domingo, 27 de diciembre de 2009

USENDÚ PA

RAMÓN IRIBERTEGUI A.




CRÓNICAS CANINAS 2

«USENDÚ PA»

Divagancias atabapeñas
sobre plantas y animales...



«¿Ustedes sabían que los árboles hablan?
Pues sí, hablan.
Se hablan entre ellos y les hablarán a ustedes si saben escucharlos.

El problema con los hombres es que no escuchan
y por eso creo que ellos no escucharán tampoco las otras voces de la naturaleza.
Sin embargo, los árboles me han enseñado mucho,
tanto sobre el tiempo como sobre los animales
y sobre el Gran Espíritu».

Tatanga Mani («Búfalo caminador»)
Indígena Stoney - Canadá



¡Ojo!
El personaje Atamel Dechá no es un individuo… Es un «Sistema».
Cualquier semejanza con la realidad es pura casualidad.





PREÁMBULO


A Inavi, el personaje de «Crónicas Caninas 1» o «Creciente de Garza», lo dejamos en ese relato con una fuerte depresión, causada además de su edad avanzada, sobre todo, por la muerte de su amigo Siballaba.
Arrastrándose por una de las blancas playas del río Atabapo, esperaba la muerte de forma resignada. Un barco en la lejanía resucitó en él las ansias de vivir, ese instinto de supervivencia que es fundamental en todo ser vivo.
Las Crónicas Caninas 2, o «USENDÚ PA» recogen la vida pueblerina de Atabapo en los últimos años, narrada por Inavi y el Samán de la Plaza, utilizando el antiguo estilo socrático de la «mayéutica».
Conviene conocer el nombre científico de algunos de los personajes que aparecen en esa historia:

Inavi: Cacri: «Callejero Criollo»
Samán: Pithecellobium saman
Camoruco: Sterculia carthagenensis
Caucho: Hevea brasiliensis.
Mango: Mangífera índica.
Palma africana: Elaeis guineensis
Chiquichique: Leopoldina piassaba
Sarrapio: Dípteryx odorata.
Planta A: Caterpillar C32
Planta B: Caterpillar 3456
Planta C: Caterpillar 3512
Planta D: Cumming (actualmente desaparecida)
Planta E: Cumming (se desconoce su paradero).
Planta F: Cumming (actualmente de viaje)
Planta G: Caterpillar 3516 (la «Reina de las Plantas» con Cédula de Identidad y de «paquete»).




DESTIERRO EN MAROA

Inavi remembraba aquellos paisajes. La tersa superficie del río era una fascinante e inmensa fotocopia del cielo azul, salpicado de alargadas hilachas de algodón.
El monótono ruido de un motor que iba aumentando paulatinamente, no rompía los pensamientos de Inavi, más bien los excitaba, recordando su último viaje río arriba, aquellas horas con el alma muerta y el cuerpo lacerado, arrastrándose como un gusano por las playas blancas y candentes, llorando las endechas lastimosas de Sabina:

«... y algunas veces suelo recostar
mi cabeza
en el hombro de la luna;
y le hablo
de esa amante inoportuna,
que se llama soledad,
que se llama soledad...»

Enrollado en la orilla, mascullaba su tristeza por una vida que hacía mucho tiempo, había perdido todo sentido para él. Esperaba solamente que la muerte le llegara. “La muerte es buena gente, no tiene prisa - le decía Siballaba - nos dice que caminemos, que no nos preocupemos, porque, a fin de cuentas, ella siempre nos alcanzará”.
Esperó unas horas más.
A lo lejos, distinguió un puntito negro que iba agrandándose lentamente, hasta cobrar la forma de un bongo. Tal vez la muerte llegaba en un motor 75 HP. Todo progresa. También la muerte. La tecnología moderna había abierto un gran abanico de nuevas formas de morir: en accidente de avión, de automóvil, electrocutado, de contaminación nuclear, de aburrimiento, etc. Inavi esperaba la muerte por hambre e inanición, muy usual en el mundo antiguo y en el moderno.
Arrimó la embarcación del señor Aragua de Maroa, esta vez capitaneada por su hijo Giovanni, alias «Conejo». Dos marineros le ayudaban a transportar material de construcción hasta Yavita. Viajaban sin prisas, pues el río Atabapo empezaba a crecer y querían darle tiempo para poder superar los meandros del Temi sin tener que arrastrar la embarcación.
Arrimaron, bajaron a la playa y prendieron un fogón improvisado. El fuego, en muchas mitologías indígenas, fue una conquista difícil por parte del hombre. Con frecuencia fue fruto de un robo a los dioses o a animales encantados que lo custodiaban con celo. El fuego dio origen al lar, a la casa, a la familia. El fuego espantó a las tinieblas y dio calor a la vida. Y sobre todo, ayudó a preparar unos alimentos más apetitosos.
En una olla, blanca por dentro y ahumada por fuera, prepararon una carne de conserva. A nadie le gustó y Edmundo, uno de los marineros, cuando el sol perseguido por la noche, se despidió del río, se fue a pescar bagres entre los troncos sumergidos de la orilla. Alberto, el otro marinero lo siguió armado con una zagaya y una brillante linterna frentera.
Después de dos horas largas, regresaron con una tupida sarta de pescados, buena base para un sabroso ajicero, una comida fácil de hacer, poco nutritiva, pero que engaña muy astutamente al hambre con la fuerza del picante rabioso que el marinero siempre carga consigo.
Mientras tanto, Inavi se había acercado, arrastrando sus casi inútiles piernas traseras. Miraba a todos ininterrumpidamente con ojos de pavón enamorado. Al terminar el ajicero, Alberto le dio a Inavi la carne despreciada por ellos.
Inavi, tocaba el cielo, saboreaba cada bocado como gourmet ensimismado. Lo despreciado por unos es vida para otros. Cuando no funciona la justicia, es la compasión la que tapa los huecos… Inavi resucitó.
El hormigueo incesante que laceraba su estómago, se transformó en un suave cosquilleo en las dos patas posteriores que fueron poco a poco reanimándose, tanto que, en un gran esfuerzo, pudo retorcerse y lamer las pezuñas que hacía tiempo no las sentía. Logró estirarse en un esfuerzo doloroso y arqueó su cuerpo sobre las cuatro patas. Después de una breve obnubilación de la vista, recobró una fuerza inusitada que no sentía desde hacía varias semanas. Aquella noche, después de mucho tiempo, volvió a soñar en color.
Muy pronto, Inavi hizo gala del Master en jaladera, otorgado por la U.V.A. (Universidad de la Vida Atabapeña), y el Postgrado en A.G. (Alto Guinde) que, en base a su gran esfuerzo, había conquistado años atrás en Atabapo. Se acercó a Alberto, el marinero que le había dado la comida, empezó lamiéndole los pies, después le puso las patas delanteras en el pecho, contoneó todo el cuerpo en una danza del vientre, del cuello, de todo el esqueleto, todo ello al ritmo de un movimiento rapidísimo de la cola, que arrancaría los aplausos en cualquier cabaret de los Emiratos árabes. Hizo de todo hasta que logró arrancarle una caricia al tosco marinero. Se acostó a su vera y, cada movimiento de la hamaca de su benefactor, era correspondido por un solícito y atiplado sonido de Inavi, como diciéndole: «Te estoy cuidando...».
La zalamería está en los genes del cánido. El movimiento rápido de la cola, las lamidas babosas, las flexiones de cabeza, los brincos y carreras histéricas cuando ven al amo, son connaturales al perro casero. El cacri es más libre y menos zalamero, porque la dureza de la vida le enseñó a inhibir y censurar estas manifestaciones que afloran del inconsciente, como diría cualquier Freud marginal… El cacri reprime esas expresiones serviles de perro casero, pero están ahí en sus genes y, sólo en casos excepcionales, afloran a la superficie de la conciencia, por eso en esas circunstancias se comportan como cualquier perro faldero. Es una cuestión de supervivencia. Este es el caso que nos ocupa con el cacri de esta historia.
Todo este trabajo bien planificado y estudiado milimétricamente por Inavi, produjo el resultado esperado. Había encontrado de nuevo el gusto por la vida.
Amanecía. El cielo del Atabapo, comenzaba nuevamente a contemplarse presumido en el manso espejo del río, cuando se oyó una voz:
- Vámonos – dijo el capitán Giovanni Aragua.
Los tres hombres recogieron sus chinchorros y se dispusieron a partir.
Mientras el bongo se despegaba de la orilla, Inavi se movía de aquí para allá y lanzaba lastimosas señales al marinero amigo. La ocasión de su vida se le estaba escapando. Al ver que Alberto no le paraba, se arrojó al agua nadando patosamente y, en un sobrecánido esfuerzo, logró montar sus patas delanteras a estribor. Apretó los dientes y, con un brinco de campeón, logró conquistar la cubierta. Se sacudió el agua con un movimiento eléctrico de todo su cuerpo, rociando a todos los presentes.
- ¡Bota ese perro! – dijo Giovanni Aragua.
- Déjalo. Voy a llevarlo a Maroa pa regalárselo al suegro.
Inavi entendió la conversación y nuevamente se acercó a su salvador haciendo añicos la freudiana censura, dejando campo libre a las expresiones de cariño y servilismo propios de sus PHD en eso mismo.
El largo trayecto hasta Yavita, aquel pueblucho que fue capital del Amazonas sólo en el papel y por poco tiempo, gracias al genio del presidente Guzmán Blanco, lo pasó durmiendo. Hacía tiempo que no dormía con la barriga llena. Seguía soñando a pleno color.
La carretera Yavita – Maroa es el mejor argumento para demostrar que nuestro Sur no es el Norte. Es decir, que el Sur sigue siendo el Sur. El camión que transportaba la carga se atolló quince veces. Inavi, que se fue a pata, sin esforzarse mucho, llegó a Maroa con una ventaja de horas.
Cuando llegó, el camión estaba más sucio que palo de gallinero. Vio a Alberto su salvador y repitió el repertorio de morisquetas para llamar su atención. Ya descargado el camión, se fue con él a la casa y se lo presentó al futuro suegro, un viejo mestizo gruñón con cara de pocos amigos y pinta de viejo verde...
Había en la casa tres perros, por lo que la llegada de Inavi produjo una tensa situación. Lo miraban agresivos y celosos, porque una boca más, significaba que les tocaría a menos en las ya escasas viandas que sobraban. El recién llegado, con mal disimulado miedo, tenía que medir meticulosamente cada paso que daba.
Pasaba el tiempo, y de comida, nada. Sólamente el repele del espinero que quedaba del sancocho. Inavi ya estaba acostumbrado al bravo condimento de los ajiceros que en Atabapo preparaba el difunto Siballaba. Aprovechaba todo, a diferencia de los tres maroeños, faramalleros, que preferían la salsa inglesa y no soportaban el picante.
Alberto el marinero, viajaba continuamente. Su malencarado suegro tenía ojeriza al futuro yerno, y a él lo excluía descaradamente y por supuesto, lo trataba como un esclavo, no como un perro. Por eso Inavi, decidió buscarse otro amo.
Y así, conoció al cura del pueblo. Un cura que hablaba medio enrevesado. La primera vez que lo halló dentro de la Misión, le echó un largo sermón en polaco… Inavi no entendió nada, naturalmente, pero en ese momento, ¡oh milagro de la naturaleza!, la necesidad de comida y el ayuno obligado durante varios días, produjeron en Inavi un salto genético. La risa, una cualidad que es propia de los homínidos, apareció en la cara de Inavi. Una mueca, lo más parecido a una sonrisa: la boca entreabierta y los labios expandidos, hacían que aparecieran las dos blancas hileras de dientes. Esto, unido a las zalamerías consabidas, el contoneo del esqueleto, no tan provocativo por respeto al cura, la flexión de la sumisa cabeza hasta el suelo, la mirada de pavón arponeado pidiendo compasión y la cola que se movía eléctricamente, convenció al P. Weslao para que lo adoptara como guardián de la Parroquia.
Inavi, desde entonces, se propuso aprender a tocar las campanas, ayudar a misa y, en el colmo de la jaladera, a ir ladrando de casa en casa todos los domingos, recordando a los parroquianos enratonados que no faltaran a la misa.
No había mucho trabajo y por lo tanto, tampoco mucha comida, pues el Cura se la pasaba de lunes a sábado por el río Guainía, para bien de la gente de las comunidades, pero para desgracia de Inavi, obligado a observar religioso y cuaresmal ayuno. Se bandeaba tumbando el tambor de la basura de la casa de Nerucho, en donde siempre conseguía algún repele entre los potes de cerveza.
Los perros de Maroa habían adquirido habilidades inimaginables para los perros atabapeños. Un día, Inavi, amodorrado debajo de un enorme croto de los jardines de la plaza, observó por un buen rato la tecnología utilizada por un cacri maroeño para abrir una lata de sardinas con los dientes.
¡Qué maravilla! Se acercó con sigilo y vio cómo los afilados caninos del can horadaban por una esquina la pequeña caja de Pandora. ¿Qué saldría de ahí? Lamía el jugo que brotaba del primer agujero y con paciencia, fue hundiendo poco a poco sus dientes hasta que, ayudándose con las patas delanteras, dobló la tapa con maestría nunca vista, introduciendo la lengua y saboreando repetidamente el exquisito manjar.
Cuando se fue el pariente canino, se acercó y observó la lata. Metió su lengua y comprobó que adentro aún había comida, e imitando la tecnología maroeña, ayudándose con las patas delanteras agrandó con sus dientes la abertura y logró extraer el resto de sardinas y salsa de tomate.
La tecnología de Inavi acababa de dar un salto cualitativo en la lucha por la supervivencia, pues los homínidos, entre ellos el cura Weslao, solían dejar descuidadamente los enlatados en cualquier parte, creyendo que sólo ellos con ayuda del cuchillo o un abrelatas eran capaces de destaparlos.
El futuro se aclaraba. Inavi comparó este descubrimiento con el descubrimiento de la rueda, por parte del homínido prehistórico.

.................................

Una de estas semanas de ayuno obligado, sucedió lo predecible. El hambre es siempre mala consejera, dicen. Cerca de la Parroquia estaba la Medicatura. Por aquellos tiempos, un grupo de pasantes en medicina y odontología, experimentaban los conocimientos aprendidos en la Universidad con los homínidos maroeños. Eran muchachos y muchachas un poco sifrinos, pero con buena voluntad. Llegaban a estas tierras del sur como astronautas estrenando luna. De todo se maravillaban, lo preguntaban todo; se creían en el paraíso terrenal, y los maroeños y maroeñas eran sus Adán y Eva, antes de probar el fruto del árbol prohibido. Lo mismo pensaban de los perros, quienes, con sobrada sicología, se percataron enseguida que por allí se comía bien y merodeaban la casa día y noche, al ritmo de los tres golpes: desayuno, almuerzo y cena.
Un sábado, muy de mañanita, una pasante sacó un hermoso pollo de la nevera para prepararlo para el almuerzo.
A pesar de que el frío congela también los olores, Inavi, el perro metido a sacristán, en sueños, sintió una percepción sutil, un golpe de brisa suave y provocador aroma que llegaba de las cercanías de la Medicatura. Inavi fue víctima de una pesadilla, esta vez en blanco y negro, en la que barruntaba en nebulosa lejanía un descolorido pollo desplumado. Corría tras él, pero siempre se le escabullía. Otros cacri, al oír el alboroto, se le unieron en la persecución del impúdico pollo desplumado.
En la escena subsiguiente, contempló espantado un tétrico y desolador panorama. Por todos los rincones veía cadáveres caninos. Buscaba angustiado, tratando de reconocerse en alguno de ellos y, cuando estaba en esta incómoda tarea, de súbito, lo despertó un borrachito que gritaba al otro lado de la puerta:
- ¡P. Weslao, véndame unos anzuelos!!...
Inavi, estirándose adormilado, lanzó con desgana un corto y desafinado aullido.
- Del Nº 12 – contestó el borrachito.
- ¡¡Grrrrrrrrrrrr!! - rugió Inavi.
- Tranquilo, cura, vengo más tarde - y se fue haciendo eses calle abajo.

...........................

Fue en ese momento, cuando Inavi se percató que el olor a pollo que había percibido en el sueño, era real. Esnifó ininterrumpidamente y, caminando de puntillas y con el hocico parado, siguió la pista del tentador aroma que lo condujo hasta la casa de los pasantes. Se asomó a la ventana, alzó las patas delanteras y, estirándose como un chicle logró ver cerca del fregadero, todo desnudito, el impúdico pollo del sueño.
Presionado por el ayuno de varios días, el instinto de supervivencia lo impulsó en un salto limpio, sin tomar carrera. Rápidamente, lo asió por un muslo y, sin soltar la presa, brincó la ventana de regreso. Corrió unos metros y comenzó a refocilarse en solitario banquete.
Pero no todo sale como el pobre quiere. El mastín del juez lo vio y corrió ladrando fuerte, con el fin de amedrentarlo. Tras él aparecieron otros y otros hambrientos cacri. Inavi defendía su trofeo, mientras saboreaba el primer muslo que había desgajado del tronco. La jauría acosaba amenazante mientras Inavi masticaba deprisa, con los ojos puestos en los aprovechados ladrones, alternando la degustación con ladridos y ronquidos poco convincentes.
En un ligero despiste, el mastín del juez le robó la presa mayor y la jauría corrió tras él, mientras se oían las voces histéricas de la pasante:
- ¡¡El pollo!! ¡¡El pollo!!¡¡Mi pollo!!... – y salió disparada hacia la cocina.
Inavi, relamiéndose, y con cara de no haber roto un plato se dirigió, cual piadoso monaguillo, hacia el patio de la Parroquia.

El oído de los cacri, al revés de lo que ocurre entre los homínidos, cuanto más viejo, se hace más fino. Como vimos en la vida anterior en Atabapo («Creciente de garza»), Inavi poseía un chip llamado «caraotómetro», y otro que detectaba el virus EPA (Enriquecimiento Personal Acelerado)… Inavi, gracias a los ensalmos y rezos que le hizo un anciano chamán, adquirió el «Usendú pa» que en lengua Yeral significa: «el que escucha todo, el que todo lo oye». Un don especial que le permitía, no sólo oír conversaciones a tres cuadras de distancia, sino que también traducía los cotorreos de los pájaros y escuchaba las charlas de las plantas. El anciano Chamán venía desde Brasil sanando enfermos y limpiando daños.
Esta aclaratoria es importante, pues gracias a esa gran capacidad auditiva, Inavi pudo percatarse y escuchar lo que trataban los pasantes burlados, en una reunión nocturna a las puertas de la Medicatura.
- ¡Vamos a caparlos! – dijo el pasante que tenía más cara de bestia humana.
Inavi sintió un repentino escalofrío que recorrió todo su cuerpo.
- ¡Pobrecitos! Sólo fue un pollo… - intercedió una pasante, con cara de buena y toda la pinta de pertenecer a una ONG pro defensa de los animales.
- Nada de eso. La solución tiene que ser más tajante. Hay demasiados perros en este pueblo. Vamos a envenenarlos – terció otro pasante.
Inavi se recordó entonces del sueño en blanco y negro que había tenido la noche del robo, le sonó una campana en el cerebro y se le abrieron los ojos como taparas. Se levantó y fue a esconderse debajo de una voladora vieja que el cura Weslao tenía arrinconada.
- En la nevera hay carne cruda… - escuchó Inavi
- Ya traigo la estricnina – dijo el pasante más gordo.
- Listo. Muerto el perro se acabó la rabia… - dijo el de cara de bestia humana.
- ¡Pobrecitos! – intercedió nuevamente la de los Derechos Caninos.

Inavi pasó la noche en el convento.
El cacri de por sí, no es supersticioso como ciertos homínidos, pero esa noche, desvelado, percibía que un peligro inminente se cernía sobre Maroa. De pronto, escuchó los ladridos de una jauría en pos de una perra en celo. Esta vez, supo contener sus pasiones y se hizo el sordo al llamado de la carne.
Los pasantes, cual ángeles carniceros, desperdigaron la carne adobada con estricnina, sembrando el terror y la muerte por todas las esquinas del centro del pueblo.
Cuando, de madrugada, salió Inavi a la puerta del convento, contempló una imagen que los homínidos llaman dantesca: cadáveres de canes muertos en las posiciones más inverosímiles, unos en las aceras, otros en plena vía, otros se debatían aún en los estertores de la agonía frente a los dinteles de su antigua casa… un paisaje apocalíptico.
Cacri se rebeló en lo íntimo de su ser. ¡¡Qué injustos son los homínidos!! ¡No tienen corazón! Muchos de ellos torturan, violan, vejan, matan y no les hacen nada, mientras que a los que roban un pollo los sacrifican y matan «como perros», como dicen ellos.
El perro, como todo viviente, tiene su instinto de conservación. El cacri no se deja morir de hambre, saquea las papeleras, rompe las bolsas de plástico para aprovechar y chupar todo aquello que huele a comida. ¿No hace lo mismo el hombre en tiempos de guerra o de hambruna? Peor aún, porque ellos se matan entre ellos, mientras que el cacri nunca mata a su semejante. Por eso dicen que «el perro promedio es mejor persona que la persona promedio»…

Después de esta experiencia tan terrible, y atormentado por un gran sentimiento de culpa, Inavi se hizo cada vez más desconfiado y solitario. Adoptó los hábitos del convento y se entregó de lleno a una vida de silencio, recogimiento y oración. Sólo confiaba en el Cura que le hablaba en polaco, cuando él hacía esfuerzos para esbozar aquella estúpida sonrisa perruna.
Un día, llegó al puerto de Maroa una noticia alarmante: «¡El Cura Weslao había desaparecido!...».
Como sucede en estos pueblos, se oyeron versiones de todo tipo: que si lo mataron para robarlo… que si lo secuestró la guerrilla…
La única verdad era que él amaba demasiado a esa tierra, a su gente y a ese río. Vivía siempre en comunión con el río. Se amaban. Lo conocía como la palma de su mano, cada raudal, cada piedra solitaria, cada canal retorcido, en pleno invierno o en escuálido verano. Ese día el Guainía, temeroso de perderlo, quiso hacerlo suyo y se lo llevó en silencio.
Eran más de 30 años de amores entre el hombre y el Guainía. Hay amores que matan… es verdad.

Después de esta desgracia, Inavi tomó la firme decisión de regresar a Atabapo, su pueblo. Conocía el camino. Un sin fin de pensamientos se agolpaban en su mente. Sus antiguas aventuras, sus antiguos amigos, sus antiguos paisajes, todos los recuerdos del pasado se le presentaban de color de rosa. Una prueba clara de que estaba envejeciendo…

Un día cualquiera, a pata, mascullando estos recuerdos, se enrumbó triste y lentamente por el camino de Yavita. Allí encontraría alguna manera de llegar a San Fernando.


MORULONDO

Por las selvas de Yavita, caminó lentamente, sólo, hambriento, desanimado, meditando cómo otra etapa de su vida se hundía en el vacío. El «Usendú pa» (el que escucha todo) se abrió a las bullangueras conversaciones que en esa selva tan tupida mantenían todas las plantas entre sí. Unas cantaban, otras silbaban. La selva toda cobraba vida como si fuera un gran supermercado, en donde todos hablaban y gritaban en festivo alboroto. Una bandada de pericos se reía descaradamente a cada opinión emitida por las plantas.
- ¡Mira ese perro tan flacuchento! – dijo un yébaro adolescente.
- ¿Flaco? Yo lo veo calidad, muy elegante – comentó una flaca y altísima manaca.
- La flacura nunca puede ser bella – dijo una Ceiba tan barrigona como faramallera.
Inavi escuchaba sin mayor interés como si fuera un programa de radio, de esos en los que los locutores hablan y hablan, creyendo que todo el mundo los está escuchando.
- Buen desayuno para ese tigre mariposo que pasó anoche por aquí – ironizó un espinoso cumare.
Inavi, al escuchar este último comentario frenó en seco y, asustado, miró hacia uno y otro lado.
- ¡Ja!¡Ja!¡Ja!¡Ja! – las carcajadas de los pericos y otras aves vocingleras se multiplicaron a ambos lados de la vereda y retumbaron en los oídos de Inavi.
Estaba temblando.
- ...No les hagas caso! Están tratando de asustarte – le animó un anciano parature.
Inavi amplió lo más que pudo su capacidad torácica, tomó aire, respiró profundamente y se lanzó a una carrera desenfrenada. El miedo le dio alas, pues desde poco más allá del transparente y bellísimo caño Cheni hasta Yavita, no paró ni miró para los lados, ni una sola vez. Eso sí, oía las risas e ironías de los árboles y los silbidos de bejucos y matorrales:
- ¡¡Dale, campeón!! ¡¡Medalla de oro!! – gritaba un sasafrás.
- ¡Ya vienen las Olimpíadas!... – exclamaba un palo zapatero.
- ¡Échale!... – animaron varios bejucos.
- ¡Ese es mi gallo!... – apostó un joven parature.
- ¡¡Parece un galgo!! – se asombraba otro yébaro.
El estúpido griterío de los pájaros continuaba animando el ambiente.
Cuando llegó a Yavita, con la lengua y la garganta resecas, se metió en el río con el agua hasta las rodillas. Al terminar de saciar su sed, el agua había bajado a las pezuñas.

No vio embarcación alguna, ni esperanza que arribara. Yavita, no se sabía si era un pueblo fantasma, o si los fantasmas eran sus únicos pobladores. Algunas veces uno se encontraba con mucha gente, y otras veces no se veía un alma. Dicen que los indios yaviteros en siglos pasados, eran especialistas en transportar carga, a lomo y descalzos, desde Yavita hasta el Caño Pimichín y viceversa. Ningún indio ni blanco, podía seguir el ritmo de estos especialistas en carrera de fondo. En invierno cobraba más vida, pues por este antiguo atajo, se ahorraban varios días de viaje, si lo comparamos con el larguísimo periplo por el Orinoco y el Casiquiare..
Antiguamente, la carga se transportaba por tierra hasta el caño Pimichín, y de ahí nuevamente era trasladada en barco hasta Maroa o San Carlos. Una vez que hicieron una mal trazada e intransitable carretera, los camiones sufrían para transportar la carga por tierra hasta Maroa. Con los reales de todos los contratos que diferentes gobiernos compartieron con sus contratistas cómplices, se podía haber construido un ferrocarril aéreo…
Inavi, echado a la orilla del caño, trataba de descansar después de su larga carrera y del embuchamiento de agua cuando a lo lejos, vio que se acercaba un pariente cánido. Sin miedo, como si hubiera vivido toda la vida en Yavita, se acercó al extraño y, como es de riguroso protocolo entre los cánidos, se olisquearon mutuamente.
- ¿Cómo te llamas? Yo Inavi, ¿y tú?
- Morulondo – respondió el pretencioso can, alzando levemente su mandíbula...
- Bueno, mi segundo nombre es Lenín – añadió Inavi, sospechando lo sospechable. - ¿Qué haces?
- Soy guerrillero del Frente 84 – respondió orgullosamente Morulondo.
- ¡Ajá!¿Y dónde vives?¿En Colombia? – preguntó Inavi.
- No, man, en Venezuela… aquí arribita de Yavita – se le salió el tonillo colombiano.
- ¿Y la G.N. no les dice nada?
- Tenemos permiso de desplazados.
- ¡Ajá! – respondió Inavi todo serio, como si entendiera lo que significaba ese término. Y así, Inavi conoció a Morulondo, su camarada marxista.
La guerrilla colombiana, presionada por el ejército de aquel país, atravesó la frontera y se instaló en Venezuela, un grupo en el Caño San Miguel, y otro en las selvas de Yavita. A los efectivos de las FF.AA. Bolivarianas residentes en la zona, se les quedó la cara de tontos, pues, además de que eran ridículamente inferiores en número, las órdenes venían desde muy arriba.
- ¿No serás un espía?... - dijo Morulondo mirándole de reojo.
- ¡Aché! ¿De quién voy a ser espía yo? - dijo Inavi.
- De la CIA, del Imperio… - y el can guerrillero volvió a echarle otra inquisitoria olisqueada a Inavi.
- No, mijo, cuando tú ni gateabas, ya estaba yo en el alto Guaviare participando en un intercambio humanitario de la Cruz Roja con las FARC. Esto no es nuevo para mí – dijo Inavi, todo crecido.

Caminaron lentamente hacia el campamento guerrillero. En un descampado, debajo de grandes árboles, como a doscientos metros de la vereda, se extendían las tiendas de campaña y las carpas del Frente 84. Inavi, calculó un total de unos 90 efectivos. Unos dormían, otros limpiaban su armamento, otros le hacían ojitos a una guerrillera desgreñada, pero bonita.
Los árboles del tupido bosque, a lo largo del tiempo, fueron acostumbrándose a la presencia de tan pintoresca tropa, y muchos de ellos se habían contagiado y tarareaban o silbaban los himnos guerrilleros y «La Internacional»:
«¡Arriba, parias de la Tierra!
¡En pie, famélica legión!
Atruena la razón en marcha:
es el fin de la opresión»....

Por la mañanita muy temprano, Inavi escuchó, gracias al «Usendú pa», a una mata de «palo de Brasil», de madera roja que gritaba: «¡Socialismo patria o muerte!» y gran parte de los habitantes de la selva le respondía: «¡¡Venceremos!!».
Al día siguiente, le invitó Morulondo:
- Ven, vamos a buscar bastimento…
- ¿A dónde? – respondió Inavi.
- Llegó la carga de Mercal para Maroa, y aquí cerca en la carretera, establecemos un retén, una alcabala, en donde nos dan como vacuna una parte de la carga: pollo, arroz, frijol, leche, etc.
Ahora comprendía Inavi por qué los maroeños se quejaban de que Mercal, llegaba siempre fallo a Maroa.
Estaban todos escondidos detrás de la espesa maleza que rodeaba la trocha. Después de un rato, se oyeron las entrecortadas toses de un vejestorio camión de la alcaldía. Se paró y, sin dejar de toser, los obreros que iban arriba, bajaron rápidamente unos grandes bolsos de plástico que los «muchachos» cargaron con rapidez, adentrándose de nuevo en la selva. Inavi y Morulondo los seguían en la retaguardia.
A Inavi se le presentó un grave dilema. O se iba rápidamente al puerto para meterse de polizón en el barco recién llegado de Mercal, o bien se quedaba unos días en el campamento guerrillero, reponiéndose un poco del ayuno obligado de los últimos tiempos.
Al llegar al campamento, se le hizo la boca agua al contemplar un montón de pollos, casi descongelados. Apartó de su mente la terrible experiencia vivida en Maroa, por culpa del impúdico pollo robado a los pasantes.
En ese instante, resolvió el dilema planteado. No haría ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario. Saltó sobre uno de los pollos, lo asió con sus dientes por uno de los muslos y se echó a correr «chiveando» los árboles de aquella tupida selva. El guerrillero de guardia, cuando se percató del robo, ya era demasiado tarde y, aunque disparó una ráfaga de fusil contra la maleza, Inavi, gracias a su extremada flacura, pasó fácilmente entre bala y bala. Algunos árboles le animaban con sus voces: «¡¡Se va, se va, se va!!». Otros, como siempre, ejerciendo de jalabolas le gritaban: «¡Al ladrón!, ¡Al ladrón!»
Corrió sin descanso y, apenas vio el bongo de Mercal, se subió de un solo brinco, pero con la desgracia que en el impulso, se le desprendió el muslo del pollo cayéndose la presa mayor en el agua. No podía hacer nada, pues el barco había prendido su motor y zarpaba en ese preciso momento.
Inavi escuchó unos ladridos familiares en la orilla del río. Levantó su cabeza y escuchó los gritos desaforados de Morulondo:
- ¡¡Traidor!!¡Traidor!!¡¡Espía!!
Después, le echó un buen bocado al pollo perdido por Inavi.
- ¡¡Oligarca!!
Y otro bocado… con la boca llena le gritó:
- ¡¡Escuálido!!
Y otro bocado más…
- ¡¡Pitiyanqui!! ¡¡Traidor!! Un día nos veremos las caras…

Inavi, mirándolo despectivamente, después de saborear el muslo de pollo y limpiarse los dientes con una astilla de madera, se echó a dormir debajo del planchón de proa.



VUELTA A LA PATRIA

Habían transcurrido varios años desde que Inavi dejara a Atabapo. Este había crecido mucho, en casas y en gente. El barrio La Punta, Los Chimichimitos, la Laguna, el Barrio Orinoco, la Carretera…. Todo había crecido. Atabapo era una pequeña ciudad.
Inavi observó que la costumbre del atabapeño de ponerse a hablar en la mitad de la calle, seguía igual... los carros tenían que apartarse o esperar que terminara la conversación... Los comerciantes seguían poniendo los precios que les daba la gana, pues Atabapo seguía siendo «territorio libre de Indepabis», una especie de Puerto Libre para la especulación, como Margarita pero en clave marginal...
También observó que en el puerto, cuando llegaba un bonguito con pescado, seguían echándose al agua para agarrar su sarta, con el peligro de hacer trambucar la embarcación... y de que los vivos se escapen sin pagar... Se dio cuenta también que desde que llegó la TV, los muchachos se habían vuelto más ecológicos, preferían ver películas a cazar pajaritos... Allí seguía Fadel... el Completo... la Policía «sentada» de Atabapo... la «Cascabel», Tortu y su «discoteca» etc.
Todo seguía igual... Bueno, casi igual…
Cuando se exiló en Maroa, el alcalde era adeco. Ahora gobernaba el PPT, un partido que pegó muy bien en Amazonas. En Atabapo ganó, basando toda la campaña en el significado de las siglas. Durante la campaña, cuando a los atabapeños le hablaban de «Patria Para Todos», ellos entendían «Plata Para Todos». Y como en los gobiernos adecos sólo unos pocos se llevaron la plata, todos pensaron que el PPT era el partido del futuro. «Finalmente pensaron en los pobres» – decían los entusiastas incautos. Y así ganaron fácilmente.
El candidato ganador tenía cara de «yo no fui», ex seminarista, ex profesor del colegio de los curas, ex catequista de la parroquia… todo esto bastó para que encontrara en Sor «Piedrita» el alma y motor de su campaña.
Después de las elecciones, el color azul se extendió como mancha de aceite por todo el municipio: pantalones azules, gorras azules, franelas azules, ojos azules, azulejos azules, flores azules, casas azules, techos azules, el cielo azul, el «Danubio azul»… El azul era para Atabapo un color ancestral, pues ya Agustín Codazzi en su viaje a estas tierras en 1841 dejó escrito que los Guaipuinabis, antiguos habitantes de Marakoa, les gustaba «pintarse de azul»... (Cfr Codazzi A.:«Resumen de la Geografía de Venezuela en 1841» 1940:45-49)
Los «rojo-rojitos», que ganaron a nivel nacional, en Atabapo quedaron reducidos a un escuálido grupo que competía en número con Acción Democrática (la mayoría de los blancos ya se había teñido de azul…), y los siempre fieles seguidores de Tortu.
Durante la campaña, los ppteros y rojitos, a pesar de que eran hijos y seguidores de la misma revolución, se mordieron entre ellos con cariño fraternal. Poco a poco, el reconcomio mutuo fue creciendo tanto, que los rojitos le hacían más oposición al gobierno azul, que los escuálidos y desanimados adecos.
Inavi, maestro en el arte del camelo, cuando llegó a San Fernando, desorientado, se cobijó en casa del Dr. Atamel Dechá, hombre poliédrico, de múltiples rostros, todos ellos al servicio de su pensamiento único: «primero yo, luego yo, y después yo». Era, sólo en alguno de sus aspectos, la versión homínida más perfecta del mismo Inavi. PHD en el arte de la Jalea Real, Master en diversas artes jalabólicas, era prototipo y modelo insuperable en supervivencia política: ex perezjimenista, ex uerredista, ex adeco, ex mepista, ex copeyano, ex convergencia, y actualmente, uno de los portavoces más conspicuos de la revolución azul. La deslealtad era su divisa. Retrato fidedigno del quehacer político amazonense: …
Cuando arrancó el gobierno municipal recién electo, todo era entusiasmo revolucionario. A media mañana de los viernes, era interesante y aleccionador ver cómo trabajaban codo a codo, concejales con obreros, directores con secretarias, administrativos fijos con eventuales, rastrillo en ristre en la limpieza general de calles y parques.
Según iban pasando las semanas, el entusiasmo revolucionario iba menguando progresivamente y ya comenzaron a notarse entre los «voluntarios», ciertos privilegios laborales. El Dr. Atamel Dechá, posesionado de su responsabilidad, dirigía todo serio por medio de un «wokitoki» a sus capataces, dando órdenes como si estuviera al frente de la construcción del viaducto Caracas – La Guaira. Disimuladamente, se veía a los «voluntarios» descansando a la vuelta de la esquina, lejos de los ojos fiscalizadores y severos del Dr. Atamel Dechá.
Las interrupciones continuas de la energía eléctrica habían comenzado ya en el gobierno anterior, y todos confiaban que el naciente equipo gobernante solventaría el problema. Pero, naturalmente, no se podían arreglar las cosas en dos días…
El Dr. Atamel Dechá era el motor de la alcaldía. El carácter blandengue de la recién nombrada primera autoridad se apoyaba en la seguridad que le brindaba el Doctor.
El interés y esfuerzo de los ppteros por mostrarse como piezas importantes en el futuro tren de gobierno municipal, aumentaba proporcionalmente conforme se iba acercando la fecha en la que se nombraría el tren «ejecutivo» y se asignaran los cargos.
Cuando se gana, hay que pagar los apoyos y beneficios recibidos. Algunos se conformaban con un carguito secundario o una Dirección con un pingüe sueldo del que en su vida habían gozado… Pero otros no se conformaban con eso. Querían entrar en el banquete del sabroso «lomito» de las alcaldías, que eran los contratos.
El Dr. Atamel Dechá coadyuvó con su trabajo y apoyo financiero a la victoria del partido. Antiguo candidato a la Alcaldía, comprendió inmediatamente que había una manera más fácil y con menos preocupaciones, para gobernar sin tener el mando. Se convirtió en la sombra insustituible del jefe. Los trámites con el FIDES, la movilización del presupuesto, la colocación de cuentas en los Bancos, los consejos «desinteresados» para el reparto «equitativo» de los contratos…
Todo ello convirtió al Dr. Atamel Dechá en «el otro yo» del jefe. Se transformó en un remedo del Dr. Jecquill y Mr. Hyde, el personaje de la novela de L. Stevenson, en versión atabapeña. El se encargó de los viajes de placer, de la compra de carros dignos de su cargo, de las noches entre candilejas y lentejuelas, en fin, el que le abrió los ojos a un mundo inimaginable, al que se entregó en cuerpo y alma.
El Dr. Atamel Dechá era un maestro en el arte de la zalamería, tanto que, cuando Inavi vivía en su casa, no se sabía quién imitaba a quién.
Así como ahora era implacable con la pureza ideológica de sus actuales correligionarios, otrora lo había sido con sus compañeros de AD, partido en el que ocupó varios cargos importantes. No perdía ocasión para dejar oír su voz en toda manifestación, mitin o narración deportiva, para agradar al candidato de turno, maestro excepcional en el arte del «guinde».
Como Belisa Crepusculario, el personaje de Isabel Allende en uno de sus cuentos, el Dr. Atamel Dechá descubrió que las palabras andaban sueltas, sin dueño, y cualquiera con un poco de maña, podía apoderárselas y comerciar con ellas.

Inavi, ni corto ni perezoso, fiel a los genes de su jaladera ancestral por motivos exclusivos de supervivencia, sin fines de lucro, se enroló en ese carnaval político y permitió que uno de los hijos del Dr. Atamel Dechá le pintara de azul los costillares con un spray, como si llevara una franela. A partir de entonces, en cualquier marcha o caravana convocada por el partido, allá se le veía a Inavi, el perro azul, compitiendo con los carros y unos 60 chillones mototaxis. Estos pitaban e Inavi ladraba.



EL SAMAN DE LA PLAZA


Aquella noche Inavi, cansado de tanto ir y venir, con la garganta estropeada de tanto ladrar en la interminable caravana azul desde la Carretera hasta la Punta, se acostó exhausto a los pies del Samán de la Plaza. Estaba semidormido y de pronto escuchó como en sueños, una voz profunda:
- ¡¡Arrastrado!! ¡¡Eres un arrastrado!! ¡¡Jalabolas!!
Inavi activó inmediatamente el «Usendú pa» («el que oye todo»), y escuchó con mayor claridad:
- ¿No te da pena? Pintado de azul como un payaso… eso es lo que eres, ¡¡¡un payaso!!!
- Bueno, viejo chocho, sin ofender ¿ah?, que yo no me he metido contigo… - respondió Inavi.
- Pero sí vienes a orinar de cuando en vez… - dijo el Samán.
- Es natural. ¿Para qué están los árboles?... además, viejo decrépito, yo no voy a discutir contigo porque tú no sabes nada de revolución, ni del Che, ni del Chá, ni del socialismo del siglo XXV…
- Yo sí sé de revoluciones, perro jalabolas.
- Te dije que sin ofender… - dijo molesto Inavi - ¿qué vas a saber tú del proceso revolucionario, de la Misión Robinson, Ribas, Sucre, Negra Hipólita, Misión Milagro, Misión Salesiana…? ¿Qué sabes tú del desarrollo endógeno, de comunas y cooperativas, de gallineros verticales, sin hablar de los Mercales y Pedevales…?
- ¡¡¡Basta, perro ignorante!!! ¡¡Palabras, puras palabras!! Desde que me plantaron aquí, estas ramas vieron desfilar muchas revoluciones. Sólo te pido que razones un poco. Escúchame, perro escuálido.
- ¡¡¡No me llames escuálido!!! ¡¡¡Yo soy revolucionario!!!– ladró fuertemente Inavi.
- No te enojes… lo de escuálido te lo digo por tu flacura… - lo calmó el viejo Samán. Y continuó.- Observa sólamente quiénes son los jefes de tu revolución. Investiga su pedigrí, tú que te la echas de detective perspicaz. No vayas muy lejos. Basta que te fijes en tu amo. ¿Por cuántos partidos pasó el Dr. Atamel Dechá, antes de caer en cuenta que era un genuino «revolucionario»? La mayor parte de tus jefes, hasta hace pocos años, daban la vida por el partido blanco o el verde. Aquí en Atabapo, parece que el agua que llega de Súpiro hace perder la memoria… Ahí mismo, delante de la estatua de Bolívar, hasta hace poco proclamaban su fe en este o en aquel ideal. Por debajo de mis ramas pasaban vociferantes, perifoneando las glorias y virtudes de tal o cual partido, los mismitos que hoy pretenden presentar el árbol genealógico de su pedigrí revolucionario. Aquí todos nos conocemos, perrito...
- Es que la política es un proceso dinámico y cambiante… - argumentó Inavi.
- ¡Un carrizo! Lo que pasa es que ustedes, los animales de dos y cuatro patas, los hombres, los perros y las ratas, no tienen memoria, porque no tienen raíces como nosotros. A nosotros puede que nos tumbe el viento o una motosierra asesina, pero no cambiamos de sitio, ni de principios. Tenemos memoria. Sabemos bien quién es quién.
- ¡La política es dialéctica! – musitó Inavi
- ¿Qué sabes tú de dialéctica?...
- La lucha entre tesis y antítesis… - respondió raudo Inavi.
- ¿Y qué busca esa lucha? - dijo el Samán alterado.
Inavi trataba rápidamente de recordar las pocas clases que Morulondo, el perro marxista, le había dado en Yavita.
- La Síntesis – dijo Inavi después de pensarlo un rato.
- Muy bien, perro filósofo. Hasta aquí te trajo el río. ¿Sabes lo que es la «Síntesis»?
- El resultado de la lucha entre la tesis y la antítesis. – respondió el lógico Inavi.
- ¡¡No, imbécil!! La «Síntesis» es la plata, el dinero, los cobres, los biyuyos. Esa es la Síntesis de todas las revoluciones. Lo que se busca es la plata…
- ¡¡Te pasaste!! – dijo Inavi.
- ¿Por qué crees tú que se cambian de partido y se convierten en viles tránsfugas? ¿Será porque ahí no encontraron la revolución en estado puro? No, ¡qué va, hermano!, cuando vieron que en un sitio no encontraban lo que buscaban, cuando se dieron cuenta que ahí no tenían vida, brincaron la talanquera… Tú conoces a estos mercaderes de la política, ¿quieres que te diga nombres? – amenazó el Samán.
- No, no, ya los conozco… Pero te veo un poco pesimista, viejo carcamal. ¿Para ti no existen los ideales? ¿para ti no hay políticos decentes?
- ¡Cómo no!, claro que hay políticos sinceros, idealistas, lo reconozco, pero tú también tienes que reconocer que apenas llegan al 0,001 %. Averigua y me darás la razón.
Inavi se sentía aplastado por la lógica y sabiduría del viejo Samán.

- ¿Por qué eres tan negativo y pesimista? ¿Qué trauma te atormenta desde la infancia?- Inavi trataba de bajar el tono de la discusión.
- Tal vez la edad, la historia… debajo de mis ramas pasaron tantas cosas, contemplé tantas promesas de amor entre jóvenes enamorados, tantos discursos fervientes pero vacíos, tantas traiciones, hasta asesinatos. Pura retórica, la realidad iba por otros senderos, en la casa de los líderes era donde se cocinaban los guisos. Nunca lo olvides, perro amigo…pero… ¿tú no tenías antiguamente un chip en tu oreja, que detectaba el virus EPA (Enriquecimiento Personal Acelerado)?
- Sí, aún lo tengo - respondió Inavi.
- Pues actívalo y verás cuántos de los que aquí se dicen revolucionarios están gravemente contagiados de ese virus. Cuántos de tus líderes «azules-azulitos» o «rojos-rojitos» lograron ya la «síntesis», sus casas, sus carros, sus bares, sus bloqueras etc. y cuántos «blancos-blanquitos» resolvieron su pelamentazón de casi cuatro años con jugosos contratos, a costa de hipotecar su conciencia, si es que algún día la tuvieron...
- Bueno, viejo amargado, basta por hoy. Ya es tarde, seguiremos hablando otro día.

Inavi, un poco pensativo, se dirigió a la casa del Dr. Atamel Dechá, mientras el Samán carraspeó un buen rato, moviendo fuertemente las ramas más altas. Hacía tiempo que no hablaba tan seguido.
El añoso sarrapio que radicaba frente al comercio de Fadel, lo recriminó:
- ¿Por qué pierdes el tiempo hablando con un perro?
- Para lo único que sirve es para ser amigo del hombre y para abonar nuestras raíces – comentó desde el otro lado de la Plaza, la espigada mata de caucho.
La mata de fibra, enamorada sola, meneaba sus escasas palmas y se desgañitaba cantando de falsete:

«Esta tarde vi llover,
vi gente correr,
y no estabas tú
y no estabas tú.»....



HISTORIAS DEL SAMÁN
(Parte 1)


Atabapo dormía su ratón después de un fin de semana movido. Todos los fines de semana tenían su encanto. En un sector o en otro, en una casa o en otra, siempre había un motivo para prender una rumba que aguantaba hasta altas horas del día siguiente.
La luz fallaba todos los días con la frecuencia acostumbrada, pero los viernes y sábados por la noche, los cadaferos hacían su milagro semanal. En esas noches no fallaba la luz. La brisa nocturna hacía un trabajo de mezcla y fusión de sonidos que venían de los cuatro puntos cardinales. Atabapo se convertía en una megadiscoteca.
El atabapeño, amigo de la noche, tenía una amplia gama de posibilidades para elegir la zona, el tipo de música, la clase social, el tipo de bebida etc.
La rocola de Brince lanzaba al viento sabrosos vallenatos desde la Punta, la miniteca de Tortu con sus raspacanillas por el Centro, Cayupa Band con sus cumbias barranquilleras ante la enorme pista de baile del estadio, Tomy y su Banda por Solano, Ketán y su combo por la Carretera, y delante de la casa de Melinia, Goyto, Lepe y Gutano en una de sus asiduas noches de tertulias alegres... Todo este ruido musicalizado, era difícil saber lo que significaba. O el pueblo era verdaderamente feliz, o todo ello era como un mecanismo de defensa o reacción para olvidarse de sus muchas cuitas y desdichas.

En medio de esta fusión de ritmos, Inavi avanzó hacia la Plaza a conversar con el Samán, su adversario amigo. Al acercarse, oyó cómo las plantas de la Plaza tarareaban las melodías, que allá en lo alto escuchaban transportadas por la brisa… «A dormir juntitos, abrazaditos…» – cantaba el añoso sarrapio con voz cascada… «Yo tenía una luz que a mí me alumbraba…» – silbaba alegre la mata de caucho… «El amor es como una matica que siempre se debe regar…» – cantaba la palmera africana a un ritmo parecido al «pata-pata» de la inimitable Mirian Makeba. Era fácil para las plantas, pues el repertorio musical se repetía hasta la saciedad.

Inavi le preguntó al Samán:
- ¿Desde cuándo estás plantado en Atabapo?
- Me sembraron allá por el año 1840. Me trajo pichón uno de esos «peones – soldados» que recorrían las sabanas de acá para allá, siguiendo al dueño de hacienda que se cuadraba con la revolución de turno. Porque en nuestro país lo que más abundaron fueron las revoluciones. Y eso puede ser bueno y puede ser malo, porque con cada revolución se puede dar un pasito «p’alante», como también se pueden dar cuatro «p’atrás»... Los peones allá en el Llano, no sabían por qué peleaban, por qué quemaban, por qué mataban. Los jefes sí lo sabían. Uno de esos soldados, romántico sin duda, desertó y se adentró en la manigua con un poco de su tierra en su morral. Ahí estaba yo en semilla. Llegó a San Fernando, un pequeño pueblo pero con ínfulas de capital.
- ¡Qué romántico! Me ganaste… - bromeó Inavi, mientras se rascaba una oreja.
- Las revoluciones de acá, en Amazonas, eran como un reflejo tardío de las que se daban allá, en el centro. Por ejemplo,¿allá en esos años peleaba Páez contra Monagas...? aquí en San Fernando un tal Gregorio Díaz se alzaba contra el gobernador Francisco Pina, que a su vez anteriormente, había desbancado al brasileño Pedro Joaquín Ayres.
Diez años más tarde, en 1858, cuando yo echaba mis primeras flores, estalló en Valencia una revolución contra Monagas. Fue derrocado y asumió el poder Julián Castro…
Aquí en San Fernando gobernaba un hombre ilustrado, don Francisco Michelena y Rojas, le decían el «viajero universal» por el mucho mundo que había recorrido. Por ese tiempo, en 1856, Monagas hizo una reforma territorial constituyendo a estas tierras como Provincia de Amazonas, separada de Guayana. Pues bien, mi querido can, en ese tiempo por acá, dos «pajaritos» finos, Casimiro Isava y Eduardo Juliá se alzaron contra el gobernador que los había enjuiciado y expulsado. En el primer intento no pudieron, pero al año siguiente, en 1859, lo lograron y Michelena tuvo que abandonar el cargo… Pero, ¿me estás parando o no? Si te aburro, me lo dices.
- Continúa, viejito, continúa… - dijo Inavi un poco aburrido.
- En ese año triunfó la Revolución Federal.
- ¡¡Otra revolución máaaas!! – gritó Inavi imitando a Leopoldo, el escuálido de Globovisión.
- Efectivamente, y aquí en San Fernando, produjo una seguidilla de golpes revolucionarios, unos apoyando a Páez, otros a Zamora. Eran, como pasa ahora, los mismos nombres de siempre, los que mandaban siempre, que estaban a favor de uno o en contra, según el viento que soplara. Por cierto, en 1864, Amazonas dejó de ser Provincia y lo degradaron a Territorio Federal.
- ¿Por qué le dieron al Amazonas tantos nombres?
- Precisamente, porque una revolución siente la necesidad de renombrar, rebautizar y dar nuevos nombres, para dar la impresión de que está construyendo algo nuevo, un «mundo nuevo», un «hombre nuevo»... Amazonas, por mucho que la bautizaran y le dieran nuevos nombres, seguía siendo aquella porción de la patria olvidada, lejana, sin ley, en donde cualquier aventurero cimarrón venido de otras partes, encontraba su El Dorado y se enriquecía a costa de su pobre gente. Así que, lo que esta revolución está haciendo, no es nuevo, es viejísimo… Hasta Colón bajo ese aspecto, puede considerársele «revolucionario», pues le dio nombres nuevos a mares y tierras, que desde siglos ya existían y tenían sus propios nombres.
- En 1867 explotó otra revolución: la «Revolución Azul».
- ¿La del PPT?
- No, perro ignorante, la de los Monagas. En 1870, Guzmán Blanco desembarcó en Coro y tomó Caracas. Aquí, en Amazonas, los representantes de la nueva Revolución fueron los hermanos Level, unos pajaritos que, como el pimentón, estuvieron en todos los guisos amazonenses hasta fin de siglo. Level Gutiérrez fue el Guzmán casero, local, vernáculo; como él fue amado, odiado, expulsado, llamado de nuevo y finalmente, vuelto a expulsar en 1898.
Como te dije anteriormente, perro olvidadizo, detrás de cada revolución hay su «jujú». Detrás de todas estas aventuras de los Level, había una Compañía inglesa, con un tal Bovallius que movía los hilos de las marionetas.
Todo esto sucedía mientras el presidente Crespo moría en Mata Carmelera…
Tengo que decirte que Guzmán Blanco en 1880, cambió otra vez los nombres del Amazonas, sin cambiar la realidad. En un alarde de originalidad, dividió el Amazonas en dos Territorios: el Territorio Federal «Orinoco», con capital en San Fernando y el Territorio Federal «Amazonas», capital Maroa. En otra legislación de 1876, se había establecido que la capitalidad del Amazonas residiera en Yavita. Esta nomenclatura duró poco, porque en 1893 el presidente Joaquín Crespo, estableció nuevamente un solo Territorio Federal Amazonas con la capital aquí en San Fernando. ¿Ya duermes, marmota? - gritó el Samán.
- Te escucharé otro día. Por hoy ya está bien…. – dijo Inavi mientras se ponía de pie con los párpados alicaídos y, en un alarde de flexibilidad, estiró lo dos pares de patas formando un perfecto arco ojival con todo su cuerpo. Sacudiéndose las pulgas con una especie de movimiento epiléptico, Inavi se encaminó lentamente hacia la casa del Dr. Atamel Dechá, cargado con las historias del viejo Samán.



HISTORIAS DEL SAMAN
(Parte 2)

El viejo Samán era el señor de la Plaza. Las matas de caucho y los camorucos podían competir con él sólo en altura, pero nunca en capacidad de sombra. Y es que el samán era un árbol generoso. No sólo cobijaba a los de abajo, sino que encima de él dejaba crecer todo un ecosistema de pequeñas matas, algunas abusadoras que le chupaban la savia, y otras que se prestaban mutuo apoyo. La vejez del samán comenzaba a sentirse en las ramas más largas del enorme paraguas de sombra. Las raíces, como terrestres anacondas, entraban y emergían a ras de tierra con final desconocido.
Inavi le preguntó al Samán:
- ¿Es verdad que tus raíces llegan hasta Amanavén?
- Mira, pequeño autobús de pulgas, si yo fuera «revolucionario», te diría que sí. Pues toda revolución necesita mitos. Crea mitos y épicas para usarlos a su antojo y en propio provecho. Por ejemplo, la revolución de Guzmán Blanco, creó el mito bolivariano mucho antes que tu «revolución». Ambas, pretenden hacer de la figura de Bolívar, no un hombre admirable, que lo es, sino un dios. Y ambas tienen un mismo objetivo: servirse del mito para su propio provecho. Pero tengo que desilusionarte… mis raíces no llegan ni a la antigua casa de Funes.
- ¡Qué pena! Ya casi me lo creía… ¿En qué año quedamos en el cuentito de tus revoluciones?
- En el año 1898. En ese año, Cipriano Castro con sus andinos, invadió el centro del país desde el Táchira y se apoderó de Caracas. Con él venía un gallo tapado: Juan Vicente Gómez. Se le llamó la «revolución Libertadora». Y aquí en Amazonas, como siempre, se dieron como reflejo varias revoluciones, algunas sangrientas. En el transcurso de dos años, asesinaron al gobernador Ramón Maldonado y a los ex gobernadores Juan Anselmo y Ramón Angel Zerpa.
- Y tú para ese tiempo, ¿seguías siendo un carajito como ahora?
- No, saco de pulgas, yo para ese tiempo gozaba de plena adultez. Mucho más ancho que ahora, pues ya tuve que renunciar a varias ramas. Así como a algunos homínidos y perros se les cayeron los dientes y muelas, así yo perdí algunas ramas, unas porque se cayeron de viejas, y otras que me las cortaron con hacha cuando llegó la electricidad y pusieron los cables y los postes demasiado pegados.
- Sigue con el cuento.
- Allá por 1912 – 1913, mientras el General Gómez cerraba la Universidad Central de Venezuela, llegó al Amazonas de Gobernador el General Roberto Pulido.
- ¿Entonces eran todos Generales?… – preguntó Inavi.
- Sí, generales, coroneles, capitanes...como ahora, más o menos… La siguiente «revolución» se quitó la careta. Como ya te dije, es característica generalizada de todas las revoluciones, poner en la vanguardia al pueblo: «el pueblo quiere», «el pueblo dice», «el pueblo se rebela», «esta es la revolución del pueblo»... Desde la revolución francesa hasta la de ahorita, en los discursos, el pueblo siempre es el protagonista. Pero como ya te dije, entre telones, en la retaguardia, los que mueven los hilos son nuevos y grandes intereses que están al acecho para desbancar y sustituir a los intereses hasta ahora vigentes.
En la revuelta Funera no fue así. El poder entre telones se quitó la careta y dio la cara. Fueron los poderosos caucheros quienes, heridos en sus bolsillos, planearon el cambio. Delegaron en Funes, uno de ellos, para darle la vuelta a la tortilla. ¿Cómo podría llamarse a una «revolución», si los que se alzan contra el gobierno son tan caimanes como él?
Después, como siempre, Funes pretendió justificar la revolución, el golpe, con el nombre de «revuelta justificada», «asonada popular», «que el pueblo no podía más y se rebeló» contra el opresor Pulido etc…
Funes, después, creyéndose indispensable, aprovechó para imitar al general Gómez y no soltar el poder, hasta que le cayó encima otra «revolución», fatal para él, pues lo juzgaron y fusilaron aquí mismito debajo de mis ramas. Y así, muerto el perro, se acabó la rabia…
- ¡Sin insultar!- ladró Inavi.- ¿Qué estás insinuando, viejo decrépito? ¡Sin insultar!…
- Tranquilo, amigo, que ya estoy terminando… Después de un corto período de transición, de «calma y cordura», se fraguó una nueva «revolución» que se llamó a sí misma «democrática», por aquello de poner siempre delante al «pueblo», como excusa para lo que venga.
Un partido nuevo, llamado Acción Democrática, lideró este cambio. Tú mismo cantaste muchas veces el himno que decía: «Adelante, a luchar milicianos, a la par de la revolución»... ¿Te acuerdas?... También entonces se hablaba de «milicianos» y de «revolución»...
Su escudo tenía un lema que decía: «Por una Venezuela libre y de los venezolanos», muy parecido a otro que hoy está de moda: «Venezuela ahora es de todos» ¿No te parece?
- ¿Y cómo tú estás tan enterado de todo, si nunca te moviste de aquí?
- Amigo cacri. ¿Tú no tienes el «Usendú pa»? Los samanes estamos extendidos por toda Venezuela. ¿Sabes lo que es internet? Nosotros estamos en conexión «intervegetal» continua.
- Me estás mamando gallo ¿né?… - dijo Inavi.
- Escucha. Te decía que todo comenzó muy bien: Reforma Agraria, Banco Obrero, Escuelas gratuitas para todos, Plan de vivienda, Vialidad… El petróleo, que estaba desde el tiempo del General Gómez en manos de las empresas petroleras gringas, se logró repartirlo en un importante aunque ridículo «fifty-fifty».
Todo iba bastante bien, hasta que se le vieron las costuras a la tal democracia. El pueblo, siempre utilizado, se percató que él no era el protagonista, ni el objetivo y fin último de esa «democracia», sino que el muchacho de la película, cuarto bate y novio de la madrina, eran los cogollitos de los partidos que empezaron a hacer negocios y cambalaches con todos aquellos caimanes que, desde siempre, manejaron los hilos del poder poniéndolo a su servicio. Fueron los años de la «Venezuela Saudita».
- ¿Y nadie reclamó?
- No te hagas el loco, Inavi, que yo te conocí a ti y a más de medio pueblo de Atabapo de adeco y jalándole bolas a Barnabí.
- ¿Yo adeco?.. No recuerdo… - dijo Inavi mirando para otro lado.
- Ya te dije que el agua que viene de Súpiro produce amnesia… Te diré que, como ahora, hubo algunas personas que predijeron con tiempo lo que se avecinaba, pero entonces los tildaron de «profetas del desastre», hoy en cambio les dicen reaccionarios, escuálidos, pitiyanquis... Poco a poco, todo se fue derrumbando. De aquellas promesas de igualdad, de lucha contra la pobreza, de seguridad ciudadana, de casa para todos, sólo quedó el recuerdo, promesas que se deshicieron como la sal en el agua. De la «democracia» sólo quedó el cascarón.
Aunque hay que reconocer que algunas instituciones seguían funcionando. Por ese tiempo, la Fiscalía enjuició a un Presidente y la Corte Suprema, (la abuela del T.S.J.), lo condenó.
Pero al pueblo le interesaban relativamente esos gestos institucionales, pues era a él al que tenían que darle importancia, porque así lo había prometido la «revolución» democrática.
- ¡¡Y ahí llegó el Chá y la Revolución!!- exclamó entusiasta Inavi.
- El Chá se alzó, aprovechó el descontento del pueblo y a pesar de que el golpe fracasó, con la ayudadita de Caldera que lo sacó de la cárcel, se convirtió en el icono del cambio, de la revolución.
- ¿Estás reconociendo que la revolución era necesaria?… - sonrió Inavi.
- La revolución siempre es necesaria, pero…
- Siempre tienes un «pero»… Te escucharé mañana. – dijo Inavi sacudiéndose las pulgas.


LAS REVOLUCIONES

Aquella noche atabapeña era un aliciente a la quietud, a la serenidad. El pueblo sin luz, la luna llena, el Bar «El Completo» cerrado, y el lento retornar de las parejas de enamorados que la fuerte iluminación de la Plaza había ahuyentado hacia lugares más recónditos, le daban a esa noche un especial encanto.
Inavi atravesó la oscura plaza, se acercó al Samán y se acostó apoyando su cabeza en una de sus raíces.
- Buenas noches, perro prostático… - saludó el Samán.
- Mira quién me dice viejo… Vengo picado de curiosidad, pues ayer te oí hablar bien de la revolución que yo represento.
- La revolución que tú representas, como todas las revoluciones, empezó bastante bien. Fue pacífica, levantó la autoestima nacional, sembró esperanza en el pueblo. Tocó el corazón, el sentimiento. El Chá parecía un «santo padre», un predicador inspirado. Pulsó las cuerdas más sensibles de la gente sencilla.
- Tienes razón. Estamos de acuerdo – dijo Inavi contento.
-Pero a lo largo de estos largos años de «revolución», el Chá demostró ser un líder con una gran pobreza de ideas originales propias, pues con facilidad caía en brazos de ideólogos mecenas que lo acompañaban, mientras se iba caletreando la rancia lección marxista de la chilena Marta Harnecker. Y así, al principio, se dejó llevar por las ideas de un argentino, hediondito a fascismo, llamado Ceresole; luego se dejó adoptar por el viejo Miquilena y finalmente, cuando terminó de leer el libro de Marta, se convenció que él era marxista ya antes del parto, y cayó en las manos de un pragmático Fidel, que lo que buscaba era mitigar la agonía de la criatura parida en el lejano 1959. De ahí salió la idea brillante del «trueque»: el Chá le proporcionaba petróleo y Fidel le ofrecía muchos cubanos y unas cuantas ideas, prudentes pero seguras, para avanzar y sacar una fotocopia modernizada de aquella revolución cubana ya en trasnochada decadencia.
- Pero tienes que ser justo. La revolución trajo cosas buenas al país… - protestó Inavi.
- Mira, perrito, yo no miro las cosas en blanco y negro. Naturalmente que se han hecho cosas buenas. Pero otras parecen buenas y no lo son.
- ¿Me vas a decir, piazo e leña, que las misiones no son buenas…?
- Las misiones educativas tienen una buena intención cuando se estabilizan y dejan de ser uno de tantos «operativos» a los que nos tienen acostumbrados los militares de todas las épocas. Pero lo que está haciendo con ello, es crear sistemas paralelos a los ya existentes, en lugar de centrar el esfuerzo en crear un sistema fuerte y sólido. ¿No es ridículo que en un pueblito perdido como el nuestro funcionen dos Distritos escolares, uno Estadal y otro Nacional, y que se peleen para saber a quién de ellos le pertenece «La Pereza», este o aquel edificio? ¿Qué son? ¿dos educaciones? Mira, cacri inexperto, todas las revoluciones piensan que lo anterior a ellas no vale nada, hay que construir todo de nuevo. Como decían los latinos: «Ecce nova faccio omnia»…
- ¡¡….ño!!¿También sabes latín?
- Es normal. Tantos años aquí en la Plaza, al lado de los curas, al lado de la Iglesia… algo se pega… varios de tus líderes estudiaron con ellos y parece que no se les pegó nada… los curas no les enseñaron a robar, creo yo.
Te decía, perro prostático, que misiones como la Robinson, Ribas, Sucre, Cultura, etc. en lugar de meter en cintura todo el sistema educativo, se constituyeron como un sistema paralelo, dos educaciones que van paralelas sin encontrarse nunca, corriendo el riesgo de que ninguna logre los objetivos, una por falta de real y la otra por exceso.
- ¿Cómo por exceso de real? Explícate.
- Sí, porque hay tanto real que hasta se le paga a aquel que va a estudiar. Todo el mundo tiene su beca. Tú lo sabes muy bien, te inscribiste en la Misión Robinson y cobraste tu beca puntualmente, pero tú nunca fuiste a clase…
- Ya estás de envidioso…
- Es la realidad, perro corrupto. ¿Cómo se gradúan aquí de Bachilleres en 2 años? Te colocan un video, ni te lo explican. Si tú entendiste, bien y si no, también…. ¿qué tipos de licenciatura se puede sacar en la Bolivariana atabapeña, en donde un profesor da casi todas las materias?
- Pero no seas excluyente, carcamal escuálido. A ti como que te tiene comido el coco Globovisión… gracias a esas misiones y universidades revolucionarias, miles de jóvenes excluidos pueden estudiar y prepararse.
- Estoy de acuerdo contigo, perro «excluido». Si el estado quiere incluir a toda esa masa de población flotante lo puede hacer; tiene real suficiente para ponerlos a estudiar en las mejores condiciones: becas, comedores escolares, transporte, bibliotecas, centros de internet etc. Pero la «exclusión» no es un motivo para exonerar, para liberar a esos estudiantes de las evaluaciones de los cursos, ni tampoco se le debe exigir por debajo de la exigencia mínima recomendada en las asignaturas que curse. Se le puede compensar dándole todas las facilidades ya señaladas, incluso la indemnización monetaria, pero no lo puede compensar con un título universitario inmerecido, ni un grado para el cual no haya demostrado capacidad.
Como decía un profesor amigo del Chá, en un mensaje que me envió ayer un Samán del Jardín Botánico universitario de Caracas, la exclusión no capacita de por sí, ni hace tener al excluido derechos académicos especiales. Lo que hay que evitar y erradicar es la exclusión, y en eso estoy de acuerdo, pero no que se regalen los grados y los títulos.
Mira, perrito con cataratas, sabes que yo llevo aquí sembrado más de cien años. Aquí en Atabapo hay mucha sinvergüenzura. Tú mismo conoces a muchos adultos que ahorita les entró la «piquiña» del estudio y que, cuando eran chamos dejaron de estudiar, unas por una barriga inesperada, otros porque les entró flojera crónica.
Ahora, los ves a todos emocionados, haciendo Proyectos...Informes… y los carajitos, al cuidado de las abuelas. Antes de que sea tarde, tienen que aprovechar esta vendimia de títulos que se están repartiendo. Lo que les importa es el «papel», el título, aunque no sepan nada de nada.
Claro que en todas las épocas, muchos tuvieron que trabajar porque la necesidad de la familia apremiaba. Pero no te olvides, perro amnésico, que aquí en Amazonas estudió el que quiso estudiar y se graduó el que se fajó y aguantó. Y aquí se graduaron muchos profesionales e hicieron sus postgrados, ¿o es que la cultura comenzó en Venezuela cuando llegó tu Chá? ¿y dónde estudió él? Familias enteras atabapeñas tuvieron que emigrar a Puerto Ayacucho para que sus hijos pudieran seguir estudiando. Una cosa es fajarse para conseguir algo, y otra cosa es esperar que todo se lo den. Sí, hay que reconocer que ahora hay más posibilidades para estudiar y eso es muy bueno. Pero piratear el estudio o estudiar por una beca, ya no es tan bueno…
- No quieres reconocer nada. ¡Fascista! ¡árbol oligarca! Representas perfectamente a los oligarcas y capitalistas. Vives de la tradición, tu vida es cómoda, eres un vampiro de la tierra, vives de ella, de ella extraes tu alimento, tus raíces son pulpos que todo lo abarcan, pero donde tú extiendes tu copa, nada crece, ni la hierba, no se da la vida. Eres vida para ti y muerte para los demás, lo único que das gratis es sombra.
- Ánimo perrito, desahógate… tranquilo, sigue desahogándote… - respondió el Samán
- Tú eres un neoliberal salvaje. Eres de los que dicen: «cada palo que aguante su vela»… «o corres o te encaramas»… pero ¿no te das cuenta que no todos tienen la misma zancada, ni la misma fuerza? Para ti, todos esos que no logran encaramarse, deben morir, son carne de urna. Lo tuyo es «la lucha por la vida». Tú no evolucionaste desde las teorías de Darwin: en la lucha por la vida vencen sólo los más fuertes... Los demás que se frieguen... No me hagas hablar, viejo saco de leña. Da gracias que estás en Venezuela, porque si estuvieras en la Amazonía brasilera ya estarías chamuscado o convertido en rolas para hacer tablas. Para ti sólo tienen derecho a vivir los fuertes, los ricos de cuna, los ricos de fraude, los ricos…
- Los ricos revolucionarios, ¿por qué tienes miedo decirlo? Dilo, perrito, dilo... Te estoy escuchando...
- Yo sé que hay bandidos en todas partes…
- Pero una cosa es que haya bandidos, y otra cosa es que esos bandidos prediquen para los demás el socialismo, la austeridad, los valores, la ética, mientras ellos se embolsillan tremendas cuentas en dólares.
- ¿Los adecos no las tenían? – preguntó Inavi.
- ¿Y no los criticaron? ¿Por qué dijeron que iban a arrasar con la corrupción, con la oligarquía, si ahora la revolución creó otra corrupción y otra oligarquía? Para algunos parece más bien una monarquía.
- «¿Por qué no te callas?», ¡viejo verde!… – tosió Inavi en forma de carcajada.
- No te rías. Sí… aquí en Amazonas hay ya un pequeño partido monárquico. Lo conforman todos aquellos que, gobierne quien gobierne, «siguen siendo el rey»... Ayer estaban con los adecopeyanos, hoy con el PPT y mañana con el PSUV… ¿por qué no le preguntas a tu amo el Dr. Atamel Dechá?...
- No te desvíes. Volvamos a lo de antes, viejo escuálido... ¿Tampoco aceptas lo que se abarató la comida para el pueblo con los Mercales y Pedevales? - argumentó Inavi.
- Es verdad, amigo, pero tienes que darte cuenta que mucha de esa comida viene importada, los pollos que tanto te gustan, vienen de Brasil. ¿No se crían pollos en Venezuela? Como tenemos real, es más fácil importar que crear las bases de una producción nacional estable… Pero eso sí, debo reconocer una cosa. Con estas misiones alimenticias, que sin duda ayudan a matar el hambre, el Chá logró lo que presidente alguno había logrado en Venezuela: poner a hacer cola, a todo un país sin necesidad de inscribirse ni en la recluta ni en la Reserva…
- Muy chistoso, viejo saco de leña…
- Mira, primo, ya te dije una vez que esta «revolución» tuvo, como todas la revoluciones desde la toma de la Bastilla, la necesidad de querer cambiar todo para que todo quedara igual. La obra más destacada de esta revolución fue el cambio de todos los nombres. Aquí, como en las demás revoluciones, se jugó con la palabra «pueblo» y se llegó al peligroso extremo, de querer hipotecar la propia conciencia delegando en una persona lo que es el pueblo. «El es el Pueblo», «si lo quiere él, lo quiere el Pueblo», el pueblo es él y él es el pueblo…y ¿dónde queda el «pueblo»?... Muy poético...
- «¡¡El pueblo unido, jamás será vencido!!» – ladró con entusiasmo Inavi haciendo su profesión de fe en la revolución.
- ¿Sabías que la revolución francesa le cambió el nombre hasta a los meses del calendario? Un error de las revoluciones, es creer que por el solo hecho de cambiarle el nombre, esa cosa empieza a funcionar. Y eso no es así. Fíjate, ¿cuántos Consejos Comunales se crearon en Atabapo? ¿cuántos funcionan en realidad?¿cuántas cooperativas se montaron? Si quitas la del transporte Temendauí, ¿cuántas quedan? Recuerda los cursos y talleres que se dictaron para saber su funcionamiento… Se les dijo sólo el «cuánto», no el «cómo»...
No basta con bautizar, poner nombres, inventar y montar estructuras sobre otras ya existentes. Si no funcionan, para nada sirvió el cambio de nombre. En la Edad Media hubo una corriente filosófica llamada Nominalismo. Creían que sólo con tener el nombre, las cosas ya existían.
- Tú sí sabes, viejo verde… ¿quién te enseñó tanto, si nunca saliste de este pobre pueblo?
- La experiencia de muchos años, perro impúdico. Los árboles nos comunicamos unos con otros y hay también algunos homínidos que hablan con nosotros. Ah, mira, el otro día te vi con el rabo pintado de rojo… ¿Ves? no tienes personalidad. Antiguamente fuiste adeco, hace unos días eras pepetero, y ahora ya te estás cambiando para «rojo-rojito». Ya no eres un perro. Te convertiste en un homínido, en una «rata».
- ¡¡No me llames rata!! ¡Es el peor insulto que me pueden dar! – ladró con fuerza Inavi
- Te llamé también homínido…
- ¿Y cuál es la diferencia?...
- Entonces compórtate seriamente, no te comportes como ellos – concluyó el viejo Samán.
- Tú no sabes lo que es la necesidad. - dijo Inavi con una mezcla de pena y rabia.- Para tí todo es fácil. Tú vives del aire y de lo que chupan tus raíces, tú estás siempre quieto, no sabes lo que es buscarte la vida. Si tuvieras que hacerlo, a lo mejor tú serías el mayor jalabolas de Atabapo…
- Mira, perro llorón. Yo sé muy bien las necesidades que pasan los perros y los homínidos. Desde aquí se ve de todo. Tu perra vida no es la misma que la de la perrita sifrina del comercio de aquí al lado, que lleva mi nombre. Como tampoco es igual, la vida del viejo Antonio que recoge latas todas las mañanas en la plaza, que la de tu amo el Dr. Atamel Dechá. Si el viejo Antonio «jalara» para poder vivir, yo lo comprendería. Pero lo que no comprendo es que «jale» el Dr. Atamel, que goza de dos pensiones, tiene tres sueldos y, para buscar el cuarto, tiene que arrastrarse como rata inmunda. Eso es lo que produce en mí un bajón de clorofila y una obstrucción de los vasos ascendentes.
No me preocupa que una pobre gente, para poder vivir, tenga que ponerse una franela azul, roja o blanca y hacer número en las caravanas electoreras. Lo que me preocupa, es que se juegue con el hambre y la necesidad de la pobre gente, obligada a hipotecar su propia dignidad y libertad para poder comer.
- Eso siempre fue así…
- Precisamente, quería traerte hasta aquí, cacri obtuso. ¿No es ésta la «revolución»? ¿la «revolución por excelencia»? ¿la «madre de las revoluciones»? ¿Qué tipo de «revolución» es, si sigue haciendo lo que siempre se hizo? ¿No es lo mismo que hacían los adecopeyanos? ¿Aquello que criticaban siempre? ¿Lo único que cambió fue el color de la franela?..
Llevo más de cien años sembrado en este lugar, perro sucio. ¿Dónde quedaron los discursos revolucionarios de éstos homínidos, cuando eran oposición? ¿Tanto criticar a los adecopeyanos, para repetir lo mismo que ellos, y empeorarlo? ¿Esa es tu revolución…?
- Tú no tienes en cuenta el esfuerzo del Imperio para desprestigiarnos, la guerra mediática, los intentos de magnicidio, te olvidaste de los lacayos que el 11 de Abril dieron un golpe de estado… Tú manipulas la información... eres un terrorista mediático.
- Mira, perrito ignorante, eso pasó hace 10 años, deja esos chistes para José Vicente Rangel o «La Hojilla», trata de activar tu chip ya oxidado por falta de uso, y detecta a los jefes revolucionarios que están infectados hasta los tuétanos del virus EPA (Enriquecimiento Personal Acelerado). La «revolución» ya arregló sus vidas: carros nuevos, casas nuevas, negocios nuevos… hasta mujer nueva… Si eso fuera para todos, empezaría a creer que esta revolución era una revolución si no «bonita», sí equitativa… pero el pueblo sigue igual o peor, siempre esperando. La revolución «funcionó», pero sólo para los cogollos, igualito que antes. ¿Recuerdas lo de la dialéctica? La lucha entre tesis y antítesis producían ¿qué cosa?
- ¿Otra vez la «síntesis»?… - dijo fastidiado Inavi.
- Efectivamente, la plata, el dinero, los cobres, eso es la «síntesis». Tú que eres un experto en hurgar en los tambores de basura, hurga bien y encontrarás que detrás de los discursos, de las palabras bonitas, de las consignas, se esconde lo que en verdad les interesa: el tener, el poder y el subir... Tener real, tener poder y tener prestigio, escalar puestos aunque sea a costa de sacrificar a los otros. Lo demás es puro gamelote…
- Entonces en este mundo, según tu preclara inteligencia, no puede haber revoluciones… razonó Inavi.
- La revolución se da primero en las conciencias, en el corazón, o no es revolución. Por ahí hay que empezar. Cuando un grupo de personas, en conciencia, no están de acuerdo con los valores existentes en una sociedad y trata de sustituirlos por otros valores que ellos consideran auténticos, ahí está naciendo una revolución. Pero cuando esta revolución se convierte en poder y poder absoluto, tratando de imponer esos valores a todos, ahí, en ese momento, nacerá una nueva revolución, pues siempre habrá conciencias que se rebelen a esa imposición de valores, aunque sean muy buenos.
- La revolución entonces, según tu teoría, nunca puede llegar a ser poder.
- No, la revolución consiste en ser la conciencia crítica del poder, la eterna piedrita en el zapato, que se va haciendo cada vez más grande y fastidiosa hasta que obligue a sacárselo y descalzarse. La revolución, si quiere ser auténtica, tiene que revolucionar primero las conciencias, las mentes de las personas.
- No es fácil…
- Mira, autobús de pulgas, ¿te acuerdas lo que era la dialéctica?
- ¿Otra vez la tesis y la antitesis?... ¡Basta ya! – dijo un Inavi cansino.
- No exactamente, pero trata de seguirme, que esto es importante. Entre la igualdad y la libertad se da también una relación dialéctica. Hubo en el mundo regímenes revolucionarios que buscaron imponer colectivamente el valor de la Igualdad, que es muy bueno, pero al mismo tiempo, restringieron o excluyeron el valor de la Libertad… Ahí tienes las revoluciones justas que triunfaron y se convirtieron luego en gobiernos despóticos y excluyentes.
- Cada vez te veo más escuálido, amigo Samán - señaló Inavi.
- Sigue el razonamiento y no te distraigas. Otros regímenes, llamados democráticos, privilegiaron en cambio la Libertad sobre la Igualdad, que también era una cosa muy buena, pero generaron terribles desigualdades en los pueblos. Esto te dice que, cuando se quiere imponer a nivel de toda la sociedad uno de estos dos valores, automáticamente se está excluyendo al otro.
- Es decir, que te deja el chingo y te agarra el sin nariz… - concluyó Inavi.
- Por eso mismo las utopías corren el peligro de caer en el totalitarismo, cuando se quieren imponer a todos. La única alternativa sería el proyecto de aquellos que, con libertad plena se proponen establecer entre ellos la plena igualdad. Pero esta utopía alternativa, no se puede implantar tampoco por la fuerza de la imposición colectiva. Se hará realidad en la medida en que haya hombres y mujeres, plantas y animales, que cambien radicalmente su mentalidad, su escala de valores… El tener, el poder y el subir ya no serían los pilares de la sociedad, sino que las bases serán la fraternidad, la igualdad y la solidaridad. Esa será la auténtica revolución...
- Te escucharé otro día – dijo Inavi bostezando por enésima vez y con los párpados alicaídos.

Eran las 2 de la madrugada, cuando Inavi, más confundido y enredado que guaral de borracho, se dirigió a la casa del Dr. Atamel Dechá.


¿CAPITALISMO O SOCIALISMO?

Renqueante, con una mordedura en la nalga, llegó Inavi aquel día a buscar un poco de sosiego a la sombra del samán, su adversario ideológico, pero no su enemigo.
- ¿Una herida de guerra? – preguntó el Samán con sorna.
- Una reja de hierro que estaba apoyada en la casa, se cayó y me rasguñó – dijo Inavi mirando para otra parte.
- Perro embustero. Di la verdad. Esa es una mordedura limpia de un contrincante tuyo… Tan viejo y tan hembrero… ¿no te da pena?
- Tú de eso es mejor que no hables, pues tú estás siempre ahí plantado, sin moverte. No sabes lo que es la libido, la atracción sexual.
- Entonces di la verdad y no metas embustes.
- Sí, fue anoche. Tú sabes... fin de semana… - se excusó el can.
- ¡Lascivo, adicto sexual, ya te conocí tres novias, alguna ya parió y otras están a punto, y ahora te conseguiste una cuarta… proxeneta! Cada vez te pareces más a los homínidos…
- Mira, sicosis, tú no entiendes nada de esto, sólo de política.
- Cuando le dicen alguna verdad que molesta, entonces le llaman «sicosis».
- Cambiemos de tema. Hablemos hoy del capitalismo y el socialismo. Por cierto, aquí en Atabapo el capitalismo está palo abajo ¿né?… - aseguró Inavi.
- Escucha, cánido ignorante. Hay una trampa en donde suelen caer los animales de dos y cuatro patas. También tu Chá cayó en ella. Se empeñan en querer ver la realidad, el mundo, en «blanco y negro», en dos partes claras y distintas en donde una es la «suma perfección y felicidad», que es lo que piensan ellos, y la otra, que suele coincidir con lo que piensan distinto a ellos, y es la «suma de todas las maldades». «Si piensas distinto a lo que pienso yo, eres mi enemigo». Esta esquizofrenia abunda en aquellos personajes en los que la inmensidad de su ignorancia, es sólo superada por su egolatría. Es una visión dualista de la realidad, dos sistemas que libran una batalla retórica interminable.
- Escucha, plantígrado sabiondo…- interrumpió Inavi.
- ¡Yo no soy plantígrado, ignorante! ¡yo soy una Planta, los plantígrados son los osos! – reaccionó el Samán.
- Está bien «don Perfecto»... ahí te va la pregunta. En Atabapo ¿qué somos? ¿capitalistas o socialistas?
- ¿Sabes lo que es la Oferta y la Demanda?
- Las preguntas las hago yo. Tú limítate a responder – respondió Inavi.
- Mira, esas dos «señoras» que acabo de nombrar, son los pilares del capitalismo. Los precios de las cosas suben o bajan, según el comportamiento de una o de otra. Si una se «putea», la otra cobra visos de gran señora, y al revés, si ésta se da a la vida alegre, la otra se crece como una marquesa. En otras palabras. Si la oferta es poca, la demanda aumenta; y viceversa, si la oferta es grande.
- No entendí nada, «Hulk», monstruo verde. A ver si te explicas…
- Con un ejemplo de aquí, de Atabapo, lo vas a entender. Si la oferta de bombonas de gas es escasa, porque hay un monopolio…
- Mono…¿qué? – preguntó Inavi arqueando una ceja.
- Monopolio. Eso quiere decir, que sólo una persona tiene la exclusiva para vender las bombonas… Te decía que, si la oferta de bombonas en Atabapo es escasa, la demanda aumentará y habrá que comprar la bombona al precio que te indique el vendedor. En cambio, si la oferta de gas es abundante, esto es, si son varios los distribuidores, entonces los usuarios podrán comprar el gas en donde el precio sea más bajo. Esa es la ley de la competencia que hará bajar los precios.
- Pero aquí en Atabapo eso no funciona, porque los precios aquí siempre suben, no bajan.
- Por eso, porque aquí no hay competencia.
- Entonces Atabapo no es capitalista. ¡¡Finalmente el socialismo gana una!!... dijo triunfante Inavi mientras echaba una carrerita en círculos.
- Cálmate, saco de huesos. Atabapo es un mundo aparte, es Macondo 2, aquí sucede lo que en otras partes no pasa. Fíjate bien. Aquí, anteriormente, había un solo distribuidor de bombonas. Todo el mundo dependía de la voluntad de esa persona. Últimamente, se rompió el monopolio y ya son varios los que gozan de esa concesión.
- Eso gracias al socialismo… - concluyó Inavi.
- No terminé. Escucha. Lo normal en todo el mundo es que, al ser varios los concesionarios, por la ley de competencia tendrían que bajar los precios. Pues no, señor can. En Atabapo no es así. En lugar de competir entre ellos, se ponen de acuerdo los concesionarios, no para bajar, sino para subirlos. Lo mismo pasa con los alimentos y los transportes. ¿Ves? En todo el mundo capitalista la competencia sirve para bajar los precios, en Atabapo la competencia los hace subir. ¿Qué te parece?
- Este pueblito es fascinante, admirable, original, único. Pero al menos no es capitalista. ¡¡Aquí hemos derrotado el capitalismo salvaje!!
- No entendiste nada, tapara en cuatro patas. ¿No te das cuenta que aquí los que venden, lo hacen al precio que les da la gana?
- Pero yo supe que el Estado tiene un organismo para impedir ese abuso. «Indecu», creo que se llama. - dijo Inavi.
- Actualízate, perro marginal, ahora se llama «Indepabis». Acuérdate de la importancia que tiene para toda revolución, el rebautizar todo lo que ya existía.
- Yo recuerdo. Hace unos cuantos años vino una profesora, directora del entonces «Indecu». Le decomisó el azúcar y el arroz a la colombiana, porque lo vendía por arriba del precio estipulado. Se lo vendió a la gente casi regalado, aquí mismo en la Plaza.
- Sí, yo también lo recuerdo. Era una jefa con guáramo esa Profesora. Por eso duró poco en el cargo… Pero desde entonces, ¿cuántas veces vino por aquí el Indecu o Indepabis?
- Nunca más se presentaron, y los comerciantes siguieron igualito… Pero eso es culpa de los quintacolumnistas del Imperio que nos tienen envidia porque Venezuela se está convirtiendo en una potencia. Nos atacan con el acaparamiento por medio de las oligarquías productoras. Pero ganaremos la batalla del abastecimiento popular. Los derrotaremos: ¡Patria, socialismo o muerte! - dijo todo emocionado Inavi, con los ojos cerrados y la pezuña izquierda levantada.
- No seas ridículo, perrito. Esto sucedió siempre en Atabapo; antes cuando éramos «lacayos» del Imperio, y ahora que somos rabiosos «antiimperialistas» Tú estás como el Chá, viendo las cosas en blanco y negro.
- Pero al menos, tuviste que reconocer que Atabapo no es capitalista. Por lo tanto, a juro tiene que ser socialista...
- No entendiste nada. Te voy a mandar a repetir la Misión Robinson… - dijo el Samán -. Fíjate, hay que reconocer que uno de los avances de este gobierno y que hay que aplaudir, es el hecho de haber puesto el énfasis en el poder popular, es decir, el esfuerzo realizado para promover el protagonismo y la participación del pueblo.
- ¡Finalmente te oigo decir algo bueno de este gobierno! ¡Aleluya! – ladró Inavi.
- Te decía, que la organización del pueblo en Consejos Comunales es importante, aunque hay algunos vivos que se llevan los reales y no dan cuenta, y los demás se callan porque son familia o compadres…
- Yo sé de varios casos… - acotó Inavi.
- Resulta que los servicios básicos del pueblo, como son el agua y la luz, no funcionan, siendo esa la principal obligación de la alcaldía. Los consejos comunales tienen que solucionar los problemas que le tocarían al gobierno municipal. ¿No hay servicio de luz en el pueblo?, el consejo comunal compra una planta para un grupo de vecinos. ¿No hay servicio de agua?, el consejo comunal hace uno o dos pozos profundos o compra tanques de agua, y todo solucionado…
- Así hizo el Dr. Atamel Dechá en nuestro consejo comunal…
- El Dr. Atamel D., como muchos de los vecinos, tiene su planta propia, y cada quien tuvo que arreglarse para no quedar a oscuras… Y así, cada uno arregla «su» problema, desentendiéndose de los demás; no me importa que a mi lado no tengan luz, eso no es mi problema, yo tengo «mi» planta.
- Oye, supersabio. Ya que no funciona ni la luz ni el agua, ¿no te parece que le saldría más barato a la alcaldía comprarle una plantica eléctrica para cada familia y hacer un pozo profundo para cada 2 ó 3 familias?…
- Absolutamente no, perro ignorante, y tú tenías que haberte percatado, si en realidad eres socialista y revolucionario. Esa es una mentalidad burguesa, netamente capitalista salvaje. Cada uno arregla «su» problema, que cada palo aguante su vela… ¿y a los demás?... que los parta un rayo… ¿Te das cuenta? tu socialismo comunal es capitalista, egoísta, antisocial e irresponsable.
- ¿Y entonces?... con esto quieres decir que en Atabapo, tampoco logramos ser socialistas... ¿Entonces, qué carrizo somos? – dijo el muy perplejo Inavi.
- Macondo 2, hermano can, Atabapo es Atabapo, único e irrepetible, la capital del surrealismo... Aquí, tú echas al aire una moneda y en vez de caer cara o sello, te cae de canto... Si la alcaldía asegurara los servicios básicos en lugar de politiquear todo lo que toca, los consejos comunales podrían usar esa plata para otras cosas, desarrollo endógeno, bodegas y farmacias comunales, cultura, deporte, etc…
- ¡La culpa la tiene el cura!.. – explotó Inavi.
- ¿Cuál cura?
- ¿No sabes que a este pueblo lo maldijo un cura?…
- No se puede esperar más inteligencia de ti, perro brutito… Estamos con el problema de siempre, en la IVª, en la Vª, en la VIª o en la que venga… El cambio de estructuras sin cambiar la mentalidad de las personas, no lleva a nada, sino a una superposición artificial de representaciones mentales, a una repetición de discursos y consignas o eslogan, que van formando una sociedad de idiotas con total incapacidad de sentido crítico; de personas que, aún siendo Master y PHD en Harvard, son capaces de hipotecar su inteligencia, para aplaudir borreguilmente todos los discursos de un líder.
- ¡Te pasaste!... – dijo Inavi mientras meneaba con fuerza la cabeza y sus orejas sonaban como castañuelas.
- Pueden hacer leyes y diseños curriculares revolucionarios... si no se da el cambio de mentalidad en los maestros, la educación no cambiará. Puede haber leyes ambientales y sanciones ejemplarizantes… pero si la mina ilegal del Yapacana sigue funcionando, no sirven para nada esas leyes. Podemos gastar millardos en el desarrollo endógeno… si los reales desaparecen por arte de magia y aquí no pasa nada, el municipio seguirá siempre igual, nada cambiará.
- Y lo peor es que los causantes de esas desapariciones, tampoco aparecen… - dijo Inavi bajando la voz - Nadie sabe nada.
- Aquí se ha botado el real parejo, perrito. Piensa en el CDI que prometieron para el pueblo, los primeros 200 millones que puso la Alcaldía desaparecieron por encanto y después no lo dotaron de nada.
- Y el Centro de Rehabilitación en Marakoa, se quedó a medio hacer - añadió Inavi - y no se sabe qué pasará con el «Hotel de los cubanos» y la Casa de la mujer, allá por la carretera.
- ¿Me estás dando la razón, saco de huesos? ¿te sientes mal?... ¿te pasa algo?... - ironizó el Samán.
- Nada… Pero sí estoy aprendiendo a no ver todo en «blanco y negro». Yo también a veces, sueño en color…
- Okey, trata de utilizar tu detector de EPA (Enriquecimiento Personal Acelerado). ¿No vives en casa del Dr. Atamel Dechá? Pues por ahí fumea… investiga cuánto se embolsilló en la construcción del malecón del pueblo…
- Algo escuché sobre eso… – dijo Inavi, mirando hacia otro lado.
- No te hagas el loco, cacri guabinoso, tú sabes que el muro de contención y el relleno fue hecho por Henríquez en tiempos de la IVª, y eso era lo más costoso de la obra.
- ¿Y cuánto fue el monto del contrato actual? –preguntó Inavi.
- Bs. 1.077.170.692,22
- ¿Y la cancha de fútbol del pueblo?
- Espera, ya te digo, deja que consulte mi laptop aquí arriba… Ajá… fueron Bs. 995.807.674,87 y parece ser que fueron sólo tres los que comieron… ¿Y la gabarra fantasma, esa que nunca apareció? Solamente fueron Bs. 442.587.114,93… ¿Y la sede de la Radio-alcaldía FM. 92.1?
- ¿Dónde está la sede? ¿no está en la alcaldía? - preguntó Inavi.
- Una sede invisible que se construyó por un monto total de Bs. 138.795.897,75 - respondió el Samán.
- ¿Y cómo hicieron para hacer desaparecer tanto real?
- Magia, hermano can, vivimos en la tierra mágica del Amazonas, no te olvides... - recordó el Samán.
- Están buscando un milagro para hacer santo al Dr. José Gregorio Hernández. Si estos «milagros» que se hicieron en Atabapo los presentaran para su canonización, ¿desde cuándo estaría canonizado?... - comentó Inavi.
- ¿Te vas dando cuenta, perro marginal, que las cosas no son tan fáciles? No basta con hablar bonito o tener cara de «yo no fui». ¿Te acuerdas lo del desarrollo endógeno?... – continuó el Samán.
- Ese fue el «gran milagro». Casi 5 millardos que también desaparecieron por arte de magia.
- Aquel día todo el municipio se alegró. El Chá en persona, en cadena nacional, entregando aquella enorme cantidad al alcalde… Fue un notición para el municipio.
- ¿Y cómo te enteraste tú sin salir de ahí?
- Viejito, en toda Venezuela hay samanes y estamos conectados, no te olvides. – aclaró el Samán – ¿Recuerdas la propaganda que se hizo y la fiebre de hacer proyectos, de lo que fuera… Proyectos por aquí, proyectos por allá…
Por aquí en la laptop tengo la lista de proyectos. Ajá, aquí están: Cría de Cachamas en Guasuriapana y Laja lisa…
- Cochinos en Santa Cruz… – dijo Inavi.
- Apicultura en Mavacal… – dijo el Samán
- Pollos… - siguió Inavi.
- Patos… - añadió el Samán
- Pato, serás tú… - ladró Inavi.
- Pasó el tiempo y no apareció nada por ningún lado. En lugar de cachamas se criaron unos sapos grandototes, no apareció la miel, ni cochinos… nada… sólo algún pato que otro... pero lo peor de todo, fue el engaño asqueroso al indígena y al estado. Aquí, debajo de mis ramas, vi cuando hojeaban un tremendo informe escrito para ser enviado al Ministerio, con fotos de gordas cachamas, fotos sacadas en Colombia.
- ¡¡Qué ratas!!... – dijo Inavi cuando ya se iba para la casa.
- No te pases… que tú también tienes rabo de paja… - ironizó el Samán.
- ¿¿Yo??... – Inavi se volteó rápidamente.
- ¿Asustao?... Buenas noches, perrito sarnoso - saludó el Samán.

E Inavi apresuró el paso hacia su casa.



SISTEMA ECONOMICO ATABAPEÑO

Cualquier día de octubre en Atabapo, a las 6 de la tarde, es casi de noche.
A esa hora atracó en el puerto de Atabapo el barco de Giovanni «Conejo» Aragua. Con él venían los marineros Edmundo y Alberto. Los guardias a esa hora, están más preocupados por los que se van que por los que llegan. Es esa la hora del trasiego de tambores de gasolina por los caminos verdes.
Venían a surtirse de gasolina para continuar el viaje a Samariapo. Tendrán que esperar. No hay gasolina en el pueblo.
A Atabapo, si llega una gabarra hoy, mañana a la tarde ya no hay gasolina. Si llegara un millón de litros, un millón de litros se volatizaría. La gasolina es actualmente, el elemento dinamizador de la economía atabapeña.
Tiempos atrás, se hacían reuniones, foros, encuentros, para resolver el «problema» de la gasolina. Ahorita ya no. ¿Dónde está el problema? ¿Para qué reunirse? Es perder el tiempo.
El precio del combustible al otro lado de la frontera, es una tentación demasiado cercana y atrayente. Para cualquier ciudadano que compra un tambor (200 litros) en 19.000 Bs. y lo vende en 300 ó 400.000 Bs., es un negocio redondo.
Si una persona tiene asegurado un tambor cada semana, no necesita trabajar. Al mes puede sacar 1.200.000 Bs., que no los gana un obrero normal trabajando 8 horas.
En un pueblo deprimido económicamente, sin oportunidades de trabajo, hace falta tener una moral a prueba de bomba y unos valores de acero, para no claudicar ante esa tentación tan atrayente.
El Samán de Atabapo era testigo presencial, inmóvil, de las conversaciones que los contertulios atabapeños hacían debajo de su ancha copa.
Inavi, con la larga cobertura de su «usendú pa» («el que escucha todo»), captaba a distancia conversaciones interesantes, que por la noche intercambiaban en amena tertulia a los pies del Samán.

- ¿Cuándo llega la gabarra con la gasolina? – preguntó el Samán.
- Va a tardar unos dos días, me dijo el fiscal – respondió Inavi.
- ¡¡La bolsa sube!!...
- Otros dicen que llega mañana – añadió Inavi.
- ¡¡La bolsa baja!!... – respondió el Samán.
- Me dijo Néstor que hoy iba a vender la pimpina que tiene guardada, en Bs. 50.000.
- ¡¡Qué bolsa!!... Si no viene la gabarra en dos días, la podrá vender en Bs. 120.000.
- Hay un cierto malestar entre los pimpineros, porque hay un grupito, ligado a las fuentes de distribución, que le están haciendo una competencia desleal. Venden más tambores a menor precio. ¿No es eso lo que tú decías del capitalismo?
- Estás avanzando en tu formación, perro marginal. Así es... Por las noches, Atabapo se parece a Barlovento.
- ¿A Barlovento? ¿Por qué?
- Allá suenan los tambores… y aquí ruedan los tambores - se rió el Samán.
- ¡Se te chorreó el chiste!... – dijo Inavi.
- La gasolina aquí, como fuente de trabajo, es más importante que la misma alcaldía. Deja más ganancia.
- Depende, tronco oligarca. Es más importante, si te fijas en los sueldos de los empleados bajos, pero no si la comparas con los «chivos», directores, contratistas etc… y con menos trabajo, pues no tienen que hacer cola en la bomba, ni jalarle a la guardia ni al fiscal.
- Veo que estás profundizando en el análisis científico. A propósito, ¿cómo va tu trabajo de campo a nivel investigativo? ¿Tienes ya algún resultado?
- Sí – dijo Inavi sacando unos apuntes en tinta invisible… echó un poco de saliva sobre el papel y, poco a poco, fueron apareciendo los caracteres taquigráficos. Leyó:
Manuel F. saca un tambor, porque es primo del fiscal Nº 1.
Carmen S. saca otro, porque es cuñada del fiscal Nº 2.
Luis C. saca tres, porque tiene negocios pendientes con el bombero.
El fiscal Nº 1, hizo hoy un arreglo con el guardia de turno.
Otro fiscal hizo un negocio con el distribuidor.
Los mototaxis a cada rato deben llenar su tanque.
- Aunque después, la gente se queja de que no pasan los mototaxis – dijo Samán.
- No me interrumpas, tronco... Los pescadores necesitan su cupo de gasolina.
- Aunque después, no se vea pescado por ninguna parte…
- Bueno, si vas a hablar tú, me callo – protestó Inavi.
- Continúa, «paraquete»…
- Como no funciona la luz en el pueblo, cada familia tuvo que comprarse una plantica. Necesitan gasolina...
- Cada concejal, para labores cónsonas con su enorme
trabajo, tiene su cupo de gasolina.
- En tiempo de elecciones, a cada candidato le salen unos 20 tambores de cupo.
- ¿Por eso Tortu se lanza siempre?… - sonrió el Samán
- Como todos los colombianos tienen ya su cédula venezolana, no puedes negarle la participación en la riqueza del país… Las comunidades indígenas tienen su cupo...
- Y son los que más tienen que esperar… - añadió el Samán.
- Y si a eso, le añades los tambores que caminan solos en la noche por la Punta, Maracoa y Solano, es lógico que la gasolina no dure más de dos días.
- ¿Y si hay una emergencia? – preguntó malicioso el Samán.
- Tienen que acudir a Amanavén, en Colombia, o a cualquier aguantador local y pagarla a precios disparatados.
- Pero yo eso lo veo calidad, - ironizó el Samán - es lógico, normal…
- ¡Cómo! ¿Tú ves bien esto?
- Sí, calidad, perrito inocente, porque ahora «PDVSA es de todos…» ¿Sabes qué sueldito tiene el presidente de PDVSA? 60.000 Bs. F. al mes, esto es, 60 millones de bolívares de los viejos, por el buche… ¿Y la Fiscal?... ¿Y los diputados?... ¿Te recuerdas de la «dialéctica»? La «síntesis» de todo, es el real, la plata… socialismo para los demás y capitalismo para ellos… De todas formas, pensándolo bien, lo que aquí se mueve con el contrabando, es una miseria si lo comparamos con el contrabando del Zulia o del Táchira. Los contrabandistas de esas zonas son como los «Makro» o «Sambil». Al lado de ellos, los contrabandistas atabapeños apenas alcanzan la categoría de pobres buhoneros…
- ¿Y para qué está el Seniat en Atabapo? - preguntó Inavi haciéndose el inocente - Tendría que preocuparse de los contrabandos gruesos que también se dan aquí, en lugar de fregar a la pobre gente. El otro día entraron sin permiso ni orden judicial en la casa de unos indígenas y le decomisaron los tambores de gasolina y gasoil que tenían para la Comunidad.
- ¿Y no reclamaron? - preguntó el Samán.
- Cuando fueron a reclamar, ya los angelitos del Seniat habían vendido los tambores...
- Atabapo es Atabapo, hermano can... no basta con los problemas internos sino que también los importamos de afuera - comentó el Samán.
- ¿Sabes el último chiste que corre por Atabapo? - continuó Inavi - Al nuevo comandante de la Guardia le dicen «Madre Teresa de Calcuta».
- ¿Por qué?
- Porque le da permiso de compra a todo el mundo...
- Mira, yo te dije que Atabapo era original en casi todo. Aquí se da un sistema de intercambio, de pago de servicios único en donde, sea el capitalista como el proletario, quedan contentos. Esto no ocurre en el capitalismo salvaje, en donde el dador de trabajo trata siempre de exprimir bien al obrero; ni pasa naturalmente, en el salvaje socialismo, en donde la mayoría está «pelando» y no hay forma de protestar, porque inmediatamente te conviertes en «contrarrevolucionario», en lacayo del imperio…
- Déjate de ironías y explícate, tronco … - dijo Inavi un poco molesto.
- ¿Tú conoces a Aroldo?
- Naturalmente. El marinero del Dr. Atamel Dechá.
- ¿Cómo le paga el doctor?
- Con plata, creo yo…
- Pues estás equivocado, detective chimbo, le paga con gasolina.
- Pero él está contento. Nunca lo vi rezongar – justificó Inavi.
- Esa es la característica de este nuevo sistema económico atabapeño. En las universidades, actualmente, los economistas lo están estudiando y están pensando qué nombre asignarle, si «social-capitalismo» o «capital-socialismo»… ¿quieres un ejemplo? El otro día regresó Aroldo de un viaje largo y, aquí mismo, bajo mis ramas, se encontró con el Dr. Atamel Dechá… sin querer, escuché la conversación.
- ¿Y qué dijeron? – preguntó Inavi ansioso.
- ¡Mmmm… cómo te encanta un chisme!.. El doctor le dijo: - «¿Cómo quieres el pago? ¿en efectivo o en gasolina?». - «En gasolina», dijo Aroldo.» «- Pasa por la casa para llenar la pimpina.»… Y se fueron. ¿Quién es más vivo, bobo o sinvergüenza de los dos?
- Aroldo fue el más bobo. Se dejó tracalear… La pimpina vale 7.000 Bs., en cambio lo que le deben por el viaje son al menos 30.000. – dijo Inavi.
- Estás equivocado. Según nuestro sistema atabapeño, ninguno de los dos perdió. Ambos ganaron en la transacción. El Dr. Atamel Dechá ganó, como tú bien dijiste, porque pagó sólo los Bs. 7.000, que es el valor de la pimpina, en lugar de los 30.000 del viaje. Pero Aroldo ganó también, por eso no protestó, porque esa pimpina la puede vender, en tiempos de bolsa baja, en 120.000 Bs., es decir, cuatro veces más de lo que le iba a pagar en efectivo el Dr. Atamel Dechá.
- Esto quiere decir que en Atabapo reina el verdadero socialismo, porque la riqueza se reparte entre todos... – razonó Inavi.
- ¡¡¡Esto quiere decir que no entendiste nada, cacri bruto!!!… Otra vez con tu socialismo… ¿No te das cuenta de las consecuencias negativas que este sistema puede acarrear al pueblo? Ya le escuché por ahí abajo a algunos homínidos: «¿Por qué tengo que trabajar 8 horas diarias, si con una pimpina gano más que 5 días trabajando?» Todo el mundo se acostumbra a vivir de rentas, sin esfuerzo ni sacrificio. Si el niño desde pequeño, percibe en la casa y en la calle que el cambalache, el trapicheo y la politiquería son la forma más fácil de ir por la vida, ¿para qué estudiar?, ¿para qué trabajar?, ¿para qué esforzarse?
- Ya estás con tu sicosis… pero, puede que tengas razón – respondió Inavi pensativo.
- Es que Atabapo está cambiando aceleradamente. Esta sí es una revolución cultural. Los valores de los homínidos se fueron palo abajo. Está naciendo una sociedad en donde «todo vale», con tal de que les agrade, que les cause placer, que no les cause fastidio, ni trabajo, ni esfuerzo… Vale todo… Vale todo… ¡¡Pobres homínidos!! Están involucionando. ¿Te enteraste de lo que pasó en Puerto Ayacucho el otro día?
- Nada - dijo Inavi.
- El grado de involución llegó a tal punto, que los talibanes rojitos y azulitos se les ocurrió la brillante idea de pintar de rojo y azul la Plaza Bolívar - explicó el Samán - Figúrate. Pintar la piedra, la obra limpia. Ese es el analfabetismo funcional que no se borra aunque cursen el Robinson 8...
- ¿Qué hay de malo en eso? - dijo Inavi.
- La involución de los homínidos te está alcanzando a ti y a tus parientes... La necesidad que tienen estos «revolucionarios» de pintar todo con su color, es el retroceso a los instintos primarios del animal, corresponde a la costumbre que tienen ustedes los perros y los mamíferos felinos, de marcar y delimitar su territorio con sus meadas y orines. Ellos necesitan marcar su territorio con los colores que se han apropiado prostituyéndolos, para indicar que ese territorio es suyo. Donde está pintado de rojo no pueden entrar los azules y viceversa...
- Estás insultando a los cánidos al compararnos con los homínidos, pero no tengo ganas de discutir hoy. - dijo Inavi - Bueno, sicosis, otra vez sin luz… ¿Qué será ahora?
- No hay gasoil – contestó el Samán.
- Nos veremos mañana, tronco inútil.
E Inavi, después de arrimarse a un pequeño arbusto para orinar, tomó el camino hacia la casa de Alberto. La cabeza le daba vueltas, y la movía de un lado para otro con fuerza, como tratando de vaciar su cerebro de tantas palabras que el Samán le había metido esa noche: socialismo, capitalismo, dialéctica, síntesis, plusvalía...

EL AMIGO ALBERTO

Alberto, una vez en Atabapo, gracias al apoyo de Caifa, el capitán de los Chimichimitos, construyó como pudo su casita en ese barrio, entre el Aeropuerto y la Laguna. Inavi, agradecido y encariñado con su salvador, dejó la casa del Dr. Atamel D. y se fue a vivir allá.
Desconsolado, desubicado y solitario, Alberto inició una nueva vida en Atabapo. Consiguió un trabajo de eventual en la alcaldía, de motorista, que era lo único que él sabía hacer.
Se le veía triste a la puerta de la casa después del trabajo. Con un cuchillo se la pasaba labrando cualquier pedazo de madera, pero sin objetivo alguno. Sólo raspaba la madera de arriba abajo, de manera ininterrumpida y autómatizada. Miraba a la gente que pasaba, intentaba sonreír y no hablaba mucho. Algunas mocitas le hacían ojitos y le regalaban alguna sonrisa furtiva… Alberto las miraba tristemente, ahogado en un mar de recuerdos infelices. Amelia, el amor de su vida pesaba como una losa fría sobre su vida.
Inavi tuvo que bajar su nivel de vida, pues Alberto no podía darle los remilgos gastronómicos de los que gozaba en casa del Dr. Atamel Dechá. Por eso tuvo que dedicar más tiempo al rebusque de supervivencia. Pero, a pesar de todo, se sentía más feliz, más libre; sus artes zalameras con Alberto eran más sinceras y menos espectaculares.
Alberto cumplía con sus obligaciones en la alcaldía, pero el Dr. Atamel Dechá lo miraba mal, por negarse a vestir la franela del partido y a participar en las caravanas de propaganda. Llegó a amenazarlo con botarlo del trabajo. Eso mismo hacía cuando estaba en AD y amenazaba a los pobres obreros. Pero Alberto le respondía siempre que, mientras tuviera manos y pies, él no se moriría de hambre. Por fin lo dejó tranquilo.
La luna llena convertía la noche en fotocopia nacarada del día.
El Samán recuperaba las energías perdidas durante el día. El sol le da vida, pero al mismo tiempo calcina la tierra de donde se nutre. Los homínidos, en su manía de limpieza, barren y limpian cada día las hojas caídas, sin percatarse que de la muerte de sus hojas renace la vida para el árbol. Al pudrirse, se descomponen, y las sustancias y elementos químicos resultantes, pasan al ciclo vital de las plantas por medio de sus raíces que las absorben. Por eso los árboles de por aquí, extienden sus raíces a flor de tierra, en lugar de buscar profundidades.
Ese sentido estético de los homínidos perjudicaba al Samán más que ayudarlo, y peor aún, cuando el progreso urbanístico trazó la calle pisándole los callos por el lado sur, y a su alrededor habían trazado una maraña de caminos de cemento, el enemigo nº 1 de las plantas.
Un jueves por la noche, Alberto Camico se equivocó de rumbo. En vez de dirigirse hacia el aeropuerto para llegar a su casa en los Chimichimitos, llegó sin querer hasta la Plaza.
Sus pies trastabilleaban, pues la cabeza ya no se hacía responsable de su equilibrio. Había ingerido mucho licor esa noche. Finalmente, tropezó con una raíz protuberante del samán y cayó cuan largo era, a los pies de la planta. El Samán agradeció las lágrimas que manaban incesantemente y hacían un charquito en la tierra. Tenía, lo que vulgarmente se llamaba, una «pea llorona».
- ¡¡Maldito!!, ¡¡Maldito!! – repetía Alberto incesantemente.
El Samán escuchaba impasible, pues estaba habituado a estas confesiones nocturnas. Pero le llamó la atención, el tono de amargura con el que pronunciaba esa maldición. No captaba si iba dirigida a sí mismo, o a otra persona.
De vez en cuando, cambiaba de sonsonete y decía llorando:
- ¡¡Amelia, mi amor!!
El Samán, experto conocedor de diversas telenovelas etílicas de los que venían a llorar sus cuitas amorosas debajo de sus ramas, ya no le prestó mayor atención. Al amanecer, observó al hombre que tomaba el camino del aeropuerto. Seguía llorando…
La noche siguiente, viernes, se acercó Inavi a la Plaza. Había pasado ya la casa de Melinia, cuando escuchó los ladridos desesperados de un pariente cacri, que había quedado encerrado en el edificio público de uso múltiple: en él funcionaba el Juzgado, el Instituto de Puertos, la Lopna,… etc. Era como un supermercado burocrático.
Inavi intentó abrir la puerta exterior, pero fue inútil. Una cadena con un enorme candado, hizo imposible todo intento.
El ulular lastimero del perro estrenaba los tonos más tétricos, e infundía un clima de tristeza profunda en la noche de luna llena. La solidaridad de los cacri vecinos se demostró varias veces, en otros tantos intentos de liberación, pero se estrellaron impotentes contra la cadena y el enorme candado.
Esta atmósfera de tristeza sirvió de fondo a la conversación entablada entre nuestros personajes.

.............................

- Perro camarada, ¿a dónde me dijiste que te habías mudado?
- A los Chimichimitos, superabuelo, ¿por qué?
- ¿No es la casa de aquel amigo tuyo, que vino de Maroa?
- Sí, de Alberto.
- Tú tienes mucha suerte, pero mala, perro amigo…
Primero, vivías en casa de un tipo podrido por la plata, y ahora, con otro podrido por la caña…
- Está bien, don «Perfecto»… de vez en cuando hay que echar una canita al aire ¿né?…
- Pero a ese amigo tuyo no se le veía muy feliz que digamos… Se pasó toda la noche llorando, aquí debajo. Tenía un llantén…
- Pobre hombre… - dijo Inavi muy triste.
- Aunque no es lo mismo un hombre pobre que un pobre hombre... en verdad, ese amigo tuyo da la impresión de ser un pobre hombre.
- Tú no entiendes de eso... – respondió Inavi misterioso.
- ¿Los perros también lloran?
- ¿No escuchas a ese perro que está encerrado? ¡Insensible!... – dijo Inavi molesto.
- Las plantas también lloramos. Cada vez que los homínidos con sus armas afiladas y sus hachas nos hieren o nos trocean, también lloramos. Pregúntale a aquella mata de caucho, que está al norte de la plaza. Toda una generación de sus parientes fue sacrificada cuando los homínidos se volvieron locos cosechando su sangre blanca. Pero… ¿por qué llora tu amigo Alberto?
- Es una historia larga – dijo Inavi.
- Tenemos tiempo toda la noche. Yo nunca tengo sueño…

Cacri comenzó su narración.
- Cuando yo conocí a mi salvador, Alberto, éste era un joven entusiasta, alegre, amante de la vida. El fue quien se compadeció de mí y me volvió a la vida en aquella playa del Atabapo a la que había llegado yo, arrastrando mis fracasos y mi dolor por la muerte de mi viejo amigo Siballaba.
Indígena de ascendencia yeral, sus padres habían llegado a Venezuela por la autopista fluvial del Río Negro, en una de las muchas migraciones que el empobrecido norte de Brasil intercambiaba con el empobrecido sur venezolano. Todo era igual aquí y allá: el mismo río, la misma selva, la misma gente y las mismas lenguas. El yeral fue desde siglos, la lengua «franca» para todos los indígenas de ese río. En ella se entendían tucanos, banibas, curripacos, baré…
A los 15 años se dedicó a trabajar, pues no le encontraba sentido a la escuela. Después de aprender a leer, a escribir y a hacer cuentas, lo demás era perder el tiempo. Ayudó a su papá en el conuco, pero también se cansó. La vida del caserío era monótona, siempre igual, un círculo que se repetía siempre. Cada vez que iba a Maroa, era como si el círculo se rompiera. Cosas nuevas: comida, bebida, música, muchachas lindas adornadas con vestidos de colores…
Y así un día, se enroló como marinero en la embarcación del señor Aragua, un pariente lejano de su papá. El horizonte se le abrió, conoció San Fernando, más grande que Maroa, y Puerto Ayacucho, más grande que San Fernando. El inmenso paisaje del río abrió su vida a nuevos y más amplios horizontes. Estaba convencido que los viajes que hacía, le enseñaban más que la escuela.
Cuando yo llegué a Maroa, me percaté de la causa de toda aquella alegría y vitalidad que Alberto contagiaba. Le esperaba Amelia, una linda muchachita de ojos inocentes y rasgados, lisa cabellera negra, contextura frágil y ávida de cariños desconocidos.
- Te estás poniendo romántico… - le dijo el Samán
- Tú no sabes nada de eso, así que escucha y calla... Iban descubriendo poco a poco sus escondidos misterios, cuando retozaban en la semioscuridad robándose furtivos besos.
- …Y tú «cachando» escondido, mono cachón… - interrumpió sonriendo el pícaro Samán.
- ¿Te vas a callar? – ladró Inavi.
- Prosigue, paraquete...
- Fabiana, era una indígena casi analfabeta, que fue presa fácil de las promesas de un guardia. El fruto de esa relación esporádica fue Amelia, la noviecita de Alberto.
Por necesidad, más que por amor, se fue a vivir con Salustiano, un mestizo retrechero, malencarado y déspota. Este, notaba cómo su hijastra crecía y se iba convirtiendo, poco a poco, en una fruta apetecible a sus lascivos propósitos. Sus miradas perseguían insistentemente todos los movimientos de Amelia.
Cuando ésta comenzó a tratar a Alberto, Salustiano la mezquinaba, regañaba e insultaba. Varias veces la encerró, impidiéndole sus encuentros con Alberto.
Fabiana, aunque internamente no estaba de acuerdo, se callaba por miedo a Salustiano. La presencia continua de Fabiana en la casa, impedía lo peor.
Los encuentros con Alberto se hacían cada vez más difíciles e intermitentes. Amelia sentía pánico de que Salustiano los viera juntos.
Un día, el padrastro de Amelia tuvo el campo libre para realizar su propósito aberrante. Fabiana, por el fallecimiento de una hermana, tuvo que viajar a Galito, una comunidad cercana, para asistir al sepelio. Cometió el error de no llevar consigo a Amelia.
Esa misma noche Salustiano intentó abrazar a Amelia que logró zafarse y, llorando asustada, corrió a refugiarse, en la casa de unos vecinos.
Al rato llegó Salustiano a buscarla.
- ¡Pobrecita! Extraña mucho a su madre y se pone nerviosa… - disimuló el padrastro.
La actitud de Salustiano simulando compasión y cariño, convenció a los vecinos para que le entregaran a Amelia. La vecina los acompañó hasta su casa. Amelia temblaba como una hoja.
Una vez solos, después de cerrar la puerta, Amelia intentó guarecerse en la cocina. Salustiano se transformó en un energúmeno. Forzó la puerta y entrando, le asestó un golpe en la cabeza a la muchacha que cayó al suelo. La bozaleó con un trapo y la violó salvajemente en el suelo desnudo de la cocina.
- ¡Ahora si quieres, puedes ir con el carajito ese… pero si dices algo, te mato!
Amelia, sangrante e impotente, lloraba amargamente.

- ¡Qué sinvergüenza! ¡Qué rata! – dijo el Samán moviendo airadamente varias de sus ramas.
- Al día siguiente, llegó Fabiana del sepelio de su hermana. Notó en la casa una atmósfera enrarecida. Amelia parecía otra persona, con la mirada perdida en el vacío, silenciosa, había perdido todo aquel encanto, frescura y alegría que siempre la distinguía
- ¿Qué pahó?
- Nada... – respondía Amelia esquivando la mirada de su madre.
Alberto durante todo ese tiempo, estaba en uno de sus viajes a Samariapo.
Cuando regresó a Maroa, Amelia no fue a recibirle ni a saludarle, como hacía siempre, al terminar de sacar la carga.
Después de bañarse y comer algo, la invitó a charlar y dar un paseo. Amelia lo siguió. Su mirada era lejana, respondía con pocas palabras y cada vez que Alberto intentaba tocarla, Amelia se ponía tensa rechazando toda caricia. A partir de esa tarde sospechó que algo debió haber pasado para que Amelia hubiera dado un cambio tan drástico en la relación con él.
Al acostarse tardó en conciliar el sueño. Le martillaba la mente constantemente al pensar en la posibilidad de una traición de parte de Amelia. Recordaba con fruición los primeros encuentros, su alegría, su cariño. Estos pensamientos se estrellaban contra la roca de la duda. ¿Qué le había pasado a Amelia?
Pasaba el tiempo y Alberto, entre viaje y viaje, pasaba ratos con Amelia. Un día se decidió y le pidió la prueba máxima de que lo amaba. Habían pasado ya dos meses de la violación salvaje de su padrastro.
En la hierba suave que brota milagrosamente en el banco de arena blanca detrás de aeropuerto, Amelia y Alberto sellaron con sus cuerpos el amor que desde muy jóvenes se profesaron.
A los pocos meses del encuentro con Alberto, a Amelia se le empezaron a notar los primeros síntomas del embarazo. Su vientre iba engrosando visiblemente y, ante la sospecha de su madre, Amelia le confesó que estaba embarazada.
Hubo insultos, groserías y lágrimas.

- ¿Y la mamá no había hecho lo mismo que ella? ¿Por qué la regañaba?... – preguntó extrañado Samán.
- Misterios de los homínidos… Salustiano fue envenenando la mente de Fabiana acusando al «noviecito ese» de Amelia, que se hallaba de viaje.
De regreso, a Alberto le comunicaron la noticia y, loco de contento corrió a la casa de Amelia para abrazarla, pero ella lo recibió con una mirada extraña, perdida y distante, al tiempo que percibió las miradas de Fabiana y Salustiano clavándose en su espalda como cristales rotos.
Fabiana, azuzada por el marido, explotó, y le dijo que ahora tenía que casarse con Amelia. Alberto, feliz, dijo que era lo que estaba esperando, él quería a Amelia y Amelia a él.
A la mañana siguiente, el juez de Maroa presidió el matrimonio civil entre un feliz Alberto y una Amelia profundamente triste.
Salustiano había logrado su objetivo.
Llegó el acontecimiento del parto, que Fabiana resolvió sin necesidad de acudir a la medicatura. Alberto, orgulloso del milagro de la vida que tenía Amelia en su regazo, fue a celebrarlo con sus amigos.
Pasó el tiempo y Alberto tuvo que salir nuevamente de viaje. Amelia, mientras tanto, cada vez más ausente, se despreocupaba del hijo que lo cuidaba Fabiana.
Uno de esos días, Amelia había salido de su casa muy temprano. Eran ya las tres de la tarde pasadas, y Amelia no aparecía por la casa. Fabiana avisó a la Guardia que no dejó rincón del pueblo sin revisar.
A las 6 de la tarde llegó la noticia. Habían encontrado el cuerpo sin vida de Amelia en uno de los rastrojos cercanos, por la carretera de Yavita. El dolor de Fabiana y las falsas muestras de duelo de Salustiano colmó el velorio, acompañados como siempre, por los dimes y diretes del pueblo. Unos decían que se había envenenado con «palo ‘e caribe», y otros que la habían golpeado; no faltaron quienes dijeron que llevaba tiempo con un daño que le habían echado encima….
El regreso de Alberto, después de conocer la triste noticia, fue lo más pronto posible, pero no pudo llegar al entierro. El día de su arribo lloró como un niño, echado sobre la tumba de Amelia. «¡Maldito! ¡Maldito!» – repetía continuamente, como tú le oíste llorar aquí.

- ¿A quién se dirigía esa maldición? ¿a sí mismo o a otro? – preguntó el Samán.
- Conociendo el final de la historia, es fácil saberlo.
- Vete terminando, que ya es tarde y en esta noche sin luna y sin luz eléctrica, te va a ser difícil llegar a los Chimichimitos… el hampa se soltó el moño también en Atabapo.
- Como puedes suponer, a los pocos días, el pueblo retomó la normalidad acostumbrada. El niño crecía en casa de Fabiana y era la alegría de Salustiano que no se separaba de él.
Alberto, al regreso de otro viaje, percibía las miradas y sonrisas de amigos y vecinos, los cuales dejaban escapar frases demasiado inteligibles. «...¿conoces este chiste sobre cachos?…» - decía un paisano. «Se parece más al abuelo que al papá…» - comentaban otros. A Alberto, según pasaba el tiempo, se le veía más serio. Esta situación hacía crecer en él la duda como una espina que, poco a poco, se iba hincando en el corazón. Se hizo más callado y ya no retozaba con el niño, ni lo acariciaba.
En sus viajes a Puerto Ayacucho había entablado amistad con unos paisanos. En una noche de palos, dio rienda suelta a su despecho. Recordó y narró, entre otras cosas, la historia de los «mati» o dañeros, aquellos hombres de la tribu que, según le contó su abuelo, eran los encargados de hacer justicia por los atropellos y maldades que algunos cometían.
Uno de los paisanos se sonreía mientras escuchaba a Alberto. Al final, le dijo que en su tierra también existían ese tipo de encargos. Pero, eso sí, había que pagarlos. Les decían sicarios. La conversación interesó a Alberto que, mientras lo escuchaba, elaboraba el mapa mental de su futuro plan de venganza. Tenía unos ahorros en una libreta. Con ellos había pensado hacerle varios regalos a Amelia.
Al mes y medio de esta conversación, un día cualquiera, en el cementerio de Maroa se aglomeraba la gente, familiares, curiosos…
Alberto, hierático, desde un ángulo, observaba a Fabiana abrazándose teatralmente a la urna, mientras el niño de Amelia se agarraba a su falda. El sicario había hecho limpiamente su trabajo. Su presencia en Maroa pasó desapercibida, pues en la frontera, el paisano tiene doble cédula.
El cuerpo sin vida de Salustiano, lo habían encontrado por el camino de Yavita, en el mismo rastrojo donde había aparecido el cuerpo de Amelia. El «palo ‘e caribe» cobraba otra víctima...
El pueblo, mientras tanto, recobraba lentamente su
ritmo lento. Un día, Fabiana se acercó a Alberto con el fin de hablarle del futuro y del mantenimiento del niño.
- Ese hijo es de Salustiano, tu marido. – dijo fríamente Alberto - Tú y yo éramos los únicos que no lo sabíamos.
Pocos días después, Alberto hizo su último viaje con Giovanni «Conejo» Aragua. Había decidido quedarse en San Fernando, huyendo de su drama y de sus fantasmas.

- ¡¡Pobre homínido!! La carga que lleva encima es verdaderamente muy pesada... – murmuró el Samán.
- Pues ya lo sabes. ¡Nunca te rías de un borracho cuando llora, samán oligarca!... Hay borracheras que tienen un origen y un camino muy largo y tortuoso. Ahora te digo a ti, lo que tú siempre me repetiste: «No veas la vida en blanco y negro»… No es fácil...

El samán no respondió, pero en un golpe de brisa, dejó caer sobre Inavi una lluvia de minúsculas hojas. Fue su mejor respuesta…



LA PLANTA


- Saco de leña, alégrate que va a llegar la planta.
- ¿Qué planta?
- La de Cadafe. De nuevo va a «ver luz» Atabapo…
- ¿Por qué le dirán planta a una vulgar e inerte máquina de hierro? La planta es un ser vivo, que «nace, crece, se reproduce y muere». Las auténticas plantas tenemos raíces, tallo o tronco y ramas con hojas y flores. ¿En qué se parece una cosa tan basta, a nosotras las plantas?
- Será por aquello de que «generan» luz y la difunden por medio de unas ramas que llaman cables. Además, éstas plantas también nacen, «funcionan» y se mueren.
- Muy romántico, perrito, trata ahora de hacer una poesía a un arrume de hierros retorcidos que no sirve para nada.
- Cállate, saco de leña, que ya viene la caravana!...

.............................

Fue un día del mes de marzo. Un día cualquiera, anodino, aburrido y caliente. Uno de esos días que los atabapeños están acostumbrados a soportar.
Una caravana bullanguera, alborotadora, subía desde el puerto rompiendo la somnolencia pueblerina a golpes de pitos, gritos y megafonía sobre ruedas. El pueblo se estremeció frenéticamente con las bocina de dos largas hileras de mototaxis, carros oficiales y privados, que precedían a la planta cual Reina de Carnaval.
Atrás quedaban las largas noches de húmedos insomnios, el llanto de los muchachos que no soportaban el calor veranero, la carencia de agua, el alto grado de estrés, calenteras y discusiones ridículas… La euforia de que todo se había solucionado, hizo olvidar todas las penurias pasadas.

- ¡¡Aquí está!!¡¡Aquí está!! – gritaban entusiastas las gargantas azules de los ppteros.
- ¡¡¡Llegó, llegó, llegó!!!… – cantaban otros.
- ¡¡¡Tóquenla, escuálidos!!!... – decía una ex-adeca recién conversa.
- ¡¡Métanle el dedo!!... – añadía otro de forma más procaz.
- ¡¡Este es un día digno de escribirse con letras de oro en los Anales de Atabapo!!... – perifoneaba extasiado un afamado locutor.
- ¡¡Aquí está, aquí está, habladores de paja!!... – se desgañitaba otro mercenario del micrófono.

Era interesante la actitud de los politiqueros y autoridades atabapeños. La llegada de la planta se consideraba como un triunfo, una conquista, en vez de considerarla como la corroboración de la ineptitud de los responsables que tuvieron al pueblo sumido en la oscuridad. Debería darles pena y traerla a escondidas, de noche, de incógnito. Pero Atabapo es singular también en eso: la ineptitud cobra visos de triunfo y de éxito.
La caravana recorrió medio pueblo y se encaminó hacia la sede de Cadafe. Todo el pueblo estaba feliz. Después de pasar tantos meses en la oscurana, para el pueblo era una especie de resurrección.
Para nadie, en Amazonas, eran noticia los tradicionales problemas de energía eléctrica de Atabapo. Aún antes de este gobierno. Años atrás, se llevaron a cabo luchas y protestas para bajar las tarifas. Las comisiones nombradas para exponer las razones del pueblo, chocaron siempre con la burocracia institucional de Elecentro - Cadafe. Aún se recuerdan las presiones sobre el Gobernador anterior, para solucionar el problema de la luz.
Todo el mundo sabía que en el anterior gobierno se consiguieron plantas usadas, «repotenciadas» o pintadas...También sabía que la sede de Cadafe de Atabapo se había convertido en un «cementerio» de plantas.
El problema era, pues, de carácter estructural. Atabapo tuvo por tradición, un pésimo servicio público. Antes y ahora. Todos sufrieron las consecuencias de esta historia. Eran muchos los meses cargados de promesas y noticias, que iban y venían a cada rato, sobre el esperado arribo de la Planta.
A todas las preguntas que se hacían, se respondía siempre con fechas y más fechas. El pueblo pasó varios meses creyéndose cuentos e historias. Como no se veía la luz al final del túnel, se hizo lo que se hace en toda Venezuela, para tratar de que le hagan caso al pueblo: protestar. Y cuando protestaba Atabapo, era porque verdaderamente ya no se aguantaba más.
El día 15-05-2005 se llevó a cabo una manifestación de ciudadanos en la Plaza Bolívar y nombró una Comisión, compuesta por el Alcalde y 3 ciudadanos, que no llegó a parte alguna...
El día 28-05-2005 hubo otra protesta nocturna delante de Cadafe.
El 24 -11-2005 con motivo de la venida del Ministro de Sanidad, Dr. Armada, se le hizo entrega de una carta en la que se le solicitaba comunicara y diera a conocer al Presidente Chávez esta situación de carencias en los servicios públicos de Atabapo.
El 07-12-2005 se realizó otra manifestación delante de Cadafe y la Alcaldía. Se nombró una Comisión para hablar con el Alcalde. Se presentó él con algunos concejales y otros trabajadores de la Alcaldía y dio las últimas noticias sobre la Planta. Otra vez se dieron fechas claras y precisas. La referencia última era siempre la Gobernación de Amazonas que era la que, supuestamente, estaba haciendo los trámites para conseguir la Planta nueva.
El 21-01-2006 los habitantes del barrio La Punta llevaron a cabo un acto de protesta nocturna delante de Cadafe, porque ese sector llevaba 72 horas continuas sin servicio de luz.
El día 08-03-2006 se realizó una manifestación que se dirigió a Cadafe y a la alcaldía.
Como forma de presión, un grupo decidió tomar el edificio de la alcaldía. La presencia de la G.N. logró abortar cualquier intento de violencia que sí asomó de parte y parte con incendio de cauchos en la calle, insultos, golpes, filmadoras voladoras, culatazos, en el momento en que los tomistas intentaban desalojar a los que estaban dentro del edificio. Finalmente se desalojó el local quedando el Mayor de la Guardia en posesión de las llaves.
Los tomistas permanecieron de noche y de día delante de la alcaldía con música, café y lo que nunca falta en Atabapo: caña. Hay que decir que los presentes, aunque algunos estaban algo «alegres», acataron el consejo que se les dio de abrir la calle al tránsito y colocarse en la acera de enfrente sin ningún problema.
Por la noche quedaron de guardia unos agentes de la Policía local. Un ex-adeco recién convertido a revolucionario, cortó el candado de la Alcaldía con una cizalla. Hecho que le costó una corta reclusión en el Comando.
Por la mañana, la ciudadana Estélida A. imitando protestas televisivas, se encadenó a la puerta de la Alcaldía mostrando así su libre voluntad de protesta.
Durante esos días, la primera autoridad municipal dejó una encargada de la Alcaldía que tuvo que hacer frente a la crisis, pues la mayoría de los Concejales y Directores estaban ausentes… «y que haciendo diligencias sobre el destino y movimiento de la Planta».
Hay que resaltar que la única razón de la protesta, fue la de presionar para la rápida solución de la crisis energética absoluta, que el pueblo sufría desde hacía más de 15 días. No fue por lo tanto, como el Dr. Atamel Dechá y algunos aprendices de brujos dijeron: que lo que se pretendía era «quemar la alcaldía», «romper el hilo constitucional»... «que se pretendía tumbar al alcalde y tomar el poder»… No era tiempo, ni de campaña electoral, ni de elecciones, ni de referendo... El Dr. Atamel Dechá, con verbo encendido en su alocución por Radio-Alcaldía 92.1 FM, pretendió resucitar la «epopeya» del 11 de Abril en Caracas, otro «Puente Llaguno», con curas conspiradores y subversivos, militares traidores... Se escandalizaban porque nunca habían visto quemar dos cauchos... estaban preocupados por el peligro de herir a «niños, niñas, jóvenes y adolescentes», pero nunca se preocuparon porque «niños, niñas, jóvenes y adolescentes» llevaran 15 días sin clase y con los servicios básicos colapsados.
Lo único que pedía el pueblo era que el problema de la luz fuera resuelto lo más pronto posible. Que trajeran la planta. Todo el mundo estaba harto. El nudo del problema estaba en la incapacidad demostrada para resolver el problema por parte de las autoridades…
Mientras tanto, las noticias sobre la famosa planta, se agolpaban unas encima de otras, más bien parecían una mamadera de gallo bien orquestada:
- «Salió de Miami…»
- «Está en La Guaira…»
- «Llegó el barco a Puerto Cabello…»
- «No. Llegó al puerto de Guanta…»
- «Si no está para el día «X» presento la renuncia a mi cargo» – prometió el ingeniero Ted. (promesa que no cumplió).
Los mismos concejales y directores ya no aguantaban los embustes del Ing. Ted y dijeron haber enviado un documento al Alcalde para que lo destituyera. Políticamente eran muy cándidos, a Ted eso no le quitaba el sueño; si lo destituían prendería el ventilador y embarraría a muchos.
Como en todo momento crítico, el humor venezolano sirvió de válvula de escape. Muchos fueron los cuentos:
- «...Venía de Nueva Orleáns y el huracán «Katrina» no la dejó salir del puerto…»
- «...Viene de California y no puede pasar por el canal de Panamá, porque la Planta es demasiado grande…»
- «...Bush no quiere que le manden nada a Chávez, por eso no llega…»

El pueblo ya no creía nada de lo que le decían. La legisladora Dilia Meñique enseñó la constancia de la liberación por parte del Consejo Legislativo de los dineros para comprar una Planta Nueva, por la cantidad de 1.344 millones de Bs.
La toma y protesta duró los días 09 y 10 de Marzo 2006, hasta que se notificó la llegada de la esperada Planta a Puerto Ayacucho.
Mientras tanto, se supo que la empresa «Proyectos e Inversiones Margarita» era la encargada de adquirir la Planta. La sospecha continuaba, pues nadie hablaba con claridad. ¿No sabían nada? ¿Escondían algo?
El alcalde y los concejales sólo hacían referencia a lo que decía el gobernador.
Unos días antes de carnaval, el alcalde, desde Margarita, hizo una declaración a Radio Amazonas que alivió y llenó de esperanza a los atabapeños: «La Planta Nueva ha llegado a la Aduana de El Guamache (Estado Nueva Esparta)».
Era una extraña coincidencia que la Nueva Planta, apareciera en el Estado donde, supuestamente, funcionaba la empresa «Proyectos e Inversiones Margarita».
No entró por Puerto Cabello, ni por la Guaira, ni por Guanta, como se decía en versiones anteriores, sino por «El Guamache» en Margarita... También dijo el alcalde que el papeleo de nacionalización no se haría en la aduana de Margarita sino en la de Puerto Ayacucho, con el pretexto de agilizar la pronta llegada a San Fernando. «Finalmente Atabapo va a contar con una planta nueva, de paquete», dijo el alcalde a Radio Amazonas.
Aquí empezaron las primeras sospechas, derivadas de las preguntas que el entrevistador de Radio Amazonas hizo al ingeniero Revisón:
- «Ingeniero ¿puede usted asegurarnos que la planta es nueva?»
El ingeniero después de una pequeña pausa respondió:
- «Bueno… viéndola por afuera, parece nueva».
- «¿Asegura usted que la planta es nueva?» – insistió el locutor.
- «Bueno, por afuera parece nueva, pero para decir que es nueva, yo como técnico, tendría que abrir y examinar ciertas piezas» - respondió Revisón.
............................

- Amigo cacri, aquí algo huele mal...
- Pues conste que yo no fui… - brincó Inavi.
- No, vale, no me refiero a eso. Digo que tu antiguo amo, el Dr. Atamel Dechá está metido en líos.
- ¿Qué investigaste?
- Esa planta, como que es chimba. Ayer mismo, ahí debajo en la calle tuvo lugar una reunión interesante. Estaban el cura, el ingeniero Revisón, el Dr. Atamel D. y otros dos paisanos. El ingeniero Revisón aseguró en ese momento delante de testigos, que la Planta era usada y que, cuando Radio Amazonas le preguntó si la Planta era nueva, a su lado estaba el ingeniero Murioz de «Inversiones Margarita» que le decía: -«Diga que sí, que es nueva». Revisón se apartó un poco, y le respondió que él sabía lo que tenía que responder.
- ¿Y el cura no dijo nada? – preguntó Inavi.
- Le descargó al Dr. Atamel D. cuando éste dijo: «¿Y qué, si no es nueva? Lo importante es que funcione…»
- «Mira, yo te conocí de carajito, cuando aún cargabas mocos al aire. Tú naciste en este pueblo, pero no lo quieres. Tú vives con aire acondicionado y aquí la gente sufriendo, ¿por qué dijeron que era nueva?»
- Entonces reconocieron que no era nueva… – dijo Inavi.
- No se sabe aún, porque el ingeniero Revisón que, al parecer, ya lo había contratado la Alcaldía, le dijo a Sor María Piedrita el día de la inauguración, que sí, que la planta era nueva... ¿Tú entiendes algo?
- Yo averigüé con los cadaferos y todos coincidían en que la planta no era nueva. Pero no podían decir nada en público, ni firmar nada por orden de sus superiores – dijo Inavi.
- Por eso yo el otro día, aquí mismito debajo de mis ramas, escuché a un tipo que trabaja codo a codo con el gobernador, que le decía a su cuñada, camino del puerto: «¿De qué se quejan?... Con lo que nos costó conseguir esas piezas en los Estados Unidos…»
- Pero ¿cuál era el problema? – razonó Inavi - La gente lo que quería era la luz, ¿por qué no le dijeron de una vez que la planta era usada?
- Porque tus compinches querían sacarla de jonrón… querían decir que ellos sí traían plantas «originales», no chimbas o pintadas como las de la 4ª República.
- Cuando estuve en Cadafe el día que trajeron la Planta, escuché con mi «Usendú pa» («el que escucha todo»), una conversación interesante…
- Parecemos dos viejos chismosos… - sonrió el Samán.- Échale pichón, que tenemos que descubrir la verdad verdadera.
- Cuando metieron la Planta en el Galpón escuché un gran alboroto, como pitos y chirridos. Esto fue lo que grabé. Te lo pongo a pleno volumen para que escuches:

- «Ahí llegó la sifrina… - dijo la Cumming más anciana.
- Se la echa de jovencita – dijo la otra Cumming también veterana arrumada en un rincón.
- Claro que soy joven, - dijo la recién llegada CAT 3516 - ¿no se me nota?
- Lo que tienes es la piel estirada… Pura cirugía… - atacó la CAT - 3512.
- Y tienes encima 4 capas de pintura al menos, pero ni con eso…- dijo la de más acá, la CAT - 32.
- Pura envidia, compañeras, pura envidia, porque soy la estrella del pueblo, aclamada por las calles...
- Ya te detestarán como a nosotras, cuando te apagues. Más que a nosotras, que nos trajeron como viejas y pintadas, en cambio a ti te trajeron… ¡¡y que nueva!! - dijo la CAT-32.
- Bueno, es verdad, estoy repotenciada – se defendió la recién llegada.
- Sí, con 6 cirugías plásticas - ironizó la vieja Cumming.
- No vas a durar mucho – dijo la CAT - 3456.
- ¡¡Mira, se le corrió el rimel…!!» - señaló con una manguera suelta la C - 32, al ver debajo un charco de aceite negro.

- Muy buena la grabación, pero no nos sirve de prueba en un juicio, pues los homínidos no se escuchan sino a ellos mismos – sentenció el Samán.
- No importa, ya pensaré algo que esté más a la altura de ellos, son unos pobres ignorantes. Me voy. Hasta otro momento - señaló Inavi.
- A propósito, perro embustero, ¿cómo puedes oír hablar a esas plantas de Cadafe, si el «Usendú pa» era sólo para escuchar a los homínidos y a las plantas verdaderas, o sea, a nosotros los árboles?
- Fue una equivocación del viejo chamán yeral. Cuando me brujeó, él no hacía esa distinción entre planta y planta. Para él todas eran plantas.
- Hasta pronto - se despidió el Samán sospechando siempre de los posibles embustes de Inavi.


INAVI DETECTIVE

- Otro día sin luz, amigo samán.
- Yo, mientras tenga la luz del sol, la otra no me importa mucho.
- ¡Egoísta al fin! Tú no sufres los ataques del hampa…
- Mira, perro amigo, los homínidos son tramposos por naturaleza. Por esas trampas que se hacen entre ellos, está el pueblo como está.
- Sí, pero no tienen que pagar todos por lo que hacen unos tramposos - se excusó Inavi.
- Pero tú bien que te fiabas de ellos y les jalabas, al gobernador, al alcalde, al Dr. Atamel Dechá.
- Yo todavía me resisto a creer que toda la culpa sea de ellos - insinuó Inavi.
- ¿No crees ni después de haber oído a las plantas? – preguntó Samán.
- Más bien me parece un sabotaje…
- Sí claro, tal vez Bush mandó a Atabapo a un comando de la CIA para sabotear la acción de gobierno… Por favor, ¿quién conoce a Atabapo, más allá de Pto. Ayacucho?...
- Bueno, amigo samán, voy a recordar mis viejos tiempos de detective. Voy a activar mis armas secretas, mis «chips», y voy a descubrir este cangrejo - dijo decididamente Inavi.
- Animo can, patas a la obra... - añadió el Samán - yo te apoyaré con mis armas: las plantas de aquí, de Ayacucho y Caracas, estarán listas para resolver este enigma.

Inavi se hizo un plan de trabajo y, en varias semanas recorrió el pueblo de punta a punta. Pasó largo tiempo espiando a los cadaferos y su accionar con la Planta para descubrir cualquier actividad sospechosa.
Se internó de incógnito en la alcaldía, asomó su nariz, y afinó su «Usendú pa» («el que escucha todo») para oír las conversaciones que se daban en el cogollo del partido.
Habló con todos los canes amigos y estableció con ellos una red de espionaje que se extendía por todas las casas de los funcionarios más importantes, el alcalde, el ingeniero municipal, los directores, el Dr. Atamel Dechá, administrativos, secretarias etc.
La primera desilusión, y la más fuerte, un duro golpe a su moral revolucionaria, se produjo cuando escuchó un encuentro del cogollo directivo del partido. Fue una reunión a cuchillo:

- No es justo que este señor que viene de Pto. Ayacucho se lleve los mejores contratos… - decía un concejal.
- Calma, hay para todos – decía el jefe.
- Yo quiero la dirección de servicios…
- Yo estoy esperando que me arrimen algo, porque hasta ahora… nada. - dijo otro.
- Ya tienes un contrato en la carretera…
- Pero es muy poco. Si tú te quedas con el 30 %, más lo que tengo que dar al otro…
- Están aprobados unos recursos adicionales – trató de calmar el jefe.
- Sí, pero irán a parar a los de siempre.
- Si no me dan lo que pido, me salgo del partido – dijo el Dr. Atamel D.
- Hay para todos, tengan calma. Además, no vamos a gobernar sólo 4 años. No se apuren….»

Inavi pensó en los bonitos discursos que todos ellos hacían delante del pueblo: «la vocación de servicio», «ahora Atabapo es para todos», «la revolución del pueblo»… «somos los servidores del pueblo»…
Inavi salió asqueado de la reunión.
Constató que la pelea era a muerte entre los dirigentes del proceso; aunque exteriormente se les veía sonrientes alabándose unos a otros, por atrás se disparaban sin misericordia. Se dio cuenta lo equivocado que estaba y empezaba a darle la razón al viejo samán. La «Síntesis» de toda la dialéctica en Atabapo era la plata, el dinero, los reales.

Inavi desarrollaba todos esos días una actividad febril, inusual a un perro de su edad. La red de información se hizo cada vez más extensa. Pero como le faltaban unos datos concretos que los árboles de Ayacucho no le enviaban al Samán, decidió ir personalmente a Ayacucho.
Aprovechando que Alberto trabajaba como motorista en la alcaldía, se embarcó con él para Samariapo. Llegó a Pto. Ayacucho en un camión cargado de madera. Se subió como pudo, mientras el chofer se tomaba un refresco, y se escondió en un hueco. Una vez en la capital, se dirigió a la Plaza de la patineta y contactó con un viejo mango que era el transmisor de mensajes del samán, vía Intervegetal. Crearía con los cacri capitalinos una red de espionaje, y él se encargaría de coordinar y comunicarle los datos recogidos en el Palacio de gobierno, en el Consejo Legislativo, Radio Amazonas etc.
Inavi daba un reporte todas las noches en el Parque, y el mango transmisor le enviaba los datos al Samán de Atabapo. Este comenzó a recibir y ordenar los correos:
«…. Dijeron que la Planta era una asignación del FIDES. Investigué y el FIDES no financió ninguna planta para Atabapo este año…»
«… La Planta Cat. 3516 de 1.750 Kwa. Modelo 7GM000548. Serial 257005348… fue vendida por Caterpillar el año 1996…»
«…Cuando llamé a Caterpillar y pregunté si venían a instalar la planta recién comprada para Atabapo, respondieron: ¿cuál planta?...»
«…Un dato que me dio un perro policía que trabajó como guardián privado en la Caterpillar: «Fíjate bien. La planta Caterpillar que aparece en la página web de Venequip, el radiador original es de color negro brillante, no pintado de amarillo como la planta de ustedes. Lo mismo las mangueras. La base de la Planta original es de color negro con las siglas CAT en blanco, en cambio en la planta que fue a Atabapo todo está pintado de amarillo. Fuentes fidedignas dicen que la planta fue pintada dentro del cuartel de la Policía de Puerto Ayacucho...»
«… La planta conseguida para Atabapo, era una de las plantas que en Margarita tenían las conserveras y otras grandes industrias cuando ese Estado no estaba conectado al sistema eléctrico nacional…»
«… Lo de «nacionalizar» la planta en Ayacucho, en lugar de Margarita, es un cuento chino. Si desde 1996 estaba en la isla, ya tenía que estar «supernacionalizada» ¿o es que Margarita no es Venezuela?…»
«…Una planta de paquete, es instalada por técnicos enviados o delegados por la compañía vendedora, en este caso Caterpillar. Esa Compañía tiene representantes en Venezuela. En cambio, en Atabapo la tuvieron que montar los técnicos locales».
«… Averigüen bien, pues parece que los técnicos de Cadafe no recibieron ningún manual, ni los papeles que toda Planta nueva lleva consigo.»
«… Toda Planta nueva, de paquete, tiene una Garantía. Si algo falla mientras dure la Garantía, la Compañía vendedora debe hacerse cargo de los arreglos o desperfectos. En Atabapo los técnicos locales tuvieron que meterle mano en los primeros días poco después de inaugurada...»
«… los únicos que siguen diciendo que la Planta es nueva, son el gobernador, el alcalde, Radio Amazonas y los jalabolas de siempre…»

A los pocos días, regresó el detective Inavi e hizo un Informe final que le presentó al Samán:
«1. Nadie con dos dedos de frente, puede comprender que Caterpillar acepte que le monten una de sus máquinas sin enviar a sus técnicos. A Atabapo no vino nadie de esa compañía.
2. Nadie con dos dedos de frente, puede creer que una máquina de ese calibre llegue sin Manual, ni Garantía.
3. Nadie con dos dedos de frente, puede creer que, cuando la máquina tiene un percance, pueda meterle la mano todo el mundo, si tiene, como tendría que tener, su Garantía.
4. Nadie con dos dedos de frente, puede comerse el cuento de que el óxido que tenía la base de la Planta se debía al «largo» viaje desde USA.
5. Nadie con dos dedos de frente, puede aceptar que una planta nueva de Caterpillar venga pintada de forma diferente al prototipo estándar de la planta, especialmente el radiador y las mangueras».
Y así un largo etc. de falta de dos dedos de frente.

- ¿Te acuerdas, viejo cacri, la noche de la inauguración? El gobernador aseguró que la Planta tenía «Cédula de Identidad».
- Tenía razón. Estamos descubriendo que la planta de Atabapo no sólo tenía Cédula, sino que es «única» en su género, pues la Caterpillar la construyó y pintó de esa manera, exclusivamente para este pueblo - dijo el Samán.
- Por eso se le oyó decir, cuando la gente protestaba por la tardanza en llegar, que eso no era tan fácil pues «esas Plantas había que mandarlas a hacer expresamente» - comentó Inavi.
- ¡Qué riñones! ¿por qué engañan?... - comentó el Samán - Ellos creen que la gente es idiota. ¿Viste que le achacaban la mancha de óxido de la planta al salitre del mar, por el largo viaje, etc.? Como si las plantas las mandaran desnudas en el barco. ¡Qué bolsas!... A propósito, ¿cómo está hoy la bolsa?
- Alta. La gasolina no llega hasta pasado mañana… - respondió Inavi.



ADIOS LUZ

A los pocos días de la inauguración solemne de la planta, se produjo el primer apagón. Era el día 21 de marzo de 2006.
El día 26 del mismo mes, otro apagón más largo. Hablaron de cambio de correas. Llegaron las correas y, a las pocas semanas, tuvieron que buscar unos repuestos de piezas que, supuestamente, estaban en mal estado. Siguen los apagones.
- …Y Revisón p’arriba… y Revisón p’abajo…

Pronto surgieron las primeras reacciones oficiales:
- ¡¡Sabotaje!!¡¡Sabotaje!!
- ¡Fuera los cadaferos!
- ¡Son unos ineptos!
- ¡Aranda es un saboteador!...
- ¡¡Incapaces!!

Siguen los apagones. Se arreglaba una pieza y se dañaba otra… un cangrejo continuo.
- … Y Revisón p’arriba… y Revisón p’abajo…

El pueblo sufría cada apagón con sonrisas que reflejaban una extraña mezcla de sarcasmo y resignación:
- ¡¡Pobrecita!!... Menos mal que era «nueva»…

Y sucedió lo que tenía que suceder. Es lo que le pasa a todo organismo «viejo» o «accidentado». Si no es el tobillo son los meniscos, si no es el hígado es la artritis, si no es la tensión es el riñón… y así hasta que llega el colapso final.
El 14 de septiembre a las 2,30 de la madrugada la planta «nueva» se apagó y no quiso arrancar más. El «crack» llegó. Tuvo una vida corta y accidentada, apenas 6 meses. Demasiado corta su vida para ser de «paquete».

- Ahora sí, la oscuridad se enamoró de Atabapo – dijo Inavi en plan romántico.
- La oscuridad física sí, porque la oscuridad moral, ética, intelectual, espiritual, hace muchos años que tomó posesión de este pueblo. Lo convirtió en un pueblo abúlico, apático, que tiene miedo a reaccionar, como si estuviera condicionado genéticamente para perder…
- Sin embargo, ya se escuchan las primeras reacciones… - dijo Inavi esperando la rebelión y la lucha de clases...

La euforia que otrora inundaba los rostros de los que hicieron procesiones y caravanas, se fueron transformando en caras serias, miradas huidizas, rehuían tocar el tema en conversaciones y programas radiales de Radio-Alcaldía 92.1 FM.
Comenzaron las excusas y la distribución de las culpas.
- ¡¡Nos engañaron!!...
- ¡¡No es responsabilidad del alcalde!!
- ¡¡La planta la compró el gobernador!!...
- ¡Yo perifoneaba de aquella manera, porque me pagaban! – decía un locutor con manifiesta vocación de sicario.
- ¡El revolucionario Masagua habla ahora pestes del alcalde… pero antes lo defendía a muerte!..
- La cabulla sigue enredándose – dijo el Samán - ¿Recuerdas que la Contraloría vino por acá la semana pasada?
- ¡Ajá! Por cierto, los responsables de la alcaldía para salvar a su jefe, le echaron la culpa al gobernador…
- Pues en el último correo enviado desde la «Plaza de la Patineta», según fuentes fidedignas de Palacio, el gobernador no se quedó callado. – añadió el Samán.
- ¿Qué dijo?
- Dejó muy en claro lo siguiente:
1. La gobernación sí hizo el proyecto de la planta de Atabapo.
2. La gobernación sí recibió el dinero aprobado por el Consejo Legislativo.
3. Pero la gobernación le dio ese dinero al alcalde para adquirir la planta.
- Lo que queda por saber es, cuánto dinero recibió el alcalde de parte de la gobernación. ¿Llegó todo o una parte? ¿hubo repartición fraternal? ¿cuántos comieron de ahí? Una de las cosas que pude ver en mi viaje de investigación a Puerto Ayacucho, fue que en el palacio y alrededor del palacio, abundaban los mercaderes de la 4ª república que se cambiaron de camisa y ahora profesaban fe de revolucionarios de toda la vida…
- «El que desencabulle esta cabulla, buen desencabullador será». - señaló el Samán.
- Lo grave es que aquí, todos se hacen los locos. Se echan las culpas unos a otros – analizó Inavi.
- No se sabe si la empresa margariteña engañó a la gobernación, o si la gobernación le dijo a la empresa margariteña: «Engáñame, por favor»; o si la gobernación engañó a la alcaldía, o viceversa. Lo que sí estaba diáfanamente claro era que todos engañaron al pueblo. Lo tragicómico es, que nadie dio respuestas. Ni los de aquí, ni los de allá. La Asamblea Nacional, la Contraloría, la Fiscalía, nadie dijo nada.
Aquí hubo un fraude, un robo. No es posible que una planta usada, cueste igual que una nueva. En otros municipios, por mucho menos de lo que se robaron acá, inhabilitaron a los alcaldes.
- Aquí se embolsillaron más de la mitad de 1.344 millones de Bs. - dijo Inavi.
- Sólo en la planta… ¿y si le sumamos lo demás?… La pelota está ahora en el tejado del Consejo Legislativo y del diputado a la Asamblea Nacional, Mirildo P. Si hubo o no hubo «guiso», (¡¡que sí lo hubo!!), le toca a ellos dictaminarlo. Pero yo creo que todo quedará así. Somos una sociedad de cómplices y aquí todo el mundo tiene rabo de paja.
- ¿Qué necesidad había de meter embustes al pueblo? Lo que se quería era el servicio de luz eléctrica. Al pueblo no le importaba que le dijeran que la planta adquirida era usada o repotenciada. El pueblo ya está cansado de que le engañen. Tan cansado, que ya no protesta... ¡¡Pobre iluso yo, que creí que en la Vª no se repetirían los embustes de la IVª!!... – dijo decepcionado Inavi.
- La «síntesis», hermano can, la «síntesis»... Recuerda siempre que, tanto en la Vª como en la IVª, entre tesis y antitesis, lo único que importa es la «síntesis»: la plata, los cobres, los biyuyos…
- Tenemos que investigar hasta el final. Aunque tenga que viajar a Caracas... - concluyó Inavi.



ANÁLISIS DE LA MENTIRA

- Abuelo - dijo un retoño de mango al viejo Samán - ¿Qué es la mentira?
- La mentira es faltar a la verdad a sabiendas, - le respondió el añoso Samán - es una afirmación falsa que crea una idea o una imagen también falsa.
- Dame un ejemplo - pidió el manguito.
- ¿Un ejemplo? Muy sencillo. Lo que pasó aquí con lo de la planta eléctrica. Los que la compraron, sabían que no era nueva. Eso es lo que significa faltar a la verdad «a sabiendas».
- ¿La mentira es sólo de los animales de dos o cuatro patas? - preguntó el retoño.
- A veces las plantas también mentimos. Por ejemplo ustedes los mangos suelen mentir bastante... Se cubren de flores infinitas, pero sólo cuajan unos cuantos racimos de frutas. Pero los especialistas de la mentira son los homínidos.
- ¿Cómo mienten ellos?
- Tienen muchas formas de mentira. Unas les dicen mentiras piadosas que son para no herir susceptibilidades. Hay también mentiras colectivas, como las noticias de los diarios, las revistas, la radio o la televisión que, la mayoría de las veces, responden a intereses espurios. Hay también mentiras históricas en muchos libros de los homínidos porque, lamentablemente, como tienen una vida corta, no pueden ser objetivos con absoluta fidelidad cuando cuentan un hecho del pasado, porque no pueden evitar agregarle datos de su propia experiencia o ideología. Y por supuesto, hay muchas mentiras políticas que en este pueblo todos hemos podido comprobar. Estas abundan preferentemente en la época de elecciones.
- ¿Y nunca se descubre la mentira? - siguió el preguntón.
- La mentira «tiene patas cortas», - respondió el paciente Samán - es decir, que no llega muy lejos; porque los mentirosos tienen que tener ante todo muy buena memoria, si no quieren ser descubiertos. «Se atrapa a un mentiroso antes que a un cojo», dice un refrán homínido.
En realidad, los homínidos viven en una sociedad mentirosa. Todo el mundo se trata con mucho tacto, educación y falsedad, que es una forma de disimular, de mentir.
- Pero, ¿por qué mienten? - insistió el mango pichón.
- El que miente, necesita falsear la verdad para dar una imagen diferente de la que realmente tiene. Inventa historias, épicas y mitos que crea y narra a los demás, para hacerse más grande de lo que es en realidad. No está conforme consigo mismo y, en lugar de mejorarse auténticamente, se oculta tras una máscara o disfraz inconsistente. El mentiroso tiene miedo a perder la imagen falsa que se ha creado y creido. No se conforma con ser ella misma como cualquiera, sino que desea ser siempre una personalidad de primera magnitud, de esas que los demás aplaudan constantemente y admiren embelesados y envidiosos.
- Debe ser terrible vivir entre mentirosos, ¿no, abuelo?
- Un filósofo homínido llamado Nietsche, dijo hace muchos años, una frase que expresa la atmósfera irrespirable que puede producirse con la mentira: «Lo que me preocupa no es que me hayas mentido, sino que, de ahora en adelante, ya no podré creer en ti».
- Un ejemplo, abuelo - pidió el retoño.
- El ejemplo de lo que sucedió en este pueblo. Si los
políticos engañaron conscientemente al pueblo trayendo una planta como nueva, siendo vieja, ¿cómo quieren que sigan creyendo en ellos, en lo que digan de aquí en adelante? La mentira hace irrespirable el ambiente, todo lo contamina. Abusa de la buena fe de la gente. Prostituye todo lo que toca. Pero tiene un castigo. «El castigo del embustero es no ser creído, aun cuando diga la verdad», dijo Aristóteles, otro filósofo homínido más antiguo que yo.
- Tiene que ser viejísimo... - dijo de nuevo el retoño, empeñado en no dejar descansar al abuelo Samán - Y la corrupción ¿es lo mismo que una mentira?
- Mira, muchachito, la corrupción es un término muy complejo. Yo podría darte una clase teórica y decirte que la corrupción consiste en un acuerdo inmoral entre un corruptor y un corrupto, o entre corruptos aliados en perjuicio de otros, que beneficia a algunos en sus propósitos particulares, por encima de la ley en el plano político...
...Que la corrupción consiste en el uso del poder público para el logro de beneficios particulares o sectoriales, que no se identifican ni comulgan con el bien común...
...Que la corrupción es un acto ilegal que ocurre cuando una persona abusa de su poder para obtener algún beneficio para sí mismo, para sus familiares o para sus amigos. Requiere de la participación de dos actores: uno, que por su posición de poder pueda ofrecer algo valioso, y otro, que esté dispuesto a «bajarse de la mula» o dejarse sobornar para obtenerlo...
...Por último, la corrupción rompe el tejido social pues disminuye la confianza de los ciudadanos en las instituciones, en el gobierno y entre ellos mismos. También afecta el nivel ético de la sociedad en su conjunto. En la medida en que la corrupción se generaliza, los escrúpulos éticos se van perdiendo y se crea una sociedad en donde «todo vale», con tal de que yo consiga lo que quiero...
- Te estás cansando de mí, ya no quiero hacerte más preguntas, abuelo.
- No, muchacho... - dijo el Samán - Lo que quiero decir es, que todas estas palabras que te acabo de decir son pura teoría. La práctica, en donde vas a aprender por tu cuenta, está en la realidad. Basta que abras los ojos y observes en el pueblo cómo funcionan ciertas cosas. Los manejos, trapicheos y mentiras que hacen algunos para conseguir contratos y prebendas. Abre los ojos y los oídos y aprenderás rápidamente cómo funciona la sociedad de los homínidos.
- Gracias, abuelo. Trataré de abrir los ojos.


PRIMERA COMISIÓN A CARACAS

Estaba el Samán peinándose muy de mañana. Se desgreñaba de las hojas secas que caían como lluvia en cámara lenta y tapizaban el suelo.
- ¿A dónde vas tan apurado, fotocopia de perro? – le gritó el Samán.
Inavi siguió derechito, sin hacer caso.
- ¿Qué le pasa a tu amigo? – preguntó el añoso sarrapio.
- Estaría ensimismado en ese momento y no oyó – se excusó el Samán.
- A mí en cambio, me parece que ya no quiere perder el tiempo contigo – habló el enorme caucho.
- Es que con tus historias antiguas aburres a cualquiera, viejo Samán – añadió el espigado camoruco.
- No se preocupen. Yo lo entiendo. Ya se le pasará...

.........................

Hacía varios días que una Comisión del pueblo había partido para Ayacucho, y de ahí para Caracas, con el fin de denunciar ante las altas esferas del poder la situación de abandono del pueblo en el servicio eléctrico y aprovechar a la vez, para hacer las gestiones necesarias para conseguir una planta nueva.
La noticia de que la planta era chimba y de que el fraude en su adquisición era notorio, ya había llegado a los altos funcionarios del Estado, por las denuncias y cartas enviadas a diversos personeros del gobierno nacional. Pero, como «las cosas de palacio van despacio», no había otra manera de hacer presión, sino yendo una comisión del pueblo a denunciar el caso a la contraloría del Congreso.
Los delegados del pueblo, partieron animados y dispuestos a denunciar a las autoridades estadales y municipales ante el mismo Presidente, si era necesario. Allí estaban los representantes de los consejos comunales, de Educación, de los movimientos revolucionarios que, quién más quién menos, tenían aspiraciones a futuros cargos representativos.

............................

Una de esas noches, se asomó Inavi por la Plaza y se dirigió a los pies del Samán. Se sentó. Con la pezuña trasera derecha se rascó vehementemente la oreja derecha por un largo rato.
- ¡Qué!... ¿Se te metió una garrapata en el oído? – preguntó el Samán.
- Yo soy muy aseado, aunque tú no lo creas… - respondió Inavi.
- Pero debes estar perdiendo el oído, pues el otro día te llamé varias veces… y nada.
- !Aché! ¿Yo?... Seguramente no tenía activado el «Usendú pa» – se excusó Inavi – fue una semana muy agitada.
- ¿No van bien las investigaciones? Te veo preocupado.
- Tengo malas noticias. La Comisión que fue a Caracas se rajó.
- ¿Qué pasó? – preguntó curioso el Samán
- Cuando salieron de aquí iban a comerse el mundo, pero cuando vieron allá al gobernador y su gente, al alcalde, el Dr. Atamel y su gente, se chorrearon, se les enfrió el guarapo.
- No estuvieron a la altura… ¿Yo te conté que, cuando yo estaba recién sembrado aquí, una Comisión de 8 indígenas atabapeños se fue hasta Caracas para presentar sus quejas contra el mal gobierno?
- No. ¿También se rajaron? – preguntó Inavi.
- No. Ellos no. Se plantaron allá y tuvieron que hacerles caso. Sacaron al gobernador – dijo el Samán – fue allá por el año 1843, creo que el Presidente era para es tiempo el general Páez.
- Pero no importa, antiercito mismo salió otra Comisión. Esta sí que le va a echar pichón. Ahí va el quasi-abogado Zof que tiene apoyos con el diputado Mirildo P. y otros jerarcas del partido revolucionario.
- Pero ¿por qué se rajaron?
- Tú sabes, componendas políticas. El presidente de la Comisión de Servicios Públicos era el presidente de los Ppteros, un tal Albornoz. Cuando les preguntó a los comisionados sobre cuál era el problema. Les dijo que él había hablado ya con el gobernador, y que éste, no sólo había expuesto el problema sino que también había presentado la solución.
- ¿Cuál era la solución?
- Otra planta.
- ¿Chimba otra vez?...
El delegado de la comisión, se arrugó y dijo: «bueno, en ese caso, es preferible sumar esfuerzos» para resolver la cuestión. Y ahí se murió la Comisión, de muerte natural.
- En lo que pueda, estoy a la disposición - dijo el Samán.
- ¿No decías que tenías conexión por «internet vegetal»? Pues pregunta a tus contactos en Caracas para ver si nos enteramos de algo... - presionó Inavi.
- Descuida, inmediatamente voy a hacer las diligencias - dijo el Samán abriendo rápidamente su laptop.




NUEVAS INVESTIGACIONES

- Prepárate, afíncate bien, amigo Samán, porque lo que te voy a decir es grado 33. – dijo Inavi mientras con una de sus patas traseras se rascaba el costillar.
- Tú siempre te la das de trágico… ¿qué pasó ahora? ¿qué descubriste?
- Yo te dije que estos apagones a mí me olían a sabotaje – se sentó Inavi y puso cara de filósofo.
- ¿De la CIA? Ese Bush es un canalla… Huele a azufre...- dijo en tono irónico el Samán.
- No de la CIA, amigo, de aquí mismo. El enemigo está dentro. Estoy de acuerdo contigo en que en esta revolución se metió mucho pillo y sinvergüenza.
- ¿Algún lacayo del imperio? ¿algún pitiyanqui atabapeño?
- Tú siempre con tus bromitas… ¡ensériate! Así como yo creo en algunas cosas que tú me dices, también tú debes aceptar lo que yo te digo – respondió Inavi.
- Pruebas, amigo can, pruebas. Lo demás es poesía…
- Pues ahí van las pruebas. Tú sabes que yo soy amante de la noche, y recorro de punta a punta este pueblo.
- Yo sé que eres muy curioso - añadió el Samán.
- Pues bien, hace dos noches, fui a saludar a una amiga mía por los lados de la carretera. Era uno de esos pocos ratos en que la Planta estaba funcionando. Pasaba yo delante del portón de Cadafe, y vi a Aranda que salía sigilosamente de la oficina, se dirigió a la sala de máquinas y de allí, fueron saliendo uno tras otro, Noño, Topito, Chaney, Ivo, y los demás cadaferos. Miraban para ambos lados de la carretera, como con miedo de ser descubiertos y cruzaron la calle hacia la casa de Aranda. Era una de esas noches de boca de lobo. No se veía a dos pasos...
- ¿Y cómo veías tú?
- Yo tengo visión infrarroja - alardeó Inavi.
- Continúa. Por ahora, no veo el sabotaje por ningún lado. – interrumpió el Samán.
- No habían pasado 5 minutos y la planta, después de un ruido extraño, se apagó.
- Todos los días se apaga cantidad de veces ¿en dónde está el sabotaje?
- Muy sencillo. Hice un seguimiento durante 15 días a las interrupciones de la planta. Todas las tardes, como a las 5 pm., daba una vuelta por allá. Tú sabes que en el pasillo hay siempre un chinchorro colgado, para descanso del guardián nocturno.
- Ajá… es normal…
- Pues bien, mi mente perspicaz, después de un análisis estadístico, pudo percatar que, cuando el jefe Aranda descolgaba un lado del chinchorro, esa noche se iba la luz. En cambio, cuando no lo descolgaba, la luz no se iba.
- ¿Cuál fue el resultado de tu trabajo de campo?
- En 15 días, la luz se fue 12 veces.
- Mira, detective chimbo. Ese es el promedio de falta de luz desde hace 3 años. Descubriste el agua caliente…
- Pero es que falta lo más importante - añadió Inavi.
- ¿Cómo qué? - inquirió el Samán.
- Una noche oscura, sin luna… - habló Inavi
- Y sin luz eléctrica como siempre… - añadió el Samán.
- Me acerqué por la parte de atrás de Cadafe, y entré subrepticiamente en el galpón. Activé el «Usendú pa» («el que escucha todo») y escuché la conversación entre las plantas.
Oye esta grabación:

- Hoy vienen a retocarte, sifrina, te toca maquillaje. - dijo la planta más antigua, una Cumming del tiempo de Barnabí G.
- ¿Por qué no te alabas como antes? – añadió cruelmente la otra Cumming vieja.
- Alégrate, hoy viene el técnico, te hará otra pequeña cirugía - comentó la CAT - 3512
- Eres un remiendo de planta. Todas tus piezas son prestadas. – añadió la CAT - 2732.
- Pero soy la única que funciona de vez en cuando… - se defendió la propia CAT - 3516.
- ¡Aché! Gracias a nosotras que te dimos nuestras piezas más importantes. ¿Verdad, mana?...
- Verdaderamente, no sirves para nada... – se burló la Cumming más veterana.

- Yo me quedé toda la noche escondido. A eso de las 11 llegó el técnico acompañado del Dr. Atamel D. y escoltado por Aranda y sus cadaferos armados de llaves de todo tipo, alicates, destornilladores, martillos, taladros y otros utensilios. Comenzó el trabajo. Quitaron una tapa y desarmaron una pieza enorme que estaba dentro.
- Esa es la pieza dañada. Traigan el repuesto que traje y colóquenlo con cuidado dijo el técnico.
Los cadaferos se dispusieron a maniobrar, mientras el técnico se fue por la parte trasera de la planta con una gran llave y aflojó tres tornillos. Inmediatamente escuché a la planta:
- ¡Socorro!¡Auxilio!... ¡¡Me están violando!!...
- ¡¡Aché!!... ¡Cómo te encantaría!…– le contestó la planta más vieja – Mira la faramallera, eso es para echársela de importante…
- El hombre ese me robó parte de la compresión que necesito para dar luz. No aguantaré mucho. Están haciendo trampa - protestó la CAT - 3516.
- Miren la sifrina, quiere presentarse como cándida e inocente, sabiendo que está más tocada que el Himno Nacional…

- Yo, - dijo Inavi - con la curiosidad que me caracteriza, me acerqué por detrás de la planta, y pude comprobar con mi pata que dos tuercas estaban completamente flojas. Me vinieron ganas de morderle en la «dáwana» al técnico…. Mientras los cadaferos montaban la otra pieza, el técnico y el Dr. Atamel D. salieron un momento y, aquí viene lo bueno… escuché la siguiente conversación:

- Ya está doctor. Durará otros tres días y, creo que esta vez será la definitiva – dijo el técnico.
- Ya no tendrá arreglo posible, ¿verdad? - preguntó el Dr. Atamel Dechá.
- Esta vez, creo que no… Vayan consiguiendo otra planta. Eso sí… no me dejen como la guayabera… - avisó el técnico.
- Tranquilo. Lo tuyo está seguro.

- ¿Así es la vaina? – dijo el Samán asombrado –Pero… quedan cosas que no se explican…
- ¿Lo del chinchorro?... Ya lo averigüé – asomó inmediatamente Inavi.
- ¿Ah sí?... ¿Qué era?
- El chinchorro era un radio digital con la antena incorporada en las cabulleras, de alta tecnología japonesa. Cuando estaba tendido el cadafero de guardia, acostado, recibía instrucciones del técnico, para «tocar» o quitar tal o cual pieza de la planta, o aflojar tal o cual tuerca. Cuando se descolgaba, era para evitar que ningún intruso o visitante lo descubriera.
- Inteligentes los bichitos… - comentó pensativo el Samán.
- Y en este guiso también está tu antiguo amigo, el Dr. Atamel Dechá…
- ¿Viste que mis sospechas de sabotaje eran ciertas? – replicó Inavi todo orgulloso.
- Sí, perro camarada, pero ¿de dónde venía el sabotaje?... de la revolución «mesma»…
- ¡¡¡Maldita síntesis!!! – refunfuñó Inavi mientras daba la vuelta y se dirigía malhumorado hacia los Chimichimitos.


EFECTOS DE LA LUZ SOBRE LOS ATABAPEÑOS

La noche había derramado toda su negrura sobre este bellísimo y castigadísimo pueblo. El servicio de electricidad se interrumpía cada 6 horas, pues la planta no podía con todo el pueblo.
El doctor Juan Pablo I descubrió, después de muchos análisis estadísticos, que los síntomas de algunas enfermedades aumentaban en esas 6 horas de luz. Después de varios meses de observación atenta, elaboró una hipótesis que le sirvió de base para su estudio de Postgrado. No sólo afectaba a los homínidos: los gallos de Atabapo, habituados a no ver luz, cuando ésta llegaba a las 12 de la noche en un sector, cantaban como locos creyendo que había llegado el día.
La hipótesis descubierta por el Dr. Juan Pablo I se puede resumir de la siguiente manera: «Se lanza la hipótesis (con alta probabilidad de convertirse en tesis), que el habitante atabapeño normal sufre graves trastornos de salud, cada vez que su cuerpo es expuesto a las radiaciones de la electricidad».
Esta hipótesis se hace en base a las siguientes observaciones de campo: (Tomamos aquí, para evitar el cansancio, sólo una pequeña muestra de la extensa enumeración hecha por el Doctor):
- Día 24 de abril: Hospitalización de Doña Ceci con graves síntomas de alergia después de un día de incesante trabajo docente: Hora: 8,00 pm. Sucedió en el momento en que la sectorización de luz le favorecía.

- Día 24 de abril: Llamada urgente de la familia García solicitando asistencia médica por dolores estomacales agudos. Sucedió en el momento en que la sectorización de luz le favorecía.

- Día 25 de Abril: Entrada al hospital de un paciente de nombre Halcón L. con una fuerte contusión en el pie derecho, producida por un faro de gran tamaño al tratar de cargarlo en su moto. Sucedió en el momento en que la sectorización de luz le favorecía.

- Día 26 de Abril: Solicitud de la Ambulancia para transportar al dueño de un restaurant picado por una cascabel. Sucedió en el momento en que la sectorización de luz le favorecía.

- Día 27 de Abril: Entrada en Urgencias de un ciudadano de nombre Lucho C. con graves cortes producidos por tijeras, cuando estaba podando sus matas. Sucedió en el momento en que la sectorización de luz le favorecía.

- Día 28 de Abril: La Sra. Jazmín tuvo asistencia médica por graves y continuos dolores de cabeza y de oídos. Esto le sucedía porque era la única en el pueblo que gozaba de luz continua, todo el día.

- Día 29 de Abril: Al profesor Puti-junior se le efectuó una sutura en su «dáwana» izquierda fruto de una patada jugando a futbol. Precisamente, cuando en ese momento prendían los faros del estadio de Atabapo...
Está de más decir que el Dr. Juan Pablo I sacó «Summa cum laude» en el Postgrado efectuado en la Universidad de Harvard y su Tesis fue solicitada por gran cantidad de Universidades de Europa y del Imperio. Pero lo más importante fue el flujo de científicos de todo el mundo para corroborar lo sustentado por el Dr. Juan Pablo I sobre la alergia del fluido eléctrico en los atabapeños. La duda que tratan de resolver a continuación es, si esta alergia tiene un origen accidental pasajero, o si en cambio se produjo un cambio genético. Ya han comenzado los primeros análisis de ADN, pero todavía no se han publicado los resultados.
Esta hazaña científica intensificó el turismo en esta población y tuvieron que construirse 5 Posadas Turísticas más. Venían de todo el mundo a estudiar a los moradores de un pueblo que tenía la peculiaridad de vivir en completa oscuridad, pues la luz artificial le producía alergias sumamente dañinas para el organismo.

El pueblo seguía con racionamientos de luz o con apagones cíclicos.
La chispa humorística del atabapeño se percató que los apagones se iban repitiendo de forma cíclica y permanente. Y así corrió por el pueblo un ciclo modelo de apagones, para que los atabapeños estuvieran bien informados sobre las causas que los motivaban.
Un ejemplo:
1. Apagón por falla en los filtros.
2. Apagón por falla en los sensores.
3. Apagón por falta de aceite.
4. Apagón por bloqueo de la tarjeta.
5. Apagón por falta de gasoil.
6. Apagón por fallas con el turbo
7. Apagón por problema con los cilindros.
8. Apagón por falla en las empacaduras.
9. Apagón por rotura de un sello…
10. Apagón duradero porque no llegó el Técnico.

Terminado el ciclo de las 10 fallas, comenzaba nuevamente: 1.... 2.... 3.... 4... Y así sucesivamente…
Cada vez que había un apagón, los atabapeños consultaban el ciclo, si no se lo sabían de memoria, y así gozaban de una perfecta comunicación. Algunas veces, por no saberlos de memoria, se originaban algunas peleas o disputas entre borrachitos cuando llegaba el apagón…
- Son los filtros – decía uno.
- No, señor, son los cilindros – respondía el otro.
Y unos filtros o unos cilindros bastaban, para enturbiar la paz etílica…
Si tenemos en cuenta que cada apagón duraba un promedio de 5 días en solucionarse, podremos dar como resultado estadístico, que Atabapo gozaba en un mes, sólo del 3 % de la energía que debiera tener.
Ya se agotaban 4 años, en los cuales, la precariedad de los servicios de luz y agua se habían adueñado de Atabapo. Pero esto no era óbice alguno para la reelección. Más bien, se lo tomó como un eslogan original para la campaña, y el alcalde en sus mítines repetía impertérrito: «Sin luz y sin agua, les meteremos 4 años más, duélale a quien le duela»… Consigna esta que causó impacto en una población resignada y masoquista. La gente se había acostumbrado a este tipo de vida.
Las protestas, perifoneadas en la Plaza Bolívar o por las calles del pueblo por interesados politiqueros, ya no calaban en la gente, pues la palabra en Atabapo estaba más devaluada que el bolívar. El pueblo convivía con naturalidad con esa precariedad, y ya no daba signos de reacción frente a las carencias e injusticias.


¿MUSEO O CEMENTERIO?

- Camarada Samán, te veo cada vez más achacoso y chéchere... ¿Qué pasó?
- Está bien, galán de telenovela, con esas costillas a flor de piel, pareces el protagonista de un reportaje sobre el hambre en el mundo...
- Como tú no puedes leer sino lo que está escrito con clorofila, lo que te envían por internet vegetal, escucha el artículo de prensa que me enviaron unos colegas que estuvieron aquí turisteando.
Inavi sacó los lentes y se dispuso a leer:

«El cementerio nuevo de Atabapo se halla situado en la zona norte, entre la pista del Aeropuerto y la sede del antiguo edificio del Inam, antes de los terrenos pertenecientes a la Marina. Al final del barrio La Punta. Ahí, los homínidos reciben cristiana sepultura.
En el centro del pueblo se encuentra el cementerio antiguo, en donde se pueden contemplar algunas tumbas de ancestros atabapeños, entre las que destaca la del Coronel Tomás Funes, el cauchero que dominó con mano férrea el Amazonas venezolano... apenas por 8 años.»
- Los gobiernos de ahora duran más tiempo... - ironizó el Samán.
Inavi continuó leyendo:
«...Si la emigración hacia el norte no fuera una constante desde hace muchas décadas, Atabapo debería tener unos 8 ó 10 cementerios del tamaño de los actuales.
Eso no tendría nada de particular. Lo que sí es excepcional para un pueblo tan pequeño, cuyo goce o disfrute de la luz eléctrica permanente data de hace pocos años, es que tenga también un cementerio de plantas.
Las plantas, como las personas, mueren de muerte natural, cuando terminan su ciclo vital. Pero, aquí en Amazonas, por lo regular, pocos aceptan el argumento de la muerte natural, aunque haya sido dictaminado por 15 ilustres médicos. Siempre hay una razón supranatural que subyace al hecho de la muerte en sí.
Es por eso que, en Atabapo, en los últimos tiempos privó siempre la idea que la muerte, repentina o de larga agonía de las plantas eléctricas, tienen una causa extranatural. No se explica que una planta nueva, de paquete, con Cédula de Identidad, se muera tan rápidamente, o lleve por siempre una existencia perturbada por continuos achaques.»

- Tú sí eres pavoso... hablando ahora de muertos... - protestó el Samán.
- Pues vete preparándote, porque a tí te falta poco... - le respondió Inavi - Y siguió leyendo:

«Así como es difícil de aceptar que un joven, en la plenitud de la vida, se muera inexplicablemente. Ese muchacho, o tenía una deficiencia congénita en alguno de sus órganos no diagnosticada a tiempo y eso fue lo que le produjo la muerte, o la muerte fue provocada por cualquier factor exógeno, que puede ser un veneno, un maltrato permanente y otros muchos factores que en Amazonas abundan en la tradición oral.
Y ese era el razonamiento que el pueblo, cada uno arrimando la brasa a su sardina, iba elaborando toda vez que la problemática de la luz no terminaba de solucionarse.
Ante las fallas continuas, los de la alcaldía daban por seguro que el conjunto de cadaferos, formaban parte de un plan conspirativo de la oposición, para desprestigiar al gobierno.
Los de la oposición, incluidos los del PSUV, achacaban la precariedad del servicio a la ineptitud e incapacidad del gobierno municipal para garantizar uno de los servicios básicos que la Constitución le asigna como responsabilidad inderogable.
No faltaron quienes, asumiendo el contexto sociocultural de la zona, de una forma extremadamente al pie de la letra, le achacaron las fallas continuas y el fracaso de las plantas a factores exógenos, pero de carácter netamente espiritual. Las fuerzas del mal son una realidad y, así como hay seres que favorecen energías positivas, como los buenos chamanes y curanderos, también en Amazonas todos conocen a seres que generan energía negativa y buscan hacer el mal o el daño. Todos hemos oído hablar de los «mati» o «dañeros».
De esta tesis participaba el gobernador cuando dijo que en Atabapo había brujos muy poderosos. Y hay que creerle, por su larga experiencia.
Otros, basados en un conocimiento no tan profundo, optaron por investigar la cuestión, preguntando a varios expertos en la materia. Al final de una no muy prolija averiguación, se señalaron cinco cosas muy importantes:

Primera: Hay dos tipos de plantas. Unas que son de «trabajo continuo», que son las que trabajan por días en-teros, y otras plantas que son de «emergencia», esto es, que pueden trabajar por unas horas mientras se restablece el servicio eléctrico, pero que no sirven para mantenerlas en servicio por períodos muy largos.

Segunda: Si, además de no ser de «trabajo continuo», resulta que las plantas son usadas o repotenciadas, o sea, si no no son «de paquete», las posibilidades de que esas plantas tengan una vida efímera, serán muy grandes.

Tercera: La famosa Planta comprada en Margarita y cedida por la gobernación a la alcaldía, era la única que tenía la característica de «trabajo continuo», pero no era nueva, era usada.

Cuarta: El precio de una planta de «trabajo continuo» es mayor que el de una planta para «emergencia», aunque tenga los mismos Kva.

Quinta: De ahí la «tentación» real de los que buscan comprar con las 3 B, (Bueno, Bonito, Barato), para inclinarse por las plantas de «emergencia» y hacerlas pasar como de «trabajo continuo».

Pero lo importante para nosotros es visitar y conocer el Museo-Cementerio de plantas único en Amazonas. La Comisión municipal de Turismo está pensando en añadir al paquete de ofertas para los visitantes de este pueblo, la visita guiada a este Museo-Cementerio de plantas.
Hay un «Jurasik Park» de plantas viejísimas, restos arqueológicos de la tecnología de la IVª República. Son pocos los Museos internacionales que pueden mostrar los residuos de máquinas tan antiguas. Es justo reconocer el interés que el gobierno municipal y estadal ha tenido para dotar a Elecentro de un buen número de plantas.
- Para la elección de Concejales en el 2006, debido a las fallas continuas de servicio eléctrico, que ponían en riesgo la votación digitalizada, el estado envió en calidad de préstamo una Planta de las usadas en Aló Presidente.
- Seguidamente, Elecentro trajo una planta usada de 1.000 Kva., pero no era suficiente para todo el pueblo, por lo que había que recurrir a la sectorización.
- A continuación, con bombos y platillos, llegó la planta «estrella», la más publicitada por el gobierno y la más esperada por el pueblo. A su llegada, regresaron la máquina de Aló Presidente que estaba prestada.
- Ante el inesperado colapso de la planta «estrella», la alcaldía compró la planta Caterpilar de 900 Kva. Esta sí era nueva, de paquete, pero no era de «trabajo continuo». Al poco tiempo se le dañó el turbo y la tarjeta.
- Inmediatamente, se adquirió otra Caterpilar de 500 Kva. Por no ser de «trabajo continuo» se le dañó el generador.
- A continuación, la alcaldía hizo otra inversión y compró una planta nueva, de paquete, de 1.750 Kva.
Actualmente, en las elecciones de alcaldes (Noviembre 2008), están funcionando en paralelo la Caterpilar de 900 Kva. y la de 1750 Kva.

¿Por qué en Atabapo no funciona el servicio de luz? La respuesta es compleja y de larga data.
Tradicionalmente, a Cadafe-Elecentro no le era «rentable» el servicio de luz de una población que, además de ser pequeña, tenía dificultades para la cobranza, por lo que las inversiones en plantas y tendido eléctrico fueron siempre muy escasas.
El atabapeño, a su vez, se hizo cada vez más reacio a pagar un servicio cada vez más precario.
Este pescado que se muerde la cola, este círculo vicioso, fue el que encontró la alcaldía cuando, por disposición de la Constitución, se le hizo responsable de los servicios públicos; responsabilidad para la cual no estaba preparada.
Si a esto le agregamos la picaresca tradicional venezolana que abunda entre los políticos, funcionarios de las Compañías eléctricas y contratistas del estado, que no tienen ningún escrúpulo en comprar plantas usadas en vez de nuevas, o plantas de «emergencia» en vez de las de «trabajo continuo» y, lo que es peor, jurar y perjurar «urbi et orbe» que son plantas nuevas, de paquete, da como resultado que las autoridades responsables proclamen a viva voz su ineptitud e incapacidad para surtir de los servicios básicos a un pueblito que no llega a los 6.000 habitantes.»

- Muy bueno ese artículo.. - dijo el Samán.
- Como ves, la alcaldía trabajó bastante para resolver el problema de la luz - excusó Inavi.
- Hmmm... unos angelitos.... - sentenció el Samán.


PELEA DE CHAMANES

Varios atabapeños que habían comprado su planta familiar, al llegar la Planta famosa, rodeada de gran publicidad y boato electorero, pensaron que era mejor vender esa pequeña planta y recuperar un poco de plata. ¡Fatal decisión! A los pocos días, estaban tratando de comprarla de nuevo, pero esta vez, el precio ya había subido considerablemente...

- Yo todavía me resisto a creer, que las fallas de luz sean sólo por las tramposerías de los políticos.
- ¿Ah sí?... ¿Y qué estás pensando, perro incrédulo?
- ¿Te acuerdas lo que el gobernador dijo en la noche conmemorativa de la llegada de la planta?
- Dijo tantas cosas... - comentó el Samán.
- Dijo: «Seguramente algunos están rezando para que se apague la planta».
- Ajá… Y en otro momento, dijo también que iba a traer unos chamanes para que la ensalmaran.
- ¡Y los trajo! En la sede de Cadafe le hicieron sus esconjuros y rituales.
- Esto no quiere decir nada…- dijo el Samán.
- Sí quiere decir algo, saco de leña. Quiero que refresques la memoria. ¿Te acuerdas de Barnabí G.?
- Fue el gobernador anterior, el de la IVª república.
- Ajá… Ese señor, según me contaron en Maroa, basaba su poder político en el apoyo de las pociones mágicas y de los poderes sobrenaturales de los chamanes de Río Negro. Tenía fama de ganador imbatible. Muchos de sus aliados de partido y amigos cercanos hacían referencia a las visitas de Barnabí G.. a Río Negro para consultarse con brujos y chamanes de la zona. En su viaje a San Carlos de Río Negro y Maroa, visitó a dos chamanes Arawakos, uno Baré y otro Tariana, quienes le dijeron que él iba a ser el primer gobernador del estado
- ¿Y cómo sabes tú esas cosas?
- No te olvides que soy investigador veterano. Son fuentes secretas. Tengo que respetar la identidad del informante.
- Pero eso fue en las primeras elecciones… – dijo el Samán.
- Estos mismos chamanes predecían que AD iba a ganar las siguientes elecciones nacionales, y que Barnabí G. volvería a ganar nuevamente.
- Pero perdió - respondió el Samán.
- ¿Y sabes por qué?
- Porque sacó menos votos…
- Por una pelea de brujos, de chamanes - explicó Inavi - Según las mediciones estadísticas, los dos candidatos con más opciones a ganar eran Barnabí G. cuyo lema de campaña era «el gobernador de la prosperidad,» y L. Casulla, quien tenía como lema «un verdadero cambio, con sentimiento amazónico».
La principal estrategia electoral de Casulla fue destacar su propia indianidad, su identidad como indígena Baniva, como indio amazonense, y por lo tanto caracterizó su confrontación con Barnabí G. como la lucha entre dos diferentes culturas que coexistían en una región indígena. Y apeló al apoyo de los chamanes y otros especialistas en rituales indígenas, como representantes de las fuerzas poderosas de la sabiduría tradicional.
Casulla solía decir: «los criollos son hombres y mujeres que están de paso…» señalando con esto, que él consideraba que la mayoría de los criollos no tenía lazos fuertes, ni raíces en la región, ni con los pueblos indígenas. Para los pueblos indígenas de Río Negro, de donde Casulla era originario, su llamado a la unidad de los indígenas, como una estrategia para ganar el poder político, tuvo un fuerte impacto. Muchos ancianos, chamanes y especialistas rituales, empezaron a visualizar en sus sueños que Barnabí G. sería finalmente derrotado en las elecciones.
Estos sueños proféticos de los chamanes se empezaron a divulgar por toda la región. Barnabí G., sin embargo, no hizo caso de esas voces y fue a visitar en San Carlos de Río Negro a la famosa hechicera baré, Nieves Cabucuare, quien le informó que ella había visto en sus sueños que él iba a perder las elecciones, y que todos los indígenas del Río Negro ya sabían esta noticia. Las predicciones de Cabucuare igualmente fueron divulgadas entre todas las gentes de la zona, y por algunos candidatos locales.
- Bueno, supercan, ¿vas a contarme todo el rollo, de que si ganó uno o ganó el otro, la repetición de elecciones en algunas mesas etc. etc.?
- No, sólo el final, para que te des cuenta… Los dos candidatos, acompañados de grupos de sus seguidores, viajaron a Caracas con el fin de presentar sus respectivos casos ante el TSJ. En la sede del Tribunal, mientras los jueces oían los alegatos de cada uno de los candidatos, afuera en los jardines, dos facciones diferentes de indígenas se enfrentaban en un duelo ritual. Por un lado, estaban los indígenas que apoyaban a Barnabí G. bailando y cantando una danza ceremonial Jivi, llamada «Danza de la Muerte». Por el otro lado, estaban los que respaldaban a Casulla, también ejecutando una ceremonia tradicional Piaroa, que se denomina «Warime». El rumor popular, después de la proclamación de Casulla como gobernador, fue que no había nada más poderoso que la magia de los chamanes, brujos y hechiceros de Río Negro, los «parientes» del indígena Casulla, y que por eso Barnabí G. había perdido las elecciones…
- ¿Y qué tiene que ver ese cuento, con las plantas chimbas de Atabapo?...
- Precisamente, que tal vez no sea sólo cuestión de plantas chimbas, sino que tal vez haya algo más serio detrás de esto.
- Está bien, explícate - solicitó el Samán.
- Aquí, evidentemente, hay una lucha de poderes chamánicos. Dos grupos de brujos están en guerra. Por ahora sólo tengo sospechas, pero seguiré investigando…. Te avisaré apenas tenga algunas pruebas.
- Está bien, Sherlock Holmes…
El chasquido y castañeo de los dientes de Inavi, tratando de limpiar de fastidiosas pulgas su cola, sonó por un rato en el silencio de la noche. Después se marchó raudo hacia la casa.


COMISION 2 EN CARACAS

- Viejo, la Comisión llegó a Caracas - dijo Inavi.
- A ver si se raja como la primera - contestó el Samán.
- No, hermano, esta vez no... Va un peso pesado, el Zof, no se va a callar.
- ¿El dueño del «Completo»? ¿el aprendiz de carpintero? Ya me lo dirás más tarde - dijo incrédulo el Samán.
- Deja de sospechar de todo y ayúdame con tu internet vegetal, así podremos tener noticias más rápidamente, porque los atabapeños en Caracas andan bastante perdidos y no tienen tiempo para llamar - pidió Inavi.
- A eso voy - dijo el Samán - alrededor de la Asamblea hay unos chaguaramos amigos míos. Voy a ponerme en contacto con ellos, y después te cuento.

Hay que recordar que esta segunda Comisión iba con la intención de hacer sus denuncias, no en Contraloría, sino en la Comisión de Asuntos indígenas, pesidida por la wayúu Nohelí Pocaterra y en donde Mirildo P., el diputado por Amazonas, tenía grandes posibilidades de llevar a feliz término las denuncias atabapeñas.
Las circunstancias soplaron con viento a favor, pues el Presidente de la comisión de la Contraloría del Congreso, Diputado Julio Moreno, aceptó que la comisión de Atabapo tuviera la posibilidad de exponer su caso, eso sí, sólo haría uso del derecho a la palabra el Diputado suplente Goyo M. Como éste no estaba bien empapado del problema local, solicitó la posibilidad de que el Zof, miembro de la comisión, hablara en su lugar explicando el caso.
- Perro pulgoso - dijo Samán entusiasta - tengo noticias frescas por internet vegetal.
- ¿Cómo va la vaina?
- Por ahora calidad. Entraron en la Comisión de Contraloría y hay esperanzas de que los dejen hablar. Aunque yo tengo mis dudas - asomó el Samán.
- Tú siempre tan optimista... - dijo Inavi - pero, ¿pueden oír tus chaguaramos lo que se habla dentro?
- Sí, pero muy mal - dijo el Samán - En la entrada, hay un montón de matas pertenecientes a los Círculos Bolivarianos y al UPV, liderizados por un rosal espinoso llamado Rina Lon, que gritan y lanzan consignas continuamente y no dejan escuchar, pero están haciendo gestiones con unos materos que hay en la Sala de reuniones, a ver si ellos pueden enviar mensajes sin que sean controlados por Cantv...

..............................

Los mensajes que posteriormente enviaron los materos de la Asamblea Nacional, confirmaron la idea de Inavi. La Comisión atabapeña se estaba comportando como se esperaba.
El Zof expuso con toda claridad el desfalco producido por la compra de una planta chimba en Atabapo y de su posterior colapso, que dejó a los pobladores en la oscuridad.
El Presidente preguntó expresamente con qué dinero se había comprado la Planta. Un diputado del Consejo Legislativo de Amazonas dijo: Con los fondos de LAE (Ley de Asignaciones Especiales).
Se presentaron las facturas y en ellas estaba muy claro que la Planta adquirida era una Planta «tipo 2», esto es de segunda mano, reconstruida. El vendedor no engañó, pues lo puso ahí: «tipo 2». Los que engañaron fueron los compradores, que la hicieron pasar al pueblo como si fuera nueva, de paquete.
El asombro de los miembros de la Contraloría de la Asamblea iba en aumento, a medida que se enteraban de todos los detalles del caso. Se escandalizaban de que eso no hubiera pasado al conocimiento público.
Pero se escandalizaron aún más cuando, el portavoz de la Comisión les expuso el caso de los «Desarrollos endógenos» del municipio. Cómo habían desaparecido casi 5 millardos de Bs. sin ninguna obra concreta en beneficio del desarrollo de las comunidades indígenas. No se explicaban y se maravillaban de la magnitud de la corrupción alcanzado en un municipio tan pequeño.
La delegación atabapeña cumplió con su labor. Ahora tendrán que esperar el filtro político. La Comisión de Contraloría de la Asamblea es un órgano de investigación y denuncia. Ahora el caso quedaba en manos de la Fiscalía.

.......................

Pocos días después.
- Perro achacoso - dijo el Samán - ya llegó la comisión. ¿Qué pasó? ¿en qué paró la cosa?...
- En lo que te interesa eres muy apresurado, amigo Samán. Da tiempo al tiempo. Las cosas de palacio van despacio...
- Pero tus socios esperaban la destitución inmediata del alcalde... y ahí sigue...
- Ya vienen unas inhabilitaciones por ahí... - dijo Inavi - ya verás que ése no va pal baile en las próximas elecciones...
- Yo, como Santo Tomás... si no lo veo no lo creo... concluyó el Samán.
......................

Pasó el tiempo. Salieron las inhabilitaciones del Contralor, y de Atabapo, ni letra... nada.
El diputado Albornoz, pptero, presidente de la Comisión de Servicios de la Asamblea, fue nombrado Vicepresidente de la misma.
Los vientos que corrían eran adversos a los trámites realizados por la comisión atabapeña... En efecto, ahí se frenaron las investigaciones de Contraloría y Fiscalía y el imputado tomó un respiro.

......................

- Perro crédulo, ¿cómo te quedó el ojo? ¿Qué resultó de tu Comisión? - ironizó el Samán.
- No, hermano, me dijo el Diputado Mirildo P. que ya viene la inhabilitación... Ya lo tienen en la olla...
- Si eres cándido, perrito... la revolución dejó en tí un traumatismo genético irrecuperable... - continuó el Samán.
- Ya estás tú con tu visión catastrófica de siempre - respondió el perro evasivamente.
- Te lo dije desde el comienzo. Son todos caimanes del mismo caño... el que le pega a su familia se arruina... y no te olvides que el Albornoz, aunque lo humillen o lo zarandeen, él sigue ahí... es de la familia...
- Yo creo en el triunfo de la verdad - señaló Inavi.
- Yo también. Y la verdad está ahí... clarita... pero el problema es que no puede salir a flote, porque hay mucho real de por medio... ¿tengo que hacerte de nuevo un repaso sobre la «síntesis»?...
- Mira... ¿quién crees que ganará la Alcaldía? ¿el que ya está, Xabier, Miramal, Nebito, Alexander o Baldir? - preguntó Inavi.
- Según tú, el que está, lo van a inhabilitar antes de las elecciones o... a más tardar, lo meterán preso el día después de las mismas... junto con Rosales...
- Deja la vaina... ¿quién ganará, según tú?
- Mira, viejo cacri, nosotros no votamos. pero el homínido que vote por el actual, es porque es un masoquista. Y el que vote por los demás es un imbécil, por no haberse unido. Aquí en este pueblo quien gana es la «síntesis», perrito... Aquí cada quién, quiere la tajada completa. No fueron capaces de unirse y van a perder como pendejos... Te lo digo yo.


CAMPAÑA ELECTORAL


Los lánguidos atardeceres sobre el río, le daban a Atabapo una atmósfera de eterna inmutabilidad. Aquí, Galileo Galilei hubiera dicho su famosa frase al revés: «Eppur non si muove…»
Aquella tarde, esa inmutabilidad tuvo un ligero sacudón. Por las adyacencias al parque de los Mangos una embarcación, tipo chalana, al son de fanfarrias y tambores, atracó lentamente. En grandes caracteres se leía en lo más alto de la embarcación: «Gran Circo Internacional». Lo de «Grande» era un embuste, pero lo de «Internacional» sí era verdad, pues venía del extranjero, de Colombia, la nación que estaba al otro lado del río.
Como si fuera su masquerón de proa, con sus patas delanteras sobre la punta del barco, resaltaba el personaje estrella del circo: una burra. Retumbaron más fuertes las fanfarrias y los tambores, y comenzó el desfile con un pequeño grupo de payasos y payasas multicolores, que ofreció a los presentes un aperitivo de sus artes malabares.
La burrita descendió solemne, impasible al ruido y al corre-corre de los niños que se agolpaban para poder tocarla. Como Macondo 1, el de «100 años de soledad» se alborotó con el circo de los gitanos que les mostró por primera vez un poco de hielo, en Macondo 2 se produjo un impacto similar, cuando corrió la noticia del arribo de una burra. Algunos la habían visto en TV, pero no era lo mismo.
La peregrinación incesante de mamás y abuelos llevando sus niños a contemplar tan magno espectáculo, fue excepcional. Relampaguearon unos tímidos flashes y al rato, todos hacían colas para sacarse una foto con tan ínclito e ilustre personaje… Durante la semana de presentaciones, el circo tuvo un pleno a rebosar, gracias a aquella estrella inesperada.
El Dr. Atamel Dechá sonreía complacido, mientras masajeaba intermitentemente la espalda del alcalde. Fue un gol importante para iniciar la campaña electoral. El circo, después de la capital del municipio, recorrería las principales comunidades indígenas que tendrían así fácil acceso a la cultura, de un modo gratuito, como es propio de un gobierno municipal revolucionario. De esta manera, la figura del candidato crecería más aún, abriéndosele el camino para la reelección.
Gracias a la iniciativa del Dr. Atamel D., Atabapo pudo contemplar en vivo y en directo a una burra, una «Madona» marginal, la estrella fulgurante de seis tardes atabapeñas.
Los dueños del Gran Circo, la noche antes de partir con su carpa y sus busacas llenas, ofrecieron un brindis en los Mangos a todos los amigos de la noche.
.....................................

- ¿Fuiste a ver a la vedette del circo? – preguntó el Samán a Inavi.
- Esos homínidos sí son pendejos…
- ¡Epa, cacri! No te pases… Esa es una genuina iniciativa revolucionaria…
- ¡Muy chistoso!...

El Dr. Atamel Dechá lo tenía todo fríamente calculado. Las ideas luminosas se agolpaban en su cabeza, empujándose entre ellas para salir primero. Sólo se esperaba la generosa financiación del alcalde, para convertirlas en realidad.
Después del éxito del circo preparaba otra acción espectacular, nunca vista en Atabapo. El secreto del éxito en las campañas electorales radicaba en picar adelante, en agarrar de sorpresa al pueblo. Y para eso, y muchas otras cosas, el Dr. Atamel Dechá era único. Eso sí…, lo imprescindible era un jugoso financiamiento.

Otro éxito del Dr. Atamel Dechá sucedió cuando, en una mañana diáfana de octubre, una avioneta dejó oír su zumbido monótono sobre el cielo atabapeño. Dio dos vueltas amplias y, al tercer repaso, los más detallistas y curiosos, que suelen ser los niños, contemplaron una densa nube de papelillos azules y blancos que descendían lentamente del cielo.
Al revolucionario Dr. Atamel Dechá, no le hacía ascos imitar estrategias de propaganda aprendidas en las imperialistas películas gringas.
Inavi que venía de los Chimichimitos, tomó uno de los papeles y, alejándolo un poco, debido a su mal disimulada presbicia, leyó: «4 años más».
El Dr. Atamel Dechá se regodeaba con otro éxito y una prueba más de su ingenio.
Pero esa alegría se le congeló al día siguiente cuando, delante de la Alcaldía una alfombra de panfletos denunciaba: «Ineptos. 4 años más sin luz y sin agua».
En todas estas acciones estaba unida toda la oposición. Como Atabapo es siempre original, único e irrepetible, aquí formaba parte de la oposición el PSV, el partido oficialista y revolucionario que, codo a codo con adecos, copeyanos y demás, trataban de desprestigiar a los Ppteros. Pero la unidad llegaba sólo hasta ahí. Cuando se iba al tema «ideológico» o pensamiento «filosófico» (la dialéctica), diferían totalmente.
No se crean que nos referimos a la ideología que subyace como basamento racional para la acción. No. Aquí la ideología auténtica, la que mueve toda la política en nuestro país, es el resultado final de la dialéctica: la «síntesis», la plata, los cobres, los biyuyos… En eso diferían radicalmente, porque cada candidato o cada grupo la quería sólo para sí. No aceptaban un arreglo, un pacto de unidad entre ellos. O todo, o nada.
Las encuestas eran, como en todo el país, muy originales. Todos iban de primeros. A cada candidato le daban los números para alzarse con el triunfo.
- «Voy ganando» – dice uno.
- «Estoy en la punta». – dice el otro.
- «Estoy arrasando en las comunidades» – decía el más ingenuo.
Todos estaban de acuerdo en «contra de quién iban», pero no querían saber nada sobre «con quién iban». Porque estaban seguros. Todos y cada uno, se consideraban triunfadores absolutos.
Inavi descubrió con su «Usendú pa» («el que lo escucha todo»), que dos de esos candidatos «ganadores» de la oposición habían recibido jugosas prebendas en contratos, para que jugaran al despiste y fracturaran aún más la oposición. Esta era otra movida que el Dr. Atamel Dechá escondía bajo la manga…
Pero donde a nuestro ingenioso personaje se le fue la mano, fue cuando tocó la fibra religiosa del pueblo atabapeño. La primera vez que incursionó en este campo fracasó rotundamente, tanto que le valió una reprimenda de su jefe.
Ávido como siempre por picar adelante en la «jalea de mango», le presentó a la primera dama una actividad poco brillante, pero cónsona con su status. Le propuso que, para ganarse la voluntad del cura párroco, quien comulgaba poco con la acción del gobierno municipal, fuera con un grupo de jóvenes voluntarios a pintar y limpiar el brillante monumento de la Virgen, que se alzaba en la roca de Castillito.
En efecto, entusiastas, salieron un día de excursión armados de brochas, potes de pintura (azul por supuesto) y spray, decididos cual inocentes scouts a realizar su obra buena diaria.
Al regreso, fueron contentos a darle la buena noticia al cura párroco. Este se agarró la cabeza entre las manos y gritó un ¡¡¡Noooooooooooo!! que se escuchó en Amanavén.
Habían dañado el antióxido dorado, carísimo, que cubría la estatua de la Virgen, con un spray color bronce dejándola así, desnuda y desprovista, a la libre acción de la intemperie. La ignorancia siempre es audaz…
Pero el problema se agravó, cuando el cura párroco, personalmente, pudo contemplar el desastre cometido, pues la piedra de Castillito había sido pintarrajeada con los nombres de las insignes autoras de tamaño despropósito, como si de una obra de arte se tratara. Esto profundizó mayormente las malas relaciones con el clero.
Ante el fracaso de esta iniciativa en el campo religioso, el Dr. Atamel Dechá no se desanimó. Consciente de que el pueblo es tradicionalmente adicto a ciertas expresiones religiosas, algunas de ellas muy dudosas, el Dr. Atamel D. promovió, un mes antes de las elecciones, una Promesa al Dr. José Gregorio Hernández. Esta Promesa tradicional había comenzado varios años atrás, por la fe de una buena madre que solicitaba la curación de su hijo enfermo.
El Dr. Atamel Dechá vió allí un filón propagandístico original. Mandó imprimir unos afiches, con la foto del candidato más grande que la de José Gregorio Hernández, y mandó colocar una pancarta en la entrada del puerto real, en la que se invitaba a todos a hacer acto de presencia esa noche en la casa de la Fiesta. El lema de la pancarta era: «Por amor a la fe». Estaría animada la promesa por Momy y su Banda y otros artistas invitados.
Cuando los fieles e incautos creyentes llegaron a la casa de la Fiesta, la encontraron empapelada con propaganda del candidato Pptero. Muy pronto se percataron que la intención de la promesa, en lugar de la curación del hijo de la buena madre, era una invitación para que el candidato del gobierno durara 4 años más.
A pesar de percatarse de la manipulación sacrílega, el público participó sin remilgos de la alegría y el bonche, al que los atabapeños difícilmente renuncian.
Con estas y otras muchas iniciativas, el Dr. Atamel Dechá se ganó el bien merecido prestigio de ser un hábil manipulador y maestro en el arte de mover marionetas.
Las estrategias electorales de los últimos días de la campaña, no eran originales. Eran las mismas que habían utilizado los más cercanos ancestros del actual gobierno revolucionario. No podía ser de otra manera, pues el Dr. Atamel Dechá había sido adecopeyano toda su vida.
Los días previos a la elección, se abría el chorro de los reales que estaban retenidos para estos momentos importantes, pues las últimas impresiones son las que más se graban. Aparecían motores, neveras, lavadoras, carretillas, material escolar, visitas de Papá Noel a las comunidades repartiendo promesas a manos llenas, asegurando que «ahora sí vamos a gobernar bien, porque ya aprendimos»... Todo era un derroche de generosidad que buscaba sólo una respuesta: el voto.
La frontera entre la praxis «revolucionaria» de ahora y la de los «adecopeyanos» en Atabapo, se hacía cada vez más borrosa, prácticamente inexistente.

Después de un día de canícula, en donde el sol abrasador había hecho estragos en plantas y animales, el Samán estaba con la clorofila baja y sus hojas, mustias y lánguidas, se escondían unas debajo de otras.
La noche atabapeña, sin luz y sin luna, era un pequeño alivio para los vivientes a pesar de que por la ausencia de brisa, los árboles de la Plaza parecían oscuras sombras inmóviles, petrificadas.
Inavi llegó silbando, como haciéndose el loco e insensible ante aquella modorra ambiental.
- No juegues con fuego, perro insomne – dijo el Samán a Inavi.
- Y ahora ¿qué pasó?...
- Anoche te observé en acciones antirrevolucionarias.
- ¿Yo?... ¿Qué hice ahora? – se extrañó Inavi.
- Te vi arrojando propaganda de madrugada. Tapizaste el suelo con papeles delante de la alcaldía y de la casa de los Ppteros.
- ¿Y cómo supiste que era yo?
- Informaciones secretas… - dijo el Samán.
- De todas formas, tengo la conciencia limpia… – se excusó Inavi.
- Eso es lo que dicen todos… también los políticos. Cambiaste mucho, desde que te fuiste a vivir a los Chimichimitos…
- Sigo siendo el mismo, pero me sacudí ciertas malas influencias…
- Recuerda que todo el que no esté de acuerdo con el poder, es contrarrevolucionario… - insistió el Samán.
- Bueno, viejo, sí fui yo ¿y qué? Uno tiene derecho a cambiar de idea ¿no? - dijo Inavi.
- Ese mismo argumento, es el que utilizaron muchos escuálidos que ahora apoyan a la revolución.
- Pero a ellos les dieron contratos, biyuyos, a mí no me dieron nada. Yo cambié de idea porque quise cambiar, porque me di cuenta que no es oro todo lo que reluce.
- Pero te estás metiendo en otro lío.
- ¿Cuál lío? – dijo Inavi.
- Pues que el otro día, se repartió por las casas una nota invitando a la Peregrinación a la Virgen de Castillito. Observaron que tiene el mismo tipo de letra que los panfletos. Están acusando al cura como el autor de esos panfletos.
- ¿Y qué tiene que ver el cura?... - dijo Inavi.
- Observaron que tiene el mismo tipo de letra que los panfletos.
- Hay que ser brutos… ese es el tipo de letra «arial black» que se encuentra en todas las computadoras.
- Te digo todo esto, para que no se te ocurra descubrirme… - asomó el Samán.
- ¿Cómo? ¿descubrirte? ¿de qué?... - preguntó Inavi estupefacto.
- Esos papeles que tú repartiste están impresos aquí arriba.
- Viejo verde, me estás utilizando…
- ¿No me decías que uno puede cambiar? Pero no te delates demasiado. Corres grave peligro. El Dr. Atamel empieza a sospechar de ti… Tienes que seguir en la clandestinidad, como quintacolumnista.
- No te preocupes, viejo, nadie puede sospechar que entre tus ramas pueda esconderse el laboratorio de toda esta guerra sucia – dijo Inavi.
- Pero otra vez, cuando botes los papeles, cuídate que no te vean ni Choga, ni Palumbo ni Memín, tus socios del Parque. Son amigos tuyos pero son espías del gobierno…
- No seas paranoico... Pero oye, no vayas a creer que porque lanzo esos papeles, es porque he renunciado a mi conciencia revolucionaria - dijo Inavi.
- Sí, pero te estás aliando conmigo, como dices tú, representante de la derecha más oligarca - ironizó el Samán.
- Yo estoy luchando contra las desviaciones de la revolución, contra los traidores de los ideales revolucionarios. Esta alianza nuestra es sólamente de tipo estratégico. No te hagas ilusiones - aclaró Inavi.
- ¿Qué diría Marx de todo esto?... - dijo el Samán.
- Lo único importante y lo más revolucionario es que no triunfe la «síntesis» - murmuró Inavi mientras se dirigía a su casa.
- En lo único en que estamos de acuerdo - comentó el Samán - ... y ya es bastante.




MORULONDO EN ATABAPO

El cielo descargaba su ira con gotas que, como dardos, granulaban la tersa epidermis del río en un brote de explosivo acné.
Mientras el Samán y todos los árboles de la Plaza se refocilaban con el frescor de la lluvia tan inesperada, los animales de dos y cuatro patas, se cobijaban debajo de los estrechos aleros de las casas, esperando que escampara.
Inavi, delante del negocio «El Samán», esperaba también que el cielo se desahogara. En ello estaba, cuando vio un escuálido perro que subía del puerto, con cierto aire marcial y un poco perdido, pues era la primera vez que pisaba tierra atabapeña. Pasó sin problemas delante de la alcabala de la G.N y, en el primer cruce de calles, se mostró indeciso. A Inavi se le prendió el bombillo del recuerdo y reconoció al cánido esquelético y marxista.
- ¡¡Morulondo!! – ladró con fuerza.
El can recién llegado volteó su picudo rostro hacia el lugar de donde salía la voz.
- ¡¡Inavi!! – ladró con entusiasmo mientras corría hacia él presuroso.

Después de los olisqueos de protocolo canino, Inavi contempló a su colega desde el hocico a la cola.
- ¡Estás un poco desmejorado!... ¿Ya no pasa Mercal por Yavita? ¿Qué haces por aquí?
- Labores de inteligencia – dijo Morulondo bajando un poco el tono de la voz y mirando para todos lados, como temiendo que lo descubrieran.
- Con esa pinta despistas a cualquiera. Pareces la muerte en cuatro patas... Ven, te brindaré algo.
Cruzaron la Plaza, pues ya empezaba a amainar el aguacero y se dirigieron a la Panadería «San Fernando Rey». Sentados en el piso, mientras saboreaban un bocadillo de chaimas, recordaron los momentos en que se conocieron.
- Te fuiste de Yavita de una manera poco cortés… – le reclamó Morulondo.
- Llevaba varios días de ayuno severo. La supervivencia, para un cacri, está por encima de la ideología, hermano... Pero tú, aunque me insultaste feamente, no perdonaste el pollo que se me cayó al subir al barco, ¿né?
- Tienes razón. La ideología y la supervivencia pueden convivir… – filosofó Morulondo.
- Te has convertido en revisionista… ya no eres tan talibán, ¿abandonaste el fanatismo?... Dime de una vez. ¿A qué viniste a Atabapo?
- Ya te lo dije, inteligencia militar…
- Échale ese cuentito a otro…Se pueden contar tus costillas. Eso no es un disfraz… Estás «ladrando», como dicen los homínidos.
- No puedo fiarme de ti. Eres un contrarrevolucionario.
- Mira, marxista trasnochado, yo fui escuálido, luego fui revolucionario, y ahora soy sólo un perro. Igual que tú. La revolución para muchos es sólo una camisa que se pone y se quita. Dime la verdad, ¿te fugaste?
- No propiamente. Hubo un cambio de estrategia en el Frente 84 - disimuló Morulondo.
- ¿Y en qué consiste? - dijo Inavi.
- ¿Oíste hablar de la Misión Identidad?...
- Naturalmente.
- ¿Vendrá por aquí próximamente?
- A cada rato está aquí. – sonrió Inavi – Este pueblo tiene las hembras más paridoras de Venezuela...
- ¿Qué quieres decir? - dijo Morulondo.
- Atabapo tiene 5.000 habitantes de población real, pero si le sumamos los fantasmas, llegamos a 10.000. Cada dos meses viene la Misión Identidad a sacarle cédula a los recién nacidos para que puedan votar - explicó Inavi.
- Ave María, pues… ¿también votan los menores? - se admiró Marulondo, pronunciando más las eses.
- ¿No entiendes? Los recién nacidos a la venezolanidad son los paisanos tuyos que vienen hasta de Villavicencio para obtener la cédula venezolana.
- Precisamente, a eso vengo yo. El Frente 84 recibió una orden del Comisariato Central de las FARC para que aprovechemos esa ganga y podamos asentarnos fácil en Venezuela, sin problemas. Aquí formaríamos un frente estratégico clandestino - señaló Morulondo.
- ¿Y se vinieron todos para acá? – preguntó Inavi todo preocupado.
- Aquí unos, en San Carlos otros, y en Maroa los demás. Aquí vinimos sólo un grupo selecto para sacar también la Partida de Nacimiento.
- ¿Y la plata?...
- Ah pero, ¿hay que pagar?
- ¡Dúdalo! - respondió Inavi.
- A mí me dieron el dato que bastaba con apoyar al partido de gobierno.
- ¿A cuál partido de gobierno? ¿al nacional o al estadal? Porque estamos en un pueblo original, único... Tenemos para todos los gustos. No es lo mismo estar con el gobierno regional que con el gobierno estadal. Van juntos pero no revueltos...
- Eso es lo que espero de ti, que me apoyes con la logística - dijo Morulondo.
- Mira, para hacerte la Partida de Nacimiento, basta que digas que vas a votar por los azulitos, pero después que te la hagan, para que te la den hay que bajarse de la mula, como en todas partes...
- ¿Cuánto?
- 300.000 pesos de los tuyos.
- ¡¡Triple’ijuep… eso es mucho!! - exclamó Morulondo.
- Eso es lo que cuesta ahora nuestra nacionalidad, nuestra soberanía... Tampoco es tanto, si tienes en cuenta que la inflación va en ascenso… la cotización del dólar... el descenso del precio del petróleo...
- Lo pensaré… ¿dónde vives? - dijo Morulondo.
- Vamos… - dijo Inavi
Y ambos cacri tomaron la vía hacia la casa de Alberto en los Chimichimitos.


LOS CHAMANES CONTRATACAN

Después de varios días de intenso ir y venir, Inavi creyó que la investigación sobre la planta se iba aclarando y avanzaba poco a poco, gracias a sus descubrimientos. Fue por eso que acudió a la Plaza para intercambiar datos con el viejo Samán.

- ¿Te acuerdas de lo que hablábamos el otro día sobre la pelea de los chamanes? - expresó Inavi.
- Ajá… ¿Ya averigüaste algo?
- Algo interesante que reafirma mis sospechas.
- Habla, pues, no te hagas de rogar - presionó el Samán.
- Era de noche. Un aguacero terrible caía sobre el pueblo. Me dirigí a Cadafe y desde lejos, divisé una gran humareda. Creí que estaban incendiando las plantas. Tú sabes que en estos tiempos la población está bastante alterada. Me fui acercando con el sigilo que a mí me caracteriza y… ¡oh maravilla! Encontré un grupo de 7 brujos fumando tabaco a millón y ensalmando los alrededores de la sede de Cadafe. Iban de un lado para otro de la cerca, moviendo acompasadamente las maracas… Adentro estaba de guardia el cadafero Topito. Observaba los movimientos de los chamanes, sentado en el chinchorro con un tubo de hierro al lado, por si se les ocurría asaltar la sede.
- ¿Y eso es todo?...
- No. Falta lo más interesante. Me fui por la parte de atrás de la planta; tú sabes que el río está alto en este tiempo y llega hasta Cadafe. Y… ¡oh maravilla! Confirmé mis sospechas. ¿Sabes a quiénes encontré?
- ¿A quiénes? - preguntó el Samán.
- A tus vecinos - respondió Inavi
- ¿A Fadel?... - dijo el Samán.
- No.
- ¿A Álvaro?...
- No.
- ¿A la Policía?...
- Te faltan solamente unos - dijo Inavi
- ¿Los curas?... - preguntó el Samán.
- Exactamente. Allí me los encontré a los tres. ¿No te dije que era una pelea entre chamanes?
- Te pasaste.... Creo que estás exagerando, perrito… - sonrió el Samán.
- Así como te lo cuento. En la oscuridad, vi que se acercaba por detrás de Cadafe una curiara. Me acerqué más a la orilla y los pude ver perfectamente.
- ¿Qué hacían? - preguntó ansioso el Samán.
- Se iban pasando uno al otro unos globos llenos de agua bendita, bombas de esas con las que los chamos juegan a carnaval.
- ¿Y cómo sabes que era agua bendita? – preguntó curioso el Samán.
- Muy sencillo. Uno llenaba las bombas con agua, el otro las bendecía, y el último, el más joven, las lanzaba con fuerza contra la planta.
- Te pasaste de embustero - dijo el Samán.
- Palabra de perro, que es verdad, viejo verde. Yo sabía que aquí había una lucha de fuerzas espirituales. ¿Cómo te explicas lo del ciclo?...
- ¿Cuál ciclo? – preguntó Samán.
- ¡Cónchale! Eres el único en Atabapo que no conoce el ciclo. ¿No te das cuenta que un día se le van los filtros a la planta? - dijo Inavi.
- Sí.
- ¡Eso es un bombazo de agua bendita!
- Pero después lo arreglan - aseveró el Samán.
- ¡Sí, porque los otros chamanes se fuman 10 tabacos cada uno!...
- ¡Pobrecitos! - se compadeció el Samán.
- ¿Le falló el aceite? Ese es otro bombazo. Y los otros chamanes, fuma que fuma. ¿Se le bloqueó la tarjeta?...es otro bombazo Y los otros chamanes… fuma que fuma. Otro bombazo de agua bendita y se le dañó el turbo. Otro bombazo...
- ¿Y los otros chamanes? ¿No tienen fuerza?...
- No dan abasto, porque tirar bombas de agua bendita es mucho más fácil que fumarse un tabaco de esos grandotes…
- ¿Y cuando falla el gasoil? – preguntó Samán.
- Bueno, ahí no entran los chamanes; eso es porque lo venden los cadaferos… - dijo Inavi
- ¡¡Chasí no..!! - sonrió el Samán.
- Ahora puedes encontrarle sentido a aquellas palabras de L. Casulla, la noche de la inauguración de la Planta: «…Seguro que algunos están rezando para que se apague…» Pero lo que más llamó la atención fue la razón profunda que adujo de por qué las plantas de Atabapo se dañaban tan pronto… Dijo que iba a traer unos chamanes para contrarrestar a los brujos de por aquí... «Y es que las brujean demasiado…»
- Sí, eso lo escuché también yo...Y efectivamente, cuando llegó la planta nueva, trajo a los chamanes de palacio para que la ensalmaran…
- ¿No te conté lo que pasó esa tarde? - preguntó Inavi.
- Nada... - respondió el Samán.- Llegaron los chamanes con su jefa y pidieron entrar al galpón de las plantas para ensalmarlas. Estaba de guardia Noño el cadafero. Este tenía un tono espectacular en un celular. Lo escondió detrás de una de las plantas y se fue para la oficina.
Cuando empezaban a brujear, lanzando esconjuros, un horrible y espeluznante maullido cortó en seco los cantos y el sonar de las maracas:
- ¡¡¡¡ Miaaaaaauuuuuuuu!!!!!
- ¡¡¡Ahí tán!!!... - gritó la jefa - ¡¡¡Ahí tán!!!...
Los brujos continuaron su trabajo bailando con su paso «patrás y palante», mientras el Noño hacía repicar a cada rato el maullido satánico:
- ¡¡¡ Miaaaaaauuuuuuuu!!!! ¡¡¡ Miaaaaaauuuuuuuu!!!!
- ¡¡¡Ahí tán!!!...¡¡¡Por allá!!!... ¡¡¡Por allá!!!... Cuando el Noño, muerto de la risa, se cansó de llamar al celular, el grupo de chamanes salió satisfecho porque habían logrado acallar a los diablos que tenían brujeada la Planta.
- Pero pa nada, porque siguió fallando… - dijo el Samán.
- Es que los brujos atabapeños son demasiado bravos…

Dicho esto, Inavi arqueó su cuerpo de una forma espectacular para su edad, logrando rascarse la nalga izquierda con los dientes. Las pulgas estaban de fiesta.


SAMAN, INAVI Y MORULONDO…

Ya de noche, después de un largo periplo por las principales barriadas de Atabapo, Inavi invitó a Morulondo a sentarse un rato debajo del Samán de la Plaza. Para variar, como siempre, no había luz en ese sector.
- ¿Qué?... ¿Encontraste pareja? – dijo el Samán.
- ¡¡Oye, impotente sexual, morboso y mal pensado, que es un macho…!! – protestó Inavi.
- Bueno, pero es que… como hoy día se ve de todo…
¿No me lo presentas? - simuló el Samán un tono amanerado.
Morulondo se había apartado a orinar a los pies de la única palmera de chiquichique que quedaba en la Plaza. Además, como él no gozaba del «usendú pa» («el que escucha todo»), no percibía el lenguaje de las plantas.
- Es Morulondo, un amigo que conocí en mi exilio por el Guainía. Viene a sacarse la Cédula de Identidad.
- ¿A esa edad? Seguro que es colombiano…
- ¿Y qué tienes tú contra los paisanos?
- Nada. Contra ellos nada. No tiene culpa el ciego sino el que le da el garrote… - dijo el Samán.
- ¿Qué opinas sobre la Misión Identidad? - preguntó Inavi.
- La Misión Identidad como muchas otras cosas, por lo que yo sé, nació con buenas intenciones. Antes, en lo que tú llamas Cuarta República, para sacar la Cédula los homínidos, los perros y las ratas, (porque hay de todo), tenían que hacer largas colas, ir a Puerto Ayacucho y pasar varios días perdiendo tiempo y real. Ahora, se puede sacar aquí mismo y te la dan inmediatamente. Pero estas buenas intenciones se fueron puteando mucho, sobre todo en las fronteras. Lo que está sucediendo ahora es una porquería, una falta de respeto a la nacionalidad, un atentado contra la soberanía.
- No exageres, yo lo veo calidad, si algo tiene este gobierno es la defensa irrestricta de la soberanía - dijo Inavi.
- De boquilla, amigo, en los discursos. Todos los días oyes cacarear sobre los peligros que representa para el país el imperio gringo, mientras aquí abajo se vende la soberanía por cuatro lochas todos los días.
- No seas exagerado, viejo frustrado - dijo Inavi.
- Vas a ver en las elecciones. Cada candidato trae bongos de «venezolanos» importados del otro lado del río...
- Es que tú tienes una formación reaccionaria por esencia, no comprendes que América es una, es «Abya yala», la «patria grande», nuestra «pacha mama», todos somos hermanos…
- Sí, perrito inocente, vete a Brasil o a Colombia o a otra parte de América, a ver si te regalan la cédula como aquí… Son unos «vende patria», unos mercaderes del voto…
- Bueno, viejo tronco, voy a seguir enseñándole el pueblo al paisano. Trataré de orientarlo. Hasta pronto – se despidió Inavi.

Cuando se fue Inavi, el Samán le dijo a los árboles compañeros de Plaza:
- ¿Han escuchado?
- «Estás perdiendo el tiempo…» - canturreó con voz de barítono, el enorme camoruco que está frente a la Iglesia.
- «Pensando…pensando…» - le contestó con armónica polifonía el coro de las otras matas de la Plaza.


MORULONDO, VENEZOLANO POR NACIMIENTO

Se acercaba el tiempo de las elecciones regionales. El movimiento del pueblo crecía día a día. En el puerto se agolpaban los bongos, los negocios estaban llenos de indígenas de las comunidades. Algunos miraban y otros compraban. Los comandos de campaña de los candidatos más fuertes, estaban rodeados de gente que esperaba la ayuda diaria para permanecer hasta el día de la votación. El pueblo era un bullir continuo.
La hospitalidad es una característica de los pueblos indígenas. Donde caben tres, pueden caber tres más. Las casas estaban a rebosar. Se comía en el parque, en los bancos de la Plaza, en las aceras, en el puerto, cualquier lugar era útil para acampar familias enteras que se sienten atraídas, no tanto por ejercer el sagrado deber ciudadano del voto, sino por todo lo que rodeaba a ese sagrado deber.
Los políticos visitaban infaliblemente las comunidades indígenas con todo el fervor apostólico en este tiempo de elecciones.
..............................

Después de recorrer el pueblo y revisar dónde se encontraban las mayores probabilidades de contribuir con la supervivencia diaria, Inavi se acercó a la Plaza y se sentó a los pies del Samán.

- Y tu amigo, ¿sacó la Cédula? - preguntó el Samán
- Rapidito… - dijo Inavi – y pronto va a tener también la Partida de Nacimiento original…
- Y seguro que tú eres el alcahuete… Todo está podrido… - masculló el Samán agitando algunas ramas.
- Cálmate, viejito, yo hice bastante al convencerle que dejara la guerrilla - señaló Inavi.
- ¡Cómo! ¿Es un guerrillero? ¡Lo que faltaba! - el Samán se alborotó moviendo fuertemente otras ramas.
- ¡Era guerrillero!... Ya tiene todo listo para acogerse a la vida civil. Lugar de nacimiento: Macuruco. Fecha de nacimiento, bueno… se quitó algunos años…
- Y seguro que al preguntarle por la etnia dijo que era extraterrestre... - sonrió el Samán
- No... Dijo que era una planta del siglo XIX, con antepasados oligarcas - ironizó Inavi.
- ¿Y los 300.000 pesos?
- Aún no los tenemos. ¿Tienes alguna idea? - preguntó Inavi.
- Sí. Entrégalo al ejército colombiano en Inírida y tendrás una abundante recompensa…
- ¡Árbol sin corazón!¡Insensible!¡Yo soy amigo de mis amigos!... – ladró bravo Inavi.
- Era una broma, perrito… - dijo riéndose el Samán
- Y ¿dónde está Morulondo? ¿qué hace? Hace tiempo que no lo veo por aquí.
- Se enamoró de una jebita bonita en la casa de Guayuco. Están trabajando los dos, de guachimanes, en la venta de verduras… Me voy. Tengo que conseguirle los biyuyos a Morulondo.
- Te va a ser fácil ahorita en las elecciones… Seguro que tu amigo el Dr. Atamel te los consigue si vas a desfilar de azulito el día del cierre de campaña. - dijo satíricamente el Samán - pero... ¿Estás seguro que tu amigo Morulondo ya se olvidó de la guerrilla?...
- No. Ahora es cuando... Está entrenando un frente guerrillero de puro cacri.
- ¿En dónde? - preguntó el Samán.
- Secreto de estado... - se excusó Inavi.

Y tomó el camino para su casa, dejando al Samán picado por la curiosidad.


REFLEXIONES ELECTORALES

Un día cualquiera de Noviembre 2008.
Las estrategias se estaban afinando en todas las toldas políticas. Se aproximaba el cierre de las campañas.
Inavi se pasó todo el día en el puerto contemplando el ir y venir de bongos. Ese día, dos facciones políticas concluían la campaña.
Al atardecer, con toda la Plaza iluminada, Inavi se dirigió a reposar entre las raíces del añoso Samán. La luz eléctrica estaba funcionando con regularidad desde hacía semana y media. Los cadaferos conectaron dos plantas en paralelo y solucionaron el problema de la luz. Cuando terminen las elecciones, Dios dirá.

- Te veo un poco cansado, perro pulgoso - dijo el Samán.
- No, precisamente - respondió Inavi - estuve sentado casi todo el día.
- ¿Y tu amigo Morulondo?
- Por ahí anda vestido de rojo-rojito - respondió Inavi.
- ¿Ya pagó los 300.000 pesos? - preguntó el Samán.
- Nada... Se puso la franela azul, desfiló 3 veces y le sacaron la partida rápidamente.
- ¿Y ahora es rojo-rojito? ¡Qué rápido se adaptó a las costumbres políticas atabapeñas!...
- ¿Sabes una cosa, viejo? - comentó Inavi - Estoy pensando en lo que me decías hace unos meses. La revolución pretendió cambiar todas las cosas para dejarlo todo igual.
- Te lo digo yo que vi pasar centenares de revoluciones por debajo de mis ramas, pero ¿qué pasó? - dijo el Samán.
- Hoy me pasé toda la mañana en el puerto. En una esquina, allá junto a la piedra, un comando de recepción ondeaba una gran bandera, aclamaba y aplaudía a toda embarcación que se acercaba. En la Punta, otro candidato hacía lo mismo. Los indígenas eran recibidos como héroes, les servían agua fría de una cava y, con gran delicadeza, los llevaban hacia el camión que los transportaría hasta el comando de campaña.
- A esos indígenas, antier mismito ni les paraban, pasaban de largo y se hacían los locos si les preguntaban algo. Y el día después de las elecciones, pasará lo mismo, «si te he visto, no me acuerdo»... y los dejarán a la buena de Dios... - comentó el Samán.
- Al mismo tiempo, - continuó Inavi - un grupo de unos 15 indígenas hacían de caleteros transportando pacas de arroz y otras mercancías desde un barco hasta el almacén de un comercio. El indígena por un lado, era recibido como un héroe porque hoy les interesaba, y por el otro lado era explotado o se aprovechaban de su necesidad. Todo sigue igual...
- ¿Recuerdas tus años de adecopeyano? - dijo con ironía el Samán - Se hacía perfectamente lo mismito. Un gobernador, ya no me acuerdo cuál, dijo que «en Amazonas, el que tenía a los indios ganaba las elecciones»... Y como dice un libro que leí hace años, la competencia política dió origen a dos imágenes contradictorias y opuestas de los indígenas:
Por un lado, son vistos y se les considera como personas ingenuas e ignorantes, cuyos votos se pueden comprar a cambio de dinero, comida, plantas eléctricas, gasolina y otros artículos...
Por otro lado, son considerados como poco confiables, incapaces de demostrar y mantener sus lealtades políticas ya que cambian sus opiniones, de acuerdo a las cambiantes circunstancias políticas e intereses económicos... Y eso no es tan así... el indígena es mamador de gallo. Tiene sutes a los candidatos. Estos los visitan en sus comunidades, les hablan, les prometen y ellos dicen siempre lo que los candidatos quieren oír, no lo que piensan en realidad. Le dicen que sí, que ahora van a votar por él, que el otro les engañó... Y así cada candidato que pasa por las comunidades cree que tiene los votos amarrados... Por eso todos ellos se consideran ganadores. Están seguros que van a votar por ellos.
- Por eso en Atabapo no hubo manera de que se unieran - comentó Inavi.
- Naturalmente. Todos se consideraban ganadores. El indígena hace la guerra por su cuenta, calcula muy bien sus pasos y sabe engañar a sus engañadores - concluyó el Samán.
- Pero en lo que dices tú, hay una gran contradicción - señaló Inavi.
- ¿Cuál? - preguntó el Samán.
- Tú dices que los indígenas «son vistos» o «considerados», pero ¿por quiénes? ¿quiénes los manipulan? por ellos mismos. Por otros indígenas como ellos, que son de aquí, que ahora son gobernadores, alcaldes, candidatos, diputados, concejales, jefes de campaña, animadores, promotores electorales etc... Son indígenas banibas, curripacos o mezclados, que se distinguen de los otros sólo, en que han estudiado o han sacado un título en la UCV, EUS, en la UPEL... o dónde sea... ¿Para qué estudiaron?... ¿Para manipular a sus hermanos? ¿Para engañarlos?¿Para aprovecharse de ellos?...
- Buena tu observación.- respondió el Samán - No había caído en la cuenta. Ellos mismos, al creer eso de los indígenas, se están echando tierra encima. Que esto lo dijera un criollo o un advenedizo sería grave, pero es mucho más grave que esto lo digan y lo hagan los mismos indígenas, pues quiere decir que su autoestima está por el suelo, no existe. Una de dos, o éllos ya no se consideran indígenas, o son indígenas sólo cuando les interesa... Verás que el día de las elecciones los recibirán como las estrellas del show, comida y ron abundante..., los recogerán, y los enchiquerarán para decirles cómo y por quién votar... y después, al día siguiente, el indígena despertará del sueño para enfrentarse otra vez a la realidad amarga de cada día...
- Y yo que creí que las cosas iban a cambiar en Amazonas... - dijo desilusionado Inavi.
- Tú siempre fuiste un idealista romántico - dijo el Samán - siempre te olvidas de la lección de la «síntesis», no te acostumbras a ver lo que está escondido detrás de la realidad que se ve. ¿No te das cuenta que detrás de un ejército de bobos «idealistas», hay un cogollito que mueve los hilos y se aprovecha de todo lo que está en juego? ¿Cómo crees que se financian estas campañas largas y costosas? ¿Quién compra la gasolina o da la orden para comprarla? ¿Quién maneja la logística? Ése es el que maneja el billete... De la noche a la mañana aparecieron en Atabapo, de la nada, unos camiones nuevos y un gran lote de motos... ¿De quién serán? Pregúntale a tu amigo el Dr. Atamel Dechá. Tiene varios ases bajo la manga. Si gana su gallo, tu antiguo amo se forrará...
- ¿ Más aún?... - comentó Inavi.

Inavi se recostó desanimado y cerró los ojos. Al rato, alzó su cabeza y le dijo al Samán:
- Tenías razón cuando dijiste que el indígena no es bobo y aprendió a defenderse y a reírse de los candidatos. Esta mañana seguí a un pariente que iba pasando debajo de tus ramas.
Era un pariente bien vestido, con camisa de manga larga de colores chillones y unos lentes oscuros que le daban cierto aire de intelectualidad. Subía del puerto con una carpeta de manila bajo el brazo y un elegante maletín negro en su mano izquierda.
Ese pariente tiene una estrategia muy bien armada - continuó Inavi - Había hablado ya con cada uno de los seis candidatos y les planteó el negocio. Les dijo a cada uno que él tenía 68 votos seguros y bien amarrados en su comunidad. Preparó una carpeta con la propuesta y la presentó con todos los detalles bien especificados para el día de las elecciones:

- Comunidad Indígena: «X»
- Total de Votantes: 68.
- Votantes que votan en el «Junín»: 22.
- Los acompaña Rodrigo Márquez.
- Votantes que lo hacen en el «Gumilla»: 46.
- Los acompaña: María Pérez.
- Hora de llegada: 5 am.
- Lugar de llegada, casa de Perucho M.
- Hora de la reunión: 10,00 am.
- Hora de la comida: 12,30 pm. etc.
- Traslado a la Comunidad: 10 am. del día siguiente.
- Logística indispensable: 3 tambores de gasolina.

- Un informe preciso, de una claridad cartesiana. Calidad... como dicen los chamos. Muy concreto - dijo el Samán.
- Lo más concreto es que, a cada candidato le tenía preparada una carpeta semejante. El pariente ya recogió 3 tambores por candidato: 15 tambores en total.
- Avispao el bichito... - dijo el Samán.
- El día de las elecciones dejará a 4 candidatos con los crespos hechos, esperando los 60 votos asegurados y con la comida lista... - explicó Inavi.
- Irán a votar por otro... - dijo el Samán.
- El está calibrando ahorita, cuál de los 5 candidatos tiene más chance de ganar, y después se anotará a gana-dor...
- Calidad...Muy bueno... La manipulación a los indígenas fue respondida con la manipulación a los candida-tos. Un buen mecanismo de defensa... Lo que es bueno para el pavo, lo es también para la pava... - concluyó el Samán.


LA HORA DE LA VERDAD

Faltaban 5 días para las elecciones. Todos los partidos habían medido sus fuerzas en cierres de campaña, en marchas, mítines y bonches. Es difícil hacer números o encuestas en Atabapo. A pesar de la polarización de fuerzas, la idiosincrasia política atabapeña no suele comulgar mucho con una fidelidad y coherencia a toda prueba. En todas las toldas o candidaturas se encuentran repartidos miembros de cada familia. Así, en caso de que gane éste u otro candidato, nadie pierde.
En las marchas de los azules se verá un número de ruidosos mototaxis uniformados con las franelas de ese color ritual. Ese mismo número de mototaxis, serán los que acompañarán al candidato rojo, blanco o amarillo el día de sus respectivas marchas. Y en todas ellas, un buen número de niños, niñas y adolescentes no votantes, harán número en el desfile con banderitas y globos, sin que la Lopna tenga nada que decir.
Los mítines de cierre de campaña son una perfecta copia de los tan criticados mítines electorales de la denostada IVª República: «ron pa toel mundo»... exceptuando un candidato que mantuvo su personalidad... Se escucharon discursos de una profundidad tal, que movían las fibras más tiernasdel corazón. Como el pronunciado por una ilustre dama que delante del micrófono, dijo emocionada, «Yo no voy a decir más nada... sólo sé que el 24 de noviembre, vamos a ganar y todos vamos a chupar...». Muy explícita.

El Dr. Atamel Dechá, con la sonrisa de oreja a oreja, escuchaba boquiabierto el discurso del L. Casulla en el cierre de campaña, de quien no se separaba un solo instante. El gobernador avaló la labor realizada por el alcalde azulito en estos 4 años y se comprometió a terminar la «única» obra que no se había llevado a cabo: el estadio de futbol... Naturalmente, no dió explicación del por qué no se había llevado a cabo, ni qué se hicieron los reales...
Los días previos a las elecciones, la población de los caseríos cercanos de Colombia y Venezuela se trasladaron casi en su totalidad a San Fernando. Deambulaban por las calles y se les veía sentados en la Plaza y en las aceras de las calles, esperando que le dieran algo para comer. Como los antiguos encomenderos de la Colonia, hoy cada candidato tiene «sus» indios, «sus» comunidades, y los cuidan con particular celo, hasta el momento de la votación. Después, que cada palo aguante su vela...

...............................

- ¿Qué pasó? Te veo un poco nervioso. ¿Es por las elecciones? - saludó el Samán.
- Nada... - disimuló Inavi, que sí denotaba cierta intranquilidad.
- Tu corazoncito está en un problema. Sigues esperando que la revolución rojita triunfe. Te diré que a mí, los números no me dan.
- Están prohibidas las encuestas desde ayer - protestóInavi.
- Pero yo no hago encuestas, cacri ñángara, yo sólamente uso la lógica - razonó el Samán - Hay dos grupos diferenciados en el pueblo que podrían competir para ganar las elecciones... si un grupo va unido, y el otro va dividido en 5 toletes, ¿quién tendrá la victoria en la mano?
- En Atabapo la lógica no existe, me lo dijiste siempre, viejo troglodita. Todo puede pasar, aquí todo puede suceder; más bien, aquí suele pasar lo que en otras partes no pasa... - respondió Inavi - Si echas una moneda al aire, aquí en Atabapo seguro que cae de canto, ¿no fuiste el que me dijo eso?
- En eso tienes razón. Pero si quieres, jugamos algo - insinuó el Samán.
- ¡Atabapeño al fin!... - dijo Inavi - ¿Qué apostamos?
- Muy sencillo. Si ganan los rojitos, yo me hago revolucionario. Mis hojas serán rojas en vez de verdes, me calaré todas las cadenas del Chá por internet vegetal y todos las mañanas gritaré: «Patria, Socialismo o muerte». Y si pierden, tú te convertirás en escuálido y oligarca capitalista y estarás condenado a ver Globovisión día y noche...
Inavi se quedó en silencio, se rascó con calma la oreja izquierda con la pezuña y se acercó a la mata de fibra para orinar.
- ¡Qué!... ¿Te entró culillo?... - sonrió el Samán.
- Cuando tú estás tan seguro, quiere decir que estás tramando algo... ¿no estarás de acuerdo con «Súmate»?... ¿o envenenaron algunas máquinas de votación?...
- No, simplemente puras deducciones... los compinches tuyos se están mordiendo entre ellos... - insinuó el Samán.
- Son problemitas endógenos - respondió Inavi.
- Endógenos y exógenos, perrito... No se fían ni de su sombra... todos se ven como posibles ladrones y aprovechadores de los recursos asignados, sobre todo de la gasolina... Se ven perdidos y andan desesperados... saben que no pueden ganar - dijo el Samán.
- Tú siempre de profeta del desastre... comentó Inavi.
- Mira, impenitente izquierdoso. Mañana a las 8 pm., acércate por tu Comando de Campaña. Hazte el loco, activa el «Usendú pa» y trata de oir todo lo que se va a decir en esa importantísima reunión.
- Allá estaré sin falta. - concluyó Inavi, dio media vuelta y, después de estirarse, cruzó la Plaza con dirección a la casa de Alberto en los Chimichimitos.

Se acercaba el día esperado de las elecciones. La atmósfera se caldeaba, pero no sólo a causa de la canícula veranera.
El término del tiempo permitido para aunar voluntades y unificar las candidaturas había expirado. Esa noche, a las 8 pm. se llevaría a cabo una reunión insólita, histórica, que rompería todas las expectativas y causaría terror y avergonzaría al mismísimo Chá, si tuviera conocimiento de que se iba a producir.
El partido rojo-rojito, revolucionario por excelencia, los guardianes de la revolución atabapeña, presidido por el candidato rojizo, que hasta hacía pocos meses era azul-azulito, se reuniría a puertas cerradas con el candidato de los adecos y su comité. A las 8 y 20 apareció el candidato escuálido, sólo, sin acompañantes.

..................................

A altas horas de la noche, Inavi se sentó a los pies del Samán.
- Estoy desmoralizado - dijo Inavi.
- ¡Animo, perrito!... ¿qué pasó?... - preguntó el Samán.
- Nunca creí que llegarían a ese extremo...
- La política es dinámica y cambiante, ¿no te acuerdas? ¿No estará metida la mano del Dr. Atamel Dechá? - dijo el Samán con sorna.
- No me extrañaría nada. El partido de la revolución haciendo pactos con los adecos. Esto es lo último... - dijo Inavi - Un pacto «contra natura».
- ¿Qué dijeron? - preguntó el Samán, curioso de conocer todos los detalles.
- Convocaron una reunión con el candidato adeco para hacerle unas propuestas - dijo Inavi.
- ¿Indecorosas?...
- Más bien asquerosas para nosotros los revolucionarios... le dijeron que le pagarían todos sus gastos de campaña, si votaban por ellos - expresó Inavi.
- ¿Y qué respondió el adeco?
- Lo normal... Ya era demasiado tarde. El plazo para las uniones ya había expirado.
- Pero, ¿tan mal están que tienen que pactar con los adecos? - dijo el Samán.
- Después de las marchas se dieron cuenta que ninguno de los dos podía ganar. A ambos les faltaban votos. Pero hubo más aún...
- ¿Más?
- Le ofrecieron la mitad del poder político de la Alcaldía, si ganaban - dijo Inavi.- Allí estaban todos, el candidato, el jefe de campaña, el comité dirigente, limosneando los votos del candidato adeco...
- Perrito, te doy mi más sentido pésame. Tus ideales recibieron una puñalada trapera, un golpe mortal.
- Nunca pensé que iban a caer tan bajo - lamentó Inavi.
- Aquí te queda demostrado lo que decíamos desde hace tiempo. La revolución no cambió nada. Es sólamente un nombre, una palabra. Son los mismos perros con distintos collares. Los de la Vª y los de la IVª se avienen a las mismas formas, a los mismos trapicheos, porque la revolución se quedó sólo a nivel epidérmico, superficial; la mentalidad adeca sigue igualita...
Inavi, se levantó cabizbajo. Ya se iba para la casa, pero el Samán le preguntó:
- Ya sé donde está Morulondo...
- ¡¡Aché!!... - se volvió Inavi.
- No te olvides que todas las plantas tenemos conexión intervegetal... Está en un claro de la selva entre La Pereza y la CVG.... Va a venir flaquiiito...
- Es su problema - dijo Inavi con ganas de irse.
- Espera. Se la pasan marchando en hilera, se echan a tierra, brincan pozos etc. y después todos juntos, levantan la pezuña izquierda y ladran: «¡Guaaaau! ¡Guau! ¡Guauuu!». Tambien hacen el mismo ladrido cuando se levantan y cuando van a acostarse. Traduce, ¿qué es lo que dicen?
- El primer ¡Guaaaaü! se pronuncia con una «a» alveopalatal y la «ü» tiene diéresis, quiere decir que es cerrada.
- ¿Y significa?... - preguntó el Samán.
- «Socialismo» - respondió Inavi.
- ¿Y el segundo ¡Guau!?
- Es con la «a» glotolingual, mientras que la «u» final es muda...
- ¿Y significa?...
- «Patria» - contestó Inavi
- Ya sé. El otro ¡Guau! significa «muerte»...
- Te pelaste, sabiondo, significa «hueso», «papa», «pollo», «comida»... - respondió Inavi.
- Hmmm... socialismo realista del siglo XXI... interesante tu amigo Morulondo... - comentó el Samán.
A pesar de la luz diáfana de la Plaza, Inavi, recor-dando la asquerosa reunión entre revolucionarios y adecos, se dirigió a los Chimichimitos con el alma nadando en la oscuridad.

...................................

El viernes por la mañana se instalaron las mesas electorales en el Liceo Gumilla y en la E.B.Junín. Inavi fue nombrado testigo de una mesa. En el momento de prueba de las máquinas, los representantes de cada partido observaron que el miembro del CNE local probó todas las tarjetas, pero no pulsó la del PSUV. El representantes de esta tolda protestó:
- Mira, la del PSUV no la pulsaste.
- No hace falta, esa ya está impresa en todas las papeletas - respondió Inavi, mientras salía del salón muerto de risa.

La noche previa a las elecciones se supo la triste noticia que pudo terminar en tragedia, de que una voladora, con uno de los candidatos y varias personas a bordo, chocó contra una roca en el Orinoco. Se perdió todo pero, gracias a Dios, no hubo desgracias personales. Se está averiguando a fondo, si fue un choque accidental o si en cambio fue un atentado provocado por algún infiltrado...

En esa misma noche, un comando de rojos-rojitos dañaron las propagandas del candidato adeco por todo el pueblo, posiblemente en represalia por no haber querido ceder al arreglo o chantaje que le habían propuesto.
También las paredes de la Escuela B. Junín, que era un centro electoral, custodiado por la G.N. aparecieron pintadas con propaganda del PSUV. Se hizo la denuncia ante las autoridades del CNE, pero como siempre, las leyes están hechas sólo para ser violadas. Fuentes confidenciales señalaron que el cura les hizo la cruz, y... «que se olvidaran de ganar».

El clima electoral de Atabapo en los últimos días, estuvo cruzado nuevamente por fuerzas espirituales en pugna.
Como con la famosa planta de L. Casulla, la tolda del Dr. Atamel Dechá trajo brujos de Brasil, de Río Negro, de Colombia. Pero esta vez, no hubo uniformidad de opiniones sobre hacia dónde se inclinaría la balanza de la victoria. Los chamanes de Colombia le dijeron al Dr. Atamel que lo que veían era puro color «azul». Los de Río Negro, veían puro «rojo-rojito» y los de Brasil en cambio, todo lo veían «blanquito»...
Estos resultados chamánicos pusieron en alerta al Dr. Atamel D. que en secreto mandó confeccionar inmediatamente varias franelas con los tres colores, azul, blanco y rojo con los nombres de sus respectivos candidatos. Las tenía bien guardadas en un baúl de su casa. Ganara quien ganara, él se uniría al carro del vencedor. La astucia del Dr. Atamel siempre picaba adelante de los acontecimientos...
Pocas horas antes de las elecciones, se supo que el grupo electoral MERAP, (famoso por unirse en todas las elecciones al candidato que se vislumbraba como ganador), anunció que definitivamente en Atabapo, le daría sus únicos dos votos al candidato azul. Este fue otro triunfo del Dr. Atamel Dechá que logró convencerlos a última hora, a cambio de un misterioso cambalache.


RESULTADOS


El radiante amanecer del 23 de Noviembre 2008 fue perturbado por el corre-corre de todo el parque automotor disponible en San Fernando: camiones, camionetas, carruchas, motos, bicicletas...
Miembros de mesa, testigos, representantes y encargados de la logística de los diversos partidos, se hicieron presentes y dispuestos a un arduo trabajo desde tempranas horas.
Era un domingo único en Atabapo. El despertar dominical ordinario suele perturbarse con las campanas de la Iglesia para la misa de nueve. Campanas que sirven solamente para darse la vuelta y seguir durmiendo, después de tan ajetreado y movido fin de semana.
En este domingo electoral, a causa de la ley seca del fin de semana, la gente madrugó insólitamente. Los centros electorales, luego de unos primeros momentos de tímidas colas, se colmaron con gran afluencia de votantes.
Los resultados estaban cantados. No hacía falta ser un gran matemático ni politólogo, para saber que la probabilidad mayor de victoria la tenía el candidato azul. Todo ello debido a la agalludez de todos y cada uno de los otros candidatos.

A media tarde ya empezaron a circular números y cuentas sobre las mesas. La votación estuvo muy ajustada, por eso nadie quiso echar las campanas al vuelo. Fue una victoria mustia, sin alegría, sin alboroto, sin discursos ni cantos de victoria,... La caravana se formó el lunes, pero ya se había perdido la motivación. Fue una victoria pírrica, pero victoria al fin. Los rojo-rojitos, a pesar de la derrota, festejaron y celebraron toda la noche. ¿Celebraban su victoria a nivel nacional?
Algo se estuvo fraguando en esa tranquila noche.
Por la mañana muy temprano, una rokola rodante recorrió todas las calles del pueblo, anunciando proclamas de AD, atribuyéndole la victoria al candidato adeco e invitando al pueblo a no aceptar el resultado de los comicios, pues el fraude era manifiesto.
En el pueblo ganó el candidato adeco por estrecho margen, pero se supo que los 31 votos con los que al final lo relegaban a la segunda posición, procedían de una comunidad del Orinoco, en donde, al parecer se cometieron varios ilícitos electorales
Para muchos había una contradicción en las elecciones municipales. No era justo que los votos de una comunidad de menos de 100 votantes o aquellos que, viviendo en Puerto Ayacucho, venían al pueblo sólo a depositar su voto mercenario, pero que no vivieron las penurias ni sufrieron el desgobierno y mala administración de la población atabapeña, fueran ellos los que decidieran el nombramiento de la autoridad de esa población.
A media mañana, los toldos montados en la Plaza Bolívar para el acto de proclamación del nuevo alcalde empezaron a llenarse de camisas azules. Las hileras de sillas de los invitados se colmaron con rapidez. El Dr. Atamel, como siempre, a su derecha. A continuación, la Junta Electoral Municipal hizo su solemne entrada e inició el acto.
Esa debió de ser la señal para que un grupo numeroso de pueblo, con una gran bandera blanca y a gritos de «¡AD! ¡AD! ¡AD!» irrumpiera en la Plaza por el lado sur y se acercara a los toldos. Una hilera de guardias nacionales hizo una tímida barrera frente al grupo. No fue sufi-
ciente. Cuando se iba a leer el acta de proclamación del Alcalde, el grupo de protestatarios corrió hacia los toldos y en una gran confusión de gritos y carreras, los toldos se vinieron abajo y, todas las autoridades se dirigieron a toda prisa hacia el Comando de la G.N. Hubo puños, porrazos, insultos y provocaciones. Los azules se dispersaron y fueron a celebrar a las afueras del pueblo en el Night-Club de Pepo, dejando a la deriva a la Presidenta del CNE municipal.
La megafonía rodante adeca arengaba al pueblo a la insurrección y al rechazo al nombramiento de la autoridad, fruto, según ellos, del fraude en una Mesa.
Allí se dio rienda suelta a toda la adrenalina acumulada en meses de campaña. La retórica en castellano y en las diversas lenguas indígenas, manó fluida durante horas en un «crescendo» continuo de discursos, en un primer momento expositivos, luego explicativos, más tarde cálidos, después contundentes, y por último agresivos e insultantes...
Los oradores de turno eran los de siempre. Entre ellos estaban quienes, en la aventura de la famosa Planta apoyaron visceralmente la gestión del alcalde y ahora, cambiados de color de franela, eran los que más acremente lo denostaban.
No pudo faltar el condimento surrealista y mágico, propio de la tierra. En el fragor de la lucha y cuando estaban más encendidos los ánimos, una voz se alzó para comunicar la noticia del fallecimiento de una vecina. La gente salió corriendo, unos hacia el hospital, otros hacia la casa de la señora, a quien encontraron comiendo tranquila en la mesa. Cuando le dijeron que la habían matado, se le subió la tensión a millón y la llevaron al hospital...
Los dirigentes del PSUV durante las primeras horas de la protesta estaban de espectadores, veían los toros desde la barrera, pero a las pocas horas cambiaron de actitud. ¿Los motivos? No se supo a ciencia cierta cuáles fueron, o estaban esperando órdenes de sus jefes de Ayacucho (ellos se distinguen por su obediencia), o en cambio, se dieron cuenta que estaban perdiendo el tren de la historia atabapeña, dejando pasar una ocasión estupenda para proclamar una auténtica revolución. O fueron las dos cosas a la vez. Lo importante fue que los dirigentes rojitos entraron en escena y se unieron con entusiasmo a las «voces blancas» de los adecos.
Algunos dirigentes rojitos no se unieron a la protesta, tal vez por el reconcomio que guardaban con el candidato blanco, ya que éste había rechazado las propuestas «indecorosas» para unirse a ellos. La derrota para algunos rojitos fue traumática. Estaban seguros de la victoria. A uno de sus dirigentes se le extravió un papel en donde ya tenía conformado todo el tren de gobierno.
Parece ser que lo que buscaban las manifestaciones era la renuncia de la Presidenta de la Junta Electoral Regional, y poder así seguir los trámites para la impugnación de las elecciones a nivel central. Logrado ese objetivo, se calmó el ambiente y Atabapo volvió a ser el de siempre.
Fue la manifestación del pueblo más duradera en muchos años. Todo el día permaneció la protesta en la Plaza y culminó a la noche con una gran caravana, muy superior a la realizada en los actos de cierre de campaña, fruto del inesperado «feeling» entre rojos y blancos..
Fruto de la desidia y dejadez ya proverbiales en estos últimos años, después de dos semanas de luz continua, sin fallos ni racionamientos, el día después de las elecciones comenzó nuevamente el racionamiento del servicio eléctrico cada 6 horas, por la falta de gasoil. Otra vez comenzaba el «ciclo».
Amazonas es, definitivamente, «tierra mágica»...

Inavi y el Samán volvieron a encontrarse después de varias noches. El Samán estuvo muy ocupado en el seguimiento de las elecciones en todo el país, via intervegetal, e Inavi, utilizando su «Usendú pa» («el que todo lo escucha»), en la recolección de las impresiones de los homínidos atabapeños sobre las elecciones.
- Perro pulgoso, ¿Cómo te quedó el ojo? - saludó el Samán.
- ¡¡Ommm!! Estoy viviendo en un estado de ataraxia total. Nada ni nadie puede turbarme - dijo Inavi con aires de monje budista, sentado y con ambas pezuñas alzadas.
- ¿Te acuerdas de la apuesta, aprendiz de oligarca?
- ¿Cuál apuesta? - preguntó Inavi.
- Si no ganaban los rojos-rojitos, quedamos que te convertirías en pitiyanqui y estarías condenado a ver Globovisión día y noche - respondió el Samán.
- Mira, vejestorio, ¿por cuál candidato hubieras votado tú si fueras homínido? ¿Por el blanquito? ¿Crees que hubiera cambiado mucho la cosa? - preguntó Inavi.
- Lo mismo que iba a cambiar con el rojito y que va a cambiar con el azulito. Nada... Atabapo es un pueblo pacífico, tranquilo, profundamente cristiano...
- ¿Cristiano? ¿por qué? - se maravilló Inavi.
- Porque le golpearon una mejilla durante 4 años de desgobierno y despilfarro... y ahora colocó la otra mejilla para que le sigan pegando otros 4 años más.
- «El pueblo nunca se equivoca»... dijo Caldera, un oligarca de tu especie... - comentó Inavi.
- ¿Qué te pareció lo de ayer? - dijo el Samán - Los adecos ¿estaban muertos o andaban de parranda?
- Esos son reaccionarios, no son ni serán nunca revolucionarios - pontificó Inavi.
- Por la mañana eran reaccionarios... pero a la tarde, cuando se le añadieron los rojitos del PSUV, todo cam- bió, ¿verdad?. Ahí sí se dio una auténtica revolución ¿no? - ironizó el Samán.
- La conciencia de clase la da sólo la revolución.
- ¡No seas ridículo!... el alzheimer te tiene así - dijo el Samán - Yo creía que empezabas a entrar en juicio, pero nada... ¿No será que tu amigo Morulondo te está sicoseando?
- ¿Por qué? - dijo Inavi.
- Tú eres atabapeño... a veces me da la impresión que te la echas de suizo... que vives en otro mundo. ¿No te acuerdas lo que te dije, que aquí puede suceder de todo y que Atabapo es único en su género, irrepetible?
- ¿No crees que estás un poco viejo para exagerar tanto? - dijo Inavi.
- No exagero. Atabapo creo que es el único pueblo de
Venezuela en donde los adecos están peleando una alcaldía... y lo más mágico aún es que el PSUV y AD vayan de brazo, estén unidos en una protesta...
- Eso se llama «alianza estratégica».
- Y lo de «freirlos en aceite»... ¿cómo se llama?
- El Chá te tiene loco... ¿Sabes una cosa? El Dr. Atamel Dechá me invitó a un brindis por la victoria electoral...
- Y tú irás, de jalabolas... dijo el Samán.
- Estamos estudiando un plan con Morulondo y su gente para dar un golpe de efecto - respondió Inavi – que remos estudiar el terreno.
- Tengan cuidado que no les den el golpe a ustedes... - aconsejó el viejo Samán.

Los azules, a pesar de su victoria en Atabapo, Autana y Río Negro, aquí no proclamaron su victoria con entusiasmo. No hubo caravanas, ni fiestas populares, sólo para el cogollito. Habían recibido un golpe mortal en Atures.
Atures decidió siempre la elección de la gobernación, por lo que se puede intuir que los azules tienen los días contados como fuerza política. En Guárico, el otro fortín del PPT, junto con Amazonas, cayó derrotado estrepitosamente. En Ayacucho, la victoria del candidato «rojo-rojito», parece un preaviso de desalojo de la gobernación en la elección de febrero. El futuro azul se está tiñendo de negro en el horizonte...
Estas fueron las estadísticas finales en el municipio:
- Candidato Azul: 1.280 votos
- Candidato Blanco: 1.249 votos
- Candidato Rojo: 758 votos
- Candidato Amarillo: 336 votos
- La mujer de un concejal: 184 votos.
- Iniciativa propia: 70
- Abstención: 1.701 (28,77 %)
- Votos nulos : 334 (7,93 %)

Uno de los ejemplos que demostraron que Atabapo es lo máximo dentro del mundo mágico amazonense, fue lo que sucedió en una comunidad del municipio, manzana de la discordia y motivo de la impugnación de los adecos.
Se rompió otra vez el molde, se rompieron los récords, Atabapo es digno de pasar al Libro Guinness, pues insólita e inexplicablemente para estos tiempos de revolución, el maridaje «contra natura» entre los enemigos acérrimos e irreconciliables, los rojo-rojitos y los blancos cadáveres políticos adecos, entraron en un pacto de apoyo mutuo, actualmente en proceso. La cosa es dando y dando: hay alcaldía si hay apoyo a la enmienda del Chá. ¿Será?...
Otra conclusión o enseñanza que sacaron Inavi y el Samán de este incidente, fue que los adecos, antiguos maestros en la tramposería electoral, cayeron en la trampa como mansos corderitos frente a unos alumnos superaventajados. Firmaron inocente y estúpidamente las actas del fraude cometido y murieron como Chacumbele.
Naturalmente, el Dr. Atamel Dechá con su amplia experiencia en estos trapicheos, influyó enormemente en el resultado final de la victoria azul.




DIVAGANCIAS NOCTURNAS

Esa noche, el Samán estaba cansado del ruido que durante todo el día le había regalado la rockola del «Completo». Inavi, aburrido después del movido tiempo de elecciones, vino a recostarse a los pies del árbol sin muchas ganas de hablar.
Después de largos minutos, el Samán rompió el silencio.
- Perro prostático, este pueblo sí cambió bastante, ¿no te parece?
- Bueno, yo soy un carajito a tu lado. Desde «Menudo» para acá, me acuerdo de algo... - respondió Inavi.
- ¿Te acuerdas cuando llegó la televisión? No se veía un alma en la calle - comentó el Samán.
- Las telenovelas, las películas... pero todo pasa - dijo Inavi - ahora ni le paran...
- Sobre todo cuando el Chá se encadena... - sonrió el Samán.
- Hay que reconocer que Atabapo con la revolución, se convirtió en una ciudad cosmopolita, interesante, movida, con abundante vida nocturna... - dijo Inavi mientras bostezaba.
- Lo único que no veo bien de Atabapo, son esos nombres pueblerinos que le pusieron a los barrios o sectores - dijo el Samán.
- Serán algunos, porque otros son iguales a los que hay en otras ciudades - defendió Inavi.
- ¿Por ejemplo?...
- «La esquina caliente». Hay una en Caracas y otra aquí.
- Sí, es verdad. Pero la de aquí está llena de suciedad, malos olores... y ese mosquero... - dijo el Samán.
- No vas a pretender que todo sea perfecto, estamos en Atabapo...
- Tengo una propuesta para el alcalde: cambiar los nombres de todos los barrios - añadió el Samán - darles por ejemplo, un nombre más cónsono con la alta alcurnia de esta antigua ciudad
- ¿Cómo llamarías al barrio del Centro? - preguntó Inavi.
- «Casco Histórico El Samán».
- Tienes razón. Pero yo le pondría más bien «Casco Prehistórico»... precisamente por el Samán. - rió Inavi.- ¿Y donde yo vivo, los Chimichimitos?
- Urbanización «Tamboré», un nombre indígena, así como Tiuna, Macaracuay etc...
- ¿Y a la Punta? No le veo otro nombre apropiado - dijo Inavi.
- Estaría muy bien si lo llamáramos: «Colinas de Don Diego» ¿No te parece?
- Un poco cursi - dijo Inavi - ¿Y el Barrio Orinoco?
- Sonaría mejor: «Brisas del Orinoco».
- Pero no puedes cambiar el nombre de Santa Lucía, porque no te dejarían los Rivas - dijo Inavi.
- Hablando primero con Kunikuni, podrían aceptar el nombre de «Santa Lucía de la Laguna».
- ¿Y al barrio La Carretera? - preguntó Inavi
- Yo le pondría «Urbanización La Autopista».
- ¡¡Aché!! ¿Y qué autopista va a ser esa carretera llena de huecos? - sonrió Inavi.
- De eso se encargaría el próximo alcalde - dijo el Samán.- ¿Qué otro barrio queda?
- Solano - dijo Inavi.
- Ahí sí le caería bien el nombre de «Terrazas de Solano».
- ¿Y Marakoa? Es un nombre indígena. Estaría bien así - dijo Inavi.
- Pero sería bueno añadirle algo más elegante, con más glamour, sobre todo después de la construcción del malecón, podríamos llamarlo «Boulevard Marakoa», así como el Boulevard de Sabana Grande... Ah, ¿y La Laguna? Podría llamarse «Prados de La Laguna» - concluyó el Samán.
- Verdaderamente, la oligarquía que llevas en la clorofila, sale a relucir en todo lo que proyectas - respondió Inavi - Nombres sifrinos, rimbombantes, de cosas que no existen... Le reprochabas a la Revolución que necesitaba rebautizar todo para dar la sensación de que estaba haciendo algo nuevo... ¿Y tú, reaccionario carcamal, qué estás haciendo? ¿Qué «Brisas» del Orinoco, si aquí la única brisa que sale es de las cloacas colapsadas? ¿Qué «Terrazas»? ¿Qué «Colinas»?¿Qué «Autopista y qué Boulevard?... No se te ocurrió colocar ni un «23 de Enero», ni un «5 de Julio», ni un «4 de Febrero»... Esas fechas patrias se te olvidan, porque tienes alma oligarca y no sientes la vida del pueblo, de la patria... Olvídalo. No te apoyaré en esa propuesta ridícula.
- Está bien, perro cascarrabias y resentido social. Me queda sólo una duda - insinuó el Samán.
- ¿Cuál? - preguntó Inavi.
- ¿Qué fiesta patria se celebra el «4 de Febrero»? - sonrió el viejo Samán.
- Olvídalo, tronco fascista, escuálido, oligarca, pitiyanqui. El Chá te tiene loco...

Y... como otras muchas veces, los dos contrincantes y amigos interpusieron la noche como paréntesis a su amistad.


LA GUERRILLA CONTRAATACA

Morulondo tenía perfectamente entrenado a sus cacri. 12 semanas de preparación y disciplina férrea fueron suficientes para crear un Equipo Cacri de Acciones Especiales (E.C.A.S.), experto en ataques imprevistos, camuflaje perfecto, e inteligencia a toda prueba.
Inavi y Morulondo estaban empeñados en dejar al descubierto el doble o triple juego al que el Dr. Atamel Dechá estaba apostando. Para ello, en largas reuniones en el campamento de La Pereza, concibieron un plan para poner en ridículo al representante mayor de la «Síntesis atabapeña».
Tenían en su poder declaraciones ambiguas que habían grabado «pinchando» su teléfono. Sabían ya que eso, en Venezuela, no era delito. Pero necesitaban prepararle un escarmiento que pusiera de manifiesto la sinvergüenzura, la jaladera, el titánico esfuerzo por permanecer en el poder, ganara quien ganara.
Inavi conocía detalladamente los rincones de la casa. Sabía en qué lugar el Dr. Atamel Dechá guardaba sus documentos y objetos más secretos. Con los cacri de la casa le unía una amistad suficiente para que no sospecharan de él.
Pasó varias noches durmiendo en el patio de la casa, con el fin de no levantar sospechas. Aprovechando el viaje del Dr. Atamel a Puerto Ayacucho para proveerse de lo necesario para la gran fiesta y brindis de la victoria, Inavi se introdujo en los aposentos y rápidamente se percató que en el lugar esperado, estaba el material que buscaban. Ahora, sólo faltaba estudiar la manera de sacarlo de allí.
Después del levantamiento de varias hipótesis, en continuas reuniones con Morulondo, escogieron la que les pareció más factible.
Cierto día, se dirigieron ambos al Campo de entrenamiento en «La Pereza», en donde les esperaba el Equipo Cacri de Acciones Especiales (ECAS). Hicieron un plano tamaño natural de la casa del Dr. Atamel y se dio inicio al entrenamiento. Cada cacri tenía sus funciones en el asalto.
Se repitió el ensayo 102 veces, porque Morulondo era perfeccionista endémico y no se cansaba de enseñarle a sus subordinados, todas las posibilidades de Planes «B» y «C» que tenían que implementar, en caso de que el Plan «A» fallara.
Cuando el plan estaba perfectamente aceitado, y los tiempos estrictamente controlados por Morulondo, se determinó la fecha del ataque.
Sabían que dentro de dos días regresaría el Dr. Atamel de Puerto Ayacucho. Era la fecha propicia para dar el golpe.
Esa misma noche fue Inavi a hablar con el Samán.

- Necesito tu ayuda, amigo aristócrata.
- ¿Tan mal estás que le pides ayuda a un escuálido oligarca? - preguntó el Samán.
- No te olvides. Los dos estamos luchando contra la «Sintesis»... no importa ahora la orientación ideológica - se explicó Inavi.
- ¿Alianza estratégica? - ironizó el Samán.
- Llámalo como quieras. ¿Puedes hacerme un favor?
- Si puedo, con mucho gusto, viejo cacri.
- Quisiera que le dijeras al Camoruco, ese pariente tuyo grandote que está frente a la Iglesia, que nos preste ayuda en una operación - solicitó Inavi.
- Amigo cacri, yo puedo decirle, pero no te aseguro que lo haga, porque tú sabes que nuestro sistema de gobierno está basado en la descentralización, no es centralista como el de tu revolución... Aquí los poderes son autónomos e independientes, nadie puede imponerse al otro - indicó el Samán - Explícate algo más, para que yo pueda convencerlo.
- Sólo tiene que bajar una de sus ramas en el momento oportuno para que dos de nuestros cánidos puedan encaramarse rápidamente encima de él - explicó Inavi.
- ¿Cuándo inicia el operativo? - preguntó el Samán.
- Mañana a las 4,00 a.m. - respondió el Samán.
- Aguarda un momento que voy a hablar con el Camoruco.

Inavi, con su «Usendú pa» activado, siguió la conversación entre los dos árboles.

- No puedo dar mi consentimiento, si no conozco las intenciones que tienen esos cacri de subirse encima de mis ramas - dijo el Camoruco.
- Es una operación secreta del sindicato cacri contra un homínido... tú sabes, salario, vacaciones, primas por hijos... reivindicaciones laborales... - mintió el Samán.
- ¿Se puede saber el nombre del homínido? - preguntó el Camoruco.
- El Dr. Atamel Dechá... dinos de una vez si vas a colaborar - ladró bravo Inavi - No te vamos a jalar más...
- ¡No me alce la voz! A mí no me da órdenes nadie, ¿oyó?... y mucho menos un perro.
- Calma, calma, - intercedió el viejo Samán - no deben pelear por eso... Te doy mi palabra, que no te va a pasar nada que te moleste.
- Así, sí. Sin imposiciones - dijo el Camoruco - Además, si se trata de ese homínido, lo haré con mucho gusto, pues él fue el culpable de ponerme esa papelera ahí debajo, que noche y día castiga mi pituitaria con sus fétidos olores y porquerías. ¿En qué puedo ayudarles?
El Samán le presentó el plan dado a conocer por Inavi y le explicó con todo lujo de detalles el rol que debía cumplir.

A la 4,00 am. Morulondo lanzó el ladrido de inicio de operaciones.
Simultáneamente, 4 cacri bien entrenados, subiéndose uno encima del otro, brincaron la cerca de la casa del Dr. Atamel y quitaron la palanca para dejar entrada libre al patio. Otros 4 cubrían la casa por el lado Norte y otros 4 lograron encaramarse encima del tejado.
Los cacri del Dr. Atamel, sorprendidos por aquel ataque inesperado, respondieron con contundentes ladridos. Un grupo de 8 miembros del ECAS se dispusieron a buscarles pleito, formando una algarabía tal, que los homínidos que dormían en la casa salieron todos corriendo para ver lo que pasaba. Momento que aprovechó Inavi para brincar por una ventana, se dirigió al baúl de los secretos del Dr. Atamel y rápidamente, se llevó un bolso negro entre sus dientes.

Cuando Morulondo dió la señal de retirada, ya Inavi se encontraba a los pies del Camoruco. En ese momento, dos perros asomaron cautelosos sus hocicos en la torre de la Iglesia. Se habían subido por la tarde del día anterior antes de que cerraran la Parroquia, sin que se diera cuenta el cura, y pasaron la noche en la torre.
Silbó Morulondo y los dos perros dejaron caer un largo mecate. En ese momento, Inavi abrió el maletín y sacó tres franelas: una blanca, una roja y una amarilla. Los cacri encargados las prendieron de la cuerda con unas pinzas. Igualmente, los dos cacri de la torre amarraron un cabo en una de las columnas de la torre y se lanzaron haciendo rappel hasta alcanzar el suelo.
Sólo quedaba el momento de acción del Camoruco. Este, para darse importancia, se hizo de rogar y tardó un rato en bajar su rama, según lo acordado. Inmediatamente, Morulondo y un compañero treparon por la rama hasta alcanzar la horqueta, jalaron la cuerda y ondearon como banderas las tres franelas encima de la calle.
En la franela blanca se leía claramente: «El Dr. Atamel siempre con AD». En la amarilla: «El Dr. Atamel con Baldir», y en la franela roja estaba escrito: «El Dr. Atamel siempre Rojo-rojito».
El Dr. Atamel tenía preparada la coartada para pasarse al campo del ganador, apenas se supiese el resultado de las elecciones.
El escarnio para el representante de la política trepadora, sucia y desleal se hizo notorio según iban pasando las horas de la mañana, y todos los homínidos contemplaban el espectáculo y hablaban «maravillas»... pero el bochorno mayor lo pasó el Dr. Atamel cuando se dirigió a su casa y contempló el ondear de las tres franelas con su nombre. El hombre palideció de ira y, cuando llegó a la casa preguntó qué había pasado. Quién había entrado en su oficina.
- ¡¡¡Maldito Inavi!!! ¡¡¡Me la pagarás!!!... - dijo Atamel rechinando los dientes con ira.

Morulondo, encima del camoruco, tuvo que gritarle a Inavi que intercediera ante el Samán para que los dejara bajar de allí. Después de hacerles sufrir un poco, el soberbio camoruco bajó la rama y Morulondo le increpó furioso, mientras corría con el batallón cacri del ECAS en dirección al campamento de La Pereza:
- ¡¡Oligarcas temblad!!... - dijo lanzándole miradas de fuego al soberbio camoruco.


DESPUES DE LA TEMPESTAD VIENE LA CALMA

La noche no parecía atabapeña. Reinaba un silencio roto solamente por el contrapunteo de sapitos y ranas que superaban su timidez canora sólo en la oscuridad.
Con el inicio de la semana postelectoral, las cosas retomaron su cauce. Los de la UVE reiniciaron la limpieza de la Plaza y calles del pueblo. Cada trabajador vestía su franela de cualquier color, como evitando el uso del color azul, no se sabía si era por una orden o por solidaridad con el grupo de compañeros que fueron botados por el hecho de no haber votado «libremente» por el color azul....
El miércoles se encendió nuevamente el alboroto delante de la alcaldía. Los opositores habían cerrado el acceso con una cadena. Algunos azules armados de cizalla, cortaron la cadena y entraron al edificio, regresando con unos sobres y documentos... Nueva cadena más gruesa. Intercambio de insultos y amenazas... Se le avisó a los policías para que fueran a custodiar el edificio de la alcaldía.
Mientras tanto, el candidato blanco desde Ayacucho ordenó a su gente que se retirara pacíficamente, pues la batalla se estaba dando en los despachos caraqueños.
Pasaron los días y los ánimos se fueron enfriando. Todo volvió a la normalidad. El alcalde electo, confirmado en Puerto Ayacucho, se hizo cargo nuevamente de la alcaldía. La población se resignaba a aguantar 4 años más, aunque fueran sin luz y sin agua. El peso de la costumbre es el mayor antídoto contra los cambios, y aquí, este peso es de siglos.

Inavi activó su «Usendú pa» y se dirigió a la Plaza. Hacía tiempo que no se veían y ya añoraba la tertulia con el viejo Samán.
- Buenas noches, vejestorio ¿No te parece raro este silencio? - preguntó Inavi.
- Estoy maravillado. ¿Estará enfermo Cayupa? - respondió el Samán.
- Y a Tortu, ¿qué le pasará?... ¿Y a Brinces?... ¿Y el «Completo»?...
- Esto es grave - dijo el Samán - recuerdo tiempos no tan antiguos... lo máximo que sonaba era la vieja guitarrita de Guarulla en la Tapoteca... no molestaba a nadie.
- Ya empiezas con tus nostalgias - reprendió Inavi - Tú, como no puedes gritar, ni cantar...
- Yo no canto pero compongo Sinfonías - dijo el Samán - Me dejo mecer por el viento y la brisa, y mis ramas producen melodías extraordinarias para un oído cultivado, no basto y vulgar como el tuyo.
- No lo dudo, pura música clásica... que hace dormir. Lo mío es más rítmico, moderno, va desde la salsa hasta el reggaeton, pasando por el rock...
- Hoy el mundo, los homínidos le tienen terror al silencio. Da la impresión que el silencio ha muerto. En Atabapo vivimos una cultura del ruido. Fíjate bien en los muchachos que pasan por aquí. Llevan puestos continuamente esos aparaticos en las orejas, ¿cómo se llaman? - preguntó el Samán.
- Audífonos. Pueden venir de un MP3, MP4, de un IPOD o de un simple celular - dijo el experto Inavi.
- Lo que sea. Lo cierto es que con eso se levantan y con eso se acuestan. Da la impresión personal que tienen miedo de enfrentar sus propios pensamientos. Les asusta estar consigo mismos y escuchar lo auténtico que vive dentro de ellos. Por eso llenan de ruidos y gritos vacíos su vida cotidiana, para tratar de llenar el silencio exterior que tanto les mete miedo, e intentan desesperadamente tapar el silencio interior que los asusta aún mucho más. Sus padres y abuelos amaban el silencio. Ellos estaban entrenados para escuchar el grito del paují, el despertar de los araguatos, el paso de los báquiros. Pasaban horas en silencio mientras se dedicaban a la pesca y a la caza. Estos muchachos ya perdieron la sensibilidad del oído. Son sordos, sólo escuchan los volúmenes altos, los ruidos...
- ¿Estás sicoseándome, viejito? - bostezó Inavi.
- Yo sé que esto es demasiado difícil para tí... Basta escuchar la serenatas que algunas veces dan tus congéneres aquí en la Plaza...
- No estás en la onda - dijo Inavi.
- No sé si estoy en la onda o no. Habría que preguntárselo a los que viven al lado de Tortu, o de Cayupa o de otros fascistas y talibanes del ruido que tienen que calárselos todas las noches - dijo el Samán.
- Vivimos en una democracia, abuelo - dijo Inavi - tienen derecho a ganarse unos realitos...
- Entonces, para ganarse unos realitos ¿cada quién puede hacer lo que le da la gana en la democracia? No te olvides que «tu libertad termina donde empieza la mía».
- Eso es en Suiza, viejo, nunca te olvides de lo que siempre me repetiste: estamos en Atabapo... Macondo 2... Tierra supermágica...

En ese momento se alzó un gran ventarrón del Este y zarandeó todas las matas de la Plaza.
Inavi con su «Usendú pa» escuchó por primera vez la parte inicial del «Concierto para violín en Re mayor», Opus 35 (Allegro moderato) de Tchaikovski...
Era la hora del sueño.


PROPÓSITO DE ENMIENDA


- Hola, camarada, ¿cómo amaneció hoy tu fiebre revolucionaria? - saludó el Samán a un Inavi todo sudoroso, pero que exteriorizaba un gran cansancio.
- Calidad... trabajando para conseguir firmas para la Enmienda. Ya llevamos unas 3.000 - dijo Inavi.
- Ese embuste se lo cuentas al Zof y a otros compinches tuyos revolucionarios. Llevo la cuenta precisa de las firmas, porque pusieron el «punto rojo» precisamente debajo de mis ramas... Apenas llevan...
- ¡No lo digas! - cortó Inavi - Pero, ¿qué tienes tú contra la Enmienda?
- Antiguamente, - prosiguió el Samán - escuchaba desde aquí a los niños del catecismo que tarareaban en la Iglesia: «Examen de conciencia, dolor de corazón, propósito de enmienda, confesión de boca»... Ustedes ¿ya hicieron el examen de conciencia?...
- ¡Qué ridículo eres, camión de leña! Esta es la Enmienda que propuso el Chá.
- Pero, ¿no se había rechazado anteriormente? - dijo el Samán haciéndose el inocente.
- No, vegetal esclerotizado, aquello que se rechazó fue la Reforma, esta es una Enmienda - explicó Inavi.
- Y ¿en qué se diferencian?.. Perdona mi ignorancia.
- La Reforma, - dijo Inavi echándose de académico - es un cambio sustancial de varios Artículos de la Constitución, la Enmienda en cambio, es sólo una «ñinguita», suprimir o añadir unas palabritas de un Artículo.
- Pero, si esa «ñinguita» ya estaba en el todo, ¿para qué votarla nuevamente? - inquirió nuevamente el Samán - ¿por qué, en vez de votar la «ñinguita» de la reelección no se pone a votación la otra «ñinguita» que estaba también en la Reforma, la de la semana laboral de 35 horas? Esa enmienda la votarían todos, y todos felices...
- Es inútil, tu mente reaccionaria está genéticamente incapacitada para percatarse de la necesidad de que el Chá se quede en el poder.
- ¿Tan bien lo está haciendo?... - ironizó el Samán.
- Tienes que reconocer que él es el líder indiscutible, el único que permitirá al país avanzar hacia una sociedad más justa y equitativa, libre y soberana y de proporcionar mejores condiciones de vida para la gente.
- ¿Y quién le prohibió hacer todo esto en estos ya largos 10 años? - siguió preguntando el Samán.
- Mira, vejestorio, no puedes tapar el sol con un dedo. Tienes que reconocer las muchas cosas que se han mejorado en el país - empezó a ponerse nervioso Inavi.
- Ningún presidente tuvo el poder que tuvo éste: la Asamblea, el TSJ, la Fiscalía, la Contraloría, la Defensoría del Pueblo, el CNE, aparentemente todo está en su mano.
- La campaña mediática del Norte te tiene comido el coco - dijo Inavi - Si tuviera el CNE en la mano ¿crees que hubiera dejado quitarse las gobernaciones del Zulia, Miranda y Caracas?...
- Da lo mismo que las hubiera ganado, porque si las deja a pan y agua... si no les da los recursos...
- Es inútil discutir contigo, carcamal oligarca, Borbón vegetal - insultó Inavi - No lo quieres reconocer abiertamente, pero en el fondo sabes que en actualmente es necesario que siga el Chá en el poder... Es el único líder en Venezuela. ¿Dónde está el líder de la oposición? Son un saco de gatos que lo único que los une es el odio y las ganas de sacar al Chá.
- Mira, camarada trasnochado, Lenín devaluado - respondió a los insultos el Samán - esa teoría del «gendarme necesario» estuvo bien vista en mi época juvenil en donde la Venezuela rural era un bullir de caudillos. Hoy Venezuela cambió. La época de los Briceño, «Mocho» Hernández, Maisanta y otros caudillos ya pasó, perro ignorante, esas nostalgias telúricas ya no tienen sentido, ya no regresan.
- Pero, si los que quieren volver al pasado son los de la oposición... los revolucionarios queremos avanzar siempre - se defendió Inavi.
- Ya viste cómo funcionó el avance revolucionario en Atabapo... - continuó el Samán - lo que se necesita en el país no es un caudillo telúrico, ni un líder guerrero que envíe a cada rato los batallones a la frontera, ni los aviones Sukoy contra el Imperio... esas son posturas demagógicas, para la galería, para la TV. Lo que se necesita es un líder que gerencie, que enfrente el enemigo de la inseguridad, del desempleo, que agarre por lo cachos el toro de la inflación, de la vivienda, de la salud, que profundice los cambios buenos realizados. Un líder que hable menos y haga más, que instale un semáforo entre su cerebro y la lengua, que no se asome tanto al espejo de la TV., un líder que no se salga de sus casillas ni le den espasmos epilépticos cada vez que alguien lo contradice.
- ¡Basta, pitiyanqui!... ¡Uh... ah... el Chá no se va! - ladró Inavi cada vez con menor fuerza.
- Tal vez tengas razón y no se vaya, - aceptó el Samán - pero te advierto que esas distinciones chimbas entre «re-forma» y «enmienda» no las entiende nadie, y la exégesis que tu Chá hace de las palabras de Bolívar en el Discurso de Angostura, no es convincente ni fiable, pues el Chá es un lector y narrador de historias, pero de historiador tiene muy poco.
- Bueno, viejito, no vamos a pelear más, - apaciguó la conversación Inavi - vamos a dejar que hable el pueblo. El es el que sabe y tiene la última palabra.
- Así es, camarada, pero no te olvides que el pueblo sigue votando como ayer, por colores, no por ideas... Y en esto, tu revolución revolucionó muy poco... más bien, lo fomentó. Basta que veas el éxito de la «marea roja»... igual que antes era la «marea blanca» ¿te acuerdas?... En eso hemos avanzado muy poco. Sigue predominando el analfabetismo funcional... no hay Misión Robinson que acabe con él.
- Te espero el día de la Enmienda. Vas a recibir una sorpresa ¿apostamos? - dijo Inavi.
- Ya te gané una vez, no lo olvides... - concluyó el Samán - Yo sólo espero que haya realmente «Propósito de Enmienda»: que haya un control más estricto sobre el uso de los fondos públicos por parte de la autoridades locales... que las Plantas eléctricas en lugar de mandarlas todas a Nicaragua, manden alguna para Atabapo... que los tan cacareados Mercales funcionen acá en estos pueblos del Sur que tienen la comida más cara del país, o al menos, que el Indepabis se materialice en Atabapo pues hasta ahora sólo es una palabra hueca... que surtan de los medicamentos necesarios para los Hospitales y medicaturas del Amazonas... que se reanuden los vuelos solidarios para los pueblos del Sur que se quedaron en una bonita promesa... Esas y otras cosas serían las que por aquí habría que «enmendar» con absoluta urgencia.
- Tú sabes, que en todo eso estamos de acuerdo - y se despidió Inavi, caminando lentamente.


(*) CUENTOS DE LA CRIPTA

(*) (El presente capítulo contiene elementos de lenguaje, salud, sexo y violencia que no pueden ser leídos por niños, niñas, y adolescentes sin la supervisión y orientación de madres, padres, representantes o responsables).

Eran las 7 y media de la noche. Sin luna, las estrellas titilaban de forma extraña. En un tramo de la carretera, una procesión de personas encapuchadas que portaban velas de diversos colores, rompió la oscuridad.
Después de un largo trecho la procesión tomó un sendero a la derecha y bajo una casa en piernas, se acomodaron en el suelo. Eran todas féminas, mujeres.
Comenzaron a sacar de sus chácaras y bolsos lo que cada una había traído: tabacos, zapatos, mechones de cabello, muñecos de plástico etc. Prendieron un pequeño fogón y a la luz del fuego inició la reunión. La que dirigía, una señora mayor, rompió el silencio con una invocación:

- Eshú Bàbà Alàsé, Ki n’kàn má se omo mí Ki n’kàn má se aya mí Ati èmi nàá Má se mi lu ènìyàn lu mi Lànà öwó, lànà omo kàn mi o. Eshú má se mi, omo elòmíràn ni o se. Asóro lògo akétèpe lògbó. Olòrún máà jé ki arì ìjà Eshú o Asé.
Sacó un enorme tabaco y prosiguió solemne con esta oración:
- Ofrezco los humos de este tabaco a los cinco sentidos, juicio , pensamiento y voluntad de ...«NN.»
(el nombre de la persona que no podemos decir aquí...)
Invoco por los cuatro vientos para que donde quiera que estés «NN»... vengas desesperado hacia mi, a humillarte delante de mí, humilde y manso, como llegó Jesús a los pies de Pilatos.
Invoco a San Marcos de León para que lo amanse de pies, manos y corazón , así como él amansó al león.

Yo te conjuro «NN» desde la cabeza a los pies, vena por vena, nervio por nervio. Conjurándote te hago mío, no podrás lograr lo que tienes en tu mente, tus fuerzas te abandonarán... te han de faltar y a mí sólo obedecerás....


Las 8 mujeres encendieron sus tabacos y empezaron a expulsar en sus volutas todos sus íntimos deseos mientras la vieja oraba:
- Hombre bravo pon tu cara contra el suelo, que antes de nacer tú, nació el Hijo de Dios, hambre tuve y pan me dio Jesús mío.
Señor San Marcos de león, mi fe en ti me hace creer que yo con este conjuro debo de vencer a «NN»... Y me conceda lo que le pido. Y que «NN» me obedezca y se humille, que lo llame y me obedezca. Paz, Paz, Paz...

Y con el pie derecho zapatearon todas ellas, tres veces contra el suelo diciendo:
- Paz , Paz , Paz...

Se sentaron todas, menos la vieja principal que siguió dirigiéndose a toda la corte de espíritus:
- «En el nombre de María Lionza, de las 45 Potencias Norteamericanas, de las 36 Cortes Inglesas, de las 7Potencias Africanas, Corte Celestial, Corte Vikinga, Corte India, Corte Changó, Corte Macumba, Corte Negra, Espíritu de la Luz...
Al Padre Eterno que todo lo puede y que todo lo vence, me ayude a vencer todos los obstáculos y a todos mis enemigos así espero por gracia.
Oh , Señor , dame protección.
Por los siglos de los siglos. Amén»


Estaban ya medio mareadas de tanto fumar tabaco y en ese momento, la vieja ceremoniera ejerciendo de Medium solicitó la presencia de alguno de los Orishas:
- ¡Eleggua!
- ¡Oggun!

Todos repetían las invocaciones:
- ¡Ochosi! ¡Oya! ¡Yemaya!
- ¡Obbatala! ¡Oshun! ¡Changó!
- ¡Ven! ¡Ven! ¡Ven!
- ¡Ven! ¡Ven! ¡Ven!


En medio de estos gritos y de las espesas volutas del humo de los tabacos, emergió levemente de la oscuridad una figura. El chisporroteo caprichoso de las llamas del fogón, iluminaba a ratos produciendo efectos fantasmagóricos en las facciones de su ancho rostro.
Era una figura más baja que alta, con la barriga de obeso incipiente, ojos achinados, una gran sonrisa en la boca abierta y una voz profunda:
- ¡¡Aquí estoy!!... ¿Qué pasó?... ¿Me llamábais?
Las mujeres, que estaban con la frente en tierra no osaban levantar la cabeza. Tímidamente respondieron:
- Nosotras...
- ¿Y qué queréis de mí? - respondió la meliflua voz.
- ¡¡4 años más!!¡¡Sólo 4 años más!! - respondieron.
- ¡Jo!¡Jo!¡Jo!...- la extraña figura se ríó como el viejo San Nicolás navideño.
Ante esta carcajada descarada más de una mujer alzó su cabeza y... ¡oh sorpresa! reconocieron a Cachaddún sentado, pelaiiiiisimo... muerto de la risa al ver a aquellas parientas fumando como chimeneas y zapateando como si las picaran royones.
La vieja directora de la ceremonia como no conocía a nuestro personaje, trataba de adivinar si Cachaddún era Eleggua, Ogún o Changó u otro de los Orishas. Siguió tras él por el camino como adolescente enamorada, preguntándole si era Eshú, Ochosi...
- ¡Aché, vieja!¿Qué te pasa?...¿Fumaste de la mala?... Me voy, me espera una chamita...
Cachaddún, con su media frasca bajo el brazo, se perdió en la oscuridad sin entender mucho de lo que había visto y oído. ¡Pelaíiiiiiiisimo!....

.................................

Inavi, cada vez más flaco y enfermo, distanciaba mayormente las tertulias con su viejo amigo el Samán. Esa noche haciendo un tremendo esfuerzo salió del barrio, pero tuvo que hacer varias paradas para llegar a la Plaza. Una vez allí, se acostó agotado.
- Están pasando cosas raras, perro enclenque - dijo el Samán.
- Atabapo es Atabapo, es único, original, irrepetible. Me lo dijiste muchas veces... - respondió Inavi cansado.
- Pero cosas de estas, nunca se habían visto por aquí.
- ¿Como qué?... - preguntó Inavi.
- Brujería, Vudú, Magia negra... - dijo con miedo el Samán - ¿No escuchaste los comentarios?
- Estoy mal, casi no activo el «Usendú pa»...
- ¿No será que también a tí te hicieron algún trabajo? - dijo el Samán - Encontraron unos sapos con la boca cosida, zapatos de un solo pie, restos de tabacos y una muñeca ahorcada y cosida. Cuando la abrieron, encontraron unos papeles con listas de personas del pueblo, políticos, opositores...
- Y lo malo es, que hay algunos que creen en esas pazguatadas. Los homínidos, cuando no creen en lo que tienen que creer, al final terminan creyendo en cualquier cosa... - sentenció Inavi.

Después de un largo silencio, el Samán preguntó nuevamente.
- Inavi, ¿qué es la muerte para ti?
Este levantó con esfuerzo su cabeza y respondió:
- En otro tiempo te hubiera llamado pavoso por hacer esa pregunta. Pero hoy, la encuentro hasta simpática. Quiere decir que ya la tengo muy cerca....
- No es esa mi intención. Si no quieres, no respondas - se excusó el Samán.
- La muerte es cuando dejas de ser libre, cuando te llevan y traen en contra de tu voluntad, cuando tienes que decir y pensar lo que te dicen que pienses... En fin, cuando dejas de ser tú mismo.
- Entonces para ti, perrito revolucionario, eso del «pensamiento único», no va - comentó el Samán.
- No, el pensamiento único sería la muerte de la revolución.
- ¡Ajá! - respondió el Samán.
- Pero ahorita no estoy con ánimo para hablar de revolución... Estoy mal... ¿Y para tí? - preguntó Inavi - ¿qué es la muerte para tí?
- La muerte para mí, llega cuando dejas de ser útil, cuando ves que no sirves para nada. Mis ramas se están cayendo de viejas, mis hojas se van cayendo inexorablemente y no retoñan nuevas. El día que no sea capaz de dar sombra será mi muerte, sólo serviré para leña - concluyó el Samán.
- Como buen oligarca capitalista, ves sólo la vida como aquello que produce utilidad... como producción... tienes la plusvalía metida en el alma. A pesar de que vives al lado de la Iglesia y sabes latín, eres más materialista que yo - ironizó Inavi.
- ¿No estaremos equivocados los dos? - dijo el Samán después de un largo silencio.
- Tal vez... - concluyó Inavi cansado - Pero tú más que yo.

El Samán no quiso molestar con más charlas a Inavi,
pues lo vio muy desmotivado.
Después de un largo rato, su salvador Alberto, atravesó la Plaza y, después de despertar a Inavi, lo ayudó a alzarse. Ambos caminaron lentamente camino de los Chimichimitos
A esa hora, el aire de Atabapo estaba contaminado por un torbellino de sonidos. Era fin de semana.


DESPEDIDA

Pasaron dos meses desde el último encuentro.
La enfermedad de Inavi seguía avanzando. Alberto, su amigo, le hacía tomar todo tipo de bebedizos y pócimas que los brujos de todas las comunidades le recetaban: corazón de morrocoy, saracura, palo de arco, corazón de tucusito, caña la india, sábila, palo cunaguaro…

Algunas noches caminaba despacio hasta la Plaza, parándose a cada rato, pues las fuerzas le fallaban. Se acostaba a los pies del samán, inmóvil, y descansaba sin poder dormir.
Samán, consciente que no era conveniente hacerle hablar, se mantenía en respetuoso silencio, dejando caer de vez en cuando, una lluvia verde de pequeñas hojas, que cubrían el flaco esqueleto de Inavi. De pronto, las finas hojas rodaron hasta el suelo, cuando Inavi levantó su cabeza en un movimiento a cámara lenta.
- Lo descubrí – habló con dificultad Inavi – Ahora me acuerdo…
- ¿Qué descubriste, viejo amigo?
- Fue él… Fue él…
- ¡¡Qué cosa!!¿Quién es él…?
- El fue el que me mató. El Dr. Atamel Dechá...
Las ramas más altas del samán se agitaron con fuerza.
- ¿Estás seguro?
- Segurísimo – habló Inavi lentamente y con dificultad - Después de las elecciones… apenas… se supieron los resultados…
Inavi tuvo en ese instante un arqueo e intento de vómito.
- No hables tanto. Descansa – le ordenó el Samán.
- Tengo que decirlo… antes de… morirme… Me invitó a su casa… yo acepté… Comí bastante… A partir de ese día… sí, de ese día… comencé a sentirme… mal…. a perder peso…
- ¡¡El hijo de su madre!! Seguramente te acusaron tus amigos del Parque. Aquellos panfletos antes de las elecciones…
- No… yo creo en los amigos - dijo Inavi.
- Pues yo no, porque yo mismo los vi hablando varias veces con el Dr. Atamel Dechá…
- Estarían pidiendo… para una frasca…
- ¿No sería una de esas brujas que te montaron un trabajo? - preguntó el Samán.
Otra vez a Inavi le dieron nuevos espasmos y escalofríos. Se echó de nuevo y descansó.
- Viejo Samán, amigo mío…
- Dime, perro amigo.
- Trata de avisarle a Alberto… que venga… que cuando muera… me entierre… aquí mismo… a tus pies.
- Cálmate viejo, no te adelantes a la muerte. A la muerte no hace falta llamarla. Ella sabe cuando tiene que llegar.
- Quiero que … los que conozcan nuestra historia…. aprendan a ser amigos… aunque sean distintos… aunque piensen diferente... que aprendan a escuchar a los demás… a todos…las plantas… los animales… que no conviertan este pueblo… en un infierno… de mentiras, de odios, de engaños… Al final… todos somos parientes: homínidos… cacri… plantas… Adiós, amigo Samán… gracias por enseñarme… tantas cosas… la dialéctica… la tesis… la antítesis… y sobre todo la «Síntesis»…
- Adiós, viejo cacri. Gracias por aguantar mis fastidiosos sermones. Gracias por enseñarme que la fidelidad y la amistad, son más importantes que toda las «Síntesis» del mundo…
Inavi tosió interrumpidamente por un largo tiempo. Sin fuerzas para alzarse, levantó su pata delantera despidiéndose de su amigo Samán. Poco después, dejó de respirar y su «Usendú pa» (el que lo escucha todo) se apagó para siempre…
En ese mismo momento dos gruesas ramas del Samán se desgajaron y cayeron cerca del cuerpo inerte de Inavi. Era la manifestación de duelo del Samán, herido por la muerte del amigo.

A la mañana siguiente, sin motivo aparente, Alberto se dirigió desde los Chimichimitos al centro del pueblo. Cuando cruzaba la Plaza, un corrillo de alumnos del «Junín» debajo del Samán, le llamó la atención. Al acercarse, vio el cuerpo exánime de Inavi.
Corrió inmediatamente a donde el viejo Fadel, para pedir prestados un pico y una pala.
Entre las risas despreocupadas de los niños y las lágrimas silenciosas de Alberto, introdujo el cuerpo de Inavi en el hoyo, tapándolo con abundante tierra. De lo más alto del Samán cayeron, como otras veces, las diminutas hojas, cual lágrimas verdes, y cubrieron la tumba de Inavi.
En ese preciso momento pasaba por la calle el Dr. Atamel Dechá en dirección al puerto para tomar el yate. De repente, una rama gruesa del Samán, no se sabe cómo, se movió con fuerza, se quebró y golpeó la cabeza del Doctor que quedó tendido en el suelo. La noticia del dictamen médico corrió rápidamente por el pueblo: fractura de cráneo.
Llamaron inmediatamente una avioneta para trasladarlo a Puerto Ayacucho. Cuando la ambulancia lo trasportaba al aeropuerto, una gruesa rama del soberbio camoruco que está frente a la Iglesia, se desgajó con estruendo y cayó sobre el vehículo. Con gran dificultad lograron sacarlo y, en otro carro, pudo llegar al aeropuerto.
Ahí lo esperaba un ejército de perros. Era el batallón del ECAS (Equipo Cacri de Acciones Especiales) comandado por Morulondo. Ladraban desaforadamente, tratando de impedir el abordaje al avión al doctor Atamel Dechá
Finalmente, cuando el avión tomó pista, el ejército de cacri salió en su persecución, los perros más atléticos lograron guindarse por breves instantes en su cola. Sólo Morulondo, el más experto, logró encaramarse en el ala trasera. Con un equilibrio inexplicable para un perro que no tuviera la experiencia de una larga pasantía como equilibrista de circo, Morulondo logró sostenerse.
La avioneta, después de un pequeño sacudón, pudo levantar vuelo muy cerca ya del final de la pista. Cuando el piloto giró hacia la derecha para cruzar el Orinoco, Morulondo decidió lanzarse al agua antes de que tomara más altura.
Después del chapuzón que lo aturdió un poco, se dejó llevar por la corriente hasta llegar a la esquina en donde el Atabapo paga su tributo al Orinoco, en el tradicional cebadero de curbinas. A Kalimán, veterano pescador, le habían ajilado 3 esa mañana, cuando oyó los ladridos de Morulondo que nadaba desesperado. Lo recogió en su curiara y con él, sus 3 curbinas y más de media frasca en el buche, regresó a San Fernando todo contento.
Esa noche, todo el grupo del ECAS, al mando de Morulondo, rindieron tributo a Inavi, cantando «La Internacional...» delante del viejo Samán entristecido. Este, seguía dejando caer diminutas hojas sobre la tumba del amigo.
«¡Arriba, parias de la Tierra!
¡En pie, famélica legión!
Atruena la razón en marcha:
es el fin de la opresión»....

Centenares de cocuyos se hicieron presentes y bailando como estrellas fugaces, iluminaron la noche con su luces de nácar.



EPÍLOGO


Inavi y su amigo el Samán eran distintos, tenían ideas distintas, pensaban de manera diferente, pero ambos estaban de acuerdo en algo: quijotes al fin, trataron de combatir con todas sus fuerzas los antivalores que ellos consideraban estaban destruyendo su sociedad pueblerina.
Podemos pensar distinto, ser diferentes en muchos aspectos, pero todos estamos obligados a luchar por hacer de nuestro pequeño mundo, un ambiente más normal y respirable.

Atamel Dechá no es un individuo, ni es un Doctor, Ingeniero, Profesor o un «pata en el suelo»... Son todos y cada uno de ellos en conjunto. Es un sistema que se va reproduciendo en un sin fin de «Atamelitos»...

Cuando una persona le miente descaradamente a un pueblo para ganarse unos millones, ahí nace un Atamel Dechá.
Cuando una persona vende su conciencia por un poco de real, ahí nace un Atamel Dechá.
Cuando una persona busca ascender a costa de pisar a los demás, está naciendo Atamel Dechá.
Cada vez que para progresar él, no le importa cometer un fraude, corromper a los demás, está naciendo un Atamel Dechá.
Cada vez que una autoridad, para hacerse el «chévere», cierra los ojos o permite infringir las leyes y normas que contribuyen a la convivencia, ahí está naciendo un Atamel Dechá.
Cada vez que alguien favorece el clientelismo infrahumano, obligando al pueblo a gritar consignas o vestir franelas determinadas, aprovechándose de sus necesidades o carencias, ahí está naciendo un Atamel Dechá.
Cada vez que no le importa vender la lealtad a una persona o a unos principios y valores, con tal de que él ascienda, está naciendo un Atamel Dechá.
Cada vez que se considere al otro, como un enemigo suyo al que hay que destruir, por el simple hecho de que piensa distinto, ahí nace un Atamel Dechá.
Cada vez que no le duele decir una mentira siempre que él pueda quedar bien, ahí nace un Atamel Dechá.
Cada vez que, para no perder las prebendas que tiene, aplaude rastreramente al poderoso vendiendo su personalidad mercenariamente, ahí está naciendo un Atamel Dechá.
En fin, cuando el hombre y la mujer van construyendo un mundo en donde «todo vale», con tal de que le guste o aproveche, sin escrúpulos, sin ley, sin valores y sin conciencia... tendremos un mundo con muchos Atamel Dechá.

____________________________


«OTRA VEZ SE FUE LA LUZ…»

F I N

No hay comentarios:

Publicar un comentario