l. Nirchi A.
s. Patuzzo P.
s. Bocchi G.
s. Robles J.
s. Toso J.
s. Molina J.
ci. Bridotti FI.
ci. Seijas V.
s. Marcucci M.
s. Chinnellato A.
s. La Cruz C.
1. Finkers J.
s. Volpato Rizzo L.
ci. Faraón J.
el. Vargas O.
s. Ceccarelli Enzo
s. Vn Maanen Antonio
cl. Herrera Aníbal
s. Cristiano J.
s. Volpi F.
s. Bressan A.
s. Rotter P.
s. Aguilar S.
s. Bladé J.
s. Morales F.
s. Bis A.
s. Paszenda A.
s. Bennehey E.
s. Delgado M.
s. Iribertegui S.
s. Iribertegui R.
s. Bórtoli J.

MISIONERAS FMA 2ª ETAPA 1952 -1975

Chuliá, Josefina
Penasso, Camila
Prete, Victorina
Reina, Sofía
Vega, Cannen
Jaimes, Ester
Scaramella, Augusta
Gilli, Ana
Chacón, Margarita
Martínez, Isabel
Treviño, Irene
Bolívar, Davira de J.
Jaimes, Ana Elsa
Mosso, Magdalena
Díaz, Raquel
Supertino, Felícita
Arroyave, Isabel
Chinellato, Ida
Gioco, Elena
Colmenares, Carmen
Toro, Cecilia
Bonet C., María
Gaviria, Ana Elvia
Martínez, Angelina
Tondello, Inés
Díaz, Laureana
Serna, Rosa Elvira
Díaz, Amanda
Ramírez, Fabiola
Colmenter, Magaly
Moneo, Angela
Wachtler, María
Peñaloza, Josefina
Muñoz, Albertina
Coronado, Nora
Escobar, Victoria
Galván, Conchita
Eguillor, M. Isabel
González, Nora
Moreno, Ana E.
Zago, Margarita
Luna, Teresa
Molina, Inés
Alonso, Agustina
Gutiérrez, Josefina
Escobar, Rosa A.
Narisi, María
Braccialarghe, Teresa
Matoses, Natividad
Arias, Margarita
Biasion, Antonieta
Santo, Isabel.

MISIONEROS SDB 3ª ETAPA (1975 – 1990)

s. Fontana A.
s. Bórtoli J.
s. Van Maanen A.
s. Brudek E.
l. Guillén J.
s. Marcucci M.
s. Vega J. A.
s. Vernet 3.
s. García F.
s. Kaczmarzyk W.
s. Toso J.
l. Del Mazo F.
s. Iribertegui R.
s. Bieniek E.
s. Paszenda A.
s. Chinellato A.
s. Feddema H.
l. Uiterwaal P.
s. Arranz L.
l. Hiera T.
s. Berno J.
l. Chacón C.
s. Premarini J. B.
l. Toso C.
s. Iribertegui S.
s. Ramos J.
s. Michalski A.
cl. Fuentes E.
s. Stachura M.
s. Martín Juan Cruz
l. Nocchi V.
s. Santos M.
l. Boruch E.
s. Rozmus B.
l. Moreno A.
l. Gómez A.
s. Ponce E.
l. Franco S.
s. Fernández 3.
l. Albornoz A.
s. Sánchez A.
s. Bladé J.
s. González J.
s. Piacenza L.
s. Paredes M.
s. Manolino A.
s. Peña A.
s. Castaño J.
l. Morales J. T.
s. Torres 1.
s. Angulo D.
s. Friso G.
s. Bezze E.
cl. Pérez J.
cl. Sardji E.
s. Nascimento L.
s. Smaruj A.
cl. Ropero J.
s. Salazar T.
s. Santana G.
s. Dall’Amico J.
cl. Colmenares A.
s. Alvarez F.
s. Bis A.
s.Angulo J.
l. Finkers J.
s. Wojciech L.
s. Briceño N.

MISIONERAS FMA 3ª ETAPA (1975 – 1990)

Moreno, Ana E.
Zago, Margarita
Wachtler, María
Toro, Cecilia
Vega, Carmen
Gioco, Elena
Jaimes A, Elsa
Díaz, Margarita
Rizzo, Pierina
Santo, Isabel
Espinosa, Valentina
Díaz, Amanda
Supertino, Felícita
Luna, Teresa
Alonso, Agustina
Alarcón, Luisa
Toro, Alice
Ramírez, Fabiola
Marangoni, Inés
Más, M. de los Angeles
Luna, Teresa
Uspha, Guillermina
González, Ligia
Paláez, Lucía
Saldeño, Eloísa
Iglesias, M. Asunción
Masi, Paola
Rodríguez, Irma
Ibarra, Rosa E.
Parra, María
Chuliá, Josefina
Díaz, Laureana
González, Nora
Molina, Inés
Gutiérrez, Josefina
Matoses, Natividad
Narisi, María
Moneo, Angela
Ballarino, Josefina
Iglesias, Victoria

MISIONERAS DE S. JOSE DE TARBES (1978)

Maria Elena Peláez
Dora Higuera
Lilian García
Olga Zubillaga
Amelia Jiménez
Mabel Ramírez
Emperatriz Rivero
Clara de Asís
Magda Dávila
Ester Vincis
Beatriz Barreto
Blanca Díaz
Gisela Rivas
Lisbet Acebedo
Gladys Salas
Antonieta Sanz

HERMANAS DE LA SAGRADA FAMILIA DE NAZARET (1980)

Pilar Escalada
Teresa Pirela
Onoria Ochoa
Beatriz Guerrero
Onelia Román
Marisol Revilla
Rosa Ortiz
Pilar Gómez
Montserrat Guansé
Olga Ortega
Josefina Colina

HERMANAS LAURITAS (1988)

Lucila Betancourt
Mélida López
Aura Cecilia Sánchez
Robertina Andrade
Nancy Josefina Flórez
Raquel Hurtado
Fanny Ma. Valencia
Fanny Machado
Ana Lucía Cancuzado
Felicia Raquel Díaz

1 comentario:

  1. Quiero informarles que Sor Inés Molina, Murió el pasado Viernes 10 de Junio 2010 en la Ciudad de Barquisimeto, luego de haber despedido los restos de Don San Juan Bosco,se le presentó una Neurisma estomacal que le cegó la vida en 3 horas. Ella era mi Hermana de 85 años, las hermanas del Coelgio María Auxiliadora de Barquisimeto pueden dar fé de su vida y su gran obra social que hizo y que estaba haciendo con los niños pobres de Barquisimeto, vida digna de ser publicada en este tan interesante Blog. Si decide escribir algo sobre esta gran misionera, nuestra familia está dispuesta a colaborar con soportes y anécdotas importantes....
    Mis saludos, Gloria Molina glormol@gmail.com 0414 243 4557

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